8,99 €
Desde el relato evangélico de la Última Cena hasta nuestros días son innumerables los textos que tratan sobre la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. El autor ha escogido un escritor representativo de cada siglo, de las tradiciones de Oriente y Occidente y en el contexto de las grandes épocas culturales, y ha reunido aquí sus textos más relevantes. Logra así un recorrido de una continuidad maravillosa, que muestra la solidez de la tradición de la Iglesia y ofrece una bella lección de renovación y progreso para nuestra época postconciliar. Resultará útil para todo aquel que aspire a hacer del misterio eucarístico el centro de su vida personal y comunitaria, pero también para profesores y estudiantes de Teología, grupos parroquiales, etc.
Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:
Veröffentlichungsjahr: 2018
GERMÁN MARTÍNEZ
EUCARISTÍA
Veinte siglos en veinte grandes textos
EDICIONES RIALP, S.A.
MADRID
© 2018 by GERMAN MARTINEZ
© 2018 by EDICIONES RIALP, S.A.,
Colombia, 63, 28016 Madrid
(www.rialp.com)
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN: 978-84-321-4931-3
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Te Deum laudamus,
en el 50.º aniversario de mi Ordenación sacerdotal
en las fiestas de san Pedro y san Pablo, 29 de junio
Monasterio de Samos, 1967
Parroquia de san Vicente Ferrer, Madrid, 2017
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
DEDICATORIA
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE. DEL JUDEO-CRISTIANISMO AL MUNDO GRECO-ROMANO
INTRODUCCIÓN. De la Cena del Señor al Ágape y a la Eucaristía (siglos I-III)
1. SAN PABLO (siglo I)
2. LA IGLESIA DE LOS MARTIRES (siglos II-III)
3. SAN JUSTINO (siglo II)
4. SAN CIPRIANO (siglo III)
SEGUNDA PARTE. EL ESPLENDOR DE LOS PADRES DE LA IGLESIA
INTRODUCCIÓN. La Eucaristía, celebración del misterio de salvación (siglos IV-VIII)
5. SAN JUAN CRISÓSTOMO (siglo IV)
6. SAN AGUSTÍN (siglo V)
7. SAN GREGORIO MAGNO (siglo VI)
8. SAN ISIDORO DE SEVILLA (siglo VII)
9. SAN JUAN DAMASCENO (siglo VIII)
TERCERA PARTE. EDAD MEDIA
INTRODUCCIÓN. Centralización litúrgica y nueva
10. SAN PASCASIO RADBERTO (siglo IX)
11. SAN SIMEÓN, EL NUEVO TEÓLOGO (siglo X)
12. SAN ANSELMO DE CANTERBURY (siglo XI)
13. SANTA HILDEGARDA DE BINGEN (siglo XII)
14. SANTO TOMÁS DE AQUINO (siglo XIII)
15. NICOLÁS CABASILAS (siglo XIV)
16. IMITACIÓN DE CRISTO (siglo XV)
CUARTA PARTE. DE LA REFORMA TRIDENTINA AL CONCILIO VATICANO II
INTRODUCCIÓN. De Trento a la Edad Contemporánea (siglos XVI-XX)
17. EL CONCILIO DE TRENTO (siglo XVI)
18. SAN FRANCISCO DE SALES (siglo XVII)
19. SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO (siglo XVIII)
20. SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS (siglo XIX)
QUINTA PARTE. EL CONCILIO VATICANO II Y NUESTRO TIEMPO
INTRODUCCIÓN. La Eucaristía como cumbre y fuente (siglos XX-XXI)
21. EL CONCILIO VATICANO II: CONSTITUCIÓN SOBRE LA LITURGIA (siglo XX)
22. SAN JUAN PABLO II (siglo XX)
23. BENEDICTO XVI (siglo XXI)
RESUMEN Y CONCLUSIÓN FINAL
GERMÁN MARTÍNEZ
INTRODUCCIÓN
MÁS DE VEINTE SIGLOS DE CRISTIANISMO nos han legado una riqueza inmensa de testimonios relativos a la Eucaristía. Son prueba del camino recorrido por incontables generaciones de creyentes en su acercamiento con fe, amor y devoción al Memorial del Señor. Camino que ha prolongado a lo largo de la historia bimilenaria de la Iglesia aquel otro camino de Jerusalén a Emaús, donde los ojos de dos discípulos se abrieron, después de la crucifixión, a la presencia del Señor glorioso (Lc 24,13-35). Sin embargo, para la mayoría de los creyentes estos testimonios eucarísticos de la historia, aún los más notables, han quedado olvidados, salvo casos excepcionales, en la noche de los tiempos. Son como espejos enterrados y, por tanto, ya no pueden reflejar el resplandor de la experiencia vivida por nuestros antepasados. En su tiempo, sin embargo, respondieron a una fe ardiente en la Eucaristía celebrada y vivida, y pueden ser para el presente y el futuro puerta de acceso a nuevas profundidades del Misterio eucarístico.
Somos conscientes de que la riqueza de este misterio que creemos, celebramos y vivimos transcenderá siempre cualquier enfoque teológico, o expresión ritual, del pasado o del presente. La Reforma litúrgica que se llevó a cabo tras la celebración del Concilio Vaticano II nos ofrece un caso ejemplar. Valorando positivamente esta última, el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía, juntamente con el papa Benedicto XVI (2007), han indicado la necesidad de redescubrir el vasto patrimonio “acumulado a través de los siglos sobre este Sacramento” y de “suscitar en la Iglesia nuevo impulso y fervor por la eucaristía” (Sacramentum Caritatis, n. 5, del papa Benedicto XVI). Este es el único objetivo que nos hemos propuesto en el estudio de esta modesta antología que ahora presentamos: Que todos comprendamos mejor y amemos más el Misterio eucarístico, de manera que lo experimentemos como el centro de nuestra vida.
De aquí que hayamos emprendido esta búsqueda de los grandes Maestros y sus textos. Como parte esencial de la gran tradición eucarística de la Iglesia, pueden contribuir a la renovación de nuestras celebraciones eucarísticas. “La Iglesia realiza la Eucaristía y la Eucaristía realiza la Iglesia”, según la bella fórmula de la época patrística. Esta admirable reciprocidad nos lleva a la conclusión de que la tradición eclesial bimilenaria, “realizando” la Eucaristía, es la Eucaristía que debe seguir “realizando” la Iglesia. Es decir, esta Eucaristía vista en perspectiva histórica encierra lecciones esenciales y modelos ejemplares de vida y celebración para la Iglesia de hoy y la diversidad de sus comunidades eclesiales. En definitiva, lo esencial es que la celebración de la Eucaristía continúe “realizando” la Iglesia que la celebra.
Efectivamente, esta antología de textos que ofrecemos constituye un rico legado de vivencias y prácticas eucarísticas del Oriente y Occidente cristianos: Padres de la Iglesia, mujeres consagradas y laicos, papas, obispos y concilios. Se van intercambiando en los contextos geográficos y culturales más diversos, pero reflejan, cada uno a su manera, un rayo de luz sobre el misterio. Comprensivamente el brillo de esta luz, que llamamos la tradición de la Iglesia, nos ayudará hoy como lo hizo antaño, a “contemplar como en un espejo la gloria del Señor” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis mistagógica IV, 9). A los ojos de la fe, la contemplación de esta gloria permanece siempre resplandeciente y, al mismo tiempo y por nuestra parte, siempre por descubrir en las celebraciones eucarísticas.
Nuestro intento ha sido “desenterrar” selectivamente del olvido un testimonio esencial, representativo de cada siglo y posiblemente relevante para nuestro tiempo, preferentemente en su contenido teológico-espiritual. Razón por la cual, manteniendo una perspectiva histórica, hemos creído imprescindible incluir los mejores testimonios del Oriente cristiano. El resultado de esta selección —un solo autor, siglo tras siglo—no podía ser otro que una gran diversidad de “tesoros” eucarísticos. Ninguna época agota el misterio, y cada autor es fruto de su mundo cultural y contexto teológico y, consiguientemente, tiene su propio mérito y limitaciones. Por la misma razón, hemos dado mayor relieve a autores que enriquecen la teología y espiritualidad eucarísticas del Concilio Vaticano II.
Siguiendo el mismo criterio, hemos buscado en nuestra selección la espiritualidad viva de cada siglo. Nuestra finalidad ha sido pastoral. Creemos que estos maestros pueden ayudarnos hoy en su conjunto a acrecentar nuestra fe y amor a la Eucaristía, profundizar el misterio en el contexto litúrgico actual, y ahondar el potencial espiritual que se derivan de este inmenso don, Cristo mismo. Finalmente, dada la gran riqueza testimonial de algunos maestros por excelencia sobre la Eucaristía, como san Agustín y santo Tomás, hemos tenido que condensarlos y adaptarlos, respetando siempre el pensamiento teológico del autor en su mundo cultural concreto.
Estos testimonios selectos nos facilitarán una comprensión más completa y nos ayudarán a descubrir nuevas riquezas del siempre inefable Misterio de la Eucaristía. Ya que el significado de este misterio se ha ido desarrollando siglo tras siglo en continuidad con el mandato que nos dio el Señor Jesús. En efecto, responden a diversos modos de entender y vivir la Eucaristía a lo largo de los siglos. Pensemos, por ejemplo, en el desarrollo de las diversas prácticas del culto de adoración a la Eucaristía fuera de la celebración de la Misa. Ni la Iglesia Ortodoxa en toda su historia, ni la Iglesia latina durante el primer milenio, conocieron este tipo de culto eucarístico. Sin embargo, la Iglesia Católica fue tomando conciencia de este nuevo desarrollo, corroborado por lo demás por la espiritualidad eucarística de innumerables santos. En consecuencia, en este estudio entendemos, en general, el Misterio eucarístico en toda su amplitud; es decir, tanto lo que vivimos en la liturgia de la Misa como en las prácticas de adoración eucarística fuera de ella.
Así, podríamos afirmar que este legado de fuentes bíblico-patrísticas, de textos antiguos y contemporáneos que presentamos, contiene todas verdades esenciales del misterio creído, celebrado y vivido por la Iglesia. A través de esta dinámica multisecular, su acento temático se va desplazando continuamente hacia diversos aspectos de la economía de la salvación que la Eucaristía actualiza. Cierto que debemos reconocer que a veces, en ciertas encrucijadas culturales, se produjo un oscurecimiento temporal del misterio. Sin embargo, también podemos comprobar que los grandes cambios paradigmáticos que aquellos testimonios aportaron a la conciencia cristiana llevaron, salvo excepciones, a un continuo renacimiento eucarístico. El presente estudio es prueba de ello. La profundización y el desarrollo de la conciencia eclesial respecto a este Misterio eucarístico a través del arco de más de dos milenios han sido verdaderamente prodigiosos.
Guiados por el Espíritu del Señor, estos testigos ejemplares que presentamos en este libro actualizaron en su tiempo la gran tradición eucarística y la enraizaron en su mundo cultural. Son el “sentido de los fieles” cristalizado en cada siglo. No los podemos ver aisladamente; se complementan e iluminan mutuamente, ya que responden a la misma fuente originaria del Misterio eucarístico. Sin pretenderlo a priori, nuestra investigación de cada siglo nos ha llevado a los clásicos de la espiritualidad cristiana de todos los tiempos, la gran mayoría de ellos reconocidos como santos y declarados doctores de la Iglesia. Bien ha dicho el papa san Juan Pablo II: “Con los santos, grandes intérpretes de la verdadera piedad eucarística, la teología de la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia vivida” (Ecclesia de Eucharistia, 62). Creemos que ellos son los mejores intérpretes y garantes privilegiados de la transmisión del misterio. Representan la tradición viva del cristianismo, en la que encontramos valores perennes de la espiritualidad eucarística. A través de esta cadena ininterrumpida de testigos y sus vivencias, la celebración eucarística recobra toda su profundidad y esplendor.
Este libro está dividido en cinco partes, osecciones, y cada una de estas, en capítulos. Primero presentamos brevemente cada sección, o parte del libro, que corresponde a una época cultural o periodo paradigmático de varios siglos. Estos forman el marco que caracteriza su contexto eclesial y cultural. A continuación dentro de esa época cultural de siglos, y siguiendo un orden cronológico, cada capítulo se centra en el autor escogido del siglo, o un concilio: ofrecemos primero una breve presentación del tiempo del autor, o concilio, su perfil teológico, la razón de nuestra selección, y la aportación del autor a la espiritualidad eucarística; segundo, transcribimos el texto, o textos más significativos de su obra (en muchos casos, toda su aportación eucarística); finalmente, hablamos de su mensaje y actualidad. Aquí analizamos e interpretamos su teología eucarística y espiritual, y la posible relevancia para nuestro tiempo.
Al final de este libro ofrecemos un resumen y conclusión de la obra. Nos darán una visión de conjunto de las verdades esenciales que forman las constantes eucarísticas de la tradición católica. Lo hacemos compendiando los textos de los autores más relevantes, ya presentados y analizados, y siguiendo los momentos principales de la estructura de la celebración eucarística: El encuentro de los discípulos con el Señor, la escucha de su Palabra, el romper el pan de la comida, la comunión con Cristo y, finalmente, el envío misionero de los discípulos.
Nota bibliográfica: Indicamos las fuentes para cada autor al final de los textos citados. Hemos prestado especial atención a las publicaciones más recientes. Para los ocho primeros siglos hemos seguido en general la traducción de textos de J. Solano, Textos Eucarísticos primitivos. I: Hasta finales del siglo IV (BAC 88, Madrid 1952). II: Hasta el fin de la época patrística (s. VII-VIII) (BAC 118, Madrid 1954) (reedición, Madrid 1978 y 1979). Mi profundo agradecimiento a Santiago Herraiz, director general de Rialp. Su apoyo, guía y visión hicieron posible la culminación de este renovado “camino de Emaús” de veinte siglos al corazón de la Eucaristía.
PRIMERA PARTE
DEL JUDEO-CRISTIANISMO AL MUNDO GRECO-ROMANO
Siglos I-III, Cáliz del Tesoro de Attarouthi, Siria, Plata y plata dorada c. 500-650. Metropolitan Art, Nueva York. En la parte superior, la inscripción reza: De san Juan, de la ciudad de Tarothis. Las estrellas probablemente representan la estrella de Belén, que anuncia el nacimiento de Cristo. Las cruces, el modo en que se produjo su muerte. Ambos son símbolos del nacimiento y muerte de Cristo, acontecimientos fuertemente vinculados a la Eucaristía.
INTRODUCCIÓN
De la Cena del Señor al Ágape y a la Eucaristía (siglos I-III)
SIGUIENDO UN CRITERIO SELECTIVO, NOS CENTRAREMOS en un testimonio importante de estos tres primeros siglos, a saber: La tradición según San Pablo en 1 Cor 11 (Nuevo Testamento), san Justino de Roma (siglo II) y san Cipriano de Cartago (siglo III). Daremos el contexto eclesial de estos autores con breves referencias a otros testimonios de su tiempo.
La forma de celebrar la Eucaristía ha cambiado a través de los siglos. Lo hemos presenciado en nuestro propio tiempo de cambios litúrgicos a partir sobre todo de la celebración del Concilio Vaticano II. Así sucedió también en la interpretación y celebración de la Eucaristía desde aquella Cena de despedida de Jesús en vísperas de su pasión y resurrección. El Maestro se sienta con sus discípulos “a modo romano” para celebrar la Cena pascual. En esta última Cena instituye el sacrificio eucarístico de su Cuerpo y Sangre, que anticipa e implica la Cruz gloriosa de su pasión y resurrección. Este es el Misterio eucarístico que la Iglesia perpetúa por los siglos “hasta que venga” (1Cor 11,26).
Desde este momento hay un largo proceso de cambios a partir de una comida religiosa y festiva, compartida alrededor de una mesa, a un ritual litúrgico. Podemos distinguir cuatro etapas en el modo de celebrar la Eucaristía, que pudieran subsistir contemporáneamente en el periodo que nos ocupa: La “fracción del pan”, el ágape, la separación entre comida y celebración y, finalmente, el rito litúrgico.
En la primera etapa, sobre todo en los relatos de San Lucas, los discípulos de Jesús se reúnen “el primer día de la semana”, es decir el domingo, o día del Señor, para celebrar “la fracción del pan” (Hch 2,42). Este nombre predomina en el siglo primero. Era una autentica comida según la tradición del seder pascual judío.
En la segunda etapa, el memorial del Señor, comunión con su cuerpo y sangre a través de los dos elementos del pan y del vino, pasa al final de una comida comunitaria (1 Cor 11,21), pero tiene forma de ágape, ocomida de hermandad.
En la tercera etapa, se separan ya la comida comunitaria y la celebración eucarística. Estas celebraciones tienen forma de un encuentro (véase Mc 6,34-44). Los gestos del ofrecimiento del pan y el vino, elementos básicos de vida en aquellas culturas, representan signos de una comida sagrada, entendida en referencia a la auto-donación del Cristo pascual a la comunidad cristiana.
En la cuarta etapa, aquella celebración festiva se trasforma en un rito eucarístico independiente, desapareciendo el marco de una comida en sentido estricto. Aquel ágape fraterno con elementos litúrgicos concretos (Palabra, salmos, oraciones, cantos) se fue progresivamente sacralizando. San Justino mártir, un laico y filósofo de profesión en Roma, es el primer testimonio, hacia el año 150, que ya no menciona el ágape. Este será el cambio histórico más radical en la forma externa —el signo básico de una comida— de la Cena del Señor.
La asamblea, imbuida por el Espíritu, celebra con júbilo la presencia del Resucitado y espera su Venida inminente. Son celebraciones de un culto profundamente espiritual y profético, con marcados acentos escatológicos (1 Cor 16,22; Ap 22,20). Esta asamblea, reunida en las casas, constituye el signo fundamental de la celebración la cual se extiende a la misma vida. Así, el sentido de culto no se refiere a prácticas rituales, sino más bien a Cristo y a la totalidad de la vida cristiana (Rom 12,1).