El camino al éxito - Napoleon Hill - E-Book

El camino al éxito E-Book

Napoleon Hill

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¿Alguna vez te has preguntado por qué el éxito parece seguir a algunas personar y eludir a otras? Esta pregunta se la hizo Napoleon Hill durante toda su vida y buscó la respuesta de una manera excepcional. El camino al éxito es una recopilación de los artículos de las revistas Napoleon Hill's Magazine y Napoleon Hill's Golden Rule Magazine, editadas por él mismo, que ofrecen un valioso análisis de sus primeros artículos. Ya sea que hayas leído, o que sea la primera vez que lees el reconocido trabajo de Hill, recorrer estas páginas te hará adquirir un valiosos conocimiento que potenciará tu vida y descubrirás el por qué de su popularidad en todo el mundo y de su influencia en el actual seguimiento de la autoayuda, como ningún otro en la historia.

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El camino al éxito

El camino al éxito© Napoleon Hill, 2011

D. R. © Editorial Lectorum, S. A. de C. V., 2011 Batalla de Casa Blanca Manzana 147 Lote 1621 Col. Leyes de Reforma, 3a. SecciónC. P. 09310, México, D. F.Tel. 5581 3202 [email protected]

L. D. Books, Inc. Miami, Florida [email protected]

Primera edición: noviembre de 2011 ISBN: 978-607-457-198-1

© Portada: Perla Alejandra López Romo

Características tipográficas aseguradas conforme a la ley. Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.

El camino al éxito

Introducción

Prólogo

I El camino al éxito · 15 principios

II Éxito

III Liderazgo

IV El poder de la visión ampliada

Introducción

Era el año 1908 cuando el joven escritor Napoleon Hill entrevistó al fundador de la empresa US Steel, Andrew Carnegie y aceptó su ofrecimiento de hacer un estudio sobre las personas exitosas. Carnegie le dijo a Hill que “una filosofía del éxito ayudaría a otros a volverse exitosos”. Hill aceptó gustoso la comisión de veinte años con el fin de desarrollarse y dar lecciones sobre la filosofía del éxito. Hill comentó en una de sus conferencias que cuando Carnegie le habló sobre la filosofía del éxito fue a una biblioteca con el fin de investigar lo que significaba la palabra filosofía. Cuando vivía en Washington, en 1910, fue comisionado para viajar a Detroit para entrevistar a Henry Ford, fundador de la Ford Motor Company y quien había comenzado la producción en masa de automóviles haciendo el Ford accesible a la clase trabajadora.

Mientras Hill trataba de interesar a Ford en la entrevista, Ford estaba ocupado en interesar a Hill en el automóvil Ford. Hill se sintió tan interesado en el auto que adquirió uno por 575 dólares para regresar a casa. El dinero probablemente pertenecía a su prometida, cuyos acaudalados padres de Virginia Occidental le habían otorgado una dote para su boda. Al regresar a Washington después de la entrevista, Hill fundó el Automobile College de Washington para instruir a la gente sobre cómo vender autos.

Alguna vez te has preguntado por qué el éxito parece seguir a algunas personas y eludir a otras? Este cuestionamiento persiguió a Napoleon Hill durante su infancia y a lo largo de toda su vida, y buscó la respuesta de una manera excepcional.

Oliver Napoleon Hill nació en 1883 en las recónditas montañas al suroeste de Virginia. Parecía no haber en su infancia antecedente alguno que hiciera entrever un futuro exitoso. Nacido en una cabaña, alguna vez dijo: “Por tres generaciones, mi gente nació, vivió, se enfrentó a la ignorancia y la pobreza y murió sin haber salido de esas montañas”.

La vida allí era muy rústica comparada con la de las grandes ciudades del este. Las esperanzas de vida eran pocas y el índice de mortalidad muy alto. Muchos de los pobladores sufrían graves problemas de salud, generalmente provocados por la mala alimentación.

Con apenas diez años de edad y aparentemente sin motivos para esperar un poco de éxito, Hill perdió a su madre, quien contaba con sólo veinticinco años. Un año más tarde el padre de Napoleon contrajo nuevas nupcias, lo que resultó trascendental en la vida del chico. La madrastra de Napoleon, Martha Ramey Banner, era una mujer culta, viuda del director de un colegio e hija de un médico. La nueva madre de Hill vio en él un potencial que nadie más parecía apreciar y, siendo él aún pequeño, intercambió una pistola por una máquina de escribir que le enseñó a utilizar. Hill utilizó la máquina para escribir artículos noticiosos hasta sus quince años, lo cual le resultó muy valioso a lo largo de su vida.

Las escuelas estaban en condiciones precarias, a excepción de las que se encontraban en las grandes poblaciones y en las ciudades del estado. En las montañas, las escuelas primarias sólo abrían cuatro meses al año y la asistencia no era obligatoria.

Las preparatorias eran escasas, pues en todo el estado había sólo un centenar de ellas y éstas ofrecían un programa de estudios de dos o tres años. Cuando Hill cumplió veinte años, había sólo diez preparatorias con programas de estudio de cuatro años en todo el estado. Resulta asombroso que él escapara de semejante condición para convertirse en alguien tan exitoso y con gran influencia sobre miles de personas en todo el mundo.

Hill se refirió a menudo a su infancia en sus artículos, libros y conferencias. Los relatos de su infancia casi siempre son negativos y no resulta sorprendente que a menudo se refiriera a su paso de la pobreza a la riqueza a lo largo de su carrera.

Al terminar el programa de dos años en la preparatoria de Wise, Hill comenzó a verse a sí mismo como un ejecutivo, por lo que ingresó a una escuela comercial en el condado cercano de Tazewell para prepararse para el empleo de secretario, cosa que le ayudaría a adentrarse en el mundo de los negocios.

Decidió ofrecerle sus servicios a uno de los hombres más exitosos de la zona montañosa al suroeste de Virginia. Cuenta que ofreció pagarle al empresario por que le permitiera trabajar durante un periodo de prueba.

El general Rufus Ayres, uno de los hombres más ricos y exitosos del estado, sería el nuevo patrón de Hill.


Resulta fácil imaginarse por qué Napoleon Hill, teniendo un pasado rodeado de pobreza e ignorancia, anhelaba trabajar para el general Ayres. Al finalizar sus estudios en la escuela comercial, le escribió así:

Acabo de completar una carrera comercial y estoy bien calificado para trabajar como su secretario, vacante que estoy ansioso por ocupar.

Como no cuento con experiencia previa, sé que en un principio será más valioso para mí trabajar para usted que a la inversa, por tal razón, estoy dispuesto a pagar por el privilegio de trabajar para usted.

Puede usted solicitar la suma que considere justa, estipulando que, al término de tres meses, esa cantidad será el monto de mi salario. La suma que he de pagarle a usted podrá ser deducida de lo que usted me pague cuando comience a ganar dinero.

Ayres contrató al joven Napoleon, quien llegaba temprano, se quedaba hasta tarde y trabajaba voluntariamente “la milla extra”, ofreciendo un mayor servicio que aquel por el cual se le pagaba. Avanzar “la milla extra” se convertiría en uno de los principios del éxito de Hill.

Ayres contaba con la trayectoria que le resultaría útil a Hill para su estudio sobre los hombres más exitosos y lo que los llevó a alcanzar el éxito. De joven, Ayres sirvió en el Ejército Confederado durante la Guerra Civil. Al término de la guerra, Ayres trabajó en un establecimiento mercantil. Además, se dedicaba a leer textos legales, lo que lo convirtió en un abogado muy exitoso y llegó a ser fiscal en el estado de Virginia. Siendo un exitoso hombre de negocios, ayudaba en la administración de bancos, en el manejo de minas de carbón y en otros proyectos mercantiles. Fue de Ayres que Hill adquirió la idea de asistir a la escuela de leyes para convertirse en abogado.

Hill convenció a su hermano Vivian de que una vez que fuese aceptado en la Universidad Georgetown, aprovecharía su pasión por la escritura para mantenerlos a ambos durante su carrera.


La información que Hill reunía lo llevaría a una vida de manuscritos y conferencias acerca de sus hallazgos sobre el éxito personal. Dichos hallazgos formaron la base de los ocho volúmenes de la Las leyes del éxito (Law of Success), publicada en 1928, y de Piense y hágase rico (Think and Grow Rich) en 1937, el libro de autoayuda más vendido de todos los tiempos.

El volumen que estás a punto de leer te ofrece valiosos artículos sobre el éxito publicados por Hill antes de su primer libro. Recuerda que era el año 1908 cuando Hill entrevistó a Andrew Carnegie, veinte años antes de que publicara su primer libro.

Durante esos veinte años, Hill escribió, ofreció conferencias, impartió clases sobre sus principios y publicó su propia revista. Hill editó las revistas Napoleon Hill’s Magazine y Napoleon Hill’s Golden Rule Magazine. Algunos artículos de estas revistas componen el libro que ahora sostienes en tus manos y ofrecen un valioso análisis de los primeros artículos de Hill. Ya sea que lo hayas leído o que sea la primera vez que lees el reconocido trabajo de Hill, adquirirás un valioso conocimiento que te ayudará en la vida.

Hill obtuvo un empleo en la revista Bob Taylor’s Magazine. Corría el año 1908 cuando fue enviado a Nueva York a entrevistar a Andrew Carnegie en su mansión de sesenta y cuatro habitaciones. Carnegie había llegado a Estados Unidos muy joven y con muy pocos estudios. Trabajando arduamente e invirtiendo se convirtió en millonario a muy temprana edad. Fundador de la empresa US Steel, Carnegie contaba con setenta y cuatro años cuando Hill lo entrevistó. Carnegie había donado trescientos cincuenta millones de dólares de la venta de US Steel al momento de su muerte, en el año 1919.

Carnegie le habló a Hill acerca de los principios del éxito. Antes de que la conversación concluyera, Carnegie lo exhortó a entrevistar y estudiar la vida de los grandes líderes. Finalmente, reunió sus hallazgos en una serie de principios a fin de poder ayudar a otras personas a ayudarse a sí mismas y a cumplir sus sueños.

Carnegie ayudó a Hill presentándolo con los líderes de entonces, como John D. Rockefeller, Thomas A. Edison, Henry Ford, George Eastman y otros. Descubrirás por qué el trabajo de Hill es el más popular en todo el mundo y por qué ha influido en el actual seguimiento de la autoayuda como ningún otro en la historia.

Don Green
Director general de la
Napoleon Hill Foundation

Prólogo

Durante toda su vida, Hill sintió un amor especial por los automóviles. Al haber crecido en un área rural, en donde pocas personas podían darse el lujo de adquirir uno, para Hill y la mayoría de las personas, el automóvil constituía un signo de opulencia. Al publicar sus primeros libros, pagó veinticinco mil dólares por un Rolls Royce, lo que era una suma elevada en ese entonces. Fascinado por el automóvil y con el anhelo de convertirse en un escritor desde su adolescencia, era natural que se refiriera al automóvil en los artículos que escribió.

En la biografía de Hill, A Lifetime of Riches, el autor escribió: “Como millones de otros americanos nacidos en circunstancias modestas o de pobreza”, Hill estaba destinado a admirar con una pasión que rayaba en la devoción a los hombres como Thomas Edison, inventor del foco, el fonógrafo y cientos de otros inventos; Andrew Carnegie quien, al igual que Edison, contaba con muy poca instrucción académica, fundó la US Steel; Henry Ford, fundador de la Ford Motor Company, y docenas de otros hombres que se hicieron a sí mismos. Su interés por las personas que alcanzaban el éxito mientras que otras fracasaban era obsesivo. Hill, al igual que muchos otros, soñaba con conocer a estos gigantes y poder adquirir su sabiduría, producto de sus fantásticos logros.

Pero a diferencia de otros seguidores, Napoleon Hill estaba destinado a cumplir sus sueños. No sólo conocería e impresionaría a los más grandes triunfadores de América, sino que dedicaría su vida entera a reunir sus secretos para alcanzar el éxito y comunicarlos al mundo.

Hill escribió una serie de quince artículos que tituló Los principios del camino al éxito (Billboards on the Road to Success). Los artículos en El camino al éxito de Napoleon Hill (Napoleon Hill’s Road to Success) aparecen tal y como Hill los mecanografió en su vieja máquina de escribir. Estos artículos, escritos hace más de noventa años, son tan relevantes hoy como lo fueron cuando Hill los redactó.

The Napoleon Hill Foundation

I El camino al éxito · 15 principios

* * *
Principio 1
El deseo como un objetivo concreto en la vida
¡Deseas triunfar en la vida! Deseas una casa y deseas tener un “guardadito” en el banco. Quizá deseas un automóvil propio y algunas otras comodidades para disfrutar cuando no estés trabajando.
Tendrás todo esto y mucho más si sigues el camino al éxito tal como se te muestra en éste y los siguientes mensajes.
El camino al éxito ha sido descubierto, ya ha sido explorado y se han colocado señales en su ruta. Estas señales te dirán justo lo que hay que hacer. Se trata de quince señales. Si lees estos mensajes y haces lo que te indican, nada podrá evitar que alcances el éxito.
Estas quince señales fueron pensadas por un hombre que hoy es muy exitoso, que tiene su propia casa, su propio automóvil, una enorme cuenta bancaria, una esposa y varios hijos. Es un hombre exitoso y feliz, un hombre que no tuvo la ayuda de nadie ni las ventajas con las que tú tampoco cuentas, pues se abrió camino siendo un simple jornalero en las minas de carbón, no hace mucho tiempo.
Este hombre alcanzó el éxito justo como tú puedes alcanzarlo si sigues estas quince señales en tu camino al éxito.
La primera de estas señales se llama:
¡Un objetivo concreto en la vida!
Antes de que termine otro día, deberás decidir cuál será tu objetivo concreto en la vida. Después de haberlo decidido, escribirás tu objetivo en palabras sencillas y claras. Debes describirlo de manera tan clara que cualquiera pueda comprenderlo.
Por ejemplo, supongamos que tu objetivo es ser propietario de una casa, un automóvil, una buena cuenta bancaria e ingresos suficientes que te permitan descansar y divertirte. Entonces definirías tu objetivo con estas palabras:
Mi objetivo concreto en la vida es poseer una casa, un automóvil, una buena cuenta bancaria y ganar lo suficiente para poder descansar, entretenerme y divertirme. A cambio de estos placeres de la vida, prestaré el mejor servicio que esté en mis manos y me conduciré de tal forma que el cliente se sienta satisfecho. Para asegurarme de que mi patrón siempre esté satisfecho con mi trabajo, siempre me empeñaré en dar lo mejor de mí sin importar la paga que reciba, porque mi sentido común me dice que este hábito me convertirá en el empleado preferido y dará un valor superior al tipo de servicios que ofrezco. Firmaré este objetivo concreto y lo leeré todas las noches antes de dormir durante doce días consecutivos.
(Firma)
Los psicólogos afirman que cualquier persona que escribe un objetivo concreto con palabras similares a las anteriores y observa fielmente el hábito de leerlo durante doce noches antes de dormir, tendrá la certeza de que ese objetivo se cumplirá.
Recuerda, este objetivo concreto es el primer paso en el camino hacia el éxito. Recuerda también que el hombre que dio nombre a estas señales comenzó haciendo un humilde trabajo como jornalero en las minas de carbón, prácticamente sin educación, y pronto alcanzó el éxito. Tú podrás hacer lo mismo si sigues las instrucciones de estos mensajes.
Casi el mismo día que anotes tu objetivo concreto, notarás que las cosas surgirán en tu camino. Notarás que tus compañeros de trabajo serán más atentos contigo, que tu jefe tomará en cuenta tu trabajo y te felicitará con una sonrisa que jamás habías visto. Fuerzas ocultas vendrán en tu ayuda y comenzarás a tener éxitos, como si un ejército amigable estuviera siguiendo sigilosamente tus pasos y ayudándote en todo lo que haces.
Asimismo, tú serás más amable con tus compañeros de trabajo y con tu jefe. Serás más paciente con tus amigos y te harás más agradable; finalmente, ya no tendrás enemigos. Todos comenzarán a ser amables contigo y te ayudarán a alcanzar el éxito.
¡Esto te lo garantiza alguien que ha probado el plan y descubrió que sí funciona!
No te preguntes si también te funcionará. Sigue estas instrucciones y las que te daré a continuación y, un año a partir del día en que estás leyendo esto, a las personas que te conocen les sorprenderá tu personalidad y tú mismo te sentirás como una persona atractiva y agradable a todos. Asimismo, verás que todos los que te conocen pondrán en tu camino las oportunidades simplemente porque les agradas.
Tu mundo estará determinado por tu deseo dominante
Éste es el secreto oculto que inconscientemente define la atención. “Del modo en que un hombre piensa, así es en su corazón.” Observa la frase “en su corazón” o como Hamlet lo describió, en el “corazón de corazones”. Los hebreos, que en las escrituras utilizaban la palabra corazón como símbolo de la naturaleza emocional del hombre, ignoraban por completo la psicología moderna; sin embargo, tal como John Herman Randall lo señala en su Culture of Personality, ya conocían la gran verdad psicológica de que todo pensamiento surge de sentimientos o emociones dominantes. La personalidad, considerada como la unidad autoconsciente de la razón, el afecto y la voluntad, encuentra su expresión en un proceso creativo que comienza con un impulso o sentimiento, pasa al pensamiento y termina en un acto de voluntad. En el último análisis, nuestro mundo está determinado por nuestros deseos dominantes. La personalidad es la evolución del deseo.
Así como es el deseo dominante de un hombre, así se convierte el mundo de su personalidad. O para ponerlo más sencillo, el hombre se convierte en su deseo dominante. Todos los hombres, al percibir el deseo, imploran. El deseo dominante del derrochador es: “dame mi parte”. Peary decía que, durante veinticuatro años, despierto o dormido, el único sueño y propósito de su vida era encontrar el Polo Norte. Edison y la luz, Stevenson y la locomotora, Fulton y el buque de vapor, Napoléon y la conquista de Europa, Juana de Arco y la salvación de Francia, San Pablo y la expansión del cristianismo, respondieron al deseo dominante y controlador. Esas plegarias pueden ser falsas o verdaderas; sin embargo, la plegaria es un boomerang, lo que nos advierte que debemos mantener el deseo dominante puro y desinteresado, en concordancia con la voluntad de Dios.
Si conoces los deseos fijos de un hombre, podrás predecir en qué llegará a convertirse. Muéstrame los cuadros que un hombre cuelga en sus paredes, los libros que tiene en su biblioteca, las películas que ve, la clase de amigos que reúne en su casa, y te diré el tipo de plegarias que hace, ya que estas paredes de su imaginación, las cosas que escribe en la tablilla corpórea de su corazón, el tipo de conversaciones que sostiene en sus sueños, es el mundo ideal que controla su mente inconsciente.
Si tu mundo está determinado por tu deseo dominante, la única manera de crear un mundo hermoso es pensar, como Ralph Waldo Trine lo diría, “en armonía con el infinito”. Pensar, como el gran Kepler decía, “los pensamientos de Dios que están detrás de él”; pensar, tal como el Maestro mismo lo dijo, en armonía con la Voluntad Divina: “hágase tu voluntad”.
Sólo existe una manera de hacerlo. Debes practicar la presencia de Dios. El Maestro lo señaló de esta forma cuando dijo: “Entra en tu clóset, cierra la puerta y reza en silencio”. Es el pensamiento más efectivo del psicólogo. Tanto el psicólogo como el religioso coinciden en el mismo método para inducir el momento psicológico para conectarnos con el reino de Dios. No sólo somos lo que pensamos en nuestros corazones, sino también lo que imploramos dentro de ellos. La oración nos pone en contacto con la conciencia universal, la amorosa energía de todo ser, el Dios eterno, nuestro padre celestial.
Necesitamos acudir constantemente a la Presencia Divina. Necesitamos pensar en la oración más como la comunión, la creación y la realización, y menos como una petición. La oración, por sí misma, es la mayor posesión que tiene el hombre. Tu hijo no debe decir: “Ahora me acuesto a dormir”, por temor a que Dios se olvide de él o deje de cuidarlo por las noches. Le enseñas a tus hijos a rezar: “Ahora me acuesto a dormir”, para que aprendan el camino de la oración hacia Dios, para que cuando sean adultos identifiquen los deseos dominantes o fijos unidos a Dios. Sí funciona. El reverendo James Higgins me contó que antes de sus veintiún años no había visto una Biblia, nunca había entrado a una iglesia ni escuchado las oraciones: “Ahora me acuesto” y “Padre Nuestro, que estás en los cielos”, palabras que, según recordaba, había aprendido en el regazo de su madre y que repetiría día y noche durante toda su vida. La primera oración en público que escuchó resultó en su conversión y posterior consagración al ministerio cristiano.
Un estudiante del Springfield College me comentó: “Las lecciones de la señora McCollum sobre la psicología aplicada me han permitido darme cuenta de que mi madre es una mujer tanto de religión como de ciencia, y eso me emociona”. La suya era una madre sabia que enseñó a su hijo a rezar.
La plegaria, entonces —la verdadera plegaria— es el deseo dominante de tener la protección de Dios: somos la creación de nuestras plegarias.
La plegaria es el deseo sincero del alma 
evidente o implícito 
la agitación de un fuego oculto 
que tiembla en el pecho.
Pon tu plegaria a trabajar, no para que Dios te conceda un milagro, sino para que te conceda la energía creativa para llevar a cabo los milagros para la gloria de una mejor humanidad.
Pide a Dios cada mañana salud, felicidad y éxito en tu tarea designada. Avanza con la certeza de que su energía anticipa el logro. No aceptes menos. El espíritu divino puede lograr milagros. La concentración y la oración serán tus mayores recursos durante la creación de una personalidad eficiente al servicio de la humanidad.
La reflexión de Clinton Scollard aparece tallada así en una piedra preciosa:
Dediquemos una hora de cada díaa las cosas sagradas —ya sea cuando el sol
entre por la ventana, o cuando la luna brille como un topacio pulido en la cripta, o cuando el tordo susurre al oído de Eva su lastimera melodía; una pequeña hora para tener una conversación con el alma lejos de la sordidez, que sea un santuario cubierto por el cedazo de unas alas ocultas
y tocado por la inefable luz blanca.
Hace unos veinte años, un escritor sureño escribió un libro titulado Up From Slavery. El hombre que escribió el libro ha muerto más allá del Atlántico, pero su obra permanece en Tuskegee, Alabama, en la forma de un monumento que mantendrá vivo su nombre para muchas generaciones futuras.
Este hombre se llama Booker T. Washington. El monumento se refiere a la escuela industrial que fundó para la gente de su raza, una escuela que enseña a sus estudiantes el honor y la gloria de aprender a trabajar.
Este escritor acaba de leerlo por primera vez gracias al señor Lincoln Tyler, un eminente abogado neoyorquino.
Nos sentimos avergonzados de no haberlo leído hace muchos años, porque es un libro que todos los jóvenes debieron haber leído en la infancia.
Si de vez en cuando sientes desaliento, acude a la biblioteca y lee este libro. Te mostrará la verdadera causa del desaliento.
Booker T. Washington nació siendo esclavo; ni siquiera sabía quién era su padre. Cuando los esclavos fueron liberados, sintió un ardiente deseo por educarse a sí mismo. La palabra deseo tiene un importante significado en este caso en particular.
Washington había escuchado hablar de la escuela para afroamericanos en Hampton, Virginia. Sin dinero para
pagar su pasaje o sus gastos de viaje, se dispuso a caminar desde su pequeña choza en Virginia Occidental hasta Hampton.
En Richmond, Virginia, se detuvo durante algunos días para trabajar como jornalero en un barco que estaba descargando. Su hotel era un andén y su cama la fría madre tierra. Ahorraba cada centavo que recibía de su trabajo en el barco y sólo reservaba unos cuantos centavos al día para mal comer. Toda la noche escuchaba pasos desde la acera, por lo que podemos juzgar que sus aposentos no eran muy agradables.
Sin embargo, tenía el ardiente deseo de educarse, y si los hombres tienen esta clase de deseos por cualquier cosa, sin importar el color de su piel ni el tamaño de su cartera, por lo general los alcanzan.
Al terminarse el trabajo en el barco, Washington volvió a fijar su vista en Hampton. Al llegar ahí tenía un capital de tan sólo cincuenta centavos. Lo observaron y escucharon su relato; sin embargo, no le informaron si sería aceptado o no como estudiante.
Finalmente, la encargada de la escuela le aplicó un examen de admisión. Éste era muy distinto al examen de Harvard o Princeton o Yale, pero era un examen. La encargada le pidió que entrara y limpiara una habitación en específico.
Washington se dispuso a realizar la tarea con la determinación de hacer un buen trabajo, ya que tenía un deseo ardiente por ingresar a esa escuela. Barrió la habitación cuatro veces. Después limpió cuatro veces cada rincón con un trapo.
La mujer inspeccionó su trabajo. Tomó su pañuelo y buscó alguna partícula de polvo, pero fue en vano, no había nada de polvo. Entonces le dijo al joven afroamericano: “Creo que sí ingresarás a esta escuela”.
Antes de morir, Booker T. Washington se había elevado a tal posición que se codeaba con reyes y potentados, siendo este “codearse” siempre una iniciativa de ellos. Él no buscaba prestigio ni anhelaba “igualdad de derechos” con los blancos.
Como conferencista arrasó con sus audiencias. Su estilo era simple. No utilizaba palabra complicadas; no blofeaba. Actuaba siempre de manera natural. Su manera de actuar simple y directa le abrió el corazón de su gente y de los blancos en los Estados Unidos y muchos otros países. Aquí una lección para todo aquel que busca la gloria y el honor en cualquier profesión.
Washington enseñó a su gente a dedicarle más tiempo a aprender cómo colocar ladrillos, construir casas y cosechar algodón que al estudio de las lenguas muertas o la literatura. Él aprendió el verdadero significado de la palabra educar. Comprendió que la educación significa desarrollarse desde el interior, brindar un servicio adecuado, aprender a obtener todo lo necesario sin interferir con los derechos de los demás.
Tuskegee, Alabama, es ahora una de las ciudades más progresistas. Es reconocida por el éxito de la escuela que Washington fundó, no sólo en Estados Unidos, sino prácticamente en todo el mundo. Sus instalaciones en sí mismas constituyen una ciudad espléndida.
Booker T. Washington hizo una afirmación en su Up From Slavery que resaltó como una estrella reluciente en la mente de este escritor. Dijo que el éxito de un hombre debe ser juzgado no por sus logros, sino por los obstáculos que ha vencido.
Qué cierto es esto. Una familia de Nueva York que posee muchos millones de dólares, dueños de una de las propiedades más lujosas de la ciudad, es considerada exitosa; sin embargo, ni uno solo de los miembros de esa familia hizo nada para ganarse un centavo de ese dinero.
Booker T. Washington, que fue un esclavo y que no tuvo suficiente ropa para cubrir su cuerpo hasta que fue mayor, superó obstáculos que a la mayoría de nosotros nos hubieran hecho rendirnos. Él se enfrentó con dos extraordinarios obstáculos: el prejuicio racial y la pobreza.
Aun así, a pesar de estas limitaciones, se ganó un lugar para sí mismo y para su raza que muchos otros, con menos obstáculos, envidiarían.
¡Él tenía razón! No es lo que un hombre posee en cuestión de riqueza material lo que cuenta, sino los obstáculos que vence en su camino.
Lee el libro de Washington. Llévatelo a un lugar apartado y reflexiona mientras lees. Compara los obstáculos de Washington con algunos de los tuyos, pasados o presentes, que consideres insuperables. La lectura de este libro te servirá de poderosa inspiración.
El libro es educativo e interesante. Washington nos hace reír y llorar. Nos cuenta sobre su primer sombrero. Como era tan pobre que no podía comprar un “sombrero de tienda”, su madre hizo uno para él con dos pedazos de tela vieja. Cuando apareció con el sombrero puesto, los otros chicos de color que habían “comprado” sombreros se rieron y se burlaron de él. Nos relata, sin ningún sentimiento de agrado evidente, que años más tarde muchos de los que se habían burlado de su sombrero cayeron presos o seguían sin hacer nada para superarse ellos mismos o a su raza.
Todo aquel que haga de la escritura su profesión debería leer Up From Slavery. Está escrito con un estilo que nos hace saber que no hay hechos ocultos. Washington no hace ningún intento por escudarse ni dar importancia o un crédito indebido ni a él mismo ni a los de su raza. La lógica surge en todo momento; la verdad resulta evidente en cada página. Léelo.
Llegó el momento de hacer un inventario de tus vivencias pasadas y saber qué es lo que has aprendido y que te resulta útil, así como lo que deseas lograr mientras tu vela sigue encendida.
Hazte las siguientes preguntas y esfuérzate en responder:
• ¿Qué he aprendido de mis fracasos y errores y qué me servirá en el futuro?
• ¿Qué he hecho que me confiere el derecho a tener una mejor posición en la vida?
• ¿Qué he hecho para hacer del mundo algo mejor?
• ¿Qué es la educación y cómo puedo educarme a mí mismo?
• ¿Me beneficia devolver el golpe a aquellos que me causaron daño?
• ¿Cómo puedo encontrar la felicidad?
• ¿Cómo puedo triunfar?
• ¿Qué es el éxito?
• ¿Qué objetivo primordial deseo alcanzar antes de que finalmente deje las herramientas que he estado ocupando y rebase la gran línea divisoria?
• ¿Cuál es mi objetivo concreto en la vida?
Anota tus respuestas a cada una de estas preguntas y piensa antes de escribir. El resultado podría sorprenderte porque estas preguntas, si son cuidadosamente contestadas, te harán pensar de manera más constructiva de lo que una persona común lo haría en toda su vida.
Piensa mucho antes de responder la última pregunta. Piensa qué es lo que realmente deseas en la vida. Después piensa si, al lograrlo, te traerá la felicidad.
El único objetivo en la vida que supera a los demás es el de encontrar la felicidad. Examínate a ti mismo y descubrirás que todos tus motivos llevan, finalmente, a la búsqueda de la felicidad. Deseas dinero para poder comprar independencia y felicidad. Deseas una casa y lujos con los que podrías ser feliz.
Y en tu búsqueda de las respuestas a estas preguntas tendrás la certeza de saber que la felicidad —aquella que realmente satisface y perdura— proviene únicamente de dársela a los demás. Por esta vía podrás encontrarla sin dinero y sin precio. En el momento en que la entregues a otros, a través de la atención, la tendrás para ti mismo en abundancia.
¿No estaría bien si, al decidir sobre tu objetivo concreto en la vida, incluyeras la felicidad?
¡En cualquier mente duerme un genio que espera el suave toque de un poderoso deseo que lo despierte y lo ponga en movimiento!
Escuchen, hermanos cargados de amargura, que andan a tientas en busca del camino que los saque de la oscuridad del fracaso y los lleve hacia la luz del éxito, hay esperanza para ustedes.
No importa cuántos fracasos hayas sufrido o qué tan bajo hayas caído, ¡podrás levantarte de nuevo! Aquel que dijo que la oportunidad no toca dos veces a la puerta estaba completamente equivocado. La oportunidad se detiene ante tu puerta día y noche. Es cierto que no la bate a golpes ni trata de irrumpir; sin embargo, ahí está.
¿Qué pasa si has sufrido fracaso tras fracaso? ¡Todo fracaso no es sino una bendición disfrazada, una bendición que ha atemperado tu mentalidad y te ha preparado para la siguiente prueba! Si nunca has sufrido un fracaso, eres digno de lástima, puesto que te habrás perdido de uno de los grandes procesos de la verdadera educación que tiene la naturaleza.
¿Qué pasa si en el pasado te has equivocado? ¿A quién de nosotros no le ha sucedido? Encuentra a alguien que nunca se haya equivocado y habrás encontrado también a alguien que nunca ha hecho algo que merezca mencionarse.
¡La distancia que existe desde donde te encuentras ahora hasta el sitio en el que deseas estar no es más que la de un salto! Probablemente te hayas convertido en víctima del hábito y, al igual que muchos, te has visto enredado en una vida de trabajo mediocre. ¡Ten valor, hay una salida! Quizá la fortuna te ha rebasado y la pobreza te tiene en sus garras. Ten valor, existe un camino hacia lo que puedes usar de manera inteligente y a tu conveniencia, y el diagrama de esa ruta es tan simple que dudamos seriamente que lo uses. Si por el contrario, lo utilizas, ten la certeza de que serás recompensado.
La Regla de Oro debería adoptarse como eslogan comercial de toda empresa y de todo profesionista en Estados Unidos y estamparse en cada membrete.
¡El precursor de cada logro humano es el deseo! Es tan poderosa la mente humana que puede crear la riqueza que deseas, la posición que ambicionas, la amistad que necesitas, las cualidades necesarias para triunfar en cualquier importante proyecto.
Existe una diferencia entre querer y desear. Querer es la semilla o el origen de lo que se quiere, mientras que el poderoso deseo es el origen de lo que se desea más la tierra fértil, el sol y la lluvia para que se desarrolle y crezca.
El fuerte deseo es la fuerza misteriosa que despierta al genio que duerme en el cerebro humano y lo pone a trabajar. ¡El deseo es la chispa que se convierte en flama dentro del calentador del esfuerzo humano y genera el vapor que produce la acción!
La vida está compuesta de una larga cadena de toma de decisiones. Decidir pronto o dejar pasar la oportunidad; hacer o dejar de hacer pueden afectarnos para bien o para mal. El carácter se construye por la influencia que tiene en nosotros la interminable cadena de decisiones que debemos afrontar mientras tengamos vida.