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Félix de Azara es considerado generalmente como geógrafo y naturalista. Sin embargo, se ha hecho menos énfasis en su labor como etnógrafo sagaz. Azara recorrió el Chaco y convivió con los pueblos aborígenes de la región. Sus notas y observaciones reflejan el alcance de sus conocimientos sobre el Chaco y su comprensión sobre los hábitos y las tradiciones de sus habitantes. Informes de don Félix de Azara sobre varios proyectos de colonizar el Chaco es uno de los estudios de Azara sobre geografía e historia natural de Sudámerica. «Informes de don Félix de Azara sobre varios proyectos de colonizar el Chaco es uno de los estudios de Azara sobre geografía e historia natural de Sudámerica. Basta tender la vista al Chaco, donde han sido tan antiguos como constantes los esfuerzos que se han hecho para colonizarlo. El que lo intentó primero fue el capitán Andrés Manso, que rechazado de las fronteras del Perú por los regidores de la ciudad de la Plata, pasó el Pilcomayo con ánimo de establecerse en la margen occidental de este río; y por haber perecido a manos de los Chiriguanos, dejó a esta parte del Chaco el nombre de Llanos de Manso. Entretanto las poblaciones avanzaban por todas partes, y antes que expirase el siglo XVI, que había sido testigo de tantas hazañas, se habían fundado Santa Fe, Santiago del Estero, Esteco, San Miguel del Tucumán, Salta, Jujuy, que formaban una zona habitada desde las costas del Paraná hasta los valles de Tarija.» Pedro de Angelis
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Félix Azara
Informes de don Azara, sobre varios proyectos de colonizar el Chaco
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Informes de don Félix de Azara, sobre varios proyectos de colonizar el Chaco.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica: 978-84-9897-695-3.
ISBN ebook: 978-84-9897-694-6.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Proemio a los proyectos de colonización del Chaco 9
Colonización del Chaco 15
Excelentísimo señor 23
Libros a la carta 31
Brevísima presentación
La vida
Félix de Azara, 18 de mayo de 1742 (Barbuñales, Huesca)-1821. (España.)
Fue militar, ingeniero, explorador, cartógrafo, antropólogo y naturalista.
Estudió en la Universidad de Huesca y en la Academia militar de Barcelona dónde se graduó en 1764. Sirvió en el regimiento de infantería de Galicia y obtuvo el grado de lugarteniente en 1775. Siendo herido en la guerra de Argel, sobrevivió de milagro.
Asimismo rechazó en 1815 la Orden de Isabel la Católica en protesta por los ideales absolutistas imperantes en España.
Mediante el tratado de San Ildefonso (1777), España y Portugal fijaron los límites de sus dominios en América del Sur y Azara fue elegido como uno de los cartógrafos encargados de delimitar con precisión las fronteras. Marchó a Sudamérica en 1781 para una misión de algunos meses y vivió allí veinte años.
Al principio se estableció en Asunción, Paraguay, para realizar los preparativos necesarios y esperar al comisario portugués. Sin embargo, pronto se interesó por la fauna local y comenzó a estudiarla acumulando el extenso archivo que más tarde conformó los cimientos de su obra científica.
Cabe añadir, además, que colaboró con José Artigas en el establecimiento de pueblos en las fronteras entre la Banda Oriental (actual Uruguay) y el Imperio del Brasil.
Azara murió en España en octubre de 1821, víctima de una pulmonía; fue también conocida su amistad con Goya, quien pintó un retrato suyo.
Proemio a los proyectos de colonización del Chaco
Lo que más exageraron los conquistadores del Nuevo Mundo fue su población y riqueza; y aunque confirmase sus cálculos la inagotable abundancia de metales preciosos que brotaron las minas, no sucedió lo mismo con los hombres, que se hallaron siempre muy inferiores en número a lo que había sido anunciado.
No faltaban vasallos a Montezuma ni a los Incas; estaban también pobladas las orillas de la mar y unas cuantas provincias interiores, donde se asilaba la gente cuando estallaba alguna guerra o contagio: pero la soledad y el silencio reinaban en la mayor parte de este continente, que se dijo después haber sido asolado por los europeos.
No es nuestro propósito justificar los actos de barbarie de que se hicieron culpables, ni tampoco las medidas impróvidas del gobierno español para el fomento de la población. Los primeros han sido juzgados por la historia, y para no dudar de lo desacertado de las segundas, basta tender la vista al Chaco, donde han sido tan antiguos como constantes los esfuerzos que se han hecho para colonizarlo.
El que lo intentó primero fue el capitán Andrés Manso, que rechazado de las fronteras del Perú por los regidores de la ciudad de la Plata, pasó el Pilcomayo con ánimo de establecerse en la margen occidental de este río; y por haber perecido a manos de los Chiriguanos, dejó a esta parte del Chaco el nombre de Llanos de Manso.
El mal éxito de esta empresa hizo abandonarla por el lado del norte, defendido con tanto tesón por la ferocidad de los habitantes y el celo de las autoridades limítrofes.
Entretanto las poblaciones avanzaban por todas partes, y antes que expirase el siglo XVI, que había sido testigo de tantas hazañas, se habían fundado Santa Fe, Santiago del Estero, Esteco, San Miguel del Tucumán, Salta, Jujuy, que formaban una zona habitada desde las costas del Paraná hasta los valles de Tarija.
Las tribus fronterizas se echaron con furor sobre estas colonias, y la de Santa Fe estuvo a pique de zozobrar bajo los repetidos asaltos de los Abipones. El gobierno de la Asunción, que presidía entonces estas provincias, no pudo mirar con indiferencia la suerte de este pueblo que le servía de escala para la navegación de Paraguay, y mandó fundar otro en las orillas del Bermejo para contener a los agresores.