El libro de los cinco anillos - Miyamoto Musashi - E-Book

El libro de los cinco anillos E-Book

Miyamoto Musashi

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Beschreibung

Escrito allá por el año 1645, El libro de los cinco anillos de Miyamoto Musashi es un clásico de la literatura japonesa sobre el arte de la espada, el liderazgo y el conflicto. Musashi fue un samurái, filósofo y estratega, y la influencia de su obra sigue viva no sólo en el terreno de las artes marciales, sino también en el mundo de los negocios. El enfoque de Musashi hacia las artes marciales y el combate es eminentemente práctico. Abogaba por eliminar las florituras técnicas y reducir la técnica a lo esencial: derrotar al adversario. Para él, las mismas habilidades eran aplicables tanto en enfrentamientos individuales como en batallas a gran escala. Musashi recalca que el aprendizaje se logra a través de la práctica más que de la teoría. Maisy Hatchard responsable de esta nueva traducción ha realizado un excelente trabajo de localización que ofrece al lector contemporáneo una experiencia de lectura agradable y enriquecedora. Ha sabido trasladar el mensaje y la voz de Musashi, adaptándolos a un lenguaje moderno sin perder su esencia e invitando a explorar las profundidades del pensamiento estratégico y filosófico de este legendario samurái.

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Seitenzahl: 101

Veröffentlichungsjahr: 2025

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«Nunca te apartes de la Vía».

– Miyamoto Musashi

Contenidos

Introducción

1. Manuscrito de la tierra

2. Manuscrito del agua

3. Manuscrito del fuego

4. Manuscrito del viento

5. Manuscrito de la expansión

Glosario

Créditos

© 2003-2024 Shutterstock, Inc. Vil Kovalcik.

© 2003-2024 Shutterstock, Inc. Siriwat Sriphojaroen.

Introducción

El presente libro es el resultado de toda una vida de preparación: las enseñanzas de un prodigioso samurái sobre la importancia de la práctica y la perspectiva en cualquier camino de la vida a recorrer, no solo en cuanto a combate físico sino también en nuestro día a día y en cualquier actividad que emprendamos. El libro de los cinco anillos de Miyamoto Musashi se distingue de otras obras y doctrinas de su tiempo en muchos aspectos. De forma deliberada, el autor desprovee sus textos de cualquier tinte religioso, incluye y da su debida importancia a otros oficios y se preocupa de asegurar que sus pupilos, independientemente de los medios de que dispusieran, pudieran practicar sus enseñanzas.

Esta nueva traducción persigue ese mismo deseo de accesibilidad y, en consecuencia, se ha realizado teniendo presentes el contexto y la claridad. Bien hayas adquirido este libro por tu interés en la historia, la cultura samurái, los aspectos más fascinantes de Japón o porque te ha gustado la portada, deseo que te sirva de recorrido por la filosofía de Musashi. Se ha traducido con fidelidad al original, pero también incorpora explicaciones cuando son necesarias para facilitar la comprensión de algunos conceptos sin perder de vista el rigor. Espero que te resulte un agradable equilibrio entre una obra histórica y una lectura profunda a la par que satisfactoria.

Musashi se ha convertido en una figura legendaria con el paso del tiempo. Nació en 1582 en la actual prefectura de Hyōgo, al suroeste de Japón, y vivió un momento crucial para el mundo samurái. El periodo Edo (1603–1868) tiende idealizarse, lo vemos como una época dorada y pacífica de samuráis errantes, creación artística y crecimiento económico. Sin embargo, Musashi también fue testigo del decaimiento paulatino de la clase samurái, llegando a señalar, incluso, en su libro, que los que empuñaban el sable probablemente ni sabían usarlo.

Los cinco anillos, es decir, los elementos en que divide su obra (tierra, agua, fuego, viento y expansión), no son un simple compendio de las enseñanzas de su escuela de artes marciales, sino un instrumento cuyos objetivos son dotar de una nueva perspectiva a las personas que se encuentran perdidas en su proceso de formación, orientar en la aplicación de una estrategia a lo largo y ancho del mundo profesional y mantener viva la filosofía samurái que, a sus ojos, estaba agonizando. Desde su muerte en 1645, el legado de Musashi no ha hecho sino cumplir dichos propósitos. Además de las escuelas de artes marciales que siguen existiendo a día de hoy gracias a él, su figura ha inspirado un sinfín de obras en el mundo del cine, la literatura y los videojuegos.

La influencia de su obra sigue vigente tras más de 375 años debido a su gran utilidad. Cualquiera puede aprender de sus enseñanzas. Las ideas y estrategias para triunfar que presenta no solo sirven al público al que se dirigían en su momento —discípulos de escuelas de artes marciales y cargos militares—, sino también a personas del mundo de la empresa, el deporte o a cualquier lector en particular. Musashi lo abarca todo: desde los pormenores del manejo del sable hasta la adopción de una mentalidad apta para cualquier proyecto que acometamos.

De modo que, sea cual sea el motivo que te ha traído hasta este libro, estimo que te gustará descubrir lo que significa ser un auténtico samurái según Musashi y que te va a resultar útil, si no por las técnicas de manejo del sable en sí, por los principios de la estrategia que desgrana de principio a fin.

© 2003-2024 Shutterstock, Inc. Marzolino.

CAPÍTULO 1

Manuscrito de la tierra

Ha llegado el momento de sentarme a escribir por primera vez mis enseñanzas sobre la Vía de la Estrategia del guerrero, o Niten-Ichiryū, como la he llamado. Estamos a primeros de octubre del vigésimo año de la era Kan’ei (1643). He subido al monte Iwate en la prefectura de Kyushu, he rezado al cielo, alabado a Kannon y aquí me hallo, ahora, ante Buda. Soy un guerrero nacido en Harima, mi nombre es Shinmen Musashi-no-Kami Fujiwara-no-Genshin y cuento con sesenta años de edad.

Sostuve mi primer duelo a la edad de trece años y desde entonces me he consagrado a la Vía del guerrero. Mi rival era un seguidor de la escuela Shintō-Ryū llamado Arima Kihei. A los dieciséis vencí al poderoso samurái Akiyama, de la provincia de Tajima. A los veintiuno marché a Kioto y allí me enfrenté a muchos de los mejores guerreros de entonces, sin dejar ni una sola vez de alzarme con la victoria. Seguí viajando por diferentes lugares y me batí con samuráis de muchas escuelas. De mis más de sesenta combates siempre he salido invicto. Así transcurrieron mis años de juventud, entre los trece y los veintiocho o veintinueve años.

Pasados los treinta, me detuve a reflexionar sobre mis luchas anteriores y me di cuenta de que no había logrado tantas victorias por el solo hecho de dominar las artes marciales. Las victorias se debían, más bien, a una intuición innata que me impedía alejarme del camino de la virtud o a alguna falla de mis rivales de las otras escuelas. Entonces me empeñé, día y noche, sin descanso, en la labor de conocer verdades más profundas.

No fue hasta cumplidos los cincuenta que por fin entendí de verdad la Vía del guerrero. Una vez alcanzado el conocimiento absoluto, ya no era necesario seguir practicándola. En su lugar, puedo aplicar todas las verdades aprendidas en la Vía del guerrero a otras Vías, para las que no tengo maestro alguno.

Y bien, para redactar este libro no recurriré a los dogmas ancestrales del budismo ni del confucianismo, tampoco haré del texto una crónica de acontecimientos bélicos o estrategias militares. Me limitaré a revelar el verdadero espíritu de la escuela Niten-Ichiryū. Dicho lo cual, pincel en mano, al amanecer del décimo día del décimo mes, con Kannon y el cielo por testigos, comienzo mi relato.

La Vía de la Estrategia

La Vía de la Estrategia del guerrero es, en esencia, el estatuto del samurái. Es de suma importancia que los generales lo acaten y que los soldados lo conozcan. Y, sin embargo, no hay en la actualidad ni un solo samurái en el mundo que comprenda bien la Vía.

En el mundo hay muchos caminos o vías, todas y cada una de ellas se ejercen a gusto de cada persona. La primera y más importante es la vía budista hacia la salvación y, después, la vía de las palabras, que presenta el confucianismo; existe la vía de la medicina y sus métodos para curar todo tipo de enfermedades, o la de la poesía que nos ilustra con sus formas de waka (poemas); también está la de los practicantes de la ceremonia del té, la de los arqueros y toda una gama de disciplinas artísticas: todas las vías se cultivan porque alguien así lo desea.

Sin embargo, son pocos los que desean seguir la Vía del guerrero. La verdadera Vía del guerrero implica una dedicación absoluta tanto a las artes marciales como a las letras, unión que se conoce como Bunbu-Ryōdō. Incluso los samuráis menos aptos tienen el deber de esforzarse al máximo para profesar este camino, dentro de los límites de su posición social.

En términos generales, sin embargo, deduzco que las generaciones actuales de samuráis conciben su camino como una aceptación simple y llana de la muerte. Pero asumir la muerte no es algo exclusivo de los guerreros. Los sacerdotes, las mujeres, los campesinos e incluso las clases más humildes de la sociedad conocen sus deberes y temen el deshonor. Su entereza ante la muerte hace que no sean tan distintos de los guerreros.

El principio más fundamental para los samuráis que practican la Vía del guerrero consiste en superar a los demás en todo lo que hagan. Tanto si se trata de combatir con un solo oponente como de ganar una batalla contra muchos, el prestigio se gana superando a los demás, y así es como nos labramos un nombre para nosotros mismos y para nuestros señores. Todo esto hace parte de la excelencia de la Vía del guerrero.

Seguramente haya quienes no vean útil estudiar la Vía del guerrero de cara a una batalla real. A ellos les digo, y subrayo, que la verdadera Vía del guerrero incide precisamente en la necesidad de perfeccionar nuestras destrezas para poder emplearlas en cualquier momento y en cualquier circunstancia.

1. ¿Qué implica la «Vía de la Estrategia» del guerrero?

Tanto en China como en Japón, aquellos que entienden y siguen el camino del guerrero son considerados maestros de la estrategia. Para un samurái, es un deber estudiar este camino.

Sin embargo, los denominados «maestros de la estrategia» que han ido ganando terreno en los últimos tiempos, en realidad no dominan otra cosa que la espada. No hace mucho, algunos monjes de los santuarios de Katori y Kashima, en la provincia de Hitachi, fundaron unas escuelas cuyas enseñanzas decían proceder de los dioses y propagaron su disciplina por todos lados.

Por el contrario, la Vía de la Estrategia, un arte práctico y beneficioso que forma parte de las diez destrezas y siete artes ancestrales, no se limita al manejo de la espada, y reducirla a ello anula toda su utilidad práctica. Ser diestro con el sable no basta para alcanzar el verdadero conocimiento de la estrategia marcial ni tampoco, evidentemente, para saber actuar conforme a los principios de la guerra.

Por lo general, las personas convierten sus habilidades en mercancías, incluso ellas mismas y sus herramientas se convierten en productos a comercializar. Por analogía, partiendo de dos elementos: la flor y el fruto, diremos que el mundo está más lleno de flores que de frutos, condición que se cumple especialmente en la Vía de las artes marciales. La gente siente obsesión por exhibirse y presume de habilidades como si con ellas fueran capaces de hacer florecer la primavera. Promocionan dojos (escuelas) sin tener ninguna experiencia en combate, enseñan y aprenden estilos de lucha con el único objetivo de cosechar los laureles de la victoria. Todas estas tendencias corroboran el viejo dicho: «Una estrategia superficial no produce más que daño».

A grandes rasgos, existen cuatro vías para subsistir en el mundo: la del agricultor, la del comerciante, la del samurái y la del artesano.

En la primera vía, la de la agricultura, los agricultores preparan sus aperos para pasar el año trabajando según la estación. Observan bien los cambios de la primavera, el verano, el otoño y el invierno. Esa es la vía del agricultor.

La segunda es la del comercio. Los fabricantes de sake viven de elaborar y vender el sake; los beneficios irán en función de la buena o la mala calidad de su producto. La vía del comercio consiste exclusivamente en obtener beneficios para ganarse la vida. Así funciona la vía del comerciante.

La tercera es la del guerrero. Se denomina así porque un samurái no solo fabrica sus propias armas, sino que también conoce la utilidad de cada una. Los que no se preocupan por esta labor y, por tanto, no comprenden los méritos de su uso, carecen de la actitud adecuada del guerrero.

La cuarta vía es la del artesano. En ella están los carpinteros, que se ganan la vida fabricando muebles y estructuras de madera, empleando diversas herramientas con destreza según los planos y ciñéndose a unas reglas muy precisas. Estos artesanos perfeccionan constantemente sus habilidades.

Esas son las cuatro vías: samurái, agricultor, artesano y comerciante.

Estableceremos una analogía entre la carpintería y la Vía de la Estrategia o del guerrero. Es una comparación acertada, ya que ambas guardan relación con las «casas». Existen la Casa Imperial, las casas guerreras y las Cuatro Casas Nobles de gran linaje. Podemos documentar la decadencia o la perdurabilidad de las casas.