Atrévete a pedir más - Melody Mason - E-Book

Atrévete a pedir más E-Book

Melody Mason

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Beschreibung

Si deseas saber los secretos para que tus oraciones sean contestadas y tener éxito en el ministerio, o si estás cansado de tener una vida espiritual superficial y anhelas una relación con Dios más profunda, este libro es exactamente lo que necesitas. ¡Puedes esperar un cambio de paradigma en tu fe y tus oraciones!

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Atrévete a pedir más

Secretos bíblicos para la oración

Melody Manson

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenidos
Tapa
Dedicado
Atrévete a pedir más
Reconocimientos
Prólogo
Prefacio
Parte I: El poder y el privilegio de orar
Capítulo 1: El cielo no es el límite
Capítulo 2: El gran cambio de paradigma
Capítulo 3: Caminando con Dios en oración
Capítulo 4: De Laodicea a una vida más abundante
Capítulo 5: Desde el lugar secreto de oración
Capítulo 6: Si mi pueblo orara
Capítulo 7: Dios aún obra milagros hoy
Capítulo 8: Atreverse a pedir más
Parte II: Secretos bíblicos para la oración
Capítulo 9: Superando el dilema de la distracción
Capítulo 10: Salvaguardando nuestro tiempo separado
Capítulo 11: Dejando de lado todo fingimiento
Capítulo 12: Peligrosas distorsiones de la verdad
Capítulo 13: En busca de grietas espirituales
Capítulo 14: Construyendo los muros
Capítulo 15: Colocándose la armadura completa de Dios
Capítulo 16: Realidad versus sensación
Capítulo 17: El poder de la oración y el ayuno
Capítulo 18: Un bien escaso
Capítulo 19: Resistiendo cuando Dios dice “No”
Parte III: Comprendiendo la batalla sobre la oración
Capítulo 20: Conflicto en el Santuario
Capítulo 21: Cómo evitar jugar con fuego extraño
Capítulo 22: Reinventando la forma en que hacemos iglesia
Capítulo 23: Explorando formas peligrosas de oración y meditación
Capítulo 24: Cómo evitar apagar al Espíritu Santo
Capítulo 25: Comprendiendo la esencia de la oración unánime
Capítulo 26: El poder de la humildad genuina
Capítulo 27: El libro de Hechos... Continuará

Atrévete a pedir más

Secretos divinos para la oración contestada

Melody Mason

Título del original: Daring to ask for more: Divine Keys for Answered Prayer and Successful Ministry, Pacific Press Publishing Association, Nampa, ID, EE.UU., 2014.

Dirección: Walter E. Steger

Traducción: Carolina Ramos

Diseño del interior: Mauro Perasso

Diseño de tapa: Giannina Osorio

Ilustración de tapa: Shutterstock (Banco de imágenes)

Libro de edición argentina

IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

Primera edición, e-Book

MMXIX

Es propiedad. Copyright de la edición en inglés © 2014 Pacific Press® Publishing Association, Nampa, Idaho, USA. Todos los derechos reservados. Esta edición en castellano se publica con permiso del dueño del Copyright.

© 2019 Asociación Casa Editora Sudamericana.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-701-958-2

Mason, Melody

Atrévete a pedir más : Secretos divinos para la oración contestada / Melody Mason / Dirigido por Walter E. Steger. – 1ª ed. – Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2019.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Carolina Ramos.

ISBN 978-987-701-958-2

1. Oración. 2. Cristianismo. I. Steger, Walter E., dir. II. Ramos, Carolina, trad. III. Título.

CDD 242

Publicado el 08 de julio de 2019 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Dedicado

A todos aquellos hambrientos y sedientos de más fe, más poder en la oración, más victorias personales en la vida diaria y sobre todo, ¡más de nuestro precioso Salvador!

Jesús responderá sus clamores. ¡Sigan atreviéndose a pedir más!

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5:6).

Atrévete a pedir más

Cuando Eliseo recibió la invitación de pedir a Dios lo que quisiera, se atrevió a pedir una doble porción del Espíritu. Compla­cido con su santa valentía, Dios le otorgó a Eliseo su osada petición. Dios anhela que oremos más, mucho más de lo que oramos. En Atrévete a pedir más, Melody Mason ha hecho resplandecer la luz de la Palabra de Dios sobre el camino al reavivamiento verdadero: la oración audaz, atrevida e inspirada por el Espíritu Santo. Sé que este libro será de gran bendición para muchos.

Doug Batchelor, Director y Orador, Amazing Facts

Si la oración es “la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo” tal como lo plantea El camino a Cristo, entonces el ­nuevo libro de Melody Mason es necesario desde hace mucho tiempo. ­Atrévete a pedir más es precisamente el llamado estratégico de Dios a esta gene­ración que vive en el límite de la eternidad: más, ­mucho más del ­Espíritu Santo; más, mucho más del carácter de ­Cristo; más, ­mucho más del amor abnegado; más, mucho más de una testificación valiente. ¡Atrévete a pedir más! Que nuestros corazones sean movi­lizados como nunca antes para buscar a Dios por medio de la oración como nunca antes, mientras aún hay tiempo.

Dwight K. Nelson, Pastor principal,

Iglesia Pioneer Memorial, Universidad Andrews

“Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y saque la cara por él para que yo no lo destru­ya” (Eze. 22:30, NVI). Melody Mason, una verdadera intercesora, se para en la brecha. No solo escribe acerca de la oración, ¡ella ora! Su minis­terio de oración lleno de fe, y este libro en particular, ha tenido un impacto tremendo en mi vida y en la obra de Ministerios ASAP*. Creo que este libro es lo que todo miembro de iglesia, líder y ministro nece­sita para avanzar poderosamente hacia mayores resultados en el crecimiento del reino, para la gloria de Dios.

Julia O’Carey, Directora de Ministerios ASAP

Atrévete a pedir más aumentará tu fe a la vez que te mostrará una aproximación práctica a la oración basada en la Palabra de Dios. También te ayudará a reconocer los peligros de las formas falsas de oración a fin de que puedas evitar ser arrastrado por el engaño de ­estos últimos días. Si tienes luchas en tu vida de oración o simplemente quieres aprender a llevar tu relación con Dios a un nivel más íntimo, escogiste un libro excelente para alcanzar este objetivo.

Ivor Myers, Pastor, Autor y Presidente,

Power of the Lamb y Ministerios ARME

En lo profundo de nuestros corazones existe el deseo de caminar diariamente con nuestro Dios de forma más cercana. Esta relación de confianza es la que forma el fundamento de una vida de oración intensificada, una vida que se atreve a pedirle más a nuestro Padre. Si ya fuiste bendecido por el manual Praying for Rain [Orando por lluvia], de Melody, también serás inspirado y animado por este nuevo libro acerca de la oración.

Bob Folkenberg Jr., Presidente,

Unión Misión de la China

de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

He leído muchos libros acerca del tema de la oración, pero ninguno tocó mi corazón como este, ¡tanto es así que no podía soltarlo! Es inspirador y a la vez práctico y didáctico. Irradia un “poder de oración” que cambiará tu vida. Me ha ayudado mucho en mi vida de oración para profundizar e ir más allá de los rudimentos. Y ha sido apasionante darme cuenta de que verdaderamente puedo atreverme a pedirle más a Dios.

Alice Scarbrough, Exdirectora del Ministerio de oración,

Asociación de Arkansas-Louisiana

Atrévete a pedir más ofrece nuevas perspectivas en relación a la oración contestada, al éxito en el ministerio y a una caminata más cercana con Dios. Este libro te animará a buscar una caminata más profunda de fe y te dará herramientas prácticas que te ayudarán en el proceso. Atrévete a pedir más también brinda claves para reconocer algunos de los falsos reavivamientos que arrastran a la cristiandad moderna y para saber cómo evitarlos y asegurarnos de estar del lado correcto en esta batalla final del gran conflicto.

Melody Mason es una verdadera mujer de fe y sabe de qué está hablando cuando habla de la oración. Nuestra División ha sido ricamente bendecida por su ministerio de oración. Si hablas con ­Melody, verás que su entusiasmo y pasión por la oración son contagiosos.

Una vida de oración más rica traerá cambios positivos a nuestras vidas: nuestra fe crecerá y nuestra felicidad aumentará. Estoy feliz de compartir mi recomendación para este libro y oro para que te ayude a acercarte más a nuestro Salvador y Amigo, Jesucristo.

Paul S. Ratsara, Presidente,

División Sudafricana y del Océano Índico

de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Elena de White escribió: “Hay un gran poder disponible para noso­tros si queremos tenerlo. Hay gracia para nosotros si desea­mos conseguirlo. Para obtenerlo, el Espíritu Santo aguarda tan sólo que lo pidamos con una ardiente dedicación proporcional al ­valor del obje­to que perseguimos”. ¿Cuán valioso es el Espíritu Santo? Esa no es la pregunta, ¿no? En vez de eso debiéramos pregun­tar: ¿Cuán valio­so es el Espíritu Santo para nosotros? La respuesta a esa pregun­ta se mide por la intensidad que invertimos en la oración. El nuevo libro de ­Melody Mason, Atrévete a ­pedir más, me está llevando a arrodillarme. Mis necesidades son tan grandes y mis recur­sos tan pocos, ¡qué farisaico es orar tan poco! Gracias por esa motivación.

Frank Fournier, Expresidente de ASI

Reconocimientos

Pastores y otros líderes, ¡aquí hay un mensaje para ustedes! ¡No se salteen esto!

Solo gracias a la guía providencial de Dios y a su bendición, hoy tengo el gran gozo y privilegio de servirlo en un ministerio de tiempo completo. Digo privilegio porque no es un honor que merezca o que haya ganado. No poseo título en ningún área ministerial ni un testimonio radical acerca de cómo fui rescatada del epítome de las tinieblas. Simplemente soy una chica adventista común, nacida en el árido desierto de Ezequiel 37, a quien Dios ha traído a la vida milagrosamente y a quien ahora ha puesto a trabajar.

Por causa de este honor inmerecido, en primer lugar quiero alabar a Dios, mi Creador y Rey, por sus abundantes bendiciones en este proyecto a lo largo de estos últimos meses. Mi oración es que él tome mis débiles esfuerzos y los multiplique mil veces para la gloria de su reino. Me considero un lápiz en su mano y oro para que él (no el ­lápiz) reciba todo el honor y la alabanza por cualquier beneficio recibido por medio de estas páginas.

Alabo a Dios porque también puso gente clave a mi lado en este viaje. Sin su apoyo, orientación y motivación, este libro nunca se habría escrito. Si bien no puedo mencionar todos los nombres de aquellos que han sido de influencia e inspiración para mí en el recorrido de esta obra, me gustaría tomarme el tiempo para reconocer a algunos.

Quiero agradecerle al Pastor Paul Ratsara, quien se ha convertido en mi amigo, padre adoptivo y mentor en el ministerio de la ­oración. Pastor Ratsara: aún recuerdo el día en que nos conocimos en la Asociación General. Poco después, usted insistió en que nuestro equipo de oración fuera y trabajara con la División Sudafricana y del Océano Índico. Desde ese momento, he tenido el privilegio de trabajar con usted en el ministerio en múltiples ocasiones, tanto en su propia División como en otros eventos eclesiásticos de liderazgo. Como usted sabe, sus charlas, sermones e influencia personal han sido la mayor inspiración detrás de este enorme proyecto de redacción. Gracias por permitirme, con humildad, recibir estos mensajes y compartirlos con el mundo. Gracias por creer en mí y animarme a seguir escribiendo, aun cuando me sentía incapaz para la tarea. Gracias por su ejemplo en la oración. Nunca olvidaré cuando me dijo que Dios le había dado algunas de las mayores bendiciones en respuesta a largas noches de lucha en oración, y que el secreto para un ministerio exitoso es aprender a permanecer conectados con Jesús diariamente. Que todos podamos aprender de su testimonio. Más que nada, gracias por desafiarme a seguir avanzando y a atreverme a pedir más por fe. Que el Señor reciba toda la gloria por cada detalle de este proyecto y que nos mantengamos fieles hasta que venga a llevarnos a casa.

También quiero agradecer al pastor Ted Wilson y a muchos pastores, administradores y profesionales del ministerio, en todos los niveles del liderazgo en la iglesia mundial, por lo que están haciendo por el Señor. Como he trabajado de forma más cercana con muchos de ustedes en estos últimos años, mi respeto por ustedes se ha hecho más profundo al reconocer que no es fácil ser pastor u otro ­líder eclesiástico en esta época. Lamentablemente, la mayoría de nosotros, los laicos, no solamente damos por sentado todo lo que hacen (tanto en nuestras congregaciones locales como en los niveles más elevados de liderazgo), sino que a menudo hacemos que su trabajo sea más complicado por nuestras murmuraciones y quejas, tal como hicieron los hijos de Israel con Moisés y Aarón. Quiero disculparme con ustedes con franqueza. Quiero levantar sus brazos en oración, una oración que ruega que Dios les dé la gracia y fuerza que necesitan para realizar la obra que les queda por delante en este momento crítico de la historia del mundo. Es por todos ustedes, y en su beneficio, que me he visto obligada a escribir este libro. Lo escribo no solamente para que reciban ánimo e inspiración para entrar en una vida de oración más profunda a nivel personal (ya que la oración es “la ­llave en la mano de la fe” para cada necesidad), sino para que también muchos otros puedan ser motivados a unirse conmigo al sostener sus brazos en oración. Si bien esta obra puede ser un débil intento de desafiarnos a todos a tener una vida de oración más profunda, sepan que viene de un corazón amoroso y la oración para que la iglesia de Dios pueda mantenerse fuerte en estos últimos días.

Quiero agradecer a mis padres, David y Sylvia Mason, por sus incesantes oraciones intercesoras por mí y mis hermanos Homer y ­Daniel. Mamá y papá: ¡gracias por todas esas oraciones! Estoy segura de que es gracias a sus oraciones que cada uno de nosotros todavía ama al Señor hoy. Hemos visto muchos milagros a lo largo de los años, pero estoy segura de que solo en la eternidad llegaremos a entender verdaderamente cuán significativas han sido sus oraciones en nuestras vidas. Y sí, mamá, ahora puedes derramar lágrimas de felicidad. ¡Mi maratón de escritura finalmente terminó!

Dios me ha bendecido con muchas otras personas que han sido esenciales y me han ayudado a ser quien soy hoy.

Pienso en Brian y Karen Holland, quienes forman parte del personal en Oklahoma Academy y me dieron un hogar cuando estaba lejos de casa durante mis años en la facultad y se convirtieron en mi segunda familia. No solo me ayudaron a obtener un fundamento espiritual sólido como joven Adventista del Séptimo Día; también me amaron, fueron mis mentores y me sostuvieron en mis luchas en el desierto espi­ritual. ¡Gracias por su amor y oraciones constantes!

Pienso en Jerry e Yvonne Eller (junto a sus hijos), cuya amistad, ánimo, generosidad, oraciones y apoyo, aun antes de que naciera, sin duda han ayudado a moldearme en la persona de oración que soy hoy. ¡Los quiero a todos y ansío una eternidad juntos!

Pienso en mis mejores amigas de la niñez, Valerie Crosier y Heather (Cook) Vixie, quienes han caminado continuamente a mi lado en los muchos años de aventura, y me han dado ánimo, han orado por mí y han apoyado los numerosos proyectos ministeriales que he tenido, aun cuando eso implicara no poder pasar tanto tiempo con ellas como antes. ¡Las quiero muchísimo, chicas, y estoy agradecida por su amistad!

Pienso en mi compañera de pieza en la escuela, Gabriela (Rusch) Pawlucki, quien diseñó devocionales diarios para mí y al hacer eso logró una profunda diferencia en mi vida de oración durante los años de mi adolescencia. ¡Gracias, Gabi, por vivir un cristianismo genuino!

Pienso en el pastor Jerry Page y su esposa Janet y en la tremenda inspiración que han sido para mi vida al guiarme en el ministerio de oración, incluso cuando eran líderes ocupados en la Asociación ­Central de California. Fue gracias a esta pareja tan especial que comencé a trabajar con el ministerio de oración en la Asociación General y a desarrollar este ministerio de tiempo completo. Verdaderamente, Dios los está usando para guiar nuestra iglesia, a nivel mundial, hacia una vida de oración más profunda. ¡Alabado sea Dios! Ustedes dos han tenido un impacto muy grande en mi vida. ¡Gracias, gracias, gracias, desde el fondo de mi corazón!

No puedo olvidar a mis compañeros de oración que han orado por mí, por este proyecto y que me han apoyado tras bambalinas de diversas maneras durante estos meses de redacción:

Pastor Ivor Myers, Dave y Nina, Calvin, Dawn, Kim, y mis otros compañeros de ARME: Gracias por la inspiración que han sido en mi vida a lo largo de este proyecto de redacción. No podría haber tenido mejores compañeros en el ministerio. Juntos hemos aprendido que la oración unánime realmente funciona. Como resultado, mi vida nunca será la misma. ¡Los quiero a todos!

Eric y Leslie Ludy: Gracias por desafiarme a seguir atreviéndome a pedir más en mi andar con Dios y por animarme a avanzar hacia la Tierra Prometida. Gracias también por permitirme compartir en este libro parte de la inspiración que ustedes han compartido conmigo y con tantos otros.

Anne Curnow: Gracias por las horas que pasaste en este proyecto editando y criticando. ¡Fuiste la primera en ayudarme y tu ayuda ha sido increíble!

Luis y Tracie Alonso: Muchas gracias por seguir las instrucciones del Señor, ya que Dios los ha usado para animarme en momentos cruciales durante este proyecto.

Alice Scarbrough: Gracias por creer en mí y por tu apoyo de principio a fin. ¡Has sido una bendición, una animadora y una verdadera amiga!

Marian Parson: Gracias por invitarme a ser parte de los ministerios de oración de la Asociación de Arkansas-Louisiana. Me encantó trabajar contigo y con la Asociación el año pasado.

Raluca (Stefan) Ril: Gracias por tu amistad y especialmente tu compañerismo en la oración, aunque sea del otro lado del océano. Me regocijo en cómo el Señor ha trabajado en respuesta a nuestros primeros diez días de oración y en cómo él te ha estado usando para impactar vidas en toda Europa.

Chelsey Mittleider: Gracias por animarme siempre a escribir y por ponerme en contacto con el gran editor Steven Winn. Fue una providencia divina en todos los aspectos y alabo a Dios por cómo ha trabajado a través de ti en este proceso.

Steven S. Winn: Gracias por aceptar este proyecto como editor ­final, al principio por fe, simplemente porque te apasionaba el mensaje. Gracias, también, por tu paciencia y espíritu de gratitud constante a lo largo de este viaje. Para que sepas, ¡siempre seré la más agradecida!

Julia O’Carey: Gracias por ser una verdadera amiga y compañera de oración, incluso cuando el año pasado orabas conmigo de noche en momentos críticos mientras escribía.

Melissa Miranda: Gracias por inspirar nuestro equipo de Ministerios ARME para hacer que la oración sea una prioridad. Si eso no hubiese sucedido, definitivamente no estaría escribiendo este libro hoy.

Martin y Liana Kim: Gracias a ambos por su amistad e inspiración en la oración y por animar constantemente a nuestro equipo a humillarnos para seguir profundizando en oración.

Joseph y Puteri Astran: ¡Su pasión por el Señor y las respuestas impactantes de Dios a tantas de las oraciones en su grupo de adultos jóvenes de este último año son increíbles! No llegué a compartir su testimonio en este libro, pero será compartido en el futuro. ¡Los quiero!

Teri y Elise Salvador: Mamá e hija, son mis compañeras de oración rescatadas del cristianismo laodicense. Su dedicación a la oración y su disposición a dar todo por Dios ha sido de inspiración. Elise: Aunque solo tenías catorce años cuando dirigiste la oración en la Asociación General con nuestro equipo de oración esa primera vez, ninguno de los líderes se imaginó que eras tan joven; lo hiciste con gracia y valentía. Sé que el Señor tiene planes maravillosos para tu futuro.

Mis familias de las Iglesias Adventistas Marshal y Clinton: Aunque la mayoría del tiempo estoy de viaje con el ministerio, gracias por animarme, por orar por mí y por estar ansiosos por recibir los informes cuando vuelvo.

Mis amigos del estudio bíblico de Witts Springs: ¿Cómo puedo agradecerles lo suficiente por sus oraciones y apoyo durante este último año? ¡Todos han sido de gran ánimo y bendición!

Mi familia de Bangla Hope, especialmente los Waid, Shati, Litton, el tío Gary y mis chicas Melanie y Savanna: Gracias a todos por sus oraciones al otro lado del océano. Aunque no puedo estar en ­Bangladés tanto como me gustaría, sepan que están siempre cerca de mi corazón.

Y finalmente, mis compañeros de oración de Praying for Rain: Dios realmente está escuchando y contestando nuestras oraciones por nuestra iglesia. ¡Sigamos orando! ¡La lluvia vendrá!

Prólogo

En estos días, una de las cosas que más ánimo y gozo trae a la vida es dar testimonio de cómo el Señor está levantando un movimiento mundial de jóvenes apasionados por Jesús. Donde sea que viajemos, descubrimos jóvenes que están deseosos como nunca de conocer a Dios personalmente, jóvenes que están estudiando los escritos que él inspiró para aprender qué es la verdad, jóvenes que están orando con intensidad y poder, jóvenes que están obedeciendo a Jesús en el servicio en cualquier forma que él pida. Por esto, creemos que el prometido último movimiento de Elías ha venido sobre nosotros (ver Malaquías 4:5, 6).

Melody Mason es una amiga que está liderando este movimiento. Por medio de su ministerio de oración, Melody ha sido usada por Dios para conmover y ministrar a muchos de los que trabajamos en la Asociación General durante estos últimos años. Ella también ha ministrado a líderes y laicos por igual en la iglesia a nivel mundial. Además, ha reunido grupos de jóvenes para unirse cada año durante semanas para empapar el Concilio Anual1 con oraciones y elevar todos nuestros nombres al Señor. ¡Qué bendición!

Cuando conocimos a Melody, hace algunos años, era una enfermera joven que pidió que oráramos por ella mientras aún buscaba encontrar el verdadero llamado de Dios para su vida. Creemos (quienes ya hemos andado un poco más de tiempo con el Señor) que Dios nos llama a orar gozosamente por nuestros amigos jóvenes y a ser sus mentores. Es por eso que Janet comenzó a orar por Melody y a ser su mentora cuando estábamos trabajando en la Asociación Central de California. Qué gozo ha sido ver a Melody convertirse en una discípula profundamente cristiana que ahora, además de ayudar a liderar un ministerio dinámico, es autora, sirve como intercesora y como una importante líder de oración para nuestra iglesia en estos últimos días.

Sumado a su ministerio de oración, Melody también ha ayudado a la Asociación General en las iniciativas de Reavivamiento y Reforma, al ayudar a escribir dos pequeños manuales acerca de nuestras iniciativas más importantes acerca de la oración unánime y el estudio de la Biblia. Su primer manual, Praying for Rain: A Mini-Handbook for United Prayer [Orando por lluvia: Un pequeño manual para la oración unánime], ha sido valioso en todo el mundo al ayudar a la gente a aprender cómo orar juntos, en unidad. De hecho, ya hay casi quinientas mil copias en la imprenta y por ahora ha sido traducido a dieci­siete idiomas diferentes. Solo en la eternidad veremos verdadera­mente qué ha hecho Dios gracias a tantas oraciones unánimes que su pueblo ha sido inspirado a elevar en estos últimos días de la historia del mundo.

Creemos que nos acercamos rápidamente al tiempo de la crisis final. Es hora de enfocarnos en el llamado de Dios a una consagración más profunda y a luchar en oración escudriñando el corazón. De hecho, en el libro de Joel recibimos la instrucción de reunir al remanente, orar, ayunar y arrepentirnos y, al hacer esto, se nos promete que el Señor hará maravillas entre nosotros y nos guiará a la gran lluvia tardía. Recuerda, el primer día de Pentecostés llegó después de que los primeros discípulos se encontraron en el aposento alto e hicieron lo que Cristo los había llamado a hacer. Ahora es el momento de que nuevamente busquemos esta sentida experiencia antes del derramamiento final previo a la venida de Cristo.

Elena de White lo presentó así:

“La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reaviva­miento de la verdadera piedad en nuestro medio. Procurarlo debiera ser nuestra primera obra. Debe haber esfuerzos fervientes para obtener las bendiciones del Señor, no porque Dios no esté dispuesto a confe­rirnos sus bendiciones, sino porque no estamos preparados para recibirlas. Nuestro Padre celestial está más dispuesto a dar su ­Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos. Sin embargo, mediante la confesión, la humillación, el arrepentimiento y la oración ferviente nos corresponde cumplir con las condiciones en virtud de las cuales ha prometido Dios concedernos su bendición. Sólo en respuesta a la oración debe esperarse un reavivamiento.

“Debe haber un reavivamiento cabal entre nosotros. Debe haber un ministerio convertido. Debe haber confesiones, arrepentimiento y conversiones. Muchos que están predicando la Palabra necesitan la gracia transformadora de Cristo en sus corazones. No debieran permitir que nada les impida hacer una obra cabal antes que sea demasiado tarde para siempre”.2

En otro lugar, Elena de White escribe: “Lo que Dios desea es más oración y menos charla, y esto haría que su pueblo fuese una torre de fortaleza”.3 ¡Qué palabras de inspiración necesarias!

Si reconoces tu necesidad de un andar con Cristo más íntimo, un andar que incluya más oración y menos charla, has venido al lugar correc­to. Este libro que sostienes en tus manos no solo te desafiará a orar como nunca antes, sino que también te dará herramientas suma­mente prácticas e indicadores específicos para saber cómo desarrollar el discipulado espiritual necesario mientras nos preparamos para la pronta venida de Cristo. Este es el reavivamiento profundo del corazón que necesitamos. Necesitamos la experiencia verdadera del aposento alto de Hechos, no en un futuro cercano, sino aquí y ahora... ¡hoy! Jesús ha estado esperando mucho tiempo para venir. Está esperando nuestra respuesta a su llamado urgente a prepararnos para encontrarnos con él.

Lee este libro, sigue sus consejos y el poder y el gozo del Señor serán tu fortaleza mientras avances en la fe, atreviéndote a pedir más.

Jerry y Janet Page

Asociación Ministerial de la Asociación General4

1 Estas son las reuniones anuales de otoño en la sede central de la Asociación General en ­Maryland, donde todos los líderes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a nivel mundial se encuen­tran cada año para planificar el año siguiente.

2 Elena de White, Eventos de los últimos días (Florida, Buenos Aires: ACES, 2014), pp. 193, 194; énfa­sis añadido.

3 Elena de White, Testimonies to Southern Africa (Washington, D.C.: Ellen G. White Estate, Inc., 1977), p. 53.

4 Jerry Page es Secretario Ministerial de la Asociación General, y Janet Page es la Secretaria Minis­terial Asociada de la Asociación General para los Ministerios de Oración y familias pastorales.

Prefacio

Si te dijera que hay una llave divina para el éxito en la vida y en el ministerio, ¿la buscarías? Si te dijera que esta llave es más valiosa que todos los recursos a disposición de reyes y magistrados, ¿la desearías? ¿Qué pasaría si te dijera que esta llave abriría un mundo completamente nuevo de vida y posibilidades ilimitadas? ¿Me escucharías?

Sorprendentemente, esta llave divina ya está en nuestras manos. De hecho, ha estado en nuestras manos desde el mismo comienzo. El problema es que, aunque hablamos mucho acerca de ella, la mayoría de nosotros aún no ha descubierto su verdadero poder. Para ilustrar lo que quiero decir, déjame contarte la historia de un antiguo rey.

Alejandro Magno fue un rey y conquistador poderoso, y aunque vivió mucho tiempo antes de Cristo (cerca del 300 a.C.), su reputación todavía está viva. Según la historia, conquistó todo el “mundo conocido” hasta ese momento. De hecho, se dice que cuando llegó a Asia, se dio cuenta de que no había más países para conquistar y rompió en llanto.

Además de ser un gran conquistador, fue un compasivo soberano. Cada año separaba un día al que llamó “Día misericordioso”.

La historia sigue diciendo que en este día especial seleccionaba al azar a diferentes personas de su reino, a quienes les permitía acercarse y hacerle peticiones especiales. Podían pedir lo que quisieran o necesitaran. Y él les otorgaba sus peticiones. La mayoría de las personas pedía alimentos, ropa, dinero para medicamentos y cosas así. Sin embargo, un año, hubo un hombre que se atrevió a pedir más. Por medio del vocero del rey, este hombre compartió su petición.

–Por favor, ¿puedes decirle al rey que quiero un palacio grande? Y quiero...

Pero antes de que pudiera terminar, el vocero, irritado, lo interrumpió:

–¡Qué impertinencia! ¿No ves que todas estas personas están pidiendo alimentos y medicinas? ¿Cómo te atreves a pensar que puedes pedirle un palacio al rey?

Pero el hombre, con seriedad, continuó:

–Quiero que el palacio incluya un gran salón de banquetes donde pueda ser anfitrión de una celebración, porque tengo muchos amigos. Y quiero que el palacio esté bien amueblado, y quiero una comida especial preparada.

Pero el vocero lo interrumpió nuevamente, ya que estaba cada vez más enojado:

–¡Yo no le pediré esto al rey! ¡Es lo más escandaloso que haya escuchado alguna vez!

Para ese momento, el rey Alejandro vio la conmoción.

–¿Qué desea este hombre? –le preguntó a su vocero.

El vocero giró en dirección al rey con desgano, se le acercó y le susurró como para que solo el rey escuchara:

–Rey, temo decirle esto. No puedo creer cuán irrazonable es este hombre y sé que usted se molestará. Pero está pidiendo un palacio. No solo tiene la audacia de pedir un palacio, sino que está pidiendo que usted haga un gran salón de banquetes, porque evidentemente tiene muchos amigos. Y quiere que todo esté bien amueblado y con suministro de alimentos. Realmente lo lamento. Sé que esta es una petición descabellada e intenté que pidiera algo más razonable, pero él insistió.

El rey Alejandro reflexionó un momento y luego, con una amplia sonrisa en su rostro, se dirigió hacia el demandante y con mucho entusiasmo contestó:

–¡Pedido concedido!

El vocero miró perplejo al rey.

–¿Cómo puede otorgarle una petición tan descarada? –preguntó atónito.

El rey, sonriendo, contestó:

–Todas estas personas están pidiendo alimentos, medicamentos y cosas mundanas. Ellos piensan que eso es lo único que yo les puedo dar. Pero ellos no necesitan a un rey para recibir estas cosas. Cualquier persona con recursos adicionales podría hacer esto por ellos. Pero este hombre...ESTE HOMBRE...él es el primer hombre que realmente me ha hecho sentir como el rey que soy. Porque solo yo puedo otorgar una petición como esa.

La Biblia nos dice que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20, énfasis añadido). ¿Por qué tan a menudo nos conformamos con bendiciones superficiales si servimos al Rey del universo? ¿Por qué nos conformamos con vivir una vida a diez centímetros de la superficie, apenas sobreviviendo espiritualmente, si Dios anhela darnos mucho más?

Estamos viviendo en los últimos días de la historia de la Tierra, y si el evangelio va a llegar a todo el mundo y Jesús va a volver, las cosas no pueden continuar como hasta ahora. Necesitamos una experiencia espiritual mucho más profunda que la que alguna vez hemos imaginado. Necesitamos una vida de oración mucho más profunda. Necesitamos una fe en la Palabra de Dios mucho más profunda. La realidad es que nos hemos conformado con ser enanos espirituales cuando Dios nos está llamando, al Israel moderno, a convertirnos en gigantes espirituales que se pongan en la brecha e intercedan por los perdidos.

Lamentablemente, Satanás conoce el poder que hay en la Palabra de Dios. Conocer el poder que hay cuando oramos. De hecho, él conoce mejor que la mayoría de los cristianos las posibilidades espiri­tuales ilimitadas que están a nuestro alcance si buscamos a Dios con fe. Por esto, él hará lo que sea para impedir que oremos con fe genuina. Se nos dice que “toda la hueste de Satanás tiembla” al sonido de una oración ferviente.5 Tiembla porque sabe que sufrirá pérdidas.

Como odia la Palabra de Dios y la oración sincera, Satanás ha creado un laberinto de engaños para contrarrestar la obra de Dios y ha sido más que exitoso. Dedicaré un tiempo en este libro para hablar acerca de algunos de estos engaños sutiles que progresivamente rodean a la cristiandad moderna y cómo podemos evitarlos. También hablaré acerca de lo que significa tener fe verdadera y cómo podemos estar firmemente cimentados en la Palabra de Dios para que ninguna tormenta nos pueda golpear; y cómo podemos orar con valiente confianza con la seguridad de que Dios está escuchando y contestará nuestras oraciones.

Mi ferviente oración es que este libro te embarque en el viaje más increíble que hayas realizado alguna vez, a la frontera infinita de posibilidades espirituales que Dios tiene preparadas para ti. Te animo a tener tu Biblia cerca para que puedas buscar los versículos a los que hago referencia. Su Palabra será nuestro fundamento, nuestro punto de partida y el combustible con el cual avanzaremos con éxito en la oración y el ministerio. Como seguramente te darás cuenta, Dios anhela derramar su Espíritu y hacer mucho más en tu vida para su gloria que lo que alguna vez imaginaste. Y la llave que abre la puerta a todas estas posibilidades está a tu alcance. Es la oración, la oración llena de fe, porque se nos dice que “la oración y la fe harán lo que ningún poder en la Tierra podrá hacer”.6

Con la Biblia en la mano, que comience nuestro viaje de rodillas, el viaje de fe, al humillarnos y audazmente atrevernos a pedirle más a Dios.

5 Elena de White, Consejos para la iglesia (Florida, Buenos Aires: ACES, 2013), p. 462.

6 ______________, El ministerio de curación (Florida, Buenos Aires: ACES, 2008), p. 407; énfasis añadido.

Parte I

El poder y el privilegio de orar

Capítulo 1

El cielo no es el límite

Incrementando nuestra capacidad para creer

“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la Tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8, 9).

Cuando era niña, una de las cosas que más me gustaba hacer era acampar con mis primos bajo las estrellas. No quería dormir en una carpa porque me encantaba mirar las estrellas, algo que me sigue gustando hasta hoy.

Cuando veo las estrellas centelleantes en el cielo nocturno, no puedo evitar maravillarme ante el vasto universo que se extiende mucho más allá de la capacidad que el ojo humano tiene para ver. Sé que no soy la única que se maravilla, porque estoy segura de que incontables generaciones a lo largo de la historia han mirado también hacia arriba buscando entender la inmensidad del cosmos lleno de estrellas. Nuestro sistema solar es solo un puntito en la galaxia de la Vía ­Láctea, que es un océano cósmico tachonado de unos cuatrocientos mil millones de estrellas. Y el universo más allá brilla con miles de millones de galaxias más.7

Los cielos verdaderamente declaran la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Para mostrar la majestad de Dios, el profeta Isaías nos da un destello de quién es Dios en comparación con quienes somos nosotros: “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” (Isa. 55:9, NVI).

Pero ¿cuán lejos están los cielos de la Tierra? ¿Alguna vez te detuviste a pensar en eso? Aunque el poder de Dios no puede medirse por estándares humanos, hagamos una pausa aquí. Como ya sabemos, la unidad básica de medida en el universo es el año luz. Para entender la importancia de un año luz, hagamos algunos cálculos matemáticos simples.

Las investigaciones científicas han demostrado que la luz viaja a la asombrosa velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. Según la NASA, es tan veloz que en la cantidad de tiempo que te lleva ­chasquear los dedos, la luz puede dar más de siete vueltas alrededor de la Tierra.8 ¡Qué rapidez! Pero recién estamos comenzando.

En un minuto, la luz viaja cerca de 18 millones de kilómetros. Si multiplicamos eso por 1.440 (la cantidad de minutos que hay en 24 horas), vemos que en un día la luz viaja casi 26.000 millones de kilómetros. Si multiplicamos esto por 365 días, vemos que en un año la luz viaja aproximadamente 9,46 billones de kilómetros. ¡Y eso, queridos amigos, es solamente un año luz!9

Según cálculos científicos, se estima que el borde exterior del universo observable es de cuarenta y seis a cuarenta y siete mil millones de años luz de distancia; una distancia tan vasta que no llegamos a comprenderla siquiera. Pero ni los mejores cálculos humanos se acercan a medir acertadamente el inmenso universo de Dios y mucho menos su inconmensurable amor. Elena de White dice: “Los intelectos más poderosos de la Tierra no pueden comprender a Dios. Los hombres podrán investigar y aprender siempre; pero habrá siempre un infinito inalcanzable para ellos”.10

Cuando Abraham emprendió su viaje de fe, sin saber a dónde iba y preguntándose si alguna vez tendría un hijo, Dios lo sacó de su tienda una noche y le preguntó si podía contar las estrellas. “Y lo llevó afuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia” (Gén. 15:5). Abraham simplemente sacudió la cabeza con sobrecogimiento y asombro, tal como lo hacemos nosotros hoy. Y a pesar de todo, la Biblia nos dice que Dios no solo conoce la cantidad de estrellas, sino que las llama por su nombre (Sal. 147:4).

Aunque Abraham no podía comprender la promesa divina, creyó en la Palabra de Dios. Como resultado, “de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar” (Heb. 11:12). Sorprendentemente, hoy Dios aún está cumpliendo su promesa a Abraham.

Al comenzar a entender al majestuoso Dios que servimos, podríamos hacer eco del clamor del rey David: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Sal. 8:3, 4).

Posiblemente resulta difícil comprender que nuestro Dios, quien extendió los cielos con su gran poder, se preocupa por nosotros. No solo se preocupa, sino que también nos ha creado y nos ha encomendado a un llamado sagrado. Debemos ser sus colaboradores. Debemos ser luz a los gentiles, para abrir los ojos de los ciegos y sacar de las casas de prisión a los que moran en tinieblas (Isa. 42:5-7).

Nada honra más a Dios que el hecho de que tengamos fe en que completará su obra, fe en que él ve más allá de nuestra capacidad y hace uso de sus infinitos recursos, porque se nos dice que no hay nada que sea difícil para él (Jer. 32:17). La sierva del Señor nos asegura que “el poder de que dispone Dios es ilimitado”.11

¿Ilimitado? ¿Entendemos lo que esto significa? Cuando hablamos acerca de Dios, el cielo no es el límite; el universo no es el límite. ¡No hay límites, excepto los de nuestra fe! “Tenemos demasiado poca fe. Limitamos al Santo de Israel. Debemos estar agradecidos de que Dios condescienda en usar a algunos de nosotros como sus instrumentos. Cada oración ferviente elevada con fe por algo recibirá respuesta. Ella puede no llegar como lo habíamos esperado; pero vendrá, tal vez no como lo habíamos planeado, pero al tiempo preciso cuando más la necesitemos”.12 Si verdaderamente nos diésemos cuenta de cuán grande es nuestro Dios, tendríamos mucha más fe para avanzar en su obra. También tendríamos mucha más fe al orar.

Permítanme compartir el testimonio de un hombre humilde llamado Golden. Esta historia moderna de un milagro que todavía está ocurriendo me ha inspirado y desafiado como ninguna.

Lo imposible se hace posible

Golden Lapani creció como musulmán practicante en Malawi, África. Luego de enfermarse y ser enviado a su casa para morir, estaba preparándose para su fin cuando tuvo tres sueños. En cada uno vio a Jesús y se le dijo de forma clara: “Si quieres ser sanado, hazte cristiano”.

Así que comenzó a estudiar la Biblia y, poco después, se convirtió en un cristiano adventista del séptimo día. No solamente fue sanado, sino que el evangelio cambió su vida. Comenzó a predicar con entusiasmo acerca de Cristo en todos los lugares donde iba y muchos se convirtieron. Esta no fue una tarea sencilla, ya que sus antiguos amigos, quienes sentían que él había apostatado, intentaron asesinarlo en múltiples ocasiones. Pero Dios siempre lo salvó. Al decidir servir a Dios tiempo completo, abandonó su carrera como profesor de Biología y comenzó a trabajar en la agricultura para poder dedicar más tiempo a la predicación.

Ya en Malawi, mientras trabajaba y predicaba como laico, trajo por lo menos a ocho mil personas a Cristo, de las cuales la mitad eran de origen musulmán. En otra zona obtuvo bendiciones similares. Muchos consideraban que esa área era imposible de evangelizar porque solo había ochenta adventistas del séptimo día y no habían tenido nuevos bautismos por mucho tiempo. Sin desanimarse, comenzó a orar y trabajar.

Luego de predicar el evangelio por aproximadamente cinco semanas, casi tres mil fueron bautizados. En menos de dos meses, comenzó a darse una serie de milagros. En los últimos veintisiete años, ­Golden ha llevado a varios miles a Cristo.

En su poderoso libro Servicio cristiano, Elena de White escribe: “El Señor Jesús es nuestra eficiencia en todas las cosas; su Espíritu ha de ser nuestra inspiración; y al colocarnos en sus manos, para ser conductos de luz, nunca se agotarán nuestros medios de hacer el bien. Podemos allegarnos a su plenitud, y recibir de la gracia que no tiene límites.

“Pero cuando nos entregamos completamente a Dios y en nuestra obra seguimos sus instrucciones, él mismo se hace responsable de su realización”.13

¡Qué promesa inspiradora de fe! Saber que, cuando vivimos la voluntad de Dios, tenemos acceso a recursos que nunca se agotarán y a la gracia que no tiene límites. Pero, eso no es todo; él mismo será responsable de ver que su obra acabe. ¡Él no delega en este caso! ¿Reconocemos realmente los dones que hemos recibido para la realización de la obra divina hoy?

Golden es un testimonio vivo de la gloriosa gracia de Dios que no tiene límites. Muchos de nosotros, que vivimos en Occidente, podríamos decir: “Bueno, pero eso es en África. ¿No es que allá el evangelio siempre se esparce como fuego salvaje sin importar quién realice la obra?” ¡No necesariamente! Algunos de estos lugares donde Golden ha trabajado son regiones difíciles en las que no hubo crecimiento en la iglesia por años. Además, Golden no apura a la gente a bautizarse. Solo permite que sean bautizados aquellos que tienen una base sólida en la verdad, porque quiere que las conversiones sean duraderas.

Según él, el secreto de su éxito es simple: estudio de la Biblia, ayuno y mucha oración. A menudo se levanta mucho antes del amanecer para orar, ¡y a veces hora siete horas al día!

Piensa en todos los programas, materiales de capacitación, presentaciones de multimedia y otros recursos de evangelización que muchas veces creemos necesarios para ganar almas para Cristo. Y, aun así, nos quedamos cortos para alcanzar lo que un hombre logra solamente con oración, la fe de un niño y confianza en la Palabra. Los materiales de capacitación y los recursos son buenos; si los tenemos, debiéramos usarlos. Pero no podemos confiar en ellos para obtener el éxito. “Las Leyes del reino de Cristo son sencillas, y sin embargo tan completas que cualquier adición humana no hará sino crear confusión. Y mientras más sencillos sean nuestros planes de trabajo al servicio de Dios, tanto mayores serán nuestras realizaciones”.14

Dios no está en el negocio de dominar métodos. Él quiere ser el Maestro de hombres y mujeres. Una vez que haya cautivado el corazón, el cielo no podrá poner límites a lo que hará por medio de la vida de una persona totalmente consagrada. “No tiene límite la utilidad de quien, poniendo el yo a un lado, da lugar a la obra del Espíritu Santo en su corazón, y lleva una vida dedicada por completo a Dios”.15

Es posible que no todos seamos llamados a ser predicadores o evangelistas, pero todos nosotros somos llamados a compartir las buenas nuevas del evangelio. Dios está esperando que su pueblo reconozca su necesidad espiritual y despierte a las posibilidades para que él pueda hacer algo, algo mucho más grande que lo que sucedió en Pentecostés, algo mucho más grande que lo que sucedió con nuestros pioneros adventistas, y algo mucho más grande que lo que está sucediendo hoy. La Biblia nos dice “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Mar. 10:27).

¿Estamos listos? ¿Estamos orando? ¿Estamos realmente anhelantes de recibir el poder del Espíritu Santo que nos capacite para completar su obra?

Según nuestra capacidad para creer

En El Deseado de todas las gentes se nos dice: “El Espíritu se da únicamente a quienes esperan humildemente en Dios, a quienes velan por su dirección y gracia. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por medio de la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla”.16 Este es el secreto para recibir el ungimiento del Espíritu Santo en respuesta a la oración. Se da según nuestra capacidad para recibir. También se da según nuestra capacidad para creer. “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mar. 9:23).

No entendemos al gran Dios que servimos porque nos hemos hecho cada vez más complacientes y estamos cada vez más satisfechos como cristianos. Nos hemos acostumbrado a contentarnos con un estudio superficial de la Biblia, devociones superficiales y oración superficial. Nos hemos acostumbrado a contentarnos con una relación superficial con el Rey de reyes. Como consecuencia, quedamos satisfechos cuando recibimos respuestas superficiales y bendiciones superficiales.

Dios quiere revelarse a nosotros; quiere hacer más, pero no puede porque no creemos en su poder. Elena de White se lamenta: “Mientras la iglesia se conforme con asuntos de poca importancia, continuará descalificándose para recibir los dones mayores que Dios ofrece”.17 En vez de contentarnos con nuestra situación espiri­tual, comencemos a pedirle más en oración. Comencemos a creer que nos puede dar más por fe. Comencemos a buscarlo más en su Palabra. Como descubriremos en la Biblia, el cielo no es el límite para nuestro Dios o para lo que él puede hacer.

Así que, avancemos en este maravilloso viaje de fe. ¡Comencemos a atrevernos a pedirle más a Dios!

7 “How Many Stars Are There in the Universe?” UniverseToday, consultado el 29 de marzo de 2019, universetoday.com/102630/how-many-stars-are-there-in-the-universe/.

8 “How ‘Fast’ Is the Speed of Light?” LTP, consultado el 29 de marzo de 2019, grc.nasa.gov/www/k-12/Numbers/Math/Mathematical_Thinking/how_fast_is_the_speed.htm.

9 “Observable Universe”, Wikipedia, consultado el 14 de marzo de 2014, en.wikipedia.org/wiki/Observable_universe.

10 Elena de White, Patriarcas y profetas (Florida, Buenos Aires: ACES, 2007), p. 108.

11 Elena de White, Obreros evangélicos (Florida, Buenos Aires: ACES, 2015), p. 59.

12 ______________, Gospel Workers, edición de 1892, p. 52.

13 ______________, Servicio cristiano (Florida, Buenos Aires: ACES, 2007), p. 323; énfasis añadido.

14 ______________, The Upward Look (Washington, D.C.: Review and Herald, 1982), p. 195.

15 ______________, Servicio cristiano, p. 315.

16 _____________, El Deseado de todas las gentes (Florida, Buenos Aires: ACES, 2007), p. 626.

17 _____________, The Review and Herald (19 de mayo de 1904).

Capítulo 2

El gran cambio de paradigma

Aprendiendo a orar como los hombres y mujeres de antaño

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” (Jeremías 6:16).

Al recorrer las páginas de la Biblia encontramos una sucesión de historias maravillosas de oraciones respondidas. La Biblia está tan llena de milagros increíbles que no nos sorprende que muchos eruditos e intelectuales modernos se burlen con escepticismo. ¿Cuándo hemos visto caer maná del cielo o nos hemos encontrado con una mula parlante? ¿Cuándo hemos luchado con un ángel, visto un hacha flotando en la superficie de un río, o contemplado a los muertos vueltos a la vida? ¿Desde cuándo los siervos de Dios han sido llevados en carruajes de fuego?

Si dedicamos tiempo a leer el registro de oraciones que se encuentra en la Biblia, encontraremos un patrón asombroso. Cuando el pueblo de Dios oraba, Dios casi siempre respondía con un “Sí”. Solo un par de veces dijo “No”. En la iglesia actual, que Dios diga “Sí” aparentemente es la excepción y no la regla. Si Dios responde “Sí” a una oración, nos entusiasmamos tanto que lo contamos durante semanas y meses porque es algo único y especial. Si Dios respondió “Sí” tan a menudo en la Biblia, ¿qué ha cambiado hoy?

Gran parte del problema hoy es que nos acercamos a la Palabra de Dios con dudas. Podemos estar pensando: No podemos tomarnos tan en serio estas historias porque eso sucedió en tiempos bíblicos y hoy es diferente. No hay forma de que Dios pueda hacer lo mismo hoy. Así que editamos las Escrituras y las filtramos según nuestra forma de pensar moderna. ¿Pero ha cambiado Dios? ¡No, claro que no! Él no cambia. Su Palabra es tan cierta hoy como lo era cuando estos asombrosos eventos ocurrieron. ¡Fue un Dios que contestó oraciones en tiempos bíblicos y es el mismo Dios hoy!

La Biblia establece claramente que servimos a un Dios que oye nuestras oraciones. Esto debiera darnos una tremenda confianza en la oración. Sin embargo, demasiado a menudo, no creemos. Y esto es un problema, porque tener confianza en que Dios realmente escucha y contesta oraciones es vital para nuestro éxito espiritual actual. Uno de mis versículos favoritos se encuentra en 1 Juan 5:14 y 15: “Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

En este versículo, encontramos el secreto de la oración contestada: orar de acuerdo a la voluntad de Dios. Pero ¿qué significa esto en realidad? Refiriéndose a este pasaje, Elena de White escribe: “Debemos pedir cosas que él haya prometido y todo lo que recibamos debe ser usado para hacer su voluntad. Cuando se satisfacen las condiciones, la promesa es indubitable”.18

Cuando lees la Biblia, pronto descubres un patrón. Dios es amor. Él busca la salvación de las almas. Él busca el establecimiento y el desarrollo de su reino eterno, donde no se verá más pecado o dolor. A él no le interesa mimarnos o darnos prosperidad para que acaparemos la salvación solo para nosotros. Esto sería contradictorio con su naturaleza benévola. Pero si estamos orando de acuerdo a su voluntad y para su gloria, para que la obra avance y más almas puedan salvarse, podemos orar con valentía y confianza, incluso ante la perspectiva de imposibilidades humanas.

¡Es muy simple! Sin embargo, examinemos el concepto con un poco más de detenimiento.

Una nueva mirada a las oraciones del tipo “si es tu voluntad ”

Es común para nosotros terminar nuestras oraciones diciendo: “Y todo esto pedimos según tu voluntad. Amén”. Así es como debe ser, porque no podemos demandar nada de Dios. Siempre ­debemos orar en humilde sumisión a su voluntad. “Oren los mortales para que puedan despojarse del yo y estar en armonía con el cielo. Oren: ‘No se haga mi voluntad, oh Dios, sino la tuya’. Tengan en cuenta los hombres que los caminos de Dios no son los caminos de ellos, ni sus pensamientos los pensamientos de ellos”.19

Sin embargo, ¿es posible que no entendamos completamente qué es lo que Dios desea enseñarnos por medio de su invitación “Oren de acuerdo con mi voluntad y mi respuesta será ‘Sí’ ”? ¿Es posible que “Si es tu voluntad” se haya convertido simplemente en un eslogan que lanzamos al final de nuestras oraciones solo para quedar­nos tranquilos si las cosas no salen como esperamos?

La Biblia registra la oración de Josué, cuando él le ordenó al sol que se detuviera: “Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón” (Jos. 10:12). ¿No hubiese sido sabio terminar esta atrevida oración con “si es tu voluntad, oh Dios”? De esa forma, él se hubiese protegido si el sol no obedecía. Pero por alguna razón, él no oró de esta forma.

Cuando Josué oró para que el sol se detuviera, él ya sabía que esto estaba de acuerdo con la voluntad de Dios porque Dios le había prometido que sus enemigos serían destruidos. Sin embargo, la clave aquí es que él pasó mucho tiempo buscando conocer la voluntad de Dios antes de hacer esa desafiante petición. Entonces, en vez de sentarse en calma complacencia, a la espera de la liberación de Dios, se marchó a trabajar y mientras trabajaba, oraba. Josué “hizo todo lo que era posible para la energía humana, y luego pidió con fe la ayuda divina. El secreto del éxito estriba en la unión del poder divino con el esfuerzo humano. Los que logran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el Brazo todopoderoso. El hombre que exclamó: ‘Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón’, es el mismo que durante muchas horas permanecía postrado en Tierra, en ferviente oración, en el campamento de Gilgal. Los hombres que oran son los hombres fuertes”.20

Para orar con la confianza atrevida de Josué, debemos conocer la voluntad de Dios. Y la única forma de conocer la voluntad de Dios es aprender a conocerlo personalmente a través de su Palabra.

Con esto no me refiero a ser impulsivo en la oración, sino más bien a estar cimentado bíblicamente en un fundamento sólido. Esto significa que oramos en armonía con la voluntad de Dios tal como esta se revela en su Palabra.

Elena de White nos dice:

El hombre que trabaja de acuerdo con el plan de Dios orará: “Sépase hoy en mi obra para la humanidad doliente que hay un Dios en Israel y que yo soy su siervo; véase que estoy procediendo, no de acuerdo con mis propios impulsos y sabiduría, sino con tu Palabra”.

Cuando el hombre se coloca en esta actitud y comprende que está realizando el plan de Dios y que Dios está realizando su plan mediante él, está en posesión del poder divino que no conoce la derrota. Todo el poder contrarrestador del enemigo no tiene más importancia que el polvillo que queda al trillar.21

E. M. Bounds, muy conocido por su inspiradora vida de oración y por practicar lo que predicaba, por muchos años hizo de la oración una prioridad en su vida, desde las 4 a las 7 de la mañana. “Así como la respiración es una realidad física para nosotros, la oración era una realidad para Bounds”.22Fue autor de numerosos libros sobre la oración que han bendecido e impactado a miles. Él escribe:

“El secreto de toda oración exitosa es la cantidad de tiempo pasado en comunión con Dios. La oración que se percibe como una fuerza poderosa es producto mediato o inmediato de la cantidad de tiempo pasado con Dios. Nuestras oraciones cortas deben su propósito y eficacia a las oraciones largas que las han precedido. La oración corta que prevalece en el tiempo no puede ser pronunciada por una persona que no ha prevalecido con Dios en una lucha más poderosa de continuidad prolongada. La victoria de fe de Jacob no podría haber sido obtenida sin esa lucha de toda la noche. El conocer a Dios no se logra por medio de llamadas cortas. Dios no derrama sus dones sobre quienes se dirigen a él de forma esporádica o apresurada. El secreto para conocer más a Dios y recibir su influencia radica en pasar mucho tiempo con él. Él cede ante la persistencia de una fe que lo conoce. Él hace depositarios de sus más ricas bendiciones a quienes declaran su deseo de esos dones y su aprecio por los mismos, por medio de la constancia y la sinceridad de su importunidad”.23

¿Tenemos esa confianza atrevida y fe constante que se obtienen al conocer a Dios personalmente, tal como lo hicieron Josué y otros? ¿Es este el patrón de nuestra vida de oración? Si no lo es, debiéramos orar para que Dios nos lleve a un nivel más profundo.

El gran cambio de paradigma

Un paradigma se conforma por los supuestos básicos, las diferentes formas de pensar y la metodología de un grupo. Como ­adventistas, tenemos un paradigma a la hora de hablar acerca de la fe, del evangelio, de las doctrinas bíblicas, del evangelismo y del estilo de vida, y todo lo basamos en la Palabra de Dios. Pero, ¿se ha deformado nuestro paradigma bíblico por causa de la cultura en la que vivimos hoy?

Hemos perdido gran parte del poder que experimentaron los creyentes de antaño simplemente porque nuestro paradigma se ha apartado de nuestro fundamento bíblico, en dirección a la duda y al escepticismo que muchos en la sociedad moderna abrazan. Por lo tanto, si nuestras vidas y ministerios van a cambiar positivamente, necesitamos desesperadamente un “gran cambio de paradigma” en nuestra caminata espiritual y en nuestra fe.