El Amor es más importante - Jared Byas - E-Book

El Amor es más importante E-Book

Jared Byas

0,0

Beschreibung

—UNA NUEVA VISIÓN PARA LA VIDA CRISTIANA— BASADA EN AMAR A NUESTROS PRÓJIMOS Y NO EN TENER LA RAZÓN Durante años los cristianos han discutido, debatido y peleado entre sí mientras "hablan la verdad en amor", sin embargo no estamos más cerca de la vida llena de gracia que modeló Jesús. El académico bíblico y anfitrión del popular podcast The Biblie for Normal People, Jared Byas construye un caso convincente de cómo una vida cristiana bíblica no arraiga en recolectar las respuestas "correctas" sino en estar en relaciones auténticas y vivas con Dios y con otras personas. Jared Byas nos llama a volver al corazón de la Biblia: la verdad solo es verdadera cuando se vive en amor. Ofreciendo una visión profunda con su astucia característica, Jared desentraña el concepto de verdad y la razón por la que peleamos por ella tan seguido. Ofrece una justificación convincente para decir que lo que creemos es menos importante que cómo lo creemos y que, a fin de cuentas, decir la verdad en amor se trata de seguir a Jesús. Para todas las personas que alguna vez se sintieron obligadas tener que elegir entre la verdad y el amor, entre la aceptación y la rectitud, este libro ofrece una senda para ir más allá de los debates interminables sobre quién tiene la razón, y arribar a un amor que es más importante.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 295

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



HABLAN DE EL AMOR ES MAS IMPORTANTE

En los evangelios del Nuevo Testamento, Jesús presenta al amor como fin último de una vida moral. Pero, al igual que muchos estadounidenses, crecí en una tradición que le otorgó a la “verdad” coprimacía con el amor. Se nos dijo que debíamos asegurarnos de creer en lo correcto y que necesitábamos recordarles a quienes no acordaban con nosotros que estaban equivocados, equivocados, equivocados. Jared Byas ha llegado justo a tiempo con un libro poderoso para ayudarnos a desmantelar estas falsas construcciones y liberarnos para amar sin restricciones. Tal como enseñó Jesús. El amor es más importante es una lectura necesaria para quien alguna vez sintió que tuvo que hacer equilibrio entre estar en lo correcto y ser amoroso.

JONATHAN MERRITT, autor de Learning to Speak God from Scratch y colaborador galardonado de The Atlantic

Soy el tipo de persona a la cual el término bíblico le resulta de mucho peso. Pero también soy el tipo de persona a quien le importa los asuntos de fe, y anhelo una relación con Jesús que no me haga sentir como si fuese un soldado del imperio romano. Si eres como yo, encontrarás que El amor es más importante es una brisa fresca en un caluroso día de verano; te recordará por qué alguna vez te enamoraste de Jesús.

MIKE McHARGUE, autor éxito de ventas de You’re a Miracle (and a Pain in the Ass) y Finding God in the Waves

En El amor es más importante, Jared Byas lleva la discusión del amor a los lugares difíciles de la vida. El sello del amor que encarna Jesús es indiscriminado, incondicional, sacrificial y persistente; es la clase de amor que llevan como atributo distintivo quienes siguen a Jesús. Jared pone sobre la mesa, donde pertenece, este llamado radical a amar y extrae sabiduría para ayudar a otros y otras a partir de sus propias dificultades con el amor a los demás. Este libro desafiará, increpará, inspirará, divertirá y dejará a los lectores y lectoras repensando en sus propias relaciones. Si leemos y llevamos a nuestro corazón este revolucionario llamado a amar, seremos más sanos y auténticos con Jesús, y el mundo será un mejor lugar para otras personas.

CAROLYN CUSTIS JAMES, autora de Half the Church: Recapturing God’s Global Vision for Womeny Malestrom: Manhood Swept into the Currents of a Changing World

¡Qué libro maravilloso! ¡Jared Byas emplea una cantidad de oraciones completas y puntuación, y está relativamente libre de errores tipográficos! También es bellamente provocativo. Jared aporta sus dotes filosóficos para romper con los clichés y demostrar que “decir la verdad en amor” es más profundo, más interesante y mucho más importante de lo que permiten nuestras trilladas nociones de “verdad”. Una lectura obligada para las personas que deben involucrarse de verdad con otras y otros.

PETER ENNS, coanfitrión del podcast The Bible for Normal People y coautor de Génesis para Gente Normal

Copyright © 2020 by Jared Byas

El Amor es más Importante

Por qué pelear por tener la razón nos impide amar como Jesús

de Jared Byas, 2021, JUANUNO1 Ediciones.

Título de la obra original en inglés “Love Matters More”

This translation is published by arrangement with The Zondervan Corporation L.L.C, a division of HarperCollins Christian Publishing, Inc.

Esta traducción se publica por acuerdo con The Zondervan Corporation L.L.C, una división de HarperCollins Christian Publishing, Inc.

ALL RIGHTS RESERVED. | TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

Published in the United States by JUANUNO1 Ediciones,

an imprint of the JuanUno1 Publishing House, LLC.

Publicado en los Estados Unidos por JUANUNO1 Ediciones,

un sello editorial de JuanUno1 Publishing House, LLC.

www.juanuno1.com

JUANUNO1 EDICIONES, logos and its open books colophon, are registered trademarks of JuanUno1 Publishing House, LLC.

JUANUNO1 EDICIONES, los logotipos y las terminaciones de los libros, son marcas registradas de JuanUno1 Publishing House, LLC.

Library of Congress Cataloging-in-Publication Data

Name: Byas, Jared, author

El amor es más importante : por qué pelear por tener la razón nos impide amar como jesús / Jared Byas.

Published: Miami : JUANUNO1 Ediciones, 2021

Identifiers: LCCN 2021942676

LC record available at https://lccn.loc.gov/2021942676

REL012120 RELIGION / Christian Living / Spiritual Growth

REL006400 RELIGION / Biblical Studies / Exegesis & Hermeneutics

REL067000 RELIGION / Christian Theology / General

Paperback ISBN 978-1-63753-014-6

Ebook ISBN 978-1-63753-015-3

Traducción Ian Bilucich

CorrectorTomás Jara

Créditos Portada Equipo de Media y Redes JuanUno1 Publishing House

Concepto diagramación interior & ebook Ma. Gabriela Centurión

Director de Publicaciones Hernán Dalbes

First Edition | Primera Edición

Miami, FL. USA.

Octubre 2021

Para mi mamá, Anita,

que pone a las personas por sobre las ideas y suele

servir de ejemplo de cómo el amor y el perdón pueden superar los desacuerdos

CONTENIDO

Cover

Portada

Hablan de El amor es más importante

Portada

Legales

Dedicatoria

Solo Dios sabe que es un elefante

La verdad está explotada y mal remunerada

Cuidado con enamorarse de las vacas

La verdad sin amor no es verdad

Si no te libera, no es verdad

La importancia de transformar el lino en mantel

El amor cambia la verdad

Hablar la verdad en amor

Dar nuestra opinión en amor

Una fe más auténtica

El amor es más importante

Agradecimientos

Notas

CAPÍTULO UNO

SOLO DIOS SABE QUE ES UN ELEFANTE

Este libro es para quien alguna vez sintió que tenía que elegir entre la verdad y el amor. Es para toda aquella persona cuyo corazón le ha dicho que el camino de Jesús es salir en defensa de las personas, pero se le enseñó que ser fiel a Jesús es salir en defensa de la verdad.

El pastor Richard se levantó de su silla y comenzó a dar vueltas por la oficina. “Muchachos, ¿entienden que lo que ustedes hicieron el domingo fue poner una piedra de tropiezo en el camino de la salvación de una persona?”. Nos estaba hablando a mí y a mi amigo John. Éramos niños de diez años. Nos aseguró que nos estaba “diciendo la verdad en amor”, porque eso es lo que Dios quiere que hagamos los cristianos.

Para quienes nunca fueron enviados a la oficina del pastor, es como ir a la oficina del director, excepto que, en lugar de ponerte en detención, este tipo podía enviarte al infierno por toda la eternidad. Cuando mi madre me dijo que el pastor Richard quería hablarnos, me preocupé. No sabía cuál era el motivo.

Visualiza una pequeña iglesia Bautista del Sur en los años ochenta. Hay filas y filas de bancos de madera con cojines rojos, que dan comezón, del mismo tono y textura que la alfombra del suelo. El domingo a la mañana en cuestión, me había sentado contra el respaldo recto y duro de uno de los bancos, pensando que el diseñador probablemente sabía que las personas que se sentaran allí necesitarían ayuda para mantenerse despiertas. A mi lado estaba mi mejor amigo, John, a quien arrastraba a la iglesia casi todas las semanas, incluso cuando su familia no se congregaba.

Estábamos a unas cinco filas del frente, en el lado izquierdo, justo al lado del “tablero de puntuación” de madera que se cambiaba cada semana y que nos mostraba cuántas personas asistían y cuánto dinero habíamos dado. Había comenzado la música de piano y el pastor Richard acababa de decir, en su tono profundo y serio, “Todos con los ojos cerrados y las cabezas inclinadas…”. Y luego, sucedió.

John y yo nos paramos y fuimos caminando sigilosamente por la puerta lateral hacia el baño.

Ahora no recuerdo si fue porque realmente tenía que ir al baño o si tan solo estábamos aburridos. Para ser honesto, es difícil notar la diferencia cuando tienes diez años –“Si sientes algo en particular en este momento, esta es la oportunidad para reconocer que eres pecador y pedirle a Jesús que entre en tu corazón”. Esa parte ya la tenía en mi haber; a esa altura ya le había pedido a Jesús que entrara a mi corazón por lo menos unas cinco veces. Así que me pareció razonable; todos con sus cabezas inclinadas y los ojos cerrados: era un buen momento para entrar en acción.

Unos días después, aprendí sobre los llamados al altar. No mucho después de eso, John y yo estábamos sentados en el sofá de la oficina del pastor Richard.

“Muchachos, quiero que sepan que no están en problemas –empezó diciendo el pastor–. Pero quiero compartirles algo porque ustedes me importan”. Acto seguido, prosiguió a avergonzarnos por pararnos durante el servicio luego del llamado del altar. Resultó ser que, probablemente, habíamos causado que algunas almas se enfrentaran a la condenación eterna gracias a la distracción que les generamos al levantarnos para ir al baño justo en el momento de la Oración del Pecador.

Incluso a los diez años, me tomaba mi fe muy seriamente. Fue devastador escuchar al pastor decirme que podría haber causado que alguien fuera al infierno por pararme para ir al baño. Nunca me había sentido amado por el pastor Richard, ni antes ni después, pero de seguro me sentía juzgado y avergonzado.

Este es mi primer recuerdo de un cristiano tratando de amarme cuando claramente había pasado mucho más tiempo aprendiendo qué creer en lugar de cómo creer. Toda mi vida escuché que el cristianismo es amor, pero lo que vi –en nuestras actividades, servicios e interacciones– es que el cristianismo son creencias. He llegado a darme cuenta de que el miedo a estar equivocados sobre nuestras creencias no ha dejado margen para el claro mensaje de la vida y muerte de Jesús –el énfasis inconfundible en la Biblia y en los miles de años de tradición eclesiástica–: el amor es más importante.

EL AMOR SE SIENTE COMO AMOR

Cuando era pastor, llevaba adelante una clase semanal para ateos llamada “Solo Para Escépticos”. Funcionaba durante el servicio las semanas que no predicaba (yo era uno de los cinco pastores de enseñanza). Era un lugar para que fueran los no creyentes cuando acompañaban a su cónyuge y/o familia que quería asistir a la iglesia, pero no deseaban sentarse en el servicio y deformar su rostro de tantas muecas de fastidio. Eran diez encuentros, una vez por semana, donde recorríamos todas las objeciones comunes al cristianismo y hablábamos de ellas. Nuestra meta era tan solo ayudar a que las personas vieran que podían ser ateos y expresar sus dudas sobre la iglesia, y Dios no los fulminaría. Fue un éxito. Por muchos años, no tuvimos ningún fulminado.

Una vez, una mujer llamada Carol vino a nuestra primera sesión, y a la media hora se puso a llorar. Comenzamos la clase compartiendo los motivos que nos traían al encuentro. La mayoría dijo que era porque no creían y esperaban tener un lugar donde poder hablar y evitar la reunión. Pero Carol no. No podía contestar la pregunta porque no estaba realmente segura de por qué estaba allí. Dijo que creía ser cristiana. Había sido cristiana toda su vida. Pero últimamente tenía preguntas sobre la evolución, la homosexualidad, y sobre por qué a las personas buenas les sucedían cosas malas. Y su familia, en un esfuerzo por “hablar la verdad en amor”, le dijo que probablemente ya no era cristiana y que debería asistir a la clase para que la enderezaran. Fue arrojada a un periodo de dudar de sí misma. Estaba devastada.

Su familia pensó que estaba haciendo lo correcto. Se les había enseñado que, siendo que las personas van al infierno por creer en lo incorrecto, lo más amoroso que podían hacer para ayudar a Carol era indicarle en qué se estaba equivocando y luego proveerle la lista de cosas correctas en que creer.

Hay dos problemas con esto. Primero, La Biblia no dice que las personas van al infierno por no creer en lo correcto. La idea de que cuando muramos vamos a sentarnos y recibir un lápiz para completar el “SAT1 celestial” es completamente ajena a la Biblia. Si es que Jesús habla sobre el castigo, este se encuentra reservado para las personas religiosas que juzgan (Mateo 7:1), las personas religiosas que fuerzan a otras a obedecer un montón de reglas (Mateo 23:7), o las personas religiosas que dicen lo que es correcto pero no acuden cuando otras las necesitan (Mateo 25). En segundo lugar, decirles a las personas lo que opinas sobre sus creencias no es lo más amoroso que puedes hacer. En una lista de las cosas más amorosas que puedes hacer por otro ser humano, colmarlas con tus opiniones iluminadas probablemente está en el puesto 138, justo después de re-regalarles un obsequio que recibiste y no te gustó, pero que te has convencido de que les encantará.

El “despliegue de verdades” recibido por mi amiga Carol no se sintió como amor. Hay una palabra para cuando las personas te están diciendo que te aman mientras que lo que experimentas en realidad es solo dolor y soledad: abuso. Y hacerlo en el nombre de la verdad no cambia ese hecho.

Las conversaciones honestas sobre cómo experimentamos a las personas o cómo nos sentimos por los demás pueden ser una parte importante, incluso crucial, del amor. Pero algo me huele muy mal cuando escucho a personas que me cuentan una historia tras otra sobre cómo fueron lastimadas por otros que “solo les están diciendo la verdad en amor”.

En mis dos historias anteriores, las intenciones de las personas eran buenas. El pastor Richard quería que John y yo supiéramos cuán importante es que las personas vayan a Jesús. La familia de Carol quería asegurarse de que ella fuera al cielo junto con ellos. La mayoría de las veces, la gente realmente cree que está diciendo la verdad en amor. Pero hay un sistema roto en funcionamiento. Muy a menudo, pensamos que estamos siendo amorosos cuando no lo somos. Y una de las causas de este sistema roto es que hemos entendido mal la relación entre la verdad y el amor.

¿A qué se refieren con amor cuando las personas comparten algo que hiere a la persona que tienen parada enfrente? ¿A qué se refieren con verdad cuando hay tantas opiniones sobre lo que quiere decir ser cristiano?

Si no somos capaces de dar mejores respuestas que las que están circulando por estos días, ni logramos dar con mejores formas de comportarnos con otros seres humanos que no piensan exactamente como nosotros y nosotras, podemos esperar ver incluso a más personas (y con justa razón) huir o, más exactamente, alejarse cojeando de la fe cristiana.

Si bien el impulso a decir la verdad en amor a menudo surge de un deseo de ayudar a que las personas eviten ciertos errores que a la larga pueden lastimarlas, con frecuencia, nuestro relato agrega control, incomodidad y miedo a la mezcla, y el impulso termina desviándose por completo. La intención puede ser buena, pero puede convertirse fácilmente en una forma engañosa de decirle a la gente por qué están equivocadas sobre sus vidas, para así sentirnos más seguros sobre nuestros propios posicionamientos y sentirnos bien sobre nuestra propia integridad moral ante Dios.

Para resolver esto, necesitamos empezar por la idea de verdad absoluta –la idea de que podemos saber con certeza todo lo que hay que saber sobre el mundo. Necesitamos crear una nueva visión para la vida cristiana; una que no esté construida en la seguridad y la certeza de nuestras opiniones sino en el riesgo y la incertidumbre del amor. Necesitamos empezar allí.

SOLO DIOS SABE QUE ES UN ELEFANTE

Hay una historia antigua que trata sobre tres hombres ciegos que viajan juntos, y cada uno de ellos se topa con un objeto casi al mismo tiempo. Uno choca contra algo que se siente ancho y redondo, como el tronco de un árbol, entonces anuncia al resto: “Es el tronco de un árbol; sigamos”. El segundo ciego da otro paso y se golpea en la cara con algo flaco, con un pequeño mechón al final. “No es un tronco de árbol –dice–; es una cuerda”. El tercer ciego, queriendo arreglar las cosas de una vez por todas, extiende su mano y siente algo muy duro, ancho, alto y plano. “¿De qué están hablando ustedes? Necesitan que un doctor les revise las manos cuando regresemos al pueblo. No es una cuerda o el tronco de un árbol; claramente, es tan solo una pared”.1

Hay algunas cosas buenas sobre la historia, incluyendo su moraleja. El punto es que deberíamos ser humildes sobre lo que sabemos. Después de todo, todos estamos un poco ciegos. Puede que todos estemos experimentando lo mismo, pero desde un ángulo diferente, con diferentes perspectivas. Como ser humano limitado, en un lugar y momento en particular, sé que me resulta difícil conocer la verdad de la historia. Esta será una lección importante para recordar a lo largo de este libro.

Sin embargo, el relato tiene algunos problemas. Por ejemplo, ¿por qué hay tres hombres ciegos caminando en un lugar donde podrían toparse con un elefante? ¿En qué clase de pueblo sociópata viven, que tres ciegos pueden deambular juntos por una selva? ¡Que alguien los acompañe, por el amor de Dios! Pero dejemos eso para otra ocasión. Tengo otra mosca en la sopa de esta historia.

El remate asume que la persona que cuenta la historia –y nosotros, lectores y lectoras– ¡sabemos que es un elefante!

La intención de todo esto es ponernos en la posición de un hombre ciego y, aun así, llegado el final, el ímpetu del argumento gira en torno a que asintamos y digamos: “Ya veo. Eran la pierna, la cola y el cuerpo. Esos tipos tenían sus limitaciones, pero nosotros pudimos ver el panorama completo”. Sin embargo, si fuésemos los ciegos, nunca sabríamos que es un elefante, pues solo pudimos experimentar una parte del todo. ¿Y si en la vida real ninguno de nosotros y nosotras sabe que es un elefante?

EL UMWELT

Hablando de animales salvajes, ¿sabías que la frecuencia más alta grabada por Mariah Carey es de 3135 hercios, registrada en su hit “Emotions”, en 1991? Tenme paciencia. Prometo que esto tiene una conexión. Un delfín es capaz de oír frecuencias que alcanzan un máximo de alrededor 150 000 hercios. Eso quiere decir que puede escuchar miles de sonidos que nosotros no. ¿Sabías que los halcones pueden ver un ratón desde una altura de 4500 metros? Permíteme reformularlo para que tenga efecto: un pájaro del tamaño de una sandía puede detectar un roedor del tamaño de un limón desde casi cuatro kilómetros y medio de distancia.

¿Por qué te cuento estas cosas? Primero, porque quería transmitir la alegría que siento todos los días cuando llego a casa con cuatro niños que gritan uno encima del otro para contarme sus últimos datos sobre animales. De nada. Pero, aún más importante, estos hechos nos ayudan a entender al mundo y nuestro lugar en él.

Debido a cómo están construidos sus cuerpos, todos estos animales ven, escuchan, y sienten el mundo de maneras muy diferentes. La manera en que el halcón experimenta el mundo siempre será diferente del modo en que lo hace el delfín. Puede ver cosas que el delfín nunca será capaz de ver. El delfín podrá escuchar cosas que el halcón jamás podrá. Y eso es verdad para casi todos los animales. De hecho, esto es tan común, que los científicos han dado con una palabra para ayudar a describirlo: umwelt.

Las personas que estudian el comportamiento animal –los etólogos– acuñaron el término para describir al mundo experimentado por un organismo particular. El mundo visto, escuchado y sentido por un halcón es su umwelt, y el mundo experimentado por un delfín es su umwelt. En otras palabras, está el mundo tal y como existe realmente (que podríamos llamar realidad), y está el mundo tal y como algo o alguien lo experimenta (que podríamos llamar umwelt).

Y los etólogos nos dicen que estos dos no son lo mismo. En otras palabras, existe una superposición significativa entre el mundo que los delfines experimentan y el mundo que los halcones experimentan, pero también existe una diferenciación significativa. Y ninguno de ellos experimenta completamente al mundo tal y como existe realmente. Siempre están limitados. Al igual que el hombre ciego que solo podía sentir la cola del elefante, el delfín solo experimentará la realidad a través de su umwelt.

Creo que es bastante obvio que lo mismo aplica para los humanos. Además de que nuestros cuerpos tienen otra complexión, tenemos diferentes culturas, personalidades, experiencias e incluso lenguajes. Experimentamos esto en carne propia en el 2015 con “El vestido”,2 y luego de nuevo en el 2018 con “Yanny o Laurel”.3 (Si no pasas una infinidad de horas en internet como algunos de los más sofisticados de nosotros, tómate un minuto para ir a Google y busca estos dos fenómenos culturales antes de seguir con el libro). Muchos de nosotros vio la realidad de azul, mientras que muchas otras la vimos dorada. Muchas de nosotras escuchamos Yanny, mientras que muchos otros escuchamos Laurel.

Estamos limitados por nuestros sentidos de muchas maneras. Y nuestras limitaciones hacen que todas las personas exploremos el mundo de manera diferente. Mi nariz no funciona del todo igual a la de mi vecino. Cuando él huele regaliz, huele rico; cuando yo huelo regaliz, huele horrible. Mis oídos no funcionan del todo igual a los de mi esposa. Cuando escucho a un hijo de cuatro años a las 2 a. m. gritarme porque su almohada se cayó de la cama por tercera vez, mi esposa no escucha nada. Ni siquiera un zumbido. Dios no permita que estires la mano desde la cama y levantes tu propia almohada que está medio metro debajo de ti. Preferiría despertarme y caminar los dos tramos de escaleras y treinta metros para alcanzártela.

Pero no son solo nuestros sentidos los que limitan cuánto del mundo podemos experimentar; también es nuestra ignorancia. Piensa en cuántas cosas no sabíamos cuando teníamos siete años. Y cuántas otras no sabíamos cuando teníamos dieciocho. Y treinta. Y dentro de diez años, sin importar qué edad tengas ahora, nuestro yo del futuro probablemente recordará cuánto no sabíamos hace diez años.

Se me recordó esto mismo el año pasado, cuando les dije a mis hijos que iría a Londres a hablar en una conferencia. “¿Vas a visitar a Harry Potter?”, me preguntó con genuina esperanza mi hija de seis años. Para una niña de esa edad, probablemente solo hay unos cientos de personas viviendo en el mundo: amigos, familia y las que ve en la TV.

El mundo de mis hijos ocupa un lugar más pequeño que el mío. Y el mundo que ocupo es más pequeño que el mundo entero. Conforme envejecemos, nuestro mundo se expande. Nos damos cuenta de que podemos ser más que solo enfermeros o bomberos. Entendemos que las celebridades son difíciles de alcanzar y que hay más de un puñado de actores que esperan hacer la siguiente película.

Toda vez que aprendemos algo nuevo, esencialmente estamos diciendo Mi mundo se hizo un poco más grande y se alineó un poco más con la realidad. Y ya que creo que todos y todas coincidimos en que nunca aprenderemos todo lo que hay para saber sobre el mundo, cada vez que aprendes algo nuevo, estás admitiendo quetu mundo, el mundo tal y como lo experimentas, es más pequeño que el mundo tal y como realmente es.

Estás admitiendo que tienes un umwelt, una forma en particular para experimentar el mundo. Y al igual que el mundo del niño se expande mientras crece, y así como el mundo de los ciegos se expandió, también nuestro mundo se expande a medida que aprendemos más y más sobre él.

Y ese es el problema real. Todos y todas tenemos nuestro propio umwelt. ¿Cómo sabemos cuando estamos en lo cierto sobre el mundo? ¿Cómo sabemos cuándo nuestro umweltse corresponde con la realidad y cuándo estamos equivocados? Ya admitimos que somos ignorantes y que aprendemos cosas nuevas todos los días. Todos y todas tenemos momentos en los que sentimos la trompa del elefante y realmente creemos que es el tronco de un árbol.

CISNES Y LA VERDAD ABSOLUTA

Para profundizar aún más este argumento, te presento al poeta romano Juvenal. Escribió una colección popular de poemas satíricos a principios del siglo II (en algún periodo entre los años 100 y 127 e. c). Tiene una línea encantadora en “Sátira VI: Las mujeres”:

Mas ¿ni una sola habrá que te contente

entre tantas?

Sea rica, continente,

fecunda, de belleza peregrina;

viejos abuelos en el atrio ostente,

y más que una sabina

de aquellas que la tea

de una guerra cruelísima apagaron,

esparcido el cabello, casta sea.

(Ave rara en la tierra, semejante

a negro cisne). ¿Habrá algún hombre, empero,

Que a mujer tan intachable aguante?”.4

En caso de que no hayas entendido, déjame resumirlo: “Una mujer bella, encantadora, rica, virgen y que dará muchos hijos? Imposible. ¿O no? E incluso si existiera ¿Su presencia no sería insoportable? ¿O no? ¡Qué gracioso soy!”.

¡Que alguien le consiga a este hombre algo de bell hooks2de inmediato!

En este poema, tenemos la primera versión escrita de un dicho popular: “Rara avis in terris nigroque simillima cygno”, o en español, “un ave rara en la tierra, y muy parecida a un cisne negro”.

Esta frase, o su versión acortada, se volvió muy popular en la Europa medieval para hablar de algo imposible. Es similar a algunos dichos nuestros, como “cuando los cerdos vuelen” o “demasiado bueno para ser cierto”. En otras palabras, es algo que no sucederá. ¿Por qué esta frase representa una imposibilidad? Bueno, en ese entonces era de público conocimiento que todos los cisnes eran blancos. Después de todo, los registros históricos indicaban que estas aves eran blancas, y todos los cisnes observables en Europa eran de ese color.

Luego, en un fatídico día de 1697 para Willem de Vlamingh, un explorador holandés que recorría Australia occidental, lo imposible se volvió real. Él y su tripulación observaron cisnes negros por primera vez. En 1726, dos de estas aves fueron capturadas y llevadas a Europa como prueba.5

Durante mil cuatrocientos años, “todos sabían” que los cisnes eran blancos y solo blancos. Estaba científicamente documentado y tan profundamente enraizado en la cultura popular, que servía como frase común para hablar sobre lo imposible. Lo que se pensaba como conocimiento incuestionable se volvió falso e irrelevante de un momento a otro.

En ese momento, quienes vieron a estos cisnes negros expandieron súbitamente su umwelt. En un instante, el mundo tal y como lo conocían cambió de un mundo donde los cines negros eran imposibles a un mundo donde los cisnes negros no solo eran posibles, sino que estaban frente a ellos. No importa cuánto expandamos nuestra experiencia del mundo, nunca sabremos todo. Siempre habrá más cisnes negros.6

Entonces, ¿por qué acabo de exhibirte esta arca de Noé de historias de animales? Parece simple, pero es muy importante que entendamos nuestras limitaciones. En otras palabras, no somos capaces de captar la verdad absoluta o la realidad tal cual es. Con todo, en ciertas partes del cristianismo hemos transformado a la verdad absoluta en un ídolo, y Dios ha sido reemplazado por ella. Estamos profundamente asustados de las implicaciones de que como humanos no tengamos acceso a la verdad absoluta. Y ese miedo se manifiesta de formas hirientes.

Por cierto, he aquí lo que significa no tener acceso a la verdad absoluta: dado que solo podemos ver nuestra porción del mundo, no podemos confiar únicamente en nuestras propias opiniones, sino que debemos ser humildes y confiar en los y las demás, incluyendo a Dios, para una comprensión más completa de la realidad. ¡Escondan a sus hijos! ¡Oh, el horror!

En todas mis travesías con paganos y ateos, nunca he escuchado a nadie negar que hay una verdad absoluta; es solo que los humanos, desde el episodio de la torre de Babel, han estado demasiado ciegos de orgullo y miedo para ver cuán poco acceso tenemos a ella. Y ese mismo miedo y orgullo que se infiltró hacia dentro del cristianismo es lo que ha convertido en un arma al estímulo de Pablo de “hablar la verdad con amor” (ver Efesios 4:15).

Si no resolvemos la adicción cultural del cristianismo a la “verdad”, puede que nos perdamos totalmente qué significa amar a otras personas verdaderamente. Como dijo el filósofo Brand Blanshard en el año 1939: “Si solo podemos conocer un hecho a través de nuestras propias ideas, lo original siempre se nos escapa”. Esto es decir “quizás solo Dios sabe que es un elefante”.

Es así. Realmente no es tan controversial.

Entonces, ¿por qué las personas idolatramos la verdad absoluta? ¿Por qué nos afligimos tanto cuando se la cuestiona?

EL HOMBRE DE LA BOLSA POSMODERNO

De niños, todos hemos temido a esos hombres de la bolsa de los que nuestros padres, y sus predicadores y maestros, nos advirtieron. En los cincuenta eran el comunismo y el rock and roll. En los ochenta eran, bueno, seguían siendo el comunismo y el rock and roll, supongo. En mi tradición cristiana había muchos hombres de la bolsa (Harry Potter, los Power Rangers, la música rap, y las películas con contenido para adultos, solo por nombrar algunos). Debía evitarlos a toda costa, no fuese cosa que el Diablo los usara para tentarme a que me alejara de la fe.

Otro hombre de la bolsa que estaba en la lista negra en mi tradición era un modo de pensar llamado posmodernismo. Esto es lo que me enseñaron sobre los posmodernos (quienes, por cierto, odiaban ese término):

• Odian a Dios. [Narrador: no, no lo odian]

• Quieren acabar con la verdad absoluta para poder salirse con la suya y hacer lo que sea que sus pequeñas mentes moralmente depravadas quieran hacer. [Narrador: no, no quieren eso]

• Si estás de acuerdo con ellos, es porque tan solo te importa ser aceptado por la cultura en lugar de luchar contra ella como un buen cristiano.

El libro The Truth War: Fighting for Certainty in an Age of Deception, de John MacArthur (2007) es un buen ejemplo de esta línea de pensamiento.

Pero eso no verdad en absoluto. Así como J. Walter Weatherman, el hombre con un solo brazo de Arrested Development, no había ningún hombre de la bolsa posmoderno; fue una ficción inventada para asustar a jóvenes impresionables como yo, a fin de que respetaran las reglas del grupo.

Todo lo que esos escritores estaban diciendo es que, a menos que seas Dios, no sabes si es un elefante. A menos que seas Dios, no tienes acceso a la verdad absoluta. Solo la podemos ver a través de nuestros lentes. Algunos de ellos agregaron que intentar ser Dios y tener la verdad absoluta es bastante peligroso para los demás y para el medio ambiente.

Hay algo irónico en todo esto. Si bien los predicadores y autores como MacArthur nos dicen que los hombres de la bolsa posmodernistas son arrogantes y orgullosos, ya que sienten que simplemente pueden descartar la verdad absoluta de la Biblia, yo he experimentado lo contrario. Es interesante notar algo: quienes creen que podemos acceder a la verdad absoluta también son, casi siempre, quienes creen poseerla.

Solo tenemos nuestro umwelt. A medida que crecemos, nuestroumwelt se acerca cada vez más a la realidad; pero, debido al lugar donde crecimos, nuestras personalidades y cómo se construyen nuestros cuerpos, todos tenemos filtros a través de los cuales vemos el mundo. Y nunca podremos quitárnoslos, porque somos humanos.

EL CISNE NEGRO DE SAN PABLO

Pablo, este amado apóstol que asumimos lo sabía todo, nos dijo sin tapujos que no tenía acceso a la verdad absoluta. Él escribió: “Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido” (1 Corintios 13:12, LBLA).

Sin embargo, Pablo no siempre fue tan posmoderno y relativista. Él solía tener certeza sobre lo que creía. En Filipenses 3:46, describió cómo conocía intelectualmente su teología mejor que nadie; emocionalmente, era más celoso de la fe que cualquier otro; y, moralmente, era impecable.

Lo tenía todo resuelto. La verdad era lo más importante. Estar en lo correcto era lo que más le importaba. Y, como sucede a menudo cuando las personas sienten que ya saben todo de Dios, cuando creen que lo más importante es lograr que la gente entienda la verdad, Pablo usó la violencia para ayudar a convencer a la gente de que tenía razón, como vemos al final de Hechos 7 y en los primeros versículos de Hechos 8. Él aprobó una ejecución pública y luego fue de casa en casa y arrastró a prisión a las personas que creían algo diferente.

Luego, se encontró con su cisne negro. Había tenido una experiencia que expandió su umwelty cambió todo lo que pensaba que conocía sobre Dios. Hechos 9 cuenta la historia:

Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdotey le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres.En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor.Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:

—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

— ¿Quién eres, Señor? —preguntó.

—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.

Hechos 9:1–6

Su cisne negro modificó tan radicalmente su perspectiva de cómo era el mundo, que cambió de nombre, renunció al estatus de la iglesia de sus días y terminó entregando su vida por algo que, solo unos años antes, no creía.

Pablo estaba arriesgando la vida de otras personas por el hecho de que él tenía razón y otros estaban equivocados. Y luego Jesús apareció y cambió todo. Es este Pablo el que nos recuerda que podemos ver la realidad, pero siempre veladamente y siempre en parte. Es este Pablo quien termina su carta a los romanos con una doxología al misterio de lo divino. Pasa once capítulos tratando de descifrar cómo funciona toda la cuestión de Jesús con Israel y no llega a ninguna conclusión. Pero más que entrar en desesperación por no poder obtener todos los detalles correctamente, estalla en una canción:

¡Qué profundas son las riquezas

de la sabiduría y del conocimiento de Dios!

¡Qué indescifrables sus juicios

e impenetrables sus caminos!

“¿Quién ha conocido la mente del Señor,

o quién ha sido su consejero?”.

“¿Quién le ha dado primero a Dios,

para que luego Dios le pague?”.

Porque todas las cosas proceden de él,

y existen por él y para él.

¡A él sea la gloria por siempre! Amén.

Romanos 11:33–36

Al seguir este ejemplo de Pablo, me doy cuenta de que hay suficiente verdad para guiarnos pero no como para pensar que ya no quedan sorpresas.

Muchos cristianos y cristianas en este punto dirán: “¿Qué hay acerca de la Biblia? ¿Nos da acceso a la verdad absoluta?”. Y a eso le decimos no. Recuerda: la verdad absoluta es llegar a conocer todo lo que hay que saber sobre el mundo. Con Biblia o sin Biblia –lo siento, cariño–, jamás sucederá, porque tienes un cerebro pequeño. No tú personalmente, claro. La frustración que sientes ahora es porque finalmente reconoces tus limitaciones como ser humano. Quizás en el futuro seremos capaces de construirnos alas para volar y cerebros que sepan todo lo que hay para saber en el mundo. Pero hasta que eso suceda, no tenemos acceso a la verdad absoluta.

¿Ahora entiendes mi queja sobre la historia de los hombres ciegos y el elefante? Al final, la única manera real de saber con cien por ciento de certeza que nuestro umwelt coincide con la realidad es conocer todo lo que hay para saber en el mundo. No sabemos cuándo aparecerá el próximo Copérnico o Einstein para mostrarnos que hemos estado equivocados en nuestra concepción de cómo funciona el mundo. O quizás nuestra historia será más como la de Pablo. Su cisne negro no era Copérnico, sino Jesús. Una persona que Pablo afirmaba que estaba esparciendo herejías religiosas apareció después de su muerte y le preguntó “¿Por qué me persigues?”. Y lo obligó a repensar todo.

La fe es esto. No es la certeza en lo que sabemos; es confianza en quien conocemos. Si tuviéramos la verdad absoluta, no necesitaríamos tener fe en Dios. De hecho, seríamos Dios.

LO QUE SABEMOS; ES CONFIANZA EN QUIEN CONOCEMOS.
VINO TINTO “JONATHAN EDWARDS” Y UNA PIZCA DE HUMILDAD

Algo que me ayudó en este viaje fue reconocer que la certeza es un sentimiento. A menudo, estamos en algún lugar del espectro de sentimientos: desde sentirnos absolutamente seguros hasta absolutamente inseguros. Estos sentimientos están influenciados por nuestras interacciones con el mundo de todos los días. Sin embargo, al final del día, nuestra vida emocional no es lo mismo que la realidad. Hemos visto una y otra vez que en cualquier momento puede aparecer un cisne negro y disrumpir todo lo que creíamos saber.