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Herbert George Wells (Bromley, Kent; 21 de septiembre de 1866-Londres, 13 de agosto de 1946 ), más conocido como H. G. Wells, fue un escritor, novelista, historiador y filósofo británico. Es famoso por sus novelas de ciencia ficción y es considerado, junto a Julio Verne, uno de los precursores de este género. Sus novelas, junto con las de éste, fueron la inspiración del ingeniero aeroespacial Wernher von Braun. Por sus escritos relacionados con la ciencia, en 1970 se decidió en su honor llamar H. G. Wells a un astroblema lunar ubicado en la cara oculta de la Luna.Este Obra de H.G. Wells contiene:- EL HUEVO DE CRISTAL - LA ESTRELLA - UNA HISTORIA DE LA EDAD DE PIEDRA - UNA HISTORIA DE TIEMPOS FUTUROS - EL HOMBRE QUE PODÍA HACER MILAGROS
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Veröffentlichungsjahr: 2016
H. G. Wells
CUENTOS DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO
EL HUEVO DE CRISTAL
LA ESTRELLA
UNA HISTORIA DE LA EDAD DE PIEDRA
UNA HISTORIA DE TIEMPOS FUTUROS
EL HOMBRE QUE PODÍA HACER MILAGROS
Hasta hace un año, había cerca de los Siete Cuadrantes, una tiendecilla de aspecto mugriento sobre la que estaba inscrito en letras amarillas borradas por el tiempo el nombre de C. Cave, Naturalista y Anticuario. Los objetos expuestos en el escaparate eran curiosamente heterogéneos. Comprendían algunos colmillos de elefante y un incompleto juego de ajedrez, abalorios y armas, una caja con ojos, dos cráneos de tigre y uno humano, varios monos disecados comidos por la polilla -uno sosteniendo una lámpara-, un armario anticuado, un huevo de avestruz o algo así ensuciado por las moscas, algunos aparejos de pesca y una pecera vacía extraordinariamente sucia. También había, al comenzar esta historia, un trozo de cristal tallado en forma de huevo y pulido con un brillo intenso. Y eso era lo que miraban dos personas que estaban ante el escaparate, una de ellas un clérigo alto y delgado, la otra, un joven de negra barba, tez morena y ropas holgadas. El joven moreno hablaba con gestos impacientes y parecía ansioso porque su compañero comprara el artículo.
Mientras estaban en esas, entró en su tienda el señor Cave con restos del pan y la mantequilla del té todavía en la barba. Al ver a estos hombres y el objeto de su consideración se le mudó el semblante. Miró por encima del hombro con aire de culpabilidad y suavemente cerró la puerta. Era un viejecito de rostro pálido y peculiares ojos azules y acuosos. Tenía el pelo de color gris sucio y llevaba una raída levita azul, un viejo sombrero de copa y unas zapatillas con los talones muy gastados. Se quedó observando a los dos hombres mientras hablaban. El clérigo registró a fondo el bolsillo del pantalón, examinó un puñado de dinero y enseñó los dientes en una sonrisa de aprobación. El señor Cave pareció todavía más deprimido cuando entraron en la tienda.
El clérigo, sin más rodeos, preguntó el precio del huevo de cristal. El señor Cave miró con nerviosismo hacia la puerta que daba a la trastienda y dijo que cinco libras. El clérigo se quejó, tanto a su compañero como al señor Cave, de que el precio era alto -era, desde luego, muchísimo más de lo que el señor Cave había pensado pedir cuando había puesto el artículo a la venta- y pasó a un intento de regateo. El señor Cave avanzó hasta la puerta de la tienda y la abrió.
-Cinco libras es mi precio -dijo como si deseara ahorrarse la molestia de una discusión inútil. Al hacerlo, la parte superior del rostro de una mujer asomó por encima de la cortina del panel superior de cristal de la puerta que daba a la trastienda y examinó con curiosidad a los dos clientes.
-Cinco libras es mi precio -repitió el señor Cave con voz temblorosa.
El joven de tez morena había permanecido hasta entonces como mero espectador, observando atentamente al señor Cave. Ahora habló.
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