El conflicto de Mercedes - Pedro Muñoz Seca - E-Book

El conflicto de Mercedes E-Book

Pedro Muñoz Seca

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Beschreibung

El conflicto de Mercedes es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno a la reticencia de una duda a revelarle a su hija que piensa contraer matrimonio de nuevo.

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Seitenzahl: 103

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Muñoz Seca

El conflicto de Mercedes

COMEDIA EN TRES ACTOS

Estrenada en el TEATRO VICTORIA EUGENIA de San Sebastián el día 31 de Agosto de 1922

Saga

El conflicto de Mercedes Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1922, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508611

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta obra es propiedad de sú autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante, tratados internacionales de propiedad literaria.

El autor se reserva el derecho de traducción.

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propiedad.

–––––––

Droits de representation, de traduction et de reproduction réservés pour tous les pays, y compris la Suède, la Norvège et la Hȏllande.

–––––––

Queda hecho el depósito que marca la ley.

A paco Nerekan, que sabe tanto de los Pirineos, en recuerdo de nuestra excursión por aquellas regiones.

Reparto

PERSONAJES ACTORESMERCEDES Catalina Bárcena. JULIA Rafaela Latorre. ROMANA Milagros Leal. ANDRES Manuel Collado. RICARDO Ramón Martorí. MARQUES Ricardo de la Vega.

––––––––––

Acto primero

Una bonita habitación en casa de Julia Larraviedra, viuda de Campoarana. Muebles del mejor gusto. Una puerta en el lateral derecha, dos en el ídem izquierda y un balcón en el foro. La acción en Madrid, en primavera. Es de día. Epoca actual.

 

(Al levantarse el telón están en escena JULIA y RICARDO. Los dos son jóvenes, los dos tienen muy buena facha y visten archibien.)

Ricardo Te digo que de hoy no puede pasar que anuncies a tu hija nuestra boda.

Julia Por Dios, no me apures, Ricardo. ¿Piensas que yo no lo deseo también?

Ricardo Pienso, al ver tu empeño en retrasarlo, que no me quieres como yo a ti.

Julia ¡Qué cosas dices! ¿Puedes dudar de mi cariño?

Ricardo(Con ternura.) No dudo, no; pero comprende que es natural, después de tres años de espera...

Julia Todo se andará, hombre; todo se andará. Bien sabes que mi cariño es de los que acaban siempre por ceder... ¡Amor de otoño!... El peor para las mujeres... sobre todo para las que, como yo, no amaron en primavera.

Ricardo ¿Vas a echártela de vieja conmigo?

Julia ¿No lo soy acaso? Tengo un año más que tú. Voy a cumplir los treinta y nueve.

Ricardo Lo cual quiere decir que los dos estamos en lo mejor de la vida; en la única edad en que se quiere de veras, porque el cariño no es para nosotros ni la ilusión alocada y pasajera de la juventud, ni la nostalgia morbosa y tardía de la vejez, sino el fruto sazonado y maduro...

Julia Hombre, cómo se conoce que eres una lumbrera del foro. ¡Defiendes los pleitos con una habilidad!...

Ricardo Es que la parte contraria no pide con arreglo a derecho, y el Tribunal tiene que inclinarse a favor mío. Pero, mira, dejémonos de discreteos y respóndeme. ¿Descubrirás hoy mismo a Mercedes nuestro cariño?

Julia ¿Hoy mismo ha de ser?

Ricardo ¿No se cumple hoy el último plazo que fijaste? Se lo contaré todo—me has dicho mil veces—el día en que esté en edad de comprenderlo, el día en que la vista de largo y la presente en sociedad. Y ese día ha llegado ya, puesto que Mercedes va a hacer esta tarde su entrada en el mundo, va a ir contigo a la fiesta del Ritz... Es ya una mujer.

Julia Por eso precisamente tal vez no sea oportuno que se junten las dos emociones.

Ricardo Cuaquiera diría que vas a confesarla un crimen.

Julia A ella tal vez se lo parecerá.

Ricardo ¿Eh? ¿Crimen el más santo de los cariños?... ¿Te avergüenzas de quererme?

Julia Al contrario. Tu cariño me enorgullece, me ufana. Yo iría por todas partes diciendo: «Quiero a Ricardo»... Pero esto que le diría de buen grado a todo el mundo, no sé como decírselo a mi hija.

Ricardo ¿Por qué?

Julia No te rías; pero, al fin y al cabo, la parte de corazón que te doy a ti se la quito a ella.

Ricardo ¿Tan pequeño es ese corazoncito que ño cabemos en él, al mismo tiempo, los dos?

Julia Cabéis de sobra, pero ella puede quererlo todo para sí. Ha reinado en él sin rivales hasta hoy y es fácil que ya no se avenga a compartir con nadie la soberanía. Tú sabes mi historia; tú sabes que me quedé viuda siendo casi una niña, sin padres, sin amparo, y como si fuera poco, amenazada por la ruina. puesto que con mi viudez empezaron esos pleitos, que aún durarían probablemente a no haber tú intervenido en ellos devolviéndome la riqueza y la tranquilidad. Si Mercedes no hubiera venido al mundo a poco de muerto mi marido, ¿dónde hubiera encontrado fuerzas para resistir la soledad y las penas? Por ella y para ella he vivido; no nos hemos separado un solo día; yo la he ensoñado cuanto sabe; su inteligencia y su corazón han despertado en mis brazos. El único objeto de mi existencia ha sido formar su alma, pero formarla a mi gusto: para que me quisiera, no ya como a su madre, sino como a una amiga, como a una hermana... Y eso somos: dos hermanas inseparables... ¡Cuántas veces le he dicho: «Tú has sido y serás siempre mi solo cariño: yo no querré a nadie más que a ti!»... ¿Cómo puedo decirle de pronto: «Te he engañado: mi corazón no es solamente tuyo: hay quien pesa en él tanto como tú, tal vez más?» ¿Qué va a pensar al saber que ahora, ahora, es decir, cuando pasó mi juventud, que al fin y al cabo era lo que podía justificarlo, es cuando necesito otro cariño, otra ilusión?... ¡Compréndeme, Ricardo; compréndeme!

Ricardo ¡Qué buena eres, Julia! Tu razonamiento, por lo mismo que carece de lógica, es la mejor prueba de la nobleza de tu alma. ¿De dónde sacas que Mercedes pueda pensar los desatinos que estás diciendo? No sería lo buena que es, ni te querría como te quiere si pensara semejante cosa. Porque ya está en edad de saber lo que son las pasiones, aunque todavía no las haya sentido; debe comprender que no hay nada tan natural como que tú quieras casarte de nuevo. ¿Cómo va a padecerle mal que ahora, cuando tu obra está terminada, cuando ella es ya una mujer que el día menos pensado vendrá a decirte que quiere casarse, preteñdas tú también gozar de la única felicidad verdadera que ofrece la vida? No; tu hija no puede tener esos celos. Es un disparate creer que un corazón no pueda albergar al mismo tiempo dos cariños, sin que el uno empequeñezca al otro. Al contrario. Cuando se unen en un alma dos grandes cariños, los dos se hacen mayores al juntarse.

Julia ¡Por Dios!

Ricardo Además, ya sabes lo que Mercedes y yo nos queremos. Desde pequeña ha tenido predilección por mí y yo he procurado siempre fomentarla, no sólo por el profundo afecto que me inspira, sino también para tener la seguridad de que al revelarle el secreto de nuestro cariño no habrá de recibirme como al enemigo que viene a despojarnos de lo nuestro, sino como se recibe al que conquistó nuestra confianza y nuestra estimación, al que viene a ser un padre verdadero...

Julia ¡Qué feliz me haces dándome esa esperanza!

Ricardo(Muy cariñosamente.) ¿De veras? Pues entonces...

Julia(Separándose de él.) Calla, disimula; me parece que viene alguien. (Rumor de voces dentro.) Sí, es mi pariente Andrés Montemuro, el conde de Casaldomiro.

Ricardo ¡Qué tipo más simpático! ¿Y es pariente tuyo de veras?

Julia Sí; pariente político.

Ricardo Creí que era una broma de las suyas; como siempre está de buen humor...

Andrés(Por la derecha.) «Saluten pluriman». ¿Estorbo?

(En efecto, Andrés Montemuro es lo que se dice un tio simpático. Es ¡oven, y en punto a elegancia, sin afectaciones culas, es el amo.)

Julia ¡Hola, pariente!

Andrés Si estaban ustedes tratando de asuntos forenses, me retiro.

Ricardo Los asuntos forense se acabaron ya, por fortuna.

Andrés Gracias a usted, que puso en fuga a los asaltantes, devolviendo a Julia su patrimonio. ¡Bravo, amigo Aguitares! Es usted un... Papiniano.

Ricardo Hombre, por Dios...

Andrés ¿Le he ofendido?

Ricardo ¿Ofenderme por eso?

Andrés Es que yo... lo diré aquí, en el seno de la confianza, no sé quien es Papiniano. Sé únicamente que siempre que se habla de pleitos sale a relucir el nombre de ese caballero, y eso me ha hecho adquirir la costumbre, cuando hablo con algún jurisconsulto, de llamarlo Papiniano, por si pega.

Julia ¡Qué cabeza tienes!

Andrés No meto la pata, ¿verdad? Papiniano fué un abogado ilustre, ¿nó?

Ricardo Sí, hombre; el más grande de loa jurisconsultos. Andres Y antiguo, ¿verdad?

Ricardo Asesor de Septimio Severo; no le digo más.

Andrés Sí, ya lo creo. Ese Severo... de cuando los árabes como mínimun, ¿no?

Ricardo Mucho más antiguo: romano.

Andrés ¡Caramba! ¡Romano! ¿Y cómo no lo sabía yo, con lo que a mí me interesa todo lo romano?

Ricardo Fué profesor de Caracalla y de Geta y autor de muchas obras jurídicas que fueron la base del Digesto.

Andrés Ea; ya ves, querida Julia. Y yo sin saber quién era Papiniano. Con lo que a mí me gusta el latín... Si yo fuera capaz de estudiar algo, estudiaría latín: palabra. Me entusiasma. Todo lo que se dice en latín resulta de un énfasis, de un vigor... ¡Ay!... Debe producir una satisfacción enorme el saber muchas cosas y el distinguirse en alguna y el servir para algo. Yo, como jamás he servido para nada...

Ricardo Será que nunca se lo habrá propuesto de veras. Crea usted que todos servimos para aquello que nos proponemos.

Andrés Puede que tenga usted razón, porque realmente la única cosa en que yo me he obstinado en la vida ha sido en quedarme sin una peseta. Y esa la he conseguido, se lo aseguro... Y, caramba, he demostrado unas disposiciones felicísimas. (Ríen.)

Julia Afortunadamente lo echas a broma.

Andrés Mujer, ¿quieres que llore?

Julia Motivo tendrías para llorar; porque mira que haber derrochado una fortuna como la tuya...

Andrés Por Dios, parienta, no me coloques el disco, que me duelen los oídos de oírlo repetir. Ya sé que he tirado por la ventana un patrimonio... secular.

Julia El que te dejaron tus antepasados, unido a uno de los nombres más ilustres de España, que ahora no puedes sostener con decoro.

Andrés ¿Qué quieres, hija? Son los tiempos, las costumbres. Siempre que miro alguno de los retratos de mis abuelos...

Julia ¿Pero te quedan retratos todavía?...

Andrés Sí, mujer; los que están mal pintados, que no hay quien dé por ellos dos reales. (Ríen.) Pues, en serio: siempre que veo a mis antepasados embutidos en sus corazas de hierro, me digo contemplándolos: «Vosotros llegasteis a ser ricos gracias a la indumentaria; porque llevabais el bolsillo tapado con esa funda de hierro, y, es claro, no podíais meter la mano en él. Pero los que llevamos los bolsillos indefensos, al alcance de los dedos, ¿cómo vamos a resistir a la tentación?

Julia Yo creo que a ti te ponen coraza y la por foras.

Andrés Además, que ellos conquistaban reinos, que les producían rentas, y nosotros no conquistamos más que... princesas, que se comen lo que heredamos.

Julia Si te hubieras casado...

Andrés ¡Anda, ésta!...

Julia Si hubieras buscado una muchacha, de tu clase, por supuesto, pero juiciosa, que te hubiera encauzado, que te hubiera tirado de las riendas...

Andrés ¡Mujer, por Dios!...

Julia Tal vez el cariño hacia ella, o el pensar en los hijos...

Andrés ¿Pero tú crees que yo iba a tener hijos? Julia ¿Por qué no?

Andrés ¡Valiente primavera!

Julia ¡Hombre!...

Ricardo Dios dijo: «Creced y multiplicaos.»

Julia Es verdad.

Andrés