¡Disfrutando los lunes! - John D. Beckett - E-Book

¡Disfrutando los lunes! E-Book

John D. Beckett

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Beschreibung

Un libro teórico y práctico, con una gran base teológica y de practicidad, escrito por un autor que ha demostrado su capacidad en el mundo de los negocios y en el mundo espiritual, uniendo fe y trabajo como modelo de vida integral en este siglo XXI. Muchos libros de negocios señalan ciertos valores o hábitos que han de practicarse y cultivarse. Pero necesitamos algo más que unos principios abstractos para guiarnos en la búsqueda de un buen negocio. Más que eso, necesitamos experimentar genuinamente la presencia dinámica de Dios obrando en nuestro trabajo.

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Veröffentlichungsjahr: 2018

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John D. Beckett

¡DISFRUTANDO LOS LUNES! UNA GUÍA PARA INTEGRAR FE Y TRABAJO

Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS

(Barcelona) ESPAÑA

E-mail: [email protected]

http://www.clie.es

Originalmente publicado por InterVarsity Press como Mastering Monday por John D. Beckett. Primera edición ©2006 por John Beckett. Traducido e impreso con permiso de InterVarsity Press, P.O. Box 1400, Downers Grove, IL 60515, USA.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447).

© 2017 Editorial CLIE, para esta edición en español.

¡Disfrutando los lunes! Una guía para integrar fe y trabajo

ISBN: 978-84-16845-60-6

eISBN: 978-84-16845-61-3

Depósito Legal: B 4055-2017

Vida cristiana

Crecimiento profesional

Referencia: 224839

Recomendaciones

Este libro de John Beckett es una memoria y un tutorial sobre un joven CEO que supo afrontar la adversidad, y lograr un éxito asombroso en los negocios y una maravillosa realización personal ordenando su vida y su trabajo alrededor de los personajes y principios de la Biblia. Si, como yo, deseas autenticidad, este es tu libro.

J. Stanley Oakes Jr.,presidente de King’s College,Nueva York

En ¡Disfrutando los lunes!, Beckett desarrolla el tema que presentó en su obra anterior, ¡Por fin lunes! El secreto que nutre la conexión entre fe y trabajo está en comprender la pasión de Beckett por vivir íntimamente con Jesús en su vida personal, buscando sin cesar la sabiduría práctica que nos ofrece la Biblia. Este libro sirve de guía para todos los que practican los negocios del reino.

Tetsunao Yamamori,director internacional del Comité de Lausanapara la Evangelización Mundial;coeditor de En los negocios del Reino; presidente emérito de Food for the Hungry International

Un libro fantástico escrito por uno de los principales líderes empresariales de los Estados Unidos. John hace un trabajo magistral comunicando al liderazgo las lecciones que nacen de la sabiduría y la fe que caracterizan a todo dirigente productivo y competente. Cada página está llena de reflexiones nuevas y frescas.

Gayle D. Beebe,presidente de Spring Arbor University

¡Disfrutando los lunes! se dirige al ámbito empresarial y comercial, pero su llamamiento a una vida de integridad cristiana es igualmente aplicable a todas las profesiones. Hoy, cuando el cinismo y el interés personal parecen dominar nuestra cultura, estos relatos personales que celebran e ilustran el poder del servicio y el valor práctico del andar cristiano son verdaderamente reconfortantes. Con un estilo sencillo y amable, John Beckett nos recuerda, mediante ejemplos contemporáneos y reflexiones bíblicas, no solo que la fe cristiana es verdadera, sino también que el señorío de Jesús imparte una vida abundante, ¡hasta en el trabajo!.

Ian Hutchinson,profesor y jefe del departamento deciencia e ingeniería nuclear delMassachusetts Institute of Technology

Otro libro impactante de John Beckett, cuya pasión y discernimiento del trabajo con Dios pueden ayudarnos a producir vidas, productos y servicios que representen también a nuestro Señor. La integridad del autor y el visible fruto de su trabajo salpican todo el libro de una autenticidad silenciosa y persuasiva.

Dennis Peacocke,presidente deStrategic Christian Services

Si ¡Por fin lunes! te convenció de que tu fe forma parte de tu trabajo tanto como de la Iglesia, ¡Disfrutando los lunes! te dará la confianza y el fundamento, no solo para integrar la fe y el ámbito laboral, sino también para hacerlo con valentía. Alguien debe cambiar las cosas y… tú eres ese alguien.

Pat Wingen,fundador y presidente deAaladin Industries Inc.

Tengo el privilegio de conocer a John Beckett desde hace muchos años. He visitado su empresa e interactuado con sus empleados. ¡Disfrutando los lunes! no es una teoría, sino la prueba de lo que Dios puede hacer por medio de una vida. Este libro es una inspiración para cualquier dirigente empresarial que quiera marcar una diferencia allí donde Dios le ha puesto.

André Thornton,escritor, empresario, exjugador deprimera base de losCleveland Indians

Dedicatoria

Al Señor, siempre bondadoso, y a Wendy y a nuestrafamilia —hoy más de veinte personas—:una clarísima prueba de su bondad.

ÍNDICE GENERAL

Prólogo por Ken Blanchard

Reconocimientos

Introducción

PRIMERA PARTE: Mi recorrido personal

1. Dentro y fuera del horno

2. Integrando dos mundos

SEGUNDA PARTE: Compañeros de viaje

3. Nuestros compañeros más antiguos: de Adán a Booz

4. Sabiduría bíblica para nuestro tiempo: David y Salomón

5. Dirigentes de primer orden: Daniel y Nehemías

6. Un Nuevo Pacto: Jesús y sus seguidores

7. Lecciones desde el final de la civilización

TERCERA PARTE: Propósitos de Dios para el trabajo y los negocios

8. Más allá de los principios

9. El poder del propósito

10. Valores

11. Primero son las personas

12. Mayordomía: la responsabilidad de administrar

13. Servicio

Epílogo

Sobre el autor

Prólogo

Vivimos en un mundo de dicotomías aparentemente excluyentes, y los ámbitos de la fe y el trabajo pueden parecer polos opuestos. Pero lejos de ser necesariamente rivales, lo «sagrado» y lo «profano» pueden esclarecerse mutuamente. De hecho, el ámbito laboral puede llegar a ser un marco ideal en el que experimentar el amor de Dios. El Espíritu puede transformar hasta las cuestiones más triviales, creando fe y trayendo una nueva alegría.

Por razones obvias, la gente quiere que las empresas se muevan hacia conductas y prácticas éticas. Todos nos hemos sentido consternados por escándalos protagonizados por dirigentes empresariales sin escrúpulos. Nuestros héroes tienen pies de barro. Todos somos seres humanos frágiles y, si esperamos superar las tentaciones y dificultades de este mundo, todos necesitamos desarrollar una relación con Dios. Si queremos llegar a ser los amantes siervos que Dios pretende que seamos, necesitamos su ayuda.

Siempre ha habido hombres y mujeres, valientes y firmes, que nos han enseñado sobre nuestra relación con Dios y con los demás. Sus vidas demuestran que cuando amamos al Señor nuestro Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y al prójimo como a nosotros mismos, nuestras vidas son transformadas, de forma individual y colectiva.

Esta es la razón por la que estoy agradecido por el ejemplo de John Beckett y sus reflexiones en este libro, ¡Disfrutando los lunes!. Hace algunos años que conozco a John y debo decir que tanto su vida como su trabajo me han sido de gran inspiración. En unas conferencias para directores ejecutivos, vi un vídeo de veinte minutos que muestra cómo la fe y el trabajo se han integrado en su empresa, R. W. Beckett Corp. Tanto me impresionó su historia que acordé con John enviar una copia del video a todos los miembros del consejo nacional de administración del Center for FaithWalk (centro para la vida de fe), nuestro ministerio Lead Like Jesus (dirige como Jesús). Confío que, por medio de este libro, muchos se beneficiarán también de su experiencia.

Pero John es un hombre modesto que no pregona sus logros, sino que dirige, nuestra atención hacia quienes le han servido de modelo e inspiración. Los principales mentores que se destacan en este libro son «compañeros de viaje» consignados en la Biblia, que estuvieron en posiciones de poder y que frecuentemente afrontaron situaciones parecidas a las que vivimos hoy en nuestro entorno laboral. También habla de modernos «héroes» de la fe y del servicio, identificando los principios que les han dirigido. Vidas así sirven, sin duda, de inspiración, puesto que todos necesitamos ejemplos perdurables que podamos imitar.

¡Disfrutando los lunes! me ha proporcionado verdadera alegría. Esta obra explica de forma sencilla y profunda cómo podemos transformar nuestro tiempo —en el trabajo o fuera de él—, en deliciosos momentos centrados en Dios y en los demás. Nos ayuda a entrar en la dinámica de nuestro verdadero propósito. Nos anima también a seguir escuchando el silbo suave y apacible que nos recuerda que todo comienza y termina con el servicio. ¡Disfrútalo!

Ken BlanchardCoautor de The One Minute Manager® y The Secret

Reconocimientos

El esfuerzo de todo un año para escribir ¡Disfrutando los lunes! ha sido llevado a cabo por amor, pero no en aislamiento: han sido muchos los que han contribuido. Quiero agradecer especialmente la ayuda en la edición de mi viejo amigo Dick Leggatt, y de Al Hsu, mi editor de InterVarsity Press. Quiero darle también especialmente las gracias a Pam Madalone, mi increíblemente competente ayudante, y a varios dirigentes empresariales que han aportado sus experiencias a este libro: John Aden, Dean Borgman, Archie Dunham, Eric Pillmore y David Pugh.

Micro Zigarelli, decano de Regent University Graduate School of Business, ha encuestado a antiguos estudiantes de la institución sobre los desafíos que están afrontando en este momento, y he tratado varias de las cuestiones que plantean. Estoy muy agradecido a Ken Blanchard, un hombre muy ocupado, por el prólogo, y a los dirigentes y empleados de nuestra empresa, que tripularon el barco mientras yo me enfrascaba en este proyecto. Y a todos los que leyeron los primeros borradores —que fueron muchos, entre ellos Wendy y otros miembros de la familia— y me hicieron estupendas sugerencias. Como dijo un amigo, «si alguna vez ves una tortuga subida a un árbol, puedes estar seguro de que no ha llegado allí por sus medios».

Introducción

En el breve espacio de mi vida, el hombre ha fraccionado el átomo, conquistado la polio, llegado a la luna y encogido el planeta por medio de Internet. Pero millones de nosotros tenemos todavía que aprender a disfrutar los lunes.

El lunes plantea desafíos especiales. Para la mayoría, el lunes es el inoportuno portal que nos introduce de nuevo a la semana laboral, la chirriante puerta que tanto nos cuesta abrir tras dos días de descanso.

«No compres un vehículo fabricado un lunes», aconsejan los del gremio de la automoción. «Muchos de la planta de montaje no aparecen, y los que van a trabajar solo lo hacen a medias».

No soy inmune a los retos que plantea el lunes. Si hay un día de la semana en que me puede dar dolor de cabeza, es el lunes. A algunos les va mucho peor que a mí. ¡De hecho, el Centro para el control de las enfermedades de Atlanta afirma que los lunes a las nueve de la mañana es el momento de la semana en que se producen más ataques de corazón!

Sí, el lunes es un día único, el punto de partida para el resto de la semana laboral. No obstante, puesto que el trabajo se considera muchas veces como un «mal necesario» para poner comida sobre la mesa y financiar pasiones no laborales, el pobre lunes tiene a menudo muy mala prensa.

Para muchos, sin embargo, este negativo estereotipo de los lunes está cambiando, en especial para aquellas personas de fe que, por primera vez, están sintiendo un verdadero «llamamiento» al ámbito laboral. Desde esta perspectiva, el lunes se convierte en el esperado primer día de una gratificante semana llena de sentido.

Hace algunos años escribí un libro sobre este tema titulado ¡Por finlunes! Integrando trabajo y fe. En él describía mi recorrido como ingeniero escéptico, formado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, hasta convertirme en un entusiasta seguidor de Jesucristo, un periplo que siguió avanzando cuando me di cuenta de que podía encontrar la misma satisfacción y realización personal en mi trabajo «secular» que en cualquier otra forma más directa de ministerio. Cuento que, con la Biblia como guía, comencé a integrar los dos mundos de la fe y el trabajo. De forma gradual, y creo que como resultado directo de esta conexión entre fe y trabajo, vi que la empresa que dirigía prosperaba y llegaba a ser muy respetada en nuestro sector y entorno social.

Desde que escribí ¡Por finlunes!, he ido viendo cada vez con mayor claridad que se está produciendo una amplia transformación en el entorno laboral. Es como si Dios hubiera concentrado una gran bendición en muchos de quienes están en el ámbito empresarial y profesional. Esto explica sin duda los numerosos informes divulgados por los medios de comunicación y la publicación de más de mil libros sobre la fe en el entorno laboral. Por otra parte, han surgido más de mil doscientas organizaciones y redes que fomentan la conciliación de la fe y el trabajo, la mayor parte de las cuales han aparecido durante los últimos diez años.

Mi perspectiva sobre estos fenómenos se va configurando a través de un extenso funcionamiento en red que llevo a cabo viajando, hablando y escuchando. En esta interacción con muchas personas he recopilado algunas preguntas que se hace la gente:

¿Cuál es el propósito de los negocios desde la perspectiva de Dios?

¿Cómo se reconcilian las metas económicas más básicas con las necesidades de los empleados?

¿Cómo desarrollo mi carrera profesional en un mundo que parece demandar que comprometa mis convicciones?

¿De qué modo mido el éxito?

¿Cuál es el aspecto de una empresa donde los dirigentes han integrado los dos mundos del trabajo y la fe? ¿Hay conflictos con aquellos que no están de acuerdo con estos planteamientos?

Son preguntas vitales que oigo repetidamente: una prueba evidente de que muchos quieren que su trabajo sea una verdadera vocación en la que expresar toda su pasión y que les reporte una profunda satisfacción. Esta clase de preguntas reflejan también un deseo cada vez mayor que las personas tienen de profundizar en su vida con el Señor y de aplicar la verdad bíblica en su trabajo. Están buscando modelos y ejemplos prácticos: personas e ideas que puedan ayudarles en los siguientes pasos de su periplo. Mi meta en ¡Disfrutando los lunes! es contribuir a dar respuesta a esta hambre creciente; ayudar a quienes son llamados al entorno empresarial y laboral a comprender y aplicar diariamente los caminos de Dios en su trabajo.

Una hoja de ruta

Quiero decirles lo que encontrarán en ¡Disfrutando los lunes!. En la primera parte, «Mi recorrido personal», consigno algunas de las luchas que experimenté y cómo tales luchas me han impartido una nueva comprensión tanto de mi fe como de mi trabajo.

En la segunda parte, «Compañeros de viaje», presento a varios personajes bíblicos que son tremendos modelos para quienes queremos vivir nuestra fe en el entorno laboral. ¡Ojalá hubiera contado con su ejemplo cuando tuve que navegar por las aguas turbulentas de los retos empresariales al comienzo de mi carrera!

En la tercera parte, «Propósitos de Dios para el ámbito laboral», hablo de cinco temas en los que las verdades bíblicas se encuentran con las realidades empresariales. Después de más de cuarenta años de experiencia laboral, he descubierto que, en la medida en que las adoptemos, estas prácticas ideas, aumentarán en gran manera las probabilidades de éxito en nuestro trabajo.

De principio a fin, voy entretejiendo tres conceptos básicos:

La importancia de desarrollar una cálida relación personal con el Señor. Esta relación forja nuestro carácter, y este carácter piadoso nos permitirá aplicar, de forma constante y exhaustiva, los conceptos bíblicos a las situaciones empresariales.

Un alineamiento más estrecho de la fe y el trabajo. Si concebimos estos dos mundos como círculos separados, nuestra meta es acercarlos progresivamente hasta que finalmente se fusionen en uno.

La multifacética expresión del reino de Dios en el entorno laboral

Jesús no predicó una religión, sino el reino. Es necesario que entendamos cómo afecta la idea que Jesús tiene del reino a las relaciones personales, las perspectivas y las prioridades en nuestro trabajo.

Se trata de asuntos importantes y provocativos. Pero confío en que son cosas que ya te estás planteando, y que tienes un gran deseo de explorar.

Lugares altos

Hace poco leí en el devocional Manantiales en el desierto: «La vida es una empinada ascensión y es siempre alentador que quienes van por delante vuelvan la cabeza y nos emplacen festivamente a ascender más arriba». Para mí, «ir por delante» solo significa tener algunos años y errores más en mi haber, y suficientes cicatrices para sentir una gran empatía hacia quienes suben por la pendiente.

El devocional continúa diciendo: «Ascender por la montaña de la vida es un asunto serio, pero muy glorioso. Para alcanzar la cima se necesita fortaleza y paso firme. La vista se ensancha a medida que nos elevamos. Si alguno de nosotros ha encontrado algo que vale la pena, debe volver la cabeza y llamar a los demás».

Espero que las lecciones que he aprendido te animen a avanzar en tu relación con el Señor; a ver dónde está obrando en tu entorno; a entender la dimensión redentora de los retos a los que te enfrentas cada día; y a mantener una esperanza viva de que Dios se ocupará de ti y, haciéndolo, edificará su reino. Si consigo ayudarte a «ascender más arriba», esta será mi mayor recompensa.

PRIMERA PARTE

Mi recorrido personal

1

Dentro y fuera del horno

Estoy en el mundo empresarial desde que nací. Mi padre fue un competente ingeniero que decidió comenzar una empresa fabril a finales de la década de 1930, literalmente en el sótano de nuestra casa en Ohio. La empresa y yo nacimos por aquel mismo tiempo (¡No cabe duda de que aquel fue un periodo productivo en la vida de papá!).

Aunque era solo un muchacho, recuerdo cuál fue el primer gran reto de la empresa: ¡la supervivencia! La Segunda Guerra Mundial había limitado severamente el suministro de materiales que necesitábamos para fabricar nuestro producto: quemadores de petróleo para calefacciones de viviendas y comercios. Para mantener la empresa en marcha, papá cambió a un sector totalmente distinto y nos dedicamos al aislamiento de viviendas en nuestra zona.

Solo tenía seis años, pero papá me llevaba con él a «ayudar» a los operarios que trabajaban con camiones especialmente equipados. Todavía siento el escozor de la fibra de vidrio que echábamos en un silo gigante para introducirla a presión en las paredes y techos de las casas que aislábamos. No fue gracias a mi ayuda, pero mi padre mantuvo intacta su pequeña plantilla y, tras la guerra, retomó la producción de quemadores.

En la última etapa del instituto me debatía con la elección de la universidad a la que asistiría. Estaba convencido de que mi decisión afectaría decisivamente a lo que después sería mi profesión. Por alguna razón, estaba dividido entre el mundo de la empresa y el ministerio cristiano. Mi corazón quería seguir a mi padre en la ingeniería. Si me aceptaban en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), la escuela de ingeniería más importante de los Estados Unidos y mi primera elección como universidad, se habría abierto la puerta para perseguir aquel sueño. Pero otra parte de mí se sentía atraída hacia el ministerio cristiano (simplemente porque, por alguna razón, me parecía un llamamiento «más digno»). Por ello, también presenté mi solicitud en Kenyon College, una escuela de letras de Ohio en la que había un seminario episcopal. Esperaba que mi decisión se resolvería mediante el proceso de aceptación.

Cuando llegó la primera carta de aceptación de Kenyon, me sentí ligeramente contento, pero no exultante. Pero cuando recibí la carta del MIT unas semanas más tarde (que me parecieron una eternidad), tuve que contenerme para no dar saltos de alegría. Si no hubiera crecido como un comedido miembro de la Iglesia episcopal, posiblemente los habría dado. La aprobación del MIT (y mi entusiasta respuesta) parecía una clara evidencia de que podía seguir los dictados de mi corazón que me dirigían al ámbito de la ciencia y la ingeniería.

Más adelante, en la última etapa de la universidad, surgió de nuevo la lucha entre el mundo comercial y el ministerio. ¿Debía acaso buscar un trabajo relacionado con la ingeniería, o aceptar un destino como el de capellán militar? Le pedí consejo al Dr. Teodore Parker Ferris, el respetado rector de la Iglesia Episcopal de la Trinidad en Boston, quien me aconsejó sabiamente que no entrara en ninguna forma directa de ministerio a menos que supiera, sin lugar a dudas, que Dios me llamaba a ello. A los pocos días, recibí una oferta de una empresa aeroespacial, una oportuna señal que me dirigía hacia mi futura vocación.

Así comenzó lo que sería una ininterrumpida carrera empresarial que, sin embargo, acabaría finalmente adquiriendo una dimensión «ministerial». Aunque durante aquellos años la forma en que percibía la guía divina estaba principalmente determinada por las circunstancias, ahora me doy cuenta de que Dios estaba, sin duda, guiando mis decisiones. Sin embargo, él me tenía reservadas otras muchas cosas para mi crecimiento espiritual. La primera etapa hacia este crecimiento llegó por medio de una incipiente relación con Wendy Hunt, una joven muy especial. Nos conocimos antes de acabar la universidad. Fue en la pequeña tienda de un camping en el Algonquin Provincial Park de Canadá, donde Wendy trabajaba durante el verano para financiarse los estudios en la Universidad de Toronto. Al poco tiempo conocí a sus padres. Para mi sorpresa, descubrí que tanto Wendy como su familia eran personas de una fe intensa, con una profundidad espiritual que me era desconocida. Hablaban de una relación personal con Cristo. Cuán distinto, pensaba, de lo que yo había experimentado hasta aquel momento.

Aunque estaba gratamente impresionado con la familia Hunt, me era difícil ajustar su fe sincera y entusiasta con mi acercamiento más «racional». De modo que esperé y observé. En realidad, las cosas espirituales no eran mi principal prioridad.

Wendy y yo nos casamos cuando ella acabó la universidad, y comenzamos nuestra vida en común en el norte de Ohio. Comencé a trabajar en la Sección Romec de Lear, Inc., donde ayudé a diseñar sistemas de orientación para misiles y aeronaves. Kirsten, nuestra primera hija, nació un año después, y la vida era, en su mayor parte, inmensamente gratificante. Aun así, sentía que me faltaba algo. Dios seguía pareciéndome distante e impersonal.

Una inesperada invitación

Un año después del nacimiento de Kirsten, mi padre me propuso algo que me sorprendió, porque nunca antes me lo había siquiera insinuado. Quería que me uniera a él en su pequeña empresa fabril. Aceptar su oferta significaría cambiar el vanguardista mundo de la industria aeroespacial por el de la tecnología menos avanzada de la calefacción doméstica. Sin embargo, la idea de trabajar con mi padre me entusiasmaba, y este fue un factor concluyente en mi decisión.

Trabajar con papá fue mejor de lo que jamás habría podido imaginar: él mi mentor, yo su ayudante. Durante todo el primer año, él compartió abiertamente conmigo su conocimiento y experiencia, y yo esperaba seguir aprendiendo de él durante muchos años. Pero no fue así.

Una fría mañana de febrero de 1965, recibí una llamada de la policía local. Habían encontrado a mi padre desplomado sobre el volante de su coche, víctima, al parecer de un ataque de corazón. Tenía 67 años. Por el lugar donde le encontraron, supe que iba camino del trabajo. Mi primera respuesta fue de incredulidad. ¡Solo unas horas antes, parecía tan saludable, enfrascado en su trabajo, atento a su familia! ¡En un momento, nuestros sueños quedaron truncados! No obstante, la aplastante realidad me golpeó con toda su fuerza: papá se había ido. Ausente mi mentor y amigo más cercano, y con veintitantos años, sentí de repente el peso abrumador de dirigir la empresa que él había fundado y sustentado durante sus primeros veintiocho años.

El infierno