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Cuentos sin final reúne una serie de cuentos cortos diseñados para capturar la imaginación de los niños y fomentar su creatividad. A través de historias llenas de fantasía, magia y valores familiares, los lectores se sumergirán en mundos donde todo es posible. Cada relato termina con preguntas abiertas que invitan a los niños a pensar en posibles desenlaces, estimulando así su imaginación y habilidades narrativas.
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Seitenzahl: 33
Veröffentlichungsjahr: 2024
SILVIA PETRONE
Petrone, Silvia Alicia Cuentos sin final / Silvia Alicia Petrone. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5440-6
1. Cuentos. I. Título. CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINAwww.autoresdeargentina.cominfo@autoresdeargentina.com
Los botines con abrojo
Los cuentos del fogón
Alguien me espía
El baúl de los juguetes
El cumple de Katrina
El Nuevo Mercado de las Artes
El nido vacío
Necesito decir
LA FAMILIA PÉREZ
LOS COLORES DEL ARCOÍRIS
LOS HABITANTES DE LA LUNA
OTTOLÍN, MI AMIGO DEL JARDÍN
EL TA-TE-TU
EL BICHITO DEL CANASTO
DEDICO MI LIBRO A....
Oscar, Cecilia, Nicolás y a mis nietos Faustina, Bautista, Cayetano y Gino, que tanto amo.
Llegaba el Día de Reyes y mi abuela siempre nos pedía a mis primos y a mí la carta para poner al pie del pesebre con las cosas que queríamos pedir. Yo estoy bastante grande para hacer todo ese despliegue, pero mis primos más pequeños se enganchaban con la ingenuidad de mi dulce abuela, que siempre nos quería ver felices. El 5 de enero, la abu Sol nos pidió los zapatos para que Melchor, Gaspar y Baltasar dejasen sus obsequios. Yo no paraba de reírme por estas ocurrencias. En una caja puse unos botines viejos, muy gastados y sin los cordones, ya que mi mamá los había perdido un día que los lavó; y con la picardía que me generaba la situación llevé todo de mi hermosa abuela.
Me faltaba un año para terminar la escuela primaria y desde muy chico quería ser jugador de fútbol. Ponía todo mi esfuerzo para ser cada día mejor, pero algo pasaba, nunca hacía un gol. Me sentía frustrado, triste, y mis amigos del club preferían que me quede en el banco de suplentes, mientras que el entrenador trataba de no mirarme. Si cruzábamos las miradas, se daba cuenta de que yo quería estar adentro de la cancha, pero seguro si entraba perdíamos el partido. Samuel, mi mejor amigo, que era el goleador, me consolaba diciéndome: “Valentino, quedate tranquilo que el domingo próximo vas a estar jugando”. Yo sabía que eso lo decía para consolarme; igualmente me ayudaba a sentirme con más confianza.
Llegó el día de la Epifanía, el 6 de enero. En muchas partes del mundo se recuerda esa fecha como el momento que los Reyes de Oriente conocieron a Jesús. Es una fiesta que nunca cae el mismo día de la semana, y justo este año cayó domingo. La abu Sol tempranito nos mandó por WhatsApp una foto con los regalos que habían dejado los generosos Reyes Magos. A mis primas Solange y Ornella (que son hermanas) les dejaron unas preciosas muñecas con diferentes vestidos para poder cambiarlas, a mi primito (que solo tiene tres años) unos juegos para encastrar aunque poco le duran los chiches porque le encanta revolear todo por el aire; y en un lugar destacado estaba mi regalo, yo soy el nieto mayor (Sol dice que le di el título de abuela). Mis botines con abrojos estaban allí, brillantes como una noche de luna llena, eran hermosos. No perdí el tiempo, le dije a mi papá que los quería ir a buscar para estrenarlos a la tarde, ya que había un amistoso con un club de la zona. Y así fue, mis botines negros con abrojos estaban en mis pies a la hora del partido.
Luichi, mi entrenador, me vio tan entusiasmado que me puso en el primer tiempo. Las caras de mis compañeros no eran las mejores, además, el otro equipo tenía la mayoría de los partidos ganados. Yo no miraba a nadie, solo a mis botines que me daban la suficiente confianza para ganar ese día. En pocos minutos arrancó el primer tiempo. Corro para acá, esquivo a cuatro y hago el primer gooool
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