Cuentos policiales para chicos curiosos - Arthur Conan Doyle - E-Book

Cuentos policiales para chicos curiosos E-Book

Arthur Conan Doyle

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Beschreibung

Los maestros del cuento policial proponen un desafío: acompañar a sus más brillantes detectives en la resolución de cinco apasionantes casos, en versiones especialmente escritas para esta colección.

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COLECCIÓN La puerta secreta

REALIZACIÓN: Letra Impresa

AUTORES: Arthur Conan Doyle, Gilbert K. Chesterton, Edgar Allan Poe y Paul Groussac

VERSIONES: María Tadich

EDICIÓN: Elsa Pizzi

DISEÑO: Gaby Falgione COMUNICACIÓN VISUAL

ILUSTRACIONES: Martín Melogno

Cuentos policiales para chicos curiosos / Arthur Conan Doyle ... [et al.] ; ilustrado por Martín Melogno. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Letra Impresa Grupo Editor, 2020.

Libro digital, EPUB - (La puerta secreta)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-4419-36-1

1. Material Auxiliar para la Enseñanza. 2. Cuentos. I. Doyle, Arthur Conan. II. Melogno, Martín, ilus.

CDD 371.33

© Letra Impresa Grupo Editor, 2021

1a edición: enero de 2021

Guaminí 5007, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Teléfono: +54-11-7501-1267 Whatsapp +54-911-3056-9533

[email protected]

www.letraimpresa.com.ar

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Todos los derechos reservados.

Queda prohibida la reproducción parcial o total, el registro o la transmisión por un sistema de recuperación de información en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin la autorización previa y escrita de la editorial.

Esta colección se llama La Puerta Secreta y queremos invitarlos a abrirla.

Una puerta entreabierta siempre despierta curiosidad. Y más aun si se trata de una puerta secreta: el misterio hará que la curiosidad se multiplique.

Ustedes saben lo necesario para encontrar la puerta y para usar la llave que la abre. Con ella podrán conocer muchas historias, algunas divertidas, otras inquietantes, largas y cortas, antiguas o muy recientes. Cada una encierra un mundo desconocido dispuesto a mostrarse a los ojos inquietos.

Con espíritu aventurero, van a recorrer cada página como si fuera un camino, un reino, u órbitas estelares. Encontrarán, a primera vista, lo que se dice en ellas. Más adelante, descubrirán lo que no es tan evidente, aquellos “secretos” que, si son develados, vuelven más interesantes las historias.

Y por último, hallarán la puerta que le abre paso a la imaginación. Dejarla volar, luego atraparla, crear nuevas historias, representar escenas, y mucho, mucho más es el desafío que les proponemos.

Entonces, a leer se ha dicho, con mente abierta, y siempre dispuestos a jugar el juego.

LA LLAVE MAESTRA

¿El principal sospechoso del asesinato es Roger Rabbit? Habrá que llamar al detective Eddie Valiant. ¿Un fantasma atemoriza a los habitantes de un castillo? Será un caso para Scooby-Doo. Y si un auto de carrera se descompone misteriosamente en pleno Gran Premio, intervendrá Conan el inspector, pues debe tratarse de un acto de sabotaje.

Todos tenemos una solución para estos problemas porque el mundo del delito, de las investigaciones y de los detectives está presente en el cine y en la televisión desde hace muchos años y no pierde popularidad. ¿Quién no conoce al amargado Eddie Valiant o al sagaz detective Conan? ¿Y al temeroso Scooby? ¿O a los protagonistas de “Hermanos y detectives”?

Si nos preguntamos por qué las historias policiales y sus investigadores son tan famosos, la respuesta es sencilla: el misterio de un caso sin resolver siempre nos atrapa porque desafía nuestra inteligencia. Esto sucede tanto en la ficción como en la vida real. Y si no, piensen en algunos casos que conocemos por los diarios y los noticieros. Nos llaman la atención, hablamos de ellos y hasta intentamos descubrir la verdad de lo sucedido. ¿Quién no ha dicho alguna vez: “Para mí, el culpable es…”, o “Yo creo que el amigo fue cómplice”?

Los delitos encierran misterios, porque quien los comete no quiere ser descubierto. Para evitarlo, disimula y borra pruebas. Entonces aparecen los detectives y la gente común quienes, con los datos que tienen, arman una especie de rompecabezas en el que, poco a poco, las piezas van encajando. Justamente este deseo de descubrir la solución es lo que también despiertan juegos de mesa y electrónicos. En el Clue (Pistas), en Misterio, y en los electrónicos Sherlock Holmes, Gadget, Scooby-Doo y otros para distintas edades, los participantes actúan como verdaderos detectives que deben descubrir algún misterio. Para esto cuentan con la ayuda de datos, desechan indicios, e investigan pistas hasta develar los enigmas.

Pero antes de que los investigadores se hicieran famosos en la pantalla y en los juegos, aparecieron en novelas, cuentos e historietas. El género policial nació en 1890, con un cuento de Edgar Allan Poe, “Los crímenes de la calle Morgue”, cuyo protagonista es el detective Auguste Dupin. Otras célebres parejas de detectives literarios son Sherlock Holmes y Watson, y el Padre Brown y Flambeau. Los primeros pertenecen a obras de Sir Arthur Conan Doyle, de quien toma el nombre el detective Conan. El padre Brown y Flambeau aparecen en obras de Gilbert Chesterton. Y los cinco son personajes de los cuentos que van a leer en este libro. Su popularidad es tan grande que, por ejemplo, Sherlock se convirtió, desde el año 1900, en personaje de innumerables películas y de un dibujo animado en el que el famoso detective es un perro sabueso. El Sherlock de la literatura y del cine, un inglés de infaltables sobretodo y sombrero de cazador, irónico e ingenioso, vive en Londres, en el 221 B de Baker Street. ¿Recuerdan esta dirección? En la película de Disney Basil, el ratón superdetective, los dos ratones detectives viven en un agujero del departamento del 221 B de Baker Street y escuchan a Sherlock Holmes y a Watson comentando sus casos. Así aprenden de ellos como ustedes van a aprender cuando lean el cuento “El caso de los tres estudiantes”. A Sherlock, además, le debemos la frase: “Elemental, Watson” que, como el detective, usamos cuando queremos decir que algo es obvio, pero obvio para quien es inteligente.

En 1954, Alfred Hitchcock, un “maestro” del cine policial, filmó La ventana indiscreta. En esta película, un hombre no puede salir de su departamento porque tiene una pierna enyesada. Para pasar el tiempo, espía las casas vecinas con sus prismáticos, hasta que llega a sospechar que un vecino ha matado a su esposa. ¿No les resulta conocido este argumento? Seguro que sí. Recuerden un episodio de Los Simpson en el que Bart está enyesado y, aburrido, espía a los vecinos con su telescopio de juguete. Hasta que cree descubrir que Ned Flanders ha matado a su esposa. No es casual que una de las series de dibujos animados más vista recree La ventana indiscreta. Es el reconocimiento a su calidad y popularidad.

Entonces, noticias de diarios e informativos, series, dibujos animados, películas y juegos componen ese mundo de lo policial que ustedes ya conocen. En este libro los esperan otros casos misteriosos: un tren que ha desaparecido, una carta que ha sido robada y no se sabe dónde está, dos muertos y ni la sospecha del asesino, la necesidad de descubrir quién copió un examen, y un conde, aparentemente muerto, pero del que —en realidad— nada se sabe.

Llegó el momento de entrar en el mundo de estos cuentos policiales y de tratar de develar sus enigmas, antes que nadie.

EL CASO DE LOS TRES ESTUDIANTES

Basado en el cuento “La aventura de los tres estudiantes”, de Arthur Conan Doyle

Cuando nos tocó resolver el caso de los tres estudiantes, Holmes y yo estábamos en Londres. Una tarde, recibimos la visita de Hilton Soames, profesor del Colegio Universitario de San Lucas. Se lo veía muy alterado. Un delito se había cometido en el Colegio pero el profesor no quiso llamar a la Policía para evitar un escándalo. Entonces decidió recurrir a Sherlock Holmes, pues conocía su fama de sagaz y discreto investigador. Así fue como planteó su problema:

—Lo que ha ocurrido es muy serio y por eso acudo a usted, mi estimado Holmes. Voy a ponerlo en tema y le ruego que haga todo lo posible para ayudarme. Sucede que mañana tres alumnos comenzarán los exámenes que les permitirán obtener la prestigiosa beca Thomson. Yo les tomaré el primero, que consiste en traducir un texto del griego al inglés. Como los candidatos no pueden conocer el contenido de los exámenes, estos se mantienen en secreto hasta el día de la evaluación. Hoy, a eso de las tres, llegaron de la imprenta. Cada uno corresponde a un alumno y tiene un texto diferente. Debía leerlos con mucha atención ya que, como se imaginará, no pueden tener ningún error. A las cuatro y media todavía no había terminado. Pero tenía una cita para tomar el té con un amigo, de modo que dejé los exámenes apilados sobre el escritorio, cerré mi despacho como hago siempre que salgo y me fui. Estuve ausente más de una hora y, al volver, vi con asombro una llave en la cerradura. Pensé que yo la habría dejado puesta. Pero no era así, pues llevaba conmigo el llavero completo. Bannister, mi criado, es el único que tiene una copia y supuse que la habría olvidado allí. Entré y, apenas miré el escritorio, me di cuenta de que alguien había estado revolviendo las hojas de los exámenes. Solo una de ellas seguía en su lugar. Otra estaba tirada en el suelo y la tercera, en una mesita cerca de la ventana.

Holmes, que hasta ese momento había escuchado impasible el relato, se acomodó en el sillón y, por primera vez, se mostró interesado.