Didáctica obscena - Juan Trepiana - E-Book

Didáctica obscena E-Book

Juan Trepiana

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Beschreibung

Este trabajo surge de desprendimientos del discurso áulico. Pensado para educadores formales o informales, artistas, psicoanalistas, psicólogos y moradores del mundo "psi"; pretende propiciar incompletudes, forzamientos, fragmentos devenidos en espejos que generen resonancias... Tal vez sea como la música de una letra que, por olvidada, pretende aproximarse a uno de los imposibles freudianos: Educar. Atravesada por la poética de lo evanescente, el aula aún espera una topología que dé cuenta de un sujeto pedagógico. Mientras tanto están aquí estos esquizorrelatos breves, en fin, propuestos a su propia extinción.

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Seitenzahl: 93

Veröffentlichungsjahr: 2018

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Juan Trepiana

Didáctica obscena

(fragmentos, resonancias, espejos)

Editorial Autores de Argentina

Trepiana, Juan

   Didáctica obscena / Juan Trepiana. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: descarga y online

   ISBN 978-987-761-310-0

   1. Ensayo Psicológico. I. Título.

   CDD 150

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina –Printed in Argentina

No puede haber juego sin poética, la poética es el juego...

Este trabajo está dedicado alHomo Tonalis.

Praeludium sine qua non

“...que buscan sus piedras filosofales,

rondando por sórdidos arrabales

donde bajan los dioses sin ser vistos.”

“Las malas compañías” Joan Manuel Serrat

Hice de todo por no prologar este libro.

Me une al autor el doble lazo de una amistad de algunos años y la curiosa dualidad de haber sido su alumno en un curso de solfeo y su profesor en unos cursos de psicoanálisis que dicté durante algunos años. Su amigo, su alumno, su maestro. Enumero, ese es el orden. Valoro su amistad, por cierto, no muy florida pero existente. Por lo demás mi lectura musical-conste que soy un aficionado- no ha mejorado nunca y los conocimientos del autor sobre el tema de marras de mis cursos quedará en breve a la vista.

Le pedí que me eximiera de estas palabras de muchas maneras hasta el chiste, siempre Freud y el chiste -mirá -le dije muy seriamente- te escribo el prólogo, pero lo firmo con pseudónimo -. Y seriamente se lo tomó, aceptó y sentí una profunda compasión que me llevó a lo que aquí se lee.

Soy un académico, no podría suscribir estas palabras sin estar en falta con toda una carrera como psicoanalista y como pedagogo de muchos años... Se mencionó mi relación con la música, eso sería lo de menos, no soy más que un eterno principiante.

El temor de imaginar a un analizante o, aún más dramático, a mi analista de control, viendo mi nombre más abajo... Quiero decir: No puedo soportar la sensación de ser descubierto, pero fue imposible negarme cuando Juan Trepiana dio por positiva mi última negativa retórica.

Brevemente: Siempre me pareció inquietante su lábil diletanzza por distintos marcos teóricos supuestamente justificada en un eclecticismo dinámico, término de su cosecha, inexplicable, superficial.

Se sabe, todo se termina sabiendo, de sus estudios previos al psicoanálisis de Freud y Lacan. El autor ha incursionado por años en los derroteros del oscurantismo junguiano y, así entiendo, aún peores cánones pseudocientíficos. Hubiera sido imposible, ciertamente, que esos años de juventud matizados por su actividad como músico profesional y sus bohemias persistentes, no hubieran condicionado sus estudios posteriores. Entonces llegó su impronta de sacar el psicoanálisis del dispositivo (sólo existe el análisis en el consultorio del analista), de analizar el aula desde concepciones analíticas e incluso dar cuenta de asuntos fundamentales de la existencia misma - vanidad de vanidades - en una mezcla de malas lecturas, creencias injustificables y una supuesta pureza de retorno a un lacanismo más perspicuo.

¿Qué más podría decir del autor? ¿Debió no escribir jamás nada que no fueran corcheas, fusas y armaduras de clave? ¿Seguir tocando el piano con cierta dignidad como parece hacerlo? Yo no puedo hacerme cargo de tales asertos, pero tampoco de una complicidad que, impulsada por mi amistad y no por mi adhesión prístina a un cuerpo teórico académico, comprometa mi carrera y mi salud mental.

Lo que sigue, enseguida se nota, es una colección de artículos, fragmentos de textos, esquizorrelatos en algunos casos, como el autor gusta llamarlos. Yo diría que todo el material es una especie de esquizomaterial más o menos inspirado, más o menos volátil, ¡más o menos!

Hágase cargo el lector que decida seguir adelante, no hay garantías.

Donde el autor encuentra coincidencias, denominadores comunes sólo se observan abismos insalvables. Donde el autor encuentra, a su decir, una determinada poética, sólo parece perfilarse un misticismo excéntrico, incomprensible.

Una noche me dijo: - Sabés que no me gusta mucho Mario Benedetti - yo amo a ese autor - pero escuché la letra de esa canción con música de Favero que cantó Nacha Guevara, se llama “Quiero creer que estoy volviendo”y habla sobre el exilio. Mirá lo que dice el texto: “empiezo a comprender las bienvenidas, mejor que los adioses”. Esa es el alma del eclecticismo, ¿entendés? No de los giles que se llaman eclécticos a sí mismos, te hablo de la gestalt de verdad, de ese combo inabarcable, de ese misterio que sólo puede ser nombrado por lo que no es... – Casi me pongo a llorar, la palabra “combo”, la gestalt, conceptos de teología negativa, ¡De qué habla este tipo!

En otra oportunidad trató de explicarme con gran entusiasmo la preexistencia de la tonalidad, transpolando aquel concepto lacaniano, somos extranjeros del lenguaje, a un extrañísimo somos extranjeros de la tonalidad. Claro, la cosa no terminó ahí, entonces habló del homo sentimentalis de Miguel de Unamuno y lo convirtió en Homo tonalis. Antes de entregarle estas palabras – esperando que finalmente no fueran incluidas en este libro - supe que dedicaría su trabajo a esa inexistencia fruto de su mente perturbada, según me dijo: - mi libro estará dedicado al Homo tonalis, ¡será la verdadera manera de salir de la tonalidad! – No acuerdo para nada con este concepto, es incomprensible sabiendo o no música, conociendo o no los principios básicos del psicoanálisis.

Por último, creo que es un buen tipo, de todos modos, esto es improbable, digo, difícil de probar ya que soy su amigo y la amistad es asunto que irrumpe, como la transferencia (seguramente eso es lo que él diría).

Es otoño, aquí estoy con su borrador y mi notebook tomando un whisky en un bar de Córdoba y Pueyrredón, una gran vidriera al anochecer de Buenos Aires, caótico, múltiple de caminantes, de historias adocenadas y unarias a la vez. ¡Esquizocaminantes!. dentro del bar hay poca gente en este momento... Tengo la fantasía de acercarme a un grupo de muchachos con pinta de estudiantes de filosofía y leerles algo de todo este compendio... Sería una locura, quedaría yo como un tipo extraño, además puedo encontrar algún ex analizante, algún profesor colega...

Vuelvo a mirar el título – tal vez por última vez - esa necesidad de romper con la academia, ese metejón con la “contracultura”, meter la obscenidad en el título de un libro. Sus referencias a la etimología popular de la palabra, más adelante lo explica, “opuesto a la escena”... Puede ser un poco más que una libre asociación fuera de contexto pero la palabra está perdida, “obsceno” tiene hoy una carga despectiva que descalifica cualquier trabajo que tuviera la menor pretensión científica pero ¿Tendráesa pretensión nuestro autor? ¿Será que la ciencia positiva le importa tanto como a mí jugar al billar a tres bandas? (Tres bandas... dijo Lacan que debiera contarse: uno, tres y, recién entonces, dos... También la doxa dice: “No hay dos sin tres”...

Hace dos horas, casi tres, que estoy peleando con este texto, ¡es demasiado!

¿Y si en algo tuviera razón este tipo?¿Si realmente en educación hubiera que barajar y dar de nuevo? ¿Si se pudiera pensar una topología del aula, la existencia de un sujeto pedagógico que no fuera ni el profesor ni el alumno sino un juego moebiano entre ambos, evanescente, inasible?

Agalma...

¿Qué tiene que ver Platón? ¿Me estaréimpregnando de las ideas de este tipo?

R. G. (psicoanalista, pedagogo)

En Buenos Aires, casi el otoño de 2018

Intervención I

obscenus – obscaenus:

El gran Joan Corominas, el pontífice de las etimologías, dice: “indecente” y fecha la palabra en 1490.

Sin embargo el pueblo genera sus etimologías, fecundas, tan falsas como profundas, ¡vivas!

Ob scenum, opuesto a la escena.

Obs caenum, desde la suciedad, algo que ofende los sentidos, aquello sin pudor.

Algo voluptuoso, desbordado, acecha opuesto a la escena. Surge del descarte, logrado, fecundo.

También Freud tomó los descartes, los chistes, los fallidos, los sueños. Se opuso a la escena académica, ¡Obsceno de toda obscenidad!

Dice el salmo: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.” (Salmo 117)

La piedra es obscena, se opone a la escena y a la etimología oficial.

A la pedagogía, a la praxis didáctica, le hace falta adjetivarseobscenapara sobrevivir, para salir de su inmaculada “pureza” académica.

Digresiones preliminares

Una asociación gallega ha puesto en marcha

para fin de este 2017 una campaña denominada

“Para cada niño un juguete”

Mientras tanto, las globalizadas estructuras dominantes,

aseguran que,en el segundo grado del primer ciclo,

cada estudiante tendrá un diagnóstico,

aunque sea en grado de presunción...

Desorientación necesaria o “Variaciones sobre un juego de ajedrez”

La escena se desarrolla en un salón que llamaremos aula por evitar eufemismos. En el centro del espacio una mesa alberga un tablero de ajedrez, dos sillas enfrentadas.

Las piezas del juego se llaman trebejos, este dato lo conocen bien los que juegan el juego, los que leen a Borges y los que hacen de su tiempo crucigramas (los cuadrados sobre los cuales las piezas cobran vida, se llaman escaques, pero este dato es descartable para nuestra historia).

La mesa enfrenta blancas y negras, silla y silla, una mujer aún joven a un lado y a un niño de seis años al otro. Tal vez ambos tengan guardapolvos blancos (aunque este dato también sea descartable para nuestra historia).

Las blancas (los trebejos se dividen en blancos y negros). Son, insisto, irremediablemente dos bandos enfrentados.

El primer movimiento corresponde a las blancas. La mujer joven, desde ahora denominada “la maestra” toma un peón y lo desplaza al centro del tablero con los ojos puestos sobre el niño. Inmediatamente después toma la mano derecha de éste y suavemente la lleva a levantar uno de sus trebejos, tal vez un peón oscuro esta vez y transferirlo también a la lucha del centro del tablero, el juego ha comenzado, ya no hay retorno.

Las ventanas del salón, atiborradas de muñecos y juguetes, observan la escena, algo parecido a un murmullo es rápidamente acallado, la maestra con gesto de enfermera antigua de cuadro se lleva el dedo índice a la nariz y mira los juguetes... Silencio...

Mirada

Tus ojos sobre las hormigas de este renglón las vuelve palabras.

Tal vez para entender el juego hasta aquí vas recorriendo los trebejos del lenguaje vueltos sentido, resonancia, significado, de este a oeste, de derecha a izquierda, del sueño a la vigilia, de la totalidad del instinto al recorte de la cultura.

Vos lector, también jugaste ese juego de la escolarización, con mayor o menor éxito. A diferencia del ajedrez aquí el triunfo no es definitivo y el empate (tablas) es imposible. Se gana lo más posible, se gana en neurosis, en ley, en socialización, en ser un buen ciudadano, en tener sueños siempre renovados (investíguese sobre el burro y la zanahoria), vocaciones, faltas.