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¿Qué harías si descubrieras que el mensaje que llevás toda la vida buscando… ha estado siempre contigo? Este libro no es solo una lectura, es un llamado. El mensaje de la sabiduría habla al corazón de quienes están listos para despertar y recordar que existe una verdad profunda que conecta todas las religiones, culturas y épocas. A través de relatos, reflexiones y enseñanzas espirituales, Hazrat Inayat Khan nos comparte una mirada íntima y luminosa de la vida, recordándonos que la sabiduría no tiene una sola forma y que la voz divina puede encontrarse en lo simple, en lo cotidiano, en lo humano. Un libro para quienes buscan sentido, guía y una conexión espiritual auténtica, sin dogmas ni barreras. Si sientes que hay algo más esperando ser comprendido, este libro es para ti.
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Seitenzahl: 91
Veröffentlichungsjahr: 2025
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El mensajede la sabiduría
Hazrat Inayat Khan
El mensajede la sabiduría
© 2025, Hazrat Inayat Khan
© 2025, Director Pir-o-Murshid Nawab Pasnak
© 2025, Editor Sofia Editores SAS
www.sufimovement.org
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
Impresión:
Hipertexto - Netizen
Bogotá D.C. - Colombia
https://hipertexto.com.co/
ISBN: 978-628-96380-6-6
Primera edición
SOFIA EDITORES SAS
Bogotá D.C. - Colombia
Diseño ePub:
Hipertexto – Netizen https://hipertexto.com.co/
En el momento en que esté abandonando la
Tierra, no es el número de seguidores
lo que me pondrá orgulloso;
es la idea de haber entregado Su mensaje
a algunas almas lo que me consolará,
y la sensación de que esto las ayudó a través de
la vida lo que me brindará satisfacción.
Gayan Gamakas
Aun las ramas se mecen en éxtasis
cuando reciben Tu mensaje.
Vadan Alankaras
¿Por qué te elevas ola,
con la llegada del viento?
Para recibir el mensaje que trae.
Vadan Tanas
Noche, ¿por qué lloras tan tristemente?
Lloro por las amantes almas
que la vida ha separado,
y por aquellas a las que el destino
separará un día.
Noche, ¿por qué eres tan oscura?
La luz me ha abandonado.
Noche, ¿qué te hace tan bella?
La llegada de la luna,
que me ha traído el mensaje de sabiduría.
Vadan Tanas
El Mensaje es un llamado para aquellos cuya
hora de despertar ha llegado,
y es una canción de cuna para aquellos que aún
están destinados a dormir.
Nirtan Gamakas
El mensaje y el mensajero
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Confesiones
Mi vida temprana
Mi estudio de las religiones
Mi gira por la India
Mi interés en el sufismo
Mi iniciación en el Sufismo
Mi viaje a Occidente
Este y Oeste
Formación oriental.
Lluvia, ¿por qué no vienes al desierto?
-Me mantengo alejada
de donde no soy bienvenida.
Nirtan Tanas
"Cuando el Dharma es obstaculizado,
entonces yo nazco".
Bhagavad Gita Shri Krishna
… un salvador o un mensajero
siempre llega cuando surge la necesidad.
¿Cuál es el mensaje? ¿De dónde viene? ¿Cómo fue recibido por las almas que lo difunden? Estas preguntas a menudo surgen de las mentes inquisitivas. Y la respuesta es que el mensaje es como la lluvia, y la lluvia cae donde se necesita y cuando se necesita. Pero ¿la lluvia viene de arriba? Parece venir de arriba, pero primero asciende desde abajo. Al igual que los vapores, se elevan primero desde el mar y se convierten en nubes, así cada aspecto del conocimiento adquirido por todos los seres se eleva hacia arriba como vapor, formando nubes como ideas, y nuevamente cae desde arriba como lluvia. Hay muchos nombres para los mares, ríos y arroyos, pero todos contienen agua. Y hay varios nombres para las religiones, pero todas contienen la sabiduría dada en diferentes momentos y de distintas maneras. Hay relámpagos, hay truenos y cae la lluvia; y hay guerras y desastres antes de que llegue el mensaje. Las tormentas son muy a menudo advertencias de lo que a está por venir, y los diferentes tipos de batallas y revoluciones son a menudo advertencias antes de la llegada de la paz.
A veces nos preguntamos por qué, si Dios es omnipresente, es necesaria la manifestación especial de un mensajero como Krishna, Buda o Jesús. La respuesta está en las palabras del Bhagavad Gita, donde Shri Krishna dice: "Cuando el Dharma es obstaculizado, entonces yo nazco". Esto significa que una manifestación que la gente reconoce como un salvador o un mensajero siempre llega cuando surge la necesidad. En otras palabras, es la necesidad del mundo la que hace que el Espíritu surja en su verdadera forma.
El escepticismo es el germen que causa que el corazón del árbol de la vida se deteriore, pero siempre cuando un árbol muere, brota otro árbol; vemos en nuestras propias vidas, y especialmente en los momentos en que estamos sumidos en la depresión y la tristeza, que alguna respuesta llega a la dificultad de la situación. Puede venir de un amigo, de un hermano, de los padres, de un ser querido; uno puede incluso obtener lo que es necesario en ese momento de su enemigo. Pero ¿por qué un mensaje solo debe llegar en un momento de dolor o después de una gran tristeza? ¿Por qué no debería venir un mensaje todos los días para guiarnos? Hay dos razones para esto: una es que hay una guía constante desde arriba, pero el hombre, tan absorto en las actividades de su vida, no abre su corazón para escuchar ese mensaje y ver de dónde viene. Y la otra razón es que cuanto más profunda es la tristeza, más alta se eleva la voz del corazón, hasta que llega al trono de Dios; y ese es el momento en el que llega la respuesta.
En todas las épocas y a todos los pueblos se ha enviado el mensaje de Dios. Y ese mensaje ha sido guardado por aquellos que lo recibieron en la forma de una escritura, y el nombre del mensajero y su honor han sido mantenidos en alto por aquellos que han seguido ese mensaje en particular. Independientemente de en qué momento de la historia del mundo haya llegado el mensaje, una cosa es segura: siempre ha penetrado en el corazón del hombre y ha dejado su impresión y su influencia, multiplicándose y extendiéndose, demostrando que es el mensaje de Dios. Y no hay mejor ejemplo de esta verdad que la venida de Jesucristo, y el hecho de que dio su mensaje a tan pocos, principalmente a los pescadores. Aunque las condiciones en las que el maestro tenía que transmitir su mensaje eran difíciles, el mensaje era de Dios, y no dejó de causar una impresión duradera en las almas de los hombres.
Puesto que es el mensaje de Dios, siempre que viene es de la misma fuente. Cuando llegó hace mil años, era Su mensaje; cuando llegó hace cien años, era Su mensaje, y si llegara hoy, sería también Su mensaje. ¡Cuán ignorante ha sido el hombre a través de todos los siglos! Y muestra su ignorancia incluso hoy, porque siempre que ha llegado el mensaje, el hombre ha luchado, disputado y discutido. El hombre se ha aferrado a un profeta e ignorado a los demás, porque, aunque conocía su religión, no conocía el mensaje. Ha tomado el libro como su religión sin reconocer el mensaje. Si esa no fuera la tendencia general, ¿cómo podría Jesucristo, con su mensaje tan espiritual, haber sido crucificado? Hubo profecías, y además de las profecías, el maestro mismo era la evidencia de su mensaje, como dice el refrán: “Lo que eres habla más alto que lo que dices”. ¡Y cuán densamente velados deben estar los ojos del hombre por la religión, la fe, la creencia que tiene, para que acepte a un solo mensajero y rechace el mensaje dado por otros profetas, sin saber que el mensaje es uno y el mismo!
Una cosa es amar y otra cosa es comprender. El que ama al mensajero es un devoto; pero el que conoce al mensajero es su amigo. Hay una tendencia en la raza humana que ha aparecido en todas las épocas: lleva al hombre a aceptar cada expresión del mensaje que se le ha dado, a ser conquistado por él, bendecido por él, y sin embargo, a no reconocer quién es el mensajero. Los seguidores de cada forma del mensaje profesan devoción a su señor y maestro, por cualquier nombre que haya tenido en el pasado, pero no necesariamente conocen al maestro. Lo que conocen es el nombre y la vida del maestro que les ha llegado a través de la historia o la tradición; pero más allá de eso saben muy poco de él. Si el mismo viniera en otra forma, con un atuendo adaptado a otra época, ¿lo conocerían o lo aceptarían? No, ni siquiera lo reconocerían, porque no fue el mensaje, sino la forma, lo que aceptaron en el pasado: un cierto nombre o carácter, una parte, pero no el todo.
Hay una historia sobre un gran sufi de la India, cuyo nombre era Usman Haruni. Era un murshid al que acudían miles de discípulos, entre ellos muchas de las personas más eruditas y filosóficas de la época. Les enseñó las verdades más profundas del misticismo y, sobre todo, a adorar al Dios sin nombre y sin forma. Pero llegó un momento en que les dijo: “Hasta ahora he adorado según la tradición, pero ahora siento que debo ir y postrarme ante la imagen de la diosa Kali con toda humildad”. Sus alumnos se quedaron atónitos. Que él, cuya concepción de Dios había sido tan elevada, fuera a postrarse ante la horrible imagen de Kali, cuya adoración suponía quebrantar la ley de su religión, estaba más allá de lo que podían concebir, y les hizo temer que su maestro hubiera perdido la razón. Algunos incluso pensaron que estaba recorriendo el camino descendente.
Así que cuando el maestro fue al templo de Kali, solo uno de sus discípulos fue con él, un joven cuya devoción por su maestro era muy grande. Mientras iban, el maestro le dijo a este discípulo: “Deberías volver. Ellos son muchos, y seguramente tienen razón; yo quizá esté equivocado”. Pero el joven aún lo siguió. Al llegar al templo, el maestro se sintió tan conmovido por los pensamientos que le sugería la imagen de la diosa, que se postró humildemente. Y el discípulo, de pie, miraba con simpatía al pensar cuántos seguidores había tenido su maestro, y cómo en un momento todos se habían apartado de él. Cuando el maestro se levantó, le dijo: “¿Todavía me sigues?”.
Y cuando el discípulo respondió que sí, el hombre santo le preguntó, además: “¿Pero tal vez no entiendes por qué me sigues?”. Entonces el joven dijo: “Tú me has enseñado la primera lección del camino espiritual: que nadie existe excepto Dios. ¿Cómo puedo entonces excluir esta imagen de Kali, si tú eliges inclinarte y postrarte ante ella?”
Las formas en las que el mensaje es dado son diferentes porque la mentalidad de la especie humana difiere en cada época. Todo profeta tuvo que hablar de acuerdo con la manera del tiempo en el que vivió, y según la evolución de esa época. Además, las costumbres de cada país difieren de las de otros países; las maneras y la vida son distintas. Si el mensajero nació en un país y tiene que dar su mensaje en otro, con seguridad tiene que considerar la forma en la que la gente de allí mira la vida, para dar su mensaje en