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Platón es uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos y desarrolló sus doctrinas filosóficas mediante mitos y alegorías. El Mito de la Caverna es una de sus alegorías más conocidas y cuestiona la veracidad de nuestro conocimiento. Platón crea El Mito de la Caverna para mostrar en sentido figurativo que nos encontramos encadenados dentro de una caverna, desde que nacemos, y cómo las sombras que vemos reflejadas en la pared componen aquello que consideramos real. Según Platón, la gente llega a sentirse cómoda en su ignorancia y puede oponerse, incluso violentamente, a quienes intentan ayudarles a cambiar.
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Seitenzahl: 74
Veröffentlichungsjahr: 2022
Platón
EL MITO DE LA CAVERNA
1a edición
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Platón fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. En 387 a. C. fundó la Academia de Atenas, institución que continuaría a lo largo de más de novecientos años. Platón es uno de los autores más importantes de todos los tiempos y desarrolló sus doctrinas filosóficas mediante mitos y alegorías. El Mito de la Caverna es una de sus alegorías más importantes y conocidas y cuestiona la veracidad de nuestro conocimiento..
Platón crea El Mito de la Caverna para mostrar en sentido figurativo que nos encontramos encadenados dentro de una caverna, desde que nacemos, y cómo las sombras que vemos reflejadas en la pared componen aquello que consideramos real.
Platón también usa esta alegoría para explicar cómo es para el filósofo y maestro guiar a las personas al conocimiento (educación), intentando liberarlas de las ataduras de la realidad de la caverna. Según el filósofo, la gente llega a sentirse cómoda en su ignorancia y puede oponerse, incluso violentamente, a quienes intentan ayudarles a cambiar.
Una excelente lectura
LeBooks Editora
PRESENTACIÓN
Sobre el autor
Sobre El Mito de la Caverna
EL MITO DE LA CAVERNA
La educación debe hacer mirar a alma hacia la idea del bien
Se debe forzar al filósofo a gobernar
Materias propias para formar al filósofo
La elección de los futuros filósofos
Educación de los futuros dialécticos
Peligros en aplicar mal la dialéctica
Platón (428 a. de C.-347 a. de C.) nació en Atenas en el seno de una influyente familia aristocrática. Su origen noble le permitió disfrutar de una educación integral (gramática, retórica, música, poesía, etc.) enfocada hacia una futura vida política, que, por aquel entonces, estuvo marcada tanto por la Guerra del Peloponeso y el declive de la democracia ateniense. Hacia el año 407, el joven Platón empezó a frecuentar el círculo de Sócrates, convirtiéndose en uno de sus discípulos más cercanos hasta su condena a muerte en el 399. Tras aquel acontecimiento, que dejaría una profunda impronta en su vida, realizó una serie de viajes que le condujeron hacia diversos centros del saber la época, desde Egipto hasta las colonias griegas del sur de Italia. Allí se familiarizó con las doctrinas pitagóricas, además de visitar la corte del tirano Dioniso I, en la ciudad de Siracusa.
De regreso a Atenas, hacia el 387, Platón fundó la Academia, una institución destinada a dar una educación filosófica completa a los futuros políticos. En poco tiempo, la Academia platónica –entre cuyos primeros alumnos estará Aristóteles encontró su lugar en la vida educativa ateniense, ofreciendo un conjunto variado de disciplinas que iban de la dialéctica a las matemáticas, pasando por la música, la astronomía o la física. Más adelante, habiendo fracasado en varios viajes más a Siracusa, el filósofo retornó a su ciudad natal en el 360, donde fallecería sobre el 348.
Platón nos ha legado una obra filosófica inmensa, concebida casi toda ella en forma de diálogos. Alrededor de 36 diálogos se han logrado transmitir de manera íntegra, reproduciéndose en ellos el mismo esquema y estrategia literarios, también un mismo lenguaje didáctico, donde el pensador ateniense no planteó tanto una sistematización ordenada de su pensamiento cuanto una conversación filosófica abierta cuyo protagonista era siempre Sócrates.
Por otro lado, en sus obras se intenta reproducir el espíritu indagador de la mayéutica socrática, aunque reforzada por una bello y original estilo expositivo. Así, adoptan la forma compositiva de prolongados debates filosóficos con diferentes interlocutores, en los que, mediante el comentario indirecto, los excursos o el decisivo relato mitológico, el personaje llamado “Sócrates” encarna una incesante búsqueda dialéctica por la verdad intercalada por sugerentes imágenes, parábolas, alegorías o metáforas.
El problema de la clasificación de los diálogos platónicos, así como su autenticidad y atribución, ha derrochado importantes ríos de tinta desde la Antigüedad hasta nuestros días. Además, al no estar fechados, los diálogos no son fácilmente ordenables desde una perspectiva cronológica, aunque el denodado trabajo filológico haya estado en condiciones de fijar una serie de criterios mínimos para dividir la obra platónica en cuatro periodos: diálogos de la época de juventud (393-389), con obras sobre temas ético-prácticos como Apología de Sócrates, Critón, Protágoras, etc.; diálogos de transición (389-385), con obras de transición sobre temas del lenguaje y cuestiones políticas como Gorgias, Menón y Crátilo; diálogos de madurez (385-370), con obras como El banquete, Fedro, Fedón o La República, donde aparecen los temas fundamentales de su filosofía como la teoría de las ideas, la teoría del conocimiento, la doctrina del alma o la concepción del Estado; por último, diálogos de vejez (369-348), con obras tardías como Parménides, Timeo o Leyes, donde se revisan muchos de los planteamientos de las etapas anteriores, y que versan sobre cuestiones lógicas, políticas, médicas o científico-naturales.
La alegoría El mito de la Caverna se encuentra en el libro VII de la obra República de Platón, que se divide en diez libros, en los que Platón hace de Sócrates el orador principal y tiene importantes copartícipes. En esta alegoría se desarrolla el diálogo entre Sócrates y Glaucón.
El Mito de la Caverna es una alegoría sobre la realidad de nuestro conocimiento.
Platón crea el mito de la caverna para mostrar en sentido figurativo que nos encontramos encadenados dentro de una caverna, desde que nacemos, y cómo las sombras que vemos reflejadas en la pared componen aquello que consideramos real.
Platón. también usa esta alegoría para explicar cómo es para el filósofo y maestro guiar a las personas al conocimiento (educación), intentando liberarlas de las ataduras de la realidad de la caverna. Según este filósofo, la gente llega a sentirse cómoda en su ignorancia y puede oponerse, incluso violentamente, a quienes intentan ayudarles a cambiar.
La su importancia radica en la exposición de conceptos y teorías que nos llevan a los cuestionamientos sobre el origen del conocimiento, el problema de la representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad.
Dentro de una caverna vivían encadenados unos hombres. Llevaban ahí desde que nacieron, sujetos a la pared de la gruta por el cuello, los brazos y los pies. De esta forma, cada uno de ellos solo podían mirar a la pared que tenían enfrente, ya que una pesada argolla les impedía girar la cabeza. Por lo tanto, no conocían más que lo que podían ver desde su posición.
Detrás de ellos había un pasillo con una hoguera. Por el pasillo andaban con mercancías otros hombres, y los prisioneros encadenados, veían sombras reflejadas en la pared frente a sus ojos, sin poder determinar a qué o a quién pertenecían.
Los hombres creían que la forma de los objetos que veían era la realidad, ya que no podían ver nada más. Así que se habían hecho a la idea de que tras ellos deambulaban espantosos monstruos de extrañas formas.
Un día, uno de estos hombres consiguió liberarse de las cadenas. Al darse la vuelta y ver la hoguera y los hombres que iban y venían con mercancías, empezó a darse cuenta de lo equivocado que estaba.
Después, el hombre consiguió llegar al exterior a través de una empinada cuesta y al salir, contempló un mundo muy distinto al que conocía: de pronto vio el cielo, la luz del sol, que le cegó hasta el punto de no poder soportarlo. Descubrió las montañas, los animales y las personas libres.
Su mente empezó a darle vueltas a todo, cada vez más consciente del error que le había hecho creer una mentira. Y, después de acostumbrar a los ojos al nuevo mundo, no sin cierto dolor, logró verlo todo mucho más nítido.
El hombre regresó a la cueva, porque sintió el deber moral de liberar a sus compañeros y compartir aquel descubrimiento con ellos. Pero antes de soltar sus cadenas, les contó lo que iban a ver, lo equivocados que estaban y lo que les esperaba. Sus compañeros pensaron entonces que mentía, que estaba ciego y loco, y no le creyeron. De hecho, de camino al exterior de la cueva, pensaron que lo mejor sería matarlo.
El filósofo griego describió con este relato del mito de la caverna dos mundos tangibles muy distintos. Y para ello usó esta metáfora:
Los dos mundos tangibles:
En el mito de la caverna o alegoría de la caverna, la realidad se nos presenta muy diferente dependiendo del mundo desde el cual la observemos. Está el mundo de los sentidos y el de la razón o las ideas. Los sentidos nos ofrecen una visión diferente al de la razón. Los sentidos nos engañan mientras que las ideas, la razón, la capacidad humana de reflexionar, nos libera.
Lo difícil y duro que es llegar al conocimiento y la verdad:
En el mito de la caverna, cuando el esclavo o prisionero es liberado y sale, lo hace por una cuesta muy empinada, lo que representa el esfuerzo que debemos hacer para alcanzar el conocimiento y la verdad. No es fácil. Y el camino puede ser tortuoso.