Completamente al azar - Olivia Gold - E-Book

Completamente al azar E-Book

Olivia Gold

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Beschreibung

Este libro devocional examina 366 objetos diferentes, desde llaveros y pétalos de margarita hasta autos de juguete y velos de novia, y muestra cómo los objetos que nos rodean, aunque parezcan insignificantes, pueden enseñarnos algo acerca de Jesús o de cómo vivir la vida cristiana.

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Completamente al azar

Lecturas devocionales para jóvenes

Olivia Gold

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenidos
Tapa
Dedicatoria
1° de enero
2 de enero
3 de enero
4 de enero
5 de enero
6 de enero
7 de enero
8 de enero
9 de enero
10 de enero
11 de enero
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Fuentes

Completamente al azar

Olivia Gold

Título original: That Was Random.

Dirección: Eric Richter

Traducción: Natalia Jonas

Diseño de tapa: Nelson Espinoza

Ilustración: Nelson Espinoza / Adobe Stock

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición, e-book

MMXXIII

Es propiedad. © Pacific Press Publ Assn, 2015. © Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-906-9

Gold, Olivia

Completamente al azar / Olivia Gold / Director Eric E. Richter / Ilustrado por Nelson Espinoza. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Natalia Jonas.

ISBN 978-987-798-906-9

1. Devocionario. I. Richter, Eric E., dir. II. Espinoza, Nelson, ilus. III. Jonas, Natalia, trad. IV. Título.

CDD 204.4

Publicado el 31 de agosto de 2023 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Dedicatoria

Este libro está dedicado a Amelia Pekar, quien me animó a que escribiera este devocional, y a Kerrie Schnell, quien me dijo: “Cada objeto nos enseña una lección sobre el amor de Dios”.

1° de enero

El abrepuertas del garaje

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).

Toqué el interruptor de la luz. Nada. El huracán Sandy no había destruido nuestro pueblo, pero el fuerte viento había cruzado por el vecindario echando por tierra los cableados y repartiendo ramas de árboles por doquier. En la oscuridad, intenté elegir ropa que combinara; y luego de vestirme me dirigí el garaje donde esperaba mi camioneta, a salvo. Desafortunadamente, cuando toqué el abrepuertas del garaje, recordé otra vez que no había electricidad. Estaba atrapada. Bajé de la camioneta y comencé a tirar y empujar la puerta del garaje, sin éxito. Tiré de todas las palancas y manijas, pero nada cedía. Finalmente, luego de pensar bastante (y de llamar por teléfono a mi papá), me trepé a la caja de la camioneta y comencé a presionar y a tirar de los cables que colgaban cerca del techo. Tiré de uno de los cables, levanté la puerta del garaje y logré escapar a la ventosa mañana.

En un día normal, jamás me esforzaría tanto. El abrepuertas de mi garaje tiene un botón que elimina la necesidad de empujar, tirar, jalar y levantar; todo con un simple toque. Los abrepuertas de garaje no requieren que hagamos un gran esfuerzo, y abren las puertas rápido y sin dolor. Pocas personas le darían un vistazo a un abrepuertas y luego elegirían elevar las enormes puertas solos.

Demasiado a menudo, intentamos controlar nuestra vida del modo más complicado. Pensamos que tenemos que hacer todo el trabajo duro nosotros, para escapar del pecado. Nos prometemos que dejaremos de chusmear, que nos ofreceremos de voluntarios en un comedor comunitario, que dejaremos de criticar a nuestros padres... Pero Dios no quiere que hagamos esto solos. Proveyó una solución más fácil. Él dice: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Cor. 12:9). La gracia de Dios nos garantiza la salvación del pecado, a pesar de nuestra incapacidad de rescatarnos a nosotros mismos. ¿Por qué, entonces, rechazamos el ofrecimiento e intentamos librarnos solos? Esa idea tiene menos sentido común que alguien se trepe al techo de su vehículo para tirar de los cables y luchar con un portón cuando tienen un abrepuertas eléctrico que funciona bien. Dios tiene tu situación bajo control. Solo necesita tu pedido.

2 de enero

Un copo de nieve hecho de papel

Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme (Lucas 18:22).

Entre las extravagantes producciones navideñas y los carísimos arreglos de luces, los copos de nieve de papel siguen siendo una de las decoraciones de invierno más baratas en el mundo. Hasta un niño de primer grado puede encontrar un pedazo de papel y crear este simple tributo al invierno. Con unos pocos pliegues y varios tijeretazos creativos, un pedazo de papel se puede convertir en un gran símbolo de precipitaciones heladas.

Los copos de nieve de papel tienen otra característica única que los distingue de muchas decoraciones invernales: cuanto más se reduce su masa, más aumenta su belleza. Comienzan como hojas de papel básicas, pero a medida que la tijera corta los pedacitos innecesarios de papel, la belleza comienza a aparecer. Con muchas tradiciones parece ocurrir lo opuesto: se agregan más guirnaldas de pino, más luces, más brillos, más renos, más bastones de caramelo en árboles y casas. Pero el copo de nieve se reduce más y más hasta que llega a su forma perfecta.

Nosotros, como los copos de nieve de papel, llegamos a nuestra belleza más pura luego de quitar el desorden innecesario en nuestra vida. Sin embargo, demasiado a menudo el amor a las “cosas” se entromete. El joven rico de Lucas 18 tenía este problema. Decía haber cumplido los mandamientos toda su vida, pero Jesús le dijo que tenía que ir un paso más allá: tenía que vender todo lo que tenía y seguir a Jesús. No sabemos lo que decidió finalmente ese joven, pero sabemos que “afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones” (Mar. 10:22).

Hoy los jóvenes tienen cronogramas llenos, relaciones dramáticas, dispositivos tecnológicos y armarios repletos. Algunas de estas cosas son muy útiles, pero cuando se llevan a un exceso, pueden interferir en nuestra relación con dios. Quizá pasamos tanto tiempo intercambiando mensajes de texto que nos olvidamos de orar; o quizá miramos tanto tiempo las redes sociales que no tenemos tiempo para leer la Biblia. Sin embargo, Dios tiene un plan mejor: él nos llama a simplificar nuestra vida y eliminar el desorden para tener el futuro más hermoso que podamos imaginar.

3 de enero

Una bolsa de arena

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jeremías 17:9).

Pum. Le pegué a un buzón de correo. Pum. Dos buzones. Pum. Tres buzones. Esta sería una mañana complicada.

La noche anterior había caído la primera nevada en Maine. Yo no tenía experiencia con los inviernos de Nueva Inglaterra, así que me había subido a la camioneta confiando en que todo saliera bien. Pero mis esperanzas se desvanecieron demasiado pronto. La caja de la camioneta comenzó a serpentear y sacudirse por la nieve resbalosa e hizo que la camioneta girara. La llovizna hizo que el volante fuera imposible de controlar y el foco delantero derecho tiró abajo tres buzones del lado izquierdo de la calle.

Mientras hacía las llamadas telefónicas necesarias y me quejaba de mi situación con amigos y familiares, recibí poca compasión. Todos parecían tener la misma sugerencia: “Deberías poner bolsas de arena en la caja de la camioneta”. De algún modo, nunca había escuchado de ese truco. Me parecía poco probable que una bolsa de arena pudiera controlar el invierno traidor entre mi departamento y el colegio. Sin embargo, escuché los consejos y, después de comprar un par de bolsas de arena en la ferretería local, nunca más tuve problemas con el hielo.

Mi camioneta necesitaba algo que la mantuviera estable en su viaje resbaladizo, y nosotros también. Los medios gritan “¡Sigue tu corazón!”, pero la Biblia dice: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jer. 17:9). No podemos confiar en él. Tenemos una guía más firme que nos mantendrá estables en las pendientes más resbaladizas de la vida: “Pero el fundamento de Dios está firme” (2 Tim. 2:19), y podemos confiar en su Palabra. Si seguimos nuestro corazón, chocamos y caemos en la ruina. En cambio, si podemos adoptar la oración de David como propia, diremos: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).

4 de enero

Una cáscara de banana

Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así (Hechos 17:11).

El humor bufonesco se utiliza, por ejemplo, a las cáscaras de banana como fuente de catástrofes físicas. Si un personaje animado se cae, su deceso suele ser por causa de esta fruta malgeniada. Solía preguntarme por qué los escritores y artistas pensaban que la cáscara de banana era tan peligrosa. Seguro podían encontrar un grupo alimentario más amenazante que explotar.

Una mañana, decidí probar el estereotipo y determinar yo misma el peligro de la banana. Mi alumna Micayla había traído una banana para el almuerzo y estuvo dispuesta a sacrificar la cáscara para mi experimento. Ambas salimos a la vereda frente al colegio y tiramos la cáscara de banana en el cemento.

–Entonces… ¿salto sobre ella nomás? –me preguntó Micayla, con un poco de nervios.

–Creo que es la única forma de saber –respondí–. Pero ten cuidado, por favor.

Micayla saltó tímidamente sobre la cáscara de banana, sin efectos adversos; y empezó a dudar de que la cáscara de banana fuera una gran amenaza. Yo estaba de acuerdo, pero decidí probar yo misma la cáscara ahora aplastada.

Desde ese salto, me convertí en una firme creyente del riesgo de la cáscara de banana. Aunque no me lastimé, mi corazón latió como nunca antes cuando la cáscara resbaló debajo de mi pie. Ahora sé que el estereotipo de los caricaturistas es cierto.

Los cristianos deberíamos probar las doctrinas con mayor profundidad. Lucas habla muy bien de los hombres de Berea, que aceptaron nuevas verdades solo después de estudiar las Escrituras y probar las doctrinas ellos mismos. En lugar de depender de su disposición de escuchar los mensajes de gracia de Pablo, sopesaron cuidadosamente cada detalle con la Escritura y con oración.

Hoy en día, solemos escuchar verdades de boca de padres, profesores, pastores y amigos. Pero eso no sustituye el estudio bíblico personal guiado por el Espíritu Santo. Pablo dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17). Siempre podemos depender de la Biblia; esa verdad no falla.

5 de enero

Un cierre

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).

John Lienhard, de la universidad de Houston, expresa su opinión sobre el cierre (la cremallera, el zíper) en Engines of our Ingenuity, “Episode 663”. Puedes leer todo lo que escribió sobre el tema en http://www.uh.edu/engines/epi663.html, pero algunos de sus pensamientos me parecieron especialmente sobresalientes.

Según Lienhard, el cierre no fue un éxito cuando fue inventado, a finales de la década de 1890. El diseño original tenía un sistema de enganche y desenganche en el que una manija corrediza realizaba la tarea humana de enganchar y desenganchar cada ganchito individual. Entonces, en 1913, un hombre llamado Gideon Sundback hizo su propio modelo. Este invento mejorado tenía dos tiras con muescas y una parte que resbalaba y las unía. De pronto, el ejército de los Estados Unidos quería usar el cierre en las botas, y poco después, el público se volvió loco.

¿Por qué este cierre modificado que más popular que el primero? Lienhard dice que el nuevo cierre tuvo popularidad porque se apartó por completo del antiguo método de gancho. El primer invento solo modificó los ganchos para que unir las dos partes fuera más fácil; pero el nuevo cierre revolucionó completamente la forma de unir ropa. Lienhard compara el cierre con el velcro, y dice “El velcro se apartó por completo de cualquier cosa que hubiéramos hecho con la ropa. El cierre no podía tener éxito hasta que también lograra ese tipo de alejamiento de su pasado”.

Así como el cierre tenía que dejar atrás los ganchos, nosotros tenemos que alejarnos de nuestro pasado cuando aceptamos a Jesús en nuestra vida. No podemos solo modificar un poquito nuestros hábitos para que sean más amigables con el cristianismo. Jesús quiere un cambio radical en nuestra vida. Quiere que hagamos cosas que nunca imaginamos intentar. Quiere re-crearnos por completo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). Permite que Dios te transforme por completo en un diseño nuevo e innovador.

6 de enero

Las botas con puntera de acero

Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén (2 Timoteo 4:18).

Donald sacó las botas nuevas de la caja y las miró con cuidado. Había ahorrado dinero hasta que pudo comprarse las mejores botas de trabajo disponibles, que incluían una puntera de acero para proteger sus pies mientras trabajaba. Donald metió los pies en las botas y las amarró bien. Se sentían bastante cómodas. Se veían bien. Pero quería saber si las botas valían el dinero que había gastado.

Salió fuera, y buscó algo que pudiera usar para probar la durabilidad de las botas. Revolvió entre las herramientas y, como no encontró nada lo suficientemente pesado, se dirigió a la construcción que había a media cuadra. Allí Donald encontró exactamente lo que necesitaba: un tubo de cemento de 200 kilos. Donald ubicó un pie debajo del tubo y lo arrastró de a poco hasta que logró que cayera sobre su bota. El impacto aplastó la bota, pero la puntera de acero protegió el pie de Donald, y no sufrió ningún daño. Buenas noticias: ¡las botas eran muy buenas! Malas noticias: Donald tuvo que pedir ayuda para cortar la bota y sacar el pie, y la bota quedó arruinada.

Escuché al tío Donald reírse de esta anécdota durante muchos años, pero su mala decisión nunca dejó de sorprenderme. Merecía haber perdido un par de dedos del pie por hacer algo tan imprudente. Sin embargo, se suponía que las botas con puntera de acero lo protegerían, y así fue.

Esta historia me recuerda a cada ser humano del mundo. Todos tomamos malas decisiones y merecemos lo peor, pero Dios prometió salvarnos. Incluso cuando nos equivocamos, podemos volver a Dios y pedirle que nos quite el castigo. ¡Y él lo hará! Dios nunca falló en cumplir sus promesas, y nunca lo hará. Puede protegernos de la terrible consecuencia del pecado: la muerte; y puede darnos la vida eterna para disfrutar con él.

7 de enero

Un disco de vinilo

¡Regocíjense en el Señor siempre! Repito: ¡Regocíjense! (Filipenses 4:4).

Desde que Thomas Edison descubrió la reproducción de voz sobre piezas dentadas de metal, el sonido grabado ha progresado. El fonógrafo, la rocola y la radio le han acercado música a las masas. Hoy tenemos iPods y teléfonos inteligentes que reproducen archivos; pero hace solo cuarenta años, nuestros padres y abuelos todavía escuchaban discos de vinilo sobre tocadiscos. Una aguja recorría las ranuras grabadas sobre el vinilo, y las vibraciones producían ondas de sonido que llegaban hasta el oído humano.

Durante mi niñez, mis padres tenían algunos discos de vinilo en el sótano. A mi hermana y a mí nos gustaba experimentar con el tocadiscos, que nos parecía una antigüedad exótica. Los discos torcidos parecían balbucear y gemir con tristeza, mientras que los discos polvorientos crujían y crepitaban como palomitas de maíz o bengalas. Los discos que más nos entretenían tenían grandes rasguños y repetían una palabra, una frase o una nota vez tras vez, vez tras vez, vez tras vez…

Algunas personas usan la frase: “A riesgo de sonar como un disco rayado” justo antes de repetir una opinión que ya dieron. Sin embargo, hay ciertas declaraciones que vale la pena repetir. Por ejemplo, el apóstol Pablo nunca dejó de compartir el gozo que le daba Dios. Sus alabanzas no cesaban. Escribió: “¡Regocíjense en el Señor siempre! Repito: ¡Regocíjense!” (Fil. 4:4). Dios nos ha dado en regalo inmensurable de la vida eterna, y podemos encontrar gozo en su promesa. Nunca deberíamos dejar de cantarle alabanzas. En nuestras oraciones, en nuestras conversaciones, en la música y en el uso que hacemos del tiempo podemos proclamar la alegría que encontramos. A riesgo de sonar como un disco rayado, podemos “estar siempre gozosos” (1 Tes. 5:16). “Otra vez digo: ¡Regocíjense!”.

8 de enero

Un trineo

El Señor su Dios, que va delante de ustedes, combatirá por ustedes, tal como lo hizo en Egipto ante sus ojos (Deuteronomio 1:30).

Cuando mi hermana y yo éramos chicas, disfrutábamos mucho de jugar afuera, especialmente en la nieve. Marcábamos ángeles en la nieve y hacíamos guerra de bolas de nieve. Pero nuestra actividad invernal favorita era deslizarnos por las colinas resbaladizas. Michelle tenía una habilidad especial de la que le gustaba alardear de vez en cuando. Podía deslizarse por una colina nevada solamente usando su traje de nieve. La tela escurridiza se deslizaba con facilidad sobre la nieve endurecida y, como ella era pequeña y liviana, no necesitaba un trineo (deslizador) para abrirse paso. Con tres años y medio más que Michelle, yo no lograba bajar la colina de la misma forma. La nieve se rompía bajo mi peso apenas me sentaba. Cada vez que trataba de deslizarme hacia adelante, la nieve se juntaba frente a mí y no me dejaba avanzar. Tenía que usar un trineo, que se extendía frente a mí abriendo paso por la nieve y aplastándola por mí.

Creo que nunca escuché a un pastor comparar a Dios con un trineo, pero se me ocurre que así como los trineos abren paso para sus pilotos, Dios viajaba frente a los israelitas de Egipto a Canaán, les abría paso y solucionaba los asuntos que ellos no podían abordar. Con Dios al frente, nada podía detenerlos y, finalmente, llegaron a la tierra que habían soñado durante tanto tiempo.

En la vida, todos llegamos a cierto punto en el que ya no podemos avanzar solos. No importa cuánto nos esforcemos por estudiar, actuar de manera amistosa o hacer lo correcto en general, no podemos solos. Necesitamos que alguien vaya al frente y pelee por nosotros para abrirnos paso donde ya no podemos. Dios puede hacer eso por nosotros. Él abrió un camino para su pueblo hace miles de años, y puede abrir un camino para ti también.

9 de enero

El bolsillo de un abrigo

Ustedes pensaron mal sobre mí, pero Dios lo encaminó para bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo (Génesis 50:20).

El invierno trae consigo los resfríos y un sinfín de narices que gotean. Por eso, cada temporada invernal tengo docenas de pañuelos descartables en los bolsillos de mi abrigo. Al final de la estación, cuando vacío los bolsillos, me preparo para lo peor, sabiendo que pueden haber quedado algunos pañuelos usados. Pero a veces, cuando meto la mano en el bolsillo para limpiarlo, saco un billete de cinco dólares, o incluso uno de diez, en lugar de un pañuelo sucio. ¡Qué buena sorpresa!

Revisar un bolsillo olvidado trae todo tipo de sorpresas inesperadas, y nuestra vida también. Los billetes de cinco dólares entre pañuelos sucios son como las bendiciones sorpresa de Dios en momentos complicados. José, de jovencito, aprendió esto cuando sus hermanos lo vendieron a la esclavitud. Uno no esperaría que nada positivo salga como resultado de convertirse en esclavo. José enfrentó la traición de sus hermanos, acusaciones falsas de la esposa de su amo e ingratitud de otro prisionero. Su vida parecía empeorar con cada paso. Pero como sabemos, Dios usó a José para salvar a toda la nación de Egipto, e incluso a su familia. Tiempo después, les dijo a sus hermanos: “Ustedes pensaron mal sobre mí, pero Dios lo encaminó para bien...” (Gén. 50:20). Había recibido una bendición sorpresa.

Nuestra vida, como el bolsillo de un abrigo, puede juntar experiencias sucias y desafortunadas, pero así como Dios obró para bien en la vida de José, puede regalarnos bendiciones inesperadas en cualquier circunstancia.

10 de enero

Una motosierra

El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto (Lucas 16:10).

Un año, mi unidad del Club de Conquistadores decidió hacer la especialidad de escultura en jabón. Yo no lo pensé dos veces y me anoté: me encantaban el arte y las manualidades. El primer día de clase, nuestra instructora nos mostró algunas esculturas en jabón que aprenderíamos a hacer: vimos imágenes de animales y muñecas en jabón. Mis amigos y yo estábamos emocionados por empezar. Finalmente, luego de aprender sobre la historia del jabón y de cómo hacer jabón nosotros mismos, nuestra instructora nos dio una barra de jabón y un cuchillo para mantequilla a cada uno. Elegimos una imagen de modelo, desenvolvimos la barra de jabón y comenzamos a esculpir con los cuchillos.

Yo elegí una imagen de un cachorrito como modelo, e intenté grabar un rostro en el costado de la barra de jabón. Desafortunadamente, el producto final no parecía más que una barra de jabón herida por un cuchillo para mantequilla; pero todos disfrutamos de la especialidad de manualidad en jabón.

Un cuchillo para untar definitivamente no es suficiente cuando los escultores tallan imágenes en troncos de árboles, en lugar de en barras de jabón. Estos artistas usan motosierras enormes para quitar madera hasta que solo queda la escultura. Si a un escultor le costara tallar jabón con un cuchillo para mantequilla, ¿te parece que otros le pagarían para usar una motosierra en sus árboles? Probablemente no. Por otro lado, si una persona puede hacer una imagen detallada y creíble a pequeña escala, otros podrían confiar en que esa persona haría un buen trabajo con una motosierra también.

Jesús expresó este concepto cuando dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Luc. 16:10). Yo no tengo el talento de tallar jabón, y no puedo cambiar eso; pero puedo esforzarme en otras cuestiones pequeñas. Puedo esforzarme por entregar mis trabajos a tiempo, por cumplir con mis responsabilidades y por ayudar a otros, incluso cuando parezca que se trate de situaciones triviales. Cuando Dios ve mi fidelidad en lo poco, me guiará a cosas más grandes en el momento oportuno.

11 de enero

Un cubo de hielo

Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel (Jueces 16:20, 21).

Hace poco, mis padres compraron una refrigeradora (heladera, frigorífico) nueva. Conserva comida refrigerada a la derecha y congela a la izquierda. En la puerta del congelador hay un dispensador de hielo que produce cubos de hielo y los deja caer en el vaso. Como cualquier cubo de hielo, mientras permanezcan en el congelador están sólidos y listos para usar, pero apenas caen en un vaso de agua, comienzan a derretirse. Necesitan del congelador para mantenerse fuertes y sólidos.

Así, Sansón se parecía a un cubo de hielo cuando seguía la voluntad de Dios para su vida. Mientras permaneció dentro de la voluntad de Dios, tuvo una fuerza sobrehumana. Podía despedazar leones con solo sus manos y levantar los portones de la muralla de sus bisagras. Por otro lado, cuando Sansón dejó su religión para ir tras muchachas paganas y satisfacer sus propios deseos, se alejó del plan de Dios para su vida. Esta decisión tuvo consecuencias graves para Sansón: su fuerza desapareció y los filisteos lo aprisionaron.

Sin embargo, Sansón todavía tenía esperanza. Cuando un cubo de hielo se derrite y se convierte en agua, puede volver al congelador para ser transformado nuevamente en un cubo de hielo. Puede recobrar su fuerza previa. Y lo mismo ocurrió con Sansón. Minutos antes de su muerte, oró y Dios le dio fuerza para empujar las columnas que sostenían un edificio entero, y acabar con la vida de todos los idólatras que se encontraban allí.

Deberíamos aprender de Sansón y el cubo de hielo, y permanecer en la voluntad de Dios para así ganar fuerza gracias a él. Incluso si nos hemos apartado de él, siempre nos dará una nueva oportunidad de regresar y volver a ser fuertes por su voluntad.

12 de enero

Un botón

Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación (Colosenses 1:17, NTV).

La compra del vestido de novia es una de las experiencias más emocionantes y estresantes para las novias en todas partes. Los negocios tienen cientos de estilos y posibilidades interminables. Para el tipo de escote, las chicas pueden elegir entre cintas amarradas, corazón, cuello en V o cuello redondo. Para la silueta, pueden elegir entre acampanado, de gala, sirena o tubo. La tela puede ser tul, encaje, satén o tafeta. Y además del estilo general, las chicas tienen que elegir el tipo de cierre que prefieren: cierre, botones, ganchos o lazos.

Luego de comprometerme con mi esposo, comencé a recortar imágenes de vestidos de novias de revistas y a prestar atención a los estilos que me gustaban. Luego de visitar varios negocios, elegí un vestido acampanado, con cuello en V, de encaje, con veinte botones blancos en la espalda. Cuando lo llevamos a la modista, le hizo algunos cambios para ajustar el tamaño y reforzó los botones. Nadie quiere que se le abra un botón en el medio de la ceremonia. Algunas novias quizás eligen que su vestido tenga botones por cómo se ven, pero en realidad, ellos mantienen cerrada la abertura.

Como un botón, pero infinitamente más grande, Dios mantiene unido el mundo entero. Lo creó en solo siete días, pero sigue involucrado, tanto a nivel cósmico como a nivel personal. Mantiene la Tierra suspendida en el universo, y también se preocupa por consolarnos cuando tenemos un mal día. Algunas personas pueden hacerse llamar cristianos porque es algo popular, pero Dios es mucho más que una declaración popular. Sin él, nos derrumbaríamos; pero con él, podemos permanecer firmes hasta el fin del tiempo.

13 de enero

Un diente de tiburón

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3).

Cuando tenía 6 años, perdí mi primer diente durante una clase de gimnasia. Paso seguido, lo perdí literalmente, y tuve que buscar entre todas las colchonetas para ver dónde había caído. Cuando lo encontré, lo guardé en un recipiente cerrado para mostrárselo a todos mis amigos. Que se cayera un diente era algo muy importante, y sentí que finalmente estaba creciendo.

Por otro lado, para los tiburones perder un diente es algo casi diario. Cada tiburón pierde miles de dientes en la vida, para hacer lugar para los nuevos dientes que crecen todo el tiempo en su boca. Como estas criaturas pierden una gran cantidad de dientes a lo largo de la vida, muchas personas encuentran dientes de tiburón en la playa y los usan en collares. Quizás esas personas no se dan cuenta de que la muda de dientes de los tiburones es semejante a la vida cristiana.

Cada mañana, cuando nos despertamos, tenemos que dejar el viejo “yo” atrás. Pablo escribió: “Por el orgullo que siento por ustedes en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día me expongo a la muerte” (1 Cor. 15:31). Él animó a otros a hacer lo mismo y dejar atrás el viejo “yo”, así como los tiburones dejan atrás sus dientes. Algunas personas temen extrañar su vieja vida, pero así como a los tiburones les crecen dientes nuevos donde tenían los viejos, Dios nos da una nueva vida para reemplazar la anterior. Cuando nos entregamos a él, “nacemos de nuevo”. Cada día podemos experimentar esta nueva vida y recibir el gozo abundante que Dios quiere darnos.

14 de enero

Un silbato para perros

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen (Juan 10:27).

La familia de mi esposo vive con una pequeña manada rebelde de mascotas. La familia Gold pasa la mayor parte de su tiempo “libre” intentando mantener el orden entre su pájaro, su rana, sus tres gatos y sus dos perros. Antes, la familia de mi esposo, Dustin, tenía que gritar para que los animales entraran, y después tenían que gritar para convencer a los animales a salir. El hogar era una mezcla constante de gritos, ladridos, chillidos, graznidos y ruegos.

Para llamarle la atención más rápido a los animales, la familia compró un silbato para perros. Los silbatos para perros tienen un tono agudo que los humanos no pueden oír; pero los oídos de los animales escuchan el sonido al instante. Al segundo que la señora Gold hace sonar el silbato, los ojos de todos los animales están fijos en ella, y logra que cada uno vaya al lugar indicado sin molestar a los vecinos.

Así como solo los animales pueden oír el tono agudo del silbato para perros de la señora Gold, solo los seguidores de Dios pueden oír claramente su voz. Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Otras personas pueden no identificar su “silbo apacible y delicado” (1 Rey. 19:12), pero el pueblo de Dios presta atención cuando escucha el sonido.

Si nos cuesta escuchar la voz de Dios, o si tenemos dificultades en identificar adónde nos está guiando, podemos pasar más tiempo estudiando su Palabra y conociéndolo mejor. Cuanto más cerca de él estemos, más claramente lo oímos. Esfuérzate por familiarizarte con la voz de Dios a través de la Biblia hoy.

15 de enero

Una botella de champú

Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez (Proverbios 19:20).

En la universidad, para muchos estudiantes darse una ducha (bañarse en la regadera) es una batalla de velocidad. Los trabajos prácticos y los calendarios atestados les dejan poco tiempo o lugar para bañarse. Mi hermana Michelle se llevaba un cronómetro a la ducha cada día para asegurarse de tener suficiente tiempo para todas sus responsabilidades, pero yo siempre me tomaba mi tiempo, pues sabía que esos minutos en la ducha serían los únicos momentos que estaría lejos de los libros. Disfrutaba leyendo sin apuro el dorso de las botellas de jabón líquido y champú, y a menudo me distraía con las fascinantes instrucciones que tenían.

Todas las botellas de champú muestran una lista de ingredientes e instrucciones generales, pero algunas de las botellas de mis compañeras hacían más que describir el champú. Tenían “consejos” aleatorios que me decían cómo vestirme para clases. “¡Prueba una blusa con cuello barco hoy!”, “¡Ponte zapatillas de colores brillantes con joyas incrustadas para alegrar tu atuendo!” Como si mis profesores no me dieran ya suficiente para hacer, las botellas de champú también tenían que sumar sus consejos. Esas botellas claramente eran las más interesantes, pero yo me reí de lo ridículo de las sugerencias. Ah, de paso, nunca me puse un cuello barco ni zapatillas con joyas incrustadas.

De hecho, no me suele gustar que otras personas (o botellas) me digan qué hacer. Siento que puedo hacerme cargo de mi vida sola, y los cuellos bote no me quedan bien. Esta actitud hace que versículos como Proverbios 19:20 me sean difíciles: “Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez”. Aunque no necesito recibir consejos de una botella de champú, probablemente debería escuchar más a menudo a mis amigos y familiares. Recibir consejos no quiere decir que yo sea tonta o incapaz. Salomón escribió: “El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio” (Prov. 12:15). Escuchar instrucciones y recibir consejos piadosos es prueba de nuestra sabiduría.

Cuando tengas que tomar una decisión, ¿por qué no le pides consejo a tus padres, a un profesor o a un pastor en quien confíes? Ellos quizá tienen sabiduría que les gustaría compartir contigo.

16 de enero

Una frazada eléctrica

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).

Hoy en día, las etiquetas de advertencia en ciertos productos están mucho más presentes que antes. Por ejemplo, las sierras eléctricas de banco incluyen advertencias que le informan a la gente que poner un dedo en la trayectoria de la cuchilla encendida puede causar una herida. Los juguetes con partes pequeñas tienen advertencias de asfixia y muerte; y a veces se los prohíbe por completo. Estas etiquetas de advertencia y prohibiciones masivas para algunos productos en el mercado parecen señalar a un miedo creciente a cualquier cosa que, incluso, pueda insinuar un posible peligro.

Las frazadas (mantas, colchas) eléctricas tienen algunas de las peores advertencias de todas, aunque solo presentan una amenaza menor si se las usa correctamente. Sin embargo, la información que circula no apoya la gran cantidad de rumores sobre las frazadas eléctricas. Algunas personas hasta han llegado a sugerir que usarlas causa cáncer, cuando en realidad, múltiples investigaciones han evaluado a usuarios de frazadas eléctricas, y nunca se ha encontrado ninguna conexión entre las frazadas calentitas y la enfermedad mortal. La gente solo asume lo peor.

No solo corremos asustados de productos “arriesgados” que presentan poco peligro real, sino que también huimos de nuevas experiencias que presentan mucho menos riesgo del que tememos. Nos es fácil acostumbrarnos a una rutina cómoda, y cuando Dios nos llama a probar algo nuevo o a unirnos a un ministerio que no conocemos, comenzamos a temblar. En 2 Timoteo leemos que “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Tim. 1:7). El miedo que sentimos no proviene de Dios, sino de nuestra egoísta preocupación. Si Dios nos llama a contarle a un amigo lo que Dios hizo por nosotros, ¡deberíamos contarle! Si Dios quiere que cantemos para desconocidos en el hospital, ¡deberíamos cantar, sin duda! Es fácil pensar en todo lo que podría salir mal o en lo que podría pensar la gente, pero nuestra imaginación puede crear todo tipo de riesgos si no la mantenemos bajo control.

Sin importar el temor en nuestro corazón, Dios puede protegernos si obedecemos su llamado. David escribió: “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro” (Sal. 91:4). No necesitamos temer.

17 de enero

La lejía

Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve (Salmo 51:7).

Mi papá abrió la puerta de la secadora y sacó sus camisetas rosadas. Pero espera… ¡él no tenía ninguna camiseta rosada! De algún modo, las camisetas blancas de mi papá se habían lavado con las sábanas nuevas color morado. El pigmento se había infiltrado en el agua, y sus camisetas blancas salieron con un tono rosado hermoso. Esta hubiera sido una situación trágica para mi padre muy varonil pero, afortunadamente, teníamos una botella de lejía a mano, y rápidamente remediamos la situación.

La lejía quita manchas de la ropa, y también saca suciedad de la ducha o del inodoro. La lejía restaura todo a su condición blanca y limpia; y a veces hasta queda más blanco que antes.

Dios nos creó a todos a su imagen: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:27). Desafortunadamente, el pecado nos manchó y nos ensució hasta que ya no parecemos hijos e hijas de Dios. Nos es demasiado fácil poner nuestra comodidad por encima de los otros, criticar en lugar de animar, o hacer nuestras propias reglas. Como la lejía, la salvación de Dios puede limpiarnos de esas impurezas y hacernos más puros que antes. Por eso, David le pidió a Dios: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve” (Sal. 51:7). Confió en que Dios, su Hacedor, podría restaurarlo a su imagen.

Recuerda que, sin importar qué estés enfrentando, Dios puede hacerse cargo de ello. Él puede hacerte puro de nuevo.

18 de enero

El aro de hula-hula

No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús (Filipenses 3:12).

Quien le puso nombre al aro de hula-hula tenía una visión distorsionada de la danza tropical. En realidad, usar este juguete no se asemeja en nada a un elegante isleño. La cadera tiene que moverse rápidamente mientras los brazos, casi en pánico, no deben entorpecer la trayectoria del aro. Si pudiera renombrar este juego popular, lo llamaría el “histérico aro en movimiento”.

Las personas tienen que moverse rápido cuando juegan con un histérico aro en movimiento; de lo contrario, el aro cae al suelo por falta de movimiento. A los niños les encanta el desafío de moverse lo suficientemente rápido para evitar que el aro se deslice hasta el suelo.

En nuestra vida también necesitamos permanecer en movimiento, especialmente en nuestro caminar espiritual con Dios. Incluso cuando tenemos ganas de darnos por vencidos, debemos continuar. No podemos dejar que nuestra relación con Dios se vuelva ociosa y desaparezca entre las actividades de nuestra rutina diaria. Debemos seguir avanzando en Cristo.

Pablo, que había experimentado ceguera, encarcelamiento, naufragio y más dificultades, sabía que no podía permitir que sus problemas obstaculizaran el avance. Él dijo: “...sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Fil. 3:12). Como Pablo, ¡tenemos que seguir en movimiento! Aunque estemos cansados o nos sintamos desanimados, nada mejor que movernos rápidamente hacia el premio que Dios tiene para nosotros.

19 de enero

Una funda de almohada

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (Eclesiastés 3:1).

Las fundas de almohadas (sobrefundas) retienen los aceites y las bacterias que nuestro rostro libera durante la noche. Allí se juntan gérmenes, que vuelven a transferirse a nuestro rostro durante las noches siguientes. Como las fundas de almohada sucias causan todo tipo de acné y otros problemas, es sabio cambiarlas a menudo y mantener limpia la piel de nuestro rostro.

Cambiar las fundas de las almohadas puede parecer una tarea hogareña más, pero para mí era un aspecto fascinante de decoración. Cuando estaba en la universidad, mi tía Pat me enviaba una funda de almohada nueva cada mes, y cada funda tenía un personaje de la tira de Charlie Brown disfrutando de una festividad distinta. Ahora tengo una funda de Snoopy en el día de San Valentín, otra de Lucy en el Día de la Independencia, y muchas otras fundas divertidas para elegir.

Sabemos que tenemos que cambiar las fundas de almohada, pero a veces olvidamos que un cambio en nuestra vida también puede ser bueno. Es cierto que algunos momentos felices llegan a su fin, pero hay un tiempo para todo, y llegarán nuevas oportunidades. No querríamos permanecer para siempre en el colegio y perdernos las aventuras de la vida. No querríamos pasar toda la vida con los mismos dos o tres amigos y perdernos de conocer un montón de personas más. A veces tenemos que confiar en que los cambios serán positivos.

Hay un momento para disfrutar de cada una de mis fundas de almohadas de Charlie Brown, y “todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Ecl. 3:1). Cuando sientas que la vida está cambiando y no la puedes controlar, recuerda que Dios puede estar trayendo algo todavía mejor a tu vida. Espera y verás qué trae la próxima temporada.

20 de enero

Un cepillo de nieve

Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse (Lucas 12:2).

Cada vez que vuelvo a Maine después de pasar las vacaciones de invierno, encuentro a mi camioneta enterrada viva, cubierta de montañas de nieve. Incluso cuando dejo la camioneta afuera durante un día escolar nevado, regreso y encuentro la camioneta que parece más una tortuga albina dentro de su caparazón que un vehículo. Desafortunadamente, tardé siete meses (cuatro de ellos de invierno) hasta finalmente ceder y comprarme un cepillo de nieve bueno con qué limpiar la camioneta. Antes de eso, intentaba sacar la nieve con las manos o con una tarjeta de crédito. Pero ¡qué diferencia hace el cepillo! Ahora puedo limpiar el parabrisas en menos de un minuto, y puedo quitar la nieve de toda la cabina en menos de tres. Una vez quitada la nieve de la camioneta, puedo abrir la puerta y ver lo suficiente como para manejar. Entonces, puedo seguir mi camino, tranquila y contenta.

Así como la camioneta se esconde debajo de grandes montículos de nieve, los cristianos también tendemos a esconder nuestro verdadero yo bajo gruesas capas de sonrisas y simplemente yendo a la iglesia. Algunos escondemos pensamientos negativos, adicciones al sexo, estrés emocional o abuso de sustancias pensando que nadie lo notará. Afortunadamente, Dios quita nuestros disfraces y ve todo. “Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse” (Luc. 12:2). Dios puede descubrir todo lo que has intentado esconder y traerlo a la luz. Sí, eso puede sonar bastante incómodo, y puede disgustarte durante un tiempo. Pero cuando el dolor y los pecados secretos pierden su disfraz, Dios puede comenzar a obrar. Puede tomar el volante y ayudarte a continuar tu camino.

Si sientes ganas de esconder tus heridas y errores, recuerda que con el tiempo todo saldrá a la luz. No esperes, quita las capas ahora mismo. Habla hoy con tus padres o con un pastor o capellán de confianza, y acepta su ayuda. Dios quiere continuar este viaje contigo.

21 de enero

Un botón de llamada

Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez (Proverbios 19:20).

Recibí mi primer teléfono celular para mi decimosexto cumpleaños e, inmediatamente, comencé a grabar tonos personalizados, a agregar contactos y a fotografiar todo lo que veía. Aunque me encantaba mi teléfono nuevo, me negaba a hacer llamadas. Odiaba las llamadas telefónicas y las evitaba todas las veces que podía. Si sonaba el teléfono, me acercaba a él tan lentamente como podía, con la esperanza de que dejara de sonar antes de poder responder la llamada. Si tenía una pregunta sobre una tarea escolar, miraba el teléfono varios minutos y al final decidía enviar un mensaje de texto. No presionaba el botón de llamada por nada.

Seis años después, me encontraba en un noviazgo a larga distancia, y no me hubiera sentido completa sin el botón de llamada. Lo usaba cada mañana y cada noche para llamar y aceptar llamadas, además de los mensajes de texto y las videollamadas por Skype. Ansiaba la comunicación y las llamadas que me ofrecía. El botón de llamada fue imprescindible para esa relación.

Entiendo completamente la ansiedad social y los incómodos obstáculos de comunicación, pero a veces necesitamos hablar con otros. Dios nos dio una comunidad para compartir experiencias, consejos y sabiduría unos con los demás. Solo necesitamos insistir más allá de esa incomodidad inicial y hacer la llamada cuando necesitamos ayuda. Podemos llamar a nuestro pastor cuando no entendemos un texto bíblico. Podemos quedarnos después de clase y pedirle consejo a un profesor. Podemos escuchar las anécdotas y las lecciones aprendidas por nuestros padres en su juventud. Y, lo más importante de todo, podemos escuchar la suave voz de Dios.

Presionar el botón de llamada del celular marca la decisión de depender de otros además de en ti mismo, y esa actitud debería ser parte de cada aspecto de tu vida. Dios quiere que escuchemos los consejos a fin de que nosotros también seamos sabios (Prov. 19:20).

22 de enero

Una bola de nieve

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como algunos acostumbran, sino animémonos unos a otros, y tanto más cuando ustedes ven que el día se acerca (Hebreos 10:24, 25).

Todo el dormitorio de señoritas de la Southern Adventist University estaba frente a las computadoras, esperando el veredicto.

“SE CANCELAN LAS CLASES PARA MAÑANA…”

Gritos de alegría se escucharon por todo el dormitorio. Las chicas del piso de arriba corrían y saltaban. Los teléfonos zumbaban con planes para el día de nieve. Mis amigas y yo tomamos las valijas y empacamos para un fin de semana largo. Con la cancelación de las clases del viernes, podíamos ir temprano a casa.

Nuestro hogar en Ohio tenía más nieve que Tennessee, y como estudiantes universitarios, nos pasamos la mayor parte del fin de semana arrojándonos nieve unos a otros, y empujándonos unos a otros en la nieve. Para algunos de mis amigos, arrojar nieve era una aventura nueva. Nunca antes habían apretado nieve entre las manos ni la habían moldeado para formar una bola sólida y congelada. Pero, aunque no habían crecido en un clima frío, instintivamente sabían cómo hacer una bola de nieve, y sabían que era necesario apretar la nieve para que volara. Si hubiéramos arrojado nieve suelta, no hubiera viajado muy lejos; pero las bolas de nieve bien apretadas volaban por el aire con fuerza y creaban batallas de nieve que espero nunca olvidar.

Una bola de nieve pierde fuerza, velocidad y distancia si no está bien apretada, y los seres humanos tienen el mismo problema. Cuando no nos conectamos con otros cristianos, tenemos un menor impacto que el que tendríamos si formáramos vínculos sólidos con otros creyentes. Necesitamos unirnos con quienes aman a Dios tanto como nosotros. Cuando formamos grupos de jóvenes y tenemos estudios bíblicos o servimos juntos a la comunidad, logramos un impacto increíble. En el libro de Hebreos, Pablo explica cómo los cristianos pueden ayudarse unos a otros: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de reunirnos, como algunos acostumbran, sino animémonos unos a otros, y tanto más cuando ustedes ven que el día se acerca” (Heb. 10:24, 25). Al trabajar juntos podemos animarnos a avanzar más de lo que cada uno podría individualmente.

23 de enero

Los carámbanos

El Señor respondió: “Si tuviesen fe como un grano de mostaza podrían decir a este sicómoro: ‘Desarráigate y plántate en el mar’, y les obedecería” (Lucas 17:6).

Las ramas de los árboles se mecían precariamente sobre la claraboya, apenas visibles por la nieve que se arremolinaba. Había comenzado a creer que los habitantes de Maine no sabían nada de la cancelación de clases a causa de la nieve, pero finalmente las autoridades superiores habían cancelado las clases por las peligrosas condiciones climáticas. Me volví a meter en la cama y enterré la cabeza entre las frazadas, intentando bloquear el sonido del viento. Cuando me desperté, ya no había viento, pero sí había 65 centímetros de nieve en el patio. Los árboles tenían ramas cubiertas de cristales y el camino había desaparecido por completo bajo los copos de nieve.

Pero mi descubrimiento más sorprendente fue la formación de carámbanos (agujas de hielo) sobre el dintel de la puerta de mi vecino. Luego de pasar varios años en el sur de los Estados Unidos, me había olvidado de los carámbanos, y me intrigaban más que nunca. Parece totalmente imposible que un diminuto hilo de agua forme una lanza de hielo gigante en cuestión de horas; pero así es exactamente como se forman. Una gota minúscula se congela; otra gota se suma a esa y la alarga. Una gota a la vez, el hielo aumenta en tamaño y en fuerza. El carámbano puede llegar hasta el suelo, una gota tras otra.

Muchos cristianos tienen una fe de bebé, pero Jesús dice que una fe tan pequeña como un grano de mostaza puede desarraigar árboles y plantarlos en el mar (Luc. 17:6). Si le pedimos a Dios que aumente la fe que tenemos, poco a poco esa fe se hará más grande y fuerte. Marcos cuenta la historia de un padre que acudió a Jesús y le pidió que sanara a su hijo. El padre clamó: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Mar. 9:24). Debemos unirnos a esa oración cada día. Quizá solo tenemos una gota de fe propia, pero Dios hará crecer esa fe hasta que se haga inquebrantable.

24 de enero

La señal de cruce de venados

Por tanto, estén preparados también ustedes, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no piensan. (Mateo 24:44).

Me levanté de la cama y me estiré, todavía con sueño. Con los ojos todavía entreabiertos por la luz de la mañana, crucé el pasillo a la sala de estar. A medio bostezo, miré por la ventana y el susto me terminó de despertar. Dos venados (ciervos) machos estaban luchando entre ellos, ambos sobre sus patas traseras, moviendo la cornamenta frenéticamente de lado a lado. Me acerqué a la ventana de un salto, a pocos metros de los venados en pleno combate. Pero cuando llamé a mis padres para que vinieran a ver, los venados me vieron y corrieron a los bosques.

Este no fue el final de mis encuentros con venados en el patio trasero. Manadas enteras venían a pastar en nuestro patio, y algunos rondaban ocasionalmente por el perímetro de la propiedad. Mi gato a menudo olvidaba que no era venado también, y se unía a ellos, deambulando por el patio. Nunca nos cansábamos de mirar sus travesuras por las ventanas de la cocina y de la sala de estar.

Cuando veo una señal de cruce de venados, la tomo en serio, porque a lo largo de mi vida he visto muchos venados. Los he visto en una postura agresiva, de lucha, y también en su postura más vulnerable, comiendo. Generalmente, cuando veo una señal de cruce de venados, no hay venados cerca. Suelo bajar la velocidad de la camioneta y observar con cuidado de todos modos, y luego sigo mi camino. Pero no ver un venado no quiere decir que debiera ignorar la señal. Algún día, cuando pase una señal de cruce de venados, habrá un venado. Cuando eso ocurre, quiero estar preparada. Hay demasiados venados atropellados a la vera de la ruta porque la gente ignora las señales y avanza a gran velocidad.

Toda la vida hemos escuchado: “¡Jesús viene pronto!”. Vemos las señales de los tiempos y cantamos himnos sobre la segunda venida, pero a veces parece que nos estamos preparando para un evento que nunca ocurrirá. Sin embargo, así como las señales de cruce de venados, estas señales también se cumplirán. Jesús volverá; solo que no sabemos cuándo. Mientras tanto, debemos ser cuidadosos. Jesús dijo: “Por tanto, estén preparados también ustedes, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no piensan” (Mat. 24:44). Debemos estar preparados constantemente para que, cuando llegue el momento, estemos listos para ver al Rey.

25 de enero

El protector plástico de una afeitadora

No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y los ladrones socavan y roban. Sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni polilla ni óxido corroen, ni ladrones destruyen ni roban. Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí estará también su corazón (Mateo 6:19-21).

Un protector plástico para afeitadora (rasuradora) parece una gran idea, pero es mi pesadilla durante treinta segundos cada mañana. En lugar de proteger la hoja de metal, el protector plástico en realidad atrapa gotitas de agua y las mantiene contra el metal, lo que hace que se oxide antes de tiempo. Para realmente proteger la afeitadora, tengo que tomar el protector plástico, sacudirlo, soplarlo dos o tres veces, soplar la hoja de la afeitadora al menos dos veces, y luego colocar el protector. Últimamente, se me ha hecho más efectivo simplemente colgar la afeitadora boca abajo y dejar que el agua gotee, sin el protector puesto. Eso alarga la vida útil de la afeitadora al menos un par de semanas.

Un protector plástico para afeitadora a menudo no logra mantener la afeitadora sin óxido y, de manera similar, nuestros intentos humanos por proteger nuestros mayores tesoros también fracasan. Pero Jesús sugirió una solución para este problema. Dijo: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corroen, y los ladrones socavan y roban. Sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni polilla ni óxido corroen, ni ladrones destruyen ni roban” (Mat. 6:19, 20). La mejor manera de proteger nuestros tesoros es guardarlos en el cielo. Un collar de diamantes, un coche deportivo, una carta de amor o un videojuego pueden estropearse, pero el gozo, la paz y el amor de Dios durarán para siempre. Si pones todas tus esperanzas y sueños en una vida feliz en el cielo, nada podrá decepcionarte, porque Dios te prometió esa vida, y nada puede destruirla. Nosotros podemos tener el poder de un protector plástico para afeitadoras, pero solo Dios puede protegernos del óxido.

26 de enero