El segundo blasón del Austria - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

El segundo blasón del Austria E-Book

Pedro Calderón de la Barca

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Beschreibung

El segundo blasón de Austria es una de las obras atribuidas al escritos español Pedro Calderón de la Barca, pero no se ha llegado a certificar su autoría.

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Seitenzahl: 49

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Pedro Calderón de la Barca

El segundo blasón del Austria

Jesús María Joseph

Saga

El segundo blasón del AustriaCover image: Shutterstock Copyright © 1675, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726496802

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Auto sacramental historial alegórico

PERSONAS

FEDERICO, emperador.MAXIMILIANO, su hijo.FE. ESPERANZA. CARIDAD. DEMONIO. ÁSPID. BASILISCO. PENSAMIENTO. ALEGRÍA. UN SACERDOTE. ÁNGEL. Villanos y músicos.

MÚSICA (Dentro.)

Pues es día de contento

de placer y de alegría,

regocíjese la tierra,

que el cielo se regocija,

y gócese el día 5

al ver que la tierra

y el cielo compitan

lloviendo favores,

finezas y dichas.

DEMONIO Abra la infausta boca 10

del lóbrego bostezo de esta roca

y arrójeme violento

el pálido suspiro de su aliento

hoy del Alpe a las ásperas montañas

abortado embrión de sus entrañas, 15

y pues terror de aquestos horizontes

el bronce de la fama me disfama

cuando bruto monarca de sus montes,

rugiente león me llama,

suene a verdad el bronce de la fama, 20

no habiendo, aunque más vele, quien no llore

ver al león buscando a quien devore,

mayormente este día

que de sus moradores la fe pía,

como si en días hubiera diferencia, 25

de día de Dios le da por excelencia

el nombre, y a honra suya y pena mía

católica concurre su alegría

a ese desierto templo

que entre sus erizados riscos yace. 30

Mas ¿qué mucho, si nace

de su monarca el culto, que a su ejemplo

haga el vasallo lo que el dueño hace?

Y pues en él contemplo

nuevo austral enemigo 35

hoy he de ver si perturbar consigo

su devoción valiéndome en su ultraje

también yo de mi bruto vasallaje.

¡Oh, tú, que en los verdores

ya de las selvas, ya de los jardines, 40

bandido monstruo asaltas sus confines

brindando con equívocos colores

en la adelfa lo dulce del veneno

y lo amargo del tósigo en las flores,

tú que al conjuro cautelando errores, 45

aun más de astucias que de sañas lleno,

conservas defendido

de la tierra y la cola aquel sentido

que el paso a la voz cierra,

pues de un oído es la sordez la tierra 50

y la cola sordez del otro oído,

tú, en fin, que el escondido

áspid de aquel primer vergel eres...

ÁSPID Ése mi nombre y señas son ¿qué quieres?

 

(Sale ÁSPID.)

 

DEMONIO Que te vengas conmigo. 55

ÁSPID Ya sabes cuán veloz tus pasos sigo

siempre que en la campaña

contra el hombre ponemos

culebra, haciendo de los dos extremos

tú, león, la fuerza y áspid yo, la maña: 60

dime pues a qué extraña

presa tras ti me llevas.

DEMONIO A hacer de ti tan nunca vistas pruebas

que aun la voz que las dice las ignora.

Yo...; mas luego lo oirás: atiende agora. 65

¡Oh, tu, adúltero aborto

de quien el nacimiento no se sabe,

pues el ingenio más sutil absorto

aún no distingue si eres fiera o ave,

tú en cuya piel neutral especie cabe 70

con variedad tan suma

que a la facinación que el aire inflama

tal vez parece escama, tal vez pluma

y se queda sin ser pluma ni escama,

tú, cuyo horror tanto sus iras ama 75

que para más enojos

son sus iras la lumbre de tus ojos

tales que aún contra ti flechas tus iras

pues si primero matas al que miras

también primero el que te ve te mata, 80

tú, en fin ¡oh Basilisco!, en quien dilata

el furor duplicadas ambas penas...

 

(Sale el BASILISCO.)

 

BASILISCO Ése mi nombre y señas son ¿qué ordenas?,

que ya el viento calmado,

el mar embravecido, 85

el centro estremecido,

el monte titubeado,

todo tímido está, todo asustado

hasta ver contra quien mueves la saña

viendo juntar del Alpe en la montaña 90

a sombra de su más excelso risco

al Áspid, al León y al Basilisco.

ÁSPID Dinos pues tus intentos.

DEMONIO No sé si he de poder, mas oíd atentos.

Entre cuantos atributos 95

a Cristo dan ya divinas,

ya humanas letras, bien como

en voz activa y pasiva

da a entender el que le llamen

el camino y quien le guía, 100

la verdad y quien la enseña,

la vida y quien da la vida,

redentor y redención,

legislador y legista,

quien da la luz y la luz, 105

el rocío y quien le envía,

la nube y la lluvia de ella,

la fuente y el agua viva,

el artífice y el arte,

el médico y medicina, 110

el labrador y la mies,

el sembrador y semilla,

el racimo y el sarmiento,

el viñadero y la viña,

el cordero y el pastor, 115

el juez y la justicïa,

sin otras autoridades

cuyo número sería

proceder en infinito,

ninguna me atemoriza 120

sobresalta y estremece

más que aquella... aquí la vista

se perturba, titubea

el labio, la voz delira,

la lengua se me entorpece, 125

el cabello se me eriza

y el corazón, rey de todo,

tan desfallecido anima

que cuando más abrasadas

late con alas más tibias... 130

de cuyas autoridades

ninguna -otra vez lo diga-

más me aflige y atormenta,

desespera y precipita,

que aquella en que él mismo fue 135

el teólogo y teología,

y ministro y recipiente

de su carne y sangre misma,

el sacerdote y el ara,

la hostia y quien la sacrifica. 140

Este inescrutable emblema,

este incomprensible enigma,

cifra del poder de Dios

y tan soberana cifra

(que a poder tenerla el Ángel, 145

el Ángel tuviera envidia

del preste que le celebra

y el fiel que le comunica)

es la capital cabeza

de las siete de la hidra 150

que revisten en mi pecho

todo el volcán de sus iras,

y aunque es común para todos

la rencoriosa ojeriza

que contra tanto misterio 155



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