Antígona - Sofocles - E-Book

Antígona E-Book

Sófocles

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Beschreibung

Sófocles, junto a Esquilo y Eurípides forman una tríada inmortal del teatro clásico griego. Esta obra, Antígona, conjuga con modernidad augural el papel que desempeña la libertad (más tarde propia del sentimiento cristiano) frente al Destino. Antígona es la protagonista femenina que desafía a los dioses, desobedeciendo las órdenes de Creonte, y entrega su vida honrando a su hermano muerto. Ella cumple su destino en el ejercicio de su libertad moral. Editorial Universitaria entrega esta nueva edición, dedicándola a estudiantes y lectores de la gran literatura.

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882

S681a

Sófocles, 497?-406? a.C.

Antígona / Sófocles; traducción y prólogo de Genaro Godoy

Ilustraciones de José Venturelli.

2ª reimpresión de la 28a ed., Santiago de Chile: Universitaria, 2020.

89 p.: il.; 11,5 x 18,2 cm (Los Clásicos).

ISBN: 978-956-11-2554-4ISBN Digital: 978-956-11-2813-2

1. Tragedias griegas.

I. t. II. Godoy, Genaro 1910-1979, tr. III. Venturelli, José, il.

© 1968, EDITORIAL UNIVERSITARIA, S.A.

Inscripción Nº 35.373, Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

© EDITORIAL UNIVERSITARIA S.A.

Avda. Bernardo O’Higgins 1050, Santiago de Chile.

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada,

puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por

procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o

electrónicos, incluidas las fotocopias,

sin permiso escrito del editor.

Texto compuesto en tipografía Baskerville 10/12

CUBIERTA

Escena de Lamentación Funeraria. Atenas, 530 d. de J.C.

Staatliche Museen, Berlin.

1a edición, 1968.

28ª edición, 1ª reimpresión, 2018.

w w w . u n i v e r s i t a r i a . c l

Diagramación digital: ebooks [email protected]

ANTÍGONA Y EL MITO DE EDIPO

EL MITO de Edipo conoció en la antigüedad varias versiones, diferentes en sus detalles, concordantes en sus líneas generales.

Para el Homero de La Ilíada (XXIII), Edipo es personaje conocido. El autor no alude a sus terribles desgracias, pero recuerda su heroica muerte en combate. En el canto XI de La Odisea, uno de los últimos, ya aparece el tremendo mito conformado en todos sus detalles. Única diferencia: Yocasta, madre y esposa de Edipo, se llama Epicasta. Es lícito pensar que todos los pormenores trágicos fueron incorporándose durante el largo y oscuro periodo anterior a la época clásica, al compás de profundas transformaciones del mundo griego.

Para un relato comprensivo del argumento de Antígona hay que remontarse a Layo, padre de Edipo, abuelo de nuestra heroína.

Layo, rey de Tebas, expulsado de su reino por súbditos rebeldes, se había refugiado en la corte de un rey. Este le había encomendado la educación de su hijo. Layo no respondió a la confianza que en él se había depositado. Sedujo al joven y huyó con él del país. El desgraciado padre lo maldijo, deseándole que nunca tuviera un hijo y que, si llegaba a tenerlo, este lo matara.

Con el tiempo, Layo olvidó delito y maldición; pero, ya casado, preguntó a los oráculos si tendría un hijo. »Sí, lo tendrás; pero será el asesino de su padre y el marido de su madre«, fue la respuesta.

Nació el hijo que cualquier otro padre habría deseado tanto. Layo buscó los medios de hacerlo desaparecer. Con este fin lo hizo exponer sobre las laderas del monte Citerón para que lo devoraran las fieras.

Lo recogió por casualidad un pastor, que lo llevó primero a su cabaña y después al rey de Corinto, Polibo, que no tenía hijos. Polibo lo recibió y le puso por nombre Edipo, »el de los pies hinchados«, porque el pequeño, muy a mal traer, tenía los pies heridos. Edipo creció en la corte, amando como padres a los reyes, Polibo y Mérope.

Su felicidad quedó deshecha el día que un cortesano lo zahirió llamándolo »Hijo presunto de tu padre«. La ofensa llenó de angustia el corazón de Edipo.

Nada mejor para salir de dudas que el oráculo de Delfos. La respuesta, digna de una sibila, tranquilizó por una parte y angustió por otra al consultante: »Guárdate de regresar a tu patria, porque allí matarás a tu padre y te casarás con tu madre«.

Edipo, convencido de que los reyes de Corinto eran sus padres, decidió no regresar al hogar feliz de su infancia, y se encaminó hacia Tebas. La maldición que pesaba sobre Layo iba a cumplirse, arrastrando al culpable y al inocente a una misma ruina.

En una angostura del camino Edipo se encontró con un hombre de cierta edad, de modales altaneros, que lo conminó a salir del camino y dejar libre el paso. El caminante se dirigía a Delfos para consultar al oráculo acerca de un monstruo, un león con cabeza de mujer, que había sentado sus reales en las proximidades de Tebas. El monstruo proponía enigmas a los tebanos, arrojando luego a una profunda quebrada a los infortunados que no podían resolverlos.

Edipo no quiso obedecer y se originó un altercado entre el padre y el hijo, que no se conocían. Edipo dio muerte a Layo y a todo su séquito, salvo a uno de los hombres que logró escapar.

Siguió Edipo su camino hasta llegar a Tebas. La ciudad estaba de duelo por causa de aquel monstruo, y también porque un malhechor desconocido había dado muerte al rey. El regente de Tebas, Creonte, hermano de la reina, ofrecía el trono y la mano de la reina a quien resolviera los enigmas de la esfinge. Edipo aceptó el desafío.

Fue al encuentro del monstruo y este le preguntó cuál era el animal que caminaba en cuatro pies por la mañana, en dos al mediodía y en tres por la tarde. Edipo, sin vacilar, contestó que era el hombre, que gateaba en su primera infancia, después caminaba erguido y se apoyaba en un bastón en su vejez. La esfinge huyó y se arrojó a la quebrada en que hacía perecer a sus víctimas.

Al regresar a Tebas, Edipo fue recibido con honores triunfales y proclamado rey. Desposó a Yocasta, sin saber que era su madre, y de ella tuvo cuatro hijos: dos hombres, Etéocles y Polinice, y dos mujeres, Antígona e Ismena.

Fueron felices; pero algunos años después Tebas fue azotada por la peste. Nueva consulta al oráculo; este sentenció que para acabar con la mortandad era necesario expulsar de la ciudad al asesino de Layo.

Nadie podía estar más interesado que Edipo, ahora rey de Tebas, en descubrir al malhechor. Después de mucho averiguar comprueba con horror que es él quien ha asesinado a Layo, su verdadero padre, y se ha casado con Yocasta, su madre. Esta se ahorca y Edipo se arranca los ojos.

Ciego y abandonado por todos, menos por su hija Antígona, que le sirve de lazarillo, Edipo sale de Tebas para terminar sus días errando en busca de sustento.

Hasta aquí la parte del mito de Edipo que sirve de argumento al Edipo Rey, la primera tragedia de Sófocles inspirada en el llamado ciclo tebano.

El Edipo en Colono, también de Sófocles, es el relato patético de las últimas horas de Edipo. Este relato es trágico únicamente porque es el recuento final de todos los dolores del inocente Edipo, víctima de un destino que él no ha buscado ni merece, pero que debe cumplirse. Abundan los rasgos de delicada poesía, pero falta esa terrible y devastadora lógica de otras tragedias. Edipo muere, dejando en su inmensa pobreza su tumba a Atenas, para que sea su Paladion.

Muerto Edipo, la maldición que pesaba sobre la estirpe no perdió por eso su eficacia. Etéocles y Polinice, al heredar el trono de su familia, decidieron reinar por turno en la ciudad: un año cada uno. Etéocles reinó primero, pero, al terminar su plazo, no quiso abandonar el trono. Polinice, lleno de odio contra su hermano, salió de Tebas en busca de auxilio extranjero. Es el argumento de Los Siete contra Tebas, de Esquilo.

Creonte, por segunda vez regente de la ciudad, prohíbe que se rindan honores fúnebres a Polinice. Según el derecho griego, no podía dejarse sin sepultura a nadie, porque esto lo privaba del eterno descanso y condenaba su sombra a seguir errando. Antígona se niega a acatar tan inhumana prohibición y es condenada por Creonte a ser enterrada viva.

Este es el argumento de Antígona, cuya textura dramática no alcanza el vigor de Edipo Rey,