El costo de la conexión - Nick Couldry - E-Book

El costo de la conexión E-Book

Nick Couldry

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Beschreibung

¿Cuánto vale un tuit? ¿Cuánto cuesta "estar" en las redes sociales? ¿Cómo se explica el flujo constante (y excesivo) de información en un mundo supuestamente interconectado por la "democrática" Internet? Nick Couldry y Ulises Mejias intentan responder estas y otras tantas preguntas que surgen a propósito de lo que ellos han denominado colonización de datos. Si el colonialismo histórico anexaba territorios, sus recursos y los cuerpos que trabajaban en ellos, la acumulación de poder del colonialismo de datos es a la vez más simple y más profunda: la captura y el control de la propia vida humana a través de la apropiación de los datos que pueden extraerse de ella para obtener beneficios. Si esto es así, entonces, así como que el colonialismo histórico creó el combustible para el futuro ascenso del capitalismo industrial, de manera análoga el colonialismo de datos está allanando el camino para un capitalismo basado en la explotación de los datos. El costo de la conexión es una exploración profunda sobre cómo la permanente extracción de información sobre nuestras vidas íntimas está reconstruyendo tanto los mercados globales como nuestras personalidades. Este libro representa un paso enorme hacia la comprensión de la etapa actual del capitalismo, en la cual el insumo definitivo es la información más cruda de la vida humana. Naomi Klein

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Acerca de Nick Couldry y Ulises Mejias

Nick Couldry es sociólogo de los medios de comunicación y la cultura. Es profesor de Comunicación Mediática y Teoría Social en la London School of Economics and Political Science, y desde 2017 es profesor asociado en el Berkman Klein Center for Internet and Society de Harvard. Es cofundador del sitio web www.tierracomun.net, que con académicos y activistas de América Latina fomenta el diálogo sobre el colonialismo de datos. Dirigió, junto con Clemencia Rodríguez, el capítulo sobre medios y comunicaciones del informe de 22 capítulos del Panel Internacional sobre el Progreso Social de 2018: www.ipsp.org. Es autor o editor de quince libros

Ulises Alí Mejías es profesor de estudios de comunicación en la Universidad Estatal de Nueva York, Campus Oswego. Es un investigador de los medios de comunicación cuyo trabajo abarca los estudios críticos de Internet, la teoría y la ciencia de las redes, la filosofía y la sociología de la tecnología, y la economía política de los medios digitales. Es autor de Off the Network: Disrupting the Digital World (University of Minnesota Press, 2013) y con Nick Couldry, de The Costs of Connection (2019, Stanford University Press). También es autor o coautor de 14 artículos y capítulos de libros. Es cofundador de Tierra Común (www.tierracomun.net), y de 2021 a 2025 es Especialista Fulbright.

Hitos

Portada

Índice de contenido

Página de copyright

Página de título

Prefacio

Contenido principal

Epílogo

Agradecimientos

Notas al pie

Colofón

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Couldry, Nick Mejías, Ulises / El costo de la conexión / Nick Couldry y Ulises Mejías. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : EGodot Argentina, 2022. Libro digital, EPUBArchivo Digital: descarga y onlineTraducción de: Laura Estefanía.ISBN 978-987-8928-19-7

1. Tecnologías. 2. Colonización. 3. Capitalismo. I. Estefanía, Laura, trad. II. Título.

CDD 306.46

Título originalThe Costs of Connection: How Data is Colonizing Human Life and Appropriating It for Capitalism

Copyright © 2019 by the Board of Trustees of the Leland Stanford Junior University or other copyright holder name. Todos los derechos reservados. Traducción publicada con el permiso de Stanford University Press, www.sup.org.

Traducción Laura EstefaníaCorrección Loreana Vargas y Sara Zuluaga CorreaDiseño de tapa e interiores Víctor MalumiánIlustración de tapa Max AmiciIlustración de Nick Couldry & Ulises Mejias Max Amici

© Ediciones Godotwww.edicionesgodot.com.ar [email protected]/EdicionesGodotTwitter.com/EdicionesGodotInstagram.com/EdicionesGodotYouTube.com/EdicionesGodot Buenos Aires, Argentina, 2023

El costo de la conexión

Cómo los datos colonizan la vida humana y se la apropian para el capitalismo

Nick Couldry & Ulises Mejias

TraducciónLaura Estefanía

Prefacio. Colonizados por los datos

ALOS BORORO DEL MATO GROSSO les cayeron juntos el poste del telégrafo, la cruz cristiana y el rifle. El rifle del soldado y el del colono sirvieron para tomar las tierras de los bororo en nombre de la industria y del progreso, la cruz los “pacificó” y los “civilizó”, y el telégrafo los integró en lo que era la república brasileña recién cableada a mediados del siglo XIX1. Algunos bororo se vistieron con ropas occidentales y se mudaron de sus viviendas comunales a otras unifamiliares, como se los indicaron los sacerdotes. Aprendieron el idioma de los colonos y se pusieron a trabajar en la construcción de la red telegráfica nacional, como les ordenaron.

Esa es la historia que nos viene a la mente cuando pensamos en el colonialismo. Sin embargo, sabemos que los efectos del colonialismo se siguen sintiendo, ya que los pueblos indígenas aún hoy en día se resisten al despojo, a la invasión cultural y al genocidio. Consideremos ahora otro punto de partida, el movimiento Idle No More (Nunca más inactivos), una campaña de los pueblos indígenas de Canadá para proteger sus recursos ancestrales2. Igual que muchos otros movimientos activistas, Idle No More ha hecho un uso inteligente de las redes sociales para promover su causa y reclutar seguidores. El poste del telégrafo utilizado para vincular a los bororo con las redes del poder colonial ha dado paso a una herramienta de la que ahora parecen depender incluso las víctimas de la colonización. Sin embargo, las implicancias de estas herramientas son, en el mejor de los casos, ambiguas. Al reflexionar acerca del uso de las redes sociales durante las protestas de la campaña, Leanne Betasamosake Simpson, académica, escritora y artista del pueblo nishnaabeg, escribió que “cada tuit, publicación en Facebook, blog, foto de Instagram, video de YouTube y correo electrónico que enviamos durante Idle No More hizo que las mayores empresas del mundo... ganaran más dinero para reforzar el sistema de colonialismo de asentamientos… Me pregunto, en retrospectiva, si lo que hicimos fue construir un movimiento o una presencia en los medios de comunicación social que privilegió a los individuos por encima de la comunidad, a la validación virtual por encima de la empatía, a un liderazgo sin capacidad de dar respuesta y de asumir su responsabilidad”3.

Consideremos ahora un tercer punto de partida, la pregunta que se formuló recientemente la novelista irlandesa Sally Rooney, que se ganó el apodo de “la J. D. Salinger de la generación de Snapchat”: “¿Por qué no estaba tomando la cantidad de agua que necesita mi cuerpo?”4. Tras una serie de desmayos, los médicos le aconsejaron que mejorara su hidratación porque, como muchas personas ocupadas, a veces se olvidaba de hacer una pausa para tomar agua. Por suerte, como estamos acostumbrados a escuchar, existe una aplicación para esto. Los creadores de WaterMinder ofrecen un programa para saltearte la parte del cerebro que regula la sed, que nos recuerda que debemos tomar agua con regularidad para cumplir con cuotas predefinidas, y al mismo tiempo hace un seguimiento de nuestro consumo. Igual que muchas otras aplicaciones, el programa promete convertir lo que de otro modo sería un acto privado e insignificante en una celebración social, y nos permite obtener logros que podemos compartir con nuestros amigos. “Hace que el agua vuelva a ser divertida”, dice en su comentario un usuario de la aplicación5.

La continuidad entre el primer y el segundo punto de partida está clara, pero ¿qué pasa con el tercero? Puede parecer contraintuitivo imaginar que los lugares de explotación del colonialismo incluyen hoy el mismo Occidente que históricamente impuso el colonialismo al resto del mundo. Pero, ¿y si el arsenal del colonialismo se está ampliando? ¿Y si están surgiendo nuevas formas de apropiarse de la vida humana y de las libertades de las que depende? Esa es la posibilidad alarmante que exploramos en este libro.

Volvamos al asunto de Sally Rooney. El simple acto cotidiano de cada individuo de controlar si tomó o no la cantidad de agua que necesita se ha convertido en algo que ocurre en un espacio social competitivo. El cuerpo humano se ha transformado en algo que requiere una infraestructura lejana, de la que, de paso, se pueden obtener beneficios. En palabras de la misma Rooney: “He delegado una de las funciones esenciales de mi cuerpo en un software”. Pero este es solo un pequeño ejemplo de algo mucho más grande: el intento sistemático de convertir todas las vidas y relaciones humanas en insumos para la generación de ganancia. La experiencia humana, en todas sus capas y aspectos, se está convirtiendo en el blanco de una explotación rentable. Llamamos a esto colonización de datos y es una dimensión clave de cómo está evolucionando el propio capitalismo hoy en día.

Pero si el problema es el colonialismo, tal vez usted esté pensando: “¿Y no es tan fácil como pedir que se descolonice Internet, y así liberarnos de una vez?”. Al fin y al cabo, se ha reclamado que se descolonice el mundo, desde las escuelas hasta los museos y las formas de pensar. Pero, si se pronuncian con demasiada ligereza, esos reclamos corren el riesgo de convertirnos a todos en subalternos metafóricos, siervos o esclavos de Silicon Valley. Estas quejas metafóricas dejan intacto el orden social y económico que comprende el colonialismo en su núcleo. No es suficiente “jugar a los indios”6. Como nos recuerdan Eve Tuck y K. Wayne Yang, la colonización “no es una aproximación a otras experiencias de opresión”7, sino un ejercicio de poder altamente diferenciado.

Nuestro argumento en este libro —que la vida humana está siendo colonizada por los datos y necesita ser descolonizada— no es una aproximación. No estamos jugando a los indios. No hay nada metafórico en la nueva era de la colonialidad que vamos a describir. Al observar continuidades entre la apropiación histórica del colonialismo de vastos territorios, como el Brasil contemporáneo, y el papel de los datos en la vida contemporánea, sugerimos que, aunque los modos, las magnitudes, las escalas y los contextos de la desposesión actual son distintos, la función subyacente sigue siendo la misma que en el colonialismo histórico: adquirir recursos a gran escala de los que se pueda extraer valor económico.

Si el colonialismo histórico anexaba territorios, sus recursos y los cuerpos que trabajaban en ellos, la acumulación de poder del colonialismo de datos es a la vez más simple y más profunda: la captura y el control de la propia vida humana a través de la apropiación de los datos que pueden extraerse de ella para obtener beneficios. Si esto es así, entonces, así como que el colonialismo histórico creó el combustible para el futuro ascenso del capitalismo industrial, de manera análoga el colonialismo de datos está allanando el camino para un capitalismo basado en la explotación de los datos. La vida humana está siendo literalmente anexada al capital.

ALGUNAS SEÑALES

El argumento de este libro será, por lo tanto, doble. Nuestra primera afirmación es que la naturaleza de nuestras relaciones cotidianas con los datos se está haciendo colonial; es decir, estas solo pueden entenderse como una apropiación en una forma y escala equiparables a las apropiaciones del colonialismo histórico. Nuestro segundo argumento es que este nuevo colonialismo no se produce por sí solo, sino que está impulsado por los imperativos del capitalismo. Mientras que las relaciones entre el colonialismo histórico y lo que surgió como capitalismo industrial solo se hicieron evidentes siglos después, el nuevo colonialismo de datos se produce en el contexto de siglos de capitalismo, y promete llevar los aspectos conocidos del orden social y económico capitalista a una etapa nueva y más integrada, una etapa todavía demasiado reciente para saber qué nombre darle.

Hay que señalar de entrada otros tres aspectos de nuestro argumento sobre el colonialismo de datos y su relación con la evolución del capitalismo. Uno de ellos es que nada de esto sería posible sin los cambios radicales que se han producido en los últimos treinta años en las infraestructuras de comunicación, en concreto la integración de los sistemas informáticos a la vida humana en muchos niveles. El análisis de este libro sobre el colonialismo de datos y la evolución del capitalismo toma muy en serio el papel transformador de las tecnologías de la información y las nuevas infraestructuras de conexión que resultan de ellas. El segundo punto es que esa transformación tecnológica no cambia la vida de las personas por el mero hecho de existir. Las tecnologías funcionan, y tienen consecuencias para la vida humana, solo si se entretejen con lo que hacen las personas, con el sentido que les dan y con la forma en que sus vidas son interdependientes. El colonialismo de datos requiere la creación de un “nuevo orden social y económico” que es potencialmente tan duradero como el orden que dio lugar a las sociedades de mercado capitalistas desde el siglo XIX. El tercer punto se refiere a cómo funcionan las relaciones de poder generadas por este orden emergente: el colonialismo de datos se apropia no solo de los recursos físicos, sino también de nuestros recursos para conocer el mundo. Esto significa que el poder económico (el poder de crear valor) y el poder cognitivo (el poder sobre el conocimiento) convergen como nunca lo han hecho. Por lo tanto, lo que está ocurriendo con los datos puede entenderse plenamente en el contexto no solo del capitalismo, sino de las largas interrelaciones entre el capitalismo y el colonialismo. La explotación de la vida humana con fines de lucro a través de los datos es el clímax de cinco siglos de intentos de conocer, explotar y gobernar el mundo desde determinados centros de poder. Estamos entrando en la era no tanto de un nuevo capitalismo como de un nuevo entrelazamiento de las historias hermanadas del capitalismo y el colonialismo, y la fuerza que los entrelaza son los datos8.

¿Qué entendemos por datos? Si tenemos una lista de compras garabateada en un papelito, no es eso. Pero si esa lista está en un teléfono móvil, tal vez en una nota en Google Keep, entonces sí nos referimos a eso. Además, si consideramos los algoritmos que recopilan información de todos los usuarios de Keep para ver qué tipo de listas hace la gente, definitivamente nos referimos a eso. Para nuestros fines específicos, el concepto de datos no se puede separar de dos elementos esenciales: la infraestructura externa en la que se almacenan y la generación de beneficios a la que se destinan. En resumen, por datos entendemos los flujos de información que pasan de la vida humana en todas sus formas a las infraestructuras que las recogen y las procesan. Este es el punto de partida para generar beneficios a partir de los datos. En este sentido, los datos abstraen la vida al convertirla en información que se puede almacenar y procesar en los ordenadores y se apropian de la vida al convertirla en valor para un tercero.

Este libro introduce otros conceptos y neologismos, que se explicarán en detalle a medida que se desarrollen los capítulos. Sin embargo, podría ser útil ofrecer algunas definiciones básicas y explicar sus relaciones desde el principio. El colonialismo de datos es, en esencia, un orden emergente para la apropiación de la vida humana de modo que se puedan extraer continuamente de ella datos con fines lucrativos. Esta extracción se operativiza a través de relaciones de datos, formas de interactuar con otros y con el mundo facilitadas por las herramientas digitales. A través de las relaciones de datos, la vida humana no solo se anexa al capitalismo, sino que también se somete a un control y a una vigilancia continuos. El resultado es que se socava la autonomía de la vida humana de una manera fundamental que amenaza la base misma de la libertad, que es exactamente el valor que ensalzan los defensores del capitalismo. Estas transformaciones fundamentales de la vida humana tienen también consecuencias gigantescas para el mundo social. Permiten lo que llamamos caché social (o bodegaje social), una nueva forma de conocimiento del mundo social basada en la captura de datos personales y su almacenamiento para su posterior aprovechamiento. A medida que las relaciones sociales sufren estas transformaciones, asistimos a la aparición del Imperio de la Nube, una visión y organización totalizadoras de los negocios en la que la desposesión en manos del colonialismo de datos se ha naturalizado y extendido a todos los ámbitos sociales. El Imperio de la Nube es implementado y extendido por muchos actores, pero principalmente por el sector de cuantificación social, el sector industrial dedicado al desarrollo de la infraestructura necesaria para la extracción de beneficios de la vida humana a través de los datos.

Por ahora, la buena noticia es que estas transformaciones están en sus primeras etapas. Por eso es vital conocer las raíces históricas de las transformaciones actuales. Debemos respetar la singularidad de las luchas de los pueblos históricamente colonizados, pero eso no significa que no podamos aprender de ellas. El intento actual de extraer valor económico de las vidas humanas a través de los datos tiene una integración y profundidad sistemáticas que, en algunos aspectos, argumentamos que no tiene precedentes históricos. Pero vemos sus características más claramente a través de su continuidad con las relaciones pasadas entre el colonialismo y el capitalismo. Tener todas estas cosas en cuenta es por nuestro propio bien.

LES PRESENTAMOS EL SECTOR DE CUANTIFICACIÓN SOCIAL

Algunos de los principales actores de estas transformaciones ya nos son conocidos. Como acabamos de mencionar, los llamamos el sector de cuantificación social. Este sector ha estado creciendo desde hace mucho tiempo, en parte gracias a la acumulación de datos de los consumidores por parte de los mercadólogos, como los datos de las tarjetas de crédito, que comenzó en la década de 19809. Sin embargo, en los últimos quince años, el sector de cuantificación social ha alcanzado una profundidad y una complejidad inéditas.

Este sector incluye actualmente a los fabricantes de los dispositivos digitales a través de los cuales se conectan las personas. Con ello nos referimos no solo a las marcas conocidas como Apple, Microsoft y Samsung, sino también a los fabricantes menos conocidos de refrigeradores “inteligentes” (es decir, conectados a Internet), sistemas de calefacción y coches a través de los cuales nunca imaginamos que nos comunicaríamos. Y menos aún imaginábamos que, en la Internet de las cosas (IoT, Internet of Things), que se expande rápidamente, esos dispositivos se comunicarían con otros dispositivos acerca de nosotros. El sector también incluye a los constructores de entornos, plataformas y herramientas informáticas que nos permiten conectarnos con el mundo en línea y utilizarlo, incluidos nombres tan conocidos como Alibaba, Baidu, Facebook, Google y WeChat. También está el creciente campo de los corredores de datos y las organizaciones de procesamiento de datos, como Acxiom, Equifax, Palantir y TalkingData (en China), que recogen, agrupan, analizan, reempaquetan y venden datos de todo tipo, al tiempo que apoyan a otras organizaciones en sus usos de datos. Y, por último, el sector de cuantificación social incluye el vasto dominio de las organizaciones que dependen cada vez más, para sus funciones básicas, de la obtención de datos de la vida social, ya sea para personalizar sus servicios (como Netflix y Spotify) o para poner en contacto a vendedores y compradores (como Airbnb, Uber y Didi).

Más allá del sector de cuantificación social está el resto de las empresas, que también se han transformado en la “gran transición de los datos”10. Gran parte de lo que hacen ahora las empresas es analizar datos de sus procesos internos y del mundo que las rodea; la mayoría de las empresas también dependen cada vez más del trabajo del sector de cuantificación social para orientar sus anuncios y su marketing. Y más allá está la amplia gama de contextos cotidianos en los que la gente integra los resultados de ese sector en su vida cotidiana. El Imperio de la Nube es la consecuencia más amplia de este crecimiento combinado del sector de cuantificación social y las prácticas de datos en toda la vida empresarial y social.

Es necesario hacer algunas aclaraciones sobre el término sector de cuantificación social. Cuando decimos sector de cuantificación social, utilizamos la palabra social para referirnos a ese espacio de relaciones e interconexiones en constante cambio del que depende la calidad de la vida humana, pero cuyo significado se discute sin cesar en la lucha política y cívica11. Cuando utilizamos la palabra social, no nos referimos necesariamente a una forma de vivir juntos bien ordenada o bien integrada. Porque lo que está en juego en toda esta transformación es precisamente la calidad de vida que tendrán los seres humanos en el nuevo orden social capitalista. La captación de datos personales a través de la caché social y su almacenamiento para un uso rentable posterior —normal hoy en día, pero hace dos décadas apenas imaginable— tiene importantes consecuencias para nuestra calidad de vida como seres humanos.

La caché social suele ocultarse a los usuarios de plataformas y servicios de Internet bajo el disfraz de la comodidad (“Para usar esta aplicación, primero debe...”). Si le quitamos ese traje, lo que vemos es algo muy distinto. La consecuencia inmediata que tiene conectarnos con otros en la era del colonialismo de datos es que nos sometemos al monitoreo continuo de la vida humana, un proceso conocido hasta hace poco como vigilancia. En palabras de un destacado experto en seguridad informática, Bruce Schneier, “el principal modelo de negocio de Internet se basa en la vigilancia masiva”12. El Estado autoritario que todo lo ve fue un tema habitual en las distopías literarias del siglo XX (desde Kafka hasta Orwell)13, pero Schneier señala un problema aún mayor: la incorporación a las operaciones rutinarias de las empresas de procesos que entran en conflicto, como siempre ha hecho la vigilancia, con libertades básicas como la autonomía. El rastreo de los sujetos humanos que constituye el núcleo del colonialismo de datos es incompatible con la integridad mínima del ser que subyace a la autonomía y la libertad en todas sus formas.

Esa fue la lección más importante que nos dejaron las revelaciones de Edward Snowden sobre la recopilación de datos de los servicios de seguridad de Estados Unidos y Reino Unido en 2013. De repente, los ciudadanos se dieron cuenta de que la actual vigilancia estatal omnipresente sería imposible sin las continuas operaciones de caché social de las corporaciones comerciales14. Desde entonces, los temores a un nuevo “gobierno corporativo de la vida cotidiana” han ido en aumento15. Pero otros temores han empezado a superarlos, incluidos los escándalos de las “noticias falsas” que se han apoderado de la política desde finales de 2016 en Estados Unidos, el Reino Unido y otros países. También existe el temor de que, debido a las fuerzas polarizadoras en línea, “las redes sociales están desgarrando a la sociedad”16; el temor de otros comentaristas a una distopía social impulsada por la búsqueda de ingresos publicitarios por parte de las plataformas17; y, por último, el temor de que la orientación de las noticias a través de las plataformas de medios sociales represente “el arma política más letal que se haya inventado”18. Los llamados a la regulación de las plataformas de medios sociales y otros gigantes de la tecnología de la información se están convirtiendo en un fenómeno habitual19. Pero ninguno de estos debates tan encendidos responde a la cuestión subyacente en la que se centrará este libro: ¿Deben los seres humanos del sigloXXI aceptar un mundo en el que sus vidas son apropiadas sin cesar, a través de datos, para el capitalismo?

ECOS COLONIALES

Aquí es donde la larga historia de la interrelación entre el colonialismo y el capitalismo nos ayuda a ir más allá del ruido y la furia de los escándalos contemporáneos y a comprender el patrón más largo de apropiación de recursos que da forma a los acontecimientos actuales. Mucho antes de que Karl Marx lo identificara como una fuerza en el mundo, el capital ya se estaba expandiendo en el siglo XVI, en el período más comúnmente identificado con el colonialismo histórico y el surgimiento de los imperios español, portugués y británico. El capital estaba adquiriendo nuevos territorios de los que extraer recursos y nuevos cuerpos de los que extraer mano de obra. Esta relación estrecha entre el colonialismo y el capitalismo (de hecho, entre el colonialismo y la modernidad en general)20 son importantes para nuestra historia. Nos ayudan a comprender cuáles son los rasgos particulares de la fase expansiva actual del capitalismo.

¿Qué entendemos por expansiva? El capitalismo ha sido expansivo desde sus orígenes, en el sentido de explotar nuevos recursos, encontrar nuevas formas de obtener beneficios y encontrar nuevos mercados. Pero hasta hace poco, esta expansión se basaba en la explotación de la producción humana a través de relaciones laborales, de acuerdo con la teoría clásica de Marx, lo que dio lugar a una transformación cada vez mayor de la naturaleza física como insumo para el capitalismo. Pero la apropiación de la vida humana en forma de datos (el movimiento básico que llamamos colonialismo de datos) genera una nueva posibilidad: sin poner fin a su explotación del trabajo y a su transformación de la naturaleza física, el capitalismo expande su capacidad de explotar la vida asimilando actividades humanas nuevas o reconfiguradas (ya sea que las consideremos o no como trabajo)21 como sus insumos directos. El resultado, tal como argumentamos en el capítulo 1, es la expansión del alcance práctico de la explotación capitalista, pero en formas que pueden vincularse con el sentido del potencial expansivo que el propio Marx atribuía al capitalismo. En esta forma emergente de capitalismo, los seres humanos se convierten no solo en actores del proceso de producción, sino en materia prima que se puede transformar en valor para ese proceso de producción. La vida humana, en forma de datos abstractos rentables, se parece más a la semilla o al estiércol que, según Marx, se convirtieron en factores de la producción capitalista, cuando antes no eran más que una parte del ciclo de interacción de los seres humanos con la tierra22. Esta transformación de la vida humana en materia prima guarda una estrecha consonancia con la historia de la explotación que precedió al capitalismo industrial, es decir, el colonialismo.

El concepto mismo de materia prima tiene profundas raíces coloniales. En este contexto, “prima” significa disponible para la explotación sin resistencia, en lugar de una sustancia que no necesita ser procesada. El entorno natural en sí mismo tuvo que ser reconstruido para que estuviera disponible para la extracción de valor23. Después, a través de la práctica de la esclavitud (que precedió al colonialismo, pero que alcanzó una escala masiva bajo él), los cuerpos humanos se transformaron en materia prima para el capitalismo en forma de esclavos. Los historiadores nos advierten que no debemos tratar a la esclavitud —que suele imaginarse como una práctica premoderna— aislada del desarrollo del capitalismo industrial. La plantación y la fábrica coexistieron durante mucho tiempo24. La consideración de los seres humanos como mera propiedad estimuló las racionalidades de la maximización del beneficio, la precisión contable y la optimización de datos que ahora tendemos a asociar con la racionalidad moderna25. He aquí una elocuente descripción del historiador de la plantación de esclavos capitalista, Edward Baptist:

Así que apretamos un botón (con el dedo índice de la mano derecha) en la máquina del mundo del comercio, y las cosas que suceden benefician al hombre con billetes de libras esterlinas, una enorme pila de algodón, una larga lista de esclavos, un crédito abundante que le permite ampliar su radio de acción a través del tiempo y del espacio26.

¿Y si procesos comparables de abstracción de la vida humana dieran lugar hoy a nuevas formas ampliadas de extracción económica? Los datos humanos no son realmente “primos”27, pero las empresas suelen imaginar que lo son. Debe configurarse primero la vida humana para poder generar “naturalmente” un recurso como por ejemplo los datos. Los datos efímeros acerca de las acciones o propiedades de un individuo carecen de valor a menos que se puedan combinar con datos de “otros” individuos, acciones, momentos y propiedades para generar relaciones entre puntos de datos28, y por eso es que se ha construido una infraestructura que lo garantice. El mundo de la conexión basada en Internet “es” un mundo en el que los nuevos tipos de poder corporativo, con acceso privilegiado a los flujos de datos extraídos del flujo de la vida, pueden apretar un botón metafórico —un aparato de extracción, ya sea una plataforma, una aplicación o un sistema de IA— que reconfigura la vida humana para que contribuya continuamente a la recopilación de datos y, por lo tanto, potencialmente, a la generación de ganancias.

El resultado de esas relaciones de datos no es ni puede ser nunca una nueva esclavitud, ya que nada puede compararse con la terrible violencia de esa institución (la práctica de “referirse a todo lo malo con el nombre de esclavitud” fue criticada por Frederick Douglass a mediados del siglo XIX)29. Pero eso no debe impedirnos ver lo que sigue siendo una línea de continuidad perturbadora: como ocurrió en otros momentos de la historia, pero bajo nuevas condiciones, la vida humana se está convirtiendo hoy en día en objeto de apropiación para la extracción y, en el proceso, permite que el capitalismo alcance un nivel y una integración mayores de operación. Nuestra intención no es hacer comparaciones con los contenidos detallados o con la forma del colonialismo histórico, sino centrarnos en la función perdurable del colonialismo, a la que consideramos como la promulgación de la apropiación y la explotación ilegítimas y la redefinición de las relaciones humanas de modo que el despojo resultante llega a parecer natural. El término colonialismo de datos nos permite comprender estas continuidades.

¿QUÉ ES EL COLONIALISMO DE DATOS?

Definido de forma más explícita, el colonialismo de datos es nuestro término para la prolongación de un proceso global de extracción que comenzó bajo el colonialismo, continuó a través del capitalismo industrial y culminó en la nueva forma actual: en lugar de recursos naturales y mano de obra, lo que se apropia ahora es la vida humana a través de su conversión en datos. La consecuencia es que se degrada la vida, en primer lugar, al exponerla continuamente al control y a la vigilancia (a través de los cuales se extraen los datos) y, en segundo lugar, al convertir así a la vida humana en un insumo directo de la producción capitalista. El colonialismo de datos es, en otras palabras, un orden emergente de apropiación y extracción de recursos sociales con fines de lucro a través de los datos, practicado mediante las relaciones de datos. A diferencia del colonialismo histórico, cuyas enormes ganancias ayudaron a crear las condiciones previas para lo que ahora conocemos como capitalismo industrial, el colonialismo de datos surge en el contexto de la historia entrelazada del colonialismo y el capitalismo. Esto significa que el movimiento colonial básico de apropiarse de los datos de la vida humana (colonialismo de datos) va de la mano de los acuerdos sociales y de las infraestructuras tecnológicas, algunas surgidas durante el capitalismo anterior y otras nuevas, que permiten transformar esos datos en una mercancía o producto, de hecho, un insumo directo para la producción capitalista contemporánea.

Aunque el área de colonialismo de datos que notamos con mayor frecuencia es el sector de cuantificación social, y especialmente la extracción de datos personales que practican las plataformas de las redes sociales, los principios extractivos básicos que subyacen al colonialismo de datos se han estado gestando en los métodos empresariales del capitalismo moderno durante tres décadas. El contexto original fue la progresiva globalización del capitalismo industrial a finales del siglo XX mediante la liberalización del comercio y la ampliación de las cadenas de suministro, así como su financiación a través de un crecimiento explosivo de la deuda (tanto corporativa como personal) y la aceleración de los flujos de capital globales. En este contexto general, surgieron las infraestructuras de la información que permitieron que las personas y los procesos se conectaran unos con otros en condiciones que facilitan la extracción de datos30.

Tomemos un ejemplo alejado de las redes sociales: la disciplina de la logística. El objetivo de la logística es utilizar los flujos de datos continuamente conectados para organizar todos los aspectos de la producción en el espacio y el tiempo dentro de cadenas mundiales de productos31. Esto fue posible, décadas antes de las redes sociales, gracias a software como las bases de datos relacionales que ayudan a las empresas a encontrar patrones en los enormes flujos de datos en diversas fuentes y ubicaciones32. Si la logística apunta a racionalizar la producción, el crecimiento reciente de la Internet de las cosas apunta a incorporar el consumo —lo que hacemos con los productos después de comprarlos— a una cadena ampliada de extracción de beneficios mediante el procesamiento de datos33. La visión más amplia de la IoT, y del colonialismo de datos en su conjunto, ha sido expresada por una empresa que normalmente se considera enemiga de los empresarios que construyeron las plataformas de las redes sociales: IBM. Al convertir el entorno humano en una red de dispositivos de escucha que capturan datos sobre todas las actividades, IBM sugiere que puede “licuar” áreas que antes eran inaccesibles para el capital. La compañía lo expresa de esta manera: “Así como los grandes mercados financieros crean liquidez en valores, divisas y dinero en efectivo, la IoT puede licuar industrias enteras, y obtener de ellas un nivel de productividad y de rentabilidad mayor de lo que nadie hubiera imaginado”34. Desde este punto de vista, cada capa de la vida humana, esté o no en las plataformas de las redes sociales, “debe” convertirse en un recurso del que se pueda extraer valor económico y generar ganancias. El poder de procesamiento de la inteligencia artificial es una herramienta clave en todos estos desarrollos.

Lejos de ser una característica exclusiva de Occidente, el crecimiento del sector de cuantificación social, la logística y la IoT en el contexto de los usos de la inteligencia artificial, en rápida expansión, es un objetivo político y de desarrollo fundamental también en China35. El sector de cuantificación social surge como un escenario de competencia comercial y geopolítica entre Occidente (especialmente Estados Unidos) y China.

Podemos llegar al núcleo de nuestro doble argumento de forma más directa si definimos el colonialismo de datos como un entrelazamiento sin precedentes entre la vida humana y la tecnología digital para el capitalismo. Nada de esto habría sido posible sin la aparición, en las últimas tres décadas, de una infraestructura tecnológica radicalmente nueva para conectar a los seres humanos, las cosas y los sistemas, conocida generalmente como Internet. Hemos escrito este libro porque ha llegado el momento de contabilizar tanto los costos como los tan proclamados beneficios de dicha conexión para la vida humana.

UN RÁPIDO VISTAZO A LA ESTRUCTURA DEL LIBRO

Al contar la historia de esta doble transformación (un nuevo colonialismo y un capitalismo expandido), nuestro objetivo es brindar herramientas a los lectores para que vean mejor el mundo que se está construyendo para ellos y para que imaginen uno diferente.

El capítulo 1 establece los fundamentos de nuestra argumentación: los conceptos de colonialismo de datos y de relaciones de datos capitalistas, su contextualización dentro de las historias hermanadas del capitalismo y el colonialismo, y el giro reciente del capitalismo hacia la capitalización de la propia vida humana. Señalaremos hasta qué punto la crítica reciente dedicada a las tendencias que exhiben los datos pasan por alto dos elementos decisivos: la transformación drástica que se operó en el mundo social como resultado de la conexión informática y el hecho sin precedentes de que la estructura de poder colonial / capitalista emergente tiene al menos dos polos de poder en lo que, hasta ahora, hemos llamado Occidente y en China (con la India como actor importante a largo plazo).

El capítulo 2 explica con más detalle el funcionamiento del sector de cuantificación social como una transformación económica y organizativa dentro de la formación más amplia del Imperio de la Nube. Determinaremos las relaciones entre las múltiples maneras en que los datos están transformando la economía capitalista sobre la base del modo de apropiación fundamental del colonialismo de datos. Tras el capítulo 2 abrimos un breve paréntesis para los lectores que quieran hacer un rápido repaso del colonialismo y de las respuestas críticas y teóricas que provocó. El capítulo 3 sitúa nuestro análisis general en el contexto de la historia mucho más larga de la apropiación colonial, demostrando los patrones ocultos que pasan inadvertidos hasta que observamos la era contemporánea a través de una lente colonial. Como resultado, vemos el reciente auge de los datos como modo de ordenación social y económica dentro de la perspectiva mucho más larga que los teóricos decoloniales han llamado colonialidad: la desigual distribución de los recursos económicos del mundo a favor de determinados tipos de formaciones de poder y la justificación de esta desigualdad por una distribución de los recursos del conocimiento igualmente desigual, inclinada hasta hace muy poco en favor de “Occidente”.

Los dos capítulos siguientes se basan en el marco establecido en los tres primeros capítulos para examinar más de cerca el orden social que emerge del colonialismo de datos y lo que significa para los seres humanos y su calidad de vida en todas partes. El capítulo 4 se pregunta qué está ocurriendo con el ámbito social en las sociedades datificadas y, en particular, qué está ocurriendo con nuestro conocimiento del mundo social a medida que lo transforman las relaciones de datos. Los cambios que provocan los datos en el conocimiento social también tienen consecuencias mayores para la injusticia y la desigualdad en el mundo social. El capítulo 5 se centra en las implicancias del colonialismo de datos para la naturaleza misma de la subjetividad humana y, en concreto, para la autonomía humana. La autonomía es un concepto polémico, pero no podemos prescindir de él, porque proporciona la base normativa para resistir la violencia de las relaciones de datos. Sin la noción de autonomía, y en particular la mínima integridad del yo que la sustenta, la democracia y la libertad en cualquiera de sus formas tendrían poco sentido.

En el capítulo 6 convergen todos los hilos del libro. Allí se evalúa hacia dónde es probable que se dirijan el colonialismo de datos y la capitalización de la vida en el futuro inmediato y qué tipo de orden/desorden social más amplio implicará. A partir de ahí, un epílogo sugiere maneras de imaginar formas de conexión humana que estén libres de los costos del régimen del colonialismo de datos y de empezar a orientarnos hacia posibles estrategias para resistir al colonialismo de datos sobre el terreno.

Este libro es un intento por desentrañar un momento histórico de gran complejidad. Como primeros sujetos de un emergente colonialismo de datos, solo podemos darle sentido a esta complejidad dentro de la historia mucho más larga del colonialismo y el capitalismo. También tenemos por delante mucho trabajo de interpretación y de análisis de las sociedades y economías actuales. Al escribir este libro, hemos tenido la suerte de basarnos en muchos trabajos excelentes de la última década que han empezado a develar la forma y la dinámica de la apropiación de la vida humana a través de los datos36. Pero al buscar un marco teórico más amplio para darle sentido a toda esta evolución —el marco del colonialismo de datos— hemos tenido que forjar algunas conexiones nuevas y tomar un camino ecléctico en términos de teoría. En lugar de situar nuestro argumento exclusivamente dentro del marxismo, el poscolonialismo, los análisis foucaultianos de la biopolítica o la ciencia de la información crítica, nuestro objetivo es poner estas perspectivas en conversación, tomando lo mejor de cada una para forjar un nuevo punto de partida adecuado a las complejas transformaciones actuales y su violencia oculta.

Esperamos que, al igual que a nosotros, le parezca que vale la pena el esfuerzo de rastrear la “conexión interna”37 de lo que ocurre con los datos. Es urgente que comprendamos los costos ocultos y no tan ocultos de algo que hasta ahora los seres humanos han considerado en general como algo bueno: la conexión. Solo a partir de una mejor comprensión puede surgir la posibilidad de resistirse a los términos actuales de conexión y forjar otros mejores.

PARTE I. EXTRACCIÓN

La capitalización sin límites de la vida

“ESTE ES UN EJEMPLO de cómo actúa el colonialismo moderno”. El famoso tuit de denuncia de Christopher Wylie disparó el escándalo de Facebook/Cambridge Analytica en marzo de 201838. Wylie se refería a los planes de Cambridge Analytica de ampliar sus operaciones en la India para utilizar la segmentación de las redes sociales para influir en el proceso político de ese país. Pero la escala del colonialismo de datos tiene un alcance mucho más amplio que las malas intenciones de unos pocos comerciantes de datos arrogantes y sus psicólogos internos. Llega mucho más allá, incluso, que las prácticas normales de Facebook de extracción de datos y concesión de licencias para el uso de datos que el escándalo puso a la vista.

Sin embargo, el escándalo fue importante. Fue como si un acuerdo paralelo de Facebook con buscadores de datos independientes hubiera dejado abierto, sin querer, un agujero en el suelo por el que el público general, por primera vez, veía con claridad un vestíbulo subterráneo. Allí, en ese vestíbulo, a la vista de todos, estaba la entrada a la verdadera mina de datos de las redes sociales, aunque pocos entendían exactamente lo que había detrás de esa entrada subterránea en el dominio exclusivo de Facebook y mucho menos el alcance planetario de la minería de datos del capitalismo. El largamente esperado techlash (el movimiento de rechazar el poder de las grandes plataformas tecnológicas) había comenzado, pero, hasta el momento, sin un mapa del patrón de explotación más amplio, cuyas huellas se habían vuelto repentinamente visibles.

El concepto de colonialismo de datos nos ayuda a trazar ese mapa. En este capítulo, desentrañaremos lo que implica este término y esbozaremos su relación con el capitalismo y con el nuevo orden social que se está estabilizando en y a través del capitalismo. Sobre la marcha, también definiremos otros conceptos clave, como plataforma y relaciones de datos, al tiempo que aclararemos las similitudes y diferencias entre nuestro argumento y otros análisis recientes de la era digital, por ejemplo, el análisis reciente sobre la explotación del trabajo digital.

Para empezar, debemos recordar cuáles son los rasgos peculiares del colonialismo histórico. El colonialismo fue una forma de organización económica y social dominada por grandes potencias coloniales como Gran Bretaña, Francia, España y, más tarde, Estados Unidos. En la actualidad se suele considerar como históricamente concluido, terminado por los movimientos descolonizadores de finales del siglo XX, aunque en la política y otros ámbitos subsisten formas neocoloniales de poder (en el apéndice que sigue al capítulo 2 se puede encontrar un análisis más detallado del colonialismo histórico). Nuestro interés en este libro se concentra en las continuidades de ese antiguo colonialismo con una nueva forma de colonialismo: el colonialismo de datos.

El colonialismo histórico tiene cuatro componentes clave: la apropiación de recursos; la evolución de relaciones sociales y económicas altamente desiguales que aseguraron la apropiación de recursos (incluyendo la esclavitud y otras formas de trabajo forzado, así como las relaciones comerciales desiguales); una distribución de los beneficios de la apropiación de recursos masivamente desigual a nivel global y la difusión de ideologías para dar sentido a todo esto (por ejemplo, la reformulación de la apropiación colonial como la liberación de recursos “naturales”, el gobierno de pueblos “inferiores” y la introducción de la “civilización” en el mundo).

Al describir las transformaciones en curso como colonialismo de datos, utilizamos el término colonialismo no porque busquemos una metáfora, sino porque capta las principales fases estructurales de la historia de la humanidad y, concretamente, del capitalismo. El colonialismo no ha sido la lectura estándar de lo que está cambiando en el capitalismo contemporáneo39. Sin embargo, cada vez es más claro que el crecimiento actual del capitalismo no puede captarse simplemente en términos de una integración empresarial cada vez más ambiciosa o de una explotación cada vez mayor de los trabajadores. Algunos han caracterizado los acontecimientos actuales como olas crecientes de “acumulación por desposesión”, una característica del capitalismo a lo largo de su historia40. Pero esto tampoco alcanza para comprender cómo se ha transformado el eje de la expansión del capitalismo, a través de un desplazamiento en la supuesta “materia prima” que el capitalismo aspira a tener bajo su control.

El descubrimiento de nuevas formas de materia prima es lo que hace que el momento actual sea típicamente colonial. Si el colonialismo histórico se expandió mediante la apropiación, para su explotación, del territorio geográfico y de los recursos de los que se podía echar mano gracias a la conquista territorial, el colonialismo de datos se expande mediante la apropiación, para su explotación, de cada vez más capas de la propia vida humana . En lo que respecta al colonialismo de datos, gran parte del debate sobre el capitalismo contemporáneo se ha desvirtuado al centrarse excesivamente en la explotación del trabajo digital41, un tema importante, sin duda, pero que no es la característica más importante de las transformaciones actuales. Mostraremos cómo el colonialismo de datos se apropia de muchos aspectos específicos de la vida humana, desde el trabajo hasta la escuela, desde el cuidado de la salud hasta el automonitoreo, y desde las formas básicas de sociabilidad hasta las transacciones económicas rutinarias, además de la matriz de juicio y dirección que llamamos “gobernancia”. Cuando decimos que las prácticas de datos están colonizando la vida humana, nos referimos a la apropiación de datos, potencialmente con fines de lucro, en todas y cada una de estas áreas. Pero también pretendemos que el término vida humana se refiera al horizonte de explotación aún abierto sobre el que el colonialismo de datos reclama futuros derechos: como un número cada vez mayor de nuestras actividades e incluso de nuestros pensamientos internos ocurren en contextos en los que automáticamente se alistan para ser apropiados en forma de datos, no hay, en principio, ningún límite a la cantidad de vida humana que puede ser apropiada y explotada. De este modo, la idea central de Marx sobre el potencial expansivo del capitalismo se actualiza en circunstancias que el propio Marx no podría haber previsto.

Para que quede claro, no es la mera apropiación de datos lo que es colonial. Una persona puede imaginarse que se apropia del “flujo de datos” de su propia vida y lo utiliza para sus propios fines; también puede imaginarse que acepta que los profesionales médicos se apropien, por ejemplo, de algunos de los datos relativos a su salud para fines que ella aprueba y en condiciones que ella controla totalmente. Pero estos no son casos típicos de aquello que vamos a tratar. El colonialismo de datos tiene que ver con la apropiación externa de datos en términos que están parcial o totalmente fuera del control de la persona a la que se refieren esos datos. Esta apropiación externa es la que hace posible la explotación de los datos con fines de lucro.

Esta apertura progresiva de la vida humana a la extracción de datos impulsada desde el exterior es lo que entendemos por la capitalización sin límites de la vida humana. En esta frase, reconocemos la antigua idea de Marx de que el capitalismo siempre ha tratado de gestionar la vida humana para la maximización del beneficio. Al mismo tiempo, insistimos en que el colonialismo de datos absorbe nuevos aspectos de las corrientes de la vida humana directamente en el proceso productivo. No es que ya no puedan imaginarse límites sociales a la capitalización de la vida —de hecho, el objetivo de este libro es defender la necesidad de esos límites—, sino que, tal y como están las cosas actualmente, gran parte del discurso corporativo no reconoce ningún límite excepto los que él mismo establece. El resultado de este conveniente fracaso no es solo la renovación del colonialismo, sino también la ampliación del alcance del capitalismo, es decir, del capitalismo desarrollado sobre la base del colonialismo histórico. A través del colonialismo de datos, el capitalismo contemporáneo promete consumir su último “exterior”, despojando a los sujetos humanos de su capacidad como lugares independientes de pensamiento y acción. Resistir al colonialismo de datos se vuelve la única manera de asegurar un futuro humano no fusionado indisolublemente con el capitalismo, de hecho, la única manera de sostener el valor que el capitalismo dice promover: la libertad humana.

LAS DIMENSIONES DEL COLONIALISMO DE DATOS

Hoy en día existe una amplia gama de infraestructuras tecnológicas de conexión. Incluyen plataformas digitales como Facebook y Alibaba, que conocemos bien, toda la masa de intranets corporativas y cualquier interfaz detallada para vincular personas, cosas y procesos para la transferencia de datos. Las infraestructuras de conexión hacen que el colonialismo de datos sea más sutil de lo que era el colonialismo histórico en cuanto a la forma de apropiarse de los recursos. El colonialismo histórico se apropió de territorios y cuerpos mediante una violencia física extrema. El colonialismo de datos obra a través de tipos de fuerza que garantizan que se cumpla con los sistemas de extracción interconectados en la vida cotidiana42. Estos sistemas son tan numerosos y, en conjunto, abarcan tanto que corren el riesgo de gobernar a los seres humanos de forma tan absoluta como lo hizo el colonialismo histórico.

RECURSOS COLONIZADORES: EL MUNDO COMO INSUMO PARA EL CAPITAL

El colonialismo de datos se apropia para su explotación rentable de un recurso que no empezó a ser objeto de apropiación universal hasta hace dos décadas: los datos. Según una definición autorizada, los datos son el “material producido como resultado de abstraer el mundo en categorías, medidas y otras formas de representación […] que constituyen los bloques de construcción a partir de los cuales se crean la información y el conocimiento”43. Más aún, la vida humana, y en particular la vida social humana, se construye cada vez más de modo que genere datos de los que se puedan extraer beneficios. De este modo, se necesita efectuar un control y una vigilancia de cada vez “más vida”, eliminando los límites que antes existían entre la vida interna y las fuerzas externas. En este doble sentido, la vida humana es apropiada a través de los datos y se convierte en otra cosa, en un proceso ligado a procesos externos de extracción de datos.

El capitalismo puede explotar muchas fuentes diferentes de datos. Cualquier ordenador, cualquier dispositivo con un ordenador incorporado o cualquier entidad que sea legible por un sensor con capacidad de cálculo puede generar datos para este fin. Las fuentes de datos pueden ser procesos, cosas o personas, así como las interacciones entre cualquiera de estas fuentes. La extracción de valor a partir de los datos es igualmente indiferente a su origen. El capitalismo, como organización sistemática de la extracción de valor, tiene un solo objetivo en relación con los datos: maximizar la producción de valor a través de la extracción de datos, por lo que, en principio, le importan poco las fuentes y los tipos de datos explotados44.

Las posibilidades actuales de extracción de datos se derivan de la conexión entre ordenadores. La necesidad de que los seres humanos y las cosas se “conecten” es común a las empresas de Occidente y de Oriente. El énfasis de Facebook en el valor de la conexión es bien conocido: Zuckerberg, antes de la primera oferta pública de acciones de Facebook, les escribió a los inversores diciendo que Facebook “no se creó originalmente para ser una empresa”, sino “para hacer el mundo más abierto y conectado”. La carta abierta de 2017 de “Pony” Ma Huateng, director general de la empresa china Tencent, es más clara, sin embargo, sobre lo que está en juego para la sociedad en general: “Con la plena digitalización de la economía real y de la sociedad, no solo necesitamos reducir las ‘islas de información’ mediante más conexiones, sino también lograr una optimización continua de la comunicación y la colaboración a través de mejores conexiones”45 . La conexión, en otras palabras, genera sociedades y economías integradas y ordenadas en un grado sin precedentes.

Los datos amplían los recursos de producción disponibles para el capital. Si, siguiendo a Marx, entendemos el capital no como acumulaciones estáticas de valor y recursos, sino como “valor en movimiento”46, entonces la apropiación de datos inaugura nuevas maneras de formar el capital a través de la circulación y el comercio de rastros informativos (datos). Pero el comercio de datos es solo una parte de una gama más amplia por la que el capital llega a relacionarse con todo el mundo, incluidos los mundos de la experiencia humana, como su recurso extractivo. “Me parece que hemos exprimido todo el jugo posible de la información interna”, dijo el director general de la empresa de datos estadounidense Recorded Future47. El paso a las fuentes de datos externas ha cambiado la razón de ser de los negocios, al tiempo que, en apariencia, hace que “las organizaciones sean más inteligentes y productivas”. Los seres humanos no pueden permanecer ajenos, ya que, en palabras de Thomas Davenport, uno de los principales analistas estadounidenses del negocio de los datos, “los seres humanos están cada vez más expuestos a sensores de datos” y “los datos que provienen de sensores están aquí para quedarse”48. Los sensores pueden detectar todos los datos relevantes en el punto del espacio en el que están instalados o en sus alrededores. La “sensorización” se está convirtiendo en un modelo general de conocimiento en cualquier ámbito, por ejemplo, en la tan mentada “ciudad inteligente”.49