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Este libro, valioso para alumnos, maestros y padres de familia, es una batalla más en la guerra para mejorar la educación. Hacer tarea no es tarea fácil ofrece una reflexión crítica sobre las tareas escolares, cuestionando si realmente aportan beneficios al aprendizaje o si simplemente se siguen imponiendo por tradición. Desde la mirada infantil, la tarea es vista como una actividad tediosa que va en contra de la curiosidad y el asombro propios de la niñez. A través de estas páginas se plantea una pregunta clave: ¿Los maestros y la evidencia pedagógica respaldan la utilidad de la tarea, o su práctica continúa por inercia? Si los niños y niñas odian hacerla, y los maestros saben que los puntos positivos que ofrece no rebasan sus desventajas, ¿para qué hacerla? Con la guía de maestros expertos, este libro ofrece consejos prácticos para estudiantes y familias, ayudando a manejar de la mejor manera posible esta carga que, aunque desactualizada, sigue presente en el sistema educativo.
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Seitenzahl: 110
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Víctor Hernández
HACER TAREA
NO ES
TAREA FÁCIL
CÓMO ROMPER CON UNA TRADICIÓN EDUCATIVA
dr©2024 Victor Hernández
dr©2024 Ponle Acento
Primera edición, septiembre 2024
isbn:978-607-69770-6-4
PUBLICADO POR
Ponle Acento
Buenos Aires 2272 int. 101
Colonia Providencia
Guadalajara, Jalisco, México
www.ponleacento.com
Corrección de estilo
Andrea Orozco
ILUSTRACIONES
Andrea Orozco
ilustración de portada
AM—LAB
diseño editorial
Antonio Marts | Antígrafo ediciones
Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del autor, la reproducción total y parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.
Impreso en méxico
Agradecimientos
Todo mi amor y agradecimiento a Dios, quien guía mis pasos y tiene cuidado de todo y todos a quienes amo.
Infinitas gracias a mi madre, quien con su inteligencia y amor me ha enseñado a perseguir mis sueños con vehemencia.
Gracias a mi familia. A mi padre, por ser y haber sido tan bueno conmigo; un abrazo hasta el cielo. A mi hermana Cristina, por ser mi mayor fuente de inspiración, y a mi hermanita Monserrat, porque conversar con ella siempre es un oasis emocional.
A todos mis maestros y maestras, alumnos y colegas, todos y cada uno de ustedes me han enseñado a ser maestro, alumno y amigo.
Finalmente, un agradecimiento especial a Ponle Acentopor la confianza y acompañamiento que me ha brindado;trabajar con esta gran editorial ha sido una decisión acer-tada para el desarrollo de este libro. Gracias a Mina Navarro por su profesionalismo y amistad.
Prólogo
Este libro, escrito por Victor Hernández, nos invita a reflexionar sobre un tema que ha estado presente en nuestras vidas desde que éramos niños: las tareas escolares. A través de sus páginas, el autor nos lleva de vuelta a esos momentos de nuestra infancia, permitiéndonos revivir las experiencias educativas que giraban en torno a las «tareas». Desde el antes y el después de esta práctica tan arraigada, Victor nos invita a cuestionar si realmente las tareas ayudan o perjudican el proceso de aprendizaje.
Las tareas escolares han sido una constante en la vida familiar. Si bien los alumnos son los protagonistas de este ritual, no podemos ignorar el papel crucial de los docentes. Existe la creencia de que «a mayor cantidad de tareas en casa, mejor calidad educativa». ¿Es esto cierto o es sólo un mito? El autor nos plantea esta pregunta con el objetivo de repensar lo que realmente estamos logrando con la carga de trabajo extraescolar. ¿Estamos, sin darnos cuenta, contribuyendo a una presión innecesaria sobre los estudiantes? De una manera sencilla y ágil, esta obra propone que el verdadero cambio en la educación no radica en la cantidad de tareas, sino en su calidad. Un cambio tan simple como este podría revolucionar el aprendizaje.
Este libro aborda las tareas desde varias perspectivas, planteando una pregunta clave: ¿tiene sentido que, después de un largo día en la escuela, los niños lleguen a casa y, en lugar de relajarse, jugar o disfrutar de su familia, se enfrenten a más trabajo? Este es un tema que afecta tanto a padres como a maestros, y que genera un debate continuo en la sociedad. A través de su propia experiencia, Victor comparte sus vivencias y reflexiones como profesor de primaria, invitándonos a replantear el papel de las tareas en la educación.
La educación, como práctica de libertad, involucra no sólo a los educadores, sino también a los alumnos y a las familias. Hacer tarea no es tarea fácil nos invita a mirar más allá de lo que ya conocemos, a explorar los efectos, tanto positivos como negativos, que la tarea tiene sobre la vida de los estudiantes. Este libro no es un manual con respuestas definitivas, sino una invitación a reflexionar y replantear cómo podemos, como docentes, padres y sociedad, mejorar la relación entre la escuela y el hogar.
En definitiva, este texto es una profunda reflexión sobre el rol de las tareas escolares, y cómo podemos transformar la educación para el beneficio de los estudiantes, logrando que el aprendizaje sea un proceso que les permita ser ciudadanos más conscientes, felices y relajados. Si bien no es una tarea fácil, Victor nos recuerda que es posible, siempre y cuando estemos dispuestos a reflexionar sobre lo que realmente estamos haciendo.
Dra. Edwiges Fernández Hernández
Si dejamos a un ladolas tareas escolaresy dirigimosmás esfuerzosen crear buenos hábitosy fomentarvalores positivos,los niños y niñastendrán un mejor futuro.
INTRODUCCIÓN
La tarea es una tradición escolar obsoleta que debemos superar; esta es la máxima del libro que tienes en las manos. A lo largo de una vida como estudiante y de una trayectoria sustantiva como docente mexicano, he aprendido bastante de mis maestros, alumnos y colegas. Todas esas experiencias y conocimiento han permeado mi espíritu y encendido el fuego de mi propósito en la vida: contribuir a la educación de mi país a través de mi vocación docente, y estoy convencido de que el primer paso en este camino es contagiar a alumnos, maestros y padres de familia con la idea de que hay que ponerle fin a la tradición escolar más antigua y dañina de las escuelas: las tareas escolares.
La tarea es una herencia didáctica: los maestros dejamos tarea porque en el pasado como estudiantes nos la encargaron, los padres de familia preguntan si les dejaron tarea a sus hijos porque cuando ellos fueron niños también se los exigieron, pero ¿alguna vez la hemos cuestionado? Tal vez no, aunque seguramente todos nos hemos quejado de ella. Hacer tarea no es tarea fácil pone en tela de juicio esta práctica que más que ayudar a los estudiantes los ha perjudicado; pondremos el dedo en la llaga y enfrentaremos el prejuicio de que los alumnos aprenden más haciendo tarea.
En este libro encontrarás una propuesta muy interesante: terminar con la herencia escolar más detestable; las tareas.
Permíteme compartir algo personal. Tras la muerte de mi padre, aprendí muchas cosas importantes, y una de ellas es que hay muchos tipos de herencias. De él heredé mis valores loables y el gusto por vivir de manera intensa y con alegría, sin embargo, también aprendí que hay herencias que podemos rechazar o simplemente no reclamar: algún vicio como beber alcohol, fumar, enfrascarse en el trabajo, etcétera. De la misma forma en que podemos rechazar esas herencias, también podemos hacerlo con todas aquellas que representen algo negativo en nuestras vidas. Sucede lo mismo con las herencias sociales y culturales, como en este caso con la herencia escolar menos útil: el legado de las tareas. Ya lo dijo Shakespeare: «Sí, es costumbre… pero me parece que sería más decoroso quebrantar esta costumbre que seguirla».
La tarea ha sido un tema que ha ocupado mi atención toda la vida. Cuando fui estudiante la odié, porque la idea de repetir conceptos, hacer planas y contestar páginas de un libro que no entendía siempre me pareció agobiante. Al estudiar mi carrera como licenciado en educación basé la investigación de mi tesis en entender la anatomía de esta práctica, y ahora, como profesional de la educación que trabaja frente a grupo, he tenido la oportunidad de observar desde una nueva perspectiva y no sólo eso, sino también comprobar de primera mano que no dejar tarea a los alumnos y en su lugar implementar estrategias que los motiven no sólo mejora su aprovechamiento académico, sino que les genera un gusto genuino por aprender.
Prepárate para contagiarte de una idea o una causa que puede sacudir al país con una intensidad de siete puntos en la escala Richter y generar controversia en las escuelas, con los maestros, estudiantes y padres de familia. Después de leer las siguientes páginas entenderás que tu percepción negativa sobre las tareas es muy válida, y podrás enfrentar el mito de que el estudiante no quiere hacer tareas sólo por pereza, o de que el maestro que no deja tarea es un flojo. Esos pensamientos son un síntoma de continuar viviendo en el siglo pasado. Es momento de dar un paso hacia el progreso educativo, y este debe comenzar desde las nuevas ideas.
Dos últimas notas importantes: cabe aclarar que al momento de narrar las ideas e historias de este libro se generaliza el género al hablar de maestros, alumnos y padres de familia con la intención de economizar la cantidad de palabras, sin embargo, queda muy claro que en nuestro contexto mexicano las maestras, madres de familia y alumnas tienen un papel protagónico en el sistema educativo. Mi genuino respeto y admiración para ellas.
Por último, es importante agradecerte a ti, lector, por tomar la decisión de abrir la posibilidad a una nueva cultura educativa, personal y social. Gracias a los maestros, maestras, alumnos, alumnas, padres y madres de familia por elevar la educación del país y contagiar con nuevas ideas a todas las generaciones.
CAPÍTULO 1
¿Por qué rayos hacemos tarea?
11:00 p. m.
En mi cama hay por lo menos 50 hojas de lecturas que debo revisar para hacer mi tarea sobre las consecuencias que nos trajo la Segunda Guerra Mundial. ¿La Segunda Guerra Mundial? A mí no me interesa saber eso, y además, ya no se puede hacer nada, ¿o sí? Quién sabe.
Walter Issacson escribió uno de mis libros favoritos: Steve Jobs, y claro que yo quería leer y saber todo sobre Jobs, su estilo minimalista, su perfil de locura refinada y, sobre todo, sus dietas raras que lo hacían lucir un color naranja por comer tanta zanahoria. ¡Pero no! Hay que concentrarse en la tarea, tengo trabajo que hacer y ese resumen no se va a escribir solo. Un momento… ¿Resumen? No. ¿Cuestionario o mapa conceptual? No, el mapa era de la tarea de español. ¡Espera!, ¿qué? ¿Estudio español? Pero si yo hablo español. ¿Por qué tengo que hacer tanta tarea?
2:00 a. m.
Me rindo, es mucha tarea y no podré terminarla. Es culpa del profe. ¿Qué pensará, que a sus alumnos nos encanta hacer tarea? Seguro que hasta él está consciente de que es demasiada. De hecho, ni siquiera creo que mis compañeros la hayan terminado. ¡Claro!, yo creo que nadie la va a llevar, y no puede poner baja calificación a todo el grupo, ¿o sí? Mejor pienso en una buena excusa. Bien, ideas, ideas, ideas… Profe, ¿qué cree?, que se murió mi… ¡No, claro que no! No voy a fingir la muerte de nadie. Se enfermó mi tía. No, muy genérico. ¡Ya sé! Se la comió el perro. Ojalá el profe no se entere de que nunca he tenido perro. ¡No! Concéntrate: yo puedo, soy capaz, es una tarea sencilla, manos a la obra.
2:20 a. m.
Tengo mucho sueño, mejor cambio de plan: me duermo, descanso un poco y madrugo para terminar en la mañana. Sí, tiene sentido.
6:40 a. m.
«¡Ya son las 7:00!»,grita mi mamá como marinero anunciando tierra a la vista. Ok, ya se me hizo tarde y no terminé, mejor no voy a la escuela. Pero eso sería peor. Entonces, ¿qué hago? Profe, no pude terminar porque se murió mi… ¡No, no, no!
Si te has identificado con alguna parte de esta historia, créeme, es normal y todos pasamos por ese trago amargo que es la tarea. Tal vez te has enfrentado al maestro que deja tanta tarea que te invade la duda de si en serio puede revisar todos los trabajos que deja. Probablemente has pa-sado por momentos donde se funden la frustración y el entusiasmo porque quieres hacer la tarea, en serio quieres, pero no sabes cómo empezar o qué hacer exactamente. En fin, algo así como el malestar de la cultura escolar.
Pero esto tiene mucho sentido, hagamos cuentas. Supongamos que dedicas 30 minutos al día a hacer tarea, aunque hay algunos estudiantes que le dedican mucho más. He conocido a quienes invierten por lo menos dos horas al día haciendo su tarea, seguro que conoces a alguien así. Pero para hacer un cálculo, lo dejaremos en 30 minutos diarios.
Si el calendario escolar tiene 200 días por ciclo y tú dedicaste 30 minutos al día a la tarea, esto significa que tan sólo en tu etapa preescolar invertiste 25 días completos haciendo tarea, 50 en primaria, 25 más en la secundaria, 33 en la preparatoria y 88 en la universidad, aunque en este nivel el tiempo que se les dedica a las tareas es mucho mayor. Aquí pon mucha atención: ¡en promedio se invierten 221 días completos para hacer tarea durante la etapa de estudiante! Y ojo, eso suponiendo que no hiciste tarea ningún fin de semana y mucho menos en vacaciones. Casi un año de vida haciendo tarea. Increíble, ¿cierto? Eso es respecto a la cantidad de tiempo invertido, pero si evaluáramos la calidad de ese tiempo, este libro se convertiría en una comedia trágica.
Ahora bien, ¿qué se puede hacer? ¿Será que todos los estudiantes podrían unirse para firmar una petición y que se eliminen las tareas de una buena vez? ¿O en lugar de recurrir a la diplomacia, podría haber una revolución estudiantil para que nadie vuelva a hacer tarea? O en el peor de los casos, ¿es mejor aceptar con resignación que la tarea es un mal necesario?