Cada uno con su cuento: Antología comentada. Volumen II - María Eugenia Rojas Arana - E-Book

Cada uno con su cuento: Antología comentada. Volumen II E-Book

María Eugenia Rojas Arana

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Beschreibung

En la literatura, el cuento es el género exquisito por excelencia. Su larga tradición que viene de las culturas orales, su economía del lenguaje, y su suspenso, lo presentan como una de las manifestaciones estéticas más apetecidas por el lector. María Eugenia Rojas Arana es una catedrática universitaria que ha dedicado buena parte de su vida al estudio del cuento y, particularmente, del cuento en Colombia. En esta oportunidad, nos presenta el segundo volumen de su antología Cada uno con su cuento, para completar un ciclo de autores contemporáneos que le han dedicado páginas a este valioso género. Con el rigor y la pasión que la han caracterizado, la escritora caleña ha dialogado con sus autores, se ha acercado a sus relatos a través de una visión múltiple y cultural, para finalmente darnos a conocer esta segunda entrega. Cada uno con su cuento, volumen II, es un libro útil y necesario, no solo para los estudiosos de la literatura, sino también para los amantes del cuento. - FABIO MARTÍNEZ. Escritor colombiano Publicada originalmente en 2010, esta antología que recoge el trabajo de ocho reconocidos escritores colombianos, fue califica-da en su momento por el Instituto Cervantes, como el mejor Libro de la semana en habla hispana en el Portal del Hispanismo.

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Rojas Arana, María Eugenia

Cada uno con su cuento: Antología comentada. Volumen II / María Eugenia Rojas Arana.

Cali : Programa Editorial Universidad del Valle, 2021.

244 páginas ; 24 cm. -- (Colección: Artes y Humanidades – Literatura)

1. Narrativa colombiana - 2. Escritores colombianos - 3. Literatura colombiana - 4. Antologías literarias – 5. Crítica literaria

C863.5 cd 22 ed.

R741

Universidad del Valle - Biblioteca Mario Carvajal

Universidad del Valle

Programa Editorial

Título: Cada uno con su cuento: Antología comentada. Volumen II

Autora: María Eugenia Rojas Arana

ISBN: 978-628-7523-05-0

ISBN-PDF: 978-628-7523-07-4

ISBN-EPUB: 978-628-7523-06-7

DOI: 10.25100/PEU.7523050

Colección: Artes y Humanidades-Estudios Literarios

Primera edición

Rector de la Universidad del Valle: Édgar Varela Barrios

Vicerrector de Investigaciones: Héctor Cadavid Ramírez

Director del Programa Editorial: Francisco Ramírez Potes

© Universidad del Valle

© María Eugenia Rojas Arana

Diseño de carátula: Ingrid Vanessa Donneys Embus

Diagramación: Danny Stivenz Pacheco Bravo

Corrección de estilo: Luz Stella Grisales Herrera

Fotografías, excepto capítulo 5: Xochilán Rojas

Fotografía capítulo 5: Jorge Eliécer Pardo

_______

Este libro, o parte de él, no puede ser reproducido por ningún medio sin autorización escrita de la Universidad del Valle.

El contenido de esta obra corresponde al derecho de expresión del autor y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad del Valle, ni genera responsabilidad frente a terceros. El autor es el responsable del respeto a los derechos de autor y del material contenido en la publicación, razón por la cual la Universidad no puede asumir ninguna responsabilidad en caso de omisiones o errores.

Cali, Colombia, noviembre de 2021

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

CONTENIDO

PALABRAS DE UNA LECTORA

INTRODUCCIÓN

AGRADECIMIENTOS

MEDARDO ARIAS SATIZÁBAL

Medardo Arias Satizábal

La obra. La literatura, ese maravilloso viaje de la memoria

Entrevista. La escritura como búsqueda permanente de un mundo que se escapa

LA PASAJERA DEL “SANDALWOOD”

Comentario del cuento. Atmósfera tropical que abre otras ventanas al deseo

RIGOBERTO GIL MONTOYA

Rigoberto Gil Montoya

La obra. La escritura como territorio del deseo

Entrevista. Esos lugares privilegiados que revela el campo de la ficción

EN TIEMPOS DE LA MANO NEGRA

Comentario del cuento. El mundo verosímil del relato que dramatiza la vida cotidiana

ORLANDO LÓPEZ VALENCIA

Orlando López Valencia

La obra. Para perdurar en la memoria de los otros

Entrevista. El encuentro, todo un divertimento estético

INQUILINOS

Comentario del cuento. Esos otros mundos insólitos, producto del milagro de la imaginación

ORLANDO MEJÍA RIVERA

Orlando Mejía Rivera

La obra. Los inolvidables dramas de lo imaginario

Entrevista. Por los diversos caminos de la ficción

LA PARTIDA

Comentario del cuento

Un final impredecible

JORGE ELIÉCER PARDO

Jorge Eliécer Pardo

La obra. Historias de amor y de guerra

Entrevista. La prosa poética como testimonio del dolor

MINELIA

Comentario del cuento. Rescatando las voces del silencio

ÓSCAR PERDOMO GAMBOA

Óscar Perdomo Gamboa

La obra. La magia de las historias como búsqueda de infinito

Entrevista. Esos mundos por donde el escritor parece transitar

MCMLXXIII/VII/XXVII

Comentario del cuento. “Solo somos dos almas perdidas nadando en una pecera año tras año”. Pink Floyd, The Dark Side of the Moon

ÁNGELA ADRIANA RENGIFO CORREA

Ángela Adriana Rengifo Correa

La obra. Los juegos de la ficción

Entrevista. La magia de la escritura, percepción de otros y de sí

ÓLEO PARA ELISA

Comentario del cuento. Imágenes sensitivas como expresión del deseo insatisfecho

JOSÉ ZULETA ORTIZ

José Zuleta Ortiz

La obra. Libros para no olvidar

Entrevista. La escritura como ejercicio de la libertad

LA SONRISA TROCADA

Comentario del cuento. Una trama que nos trama

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS AL PIE

Al principio era el verbo, de manera que hubo poesía. Luego hubo papel y hubo tiempo, de manera que grandes sagas fueron propicias para un mundo mitad desconocido, mitad inventado. Más tarde hubo imprenta, y hubo paciencia; ya casi todo estaba descubierto, de manera que hubo novela, saga del espíritu. Pero todo empezó a agotarse —el tiempo, el papel, la paciencia—, de manera que hubo cuentos, cada vez más cortos. Antes del final, solo quedará el verbo y tal vez, de nuevo, la poesía.

GUILLERMO BUSTAMANTE ZAMUDIO,

Historia de la literatura

PALABRAS DE UNA LECTORA

Cada uno con su cuento: Antología comentada, en el contexto actual, tal como explicita su autora, la profesora y colega María Eugenia Rojas, responde “a la necesidad de ampliar y divulgar los estudios sobre la cuentística que se ha producido en los últimos años en nuestro país, con autores de diversas regiones que cuentan con un reconocimiento nacional e internacional por sus obras, ante la escasez de compilaciones sobre la producción de este género literario en los últimos tiempos”.

De tal manera que la investigación parte de la detección de un vacío antológico en este género literario en particular, con una selección de los siguientes cuentistas: Medardo Arias Satizábal, Rigoberto Gil Montoya, Orlando López Valencia, Orlando Mejía Rivera, Jorge Eliécer Pardo, Óscar Perdomo Gamboa, Ángela Adriana Rengifo Correa y José Zuleta Ortiz.

La autora organiza su acercamiento en ocho capítulos, uno por cada escritor seleccionado, con cinco secciones internas cada uno: la primera está dedicada a un breve acercamiento biográfico; en la siguiente contextualiza bibliográficamente las obras del autor; en un tercer avance presenta la entrevista con el autor bajo la dinámica inherente de pregunta-respuesta; en cuarto lugar, transcribe el cuento escogido; y, finalmente, se presenta un breve comentario de cada cuento.

Del progresivo avance en las etapas fijadas en la presentación de los escritores en referencia señalo aquí, en primer término, dos secciones en particular dentro de mis observaciones: las entrevistas y los comentarios a los cuentos por parte de la autora de este libro.

En cuanto a las entrevistas, que inciden en exploraciones en aspectos biográficos y conexiones vida-obra, hay que tener en cuenta, en términos generales, tres grandes posibilidades de este enfoque frente a un artista o a un escritor: “interesarse por ciertos datos de la biografía del autor que arrojan luz sobre la obra, interesarse por datos que explican la personalidad del escritor o interesarse por datos que, de forma general, pueden ser utilizados para el estudio de la psicología de la creación artística”1.

En la primera posibilidad, tratar de arrojar luz sobre la obra, surgen preguntas en las entrevistas por parte de la profesora Rojas hacia los escritores, como: “¿Recuerdas cómo se gestó tu primera ficción literaria?”, “¿Cómo comienzas a escribir cuentos?”, “¿Qué hace un buen cuento?”, “¿Cómo defines el carácter de un buen cuento?”, “¿Cuándo sientes que una de tus obras está terminada y crees que debes firmarla?”, “¿Cómo descubriste el género del cuento y qué te lleva a incursionar en él?”, “¿Tienes alguna rutina de escritura? ¿Cuál?”; “¿Sigues algún método en tu trabajo creativo?”, “Hay ciertos acuerdos y obsesiones temáticas entre el autor y su obra, ¿cuáles piensas que son los tuyos?”; “Naciste en La Virginia, Risaralda, ¿este hecho fortuito condiciona tu escritura poética, la exploración de algunos personajes?”; “¿Son importantes para tu escritura el conocimiento de las teorías acerca de la narración literaria?”, entre otros interrogantes pertinentes.

En cuanto a la segunda posibilidad, interesarse por datos que explican la personalidad del escritor, son pertinentes preguntas como: “¿Cómo se involucran tus sentimientos en las peripecias vividas por tus personajes de cuentos y novelas?”, “¿Tus experiencias de vida te permiten reconocerte como personaje o como narrador de tus relatos?”, “¿Consideras que tienes un compromiso ético con la realidad de nuestro país?”, “¿Cómo ha sido la presencia de lo femenino en relación con tus temáticas amorosas en la escritura?”, “¿Cómo puedes conciliar la medicina, la vida académica y la ficción literaria?”.

Pertinente implícitamente a la psicología de la creación artística y también, extensivamente aquí, a la recepción de las obras: “¿Cuál ha sido la mayor dificultad en tu escritura de ficción en cuentos y novelas?”, “¿Te interesan los juicios de valor de críticos y lectores?”, “¿Qué lector buscas?”, entre otra serie de interrogantes concernientes a las tres grandes posibilidades de enfoque en el interés biográfico, que cumplen en el acercamiento de la profesora Rojas su propio interés y eficacia receptiva en el lector de este libro, siempre y cuando se tengan muy en cuenta también las posibilidades y limitaciones inherentes a este tipo de instrumento crítico.

Entre esas posibilidades y limitaciones se puede advertir, en términos generales, el hecho de que, si bien los aspectos biográficos explícitos o implícitos en las entrevistas a los escritores pueden ayudar a comprender a veces una coherencia semántica y cohesión formal presente entre la vivencia subjetiva y la objetivación de una obra, “la relación que existe entre la vida privada y la obra no es una simple relación de causa y efecto”2. De hecho,

Incluso cuando existe íntima relación entre la obra de arte y la vida del autor, nunca debe interpretarse en el sentido de que la obra de arte sea simple copia de la vida. […] El método biográfico ignora también hechos psicológicos sencillísimos. Una obra de arte puede dar cuerpo al “ensueño” de un autor más que a su vida real, o puede ser la “máscara”, el “anti-yo” detrás del cual se oculta su verdadera personalidad, o puede ser una pintura de la vida de la que el autor quiere evadirse. No debemos olvidar además que el artista puede “sentir” la vida de un modo distinto en función de su arte. […] La obra de arte no es un documento biográfico. […] En la obra de Milton y de Keats existe una cualidad que podemos llamar “miltoniana” o “keatsiana”; pero esta cualidad puede determinarse a base de las obras mismas, al paso que quizá no sea posible determinarla fundándose en materiales puramente biográficos. […] Sin embargo, hay eslabones de unión, paralelismos, semejanzas oblicuas, espejos deformantes. […] Si se emplea atendiendo a estas distinciones, el estudio biográfico reviste utilidad. […] Tiene, sin duda, valor exegético: puede explicar muchísimas alusiones. […] Sin embargo, sea cual fuera la importancia de la biografía en estos aspectos, resulta peligroso atribuirle importancia especialmente crítica. No existen materiales biográficos que puedan modificar o influir la valoración crítica3.

De alguna manera, consciente o intuyendo estas posibilidades y limitaciones, entre otras, en el enfoque biográfico a través de las entrevistas a los escritores, se pasa a la transcripción de los cuentos seleccionados y luego a los comentarios críticos de estos por parte de la profesora Rojas. En esta última instancia, la actitud y el tono de la exploración cambia notablemente: en las entrevistas la autora de esta antología adopta una actitud espontánea, libre y emotiva, en tanto que en los comentarios críticos se ciñe a una metodología que le implica buscar y atenerse a un metalenguaje crítico especializado propio de la semiótica, donde enfatiza en aspectos propios de la construcción de los textos: estructura, planteamiento, confrontación y resolución; narrador, focalización, actantes, destinador implícito, sujeto del hacer, diégesis, competencia lingüística, cognitiva y evaluativa, entre otras pautas que complementan bajo otro horizonte analítico ya inmanente a las obras. Acercamiento que se caracteriza por la brevedad, entre dos o máximo cuatro páginas por relato, con delimitación concisa y ágil en torno al objeto de estudio.

Cada uno con su cuento: Antología comentada es, indudablemente, un referente dentro de los estudios literarios en el país y en el exterior acerca del género del cuento en Colombia. Cumple con su objetivo básico y su necesidad imprescindible de llenar un vacío en la difusión de autores colombianos sobre este género en particular; y, tal como explicita su autora dentro de los retos y esfuerzos en su exploración, contribuye “al enriquecimiento de la biblioteca literaria colombiana”.

MARÍA ANTONIETA GÓMEZ GOYENECHE

Profesora Titular

Escuela de Estudios Literarios

Universidad del Valle

INTRODUCCIÓN

Cada uno con su cuento: Antología comentada, volumen II, es un texto realizado como resultado de mi investigación final del año sabático entre enero de 2018 y enero de 2019, presentado públicamente en marzo de 2019 por la Escuela de Estudios Literarios de la Facultad de Humanidades, de la Universidad del Valle, sede Cali. Dicho texto continúa la trayectoria y procede de mi trabajo anterior titulado Cada uno con su cuento: Antología comentada, volumen I, que aborda la producción literaria de quince escritores colombianos contemporáneos, y de la compilación del trabajo literario de cuatro escritores vallecaucanos, titulada Narradores en su tinta, ambos libros publicados por el Programa Editorial de la Universidad del Valle, con la intención de ampliar y divulgar los estudios sobre la cuentística que se ha producido en los últimos años en nuestro país, con autores de diversas regiones que cuentan con un reconocimiento nacional e internacional por sus obras, y ante la carencia de compilaciones comentadas sobre la producción de este género literario en los últimos tiempos en Colombia.

Ocho narradores, también ensayistas, y sus incursiones en el género del cuento han sido convocados en este trabajo, buscando evidenciar sus procesos creativos, sus lecturas diversas y escritura solitaria que habla de sensibilidades nuevas y recursos narrativos en el tratamiento poético de temáticas cruciales y eternas, como el amor o el erotismo, el suspenso, la violencia, la muerte o el crimen.

Algunos de los elegidos, como Ángela Adriana Rengifo Correa, Orlando López Valencia, Óscar Perdomo Gamboa, Medardo Arias Satizábal y José Zuleta Ortiz, viven en Cali, gracias a lo cual he tenido el privilegio de conocer su obra más cercana y dialogar constantemente con ellos para nutrir las entrevistas realizadas. A quienes habitan en otras ciudades, como Orlando Mejía Rivera, Rigoberto Gil Montoya y Jorge Eliécer Pardo, he podido conocerlos en diversos encuentros literarios, a través de la lectura de sus obras literarias y por medios electrónicos.

La metodología adelantada obedece también a una amplia lectura bibliográfica de índole teórica, de diversos investigadores que piensan el hacer literario, lo que permite construir modelos narratológicos para pensar su escritura. En consecuencia y como la anterior, esta antología está estructurada en cinco partes que defino en la presentación de cada capítulo: la primera da cuenta de la formación y recorrido escritural de los autores reunidos en la antología; la segunda reseña sus textos más relevantes; la tercera presenta el resultado final de las entrevistas realizadas, como un acercamiento a sus preocupaciones literarias; en la cuarta se presenta el cuento elegido de cada autor; y la quinta ofrece un comentario analítico de mi parte sobre dicho relato.

Se concibió esta investigación para buscar su publicación por medios impresos y conferencias no solo para el público en general, sino también como material de estudio en el desarrollo de los cursos universitarios que se ocupan del cuento colombiano contemporáneo.

MARÍA EUGENIA ROJAS ARANA

Profesora titular

Escuela de Estudios Literarios

Facultad de Humanidades

Universidad del Valle.

In Memoriam. A mi hermano, el presbítero Hugo Fernando Rojas Arana, fallecido el 2 de septiembre de 2021, con todo mi afecto y reconocimiento a su respaldo, de cuyas conversaciones me nutrí en la escritura de este libro.

A la Escuela de Estudios Literarios, de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, por concederme el tiempo necesario para realizar esta investigación.

A los autores y a la autora que me han confiado sus textos para esta investigación, por la excelente acogida a esta convocatoria, la calidad de sus relatos y las entrevistas e informaciones suministradas para este trabajo.

A la profesora María Antonieta Gómez por su excelente lectura.

A Jaime Alexándrovich, editor y amigo, quien aportó su talento estético al servicio de este libro.

A mi sobrino Xochilán Rojas por su trabajo fotográfico como lenguaje para la autorrepresentación.

A mi hijo Eduardo Serrano Rojas por su escucha atenta, por cuidarme siempre y por compartir conmigo la alegría, los sueños y nuestra mutua pasión por el arte y por la vida.

MEDARDO ARIAS SATIZÁBAL

La escritura como búsqueda permanente de un mundo que se escapa

MEDARDO ARIAS SATIZÁBAL

Isla de Buenaventura, 1956. Su primera novela, Jazz para difuntos (1993) fue preseleccionada al Premio Pegaso de Literatura para América Latina (1994), entre 483 obras de todo el Cono Sur. Dicho evento, auspiciado por la Corporación Mobil, tuvo como jurados a Gregory Ravassa, traductor al inglés de Cien años de soledad y otras obras de Gabriel García Márquez; Margaret Sayers Peden, traductora en Estados Unidos de Octavio Paz, Pablo Neruda, Carlos Fuentes e Isabel Allende, entre otros, el crítico brasileño Alfonso Romano de Santa Ana, y los poetas María Mercedes Carranza y Darío Jaramillo Agudelo.

El escritor y crítico argentino Noé Jitrik, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, considera que esta obra, Jazz para difuntos, es una de las creaciones de mayor valor narrativo en tiempos del “posboom”, en ensayo dado a conocer en el diario El Espectador de Colombia, bajo el título Separación, no parricidio.

El compositor estadounidense Douglas Bruce Johnson, musicalizó en el 2002 cinco de sus poemas; la obra sinfónica, con participación de la contralto Elizabeth Anker, fue presentada en la Longy School of Music de Cambridge, Massachusetts, bajo el título Palabra, obra y corazón, cinco poemas de Medardo Arias Satizábal.

Ha sido cronista de Cambio 16, Diners, Credencial, Cromos, la revista de Avianca y la publicación Sucesos nacionales e internacionales, dirigida por Elvira Mendoza. Cubrió para el diario El Tiempo la visita del Papa Juan Pablo II a la Costa del Pacífico, y desde Estados Unidos colaboró también con El Espectador.

Arias Satizábal realizó en 1981 una investigación sobre el origen del ritmo afrocaribe “salsa”, la cual fue publicada en doce entregas en el diario Occidente de Santiago de Cali. Este trabajo fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, como Mejor Serie Investigativa. El hoy nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, actuó como Testigo de Honor y le entregó el reconocimiento. La investigación es considerada pionera en su género en América Latina, junto a la del venezolano César Miguel Rondón.

Las publicaciones más recientes de su trabajo literario en el campo de la poesía, fueron dadas a conocer dentro de las selecciones de poesía colombiana realizadas por Juan Gustavo Cobo-Borda para la Colección de la Presidencia de Colombia, y el compendio Quién es quién en la poesía colombiana, de El Áncora Editores, con selección y prólogo de Rogelio Echavarría. En abril de 2012, la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero publicó su libro Palabra afroamericana, en el cual compiló doce ensayos acerca de autores de este origen.

Una correría por el sur de España, lo llevó a escribir una serie de crónicas para El País de Colombia, con el título Por la España Mora, impresiones de viaje sobre las huellas de los califatos y el mundo árabe, en Córdoba, Sevilla, Toledo y Granada.

El autor es también guionista y director de documentales sociológicos sobre música popular y migraciones, ampliamente difundidos en la televisión colombiana. Durante varios años se desempeñó como coordinador del Departamento de Literatura y Prensa del Festival Internacional de Arte de Cali, donde coordinó conferencias de Elena Poniatowska, Juan Goytisolo, Alfredo Bryce Echenique y Salvador Garmendia, entre otros.

Entre 2000 y 2005, fue invitado como Profesor Residente a Salamanca, España, por parte de la Southern Connecticut State University, de Estados Unidos, y el Colegio de España. Arias dictó ahí un curso acerca de la Literatura del Pacífico colombiano, y disertó también sobre el boom latinoamericano.

Fue coordinador del Taller de Literatura Voces del Estero, de la Universidad del Valle Sede Pacífico, en Buenaventura, con el auspicio del Área Cultural del Banco de la República y la Red Relata del Ministerio de Cultura de Colombia.

El 26 de diciembre de 2017 le fue anunciado en Madrid el Premio Internacional de Literaturas Africanas “Justo Bolekia Boleká” por su novela El chachachá del diluvio.

El 3 de julio de 2018, en ceremonia solemne realizada en la Hacienda Cañasgordas, el Concejo de Santiago de Cali le otorgó la Medalla de la Independencia en el grado Cruz de Caballero, por su brillante trayectoria periodística y literaria.

Después de más de doce años de residencia en Hartford, Connecticut, vive hoy en Cali.

LA OBRA

LA LITERATURA, ESE MARAVILLOSO VIAJE DE LA MEMORIA

Jazz para difuntos. Es su primera novela, publicada por Xajamaia Editores, en Bogotá, 1993. Sus acciones y atmósferas se ubican en la costa pacífica, búsqueda metafórica del origen, con tonos, ritmos y una poética de la descripción que permite construir escenas imaginarias y personajes inmersos en el calor y la exuberancia del paisaje. Sus relatos que ocurren entre Nueva York y Buenaventura, parecen monólogos que dan a conocer a solitarios sujetos que viven en lugares que les son ajenos.

Juego cerrado. Fue su primera selección de cuentos, obra distinguida con el Premio Nacional de Cuento, Universidad de Medellín.

Luces de navegación. Primer libro de poesía publicado en Colombia, el cual mereció en 1987 el Premio Nacional de la Universidad de Antioquia en 1987.

Esta risa no es de loco. El título nace de una línea tomada de la canción “Vamos a reír un poco” que interpretara Héctor Lavoe. Esta selección de cuentos, premio Nacional Ciudad de Bogotá, V Centenario del Descubrimiento de América, dado a conocer en 1992 por Educar Editores, en la exposición internacional de Sevilla, España, recoge su trabajo narrativo de varios años y uno de los cuentos publicados, “Segundo debut”, hace decir al escritor R. H. Moreno Durán: “Es un cuento tan hermoso, que parece escrito por Cortázar”.

De la hostia y la bombilla. El Pacífico en prosa. Publicado en Cali por la Universidad del Valle, 1992. Trabaja una antología de la literatura del Pacífico colombiano por donde desfilan cuentistas, novelistas y cronistas en un mundo cruzado por barcos, incendios y naufragios. Este libro es un importante material de estudio en universidades de Europa y Estados Unidos.

Las nueces del ruido. Publicado en 1992, obtuvo el Primer Premio Nacional de Poesía “Luis Carlos López “de Cartagena de Indias. En 1989 fue presentado en el Museo Rayo de Colombia, en la colección Embalaje, en Roldanillo, Valle del Cauca.

Que es un soplo la vida. Publicado en el año 2000, por la editorial Alcayuela de Salamanca, España. Finalista del Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura de Colombia en 1992. En esta obra se relata el viaje final del famoso cantor de tangos Carlos Gardel entre Colombia y Argentina, en 1936.

Palabra afroamericana. Libro publicado por la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, en el cual compiló doce ensayos de autores afroamericanos.

La verdadera historia de la salsa. Libro editado por la Alcaldía de Santiago de Cali en 2012, obra por la que recibió el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1982. Recoge las experiencias que tuvo desde niño en su amada Buenaventura. Tiempo después, las lecturas de los textos de Alejo Carpentier y Nicolás Guillén, y la escucha de conciertos de la Típica Novel, la orquesta Yambú, las bandas de Eddie Palmieri y Héctor Lavoe e, indudablemente, de La Sonora Matancera, lo motivaron a indagar sobre el origen de esta música maravillosa.

El cangrejo amotinado. Cuentos para leer en la playa. Publicado por Poemia, la editorial de Lizardo Carvajal, en Cali, 2016. Volumen de veinticinco cuentos, muchos de ellos escritos en Estados Unidos, donde el escritor estuvo radicado por más de doce años. Muchos se originan en sus viajes a Puerto Rico, Brasil, España, y a pueblos y ciudades de Estados Unidos, y otros están muy relacionados con mitos colombianos. Las playas y los paisajes marítimos, las ciudades tantas veces recorridas, los encuentros y las canciones disfrutadas en los bares son evocados en estos cuentos y alimentan las atmósferas bellamente logradas. Es indudablemente un libro de madurez literaria.

El chachachá del diluvio. Esta novela, Premio Nacional de Literatura Africana: “Justo Bolekia Boleká”, de 2018, editada por Sial Pigmalión en Madrid, España, narra el segundo diluvio universal y desde la ficción nos habla del horror de las dictaduras del Caribe, de Francisco Duvalier en Haití y Rafael Trujillo en República Dominicana. Vale retomar las palabras finales del prólogo de esta novela, escrito por el también escritor Fabio Martínez cuando afirma: “Como su título lo sugiere, El chachachá del diluvio es un guaguancó literario atravesado por la conga haitiana, el merengue dominicano, el son cubano y el currulao del Pacífico colombiano”.

ENTREVISTA

LA ESCRITURA COMO BÚSQUEDA PERMANENTE DE UN MUNDO QUE SE ESCAPA

Me encontré con su palabra en las lecturas de algunos de sus libros de cuentos y poemas; me admiró siempre su trabajo de lenguaje preciso y poético, sus detalladas descripciones construyendo atmósferas de marinería como imágenes minuciosas propias de un cuidadoso guion cinematográfico, que hicieron viajar mi imaginación por paisajes costeros marítimos y ciudades jamás imaginadas. Luego, pude verlo en diversos encuentros literarios; siempre quise acercármele y hablarle pero me cohibía su figura imponente y lejana. Por fin una tarde de febrero de 2005, nuestra mutua y entrañable amiga Gladis Conde logró concertarme una cita con él, me sorprendí al descubrir un hombre cálido y afable que se mostraba amistoso y me regaló su primera novela: Jazz para difuntos, que leí con deleite. Con el correr de los años lo he visto muchas veces y en algunas conversaciones he logrado conocer aspectos de su vida literaria, el mundo que imagina, el amor por su ciudad de origen, los recuerdos tristes y alegres de la Buenaventura instalada en su memoria, que sintetizo en esta charla de septiembre de 2018.

¿De dónde viene el oficio de escritor y el amor por los libros?

Mi padre siempre me animó en la lectura; dentro de la precariedad literaria que significaba estudiar en Buenaventura, se daban oportunidades que muchos no veían. La biblioteca de mi colegio, el Pascual de Andagoya, recibió muchos libros de lo que fuera la Biblioteca Municipal, una de las más completas de esta parte de Colombia. Como la de Alejandría, un día fue pasto de las llamas. Algunos ejemplares que llegaron a mi colegio tenían todavía los bordes chamuscados. Esa biblioteca había sido muy consultada por figuras como el poeta Cleofás Garcés Rentería y el joven escritor Óscar Collazos, quien nació en Bahía Solano y creció en Buenaventura. Igualmente, por el afortunado proteccionismo del que fue objeto el puerto, y en una época en que casi todos los consulados estaban instalados ahí, el colegio recibía donaciones permanentes de libros y otros recursos; como el Laboratorio de Idiomas que en su momento donó el gobierno de Francia, un privilegio con el que no contaba la Universidad del Valle en los años setenta. Algunas ediciones españolas de Mark Twain, tenían el sello de obsequio de la Embajada de los Estados Unidos, y otros, eran regalo de “La Alianza para el Progreso”, una entidad creada por John Fitzgerald Kennedy en su gobierno, para ayudar a los pueblos más pobres de América Latina. Así, pude leer temprano obras como Tom Sawyer, Huckleberry Finn, Un yankee de Connecticut en la Corte del Rey Arturo, obras de Rabelais como Gargantúa y Pantagruel, y casi todos los rusos, en ediciones preciosas; Tolstoi, Dostoievski, Korolenko, Gorki, Chejov. Un día pensé que podía escribir como ellos, ya no historias de mujiks, campesinos rusos, sino relatos de marineros, pescadores, de todo ese mundo que pasaba delante a mis dieciséis años.

¿Recuerdas cómo se gestó tu primera ficción literaria?

Era una historia de amor con una extranjera. Fue una tarea escolar. Ella me esperaba en un aeropuerto de Norteamérica. En esa ficción, el nombre de esta mujer imaginaria empezaba por L. Muchos años después me enamoré de una mujer extranjera que, en la realidad, me esperó en un aeropuerto de Indianápolis, la capital del Estado de Indiana. Se llamaba Lise. Con ella empecé una nueva vida, infortunadamente truncada. Lise, quien acababa de recibir su doctorado en Illinois University —era etnomusicóloga—, falleció tempranamente en Hartford, a los treinta y siete años. Era profesora de Música del Mundo en Trinity College y había publicado dos libros: The City of Musical Memory, dedicado a Cali, y la antología Situating salsa. Toda mi vida ha sido así: sueños y eventos premonitorios me han anunciado con seguridad lo que ocurrirá en el futuro.

Mi primer poema se llamó Malinga; tenía el ritmo de la poesía afrocubana. Lo escribí a los dieciséis años. Tiene que ver con la llegada de la cultura africana a nuestra América. En 2018, fue puesto en escena para el cierre del Festival Petronio Álvarez, en medio de una sinfonía de coros, música del Pacífico, danza y teatro.

¿Cómo comienzas a escribir cuentos?

Me inspiró mucho la lectura de los cuentos de Borges, de Cortázar y del peruano Julio Ramón Ribeyro. Es un género apasionante, por lo breve. Tiene la posibilidad de recibir solo las palabras indispensables, dentro de una trama sencilla. Creo que El muerto, un cuento de Borges, es casi perfecto. Cuando se es poeta el cuento recibe un brillo especial, como el del oro viejo.

¿Qué hace un buen cuento?

Coincido con los maestros: debe tener un comienzo fuerte, seductor, lo que en inglés se denomina hook, y un mejor final. El final es definitivo, para que la historia sea inolvidable. Pero su técnica, en un espacio menor, no difiere mucho de la novela, en lo que tiene que ver con el ritmo de claroscuros; luces y sombras, como en una buena película.

¿Podrías hablarme de las ficciones de otros autores que han logrado fascinarte?

La lista no es muy larga, pero ahí están los evangelistas, Cervantes, Rabelais, Twain, Hemingway, Dos Passos, Capote, Andahazi, Süskind, Carpentier, Gabo, Cheever, Murakami, Amado, Salinger, Kawabata.

Sabemos que no solo las más ricas anécdotas alimentan tu creación literaria, sino la construcción de los diversos relatos. ¿De qué manera las técnicas de escritura juegan un gran papel en tu producción? ¿Y los viajes cómo te marcan?

La técnica es importante pero siempre llega después. Lo primero es la emoción, la inspiración, el querer transcribir en detalle el color de los sueños. Creo que los viajes son un ingrediente muy importante porque te acercan a la cultura de otros mundos. Fue lo que hice después del fallecimiento de mi esposa; fui por el mundo, por cerca de ocho años. Ella fue muy viajera también. A los dieciocho años ya estaba en Katmandú, Nepal, en un viaje de espiritualidad. Hizo trekking en las faldas del Everest y por poco no la conozco. Estuvo a punto de casarse con un piloto de la Real Fuerza Aérea nepalí. Vivió por más de tres años en ese reino y también visitó India.

En tus cuentos y novelas se evidencia un trabajo cuidadoso con el idioma en donde nada parece escrito al azar y obedece a una gran investigación de la realidad para lograr el producto final donde los mundos posibles que allí se construyen dan lugar a una gran verosimilitud. ¿Cómo lo logras?

Mi respuesta está en la lectura; me gusta, por su musicalidad, el español arcaico, y no lo desdeño cuando escribo. En esa aventura me acompañan Cervantes, Luis de Góngora, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Baltasar Gracián, don Ramón Menéndez Pidal, todos los poetas de la Generación del 27. Para quienes escribimos, nuestra principal herramienta es el lenguaje. A partir de ahí podemos crear todos los mundos.

¿Crees que tu literatura puede modificar la realidad o, mejor aún, la mentalidad de tus lectores?

Si logramos inducir una sonrisa, un pequeño masaje placentero en el cerebro de quien nos lee, ya eso justifica el ejercicio de la literatura, pero no creo que la ficción sea un instrumento para cambiar la realidad de un país. No obstante, algunos escribas piensan que pueden hacerlo; panfletarios que no han visto amanecer.

¿Ilustra tu obra literaria y tu experiencia creativa tu trabajo como docente en las universidades de Nueva York y Salamanca?

Obviamente la literatura se alimenta de la realidad, de experiencias vividas. No fui docente en Nueva York. He sido invitado como poeta y conferencista a Georgia Tech, Atlanta, la Southern Connecticut State University, Trinity College de Hartford, y Oklahoma State University. Dicté clases en Salamanca, para el Colegio de España. Por primera vez hice ahí un curso sobre autores del Pacífico colombiano. También, diserté sobre el boom latinoamericano. Salamanca es una ciudad muy entrañable para mí; la he visitado en unas cinco ocasiones y cada vez encuentro más linda su Plaza Mayor, su tuna. Ciudad estudiantil en el verano, recibe a todos los jóvenes europeos que gozan de la Beca Erasmus. Tuve estudiantes de Italia, Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Corea, Israel. Esto, desde luego, nutre y amplía el panorama de las letras.

¿Cuándo sientes que una de tus obras está terminada y crees que debes firmarla?

Cuando ha pasado ya por la prueba de “carpintería”, el proceso más demorado, pues es la corrección total, la mirada gramatical. Me gusta escribir como cantando, como haciendo música, y no me detengo. Ya al final viene la corrección, un proceso más demorado que la misma creación, pues es también el tiempo de los cambios, de la supresión o magnificación de personajes.

¿Tus experiencias de vida te permiten reconocerte como personaje o como narrador de tus relatos?

Ambas opciones, aparezco a veces en la piel de algún personaje.

¿Cómo se gestó tu primera novela Jazz para difuntos?, podríamos afirmar que es tu ópera prima?

Tenía treinta años y vivía en el barrio San Antonio de Cali, donde nació mi primera hija. Vivíamos en una casa muy grande en la colina, frente a la iglesia y en la calle que va al acueducto. Esta casa existe aún; por ser esquinera, participa de cuatro calles. Jazz para difuntos es mi ópera prima y la escribí con frenesí en una pequeña máquina Olivetti, portátil. El lugar donde escribía daba al jardín, y en las noches frescas podía estar ahí hasta bien entrado el amanecer, frente a una pequeña mesa y debajo del mapa del metro de Nueva York. Había estado en esa ciudad en el 83. El diario Occidente me designó para cubrir la intervención del presidente Belisario Betancur en Naciones Unidas. Entonces mi visita fue fugaz y como mi novela transcurría entre Nueva York y Buenaventura —historia de amor entre un capitán retirado de la marina estadounidense y una nativa del litoral— necesitaba “mover” al personaje por Nueva York. El mapa del subway me sirvió mucho. Una noche, mientras escribía en San Antonio, llegó la policía. Tocaron en la verja, y desde ahí me dijeron que habían sido llamados por “un tiroteo” en mi casa. Los supuestos “disparos” eran el sonido de las teclas de mi máquina; cuando tengo la historia completa en la cabeza, tecleo con fuerza y voy muy rápido. A mil.

Háblame de tu novela Que es un soplo la vida, finalista en 1999 del Premio Nacional de Novela del Ministerio de Cultura.

La escribí en Estados Unidos, basado en la biografía más sólida que se ha escrito sobre Gardel: la de Simón Collier. Este autor toma al cantor desde que nace hasta que muere, y no escatima detalle. Es exhaustivo. Decidí escribir esta novela por una pequeña noticia de la agencia española EFE que, aseguraba, el cadáver de Gardel había hecho una estación en Buenaventura, después de ser exhumado en Medellín en 1936. Efectivamente, estuvo ahí veinte años antes de mi nacimiento, en busca de un vapor con ruta al Sur. Los restos de Gardel viajaron desde el puerto en un barco que llevaba un cargamento de brócoli y fueron velados inicialmente en la aduana de Montevideo, lo que ocasionó un disgusto diplomático con Argentina, pues algunos uruguayos aseguraban que El Zorzal era originario de Tacuarembó. Posteriormente una multitud lo recibió en el coliseo Luna Park de Buenos Aires. Son las honras fúnebres más concurridas de la historia argentina, junto a las de Evita Perón. Un miembro del jurado, el español Eduardo Mendicutti, elogió la novela a la que definió con “un tono arrebatado de tango”. A los pocos meses de este fallo, el escritor Fernando Cruz Kronfly publicó una novela con un tema similar al mío, con el título La caravana de Gardel.

Tu última producción literaria El chachachá del diluvio actualiza el relato bíblico del diluvio universal y denuncia en el acto las dictaduras caribeñas del siglo pasado, además de acudir a la afluencia de voces musicales como el guaguancó, la conga, el merengue, el son cubano y diversos ritmos del Pacífico colombiano. ¿Cómo se gesta esta polifonía de voces?

El merengue de Cibao acompañó la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana; el guaguancó, la conga y el son, ya estaban ahí cuando Fidel Castro depone a Fulgencio Batista. Esta polifonía es en sí la banda sonora de la historia, de la que hemos sido actores y espectadores. Nos tocó vivir en un continente de tiranos, de gente que mata y se desgarra, al lado de mujeres divinas y de una música preciosa. De alguna manera, El chachachá del diluvio es un viaje a la raíz, a lo que significamos como pueblos, desde el mito y la leyenda.

En poesía también has realizado algunos libros como Luces de navegación y Las nueces del ruido. ¿Cómo fue tu experiencia de escritura en ellos?

Luces de navegación lo escribí en el tiempo que me dejaba la crónica en la redacción del periódico Occidente. Un día miré mi cajón de reportero y descubrí que ahí podía tener un libro. Lo envié sin ninguna esperanza al Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, en 1987. Para mi sorpresa, ganó. Fue mi primer libro; con el dinero que recibí en Medellín, compré la cuna de mi primera hija. Para algo tiene que servir la poesía.

Por su parte, Las nueces del ruido fue una experiencia posterior. Este libro recibió el Premio Nacional de la Universidad de Cartagena; me lo publicó Ómar Rayo en su colección Embalaje, de Roldanillo.

Volvamos al cuento: ¿qué puedes contarnos sobre tus libros Esta risa no es de loco y El cangrejo amotinado?

El título del libro Esta risa no es de loco está tomado de una línea de la canción Vamos a reír un poco, interpretada por Héctor Lavoe. Esta selección de cuentos ganó el Premio Nacional Ciudad de Bogotá, V Centenario del Descubrimiento, en 1992. El libro fue publicado por Educar Editores y presentado el mismo año en la Feria Internacional de Sevilla.

El cangrejo amotinado está conformado por veinticinco cuentos escritos durante mi residencia de más de doce años en Estados Unidos. Aparecen ahí historias que tienen su origen en viajes a Puerto Rico, Brasil, España, pueblos y ciudades de Estados Unidos. También, cuentos que están muy relacionados con mitos colombianos. El libro fue publicado por Poemia, la editorial de Lizardo Carvajal en Cali. Creo, es un libro de madurez literaria.

¿Cómo se realizó tu trabajo investigativo periodístico en La verdadera historia de la salsa?

Con mi propia vida. Conocí la salsa desde niño en Buenaventura; luego, los textos de Carpentier, como La ciudad de las columnas y La música en Cuba, así como los Motivos del son de Nicolás Guillén, me empujaron a indagar en el origen de esta música maravillosa que incubaron en Nueva York músicos caribeños. Presenté la salsa “en sociedad” desde los periódicos de Cali. Fui el primero en escribir acerca de estos conciertos con la Típica Novel, la orquesta Yambú, las bandas de Eddie Palmieri y Héctor Lavoe, cuando la referencia musical caribeña que se tenía en los diarios de la ciudad llegaba hasta la Sonora Matancera. También fui el primero en tener dos columnas especializadas en salsa, ambas en el diario El Pueblo: “Burundanga”, por Olafo, y “Mi Tumbao”, por Pedro Navaja, seudónimos que utilicé por mucho tiempo. La historia de la salsa la escribí de manera casi paralela al libro Salsa del venezolano César Miguel Rondón. Así que son las dos primeras tentativas teóricas que aparecen sobre esta música en el mundo, mi historia esperó treinta años para ser publicada como libro, pues solo estaba en páginas de periódico. Enriquecí la historia con entrevistas a músicos de primer atril en la historia de la salsa. Hablé con ellos en Nueva York y Puerto Rico, principalmente; en 2012 apareció mi libro La verdadera historia de la salsa, con el sello de la Alcaldía de Santiago de Cali.

El compositor estadounidense Douglas Bruce Johnson musicalizó cinco de tus poemas bajo el título Palabra, obra y corazón, presentados en la Escuela de Música en Cambridge, ¿qué significó para ti esta experiencia?

Fue emocionante porque en el teatro estaba mi madre, a quien invité por esos días a Estados Unidos. Reservé una suite para ella en Boston y de ahí viajamos a Cambridge para la première. La Longy School of Music, donde se dio este concierto con mis poemas, es vecina de Harvard. Douglas B. Johnson ha musicalizado poemas de Pablo Neruda, como el “Tango del viudo”, y de Dante Alighieri es conocida su composición basada en el “Canto Trece”, el Infierno.

Además de cronista en los principales periódicos de nuestro país, has realizado documentales sociológicos sobre música popular e inmigración. ¿Podrías contarnos cómo construyes estos otros mundos de diversidad audiovisual?

Fue al inicio del canal regional. Fui guionista del programa Litoral en el que produje unos siete documentales, entre ellos Lo que trajo el barco, acerca de la llegada de la salsa al muelle de Buenaventura, y De China a Buenaventura, sobre la inmigración asiática al Pacífico colombiano. Asesoré a Carlos Mayolo para la producción de documentales sobre mitos y leyendas del Pacífico. Mayolo era un intuitivo de enorme talento. Le conté la historia del Riviel, por ejemplo. Él le añadía asuntos de su propio magín, algo que finalmente enriquecía al personaje.

¿Qué te dejan los diversos premios recibidos en tu experiencia de escritor?

Mucha satisfacción. El que más amé fue el primero, el de la Universidad de Antioquia. Fue indescriptible el encuentro con mi primer libro Luces de navegación en la Feria del Libro de Bogotá. El claustro había autorizado al librero a entregarme un ejemplar, mientras me enviaban otros a Cali. Es como cuando nace tu primer hijo.

Tu cuento La pasajera del Sandalwood me trama tanto por su título como por su trabajo poético, ¿y a ti, por qué?

Es una historia lésbica, un tema delicado de tratar. Debía ser muy sutil para evitar caer en algún atisbo de vulgaridad. Al final salió bien; esta historia me gusta bastante. Fue tema de estudio para estudiantes de Literatura y Escritura Creativa en Trinity College.

¿Qué piensas de las nuevas tecnologías con respecto a la práctica de la escritura?

La escritura no es afín con la tecnología; considero que su mayor epifanía ocurre cuando se escribe a mano alzada.