Cuando las palabras hieren - Jeff Olson - E-Book

Cuando las palabras hieren E-Book

Jeff Olson

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Beschreibung

El poder destructivo de las palabras puede ser una carga agobiante en un matrimonio o en cualquier relación. La forma de usarlas puede actuar como instrumento de edificación o como arma destructiva. Este estudio nos ayuda a ver el peligro potencial de las palabras y cómo sobreponernos al dolor que pueden causar.

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Título del original: When Words Hurt

ISBN: 978-1-68043-512-2

Foto de cubierta: © RBC Ministries, Terry Bidgood

SPANISH

Las citas de las Escrituras provienen de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina.

© 2001,2007 RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan, USA

La producción de libros electrónicos: S2 Books

Sumário

Capa
Cuando las palabras hieren
El poder de las palabras
Conflicto conyugal
La opresión verbal en el matrimonio
El daño de un abuso verbal extremo
Cómo responder a las palabras abusivas

CUANDO LAS PALABRAS HIEREN

por Jeff Olson

Marcia empezó a sentir un nudo en el estómago. Le había preguntado inocentemente a su esposo Daniel qué planeaba él hacer esa tarde. Quería asegurarse de que no estuviera contando con que ella iba a estar en casa. Todavía temblaba por la ira que Daniel había expresado el día anterior cuando se dio cuenta de que ella había salido de compras sin decírselo. Durante varios largos minutos en medio de la cena de la noche anterior, él la miró y le gritó, y la amenazó con quitarle la chequera y el auto si ella no empezaba a consultarle antes de hacer nada. Por eso en ese momento, a la mañana siguiente, Marcia le preguntó cautelosamente qué planes tenía para ese día. Por lo general, Daniel entendía mal las motivaciones de ella: «¿Por qué te tengo que decir siempre lo que voy a hacer?» —le dijo bruscamente.

Marcia sentía que su cuerpo empezaba a ponerse más tenso. «No tienes que hacerlo —le dijo tímidamente—. Sólo me preguntaba si querrías hacer algo esta tarde».

«No sé por qué esperas que te diga todo lo que voy a hacer» —dijo Daniel más enojado aún. «¿Por qué te enojas? Yo nunca dije que me lo tuvieras que decir todo» —contestó Marcia.

«Yo no estoy enojado. ¡Tú siempre exageras las cosas!» —dijo Daniel refunfuñando.

«Yo no estoy exagerando nada —razonó Marcia— Lo único que hice fue preguntar…». Antes de que pudiera terminar de explicarse, Daniel le cortó y gritó: «¡No trates de negarlo! Siempre haces lo mismo». Después de unos segundos de torpe silencio, Daniel golpeó la mesa con el puño y continuó: «¿Por qué no te callas la boca y dejas el tema?» No tienes ni idea de lo que significa ser una esposa sumisa y probablemente seas demasiado bruta como para que alguna vez lo entiendas».

«Está bien, Daniel, ahí lo dejo» —dijo Marcia.

«No te vas a zafar tan fácilmente —gritó Daniel—. ¡Siempre quieres decir la última palabra!»

Exasperada, Marcia exclamó: «Pero yo creía que querías que dejara el tema».

Marcia siguió tratando de explicarse, pero no se podía razonar con Daniel. Él insistía en torcer lo que ella decía y decirle más cosas denigrantes. Una llamada telefónica terminó misericordiosamente el episodio. Pero Marcia dejó esa conversación, como había dejado muchas otras, sintiéndose empequeñecida, confundida y culpable. Se preguntaba qué había dicho para enojar tanto a Daniel y por qué no podía lograr que él la entendiera.

Las conversaciones como las de Marcia y Daniel ilustran cómo los esposos pueden herir a sus cónyuges con lo que dicen. No hubo puñetazos. Nadie abofeteó ni empujó a nadie (aunque pudo haber sucedido). Más bien, Daniel golpeó a su esposa con palabras.

El uso de las palabras como armas es una práctica tan antigua como el lenguaje humano, pero todavía no le damos la atención que merece. Aunque hemos avanzado mucho en la comprensión del daño que pueden hacer el abuso físico y sexual, muchos de nosotros no nos hemos dado cuenta todavía de que podemos herir a otros con nuestras palabras, tal vez más que con el puño.

El propósito de este librito es llevar nuestra atención al poder que tienen las palabras para ayudar o herir. Aunque vamos a lidiar primordialmente con el mal uso de las palabras en la relación conyugal, los principios estudiados aquí se pueden aplicar a otras relaciones. Nuestra principal preocupación son los incontables esposos y esposas que necesitan ayuda para entender y reaccionar debidamente a diferentes grados de control y daño verbal. Juntos tenemos que pensar cuidadosamente en las palabras que violan el espíritu y la promesa del pacto matrimonial.

EL PODER DE LAS PALABRAS

No podemos darnos el lujo de subestimar la importancia y el poder de nuestras palabras. Santiago, el escritor del Nuevo Testamento, dijo que aunque la lengua humana es una parte pequeña del cuerpo, tiene el poder de causar un tremendo impacto (Santiago 3:112). El libro de Proverbios nos recuerda que «la muerte y la vida están en poder de la lengua» (18:21). El lenguaje que usamos para comunicarnos unos con otros es como un cuchillo. En manos de un cirujano experto, un cuchillo puede hacer bien. Pero en manos de una persona descuidada o ignorante, puede causar un gran daño. Lo mismo sucede con las palabras.

El poder para hacer bien.