El colmillo de Buda - Pedro Muñoz Seca - E-Book

El colmillo de Buda E-Book

Pedro Muñoz Seca

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Beschreibung

El colmillo de Buda es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno a los desvelos del gerente de un zoológico de tres al cuarto al que se le presenta una oportunidad de oro en forma de reliquia llegada de tierras exóticas.

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Seitenzahl: 121

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Muñoz Seca

El colmillo de Buda

JUGUETE CÓMICO en tres actos y en prosa

Estrenado en el TEATRO DE LA COMEDIA de Madrid. el 12 de octubre de 1919

Saga

El colmillo de Buda Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1919, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508635

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta obra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, ó se celebren en adelante, tratados internacionales de propiedad literaria.

El autor se reserva el derecho de traducción.

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder ó negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

––––––

Droits de representation, de traduction et de reproduction réservés pour tons les pays, y compris la Suède, la Norvège et la Hôllande.

––––––

Queda hecho el depósito que marca la ley.

A su querido amigo D. Félix Benítez de Lugo.

El Autor.

REPARTO

personajes actores emérita Sra. Alba. adjatakatra Srta. Carbone. etilza Redondo. gotama Sra. Mesa. kurinagara Villa. jamelik Srta. León. abalak Andrés cipriana Andrés noketoma Cába. pascasia Cába. alakú Rey. exquisito Sr. Bonafé. mister hale Tudela. kalamor Asquerino. water Góeriz. don Paco Górriz. tinocko Pereda. venancio Riquelme. culner-vey Navarro. negombo Del Valle. ordóñez Del Valle. guaj Del Valle. raul Roa. kotomalo Roa. pérez Roa. francisco Caba. lópez Caba. peduruntalagalla. Caba. locmé Insúa. demetrio Gutiérrez. markun Gutiérrez. adrivan Cruz.

ACTO PRIMERO

Un trozo de la casa de fieras del Retiro; un buen día de invierno, a las tres de la tarde. Época actual.

–––

(Al levantarse el telón están en escena ordóñez , don paco y kalamor . Ordóñez, hombre de cuarenta años y gran bigote, es mozo de la casa de fieras; don Paco, andaluz, casi sesentón, pero fuerte y bien plantado, es el concesionario del Parque; Kalamor, que sentado en un banco lee un periódico, es joven, con toda la apariencia de un pacifico burgués, pero fijándose en él se ve que no es un tipo vulgar. Su pelo es laclo y de un negro endrino, sus facciones muy afiladas y su tez ligeramente cobriza. )

Paco (En plan de largarse a la calle y limpiando a papirotazos su sombrero flexible. ) Ya Sabe usté, Ordóñes; si viene alguien preguntando por mí, le dice usté que he ido al... cochinísimo Ayuntamiento.

Ord . ¿También esta tarde, don Paco?

Paco Y esta tarde me van a oir los ediles. O a mí me aumentan la subvención o se quedan ellos con la casa de fieras. ¡Maldita sea!... Si pescara yo al sinvergüenza que me propuso este negocio, lo cogía y... ¿cuál es el animal más dañino que hay en el Parque?

Ord . El loro ese que trajeron del Potosí.

Paco Pues con el loro debajo del brazo iba a pasá un mes. ¡Claro! Me escribió diciéndome que la casa de fieras de Madrí era una mina, y como yo estaba acostumbrao al Parque de Marsella, que sí que lo era, presenté pliego y me cogí los deos.

Ord . El Parque de Marsella sería otra cosa, ¿no?

Paco ¿Dónde va usté a compará? Allí había de tó: leones de verdá, y no estos perros de agua del Sahara. ¡Unos tigres de Bengala, de dos colores!...

Ord . Pues estos de aquí...

Paco Estos de aquí son gatos adelantaos, hombre; ¿no ha visto usté que güelen una sardina y empiezan a sartá? ¿Cuándo le ha sartao un tigre a una sardina? Aquí no hay na, Ordóñez. Una mula pintá de sebra, dos perros teñíos de lobo, un oso que, en cuanto ve una pandereta, se pone de pié, un águila de seis reales y un ciento de gallinas. ¿Esto es una casa de fieras? Esto es una recoba, hombre. (Poniéndose el sombrero. ) Pero, anda, que esta tarde van a oirme. Hasta luego.

Ord . ¿Va usté a volver pronto? Lo digo por la comida de los animales.

Paco Es verdá; bueno, el besugo pa la foca lo traerá luego el niño de la pescadería. Si trae persebes como el martes, no se lo admita usté: esta foca, como no es del Polo, no sabe comerlos.

Ord . ¿Pero no es del Polo?

Paco No, señó: del Pisuerga. ¿Cómo va a sé del Polo una foca que en cuanto dá dos sambullíos se sofoca?

Ord . ¿Y de la carne para las fieras?...

Paco De eso no hay que ocuparse. Tengo ya la autorización para matar a ese león que está dando las boqueás; de manera, que a eso de las cuatro lo saca usté de la jaula, le pega un tiro, le quita la piel, porque el alcalde la quiere pa un edredón, y la carne se la echa usté a sus congéneres.

Ord . ¿Qué carne?

Paco La del león.

Ord . Pero don Paco, si ese león no tiene carne desde hace catorce años.

Paco Pues si no la tiene, que se avíen con los güesos.

Ord . ¿Pero qué van a hacer los animales con los huesos?

Paco Que hagan un pito, o que jueguen al dominó; hoy no hay otra cosa. Salú. ¡Ah! Si viene el niño ese que quiero yo que naga de oso blanco, le pone usté la piel y que ensaye en el fondo de la jaula los movimientos de cabeza. (Mutis por la derecha. )

Ord . (Viéndole ir. ) Tiene más razón que San Juan Bautista. Hay pocas fieras y las pocas que hay se las llevan los concejales a sus casas pa distraer a los niños. Ayer se llevó un concejal dos monos, y el alcalde es raro el día que no se lleve un mico. Y es claro, que los devuelven, pero aprenden los animalitos unas cosas... En fin, voy a ver si la avestruza pone otro huevo, porque el martes puso uno, ¡mi madre! Lo pasé por agua, lo eché en un jarro de cristal, lo batí muy bien y creyó todo el mundo que era un bock de cerveza. (Se va por la izquierda. )

(Por la derecha entran en escena adriván y culner-vey . Parecen dos artesanos con los trajes de los días festivos, pero tienen también la tez cobriza y el pelo negrísimo. )

Adri . (Por Kalamor, que prosigue embebido en la lectura. ) Allí está el Príncipe. (Acercándose a Kalamor respetuosamente. ) ¿Alteza?

Kal . (Levantándose un poco temeroso. ) ¡Cuidado!

Adri . Nadie nos oye...

Kal . (Por Culner-Vey. ) ¿Quién?...

Adri . Es Culner-Vey, el asociado de quien le hablé. (A Culner-Vey, que permanece alejado. ) Acércate, hermano. (Culner-Vey se acerca y se inclina ante Kalamor hasta partirse dos vértebras. )

Kal . ¿Sakyas-Sugasta?

Cul . (Como un eco. ) Sakyas Sugasta. Nirvan.

Kal . ¿Buda-lister?

Cul . Buda lister-kaltor.

Kal . Kaltor. (Alargáudole una mano. ) Bien venido seas, hijo del Kanakamunig. (Al oir esta palabra se inclinan los tres. )

Adri . (Por Culner Vey. ) Está en España, como os dije, dedicado a la aviación. Es un mecánico de altos vuelos.

Kal . Bien; yo informaré al compañero Culner-Vey de lo que se trata, mi fiel Adriván. ¿Tienes algo que comunicarme?

Adri . Sí: los dos argelinos, Abu-ali-el-kalí y Abu-Chear, son ya nuestros aliados y cuento, además, con un español que es un verdadero hallazgo.

Kal . ¿Un español? ¿Cómo se llama?

Adri . Venancio Rolán; un hombre curtido en la estafa y el crimen. Con él estoy citado aquí mismo. Me uniré a él al caer de la tarde. ¿Alteza? (Saluda y se va por la derecha. )

Kal . (A Culner-Vey. ) Siéntate.

Cul . (Resist í éndose. ) Señor...

Kal . Cuando los hijos del Kanakamunig (Nueva inclinación. ) trabajan, no hay entre ellos diferencias ni jerarquías. (Se sientan los dos. ) Te daré algunos antecedentes. Yo salí hace cuatro años de Calcuta, comisionado por el alto mando de nuestra asociación, para buscar y dar muerte a Mister Elder Hale, un poderoso inglés que tuvo la osadía de apoderarse, ignoro por qué medios, de la copa de ópalo que guardaba la más preciada de nuestras reliquias: el colmillo de Buda.

Cul . (Horrorizado. )¿Eh?... ¿El colmillo de Buda?... ¿Pero nos han quitado el colmillo?

Kal . Sí.

Cul . (Mordiendo al aire. ) ¡Aááááj!

Kal . Yo solicité del Kanakamunig... (Nueva reverencia. ) que me designara para llevar a cabo esta arriesgada empresa, porque tengo otra ofensa que vengar en la persona de mister Hale. Sí; el miserable raptó a Etilza, la mujer que desde niña me estaba prometida; la engañó haciéndola creer que yo era un anciano degenerado y protervo, y se casó con ella en Sangay. ¡Ay! Todas las torturas han de parecerme pocas para ese miserable, porque yo que en un principio no di importancia a esa traición, cuando luego conocí a Etilza, comprendí cuánto valía el tesoro de que ese miserable me había desposeído.

Cul . ¿Pero vos conocéis a Etilza?

Kal . Sí; cuando fuí designado para castigar a mister Hale me trasladé a Londres, donde ellos estaban a la sazón, y fuí presentado a ella bajo el nombre de Malakí. ¡Cuán hermosa es, Culner-Vey!

Cul . ¿La ama Vuestra Alteza?

Kal . Sí; con ceguera de idólatra, con fuerza de aquilón, con furia de chacal. ¡Aaaj!...

Cul . ¿Y ella?...

Kal . No sé; él nos sorprendió un día paseando en barca por el Támesis y no he vuelto a verla. ¡Ah, mister Elder! ¡Con qué placer he de castigar todas tus traiciones! Yo te arrancaré el sagrado colmillo y lo devolveré a nuestra asociación, no en su estuche de ópalo, sino en otro más preciado para mí: en tu propio corazón.

Cul . ¿Y no sabéis dónde se oculta ese mal nacido?

Kal . Está aquí, en Madrid.

Cul . ¡Ah! No me extraña. Hay aquí muchos ingleses; lo oigo decir a todo el mundo.

Kal . Cuando desaparecieron de Londres, recorrí todas las posesiones de mister Hale. Sumansión de París, su castillo de Escocia, su palacio del Bósforo, su caserío de Australia. Todo en vano. Desesperanzado vine a España con el propósito de descansar y de estudiar al mismo tiempo cómo funcionaba el Ministerio de Abastecimientos para implantarlo en mi país, y cuando menos lo esperaba, tuve la suerte de encontrar una pista.

Cul . ¿Una pista? ¿Dónde?

Kal . En el Hipódromo de la Castellana. Ví una tarde que Gotama, la vieja camarera de Etilza, estaba en el Stand. Habléla y gracias a Gotama, que sigue creyendo como todos que soy Kalí Malaquí, logré averiguar que mister Elder vive con Etilza y con uno hermana de ésta llamada Adjatacatra, en un hotel de las afueras; que ha decorado los sótanos de su casa al estilo de nuestro país y en ellos tiene secuestrada a su esposa.

Cul . ¡Ah! Miserable...

Kal . El no sale jamás durante la noche; de día, si hay toros, va a un tabloncillo del nueve, y muchas tardes pasea a pie y viene aquí a leer el Times ante la jaula del Condor.

Cul . ¿Y no le habéis dado muerte?

Kal . ¿Qué dices, Culner-Vey? Ignoras acaso que el poseedor del colmillo de Buda es sagrado e inviolable para nosotros?

Cul . Sagrado e inviolable si lleva el colmillo consigo. Pero, ¿conocerá él el estatuto de nuestra asociación?

Kal . Quién lo duda. ¿Por qué si no cometió el sacrilego robo? Al pretender casarse con Etilza supo acaso que yo era miembro del Kanakamunig... (Reverencia. ) y para hacerse inviolable a mi venganza, robó el colmillo. ¡Ah! Pero no ha de valerle; yo le desposeeré de la reliquia y luego... (Mirando hacia la derecha. ) ¡Cuidado! El se acerca.

Cul . ¿Es aquél?

Kal . Sí. Aguárdame. El no debe verme todavía.

(Se va por la derecha. )

Cul . (Afectando la mayor indiferencia y ocultando el rostro. ) Hizo mal nuestra asociación en confiar al príncipe esta empresa. Kalamor no es valiente. Kalamor no sabrá vengarse. (Atraviesa la escena de derecha a izquierda mister helder hale , un inglés como de cuarenta años, muy elegante. Conduce bajo el brazo quince periódicos. Viéndole desaparecer. ) Es fuerte y apuesto, pero no importa; los designios del Kanakamunig, serán cumplidos.

Kal . (Volviendo a entrar en escena. ) Ven conmigo; le observaremos desde lejos y te explicaré mis proyectos. (Haciendo mutis por la izquierda con Culner-Vey. ) (¡Ah! ¡Si yo tuviera corazón!... ¡Pero soy cobarde, sí; desgraciado de mí! ) (Mutis. )

(Por la izquierda entra en escena raul , un pollo «bien». Viene quemadísimo. )

Raul (Llamando a alguien que se supone que viene trae él. ) ¡Eh!.. Oigan... Vengan por aquí... Bueno, le temo yo a una comisión de paletos más que a la gripe. Y que ya se sabe: como venga gente del distrito me los encaja don Melquíades para que les enseñe Madrid y eso es un abuso intolerable. Sí, señor. ¡Caramba, yo no soy su secretario para esto!

(Entran en escena por la derecha, con cara de asombrados, francisco y demetrio , dos paletos de los de calzón corto, y cipriana y pascasia , dos paletas de las de seis refajos. Pascasia es casi una niña. Francisco trae unas grandes alforjas. ) (¡Hay qué ver qué pintas! Sobre todo ellas; son inaguantables; lo tocan todo. Y quiere don Melquiades que las lleve al Museo de Pinturas, Sí, sí; al instante entro yo en el Museo con esas dos paletas.)

Fran . Oigame, don Riél.

Raul Raul, Raul.

Fran . Siempre me confundo, ¿Esto es la casa de fieras?

Raul Sí, señor.

Dem . ¿No habrá peligro?

Raúl ¡Qué ha de haber!

Pas . (Dándole a Raul un manotón en la espalda. ) Y si lohay, como él ha de ir por delante...

Raul Sí; claro. . (Me revienta esta paletilla.) Bueno, vamos por este lado y veremos primeramente las Llamas.

Cip . ¡Contra! ¿Pero hay fuego?

Raul No, señora; las Llamas son unos animales.

Fran . ¿Pero cómo las llaman?

Raul Las llaman las Llamas, que es como se llaman.

Pas . (Dándole otro manotón como anteas. ) ¡Es más ladino!...

Raul (Nada, que me revienta esta paletilla.)

Fran . Oiga: ¿hay monos de esos que se visten de colorao?

Raul ¿Monos sabios? Eso es en la Plaza de Toros.

Dem . Pues hala, hala; amos a ver lo que haiga.

Fran . Toma las alforjas, Cipriana, que voy ya rendío.

Cip . Dalas a la Pascasia, que tié menos cosas en qué pensar.

Fran . Toma, pequeña. (Le da las alforjas. )

Pas . Que yo las he llevao toa la mañana, tío Demetrio...

Dem . Quita, quita, que yo vengo de convaleciente.

Pas . (Colgando las alforjas a Raul. ) Pues allá van un ratito. (Ríen todos. )

Cip . ¡Sabe más!...

Fran . ¡Es más lista!...

Dem . Hala, hala... (Inician el mutis por la izquierda. )

Raul (¡Y lo que pesan!... ¡Cuando yo decía que me reventaba esta paletilla!...