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El rey negro es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno a los regalos que se harán por los Reyes Magos en una pequeña comunidad empobrecida.
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Seitenzahl: 128
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Muñoz Seca
CUENTO EN TRES ACTOS DIVIDIDO EN NUEVE CUADROS
ESTRENADO EN EL TEATRO DE LA COMEDIA, DE MADRID, EL 11 DE DICIEMBRE DE 1934
PRIMERA EDICIÓN 1.000 ejemplares
Saga
El rey negro Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1934, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508437
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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esta obra es propiedad de su autor
queda hecho el depósito que marca la ley
A la memoria
de D. Gonzalo de Borbón
Un pequeño bar bien decorado. A la derecha (actor), la puerta de entrada, y a la izquierda, otra puerta que da acceso a la cocina y restantes dependencias del establecimiento. Las mesas y sillas necesarias, y el mostrador y la anaquelería correspondientes. Es de noche. En Madrid y en el mes de diciembre. En nuestros días.
Al levantarse el telón están en escena JUSTO, MANOLO, PACO, RAMÓN y DON BLAS. Los dos primeros son camareros del bar. PACO y RAMON, que ocupan una mesa frente a la puerta de entrada, son dos tipos un poco achulados y de mala catadura. DON BLAS es un sesentón, barbudo y bien vestido, que, sentado ante una de las mesas del centro, tiene ante sí los despojos de una merienda y un buen montón de cartas, que va abriendo y leyendo a medida que se indique.
Don Blas . (Por una de las cartas que ha comenzado a leer.) Hombre, ésta es de las buenas.
Justo (Acercándose.) ¿A ver, Don Blas?
Manolo (Idem.) Lea, Don Blas, que me pirro por estas cosas.
Don Blas . Aguarde a que termine. (Sigue leyendo.)
Ramón . (A PACO, por DON BLAS.) ¿Quién es este chivo, tú?
Paco . (Muy madrileño, muy chulón.) Argote, hombre; el dueño del bazar de juguetes d’ahí a la vuelta. El inventor d’esos mecanos infantiles p’hacer submarinos y barquichuelos, que él los llama jocosamente el «mecano en la mar». (Continúa hablando.)
Don Blas . (A JUSTO y MANOLO.) Oigan ustedes. (Lee.) Queridos Reyes Magos: Aunque mi papá es de los nuevos de ahora, les escribo austedes pidiéndoles lo que deseo, porque ustedes que lo ven todo, sabrán también que mi papá, como los papás de tantos otros niños, aunque ahora son de los de ahora, son de los de antes, y todos, por si acaso, le escriben a los Reyes.
Manolo . ¡Ahí va ese cuco, farruco!
Don Blas . (Leyendo.) Quiero, señores Reyes, que me pongan una pistola de verdad, como las que han repartido al hijo de la portera, al chico que recoge la basura y al sobrino del jardinero, que se las trajeron en un taxi el mismo día que se puso el pantalón largo.
Justo . ¡Aprieta!
Don Blas . (Leyendo.) Y quiero también un muñeco grande, como el de mi primo Antolín; de esos que dicen papá y mamá y que cuando se les pone de pie piden un destino.
Manolo . (Riendo.) ¡Arrastro y veinte en copas! (Rien.)
Don Blas . ¡Hay cada carta!... Yo me río muchísimo todos los años... Hombre, y hay algunas faltas de ortografía verdaderamente inverosímiles. Vean ustedes. Torta con hache. ¿Dónde va a tener esta torta la hache como no sea en la harina?
Manolo . Cuidado, Don Blas, que algunas veces parece que las faltas son faltas, y luego no son faltas, vamos al decir. Ayer reprendí yo a mi chica porque había puesto aceite con k, y luego resultó que estaba bien escrito, porque el aceite era de cacahués.
Don Blas . ¡Atiza! (Sigue hablando.)
Ramón . (A PACO.) ¿Y te da en la nariz que va a venir?
Paco . Hasta la fecha, siempre que ha asistido al cine d’ahí enfrente ha entrao aquí durante el descanso a tomar alguna cosa. Conviene que lo veas, que te fijes y que te percates.
Ramón . Pero su muerte ¿quién la ha decretao?
Paco . Un comité de Méjico, donde él tiene minas de petróleo, y puesto que hay que cargárselo! prefiero que sea en su casa pa de paso arramblar con todo lo que pueda.
Ramón . ¡Natural de Chiguagua! ¡Menudo golpe!
Paco . Pué que necesitemos de algún otro socio que se quede en el jardín del hotel por si acaso se ponen pesaos el perro o el jardinero. (Mirando hacia la puerta de la derecha.) Ahí lotienes; disimula.
(Entran en escena, por la puerta indicada, DON JOSE, LAURA y PEPITO. DON JOSE es un afable señor muy respetable, de barbas blancas muy cuidadas. LAURA es una señora joven y elegantísima. PEPITO es un chavea, como de quince años, muy zancudo y con cara de puño de bastón. Viste de corto, con las rodillas al aire. Aunque la ropa es buena, él es tan desaliñado, tan desmanerado y tan facha, que parece un espantagorriones.
Don José . ¿No ha venido aún Jerónimo?
Laura . Le dijiste a las siete y media, y no son todavía. (Se sientan los tres ante una mesa de la derecha. PEPITO se quita el gabán y se sienta muy despatarrado.)
Manolo . (Acercándose.) Los señores dirán.
Laura . Un té con leche; sencillo.
Manolo . ¿Y el señorito?...
Pepito . (Que de brutísimo que es suele comerse la primera letra de algunas palabras, y se detiene un segundo, antes de comérsela, como si tartamudease.) El... eñorito, un... ocolate con... icatostes para ahora, y dos... ocadillos de jamón... ara luego.
Manolo . Está muy bien. (Se retira para servir lo que le han pedido.)
Laura . Por Dios, Pepito; me parece demasiado, que has acabado de comer a las tres y pico.
Pepito . ¡Anda! Pues ya me he... omido una... erra gorda de castañas y dos pirulises.
Laura . ¡Jesús!
Don José . Déjalo, mujer; está creciendo que no sé hasta dónde va a llegar. (Siguen hablando.)
Ramón . (A PACO.) ¿Y ella quién es, tú?
Paco . Una sobrina suya; la viuda de San Martín. Ha estado medio loca un porción de años, porque ella residía en Méjico, y en una de las revueltas de aquel país quemaron el pueblo donde ella vivía y perdió de un golpe a su marido, que murió asesinao, y a una niña que tenía, de la que no ha vuelto a saber.
Ramón . ¡Mi madre y qué película pa el Fígaro! ¿Y ese despatarrao es hijo suyo?
Paco . Quita, hombre; ese bebé es hijo del ama de llaves. Don José Montes se ha empeñao en educarlo y hacer carrera de él; pero creo que no lo va a conseguir, porque es más bruto que seis camiones de lingotes. (Siguen hablando.)
D .a Elvir . (Una señora muy cursi, entrando en escena con ELVIRITA, su, hija, jovencita atontada y tan cursi como su madre.) ¡Oh! Como mujer es un sol, lo que se dice un sol. (Sentándose.) Aquí estamos bien. (Se sienta también ELVIRITA.) Dicen que fuera de la pantalla es también rubia alburosa y de una simpatía detonante.
Elvirita . La otra baila bien y castañetea mejor.
D .a Elvir . Castañeteando me gusta. Como bailarina se me antoja demasiado batimante.
Justo . (Que ha limpiado la mesa según es costumbre y que aguarda el pedido.) Las señoras me dirán. (Tose.)
D .a Elvir . Dos chocolates.
Justo . ¿Con ensaimadas, con bizcochos? (Tosiendo.)
D .a Elvir . Con «tost».
Justo . Perdone la señora, no he podido remediarlo.
D .a Elvir . Digo con tostadas.
Justo . Va en seguida.
D .a Elvir . Oiga: procure que el chocolate sea bueno, que el otro día nos sirvió usted un líquido conglutinoso y pegajoso, que aquello no era chocolate; estaba como cortado y así como separado el líquido de lo sólido.
Justo . No me lo explico, porque el chocolate que se sirve aquí es de Irún, de Elgorriagaverri.
D .a Elvir . No lo dudo; pero a ver si tiene otro menos... separatista.
Justo . Descuide la señora. (Se retira, para luego servir cuando se indique.) (Habrá que ver el que tomarás tú en tu casa, loro pelechón.)
Pepito . ¡... i madre! ¡Lo que... arda la... ochina merienda!
Laura . (Reconviniéndole dulcemente.) ¡Pepito, que no quiero oírte ordinarieces!
Pepito . Si es que...
Laura . Tú has tenido la culpa por haber pedido picatostes.
Pepito . (Al ver a MANOLO, que entra en escena por la izquierda, con el servicio, al mismo tiempo que entra por la derecha JERONIMO, un muchacho muy simpático y muy bien trajeado.) ¡Ahí está! ¡Olé! (Frotándose las manos.) ¡Ya llegó!
Jerónimo . (Acercándose a ellos.) ¡Caramba!, qué recibimiento me haces. ¿A qué viene esa alegría?
Pepito . ¡... ite usté, hombre! ¿Qué... amplina me importa usté a mí?
Laura . ¡Pepito!
Pepito . (A MANOLO, que empieza a servirle.) ¡… enga! ¡… enga!
Jerónimo . (Sentándose frentea DON JOSE.) Me he retrasado un poco porque hasta ahora mismo no han llamado de Vigo. He hecho lo de los barcos en la forma que usted quería.
Don José . Me alegro.
Jerónimo . (A MANOLO, que le mira interrogándole.) No, no quiero nada. He merendado ya. (Se retira MANOLO.)Vea usted las dos cartas que desea que salgan esta noche. (Se las da a leer.)
Paco . (A RAMON.) Sí; ése es su administrador y su hombre de confianza.
Ramón . ¿Y crees tú que?...
Paco . No hay cuidao; no duerme en la casa.
Justo . (Que está sirviendo a DOÑA ELVIRA y ELVIRITA.) Hoy no tendrá nada que decirme del chocolate. Vea usted que aspecto tiene. (Tose.)
D .a Elvir . Sí; en cambio, las tost...
Justo . (Colándose otra vez.) Pues así llevo desde el mes de octubre; porque esto lo cogí yo una noche que me la pasé en la azotea persiguiendo a los «pacos».
D .a Elvir . (Cortando la conversación.) Bien, bien. (Se relira JUSTO y habla con MANOLO.)
Jerónimo . (Recogiendo las cartas que ha firmado DON JOSE) Luego me llegaré en un salto. (Advirtiendo la presencia de DON BLAS, que se ha quitado las gafas y se está limpiando los ojos.) ¡Amigo Argote!... Perdone; no lo había visto...
Don Blas . ¡Qué tal, muchacho!... (Cambian un apretón de manos.)
Jerónimo . ¿No se conocen ustedes? Don José Montes... La señora viuda de San Martín... Don Blas Argote, el dueño del bazar de juguetes «El arca de Noé». (Saludos.)
Pepito . ¡... aray!, el... ío del arca.
Laura . ¡Pepito!
Don Blas . Aquí estoy sumamente divertido leyendo las cartas que echan los chicos, en el buzón que tengo en la tienda, pidiéndole a los Reyes Magos. Bueno; divertido con algunas.
Pepito . (Agresivo.) Y usté… ¿...or qué lee las… artas que… andamos a los Reyes?
Don Blas . (Haciéndose cargo.) Hombre..., por que yo soy su administrador.
Pepito . ¡Ah!
Don Blas . Yo soy quien atiende los pedidos y quien hace los lotes...
Pfpito . ¡Pues ojo con el mío, que a mí trampas, no!
Laura . Pepito!
Don José . Habrá algunas cartas interesantes, ¿no?
Don Blas . Hay aquí una, que por su ingenuidad y su ternura me ha conmovido.
Laura . ¿A ver?
Don Blas . (Dándole una de las cartas.) Esta; léala si gusta.
Don José . Sí, mujer; léela.
Laura . (Leyendo.) «Cerido Rey Baltasar.» ¡Huy, cuántas faltas de ortografía! Lee tú. (Dándole la carta a JERONIMO.)
Don Blas . No es ésa de las que más tienen.
Jerónimo . «Querido Rey Baltasar: Te escribo a ti porque eres el Rey negro, lo cual que ya por ser negro debes de saber mejor que los otros lo que es la desgracia.»
Don José . Está bien.
Jerónimo . «Sabrás que mi hermana Charito, que las da de mayor, no cree en ustedes; pero yo sí creo; te lo digo por mi salud. Yo creo siempre en las cosas que no veo, ya que en las que veo no quisiera creer.»
Don Blas . ¿Qué le parece a usted?
Don José . ¡Demonio de criatura!
Jerónimo . «Rey Baltasar, sabrás que yo no te pido juguetes ni dinero; te voy a pedir otra cosa mejor, ya verás. Mi padre está en la cárcel: tráemelo. Está preso porque le acusan de haber robado; pero él no fué el ladrón. Yo vi muy bien quién robó aquella noche, y lo ando buscando para que le den lo suyo. Rey Baltasar, yo no tengo zapato que poner, ni casa donde ponerlo. Duermo a la puerta de la iglesia de San Damián. La Virgen sabe el sitio, porque se me ha aparecido varias noches. Tú, que hablarás con ella, pregúntaselo. Tráeme a mi padre. ¿Qué trabajo te cuesta a ti? Si lo haces, yo te juro por la gloria de mi madre que me pasaré toda una noche de rodillas rezándote. Adiós, Rey Baltasar. Cree en ti, confía en ti y te quiere muchísimo tu afectísimo y seguro servidor, Pizauita.» (Doblando la carta.) ¡Pobre!
Don José . (A DON BLAS.) ¿Puedo quedarme con esta carta?
Don Blas . Ya lo creo.
Don José . Gracias. (Toma la carta y la guarda.)
Pepoto . (Intrigadísimo.) ¿Y… odrán los Reyes…, habiendo… entinelas…, acarlo por una ventana?
Don José . Los Reyes, cuando se les pide con fe, lo pueden todo, Pepito.
Matute . (Entrando en escena por la derecha.) A quién le doy la suerte. (Este MATUTE, uno de los héroes de mi cuento, vendedor de lotería entre otras cosas, es un cincuentón desastrado, sucio, de facciones duras, pero extremadamente simpático. Su aspecto es de facineroso; pero cuando se le oye hablar se advierte que es un infeliz. Trae unos décimos sujetos a la americana, y en cada mano uno de esos platos que imitan un par de huevos fritos con chorizo y una ración de lonchas de embutidos variados.) ¡La lotería del Niño!... ¡A quién le tocará la del Niño! ¡Un quince mil ciento quince, que parece capicúa! (Cambiando la voz.) Al plato bonito que abre el apetito... Para el adorno, para el regalo, para la broma, para la chufla... (A DOÑA ELVIRA y ELVIRITA.) Al plato bromista, que alegra la vista.
D .a Elvir . (con marcada repugnancia.) ¡Huevos con chorizo! ¡Qué asco!
Matute . ¡Quisiera!
D .a Elvir . ¿Eh?
Matute . (Separándose de ellas.)(Pregonando.) Quisiera venderlos, que lo doy barato. Un quince mil, un tres mil, un nueve mil... El platito que engaña, que lo que no se come no daña. (A DON JOSE.) La obra de arte, caballero; lo mejor de Benlliure y Moreno Carbonero.
Don José . No; muchas gracias.
Pepito . (Entusiasmado.) ¡... aya... onito!
Matute . Uno para el niño.
Laura . No, por Dios.
Matute . Los tengo también con aceitunas, quisquillas y yemas de coco...
Laura . No, no.
Matute . ¿Y un siete mil?
Laura . No.
Matute . Que le va a tocar.
Laura . (Molesta.) ¡No sea pesado; retírese!
Matute . (Pregonando con intención.) ¡La del Niño! ¡A quién le tocará la del Niño!...
D .a Elvir . (Llamando a JUSTO.) Garsón... (JUSTO se acerca y cobra.)
Matute . (Acercándose a PACO y a RAMON.) ¿A quién le doy la suerte?
Paco . ¿Tú dando la suerte, desgraciao?
Matute . (Reconociéndole.) ¡Mi madre! ¡El sindicato de los sinvegüenzas!
Paco . Baja la voz. ¿Dónde puedo verte luego? Te necesito.
Matute . Ahí, donde Benito Lamela.
Paco . Iré a buscarte.
Matute . ¡Pero escucha!...
Paco . ¡Chitón! (A RAMON, levantándose.)
Ramón Vamos (Se suben el cuello del abrigo.)
Matute