Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones - Mercedes Oviedo - E-Book

Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones E-Book

Mercedes Oviedo

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Beschreibung

Esta publicación intenta constituirse en una versión de reconstrucción del devenir de la historia de la Organización No Gubernamental Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones, nacida en los principios de la década de los 90. Producción institucional realizada con aportes del Centro de Estudios y promoción de la Equidad de géneros Flora Tristán, dependiente de la Secretaría de Extensión y Vinculación Tecnológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Misiones. Motiva esta presentación, la importancia de la visibilización de una experiencia, que, entre otras, se ha constituido en un acervo de las luchas por los derechos de las mujeres hacia la equidad de género, de innegable aporte en los procesos democratizadores de nuestra provincia.

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Lic. Mercedes Oviedo Lic. Teresa Cardozo Lic. Norma Fernandez

Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones. Tres décadas de historia: Sistematización de su devenir, Actualidad y Perspectivas.

Compiladoras: Mgter. Gisela Spasiuk Dra. Zulma Cabrera

Oviedo, Mercedes Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones : tres décadas de historia : sistematización de su devenir, actualidad y perspectivas / Mercedes Oviedo ; Teresa Cardozo ; Norma Fernandez ; compilación de Gisela Spasiuk ; Zulma Cabrera. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-3344-9

1. Ensayo. I. Cardozo, Teresa II. Fernandez, Norma III. Spasiuk, Gisela, comp. IV. Cabrera, Zulma, comp. V. Título. CDD 305.409

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de contenidos

Prólogo

Primera parteIntroducción

HISTORIA Y CONTEXTUALIZACIÓN DEL SURGIMIENTO DE LA CASA DE LA MUJER

Resumen

Introducción

La pertinencia de la labor fundacional

Crítica al individualismo como recurso para construir y validar datos provenientes de las prácticas

La situación actual y las preguntas acerca del por qué y para qué la organización derivó como tal

Campo de posibilidades, decisiones políticas y estado de situación actual

Lo sustentable y lo eficaz en la administración de la participación

Bibliografía

Segunda parte

Sobre las autoras...

TERESA AMELIA CARDOZO

NORMA CELESTINA FERNÁNDEZ

RECUPERANDO NUESTRA HISTORIA INSTITUCIONAL Lic. Teresa Cardozo y Lic. Norma Fernández

CAPÍTULO 1

Los inicios…

CONTEXTO DE CREACIÓN DE LA CASA DE LA MUJER

MARCO INSTITUCIONAL

CONFORMACIÓN DEL EQUIPO TÉCNICO Y FUNCIONES

PROCESO DE ORGANIZACIÓN PARA LA CONFORMACIÓN DE LA ASOCIACIÓN CIVIL

ENCUENTROS ZONA SUR- San Ignacio y ENCUENTRO ZONA NORTE - Eldorado

CAPÍTULO 2

La consolidación de la Organización como Asociación Civil

La importancia de la celebración del Día Internacional de la Mujer.

PROCESO DE FORTALECIMIENTO DE LA CASA DE LA MUJER

AVANCES DE LA DÉCADA: IMPORTANCIA DEL PROCESO DE ORGANIZACIÓN

Logros en la trayectoria

Evaluación del proyecto:

EVALUACIÓN EN PROCESO Y PLANIFICACIÓN DE ACCIONES

(2001-2002)

Actividades concretadas

Asistencia Técnica Externa.

Proyectos presentados

Infraestructura y equipamiento.

CAPÍTULO 3

Nuevas Miradas, nuevas Perspectivas y nuevos Desafíos

Independencia de política partidaria

Reorganización de la estructura funcional de los recursos humanos y materiales

Redefinir nuevos objetivos y mirada en la Visión organizacional

Delegaciones existentes en funcionamiento en la actualidad

Algunas reflexiones finales en el camino de esta historia organizacional

NÓMINA DE LAS DIFERENTES COMISIONES DIRECTIVAS

CAPÍTULO 4

TESTIMONIOS

Lic. MARTA CORONEL DE SAWAYA

Lic. TERESA AMALIA CARDOZO

Lic. LILIANA OLIVEIRA

GRACIELA VENEGAS DE DEPETRIS

ELSA IRENE GARAYO

Lic. TERESA PÁEZ

MARÍA FIGUEREDO

CATALINA DOMÍNGUEZ

MARLENE WOLLS

CELIA SMIAK

CARMEN GHIGLIONE

MARÍA ALVEZ

Lic. MARÍA GRACIELA ALBA POSSE

Lic. MIREYA BLANCO

ANEXO

Recuerdos que quedan en la memoria…

REFERENCIAS DE ESTE CAPÍTULO

Prólogo

Este libro presenta más de 3 décadas de vida de la Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones, nacida como Organización No Gubernamental a principios de los 90; cuando el auge neoliberal bajo los imperativos del Consenso de Washington comenzaban a imponerse sobre nuestras vidas cotidianas; profundizando la feminización de la pobreza entre otros aspectos. Este espacio colectivo supo constituirse en un actor organizativo clave en la defensa de los derechos de las mujeres de Misiones en ese momento y a posteriori. Lejos está de quienes impulsamos esta producción aseverar que el libro representa una investigación histórica sobre el proceso de la misma. Modestamente, lo que nos planteamos fue elaborar una sistematización descriptiva de los años de trabajo. Aún así la misma tiene los límites de ser narrada desde quienes realizaron el trabajo de recuperación de información y escritura. Dos integrantes como Teresa Cardozo y Norma Fernández tomaron el desafío de lograr un documento escrito con coherencia donde dar cuenta de parte de lo hecho (que es mucho); de las continuidades y rupturas en la tarea de acompañar, asistir y defender a las mujeres misioneras, sus derechos y los espacios que nos corresponden. En este marco otras referentes e integrantes pusieron a disposición su memoria para el registro y la reconstrucción del camino transitado y las acciones realizadas, que, junto al uso de fuentes secundarias estructuran “una versión de lo hecho”. En este marco, la potente voz de su fundadora y conductora Mercedes Oviedo marca una posición analítica en el capítulo uno, introductorio, sobre el proceso que se describe. Quien sostiene que la decisión de fundar la Casa respondió a una doble intención: instalar un espacio de referencia, atención, contención y formación para las misioneras y fundamentalmente construir una estrategia de poder femenino. Cuestiones prácticas y cuestiones estratégicas convergen para pensar el abordaje de problemas situados, de necesidades y demandas tendientes a hacer efectivos los derechos de las humanas.

Lo hecho, hecho está y debe ser visibilizado para ponerlo en valor y continuar proyectando desafíos de futuro.

Entonces, como se mencionó, este texto no constituye una versión de la historia de la ONG, apenas son pinceladas incompletas – pero interesantes - de un devenir. Entendemos que en la amalgama de versiones que pueden existir para contar las historias, aquí el lector/a puede apreciar un punto de partida en esta reconstrucción. Se presentan y convergen miradas a partir las cuales se muestran diferentes facetas -siempre inacabadas-de un proceso colectivo, construido entre tensiones y acuerdos que por momentos saltan a la vista o pueden inferirse de la lectura.

Desde la Universidad Pública y desde el Centro de Estudios y Promoción de la Equidad de Géneros Flora Tristán dependiente de la Secretaria de Extensión y Vinculación Tecnológica de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, valoramos y acompañamos iniciativas como estas, entendiendo la importancia de visibilizar experiencias, tramas de relaciones entre sujetas y sujetos que hacen posible que las cosas sucedan. Entre continuidades y rupturas, avanzando y retrocediendo, con aciertos y con errores, la Casa de la Mujer sigue siendo una organización de referencia en este tema. Es prioridad dar cuenta de las luchas por los derechos, exponiendo los esfuerzos de sus actores/actoras. Nuestro compromiso está en mostrar en el espacio público procesos, actuaciones, resultados, diferencias, tensiones, avances. Porque no se puede valorar lo que no se conoce. Empezamos por recuperar historias de mujeres misioneras, y seguimos por las organizaciones de mujeres. En este caso, esta organización, nos albergó en nuestros procesos de formación profesional, aprendimos mucho y nos hicimos parte. Todas las congéneres con las que compartimos – en distintos momentos- se constituyen para nosotras en REFERENTES Y MAESTRAS. Este libro va a manera de homenaje a todas ellas (las que están y las que nos miran desde otros lugares).

En el compartir cotidiano entre generaciones entrelazamos conocimientos y saberes, trayectorias personales, diferencias (y no pocas), coincidencias, afectos, compromiso con la política y la justicia social para con las mujeres misioneras. Muchos años, mucho camino, muchas sensaciones y anécdotas que viven en todas y cada una. Seguimos tejiendo la red que supimos iniciar y sostener. Transcurrido tanto trabajo, junto a otras organizaciones y movimientos, somos parte del acervo misionero en la construcción de los derechos de las mujeres.

Nuestro devenir se inscribe en los procesos socio políticos más amplios y en los debates académicos que le dan sentido y direccionalidad. En la ola del segundo feminismo, hacia fines de la década del 80 en Argentina, con el auge de los estudios de la mujer nace la iniciativa que se sostuvo y se revisa permanentemente frente a las demandas siempre cambiantes de una sociedad en la que no queremos resignar lo conquistado. Las mujeres estamos caminando, sostenidamente, dejando huellas y marcando rumbos. Mas entrados los 90, y como producto de lo recorrido ampliamos las formas de ver para orientar más integralmente el hacer; nos paramos en el enfoque de los estudios de género. Actualmente, dentro de los movimientos feministas, nuestros lentes requieren aumento ante la trama de la realidad; así en clave de interseccionalidad nos encontrarnos frente al desafío de cómo y porqué integrar las diversidades sexo genéricas.

Ser parte de este proceso y de este espacio otorga identidad, una identidad que se transmite de generación en generación. Orgullosas hoy, abuelas, madres e hijas intercambian y trabajan en los municipios para mantener vivas las delegaciones. A todas ellas nuestro reconocimiento y la ratificación de la apuesta colectiva de continuar juntas empujando las transformaciones. Sostenemos categóricamente justicia social y bienestar son el resultado del compromiso militante de las bases y de un estado presente. En las casas, en el barrio, en la escuela, en el comedor, en las calles, en las bancas (….) Siempre participando y moviendo. Esto es lo que caracteriza a la Casa de la Mujer y a sus integrantes, como lugar que cobija y protege; desde el estar cerca y al servicio de nosotras, reconociéndonos en las otras (diversas) y manteniendo ese hilo rojo de afectos y luchas que se concretan en cada lugar donde alguna mujer se sabe ciudadana con derechos.

Luego de este prólogo encontrarán un capítulo de presentación y a continuación la sistematización organizada bajo títulos y subtítulos. Finalmente, testimonios y registros fotográficos que ilustran lo recogido.

Esperamos que la lectura las/los entusiasme tanto como nosotras al hacerlo. Fue largo y nos costó más de lo esperado, pero acá estamos “alumbrando el parto”. En síntesis, como se plantea en párrafos anteriores, este texto es un punto de partida para poner en valor y hacer circular un proceso y una historia de innegable aporte para Misiones en defensa de los derechos de las Mujeres y la equidad de género; historia inscripta en coordenadas diacrónicas y sincrónicas. No se pretende desde esta sistematización plantear una visión única respecto de estos procesos, ni siquiera constituir “una historia de la Casa de la Mujer”. El texto permite conocer lo actuado, repensar el presente, habilitar diálogos en el marco de los debates contemporáneos en torno a las cuestiones de género (s). Cada lector/a valorará lo hecho, en clave ético política, construyendo su propia interpretación. He aquí parte de la riqueza de lo que el libro puede generar.

Mgter. Gisela Spasiuk y Dra. Zulma Cabrera

Coordinadoras del Centro Flora Tristán

FHyCS -UNaM

Primera parteIntroducción

Creer, Crear y Crecer

Cartografía de la unión, fraternidad y organización entre mujeres

En memoria de Pico y Marta

HISTORIA Y CONTEXTUALIZACIÓN DEL SURGIMIENTO DE LA CASA DE LA MUJER

Hacia una génesis de la emergencia de una organización de política de mujeres en la provincia de Misiones

Mercedes Margarita Oviedo

Resumen

La casa de la Mujer de la Provincia de Misiones es una organización no gubernamental con personería jurídica, adquirida hace ya un tiempo largo, pero su mayor fortaleza radica en que, tanto en su nacimiento, en su conformación como en su funcionamiento, ella es el producto exclusivo de mujeres al servicio del interés por la justicia social, que han asumido como banderas la necesidad de igualdad entre mujeres y varones y se han dado para sí la herramienta de la participación.

No puede decirse que es la organización como “asociación civil”, y menos aún su personería jurídica, lo que agota toda su esencia, pues estos dos aspectos son apenas algunas de las posibilidades que hasta ahora han canalizado los esfuerzos de su movimiento creador y la estructura de gobierno y gestión, que supo darse desde sus primeros pasos en la transición convulsionada de la Argentina posterior a los años ochenta del siglo XX.

Las distintas evaluaciones encaradas con el objeto de darle entidad pasible de reflexión no han logrado, a mi modo de ver, mostrar todas las aristas que unen y segmentan su génesis y función social.

Intentando ampliar esas miradas y resultados, me propuse contribuir a visualizar la génesis de la emergencia y consolidación de un tipo de organización social que representa y es representado por mujeres en la provincia: la Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones. En la comprensión de mi rol crítico como impulsora y socia fundadora, presidente y lideresa del movimiento de mujeres que dio lugar a la organización, apelo a una autoetnografía para encarar una reconstrucción de los factores, mecanismos e insumos desencadenante de su configuración.

El enfoque que adopto asume como perspectiva la importancia del papel de la participación como núcleo ontológico, teórico – metodológico, para el que los conceptos de acción, agente y agencia junto con los de perfomance, esfera civil y espacio social tienen especial relevancia.

Una priorización de la acción no impide reconocer el rol de las estructuras que la preceden o a la que dan lugar, cuestión que implica que la historia personal a la que apelo es siempre una personal vivencia de procesos colectivos, del mismo modo que es una personalísima forma de relatarla ofreciendo para ello una interpretación sujeta a debate no sólo con quienes fueron compañeras de gesta sino también con las generaciones que asumen hoy un nuevo desafío respecto de ampliar las bases del reconocimiento de sus intereses, necesidades y demandas por satisfacer.

Para ello, considero e implemento la reflexión sobre la experiencia personal desde un marco teórico construido con los aportes de Alexander, Bourdieu y en cierta medida, Honneth.

Introducción

Este artículo nació de un vaivén de intenciones de registrar y comunicar situaciones de la realidad social local representada en la Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones (de aquí en más CMPM), motivada en trabajos académicos y orientados más allá de ello, toda vez que pueda, quiérase o no, impactar en las estructuras de sentido con que se ha venido promoviendo el debate sobre la lucha por el poder en la construcción de igualdades entre mujeres y varones en la sociedad local.

Recuerdo que fui invitada a leer y comentar un texto más amplio y que forma parte de la publicación colectiva en la que se integra mi reflexión-escritura, circunstancias especiales, como la temprana pérdida de mi hijo mayor a mano de una enfermedad terminal, retrasaron la terminación más temprana del material con la premura y calidad con que hubiese deseado.

Mi resistencia a intervenir en el texto original, más allá de aportar un breve testimonio en forma de entrevista, hizo que las editoras se inclinaran por invitarme a gestionar un espacio más generoso y propio desde donde contribuir a la historización de la CMPM, y donde me ocupara de una mirada contextual. Esto, claro, pensando en el lugar privilegiado del que consideran fui y, en cierta medida, aún soy partícipe.

Entonces me ofrecieron contribuir al “Diagnóstico de la situación de las mujeres en nuestro país, en el momento de la creación de la Casa de la Mujer de la Provincia de Misiones”. Me animaron a que reflexionara sobre “Factores que favorecieron la creación de la Casa de la Mujer, identificando y describiendo, actores aportantes/ participantes en la misma, como también sobre factores de resistencias. Además, se me sugirió detallar la “Perspectiva o paradigma imperante desde donde se concebía la problemática de la desigualdad de género en ese entonces. Objetivos y principales líneas de acción iniciales”.

El presente texto es una respuesta parcial a aquellas expectativas/demandas y una búsqueda por contribuir desde mi experiencia personal, profesional e intelectual a lo que pomposamente llamaré la génesis de la emergencia y consolidación de un modelo de organización social de mujeres en la sociedad local misionera.

Soy consciente de que, para trazar el diagnóstico lo más parecido posible a lo solicitado, necesito comenzar formulándome una primera pregunta: ¿qué perspectiva teórica elegir a la hora de intentar reconstruir aquel contexto e historiar la CMPM, forjando justicia a la verdad perseguida? Al hacerlo, el ejercicio de responder a dicha pregunta trae aparejadas inmediatamente varias otras: ¿sería más productiva si me inclinara por una visión sociologista y objetivista? Si esa fuera la elección ¿podría decir que la CMPM es la consecuencia “natural” e inevitable de la transformación, en el nivel local, de una realidad presionada por procesos globales?

¿Qué incluyo en la categoría de las presiones globales? ¿El marco nacional del retorno al sistema democrático que puso fin un largo proceso de golpes militares?, ¿la misma agenda de la Organización de las Naciones Unidas referente al plano de la lucha por la igualdad pretendida de “mujeres” y “hombres” tanto en el plano político público como en el plano individual y privado? ¿Qué aspecto del contexto deja de ser global para dar lugar a lo local?

En efecto, una concepción objetivista de la historia de una organización política y de género como es, o al menos pretendía ser en su nacimiento, la CMPM no podría dejar de postular que una emergencia en el nivel local de procesos globales – originados ya sea en el nivel nacional o en el internacional, en simultáneo o como una derivación a un nivel menos global de otro más global – requiere ineludiblemente de factores locales. Pienso en la relación entre la fundadora, el grupo fundacional y la población a la que buscaba convocar.

Aún el/la más objetivista de los sociólogos y de las sociólogas sabe que los grandes determinantes no cuajan sino mediante anclajes locales. Si ello es aceptable, la cuestión entonces sería develar cuál era ese elemento o ancla local que daba estabilidad a esas determinaciones estructurales de orden supra provincial para tornar emergente a la CMPM. ¿Qué ejercicio implica entonces trabajar con los elementos de anclajes que una visión sociologista y objetivista puede dejar pasar por alto por defecto o búsqueda intencional? Un aspecto de ello es partir de las producciones con referencia, si no al aspecto local y puntual que me ocupa, al menos a otros más próximos, de manera de razonar por analogías.

Ciertamente no existen muchos trabajos intelectuales que satisfagan esta característica y menos si, al mismo tiempo, se les exige respeto de la intimidad de los actores, especialmente de las actoras comprometidas en la concreción de la realidad que se estudia.

Uno de esos trabajos intenta aproximarse a la CMPM y arremete contra mi intimidad, posiblemente sin haberme conocido o sin tomarse la molestia de intentar hacerlo, máxime cuando reclama como principal instrumento la etnografía que casi autorizaría a decir cualquier cosa si, al mismo tiempo, se sabe interpretar el contexto y se hace una reserva de aspectos éticos sobre la identidad de las personas afectadas en la observación participante.

Pero, en el campo académico, como en tantos otros campos, hablar de la debilidad del actor de la acción política parece ser el último recurso con el que se premian los doctorados académicos, incluso en una institución como CLACSO.

En cambio, hacer una historia desde la perspectiva de actores que no tenga que recurrir a los elementos del golpe bajo, exigirá saber no sólo qué preguntarse, qué elementos tomar para responderse o, al mismo tiempo, hasta dónde se puede publicar aquello que se descubre sin preguntar.

En este camino de elegir una perspectiva más localista e incluso más personalista, uno se topa con la alternativa de llegar a pensar que aquel espacio institucional (el de la CMPM) es la proyección de una intencionalidad manifiestamente política, de la realización de actos de poder dentro de contextos marcados por dinámicas de interacción no ausentes ni de estructuras desiguales ni de conflictos manifiestos y conflictos latentes, que marcaban tanto la agenda de dirigentes varones como de dirigentes mujeres en los albores del retorno a la democracia, en una provincia rica y trascendente por su historia, pero de poco peso institucional y demográfico en la configuración de la República Argentina.

Mas una crítica a esta concepción de la historia como voluntad y como realización local del poder toma como elemento trascendente que los discursos que informarán y transformarán la realidad sólo tienen su fuerza si están inscriptas en correlaciones de fuerzas, expresión de múltiples determinaciones, una de las cuales sería la realidad nacional, en un momento en que lo nacional y lo internacional parecen correlaciones simultáneas o meras derivaciones de niveles más globales a menos globales.

El ejemplo más nítido de lo que estoy diciendo radica en sopesar la importancia que tenía en el momento de la emergencia de la CMPM el Partido Justicialista y, en el movimiento nacional peronista, la llamada rama femenina, expresión naturalizada del lugar y papel de la mujer en uno de los partidos políticos con mayor incidencia electoral hasta la derrota de 1983, pero nuevamente dominante entre finales de 1988 y la crisis de 2001, y subalternizado a posteriori en las siguientes elecciones hasta casi desaparecer como expresión de los intereses electorales que representaba una singular mayoría nacional.

Estimo que no es posible entender la configuración de la CMPM sin entender, o al menos intentar comprender el papel que tendrá la lucha por el poder dentro del Partido Justicialista como de la “rama femenina” y más tarde, dentro del Secretariado provincial de la Mujer del Partido Justicialista. Pero, reducirla a esta expresión es desconocer las transformaciones que produce la dinámica nacional y local en el devenir de agentes, agencias y actores para quienes reservo la consideración de constructores y reconstructores de la realidad que se pretende describir y analizar.

Hoy pienso que si no triunfara la corriente política en la que me inscribo, y en que me inscribía en ese entonces, esto quiere decir, si los esfuerzos por ir a elecciones e imponerse en las contiendas de esos espacios institucionales no hubieran tenido el resultado que tuvieron, no podría imaginar esto que hoy se conoce como CMPM; y, al mismo tiempo, estoy convencida de que no podría haber emergido ésta sin recuperar, en el plano local, los grandes debates que tornaban trascendente la preocupación por la situación histórica de la mujer en la agenda pública nacional e internacional.

Entonces, debo decir que soy consciente de que la reconstrucción de una historia institucional de la CMPM requiere, al mismo tiempo, de esas dos perspectivas: por un lado, de aquella que recupera la importancia de un acto voluntario, de una acción social, que demanda consagrar un acto creador, expresión de las intencionalidades ya no de un individuo solitario, sino de un conjunto de individuos socialmente vinculados en una totalidad que podría ser una perspectiva de género, una corriente de opinión dentro de un partido político, de los partidos políticos, o del campo político, en un momento histórico pero que para ser acción requiere ser desarrollado, construido, representado por una persona de carne y hueso.

En esta lógica, CMPM es tanto una derivación natural de las condiciones en las que se procesaba el debate político y de género en las décadas que transcurren entre 1980 y 1990 luego de que en Argentina y, en buena parte de América Latina, el sistema político se rigiera por el retorno a las vías institucionales mediante la elección regular popular de representantes, y en el que el régimen de partidos políticos era dominante.

En este sentido, en este capítulo pretendo exponer, de manera sistemática y breve, los grandes trazos que caracterizarían -a mi entender- la génesis de una organización política de mujeres en la provincia de Misiones denominada Casa de la Mujer. Una organización que está vigente, ha sido llamada a representar los intereses de un colectivo de personas y puedo asociarla sin riesgo a equívocos con mi proyecto personal de representación política en comunión con otros esfuerzos - colaboraciones la mayor parte de ellas, sino todas -, de mujeres con las que compartí la trayectoria de vida, particularmente en el campo de la política, en la transición marcada por las décadas de los ochenta y noventa del Siglo XX hasta las dos primeras del XXI.

Respecto de los últimos años, pocos trabajos, especialmente académicos, intentan aproximarse a la caracterización e historización del devenir de un espacio social institucionalizado que dinamizó – y posiblemente seguirá dinamizando en el futuro cercano – el accionar de la construcción de un poder que exprese y represente intereses de un colectivo al que llamaremos mujeres, y más modestamente mujer misionera.

El enfoque que he adoptado para la validación de los datos que fundamentarán, desarrollarán y discutirán el trabajo pretendido, surgen de una experiencia personal de primera mano, al convertirme, con el paso del tiempo y por la emergencia organizacional e institucional reciente, en la mentora, fundadora, y lideresa de aquellas personas que convergieron en el desafío de construir una herramienta de acción política provincial, dedicada a la promoción del bienestar humano en general, pero que consideraba a la mujer como la actora y principal destinataria de los logros pretendidos y alcanzados.

Decidí inscribirlo en lo que actualmente se conoce como autoetnografía (Holman Jone, 2015; Jerz, 2019) toda vez que intenta superar los límites propios del recurso a la historia de vida o la autobiografía, y si bien apelo a aspectos de mis vivencias personales en la edificación de datos, no me restrinjo a ellas. Me encuentro una y otra vez en el trabajo de ponerlas en perspectiva desde un enfoque de análisis del condimento del esfuerzo, desempeño y trabajo personal destinado a edificar espacios de poder político al servicio de la mujer y del bienestar general.

Asumiendo que, si ha de otorgarse entidad a aquello que se designa bajo la categoría de poder, éste será entendido como fuerza social, como relación y realización social capaz de influir de manera transitoria y/o permanente en las alternativas y decisiones de actores individuales y otros agentes colectivos que impactan – intencionalmente o sin ese propósito – en la vida diaria de cientos y miles de mujeres y con ello de todas esas personas a las que se les confía, designa o condena a sus cuidados.

Existe una vasta gama de autores como los mencionados Holman Jone (2015) y Jerz (2019) que alientan la producción de datos desde una estrategia autoetnográfica. En mi caso, la asumo como un recurso metodológico capaz de transformar lo personal en político, orientar la búsqueda de información, construir y analizar datos y auxiliar en el pensamiento que configura la escritura y es configurado por ésta. En la autoetnografía se respaldará el tratamiento de fuentes primarias de índole personal o vivencial pero, como indiqué, no se limita a ellos.

Si en el orden metodológico - para que se comprenda la intención y se evalúe su eficacia - me pareció suficiente mencionar a la autoetnografía. Tengo la certeza de que un fundamento epistemológico y teórico del trabajo emprendido en este capítulo requerirá echar mano de algunas perspectivas enroladas en la sociología cultural, en buena parte de Jeffrey Alexander (2006), sus adherentes y críticos (Arteaga Botello & Arzuaga Magnoni, 2016; Tognato, 2016; Cisnero Sosa, 2012; Alexander, Carballo, Cordero, & Ossadón, 2008). Y algo menos en la sociología praxiológica de Pierre Bourdieu (1989; 1979) - devenidos en enfoques casi antagonistas no solo por las corrientes nacionales y continentales a los que se adscriben, sino porque tendrán en sus respectivos trabajos críticas cruzadas hacia el otro, en especial, en lo referente a la noción de agente y la eficacia performativa (Saxe, 2015). Así, en esa oposición, ambos autores terminan por constituir un espacio teórico propiciatorio de lo que quise emprender al escribir la génesis organizacional.

Del primer autor, me interesa extractar y utilizar la noción de la dimensión cultural como variable independiente y dentro de este campo problemático, la de esfera civil, al parecer un concepto más operativo para mi enfoque de la práctica, de la construcción y reproducción de una organización social que irá a independizarse de los mismos esfuerzos personales e iniciales puestos en moldearla a través del tradicional concepto y práctica de la participación social (Menéndez, 2017 y 2006).

Del último, apelo a su noción de campo, y todo el sistema de conceptos relacionados y relacionales, capital, hábitus, estrategias y práctica, que se necesitan en el camino de reflexionar en torno de la práctica política como una concreción del campo y al mismo tiempo su actualización más reciente y casi siempre transitoria.

A mi modo de ver, la noción de esfera civil de Alexander se parece mucho, si es que no es ya una aplicación, a su modo, de las nociones de campo y de práctica de Bourdieu, soy consciente de que esta mirada y puesta en discursos de los conceptos de perspectivas tan rivales y de críticas cruzadas desde sus propios autores me conduce a mí misma a esa especie de melting pot teórico que denunció Bourdieu respecto de Parsons y de Alexander, cuando terminaba construyendo el sistema teórico más como una amalgama de posiciones que una elaboración –construcción- ajustada a la necesidad y práctica teórica vital en la construcción y análisis de datos, y en la escritura.

Al final, la bondad, amplitud y eficacia por mí pretendida podrá juzgarse al tomarse en consideración todo el capítulo, pues si la teoría procura alejarse del mote de teórica, ha de ser capaz de mostrar cómo se la construye y pone en juego respecto de la realidad a estudiar. Para ello, rogaré paciencia hasta el final del texto, que deseo sea lo suficientemente breve y comprensible, y no rechace la lectura crítica ni las relecturas apasionadas.

Luego de esta breve introducción teórico- metodológica a mis intenciones en la producción del presente capítulo, adelanto cómo divido las partes de lo que emprendo a continuación:

a) Razones para la constitución de una génesis de este espacio político.

Hasta bien entrada la primera década del siglo XXI, la dirección estratégica de aquello que devendrá en la Casa de la Mujer de la provincia de Misiones era, si no la principal, una de las principales preocupaciones y ocupaciones en mi función social de partícipe del campo político y, por lo tanto, pretendida lideresa dentro y fuera de la organización como tal.

Cambios en las condiciones de maduración de la organización en un proceso y estructuración de la nueva realidad política nacional y provincial, devinieron en la decisión de “jubilarme”, tras lo que me adscribí sin más a la categoría de Socia Emérita, luego de liderar el espacio más de 25 años. Desde entonces, mi activismo se retrajo a niveles casi inexistente, amén de mi preocupación continua por la problemática de la mujer en general y de los medios más adecuados para la acción y para su atención.

Por otro lado he leído y releído recientemente con atención los pocos trabajos académicos que refieren a partes, sino a toda la CMPM como instrumento de acción política partidaria (Rodriguez, 2002), no tanto de las mujeres a las que se pretende representar sino ya de algunas de sus principales dirigentes entre las que se me incluye, apelando a una estrategia discursiva que con intención o sin ella me rebaja a niveles desagradables, casi indignos con relación a las personas a las que se refiere como partícipes necesarios de la realidad que se estudia y a las que alude como si se trataran de objetos alejados de la dignidad de persona humana.

Otro estudio más cercano, alentado por la actual dirección de la Casa de la Mujer, se acerca más a lo que yo considero la realidad de la organización, pero su falta de sistematicidad, no por intención sino en su eficacia, deja de lado cuestiones fundantes para entender aquello que yo llamaré génesis de la emergencia y consolidación de la organización política, producto de las prácticas sociales situadas de sus fundadoras y de las fuerzas políticas que consolidaron o debilitaron las posibilidades en que evolucionó tanto la organización como su campo, sin considerar la perspectiva misma de la práctica.

Tal vez el recurso casi excluyente de la entrevista sin trabajo etnográfico profundo, en el primer caso, y un análisis documental sin una sistematización eficaz de la rica experiencia de sus participantes, terminarán condicionando la mirada emprendida y la comprensión alcanzada acerca de la realidad de la CMPM, que ultrapasa las historias de sus fundadores y dirigentes; historias que es imprescindible describir y analizar si en verdad se desea alcanzar una ciencia social de las realidad política de la parte que esta organización representa en la historia y devenir de la mujer misionera.

Sabido es que el privilegio concedido a una técnica por encima de otra, dentro y fuera de una metodología de investigación, o la falta de una articulación completa de las técnicas empleadas terminará dificultando los productos emergentes de la investigación y la escritura. Pero, además, la escritura sin explicitación de la posición desde la que se escribe y para la que se escribe suele traer aparejados no pocos problemas en la concreción de los productos escritos y comunicados.

En este intento de escribir y promover estas reflexiones no podría dejar de tomar en consideración los esfuerzos emprendidos por quienes se empeñan por describir y valorar la realidad social y política desde posiciones siempre definidas, aunque no por ellas conscientes y concientizadas.

La pertinencia de la labor fundacional

Bourdieu (1979, pp. 12-14) escribe que, para Sombart, el capitalismo, entendido como organización en su fase naciente es una realización del sujeto que devendrá en capitalista; el creador del capitalismo es un empresario no en cuanto a su concepción moderna sino de cierto de tipo de actor competente para dar lugar a lo que más tarde será el capitalismo en tanto sistema, en tanto totalidad que va más allá de las intenciones y voluntades particulares. Al inicio cuando todavía no podría decirse que había capitalismo en cuanto tal, son los actores, los cuasi capitalistas, determinados empresarios de carne y hueso los que construirán el capitalismo entendido como totalidad que excede el voluntarismo pero necesita de él. Una vez consolidado, su reproducción hará que sea el sistema el que haga a los capitalistas que lo reproducirán, sin solución de continuidad incluso con sus periódicas crisis, a pesar de todos los esfuerzos de agencias mundiales, continentales y movimientos sociales orientados a morigerar, al menos en parte, sus consecuencias más descarnadas.

Así, el ejemplo de Sombart, traído a cuento, por Bourdieu permite indicar la dificultad que representa para la investigación de una organización la puesta en foco de sus inicios, cuando la emergente “asociación civil” era, si no ya la expresión de la buena voluntad de bien común, al menos el deseo de actoras individuales que por solidaridad se reunirán en actitud diferenciadora, fundante y deseosas de perdurar. Pero si en la dialéctica entre los actos individuales y el todo emergente de tales actos, tanto Sombart como Weber aprecian el espíritu del capitalismo, es en los actos de las fundadoras donde yo localizaré la génesis de la CMPM.

Para hacer comprensible el rol fundador, para tornarlo explicable, parece necesario enfocarse en las actividades embrionarias, que son tales solo al precio de responder a la pregunta que desconfía de la perpetuidad de los instrumentos de acción social, por medio de los cuales las personas buscan alcanzar márgenes amplios de satisfacción, sin renunciar nunca a la labor de trabajo diario:

Planteando que los factores psíquicos o espirituales moldean la vida económica tanto como son moldeados por ella, Sombart recuerda que las organizaciones sociales son obras humanas y que, por tanto, el productor antecede al producto, razón por la cual afirma que el espíritu capitalista preexistía en cierto modo al capitalismo; es decir, que el capitalismo naciente fue fruto, en primer lugar, de temperamentos predispuestos a determinados comportamientos: temperamentos más introvertidos, más concentrados, más llevados al ahorro que al gasto, más contraídos que expansivos. Este tipo cumplido del burgués ya figura en Leone Battista Alberti, autor de un célebre tratado del siglo XV en el que elogia «el santo espíritu de orden» («santa cosa la masserizia»), caracterizado por el espíritu ahorrativo y la racionalización del comportamiento económico. No sólo —declara— no hay que gastar más de lo que se posee, sino que más vale gastar menos de lo que se posee, o sea, ahorrar, pues uno se hace rico no sólo ganando mucho, sino también gastando poco.

Son éstos los mismos preceptos que a partir del siglo XVII figurarán en los grandes tratados de «moralidad» burguesa, entre los que cabe destacar el escrito por Daniel Defoe hacia 1725, y en donde el autor de Robinson Crusoe, abogando por la autonomía de la actividad económica, hace la apología de la moral puritana al tiempo que condena las costumbres aristocráticas (de Benoist, págs. 11-12)

Ciertamente, la mirada bourdieuana acerca de las nociones de campo y práctica, requerirá aquello que se denomina hábitus, un concepto necesario para entender el papel de la práctica en la emergencia y reproducción no sólo de la/s práctica/s, sino ya del campo como espacio social estructurado.

Mi tesis es que no es posible considerar la génesis de la organización CMPM sin verse movido a apelar a recursos teóricos y metodológicos que escarben la realidad en torno de las prácticas que llevaron a las mujeres, en general, y a algunas en particular a dar nacimiento, crecimiento y madurez organizacional a aquella.

Encarar el conocimiento de las prácticas requiere ir más allá de la exégesis de las fuentes documentales para retomar, cuando ello fuera posible, otros elementos tales como las vivencias personales de los actores, lo que será suficiente o insuficiente según se los valore como un recurso que responde a preguntas, dando lugar al primado de la razón sobre el empirismo.

Ingresada en la polémica del por qué y para qué de la génesis de la CMPM, es oportuno considerar que atraer el conocimiento científico al plano de las vivencias personales de los actores no supone abandonarse a la ilusión idealista de que la realidad social es meramente un producto de la acción social como se suponía en toda la tradición teórica filosófica que diera lugar a la perspectiva individualista en las ciencias sociales, vigente al menos hasta bien entrados los sesenta del siglo XX. Entonces se emprendieron trabajos dedicados a criticar tanto el objetivismo como el mismo individualismo, tomando en consideración su limitada eficacia para dar lugar al conocimiento científico de la realidad social.

Por lo tanto, retomar el rol de la perspectiva individual en la génesis de estructuras sociales no es abandonarse a un individualismo, pero requiere de ciertos recursos metodológicos más eficaces que el mero análisis documental o la entrevista estructurada, sin el tratamiento adecuado.

En este intento de abordar la práctica sin caer en el individualismo, recuperando perspectivas metodológicas de las llamadas cualitativas, me propuse echar mano de la autoetnografía como estrategia fundante y garantía para construir y validar datos provenientes de mi experiencia personal en tanto iniciadora y lideresa de la CMPM.

Crítica al individualismo como recurso para construir y validar datos provenientes de las prácticas

Encontré en mi exploración bibliográfica la obra en general de Jeffrey Alexander (Alexander, 2006; Alexander, Carballo, Cordero, & Ossadón, 2008; Arteaga Botello & Arzuaga Magnoni, 2016) una consideración crítica de la forma en que se percibe y analiza la acción social, es decir, el comportamiento individual del sujeto orientado por significados, cuyo principal impulsor es reconocido modernamente en Weber y radicalizado en un enfoque objetivista por Parsons en su teoría del Sistema Social.

Pienso que es particularmente la renovada contribución a una sociología cultural de Alexander la que hará mella en mi consideración de utilidad para lo que aquí emprendo, pues es solidaria de la perspectiva que intento encarar al privilegiar la práctica – simil de la categoría de acción social – en la génesis de la CMPM, tomada como organización, producto inicial de las prácticas y ulterior determinante de los agentes, actores, agencias y agenciamientos a que da lugar en el campo político local, cuanto menos.

El sociólogo cultural de origen americano asume que en la consideración parsoniana de la acción social se tienden a confundir las categorías actors, agents y agency. Una publicación más reciente comenta al respecto: “no está en el orden de las macro o microfundaciones del comportamiento, sino que el concepto de acción confunde actores [actors] (las personas que actúan), agencia [agency] (libertad humana, libre albedrío) y agentes [agents] (aquellos que ejercen el libre albedrío)…” (Arteaga Botello & Arzuaga Magnoni, 2016).

Para poder ver en forma coherente y completa toda la problemática, el autor derivará y se posicionará en el concepto de esfera civil, tenido como un espacio que se rige por la lógica del sentimiento de pertenencia y solidaridad (Alexander, 2006; Tognato, 2016)

La esfera civil aparece así como un espacio intermedio de subjetividad y moralidad diferenciado al mismo tiempo del mercado y el poder casi razonando en el mismo sentido que lo hiciera Parsons, pero que, a diferencia de éste,