Doña María Coronel - Pedro Muñoz Seca - E-Book

Doña María Coronel E-Book

Pedro Muñoz Seca

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Beschreibung

Doña María Coronel es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la obra se articula en torno a la disputa de varias interesadas por heredar la dote de una rica noble casándose con alguno de sus herederos.

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Seitenzahl: 91

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Muñoz Seca

Doña María Coronel

COMEDIA EN DOS ACTOS

Estrenada en el TEATRO LARA de Madrid, el 11 de Noviembre de 1916

Saga

Doña María Coronel Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1916, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508680

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta obra es propiedad de su autor, y nadie pcdrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales so hayan celebrado, ó se celebren en adelante, tratados Internado nales de propiedad literaria.

El autor se reserva el derecho de traducción.

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Española son los encargados exclusivamente de conceder ó negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

––––––

Dro í ts do representation, de traductlon et de repro duction reservés povr tous les pays, y compris la Sae de, la Norvège et la Höllando.

––––––

Qneda hecho el deposito que marca la ley.

A Don Joaquín Hazañas yla Rua, sabio catedrático de la Universidad de Sevilla y maestro mío queridísimo,

El Autor

REPARTO

PERSONAJES ACTORES GABRIELA SETA. ABADÍA. FLORA Sra. Sánchez Ariño. CLARITA Srta. Alba. MENCÍA Moneró. GDIOMAR Gelabert. MARCELA Sra. Illescas. DUQUE Sr. Thuillier. EMILIO Manrique. SUÁREZ Isbert. PINO Mora (S) MONTOYA Ariño. DONATO Mora (J.)

––––––––––

ACTO PRIMERO

Hall archi elegantísimo en casa de la Viuda de Peralejo. Una puerta en cada lateral y corredor con galería de cristales en el foro. Es de día: un día de Abril. La acción en Mad rid. Epoca actual.

––

(Al levantarse el telón entran en escena por la puerta do la izquierda el duque de torralta , sus hijas guiomar y mencía , y donato , criado de la casa. El Duque es un gran señor, un atildadísimo señor que ya ha cumplido los cincuenta años, pero se da coba y esta, muy presentable. Guiomar y Mencía son dos muchachas alegres, ligeras, que visten con arreglo al último figurín parisino. Donato, criado, de frac y calzón corto, es digno, por su empaque y apostura, de figurar en la antecámara de Eduardo VII. )

Don . (Con cierto acento británico. ) La señora volverá en seguida. Me ordenó suplicara al señor Duque que tuviera la amabilidad de esperarle un momento.

Duque Es extraño que aguardando nuestra visita...

Don . La señora recibió un aviso urgentísimo del padre Balboa.

Duque ¡Ah, vamos; del padre Balboa! Algo del desayuno escolar o del ropero de Santa Bibiana, como si lo viera.

Don . Sí, señor.

Duque Bien.

Don . ¿Me manda algo el señor Duque?

Duque Nada, Donato. (Donato saluda y se va por la izquierda.

Guiomar (Que no ha cesado de mirar a Donato a través de sus impetinentes. ) Tiene buen tipo ese maitre.

Men. Se da cierto aire al que había en la Embajada de Inglaterra.

Duque Como que es el mismo.

Guiomar ¡Sí que ha descendido!

Duque ¿Descender? ¿Tú crees que desciende nadie por venir a esta casa? Aquí todo es de una corrección suprema.

Guiomar (con cierta burla. ) Perdona, papaíto; me había olvidado que estaba en casa de Flora.

Men. (Idem. ) No se dice Flora, Guiomar; ese nombre recuerda tiempos... demasiado remotos. Se dice la señora Viuda de Peralejo, (Ríe. )

Guiomar (Riendo también. ) Peralejo hermanos, fabricantes de sillas de Vitoria... ¡Ah! Mírale; ahí le tienes. (Señala un retrato al óleo que pende de la pared, el retrato en busto de un señor basto, patilludo y muy condecorado. ) ¡Oh! ¡Está magnífico con sus patillas y su gran cruz... (Ríe. )

Duque (severo. ) ¡Corrección, Guiomar, corrección!

Men . ¡Pensar que tan pomposo retrato está llamado a desaparecer! Porque tan pronto como su viuda se convierta en duquesa de Torralta, me figuro que el pobre Peralejo irá a parar a la bohardilla, ¿no, papá?

Duque (Quemado. ) Vaya, vaya, dejaos de bromas, que pueden oíros y…?

Men. ¿Bromas? ¿Pero vas a negar que piensas casarte con ella?

Duque ¡Mencía!

Men. ¿Vas a decir?...

Duque Voy a decir que estais muy mal educadas.

Guiomar Muchas gracias, papá.

Duque Yo os he educado sin mogigaterías, es cierto, pero siempre dentro de la más absoluta corrección.

Guiomar Oye, papá, ¿quieres decirme lo que entiendes tú por corrección? Porque no se te cae la palabra de la boca.

Duque Ya ustedes me entienden. Corrección es... Vaya; eso, corrección No faltar a las conveniencias.

Men. Sí, mujer, por Dios, ¡qué torpe eres! Corrección es... vamos, tener abonada al Real y bastante lejos de nuestra platea a esa... Conchita la Malagueña.

Duque ¡¡Mencía!!

Men. ¿Es que te calumnio?

Duque ¡Ya lo creo! Esa joven de quien hablas es ..

Guiomar Sí, papá, no te tortures. Es, lo que era la dueña de esta casa antes de las sillas de Vitoria.

Duque Son ustedes insoportables.

Guiomar A esa joven le falta dejar pasar veinte años, encontrar a su Peralejo, enviudar, heredar un par de millones de duros, pertenecer a muchas juntas piadosas y aspirar a ser duquesa para que se olvide del todo lo pasado.

Duque (severísimo. ) Es una falta de respeto que no sé cómo me contengo.

Guiomar Alguna represalia hemos de tomar del sacrificio que nos obligas a hacer.

Duque ¿Sacrificio?

Men. ¡Claro! ¿Acaso no lo es para nosotras el venir a esta casa?

Duque Esta casa es una casa seria y distinguida a la que viene todo el mundo. ¿No vengo yo?

Guiomar ¡Bah! Los hombres es muy distinto. Cítame a una sola señora conocida, que visite a tu amiga.

Duque ¡Las señoras!... ¡Bah! Ya quisieran esas señoras que se asustan de venir a esta casa, tener las suyas montadas de la misma manera. Aquí no vienen más que personas respetables y correctas. Suárez, el banquero; Montoya, el general; Pino, el magistrado del Supremo; yo… Vamos, una tertulia de la más exquisita corrección.

Men. Para dormirse, no habrá otra.

Duque Y eso es lo que hacen.

Guiomar ¿Cómo?

Duque Después del té suelen dormirse, pero correctamente; eso sí, avisan primero (Ríen Guiomar y mencía. ) No tomarlo a broma; es cierto Y la culpa la tiene Pino, el magistrado. Estos magistrados tienen el sueño arraigadísimo. Cualquiera semioscuridad los recuerda la penumbra de la Sala y se duermen. Se pasan el día durmiendo. Luego, es lógico, son desgraciados en el hogar. Este pobre Pino tiene catorce hijos.

Men. Papá, corrección.

Guiomar ¿Y dices que antes de dormirse lo avisan?

Duque Invariablemente. Antes de tomar el té suelen distraernos las rarezas de Suárez pero luego, ya es sabido, volvemos del comedor cada uno se sienta en su sitio, siempre en el mismo; yo me pongo a charlar con Floral… (Tosen guapamente Guiomar y Mencia ) Yo me pongo a charlar con Flora, cosa que nada tiene de particular, y lo de siempre, Suárez toma ese libro de la poesías de Santa Teresa, lo abre exclama ¡Santa Teresa! Paisana mía; se cala los lentes, parpadea y a los dos minutos, el libro de la paisana rueda a sus pies.

Men. Muy divertido.

Duque Pino es más cómico: se sienta en aquella butaca se repantiga, disimula un bostezo, habla de la mala noche que le han hecho pasar los chicos, porque dice que se despiertan a media noche pidiendo... cosas, y como su mujer tiene el sueño pesado, él tiene que actual de ponente, y al poco tiempo duerme como un bendito. Pero el más seguro de todos es Montoya, el general. Ese se coloca ante la mesa, abre ese album, que contiene unas vistas de Italia, contempla la primera largo rato y exclama indefectiblemente: ¡qué hermoso es el Coliseo!, y se desploma como un tronco sobre sus ruinas.

Guiomar Y tú mientras nos vas preparando a la ma drastra, ¿no?

Duque ¡Y aunque así fuera!

Men. ¡Hola!

Duque Ea; planteemos la cuestión claramente ¿Os parece mal que me case con Flora? ¿Noes así?

Guiomar Muy mal.

Men. Pésimamente.

Duque ¿De modo que preferís... lo otro? ¿Que salgamos los tres pidiendo limosna?

Guiomar ¡No llegará a tanto!

Duque Está bien. No me creais; pero yo os aseguro que sin boda, o sin un milagro del cielo, antes de tres meses tendremos que mendigar para comer.

Men. ¿Hablas seriamente?

Guiomar ¿Tan completa es nuestra ruina?

Duque ¿Completa? No. Más... ¡mucho más!

Guiomar De modo que entonces...

Duque Para nosotros no hay más que un dilema: o los bancos de la Plaza Mayor, último solar de un Duque de Torralta o los millones de Peralejo.

Guiomar (sería. ) Si planteas así la cuestión, ya es otra cosa.

Men. Y bien distinta.

Guiomar Después de todo, hoy por hoy, ¿qué pueden decir de esa mujer?

Men. Que es un modelo de piedad.

Guiomar Creo, papaíto, que debes decidirte.

Men. Y cuanto antes mejor; la Plaza Mayor me ha parecido siempre muy sombría.

Duque Despacio, hijas mías despacio. Ahora sois vosotras las que correis.

Guiomar ¿No nos decías hace poco que Flora era?...

Duque Sí, sí. Flora es sin duda una mujer seria, respetable, que llevaría dignamente su rango y doraría nuestros viejos blasones, que bien lo necesitan, pero la gente tiene memoria.

Men. ¿Qué quieres decir?

Duque Que cuando me decido o quiero decidirme a formalizar lo de la boda, me detengo al pensar que deben ser muchos los que recuerden que ella les ponía en otro tiempo claveles en el ojal, como me los puso a mí mismo.

Guiomar ¡Si no es más que eso!... Lo que debes hacer es dejarte de escrupúlos.

Duque ¿Tú crees?

Men. ¡Claro, por Dios!

Duque (conmovido. ) Sois admirables, hijas mías. Os confieso que me siento orgulloso de ser vues tro padre y de haberos educado bien, sin preocupaciones...

Guiomar (Rápidamente. ) Escucha: se me ocurre un medio de salvar la situación sin que te cases con Flora.

Duque ¿Cuál?

Guiomar Casarme yo con el que ha de ser su heredero; con su sobrino Emilio, que es mi flirt.

Men. ¡Tu flirt!... ¡Estás fresca!

Guiomar Ah, ¿no? ¿Es acaso contigo con quien flirtea?

Men. Naturalmente.

Guiomar Estás loca.

Duque Vaya, vaya; no os peleeis. Eso podría ser una solución para vosotras, pero no para mí. Los millones de las sillas de Vitoria no pueden ir a vuestros manos sin pasar antes por las mías.

Guiomar Y por las de Conchita la Malagueña.

Duque (Molesto. ) Nada de sátiras. Eso ya no es correcto y yo no paso por ninguna incorrección.

Guiomar Pero...

Duque (Que oye pasos. ) Silencio. (Viendo a emilio , que entra en escena por la puerta de la izquierda. ) ¡Oh, querido Emilio!

Emilio (saludando. ) ¡Señor Duque!... ¡Guiomar!... ¡Mencía!... ¡Qué agradable sorpresa! (Este Emílio es un muchacho de veinticinco años, elegantisimo. )

Duque ¿Usted por aquí a estas horas?

Emilio Mi buena estrella me ha traído sin duda, puesto que me proporciona el placer de encontrarme con esta visita inesperada.

Guiomar (Amabilísima. ) Hemos venido a saludar a su señora tía.

Emilio No tardará en volver.

Men. La esperaremos. Es una señora admirable.

Guiomar