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Contra la religión es una crítica mordaz y divertida a la religión y sus prácticas. El autor cuestiona las creencias religiosas, la enseñanza de la Biblia y el concepto moderno de "Dios". Twain presenta una visión alternativa sobre estos temas y pone en tela de juicio las creencias religiosas desde un punto de vista humorístico e irónico.
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Seitenzahl: 71
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Traducción de ÍÑIGO GARCÍA URETA
Prólogo de MARIO MUCHNIK
Primera edición, 2023 [Primera edición en libro electrónico, 2024]
Distribución mundial
Título original: Autobiography of Mark Twain (fragmentos
D. R. © 2021, Trama Editorial Publicado por acuerdo con Trama Editorial
D. R. © 2023, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho Ajusco, 227; 14110 Ciudad de México
Comentarios: [email protected] Tel.: 55-5227-4672
Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.
ISBN 978-607-16-8200-0 (rústica)ISBN 978-607-16-8294-9 (ePub)ISBN 978-607-16-8300-7 (mobi)
Hecho en México - Made in Mexico
¡Ay, los herederos políticamente correctos…!, Mario Muchnik
Contra la religión
Sobre el carácter de Dios, tal como se representa en el Nuevo y el Antiguo Testamento
Los defectos de las Biblias – Comentarios sobre la Inmaculada Concepción
Las brutales masacres rusas de judíos – Comparación de las masacres antiguas y modernas – La tendencia de la generación actual a dirigir su atención hacia la guerra – La mala influencia de la Biblia sobre los niños – El Dios actual y la religión no durarán
Acerca del carácter del Dios verdadero
Sólo rumores de que habrá un Cielo en el más allá – Cristo no prueba que Él es Dios – Sobre la raza humana – El hombre es una máquina, y no es responsable de sus acciones
La enseñanza de la Biblia y la práctica religiosa
El Dios de la Biblia vs. el Dios moderno
El Dios de Mark Twain
La historia de cómo estas reflexiones (parte de la Autobiografía) de Mark Twain (Samuel Langhorne Clemens), sobre la religión en general y sobre el cristianismo en particular, llegaron al público apenas en 1963 es divertida y ejemplar. Es frecuente oír a los editores despotricar contra los herederos de un autor. En este caso, quien se opuso a la publicación desde la muerte del autor, en 1910, hasta 1963 —¡53 años!—, fue su hija Clara, temerosa de que ciertas personas (en particular la inefable reaccionaria Mary Baker Eddy) descargaran la ira mortífera de su cristianismo insobornable. En la primera biografía de Mark Twain, publicada en 1912, aparecieron algunos fragmentos adulterados y edulcorados por el autor, Albert Paine, albacea literario de Twain. Bernard de Voto intentó publicar las reflexiones íntegras en 1940, pero Clara se opuso y De Voto acató.
En 1959 Charles Neider publicó su edición de la Autobiografía de Mark Twain y pidió permiso para incluir las reflexiones a Clara, entonces casada con Jacques Samossoud, un ruso que consideró semejante publicación como un apoyo a la antirreligiosa Unión Soviética. Le fue negado.
Pero es claro: Clara era una christian scientist, feligresa de la Iglesia liderada por Mary Baker Eddy, de quien con tan poco respeto se había expresado su padre. Y Clara ya estaba viejecita y enferma. Su marido temía que se viera inundada por un aluvión de cartas fanáticas que la mataran.
Finalmente Clara levantó la veda cuando hizo públicos otros textos inéditos de su padre, hasta 1960. Neider publicó las “Reflexiones contra la religión” en el número de otoño de 1963 de The Hudson Review. Hasta hoy no ha habido otra edición de este texto: es considerado blasfemo.
Mark Twain dictó estas reflexiones en una casa de campo, como parte de su autobiografía. Al parecer dictaba dando zancadas a lo largo de la baranda o hamacándose en su sillón preferido. Si llovía, daba zancadas en el salón de esa cómoda vivienda.
Lo que no se sabía, al parecer, es que el propio Mark Twain no las tenía todas consigo. Tan poco las tenía consigo que inscribió, de su puño y letra, en el margen de uno de los capítulos: “Para no ser visto por ojo humano antes de la edición de 2406 d.C.” —es decir, ¡medio milenio de autocensura!—.
Y, sin embargo, la gente no ignoraba la actitud filosófico-humorística de Mark Twain con respecto a estas cosas. Me limitaré a citar algunos párrafos de su correspondencia.
¿Por qué fue creada la raza humana? O, por lo menos, ¿por qué no se creó algo más digno de crédito en su lugar? Dios tuvo su oportunidad. Habría podido forjarse toda una reputación. Pero no: va y tiene que cometer esta locura grotesca, una juerga que debe de haberle costado uno o dos remordimientos cuando se lo volvió a pensar y observó sus efectos. (A William Howells, 25 de enero de 1900.)
Me gustaría aprender a no olvidarme de que acusar a la raza humana de uno cualquiera de sus actos es injusto y poco honroso. Porque ella no se hizo a sí misma, no creó su propia naturaleza, no es sino una máquina, movida enteramente por influencias externas, nada tuvo que ver en la creación de estas influencias externas ni en la elección de las que aceptaría de buen grado y de las que rechazaría. Su funcionamiento es totalmente automático. No tiene más dominio ni autoridad sobre su mente de los que tiene sobre su estómago, el cual recibe material de afuera y hace lo que quiere con él, y ni hablemos de sus órdenes; de manera que cualquier cosa que haga la máquina —también los llamados crímenes e infamias— es el acto personal de su Hacedor, y Él, Él solo, es responsable. (A Joseph Twitchell, 4 de noviembre de 1904.)
Me gusta su lista (de “los grandes hombres que tuvieron la mayor influencia visible en la vida y actividad de la raza humana”). [La “mayor influencia visible”.] Estos términos lo obligan a usted a incluir a Jesús. Pues por partida doble o triple lo obligan a incluir a Satán. Del año 350 a 1850 estos caballeros tuvieron una influencia inmensamente superior sobre una quinta parte de la humanidad, de la que tuvieron sobre ella todas las otras personas juntas. El noventa y nueve por ciento provino de Satán, el resto de Jesús. Durante esos mil quinientos años el miedo a Satán y al Infierno hizo noventa y nueve cristianos ahí donde el amor a Dios y al Cielo hizo apenas uno. Durante esos mil quinientos años la influencia de Satán valía alrededor de cien veces más para el negocio que la influencia del resto de la entera Sagrada Familia. (28 de agosto de 1908.)
La realidad es que las “Reflexiones contra la religión” no eran, ya entonces, políticamente correctas. Ni parecen serlo hoy: los lectores se las pasan como un texto maldito, como si fueran un video porno sobre un personaje público, como si contuvieran una droga peligrosa. Las flores del mal, de Baudelaire, gozan del privilegio de que ninguna Iglesia les haya conferido la noble categoría de libro satánico.1En la estantería de “textos infernales” de una biblioteca digna de tal nombre, sin embargo, las “Reflexiones…” de Mark Twain deberían codearse con la obra de Baudelaire. Consejo de editor.
MARIO MUCHNIK
Martes, 19 de junio de 1906
Nuestra Biblia nos revela el carácter de nuestro Dios con exactitud minuciosa y cruel. Se trata, claramente, del retrato de un hombre —si es que un hombre tan cargado y sobrecargado de impulsos, cuya maldad va más allá de todo lo humano, es imaginable en un personaje ahora que Nerón y Calígula están muertos— con quien quizá nadie desearía alternar. En el Antiguo Testamento sus actos revelan, una y otra vez, su naturaleza vindicativa, injusta, avarienta, despiadada y vengativa. Siempre castiga: castiga delitos insignificantes con una severidad mil veces superior; castiga a niños inocentes por la culpa de sus padres; castiga a poblaciones inofensivas por las culpas de sus gobernantes, y llega a rebajarse y desencadenar venganzas sangrientas sobre terneras y ovejas y cabras y bueyes inocuos, castigándolos por las transgresiones de poca monta de sus propietarios. Quizá nunca se haya puesto en tipos de imprenta una biografía más lapidaria. En comparación, Nerón es un ángel de la luz y una guía.