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El Círculo Carmesí es una organización secreta que extorsiona y asesina en el Londres de principios del s. XX. Su ingenio diabólico y su eficacia desafían y atemorizan a la sociedad. Así, el lector se va internando en un intrincado laberinto de sospechas que se desplazan sobre los diferentes personajes a medida que cada uno de ellos va demostrando su inocencia. El resultado es una rápida carrera de inteligencia entre novelista y lector, que podrá resolver o no el sorprendente rompecabezas pero que no quedará nunca defraudado.
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Seitenzahl: 398
Veröffentlichungsjahr: 2012
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EL CÍRCULO CARMESÍ
MAGDALENA AGUINAGA
MARÍA ANGULO
JOSÉ LUIS ARAGÓN
JESÚS ARRIBAS
RAFAEL BALBÍN
SANDRA Mª BORREGUERO
CARMEN BUENO
JUAN ANTONIO BUSTOS
ÁLVARO BUSTOS
JUAN JOSÉ CABEDO
PAULA BARRAL
Mª ESPERANZA CABEZAS
ÁNGEL Mª CALVO
MANUEL CAMARERO
FRANCISCO CORRALES
FERNANDO DOMÉNECH
JESÚS FERNÁNDEZ
LUIS FERRERO
MARÍA LUISA GARCÍA
MARTA GONZÁLEZ
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ
ANTONIO A. GÓMEZ
ANTONIO HERMOSÍN
PRUDENCIO HERRERA
GLORIA HERVÁS
JOSÉ Mª LEGIDO
FRANCISCO LÓPEZ
ARCADIO LÓPEZ
JOSÉ Mª LUCÍA
MARY KAY McCOY
JOSÉ MONTERO
MATILDE MORENO
JUAN A. MUÑOZ
FRANCISCO MUÑOZ
FÉLIX NAVAS
KEPA OSORO
Mª TERESA OTAL
IGNACIO PINEDO
BEATRIZ PÉREZ
JOSÉ ANTONIO PINEL
MONTSERRAT RIBAO
ANA HERRERO
BORJA RODRÍGUEZ
TOMÁS RODRÍGUEZ
MERCEDES ROSÚA
JORGE ROSELLÓ
EMILIO SALES
ESPERANZA SAN LEÓN
CONSUELO SANCHIDRIÁN
FLORENCIO SEVILLA
EDUARDO SORIANO
ALEJANDRO VALERO
JAIME VALERO
J. VARELA-PORTAS
FERNANDO VELA
JUAN MANUEL VILLANUEVA
EDGAR WALLACE
EL CÍRCULOCARM E SÍ
Edición de
MARTA GONZÁLEZ
Traducción de
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es un sello propiedad de
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Título original:The CrimsonCircle
Primeraediciónimpresa:febrero2011
Primeraediciónene-book:octubre2011
©herederos de Edgar Wallace
©de la edición: MartaGonzález,2011
©de la traducción: FernandoVela, 2011
©de la presenteedición: Edhasa (Castalia), 2011
www.edhasa.es
Ilustración de cubierta:collage(Dpto.Diseño) Diseñográfico: RQ
ISBN 978-84-9740-438-9
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titularesdel Copyright,bajo la sanción establecida en las leyes,la reproducción parcial o total de esta obra por cualquiermedioo procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplaresde ella mediantealquilero préstamo público.
Placa conmemorativa a Edgar Wallace,
en el nº 107 de Fleet Street, Londres.
“El asesinato es una frustración del individuo”,
Raymond Chandler,El simple arte de matar.
En la primera mitad del siglo XX tienen lugar grandes cambios y conflictos bélicos en toda Europa: la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la Revolución rusa (1917), cambios en los medios de producción, los felices años 20 –la llamada “Belle époque”, de desarrollo y bienestar económico–, la caída de la bolsa de Nueva York (1929), origen de un período de retroceso monetario y de numerosos problemas sociales, la germinación de sistemas políticos totalitarios y la Segunda Guerra Mundial (1939-1942).
La sociedad asimila rápidamente las transformaciones derivadas del progreso científico y tecnológico (aparecen inventos como el automóvil, el avión, el teléfono, el submarino, el cine); se produce así una ruptura con lo anterior, caduco e inservible, imponiéndose una renovación que provoca la exaltacióndel inconsciente, de la libertad y del individualismo. Las artes acusan la profunda crisis económica y de valores que vive Europa en el período de entreguerras. Nacen así las vanguardias en las primeras décadas del siglo, cuyas características son la inducción a la rebeldía, y la recuperación de la esencia humana que los convencionalismos sociales habían reprimido, la reivindicación de lo original, de lo lúdico, de la libre expresión, de la valoración de los sueños –Freud sienta las bases del psicoanálisis– y del humor (negro).
En pintura surge el arte abstracto, a veces agresivo yviolento, con formas y colores estridentes, diseños geométricos y representación simultánea de las distintas dimensiones de un objeto. Los llamados “ismos” (surrealismo, futurismo, dadaísmo, cubismo, creacionismo, ultraísmo, existencialismo) desafían los modelos y valores existentes, con fundamentos estéticos distintos y premisas comunes para lograr novedad y libertad artística en lucha contra la tradición. Picasso, Braque, Magritte, Chirico, Dalí, Klee, Modigliani y Kandinsky son algunos de sus representantes más valiosos.
Las corrientes musicales del siglo XX se liberan de la tonalidad en que se basaba la música desde el Barroco: el Impresionismo cuenta con Debussy, Ravel y Satie como máximos exponentes; los expresionistas Schoenberg, Alban Berg y Antón Webern trabajan el atonalismo y el dodecafonismo; en Francia el “Grupo de los seis” (Auric, Durey, Honegger, Milhaud, Poulenc y Tailleferre, la única mujer) reacciona contra el Impresionismo; la vanguardia soviética, representada por Prokofiev y Shostakovich, apuesta por el Expresionismo también; Bela Bartok se inclina por un sistema atonal con elementos populares; Stravinsky basa sus obras en losballets rusos, tan de moda en París a principios del siglo XX, evolucionando hacia el Neoclasicismo; y el Serialismo amplía el concepto de“serie” a la intensidad, el timbre y la duración, con Messiaen, Boulez y Stockhausen.
En literatura se rompe con la puntuación, la sintaxis, la métrica y otros parámetros básicos anteriores; se renuevan los temas (con gran aparato simbólico), el punto de vista es múltiple con digresiones intelectualistas, se establece un estrecho vínculo entre el marco narrativo y los personajes, en cuya intimidad –cuando existen–se incide en gran medida, y se hace ostentación de un preciosismo lingüístico que eleva al narrador sobre el mundo narrado y el tiempo anímico frente al cronológico.
En Francia, la obraEn busca del tiempo perdidodel francésMarcel Proust (trece volúmenes publicados entre 1913-1927) es una de las mejores muestras de la novela psicológica francesa; André Gide se distingue por su independencia de pensamiento y expresión; Jules Romains intenta condensar la vida francesa de su tiempo y retratar el alma colectiva de la sociedad; las obras de Montherlant tratan temas como los deportes (Las olímpicas, 1924) o los toros (Los bestiarios, 1926); el elegante y novedoso estilo de la escritora Colette se plasma en novelas (Chéri, 1920), cuentos (La mujer oculta, 1924) y memorias (Lo puro y lo impuro, 1932).
Los escritores estadounidenses se caracterizan por la decepción de la posguerra: Scott Fitzgerald refleja la sed de placer de los años veinte y el fracaso de los sueños juveniles enEl gran Gatsby(1932); Hemingway simplifica el léxico y sintaxis de sus obras, con temática de supervivientes en situaciones difíciles (Adiós a las armas, 1929;Por quién doblan las campanas, 1940); Steinbeck narrala miseria y la lucha constante de la clase trabajadora (Las uvas de la ira, 1939).
La narrativa en alemán agrupa figuras tan relevantes comoThomas Mann, que en su novela cortaMuerte en Venecia(1912)expone el drama interior de uno de los dos personajes en un escenario reducido al mínimo, y los cambios físicos y anímicos de los intelectuales tuberculosos residentes en una clínica suiza enLa montaña mágica(1924); Franz Kafka es conocido por su relato existencialistaLa metamorfosis(1915) y su novelaEl proceso(1925), sobre la inaccesibilidad de los ciudadanos a la justicia y a la ley; Hermann Hesse mezcla la autobiografía con elementos fantásticos enEl lobo estepario(1927), reflejo de su profunda crisis espiritual desde 1920; la extensa obra (relatos, poemas, teatro, novela, biografía, ensayo, libretos de ópera y catálogos musicales) de Stefan Zweig, pacifista y gran escritor austríaco, es un modelo de tolerancia, modernidad y calidad literaria.
En la novelística anglosajona James Joyce profundiza en las técnicas narrativas experimentales conUlyses(1922); E. M. Forster especula sobre las diferencias sociales entre los ingleses y los nativos enPasaje a la India(1924); Virginia Woolf expresa su tema preferido –lo complejo y fugaz de las relaciones humanas– enLa señora Dalloway(1925) y teoriza sobre losderechos de la mujer en el ensayoUna habitación propia(1929), y Aldous Huxley publica su novela más famosa,Un mundo feliz–una utopía irónica sobre el futuro de la sociedad–, el mismo año de la muerte de Edgar Wallace.
Finalmente, en España, la narrativa de principios del siglo XXestá marcada por las obras de los miembros de la Generación del 98 (Baroja, Valle-Inclán) y Vicente Blasco Ibáñez, que escriben bajo la perspectiva de la denuncia social y la renovación formal; los miembros dela Generación del 1914 (Pérez de Ayala, Miró, Gómez de la Serna) se debatirán entre el realismo y un experimentalismo de resultados heterogéneos; y otro grupo de narradores adeptos al antirrealismo y al experimentalismo cultiva, a partir de 1927, la novela humorística(Jardiel, Neville), o la lírico-intelectual y de trascendencia moral y política (Jarnés, Espina, Ayala, Sender, Arconada), con estilo metafórico propio de la poesía, distanciamiento irónico, fragmentación propia de las artes plásticas y un dinamismo típico del cine.
En lo ideológico, los valores tradicionales de la civilización occidental son cuestionados por muchos escritores. Las formas literarias tradicionales son abandonadas en aras de la expresión de experiencias vitales desde nuevas perspectivas. Todo esto exige un lector inteligente, que reconstruya la obra como un puzzle, la interprete y participe en ella. Entre los géneros que cobran auge se encuentra la novela policial o policíaca, planteada como un rompecabezas en el que falta una pieza. No es el crimen perfecto, puesto que el desenlace contiene el descubrimiento del delito, generalmente asesinato, y el de los móviles de su autor.
El círculo carmesípertenece a la novela policíaca, género que plantea un enigma de tipo criminal y termina con la resolución del mismo. Su estructura es cerrada, pues son raras las novelas de este tipo con un final abierto Esta modalidad novelística nace del enfrentamiento entre la aplicación de la lógica racionalista y la intuición romántica y como consecuencia del crecimiento de las ciudades y su progresivo nivel de delincuencia. Los delitos son reprimidos por diferenteselementos policiales, que irrumpen en la novela con categoría de personajes nuevos y eficaces en un ambiente urbano y hostil: la gran ciudad es el lugar ideal para el delito, oculto por el anonimato que se cierne sobre el individuo.
Aunque el género policial tiene precedentes muy antiguos (algunos cuentos bíblicos y tragedias griegas, la novela picaresca, las biografías de criminales célebres), también es moderno y se desarrolla esencialmente durante los siglos XIXy XX. Estas obras han sido calificadas como “literatura barata” o “subliteratura”, pues sus temas son poco estéticos, sin trasfondo moral ni forma artística, y buscan la evasión del lector. Pero sus características y resultados desmienten este juicio tan simplista.
El interés de la novela policíaca se centra en el argumento, que mezcla intriga, espionaje y violencia. La trama es rigurosa y los enigmas se resuelven de forma deductiva. Los protagonistas son el policía, detective o inspector, y el asesino o espía: los buenos contra los malos. Por lo general, son personajes con caracteres bien definidos y evolucionan poco a lo largo del relato. El “culpable” es quien menos se espera: un personaje con escasa participación en la novela, cuya identidad se conoce en los últimos capítulos.
Se utiliza el suspense y se dosifica la revelación de los acontecimientos para mantener la tensión, el interés y la perspicacia del lector. A veces se proponen varios desenlaces fáciles y tentadores a primera vista, que resultan falsos. La temática es precisa y delictiva: crímenes, robos, secuestros, extorsiones, engaños, infidelidades, persecuciones, estafas, fugas... El relato policial se ajusta a una estructura propia, distinta de la novela tradicional –introducción, nudo, desenlace–, conun hecho criminal que plantea múltiples interrogantes. El tiempo se emplea en dos sentidos: mientras avanza la investigación (presente y futuro), se revela el pasado. La manera de presentar el asunto, sea en orden cronológico o no, es distinta en cada autor.
Se considera que el creador de la novela policial es EdgarAllan Poe (Estados Unidos, 1809-1849), quien con sus relatos
Ilustración (1894-1895) de Aubrey Beardsley para
Los crímenes de la calle Morgue, E. A. Poe.
Los crímenes de la calle Morgue(1841),El misterio de Marie Rogêt(1842-1843) yLa carta robada(1843) sienta las bases del género. Su protagonista, Auguste Dupin, es el primer detective de ficción, modelo de otros posteriores muy conocidos, que resuelve un caso “indescifrable” mediante un procedimiento intelectual complicado. La inteligencia y cultura de Dupin contribuyen al empleo de un método científico: observación, análisis y deducción. La investigación permite saber quién cometió el crimen y cómo se llevó a cabo, lo que mantiene el interés de la trama. La violencia se presenta a veces en dosis reducidas, limitadas al crimen. Dupin proporciona la solución en las páginas finales del relato.
En el primer relato el narrador expone datos e indicios, adelantándose al detective de ficción más célebre de todos los tiempos, Sherlock Holmes, creado por Arthur Conan Doyle (1859-1930). En el segundo, Poe mezcla los indicios con las crónicas de prensa, lo que después aparece en otras obras; incluso compara la opinión de varias publicaciones como ayuda al esclarecimiento del misterio, a partir del análisis minucioso de las pruebas, y vuelve el narrador sobreLos crímenes de la calle Morgueuna y otra vez, confrontando la distinta dificultad y circunstancias de ambos casos. En el tercero, Dupin se aproxima a la solución del caso por empatía con el adversario: descubre que la carta robada se encuentra en donde menos puede suponerse, a la vista de todo el mundo, la sustituye por una copia y roba la auténtica para demostrar su teoría y cobrar la recompensa.
La primera tendencia de novela policial es la “escuela inglesa” y su representante principal es Arthur Conan Doyle (1859-1930). Su primera novela,Estudio en escarlata(1887), es plenamente decimonónica por susdescripciones meticulosas del ambiente londinense y por la estructura de su segunda parte,que se remonta a varias décadas antes en Norteamérica, cuando los mormones se establecen en Utah. El tema es el asesinato como venganza contra el integrismo de esta secta religiosa. El salto espacial y temporal permite la narración en tercera persona, por un narrador omnisciente, para volver a la época “actual”, relacionando todos los hechos de las dos partes que la constituyen, aparentemente incoherentes.
El padre Brown, creado por Gilbert K. Chesterton (18741936), es un ingenuo sacerdote con un gran paraguas, protagonista de medio centenar de historias (la primera en 1911,El candor del padre Brown, editada en esta misma colección), cuya agudeza psicológica resuelve los crímenes más inexplicables gracias a su conocimiento de la naturaleza humana.
La prolífica escritora Agatha Christie (1890-1976) desarrolla casi matemáticamente la trama, centrada en la resolución del enigma a través de pistas que deben encajarse y enmarcada casi siempre en espacios interiores y estratos sociales de clase alta. Sus dos célebres investigadores son el inspector Poirot, cuyas técnicas fundamentales son el examen ocular, el interrogatorio y la conversación, y la señorita Marple, de apariencia inofensiva pero con una mente analítica que le permite involucrar a todos los sospechosos con sus astutas preguntas. En su primera novela,El misterioso caso de Styles(1920), escrita mientras colaboraba en una farmacia de la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial, adquiere conocimientos sobre venenos varios (la víctima es envenenada con estricnina y todos sus allegados tienen motivos para asesinarla). Sus novelas cuentan con muchas adaptaciones cinematográficas.
Algunos autores franceses siguen la estela de la escuela inglesa: Gaston Leroux (1868-1927) inventa al periodista-detective Rouletabille enEl misterio del cuarto amarillo(1907), relato donde aparece el primer culpable que se finge investigador.Entre sus excelentes relatos destacaEl hacha de oro(1916), que se desarrolla en una atmósfera de intriga, paradigma de su obra, y cuyo tema es el rechazo del verdugo, presenteenescritores(VicenteBlascoIbáñez:Unfuncionario,1909) y cineastas españoles (Luis García Berlanga:El verdugo,1963). Georges Simenon (1908-1989) es autor de ochenta novelas con un único héroe, el inspector Maigret, quien resuelve los casos introduciéndose en la vida de los implicados, pensando, comiendo y viviendo como ellos. Sus obras trascienden la mera novela policial para tratar temas generales.
La segunda vertiente del género policial, la “escuela americana”, se origina en Estados Unidos en los años treinta del siglo XX. La entrada en vigor de la célebre “ley seca” prohíbe la venta de licores y produce la proliferación de los gánsteres y de sus lucrativas e ilegales acciones: el contrabando y la extorsión.
A partir de 1930, la escuela norteamericana da lugar a lanovela negra, que aporta gran dosis de crítica social sin perder amenidad ni estética. Sus autores abandonan los escenarios aristocráticos y sofisticados para adentrarse en la gran ciudad, con descripciones breves e impresionistas y diálogos ágiles, de ritmo cinematográfico, cuyo fondo no trata sólo de un crimen inexplicable, sino también sobre la violencia cotidiana y progresiva, incluyendo el sexo. Si el papel de la mujer en la escuela inglesa es mínimo, en la americana generalmente es la víctima o la “mala”. A veces ni siquiera es el objeto amoroso, pues al detective no leduran mucho los amores, ya que el factor afectivo entorpece su labor: Sherlock Holmes y Hercule Poirot son misóginos; Sam Spade y Lew Archer están divorciados; sólo algunos tienen aventuras amorosas esporádicas. Cuando el detective es mujer, lo más probable es que sea soltera o anciana, como Miss Marple.
El “padre” de este tipo de novela es Dashiell Hammett (1894-1961), norteamericano que fue detective antes de dedicarse a la literatura profesionalmente y que no gozó del aprecio de la crítica sino mucho tiempo después de obtener fama y dinero con sus novelas, cuentos y guiones cinematográficos. Su estilo narrativo, acorde con la época y el carácter de los estadounidenses, reemplaza la figura del investigador cerebral, a la manera de Sherlock Holmes, por la del detective rudo y práctico, incluso mediocre e inculto, que no vacila en golpear o sacar el revólver, guiado más por el instinto que por la razón e inmerso en las múltiples trampas de una sociedad corrupta y brutal.Su novela más conocida (tal vez por la memorable adaptación cinematográfica de John Huston en 1941) esEl halcón maltés(1930), en la cual nada es lo que parece: se muestra a Spade como el asesino de su socio y los trepidantes sucesos se presentan sucesivamente para convertir la acción en un modelo de dinamismo.
El cuidado estilo de Raymond Chandler (1888-1959) da a la novela negra una dignidad literaria desconocida hasta entonces y el género llega con él a su apogeo (entre 1936 y 1946). Chandler intenta imitar a Hammett, sobre todo en la denuncia a la sociedad capitalista, donde el dinero y la búsqueda del poder son los motores de las relaciones humanas, con sus secuelas de crímenes, marginación e injusticia. Pero Chandler es más irónico que Hammett y bastante cínico. Sus novelas tienen elementos atractivos e inusuales como las magníficas descripciones de la sociedad californiana, a cargo de su detective, Philip Marlowe (quien conoce a don Quijote y a Hamlet). Marlowe cuenta en primera persona y en registro coloquial, a veces con una gran dosis de argot, su investigación conjunta con la policía de nuevas pistas ymisterios continuos, explicados gradualmente, y no al final, como en la escuela inglesa.
El tercer pilar de la novela negra americana es Ross Macdonald, pseudónimo de Kenneth Millar (1915-1983). Creó el personaje de Lew Archer, notable detective, activo y violento en sus primeras actuaciones y más reflexivo después, que se permite lo que ni siquiera Marlowe hace: cometer errores. Resulta distinto también en su relación con las mujeres: a pesar de que el acto sexual no es el objetivo principal de ningún detective, sino que le surge en mitad de un caso, Marlowe es el galán infalible y frívolo, mientras Archer mantiene encuentros ocasionales pero afectuosos. Desde el prototipo construido por Hammett y perfeccionado por Chandler, Macdonald dota a su detective de un código ético escéptico, expresado con veloces e inteligentes diálogos.La bella durmiente, su penúltima novela, plantea desde las primeras líneas unas premisas bien delimitadas, exactas, a base de descripciones muy gráficas y muy gestuales también, propias del cine.
David Goodis (1917-1967), autor de novela policial poco conocido pero interesante, coloca a sus personajes en su ciudad natal, Filadelfia. Escribe también guiones para la Warner Bross, aunque regresa a la novela y al periodismo como medio de vida (llega a escribir diez mil palabras por día). Sus personajes arrastran la carga del pasado, no esperan nada del futuro y se debaten en un universo cerrado, sin salida, pleno de soledad, amargura y desesperación, lo que ya denotan los títulosCalle sin retorno(1943),Al caer la noche(1947) y, sobre todo,Viernes 13(1954), todos llevadas al cine.
Wade Miller es el pseudónimo de dos autores, Bob Wade y Will Miller, que escribieron juntos los casos del detective Max Thursday, siempre al filo de la ley y delprecipicio. En la novelaNadie es inocente(1947), Thursday, debido a su desesperada situación personal –secuestran a su hijo porque el padrastro tiene perlas muy valiosas–, usa procedimientos convencionales, acordes con el panorama del hampa de San Diego: tráfico de alcohol, personajes degradados y venidos a menos, y mujeres “con marcas profundas de una vida intensa” (capítulo III).
El pesimismo de las historias de Patricia Highsmith (19211995) planea con una visión sombría y depresiva sobre sus temas preferidos –la mentira, la culpa, el crimen–, presentes ya en su primera novela,Extraños en un tren(1950), obra que fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1951, con guión de Raymond Chandler. Sus personajes, de rasgos neuróticos, están bien trazados y oscilan entre el bien y el mal, aprovechando la hipocresía social.
Otros autores son Rex Stout (1886-1975), creador del obeso detective Nero Wolfe, fanático de la comida, la cerveza y las orquídeas, que ha inspirado series televisivas; S.S. Van Dine, pseudónimo de Williard Huntington Wright (1888-1939), inventor desde 1920 del personaje Philo Vance, protagonista de doce novelas con la palabracrimenen el título; Erle Stanley Gardner (1889-1970), quien concibió al abogado penalista Perry Mason en más de cincuenta novelas, también con su espacio televisivo; y James M. Cain (1892-1977), que muestra mucho interés en sus libros por la ópera y la música en general, autor deEl cartero siempre llama dos veces(1934), cuyas adaptaciones cinematográficas son más famosas que la obra original.
Richard Horatio Edgar Wallace nace el 1 de abril de 1875 cerca de Greenwich, Inglaterra, en el seno de una familia de actores; su madre queda embarazada del heredero de la empresa para la que trabaja y se marcha para dar a luz al campo. La familia Freeman acoge al pequeño y lo cría junto a sus diez hijos, como a uno más. El padre biológico nunca llega a saberde su existencia y la madre va reduciendo sus aportaciones económicas al dispersarse la compañía teatral y tener que aceptar papeles de menor importancia debido a su “edad avanzada” (40 años). La propuesta de ingreso en un orfanato no es bien acogida por los Freeman, que adoran al pequeño Edgar, y su madre nunca vuelve a visitarlo.
Nuestro autor trabaja en varios empleos hasta alistarse en el ejército, aunque al poco tiempo se cansa de la vida de soldado y encuentra un puesto más agradable en la sección de prensa: hacia 1898 es corresponsal delDaily Mailen la Guerra de los Boers y poeta/columnista en otros periódicos. En Sudáfrica conoce a Rudyard Kipling y se casa en 1900 con Ivy Caldecott, hija de un pastor metodista. Nace su primera hija al tiempo de ser nombrado editor delDaily, con buen sueldo. Cuando muere su hija, a los dos años, la pareja regresa a Inglaterra, totalmente arruinada debido a sus despilfarros.
Mientras su esposa viaja a Sudáfrica con su segunda hija, nacida en 1905, Wallace cubre la Guerra de los Balcanes, donde conoce a espías rusos y británicos, lo que le inspiraría la novelaCuatro hombres justos. Ésta es su primera obra de éxito y el prototipo de novela moderna de suspense. Wallace organiza un concurso en elDaily(algo así como “adivine el método del asesino”) con un premio de 1.000 libras para promocionar el libro, pero a pesar de su gran éxito no vende los ejemplares suficientes para costear la publicidad en autobuses, vallas y folletos y para pagar a los ganadores. A fin de mantener su respetabilidad, el periódico tiene que asumir varias demandas judiciales que ascienden a 60.000 libras, en las que está implicado Wallace, por lo que resulta despedido.
Al nacer su tercer hijo y aumentar las dificultades económicas, empieza el declive del matrimonio. Wallace empieza a escribir en 1909 relatos melodramáticos por entregas parauna revista desconocida, los llamadosSanders of the Rivers, de los que se ha dicho que fomentan el colonialismo europeo, aunque lo hacen en la misma línea de Wells, Doyle, Verne y otros. Entre 1908 y 1918 se convierte en un escritor prolífico para pagar a susacreedores y nace el último hijo de la pareja. Poco después se divorcia y conoce a Violet King, de la misma edad que su hija mayor (15 años), con quien se casa en 1921. Empieza su segundo período más productivo –sólo en el año1927 escribe 26 novelas–, debido a la estabilidad emocional: Violet le da una hija, Penélope, la única de este matrimonio.
La fama y la fortuna le llegan tras la muerte de su primera esposa, en 1926, conEl campanero, donde retrata a un asesino por venganza personal, típico antihéroe de Wallace, que se enfrenta al inspector Wembury, de Scotland Yard. Gracias a este éxito, Wallace firma un contrato con una compañía cinematográfica inglesa como director de escena a cambio de ceder la primera opción de toda su producción. Entonces recibe un salario, acciones de la compañía y el 10 % de los beneficios netos, lo que le reporta unos ingresos de 50.000 libras anuales. Así se inicia su carrera como guionista y director de cine y, aprovechando la época de expansión de Hollywood, se marcha a América para realizar sus películas, donde sólo entre 1920 y 1930 se producen más de 160 películas de suspense y aventuras basadas en sus novelas.
En 1932 Wallace inicia el guión deKing Kong, pero susproblemas de salud –diabetes, abusos del tabaco y del café, achaques respiratorios– lo llevan a la muerte el 7 de febrero, en Beverly Hills, y su cadáver es repatriado a Inglaterra, donde recibe numerosos honores. A pesar de sus fabulosos ingresos, sus herederos, es decir, sus hijos y Violet, que le sobrevive sólo14 meses, heredan multitud de deudas a causa de su estilo de vida y a sus obras de caridad.
En 1959 se produce un resurgimiento de su obra en la Alemania comunista, adonde su hijo Bryan (que fue, junto a su hermana Penélope, autor de novelas demisterio) se traslada para dirigir muchas de las series de televisión que se realizan sobre sus novelas, hoy clásicos de ese medio. En 1969 Penélope Wallace funda laWallace Appreciation Society, que dirige hasta su muerte en 1997. Entonces continúa su trabajo su hija, también llamada Penélope.
Incluidas la mayoría en el género policíaco, se caracterizan por su originalidad, amenidad y sorpresas constantes. Pocas veces insiste en los motivos tétricos, sino que exhibe un delicioso optimismo, un humorismo suave y seductor, preconizando el bien y la virtud. Al final, se enaltece la inteligencia al servicio del bien y triunfa el orden.
El universo de sus personajes está formado por doncellas inocentes, burgueses honrados, ancianos indefensos, jóvenes inexpertos y policías competentes. La diferencia entre los héroes de Wallace y los de otros escritores es enorme: los policías de Wallace ya no son fríos investigadores, ni tampoco flemáticos razonadores de una matemática aplicada al crimen, sino hombres cordiales y hasta campechanos, que también cometen torpezas.
Wallace prescinde del hermetismo de A. C. Doyle y se dedica sólo al misterio. No deja que sus personajes se ahoguen en los espacios interiores, cargados de humo. Es más moderno e higiénico y coloca a sus criaturas en una meditación cómoda: sus mansiones victorianas disponen de teléfono y calefacción y sus habitantes pasean por los parques, hacen excursiones al campo, viajan fuera de Londres y prefieren los placeres mundanos a los martirios de los viejos castillos.
Nuestro autor crea con gran facilidad figuras interesantes en un mundo sumamente atractivo. Los temas se enlazan por medio de los episodios más singulares, con trucos asombrosos, en un ritmo vertiginoso. Todas sus obras son ingeniosas, con la intriga y el riesgo como ingredientes básicos y, aunque no repite personajes, sí abundan dos motivos: el del detective que resulta ser el verdadero delincuente y el de la mujer sospechosa que apila indicios de culpabilidad pero que es inocente y, además, imprescindible para el esclarecimiento del misterio.
Llamado el “Shakespeare del folletín” y “el Alejandro Dumas de los bajos fondos”, Edgard Wallace dijo de sí mismo: “Soy un átomo que salió del barro espeso que se pega a los pies de los millones de hombres que luchan”. En efecto, sus personajes, novedosos en el momento de la publicación de sus obras, se hacen habituales mucho más tarde: villanos muy villanos, rubias explosivas conduciendo deportivos, policías locales reacios a Scotland Yard, periodistas intrépidos, bellas heroínas en peligro, abogados y tutores corruptos, médicos que practican experimentos horribles, ladrones de guante blanco, gánsteres acosados, niñeras perversas, extranjeros diabólicos, asesinos psicópatas... Wallace se revela como un magnífico creador de caracteres, con la humanidad como rasgo dominante, pero sin descuidar su psicología.
Los complejos argumentos de Wallace se reducen al clásico triángulo villano-chica-héroe, con elementos que parecen elaborados a través de lo insólito: puertas de varias cerraduras, misteriosas velas dobladas, astros amenazadores, etc. Lo principal es su moderno planteamiento, un reto a la sagacidad del lector para que acierte las claves antes de que se las presenten: un juegoen que el autor actúa con limpieza, sin trampas, sin violentar la narración, proporcionando pistas que, bien captadas por el lector, pueden revelarle el misterio desde el principio,aunque multiplicadas (las relevantes y las irrelevantes), para que la conclusión no deje de resultar sorprendente.
La acción de las novelas es, por otra parte, revolucionaria en su forma narrativa, con técnicas cinematográficas. Wallace publicó sus mejores obras en las primeras décadas del siglo XX y se anticipa y se revela como un gran maestro del ritmo narrativo y del cambio de escenario, dejando la secuencia interrumpida en el momento culmen.
Publicada en 1922, la novela se compone de 43 capítulos, un epílogo (la segunda parte del último capítulo) y un prólogo donde se relata un episodio anterior en el tiempo, aparentemente sin relación con el resto de la historia, pero que es el origen de los acontecimientos que conforman la trama.
Los capítulos son breves y de la misma longitud, lo que facilita la comprensión en una obra de extensión y complejidad considerables. Sus epígrafes son un modelo de concisión y de significado, al tiempo que responden a lo relatado en cada uno, y todos terminan con una frase corta que mantiene el suspense y el interés del lector.
El argumento es totalmente imprevisible: nada resulta ser como parece o como se imagina el lector a la vista de los indicios presentados. La resolución del conflicto, más embrollado cuanto más avanzada la novela, constituye una verdadera sorpresa, debido a que el autor inserta progresiva e inteligentemente pistas quedesorientan las sospechas del más avisado aprendiz de detective.
Wallace en una caricatura de su época.
En el saco se lee: “Don Santa Claus. Solo juguetes”.
Debajo: firma autógrafa de Edgar Wallace.
De entre los más de cuarenta personajes, algunos de ellos aparecen en los últimos capítulos, característica que añade variedad, eficacia y dinamismo al relato. Los principales resultan completamente desprestigiados por el narrador o por ciertos comentarios de otros personajes durante toda la obra. A esto se añade su actuación, nada brillante ni oportuna (más bien lo contrario) en la mayoría de los casos en que se requiere su intervención. Wallace hace responsables a varios personajes (Parr, Thalia) de una acción poco decorosa y no salen airosos de ella, mientras que pondera a otros (Yale, Beardmore) que nunca llegan a demostrar la brillantez de su conducta ni la veracidad de las afirmaciones en que se basa su fama.
Parece que sólo el carácter de uno de los protagonistas responde a su descripción y características más sobresalientes: Jack. Éste es un personaje inoperante y desvaído, su existencia no se explica sino por ser imprescindible para la trama amorosa, frente a Thalia (joven y atractiva como él), muy valorada al principio por el narrador y otros personajes, pero cuyos testimonios sobre la excepcionalidad de su carácter son bastante injustificados. Thalia aparece como una mujer frívola, una delincuente carente de las cualidades que cualquier señora de la clase media británica medianamente educada posee en mayor o menor grado. Al final resulta ser una mujer fuerte, que arriesga su reputación y su vida por un sentido del deber y un patriotismo encomiables, mientras que Jack se sienta a esperar qué ocurre o desaparece durante varios capítulos.
El inspector Parr es un oscuro funcionario, considerado inepto para desempeñar su cargo y resolver las difíciles misiones que entraña. El autor se centra en la comparación entre el policía y el detective privado, que resulta equívoca toda la novela y que desconcierta allector. Así, Wallace muestra una objetividad verdaderamente envidiable y difícil de ejecutar, por ejemplo en el esbozo del detective Derrick Yale, cuya inteligente conducta y arriesgadas actuaciones se presentan allector como un misterio más, dentro de la cantidad de enigmas y sorpresas que constituyen la totalidad de la novela.
El espacio no se menciona, curiosamente, pero pronto comprende el lector que se trata de Londres por las frecuentes alusiones a sus plazas y avenidas más transitadas, así como por las referencias a lugares de sus alrededores. La acción se sitúa siempre en la zona Centro y Este de la ciudad, las más tradicionales y monumentales, que conservan todo el encanto de la época de que datan sus edificios más sobresalientes. El tiempo interno, es decir, lo que tarda en desarrollarse la historia, no queda especificado, pero parece que el enigma se soluciona en unas pocas semanas. Respecto al tiempo externo, la novela se desarrolla en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, alusión relativamente frecuente.
Como en toda narración policíaca, se vive al día, se mencionan acontecimientos recientes (la “guerra”), artefactos modernos (los resultantes de ella, armas mortíferas “actuales” y poco conocidas), inventos en medios de transporte o sistemas de iluminación, como el metro o el gas, y otras variadas cuestiones que sorprenden al lector: hay un buen repertorio de costumbres típicamente británicas, como la puntualidad, la exactitud en todo, sistemas económicos (por ejemplo, las casas de empeños), la flema y el clasismo, el descubrimiento de la realidad frente a las apariencias, la eficacia de la policía y la confianza en la justicia. Elementos curiosos y muy abundantes, algunos dereciente aparición en las sociedades desarrolladas, son los políticos corruptos, charlatanes y embusteros, o la parapsicología y los efectos de una interpretación errónea o un uso fraudulento de la misma en las mentes sencillas e ingenuas.
Los personajes y el narrador hablan en registro culto, como corresponde a su pertenencia en la clase media y alta dela sociedad inglesa. El autor nunca se permite un enunciado en registro coloquial (menos aún, vulgar, ni siquiera en los delincuentes como Flush o el marinero). Muy al contrario, incluye bastantes expresiones en francés, frases hechas que encajan bien con el tipo de vida, algo esnob, de algunos personajes. Ahora bien, el estilo de Wallace no es muy cuidado, como corresponde a la prisa con que debía escribir un autor tan prolífico como él, o quizás por las propias características del género, donde importa menos la forma que el fondo, siendo éste bastante abigarrado y cambiante.
Por último, respecto al punto de vista, la novela se narra en tercera persona por un narrador próximo al omnisciente. Se esfuerza en ser objetivo, aunque a veces resulta muy partidario de creer en las apariencias, que él mismo propicia para mantener el misterio y el suspense. Esta técnica narrativa de sustituir la realidad por unas apariencias posibles pero falsas es considerada por la crítica como una táctica para involucrar al lector en la historia y hacerle cobrar interés por ella y para que participe en la trama, reconstruyéndola y recreándola.
La puerta de las siete cerraduras(1917). En la estación londinense de Waterloo muere de repente un hombre con una llave al cuello, similar a la de otro, recién fallecido. El inspector Martin investiga al abogado Haveloc, albaceade la familia Selford, cuyo patriarca reparte antes de morir siete llaves a unos amigos de confianza, para que su hijo pueda abrir una puerta, tras la cual se encuentra la herencia, cuando llegue a la mayoría de edad. Además, hay un experto ladrón de cajas fuertes,secuestradoyconducidoaunlugardesconocido para que abra una puerta con siete cerraduras.
Misterio en el castillo de Cornerfleet(1919). Margaret Reddle, preocupada por unas amenazas telefónicas anónimas, trabaja como empleada en el despacho del abogado Shaddle y como secretaria de una extraña condesa residente en el castillo de Cornerfleet. Shaddle le encarga que visite a una tal Mary Pinder, en prisión desde hace 20 años, acusada de envenenar a su marido, para que firme unos documentos. Margaret los revisa y descubre que se trata de su propia madre. Entonces ocurren hechos misteriosos que indican la existencia de un complot.
El misterio de los narcisos amarillos(1920). Se sucedenasesinatos de muchachas jóvenes (una de ellas, china) y al lado de sus cuerpos siempre queda un ramillete de narcisos amarillos. El inspector Whiteside cree que el asesino es un psicópata sexual, pero no tiene ninguna pista. El vigilante de una compañía aérea, Jack Tarling, investiga junto a un amigo chino un asunto de contrabando de drogas, lo que los conduce a una empresa cuyo director se convierte en el máximo sospechoso.
Los ojos muertos de Londres(1924). De noche, con nieblaespesa y calles desiertas, suenan las campanas del reloj del Parlamento. Un ciego camina con dificultad, cuando se oye un grito. Al día siguiente se encuentra un cadáver en el Támesisy el inspector Holt, de Scotland Yard, sospecha que tiene conexión con otras muertessimilares: hombres mayores, viudos, sin familia, con buena situación económica, en cuyos bolsillos tienen un escrito en braille. Holt empieza a investigar, pero los testigos van muriendo uno tras otro.
El pañuelo asesino(1927). El anciano Lord Lebanon, muyaficionado a las bromas, muere en un castillo escocés. Su abogado reúne a los herederos y les lee su última voluntad: deben permanecer durante seis días en el castillo para reconciliarse. Sólo entonces se dará lectura al testamento. Todos aceptan por no perder su parte de la herencia. Una tormenta losdejaaislados, sin luz ni teléfono, y aparecen personas estranguladas con un pañuelo indio. El abogado sigue las pistas, pero puede ser tanto la próxima víctima como el asesino.
Vuelve el brujo(1929). Lord Curtain, que pertenece a unade las familias más ricas de Londres, aparece muerto en tan extrañas circunstancias como sus herederos. Arthur Milton, un famoso criminal conocido como “el brujo”, es considerado culpable porque sobre los cadáveres aparece su tarjeta. Entonces regresa del extranjero para demostrar su inocencia y resolver el caso. El inspector Wesby, que durante años ha intentado arrestarlo, piensa que ahora es inocente y accede a colaborar con él.
Resulta admirable el hecho de que, de no haber sido un cierto 29 de septiembre el aniversario del nacimiento demonsieurVictor Pallion, no hubiera existido el misterio del Círculo Carmesí; una docena de hombres, ahora muertos, con toda probabilidad seguirían vivos y, ciertamente, Thalia Drummond nunca habría sido descrita por un comisario de policía ecuánime[1]como “una ladrona y cómplice de ladrones”.
MonsieurPallion invitó a cenar a sus tres ayudantes en elCoq d’Or[2], en Toulouse, y la velada transcurrió con alegría y afabilidad. A las tres de la madrugadamonsieurPallion cayó en la cuenta de que el motivo de su visita a Toulouse era la ejecución de un malhechor inglés llamado Lightman.
–Hijos míos –dijo con gravedad, aunque vacilante–, son las tres y la “dama roja” aún no se ha montado.
De modo que se trasladaron al lugar frente a la prisión en donde una vagoneta que contenía las partes esenciales de una guillotina había estado esperando desde medianoche; y con la destreza que surge de la práctica, montaron el horripilante aparato y encajaron la cuchilla en las ranuras correspondientes.
Pero ni siquiera la pericia mecánica era suficiente protección contra los embriagadores vinos del sur de Francia y, cuando probaron la cuchilla, ésta no se deslizaba como debía.
—Yo lo arreglaré –dijomonsieurPallion, e introdujo un clavo en la estructura, exactamente en un lugar donde no se deben introducir clavos.
Lo había hecho con verdadera precipitación, ya que los soldados habían invadido el lugar...
Cuatro horas después (había luz suficiente para que un fotógrafo innovador pudiera inmortalizar al reo desde muy cerca), obligaban a un hombre a marchar desde la prisión...
–¡Valor! –murmuró Pallion.
–¡Váyase al infierno! –replicó la víctima, echada y sujeta sobre la tarima mediante correas.
MonsieurPallion tiró de la palanca y la cuchilla cayó..., pero sólo hasta donde estaba el clavo. Lo intentó tres veces y las tres falló y, cuando los espectadores, indignados, rompieron el cordón policial, el prisionero hubo de ser trasladado nuevamente a la prisión.
Once años después, ese clavo mataría a mucha gente.
Era la hora en que la mayoría de los ciudadanos respetables se retiraban a dormir y las ventanas superiores de las grandes y antiguas casas de la plaza mostraban cuadrados de luz contra los que se perfilaban los contornos de los árboles deshojados, inclinados y oscilantes bajo el ímpetu del vendaval. Río arriba soplaba un viento helado y sus ráfagas entraban, gélidas, en los lugares más recónditos y resguardados.
El hombre que paseaba lentamente junto a la alta verja de hierro tiritaba, a pesar de estar bien abrigado, ya que el desconocido había elegido un lugar de reunión que parecía expuesto a un completo embate[3]de la tormenta.
Los restos del otoño agonizante se arremolinaban en fantásticos círculos sobre sus pies, las hojas y las briznas caían rápidamente desde los árboles que sacudían sus largas y ásperas ramas sobre él y contempló con envidia el agradable resplandor en las ventanas donde, con sólo llamar a la puerta, se le habría recibido como a un huésped bienvenido.
Dieron las once en un reloj cercano. Aún resonaba la última campanada, cuando un coche hizo su aparición rápida y silenciosamente, para detenerse a su altura. Los faros delanteros brillaban débilmente, pero dentro del vehículo no había iluminación alguna. Tras un instante de indecisión, el hombre que esperaba avanzó hacia el automóvil, abrió la puerta y se introdujo en su interior. Sólo podía distinguir el contorno de alguien que estaba en el asiento del conductor y, cuando se dio cuenta de la terrible importancia del paso que acaba de dar, comenzó a sentir un extraño golpeteo del corazón. El coche no semovió y el hombre que ocupaba el asiento del conductor siguió sin dar señales de vida. Por un instante hubo un silencio mortal que el pasajero rompió:
–¿Y bien? –preguntó nervioso, casi irritado.
–¿Ya está decidido? –preguntó el conductor.
–¿Estaría aquí si no lo estuviera? –replicó el pasajero– ¿Piensa que he venido por curiosidad? ¿Qué quiere de mí? Dígamelo y yo le diré lo que quiero de usted.
–Sé lo que quiere de mí –dijo el conductor. Su voz sonaba apagada e impersonal, como si hablara tras un velo.
Cuando los ojos del recién llegado se acostumbraron a la oscuridad, detectó el vago contorno de la capucha de seda negra que cubría la cabeza del conductor.
–Está usted al borde de la bancarrota –continuó el conductor–. Se ha aprovechado de un dinero que no le pertenecía y está contemplando la posibilidad del suicidio. Y, desde luego, si usted ha emprendido ese camino, no es por insolvencia[4]. Tiene un enemigo que ha descubierto algo que puede desacreditarlo, algo que lo conduciría a las manos de la policía. Hace tres días que obtuvo de una firma farmacéutica, uno de cuyos miembros es amigo suyo, una droga particularmente mortífera que no puede obtenerse al por menor[5]. Lleva una semana estudiando los venenos y sus efectos y es su intención, a menos que suceda algo que lo salve de la ruina, terminar con su vida el sábado o el domingo. Yo creo que será el domingo.
Escuchó cómo el hombre sentado detrás de él jadeaba y rió suavemente.
–Ahora, caballero –dijo el conductor–, ¿está preparado para tomar en consideración su actuación a mi servicio?
–¿Qué quiere que haga? –preguntó el hombre del asiento trasero, con voz temblorosa.
–Sólo le pido que siga mis instrucciones. Me ocuparé de que no corra riesgos y de que esté bien pagado. Estoy dispuesto a poner en sus manos una suma de dinero muy elevada, que le permitirá cumplir con sus obligaciones más acuciantes. A cambio, le exigiré que ponga en circulación todo el dinero que yo le envíe, que lleve a efecto los cambios pertinentes, que oculte la pista de las letras y billetes cuyos números sean conocidos por la policía, que disponga de los bonos que yo no puedo vender y, en líneas generales, que actúe como agente mío... –hizo una pausa y añadió–: Y que satisfaga mis peticiones puntualmente.
El hombre no contestó durante unos instantes; después preguntó con un dejo de insolencia:
–¿Qué es el Círculo Carmesí?
–Usted –fue la inesperada respuesta.
–¿Yo?
–Usted pertenece al Círculo Carmesí –dijo el otro, con cuidado–. Tiene un centenar de colaboradores, a ninguno de los cuales llegará a conocer, ninguno de los cuales lo conocerá a usted jamás.
–¿Y usted?
–Yo los conozco a todos –dijo el conductor–. ¿Está de acuerdo?
–Lo estoy –dijo el otro, tras una pausa.
–Tome esto –dijo.
“Esto” era un sobre grande y abultado que el recién iniciado miembro del Círculo Carmesí introdujo en su bolsillo.
–Ahora, váyase –dijo el conductor secamente, y el hombre obedeció sin réplica alguna.
Cerró de golpe la portezuela y avanzó hasta situarsea la altura del conductor. Aún sentía curiosidad por descubrir su identidad y consideró imprescindible, por su propia seguridad, saber quién era el hombre que conducía.
–No encienda su cigarro aquí –dijo el conductor–, o pensaré que fumar es una excusa para prender una cerilla. Y recuerde, amigo mío, que todo el que descubre mi identidad se lleva el secreto a la tumba.
Antes de que el otro pudiera responder, el coche se puso en marcha y el hombre, con el sobre en la mano, permaneció contemplando los destellos rojos de las luces traseras hasta que desapareció de su vista.
Estaba temblando de pies a cabeza y, cuando encendió el cigarro sujeto por los dientes que le castañeteaban, la llama de la cerilla tembló de modo vacilante.
–Ya no hay nada más que hacer –dijo con voz ronca, y cruzó la calzada para desaparecer en una de las bocacalles.
Apenas acababa de desaparecer cuando una figura se movió sigilosamente desde el portal de una casa a oscuras y lo siguió. Era la figura de un hombre alto y corpulento que caminaba con dificultad porque estaba sin aliento. Había recorrido cien pasos en su persecución sin darse cuenta de que aún tenía en la mano los prismáticos con los que había estado observando.
Cuando alcanzó la calle principal, su presa ya se había desvanecido. Él lo esperaba así y no se inquietó. Sabía dónde encontrarlo. Pero ¿quién estaba en el coche? Había leído la matrícula y podría localizar a su dueño por la mañana.MonsieurFelix Marl sonrió con satisfacción. Si hubiera sospechado el carácter de la entrevista que había estado vigilando, no se habría sentido tan satisfecho. Hombres más fuertes que él