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Ningún diálogo de Platón (c. 427–347 a. C.) ha sido tan leído, estudiado y comentado a lo largo de la historia como Fedón, que no es una mera serie de preguntas y respuestas sin otro objeto que poner en evidencia el error de una teoría o la verdad de un principio, sino una composición de distinto género, en la que, en medio de los incidentes de un argumento principal, se proponen, discuten y resuelven problemas complejos, que interesan a la vez a la psicología, a la moral y a la metafísica. Obra sabia, en la que están refundidos, con profunda intención, tres objetos muy diferentes (el relato histórico, la discusión y el mito), Fedón es tan rico de contenidos, que el apelativo de sobre el alma que le dio la Antigüedad parece quedársele pequeño. Desde luego, la parte fundamental del diálogo se destina a los argumentos a favor y en contra de la inmortalidad del alma, pero el Fedón contiene, además, el esbozo de la doctrina de las ideas, toda una teoría del conocimiento, la formulación de un ideal de vida y, dando unidad a todo ello, el maravilloso relato de los últimos momentos de Sócrates. Con este diálogo, Platón pretendió dejar, cual legado, un documento de cómo el filósofo se enfrenta con el momento supremo de la existencia: la muerte.
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Veröffentlichungsjahr: 2015
FEDÓN
Equecrates1 — Fedón — Sócrates — Apolodoro — Cebes — Simmias – Critón — Fedón — Jantipa — El servidor de los Once
Equecrates — Fedón, ¿estuviste tú mismo cerca de Sócrates el día que bebió la cicuta en la prisión, o sólo sabes de oídas lo que pasó?
Fedón — Yo mismo estaba allí, Equecrates.
Equecrates — ¿Qué dijo en sus últimos momentos y de qué manera murió? Te oiré con gusto, porque no tenemos a nadie que de Flionte vaya a Atenas; ni tampoco ha venido de Atenas ninguno que nos diera otras noticias acerca de este suceso, que la de que Sócrates había muerto después de haber bebido la cicuta. Nada más sabemos.
Fedón — ¿No habéis sabido nada de su proceso ni de las cosas que ocurrieron?
Equecrates — Sí; lo supimos, porque no ha faltado quien nos lo refiriera; y sólo hemos extrañado el que la sentencia no hubiera sido ejecutada tan luego como recayó. ¿Cuál ha sido la causa de esto, Fedón?
Fedón — Una circunstancia particular. Sucedió que la víspera del juicio se había coronado la popa del buque que los atenienses envían cada año a Delos.
Equecrates — ¿Qué buque es ese?
Fedón — Al decir de los atenienses, es el mismo buque en que Teseo condujo a Creta en otro tiempo a los siete jóvenes de cada sexo, que salvó, salvándose a sí mismo. Dícese que cuando partió el buque, los atenienses ofrecieron a Apolo que si Teseo y sus compañeros escapaban de la muerte, enviarían todos los años a Delos una expedición; y desde entonces nunca han dejado de cumplir este voto. Cuando llega la época de verificarlo, la ley ordena que la ciudad esté pura, y prohíbe ejecutar sentencia alguna de muerte antes que el buque haya llegado a Delos y vuelto a Atenas; y algunas veces el viaje dura mucho, como cuando los vientos son contrarios. La expedición empieza desde el momento en que el sacerdote de Apolo ha coronado la popa del buque, lo que tuvo lugar, como ya te dije, la víspera del juicio de Sócrates. Dé aquí por qué ha pasado tan largo intervalo entre su condena y su muerte.