El canto del cisne - Agatha Christie - E-Book

El canto del cisne E-Book

Agatha Christie

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Beschreibung

La famosa soprano Paula Nazorkoff es contratada para una presentación privada de Madam Butterfly. Nazorkoff acepta pero con una condición indeclinable: la ópera debe ser Tosca. Mientras se desarrolla la puesta en escena en el castillo de Lady Rustonbury, con los miembros más distinguidos de la elite londinense, ocurre un accidente y uno de los protagonistas de la ópera muere. Solo buceando en un pasado lejano será posible descubrir la trama oculta de una antigua venganza.

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Seitenzahl: 23

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Capítulo 1

Eran las once de una mañana de mayo en Londres. El señor Cowan estaba mirando por la ventana, de espaldas a un magnífico salón sumamente ornamentado de la suite principal del Hotel Ritz. La suite en cuestión había sido reservada para madame Paula Nazorkoff, la famosa cantante de ópera que acababa de llegar a Londres. El señor Cowan, su representante, la esperaba. Cuando se abrió la puerta, Cowan giró rápidamente la cabeza, pero no era ella sino la señorita Read, secretaria de madame Nazorkoff, una joven pálida pero muy eficiente.

—¡Es usted querida! —dijo el señor Cowan—. ¿Madame no se ha levantado aun?

La señorita Read negó con la cabeza.

—Me dijo que viniera a las diez en punto —indicó el señor Cowan—. Llevo casi una hora esperando.

No demostró resentimiento ni sorpresa. El señor Cowan estaba acostumbrado a las extravagancias del temperamento artístico. Era un hombre alto, bien afeitado, con el cuerpo demasiado bien cubierto y ropas impecables. Su cabello era negro y brillante; sus dientes de un blanco agresivo. Cuando hablaba tenía la costumbre de arrastrar las eses; no se trataba exactamente de un ceseo pero se le parecía bastante. De pronto, se abrió una puerta al otro lado de la habitación y entró apresuradamente una joven francesa.

—¿Ya se ha levantado? —preguntó Cowan esperanzado— Dígame qué noticias hay, Elise.

Elise levantó ambas manos al cielo como en un ruego.

—¡Esta mañana parece diecisiete demonios, nada la complace! Las preciosas rosas amarillas que monsieur le envió anoche, dice que estaban bien para Nueva York, pero que en Londres son una imbecilidad. Dijo que aquí tienen que ser rojas, y acto seguido abrió la puerta y arrojó las rosas amarillas al pasillo en el momento en que pasaba un monsieur tres comme il faut. Un militar, según creo, y el pobre está justamente indignado.

Cowan arqueó las cejas, pero no dio mayor prueba de emoción. Luego, sacando un librito de notas de su bolsillo escribió en él: “rosas rojas”. Elise volvió a salir y Cowan regresó nuevamente a la ventana. Vera Read, se sentó ante el escritorio, empezó a abrir cartas y a clasificarlas. Pasaron diez minutos en silencio, al fin se abrió la puerta del dormitorio y Paula Nazorkoff hizo aparición en el saloncito. El efecto inmediato fue que éste pareciera más reducido, Vera Read más pálida y que Cowan se convirtiera en una mera figura decorativa.

—¡Ajá! ¡Hijos míos! —dijo la prima donna—. ¿No soy puntual?