El bacilo robado - H.G. Wells - E-Book

El bacilo robado E-Book

H G Wells

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Beschreibung

¿Y si el mundo fuera exterminado por un terrorista ladrón de un virus peligroso? Aventuras, persecución, humor y todo el talento de Wells desplegado en la historia de este extraño robo, en el cual, un prestigioso y particular microbiólogo enfrenta a un anarquista loco decidido a darle una lección inolvidable a la humanidad.

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Veröffentlichungsjahr: 2019

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Inhalt

El bacilo robado

—Ésta, también, es otra preparación del famoso bacilo del cólera, su germen —explicó el bacteriólogo colocando el portaobjetos en el microscopio.

El hombre de rostro pálido miró por el microscopio. Evidentemente no estaba acostumbrado a hacerlo, y con una mano blanca y débil tapaba el ojo libre.

—Veo muy poco —observó.

Ajuste este tornillo —indicó el bacteriólogo—, quizás el microscopio esté desenfocado para usted. Los ojos varían tanto… Sólo una fracción de vuelta hacia este lado o hacia el otro.

—¡Ah! Ahora veo —dijo el visitante—. No hay tanto que ver después de todo. Pequeñas rayas y fragmentos rosa. De todas formas, ¡esas diminutas partículas, esos ínfimos corpúsculos, podrían multiplicarse y devastar una ciudad! ¡Es maravilloso!

Se levantó, y, retirando la preparación del microscopio, la sujetó con dirección a la ventana.

—Apenas visible —comentó mientras observaba minuciosamente la preparación. Dudó—. ¿Están vivos? ¿Son peligrosos?

—Los han matado y teñido —aseguró el bacteriólogo—. Por mi parte me gustaría que pudiéramos matar y teñir a todos los del universo. 

—Me imagino —observó el hombre pálido sonriendo suavemente— que usted no estará especialmente interesado en tener aquí, a su alrededor, microbios como éstos en vivo, en estado activo.

—Al contrario, estamos obligados a tenerlos —declaró el bacteriólogo—. Aquí, por ejemplo.

Cruzó la habitación y tomó un tubo entre unos cuantos que estaban sellados.

—Aquí está el microbio vivo. Éste es un cultivo de las auténticas bacterias de la enfermedad vivas —dudó—. Cólera embotellado, por decirlo así.

Un destello de satisfacción iluminó momentáneamente el rostro del hombre pálido.

—¡Algo mortal para tener entre manos! —exclamó devorando el tubito con los ojos.

El bacteriólogo observó el placer morboso en la expresión de su visitante. Este hombre, que había venido a verlo aquella tarde con una nota de presentación de un viejo amigo, le interesaba por sus contrastes. El pelo negro, largo y lacio; los ojos grises y profundos; el aspecto demacrado y nervioso; el vacilante pero genuino interés de su visitante era un cambio novedoso frente a las flemáticas deliberaciones de los típicos científicos con los que solía relacionarse el bacteriólogo. Quizás era natural que, con un oyente evidentemente tan impresionable respecto de la naturaleza letal de su materia, él abordara el aspecto más efectivo del tema.

Continuó con el tubo en la mano pensativamente: