Escuela de sirenas 2. Espectáculo en la Gruta - Lucy Courtenay - E-Book

Escuela de sirenas 2. Espectáculo en la Gruta E-Book

Lucy Courtenay

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Beschreibung

El día más esperado en la Laguna de las Sirenas está por llegar: la noche del espectáculo en la Gruta. Es la oportunidad perfecta de Marina para demostrar sus dotes de cantante. Sin embargo, su nueva amiga, Orla, y la nueva sirena de la escuela, Gilly, también quieren el papel estelar de la obra. ¿Resistirá la amistad a la competencia? ¡Que gane la mejor sirena!

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Serie Escuela de sirenas

Escuela de sirenas

Espectáculo en la Gruta

¡En sus marcas, listas, naden!

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Marina Blue y sus amigas, Orla Finnegan y Perla Nácar, esperaban junto a un gran tablón de anuncios fuera de la oficina de Lady Sealia. Marina trató de ocultar un bostezo. Era muy temprano. Mucho más temprano de lo que llegaban habitualmente a la escuela. Pero las audiciones para el espectáculo en la Gruta sólo ocurrían una vez al año, y Marina estaba demasiado emocionada para quedarse en cama más tiempo.

La tía de Marina, Cristabel, la estrella de radio más famosa de la Laguna de las Sirenas, había saltado a la fama por primera vez en el espectáculo en la Gruta. Ahora podría ser su turno, y ella no podía esperar. ¡Luces brillantes! ¡Música! ¡Invitados especiales, agentes musicales y productores discográficos! Marina había estado practicando sus ejercicios de canto durante semanas.

Lo único que faltaba era la hoja de información de la audición.

—Ya debería estar aquí —susurró Orla—. Dijeron que la pondrían esta mañana. ¿Por qué tardan tanto?

Marina miró por centésima vez el gran reloj con forma de estrella de mar que colgaba de la pared sobre la puerta de la directora. Las manecillas apenas se habían movido.

—Supongo que no queda más que esperar —susurró—. Y será mejor que mantengamos la voz baja. A Lady Sealia no le gusta que la molesten.

Orla miró a la pequeña sirena pecosa que flotaba a su lado:

—¿Por qué estás aquí, Perla? —preguntó—. Esta audición es sólo para las partes de canto.

La voz de Perla Nácar era muy conocida en la escuela de sirenas de Lady Sealia, pero no por su belleza.

—No estoy aquí por la audición —respondió, moviendo su cola dorada—. Sólo me levanté temprano para observar algunos peces. Y luego las vi pasar y las seguí a la escuela —sus ojos brillaron—. Vi un pez tetra luminoso esta mañana. Sólo salen al amanecer, y son SÚPER raros.

—Qué aburrido —dijo Orla.

—Prometiste no volver a ser grosera con Perla —le recordó Marina—. Desde que me ayudó a rescatarte de las Rocas del Este de la laguna.

—Lo siento —suspiró Orla mientras se apartaba el cabello oscuro de los ojos—. Tienes razón.

Luego se cruzó de brazos y miró el reloj en la pared, como si pudiera cambiar la hora con su mente.

—Aunque sí estaré en el espectáculo —agregó Perla—. Voy a tocar la tuba en la orquesta.

—¿En serio? ¿Y no debes hacer audición para eso? —preguntó Marina.

—Soy la única que toca la tuba en toda la escuela —explicó—. Así que definitivamente me escogieron.

Los músicos de tuba eran poco comunes, Marina lo sabía. Las tubas también eran poco comunes. Sólo había dos en toda la laguna: una en la Cueva de la Música de la escuela y otra enorme en la Gruta, donde se llevaría a cabo el espectáculo.

—La tía Cristabel dice que la tuba de la Gruta es tan poderosa que si tocas las notas bajas demasiado fuerte, todo el lugar se derrumbaría —comentó Marina.

Orla entornó los ojos.

—¿En serio?

—La tía Cristabel cuenta muchas historias —admitió ella—. Nunca sé qué creerle y qué no.

—Evitaré las notas bajas de todos modos —dijo Perla con una risita—. Por si acaso.

Marina sintió un cambio en la corriente. Llegaban más sirenas, que nadaban hacia el tablón de anuncios, apartándola a ella y a Marina y las demás de su camino mientras buscaban la hoja de las audiciones para el espectáculo en la Gruta. El agua se agitó y se arremolinó.

—¿Dónde está?

—¿Dónde anoto mi nombre?

—¡Yo quiero ser la protagonista!

—No han puesto la hoja todavía —trató de explicar Marina.

Pero nadie la escuchó. La empujaron y arrinconaron contra la pared. Perla y Orla desaparecieron bajo un montón de colas multicolores. Marina luchó por salir por encima del nudo de sirenas y agitó los brazos, tratando de llamar la atención de todas.

—La hoja aún no está lista —gritó tan fuerte como pudo—. ¡NO ESTÁ LISTAAAAA!

De repente, la puerta de Lady Sealia se abrió de golpe. Marina se congeló al ver a la directora alta y de cabello plateado. Todas las sirenas se quedaron mudas.

—¿Quién está gritando afuera de mi puerta? —preguntó Lady Sealia—. Despertaron a Dilys.

Acostado en los brazos de Lady Sealia, Dilys, el pez-perro, parpadeó adormilado en dirección a Marina, quien sintió un nudo en el estómago. Ya sabía lo que venía.

—Marina Blue —Lady Sealia clavó en Marina su mirada gélida—. Siempre he dicho que eres una alborotadora. Igual que tu tía.

Marina sintió que sus mejillas enrojecían. Tener una tía famosa le causaba MUCHOS problemas. La tía Cristabel había sido muy traviesa en la escuela, y algunos de sus maestros pensaban que ella era igual a su tía. Pero eso no era verdad. Era muy injusto.

—A Dilys NO le gusta el ruido a esta hora de la mañana —dijo Lady Sealia—. Ni a mí tampoco.

—Sí, Lady Sealia —dijo Marina, retorciéndose—. Lo siento, Lady Sealia. Lo siento, Dilys.

Dilys se había vuelto a dormir.

—¡Abran paso! —gritó una voz—. ¡Abran paso, por favor!

Marina oyó el tintineo de un pesado collar de coral. La maestra de música, la señorita Tinkle, nadaba a toda velocidad hacia ellas. Los pulpos nadan hacia atrás, por lo que la señorita Tinkle rebotó en las paredes varias veces antes de detenerse junto al tablón de anuncios.

—¡Buenos días! —gorgoteó la señorita Tinkle—. ¡Buenos días, Lady Sealia! ¡Buenos días, Dilys!

La maestra de música le hizo cosquillas a Dilys debajo de la barbilla con un tentáculo. Sus otros tentáculos colocaron la hoja de audiciones sobre el tablón de anuncios y la fijaron con varios percebes. Todas se abalanzaron hacia el tablón de anuncios de nuevo.

Marina se dio cuenta de que no había traído un bolígrafo para agregar su nombre a la lista. Mientras abría la boca para preguntarle a Orla si podía tomar prestado el suyo, notó que Lady Sealia le dirigía otra mirada hostil. De pronto, tuvo la horrible sensación de que la directora iba a castigarla. Tal vez incluso le prohibiría participar en las audiciones. Marina simplemente MORIRÍA si no pudiera hacerlo. ¿Por qué, oh, POR QUÉ era pariente de Cristabel Blue?

—Por favor, encárguese de que no haya más alboroto, señorita Tinkle —pidió Lady Sealia. Acarició la cabeza de Dilys con sus dedos largos y pálidos—. Dilys necesita su sueño reparador.

—¡Por supuesto, Lady Sealia!

La puerta del estudio de la directora se cerró de un portazo.

—¡Vamos ya! —dijo la señorita Tinkle, aplaudiendo con sus tentáculos mientras Marina respiraba aliviada—. ¡Las cantantes deben inscribirse ahora! La inscripción para la orquesta es esta tarde —añadió, mirando a Perla con un poco de nerviosismo.

—Lo sé, señorita Tinkle —dijo ella—. No se preocupe, no quiero cantar.

—Doy gracias a Neptuno por eso —murmuró la señorita Tinkle—. ¡Bueno! —continuó, mirando al resto de las sirenas—. ¿A quién le gustaría tener la oportunidad de cantar en la Gruta este año? Hay partes para solistas, dúos y muchos lugares en el coro.

Un mar de manos agitaba bolígrafos de caracola de colores brillantes.

—¡Yo, yo, señorita Tinkle!

—¡Yo quiero, señorita Tinkle!

Marina estudió la hoja con entusiasmo.

Marina casi gritó de alegría. La reina Maretta y los trasgos de las tormentas era su obra favorita. La historia era emocionante y romántica. Las canciones eran maravillosas y las sabía todas de memoria. Supo de inmediato qué papel quería interpretar.

—Quiero ser la reina Maretta —dijo Orla, garabateando su nombre en la hoja—. ¿Y tú, Marina?

Marina sintió surgir una oleada de preocupación en su pecho. Tendría que haber anticipado que esto sucedería.

—Yo también quiero ser la reina Maretta —contestó un poco nerviosa. Orla se rio.

—¡Vamos! Todo el mundo sabe que la reina Maretta tenía el cabello oscuro.

Agitó sus largos rizos negros como la tinta y miró la cabeza rubia platinada de Marina.

—La señorita Tinkle no te dará el papel sólo porque tu cabello es oscuro —dijo Marina, tan valientemente como pudo.

—Eso ya lo sé —respondió Orla—. La señorita Tinkle me lo dará porque soy la mejor cantante de la escuela.

La confianza de Marina se derrumbó. La señorita Tinkle quería más a Orla que a ella. Creía que era porque había sido maestra de la tía Cristabel hacía mucho tiempo, y nunca se había recuperado de la experiencia. Además, era cierto que Orla tenía una voz hermosa, rica y oscura como olas tormentosas de medianoche. La voz de Marina se parecía más a la superficie de la laguna en un día de verano: brillante, clara y chispeante. ¿Cuál representaba mejor a la reina Maretta?

Marina se dijo a sí misma que no debía rendirse tan fácilmente.

—No eres la mejor cantante de la escuela —le dijo a Orla—. Eres una de las mejores.

—¿De verdad vas a tratar de obtener el papel de la reina Maretta? —preguntó Orla incrédula.

—Sí —respondió Marina con las manos juntas para que no le temblaran. Odiaba discutir, especialmente con sus amigas.

—Bueno, supongo que puedes hacer lo que quieras —dijo Orla, encogiéndose de hombros. Marina se sintió aliviada.

—Genial —contestó, y trató de sonreír—. ¿Me prestas tu bolígrafo para anotar mi nombre? Olvidé el mío.

Orla le tendió su bolígrafo de caracola púrpura a Marina. Pero cuando ella estiró la mano para tomarlo, Orla lo soltó. El bolígrafo se hundió bajo las colas batientes de todas las sirenas que se anotaban a las audiciones y desapareció de la vista.