El secreto de Lucrecia - Pedro Muñoz Seca - E-Book

El secreto de Lucrecia E-Book

Pedro Muñoz Seca

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Beschreibung

El secreto de Lucrecia es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno al dolor de una joven condesa tras la muerte de sus padres, dolor del que se aprovecharán unos desalmados para embaucarla.

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Seitenzahl: 103

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Muñoz Seca

El secreto de Lucrecia

COMEDIA EN TRES ACTOS

Estrenada en el Teatro FONTALBA de Madrid el día 22 de Mayo de 1925

Saga

El secreto de Lucrecia Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1925, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508413

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Esta obra es propiedad de su autor, y nadie podrá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en España ni en los países con los cuales se hayan celebrado, o se celebren en adelante, tratados internacionales de propiedad literaria.

El autor se reserva el derecho de traducción.

Los comisionados y representantes de la Sociedad de Autores Españoles son los encargados exclusivamente de conceder o negar el permiso de representación y del cobro de los derechos de propíedad.

__________

Droits de representation, de traduction et de reproduction réservés pour tous les pays, y compris la Suède, la Norvège et la Hôlande.

__________

Queda hecho el depósito que marca la ley.

REPARTO

PERSONAJES ACTORES Lucrecia María Gámez.Adela Emilia Colombo.Fermina Pilar Perez.Rufina Blanca Giménez.Verónica Conchita Castañeda.Teodora Eugenia Illescas.Mariquita Amparo Quilis.Federico Emilio Valenti.Ventura Luis Peña.Olimpio Alberto Romea.Damián } Alberto Romea.El Padre ManriqueEvaristo Vedía.Benedicto Ceferino Barrajón.Patricio Alfredo Alaíz.Asís Antonio Pino.Tirabeque Nicolás Rodríguez.Mellaítoy J. Díos Caneja.Ambrosio Manuel Aliacar.Urbano Manuel Pacheco.

ACTO PRIMERO

Un salón en casa de los Condes de Corezana.—Puertas en el foro y en ambos laterales.—Es de día.—En Madrid: en primavera.—Epoca actual.

Al levantarse el telón AMBROSIO y URBANO, criados de la casa bajo la dirección de Benedicto, mezcla de administrador y mayordomo, están acabando de colocar en un extremo de la escena, un viejo arcón. Ambrosio y Urbano son jóvenes. Benedicto ha cumplido ya los cincuenta años y tiene una cicatriz en la mejilla derecha.

Bene . Un poco más hacia allá.

Urba . Levanta, tú.

Ambro . Vamos... (Colocan el mueble más cerca de la pared.)

Bene. A sí... Basta.

Ambro . Este arcón lo tenía el difunto General en su despacho ¿no?

Bene. Sí: en su despacho; junto a la ventana.

Ambro . Debe ser muy bueno. Hay que ver qué columnitas y qué figuritas tan bien talladas.

Bene. Sí.

Ambro . ¿Qué significarán estas figuras, don Benedicto?

Bene . ¡Qué sé yo! Para estas cosas de arte soy un ceporro. Este de la barba tiene que ser un rey.

Urba . (Un poco abrutadamente.) ¿Por qué?

Bene . Hombre porque tiene manto y corona y hay aquí un grupo que parece que le está criticando.

Ambro . ¿Y esta señora desnuda, don Benedicto?

Bene. Esa debe ser una diosa.

Urba. (Como antes.) ¿Por qué?

Bene . Porque antiguamente, cuando imperaba la mitología, los únicos que andaban desnudos por las calles eran los dioses, porque a ver qué autoridad iba a atreverse a decirles nada.

Ambro. Claro.

Urba. Hombre, pues la Cibeles bien que se tapa las carnes, don Benedicto.

Bene. Pero no por las personas, sino por los leones que son carnívoros.

Ambro. ¿Y va a quedar aquí el arcón?

Bene . Provisionalmente. A mí me dijo el señor Conde que hasta nueva orden dejáramos en el hall todos los muebles que se trajeran de casa del General que esté en gloria, pero como en el hall ya no caben, los estoy esparciendo por los salones hasta que él disponga.

Ambro . Quien lo va a disponer es un extranjero a quien yo he avisado esta mañana: un señor Gilíperez, que es un decorador y restaurador muy nombrado.

Bene . ¿Gilíperez?

Ambro. Sí, señor: un tío rarísimo, rubio tirando a colorao y que cuando habla grita como si estuviera entre sordos.

Bene . ¿Pero habla el castellano?

Ambro . Como usted y como yo. Se conoce que lleva muchos años en España.

Bene . Pues ya veremos. (Consultando su reloj.) Bueno, Ambrosio, que se nos va el tiempo: a ver dónde colocamos esas porcelanas.

Ambro. Sí, señor.

Bene. (A Urbano, dándole un manojo de llaves) Tú, entretanto, busca en este manojo de llaves la del arcón y cuando la encuentres la desglosas y la colocas en la cerradura.

Urba . ¿Con qué la desgloso, con agua y arena?

Bene . ¿Pero tú qué entiendes por desglosar?

Urba . Quitarle la mugre.

Bene. No, hombre: eso es desmugrar. Desglosar es extraerla del llavero.

Urba . ¡Ah!

Bene . Luego te vas al hall y haces lo mismo con las llaves de los demás muebles.

Urba. Sí, señor.

Bene. (A Ambrosio.)Vamos.

Ambro . Andando. (Se van los dos por la primera puerta de la derecha.)

Urba. (Se arrodilla y comíenza a probar llaves diciendo)Hacer esta faenita con el dolor de muelas que tengo... Lo que toca este colmillo, me lo voy a tener que desglosar.

Ver. (Doncella de la casa, entra en escena por la puerta del foro seguida de Olimpio Gilíperez. Verónica es tan recortadira como pizpireta. Lleva un traje bastante ceñido. Gilíperez, como lo describió Ambrosio, es un señor cuadrado, con pelambrera rizada y rojiza y bigote y luchana rojizos tambien. Habla y acciona siempre como en país conquistado.) Pase por aquí.

Olimp . ¿Y dices, pequeñaja, que el señor Conde no está?

Ver. Vuelvo a suplicarle que no me llame pequeñaja.

Olimp. Tú contéstame y no seas estúpida.

Ver. Ni sé tampoco por qué me tutea el señor.

Olimp. ¿Nopuedo ser tu padre? ¿Puedes tú asegurar que no sea yo tu padre?

Ver . ¡¡Caballero!!

Olimp . Vamos, no seas quisquillosa y respóndeme. ¿El señor Conde no está?

Ver . Ni el señor Conde ni la señora Condesa. El señor Conde, según tengo entendido, ha ido al Banco y la señora Condesa está en la casa mortuoria, vamos, en la casa de su difunto padre el señor General Larralde, que falleció hace unos días...

Olimp . ¿Y con quién podría yo hablar entonces?...

Ver. Con el señor mayordomo del señor. (AUrbano, que ha encontrado ya la llave del arcón.)Urbano...

Urba . ¿Qué quiere usted, Verónica?

Olimp . ¡Caramba! Verónica...

Ver. (Muy tiesa.) Ese es mi nombre.

Olimp . Por muchos años.

Ver . Gracias.

Olimp . No hay por qué darlas.

Ver. (A Urbano.) Haga el favor de decir a don Benedicto que está aquí el señor...

Olimp . Olimpio...

Ver. (Imitándole.) ¡Caramba! Olimpio...

Olimp. (Muy tieso.) Ese es mi nombre.

Ver . Por muchos años.

Olimp . Gracias.

Ver. Nohay por qué darlas. (A Urbano.) Dígale que está aquí don Olimpio.

Olimp . Anúncieme por mi apellido: dígale que está aquí el señor Gilíperez.

Urba . ¡Ah! El decorador...

Olimp . El mismo para ordenarle.

Urba . Justamente hace un rato le hablaron de usted al señor Sacristán.

Olimp . ¡Cómo! ¡Pero este don Benedicto, es Sacristán?

Urba. Sí, señor.

Olimp . ¿Uno que tiene una cicatriz en forma de siete, aquí, en la mejilla derecha y que le llaman Benedicto siete?

Urba. Sí, señor.

Olimp . ¡Qué feliz casualidad!... Corra usted, hombre: dígale que está aquí su amigo Gilíperez que desea darle un abrazo.

Urba. Sí, señor. (Se va por la derecha.)

Olimp . ¡Caramba con Benedicto!... (Al notar que Verónica permanece allí muy quieta, muy tiesa y sin mirarle siquiera.)Por mí no te detengas, pequeñaja, puedes continuar lo que estabas haciendo...

Ver. Noseñor.

Olimp . O es que no quieres dejarme sólo.

Ver . ¡Pchs!...

Olimp . ¿Temes que me lleve algo?

Ver. Noseñor.

Olimp . Entonces...

Ver . ¡Pchs!...

Olimp . ¡Caramba con Verónica!... Es decir, Verónica no, porque tú bien mirado eres media Verónica nada más. Ahora que media Verónica ceñidita: de las de ovación. (Le da un azotazo.)

Ver . ¡¡Caballero!!

Olimp. (Por el pecho.)Más vale que te limpiaras esta manchita... (Verónica baja la cabeza para ver la mancha y Olimpío le da un papirotazo en la nariz.)

Ver. ¡¡Señor mío!!...

Bene. (En la puerta de la derecha.)¿Quién?.. ¡¡Olimpio!!...

Olimp . ¡Benedicto!... ¡Ven acá, hombre!... (Se abrazan.)

Bene . ¡Pero criatura!... Me dicen que está aquí el señor Gilíperez...

Olimp . Claro: Gilíperez: yo.

Bene . ¿Eh?

Olimp . Gilíperez, Gil y Pérez, solo que apocopando y acentuando es Gilíperez, aquí y en el Potosí.

Bene. Túsiempre tan extraordinario. (A Verónica.)Cuando venga el señor Conde, dígale que está aquí el señor..., bueno, el señor decorador.

Ver. Está muy bien. (Se dispone a marcharse por el foro)

Olimp . Adiós, pequeñaja. (Verónica le hace una mueca despectiva.)Mujer, dí adiós siquiera.

Ver. (Desde la puerta del foro.) Adiós Pérez. (Váse).

Olimp . Me ha matao esta Verónica.

Bene . Siéntate hombre. (Se sientan.)¿De manera que tú eres ese restaurador y decorador tan famoso?

Olimp . El mismo.

Bene . ¿Pero no te dedicabas antes a la fabricación de antigüedades?

Olimp. Sí; pero he tenido que dejarlo porque eso está completamente perdido. ¿Tú crees que es difícil leer el A B C en bicicleta por la Puerta del Sol, pues más difícil es encajarle a un inglés una antigüedad «ful». ¡Están más avisaos!... Y cuidado que yo, como fabricante soy un hacha de dos filos. A mí me das un armario de pino acabadito de hacer y lo pinto, le doy una pátina de mi invención hecha con aceite, tela de araña, polvo de carretera, ceniza, mugre de intelectual y tomate crudo; le pego cuatro tiros con mostacilla y tres perdigones del uno para simular el apolillamiento y tres trayectos de carcoma, te lo enseño y si no me dices que es del siglo catorce, me dejo extirpar la nuez. (Ríe Benedicto.) No tienes idea de los camelos que yo he dado en este mundo. Pero, lo que pasa chico; se corrió la voz, me hicieron el vacío, y cansado de no ver una moneda ni como numismático, dejé el negocio, me apocopé los apellidos, me dí aguarrás en el pelo para enrojecérmelo un poco y me dediqué a restaurador, retocador y decorador. Para eso de decorar soy un tío de gusto: combino los colores como nadie y como además tengo mucha cultura y mucha idea, pues soy el amo. Mira, me das una habitación, dos tapices y media docena de muebles y te los coloco de una forma que parecen otros los muebles y los tapices y la habitación. Ingenio: hay que vivir, Benedicto.

Bene . Pues aquí vas a tener trabajo largo porque ha muerto hace unos días el General Larralde, el padre de la señora Condesa, que tenía muchos muebles antiguos y muchos objetos de arte, y como todo va a venir aquí...

Olimp . Esta es una gente muy rica ¿no?

Bene . Archimillonarios.

Olimp. ¿Yel Conde entiende de antigüedades?

Bene. Yocreo que no.

Olimp . Pues es mi hombre.

Bene . ¿Eh?

Olimp. Note escames: no lo digo porque piense engañarle. Basta que estés tú por medio... Pero es que yo le tengo pánico a los que saben de estas cosas. Porque, aquí, para los dos, yo, claro está, sé algo; pero, vamos, sé poco: ¿tú comprendes? Y a lo mejor me tiro cada plancha... Porque yo, callarme no me callo. A mí me dicen, esto qué es y yo digo, esto es tal cosa. Lo primero que se me ocurre: y cuando no se me ocurre nada, largo un camelo. Antes los hacía y ahora los digo. (Ríe Benedicto). El asunto es no callar, porque en este oficio te callas y te pierdes.

Bene . Pues para que me contestes una furciada no te pregunto lo que significan las figuras de este arcón, que me tienen intrigadísimo.

Olimp. ( Acercándose al mueble). ¿Estas?... Estas no sabe lo que significan ni el que las talló. Por causa de un arconcito me tiré una plancha el otro día en casa de unos parientes de estos condes de acá, en casa de los Iñiguez...

Bene . Son parientes, pero cuídate de no nombrarlos aquí.

Olimp . ¿Por qué?

Bene . Porque sería nombrar la soga en casa del ahorcado. Los de Iñiguez sostenían un pleito con el general disputándole el Condado de Garmendía, que él usaba, de modo que excuso decirte...

Olimp . Al cabo de la calle. Celebro que me hayas advertido... (Rumor de voces dentro).

Bene . Ahí está ya el señor Conde.

Olimp . Preséntame como Gilíperez ¿eh?

Bene . Descuida, hombre.

Fede. (Por el foro. Viste de luto. Tiene cíncuenta años y es un gran señor). Hola...

Bene . Para servir al señor Conde.

Fede . ¿No ha vuelto la señora Condesa?

Bene. No, señor Conde. (Por Olimpío).