ION - Platón - E-Book

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Platón

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Beschreibung

Pese a ser una obra menor, el ION tiene un papel determinante en el corpus platonicum. En efecto, en él se esboza por vez primera la famosa crítica a la poesía como saber y se especifican las condiciones del arte (téchne) y la ciencia (epistéme) como formas de saber. ION es un rapsoda que viene de haber ganado un famoso certamen artístico y que se ufana de poseer un verdadero saber sobre Homero. A partir de su tradicional método de preguntas y respuestas, Sócrates intenta poner en cuestión el supuesto saber del rapsoda, brindándonos de paso una de las páginas más bellas y más influyentes que jamás se hayan escrito acerca de la inspiración poética.

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184

P718c Platón, 428-348 A.C.

Ion / Platón; Introducción, traducción y notas

Patricio Domínguez, José Antonio Giménez.

– 1a. ed. – Santiago de Chile: Universitaria, 2020.

80 p.; 11,5 x 18,2 cm. – (Los Clásicos)

Incluye notas a pie de página.

ISBN Impreso: 978-956-11-2670-1

ISBN Digital: 978-956-11-2671-8

1. Platón, 428.348 A.C. - Ion. 2. Filosofía antigua.

3. Platonismo.

I. t. II. Domínguez, Patricio, ed.

III. Giménez, José Antonio, ed.

© 2020, Platon.

Inscripción Nº 2020-A-1730, Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

©Editorial Universitaria, S.A.

Avda. Bernardo O’Higgins 1050. Santiago de Chile.

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluidas las fotocopias, sin permiso escrito del editor.

Texto compuesto en tipografía Palatino 10/13

CUBIERTA

Ánfora con una escena de la Ilíada. Museo de Bellas Artes de Houston, Estados Unidos.

www.universitaria.cl

Diagramación digital: ebooks [email protected]

ÍNDICE

Introducción

El ION y los diálogos tempranos

Estructura dramática y desarrollo del diálogo

ION, O SOBRE LA ILÍADA

Bibliografía

INTRODUCCIÓn

El Ion o sobre la Ilíada (Ión e perí Ilíados) ha sido traducido, analizado y discutido profusamente en los últimos años por parte de los estudiosos de Platón. Sin embargo, no fue este siempre el caso. En parte por su brevedad y en parte por la existencia de otras obras como el Fedro, que presentan una concepción relativamente más sistemática de la actividad poética, el Ion ocupó un lugar marginal en el corpus platonicum, e incluso durante el siglo XIX llegó a ser acusado de no ser un diálogo de Platón, sino obra de uno de sus discípulos1. Esta clase de dudas respecto a la autoría se fundan, a fin de cuentas, en el contenido y estilo literario de la obra. Así, nos encontramos, por ejemplo, con el rechazo de Goethe a la inclusión del Ion entre los diálogos canónicos, por tratarse de una parodia y de un juego de pura ironía de parte del autor2.Según Goethe, en este diálogo nos encontraríamos con un rapsoda claramente limitado en sus capacidades intelectuales (Ion), quien sería ridiculizado por Sócrates y forzado a aceptar la errónea tesis de que el quehacer poético puede ser explicado tan solo recurriendo a la inspiración divina. Sobre qué es la poesía, concluye Goethe, el Ion no nos diría nada. Esta concepción crítica del diálogo –cuya influencia se extendió entre los estudiosos de Platón hasta el siglo XX3– contrasta, sin embargo, con la positiva recepción que tuvo el Ion (directa o indirectamente) en distintos círculos filosóficos y literarios a lo largo de la historia. En particular, la teoría de la inspiración poética desarrollada en este diálogo es heredada por la literatura latina, alcanza su cumbre especulativa en el neoplatonismo, y encuentra representantes tanto en el pensamiento medieval como en el moderno4.Cabe aquí nombrar, por ejemplo, la importancia del Ion para la teoría del “frenesí poético” de los humanistas (Marsilio Ficino cambia en su traducción del diálogo el subtítulo original por De furore poetico) y la influencia de esta tradición en la teoría del “genio” del romanticismo5.

Las dudas que suscitó la autenticidad el Ion en el siglo XIX y en parte del XX se han disipado por completo en la literatura contemporánea. Por otra parte, aun cuando hoy en día subsista la tensión entre las lecturas románticas y escépticas de la obra, los investigadores han volcado su atención a otros aspectos del diálogo platónico, que revelan su importancia cultural, literaria y filosófica.

El Ion es, en primer lugar, un testimonio histórico fundamental para reconstruir la cultura de la rapsodia (el arte de recitación de las epopeyas) y su persistencia hasta los tiempos de Platón (siglo IV a. C.). La rapsodia, una práctica cuyos orígenes se remontan al menos en Atenas al siglo VI, formaba parte fundamental de la vida cultural de la Grecia clásica y era una de las principales fuentes de entretenimiento en las festividades griegas. Pero los rapsodas cumplían a su vez una función aún más esencial: por medio de ellos se transmitían e interpretaban los versos de Homero, el “educador de Grecia”6. En consecuencia, una comprensión adecuada del diálogo platónico debe tener en cuenta no solo el rol particular de la rapsodia como medio de entretenimiento sino, junto a este, su más amplia dimensión de educadora y transmisora de la tradición. Por otra parte, el Ion da cuenta de un momento crítico de la tradición poética oral. El desarrollo de la escritura y de nuevas formas de oralidad en los siglos V y IV a. C. (en particular, la sofística) volvieron la función educativa de la rapsodia no tan evidente como antes7. Los diálogos platónicos –una forma de escritura que, sin embargo, busca representar en sí una forma nueva de oralidad, a saber, la del diálogo filosófico–, pretenden ciertamente también sustituir a la oralidad poética de su predominancia como educadora de la sociedad8.

En segundo lugar, si bien el Ion es un diálogo menor en comparación con las grandes obras literarias de Platón, contiene – como corresponde a un diálogo platónico – páginas de una inmensa belleza en donde el filósofo Sócrates parece ser también arrobado por una inspiración poética. El valor de estas páginas ha pasado a la historia en la forma de las distintas metáforas usadas por Sócrates para dar cuenta de la inspiración del poeta y del rapsoda, y de la capacidad de “proyección” o comunicación afectiva del rapsoda (y del actor) con el auditorio. Por otra parte, respecto a sus recursos argumentativos y literarios, en el Ion podemos reconocer tanto el ejercicio de la “refutación” (élenchos) como el de la “ironía” (eironeía) socrática. La investigación contemporánea reconoce en estos recursos, que se dan del modo más característico en los diálogos socráticos o tempranos de Platón, una importancia particular tanto para reconstruir el pensamiento del Sócrates histórico como para comprender el método de la conversación o “dialéctica” que será desarrollado en nuevas dimensiones en los diálogos posteriores.

En tercer lugar, es necesario enfatizar el interés estrictamente filosófico que despierta este diálogo. Aquí encontramos una primera versión de la querella entre la poesía y la filosofía, y un primer intento de explicación de la creación poética y de la proyección emocional propia de la representación artística. Por otro lado, la denegación del estatuto de arte al quehacer rapsódico (y poético) va acompañada, por su parte, de una determinación de las condiciones propias del conocimiento técnico y, en último término, de las condiciones propias de todo saber. El Ion adelanta, de esta manera, algunos aspectos fundamentales de la posterior epistemología platónica.

El Ion y los diálogos tempranos

Es bastante probable que el Ion haya sido escrito por Platón a finales de la primera década del siglo IV a. C. en una fecha cercana a la redacción de la Apología9. Tenemos que imaginarnos a un joven Platón iniciando su carrera escritural y preocupado fundamentalmente por revalidar frente a los atenienses la figura de Sócrates. El Ion debe considerarse, por lo tanto, como uno de los diálogos tempranos de la producción literaria de Platón, aun cuando temáticamente pueda ponerse en conexión con diálogos más maduros como la República y el Fedro. Lo que caracteriza a los diálogos del periodo temprano, como ya adelantamos, es el recurso por parte del personaje Sócrates al método de la refutación. Sócrates asume de partida la posición del interrogador sonsacando a su interlocutor una primera afirmación, la cual será puesta a prueba por los siguientes intentos de refutación. La peculiaridad de la refutación socrática estriba en el hecho de que las afirmaciones a refutar se presentan siempre avaladas por la aparente autoridad profesional (y, en algunos casos, moral) del interlocutor, de modo que la puesta en cuestión de la tesis inicial involucra en un nivel más profundo la refutación de la concepción que el interlocutor tiene de sí mismo. Ahora bien, la ejecución de la refutación, como distintos estudiosos han hecho ver, tiene lugar de manera “indirecta”10: Sócrates no discute directamente la tesis inicial (p), sino que compromete al interlocutor con nuevas afirmaciones (q, r), a partir de las cuales se deducirá la negación de la primera tesis (-p). Este proceder permite al interlocutor tener una doble salida: o bien aceptar la falsedad de la tesis inicial o bien persistir en ella negando alguna de las afirmaciones posteriores. Un interlocutor honesto debiese aceptar, sin embargo, que en algún punto debe modificar su aparato de creencias si no quiere vivir en contradicción consigo mismo.

Otra característica de los diálogos de refutación es el tipo de pregunta que abre la discusión. Esta pregunta suele tener la forma “qué es x”, es decir, se trata de una pregunta por la definición de alguna cosa. El definiendum (lo que hay que definir) de los diálogos de refutación consiste, en general, en una virtud (qué es la valentía en el Laques, qué es la templanza en el Cármides o qué es la piedad en el Eutifrón), pero también puede tratarse de alguna práctica o profesión (qué es la retórica en el Gorgias). Como vimos, esta pregunta suele interesar particularmente a los interlocutores de Sócrates: así vemos que Sócrates en el Eutifrón interroga por la naturaleza de la piedad a un sacerdote y en el Ion cuestiona a un rapsoda sobre la naturaleza de su profesión. Una última característica de estos diálogos que cabe aquí nombrar es que no suelen entregar un resultado positivo (es decir, una respuesta satisfactoria a la pregunta inicial), sino que culminan más bien en aporía (literalmente: “sin salida”). El carácter aporético de estos diálogos no implica, sin embargo, que en el proceso de refutación no se haya ganado conocimiento alguno, en la medida en que se ha logrado al menos determinar qué definientia (las distintas hipótesis que han sido dejadas de lado por la refutación) no son adecuadas para el definiendum.

Algunos han sostenido que el Ion difiere significativamente de los demás diálogos de refutación, en la medida en que aquí no se persigue propiamente una definición11 ni se culmina en aporía (aun cuando desde la Antigüedad este diálogo fue catalogado como peirastikós12, esto es, como un diálogo “tentativo o heurístico” que antes que determinar positivamente la naturaleza del objeto de la investigación da cuenta más bien de qué determinaciones no le corresponden)13. Este juicio es parcialmente verdadero. En el Ion Sócrates no persigue desde el comienzo la pregunta por una definición, sino que más bien pone a prueba la pretensión por parte del rapsoda Ion de ser capaz de interpretar los versos de Homero (la Ilíada y la Odisea)14 del mejor modo posible. Sin embargo, es claro también que por medio de la refutación de Ion Sócrates busca poner en entredicho la pretensión “técnica” de la práctica rapsódica en general y, de esta manera, negarle a la rapsodia el carácter de “arte”15. El diálogo procede, de esta manera, a examinar si la rapsodia es un arte, afirmación que encontramos primero en boca de Sócrates y que se halla de modo implícito en la pretensión inicial de Ion de que la rapsodia involucra algún tipo de saber (“poder explicar los pensamientos o el sentido –diánoia– de Homero”). Sócrates busca, así, en el Ion –de una manera no muy distinta al Gorgias con respecto a la retórica– refutar la hipótesis que sostiene que la rapsodia (y, como veremos, también la poesía) es un arte de cierto tipo específico.

Por otra parte, es necesario precisar en qué sentido el Ion puede ser considerado un diálogo refutatorio, tomando en cuenta que no termina de modo puramente aporético. En las últimas líneas Ion acepta que su actividad no tiene lugar por arte sino por inspiración divina. Esta determinación positiva de la rapsodia (y de la poesía) excede ciertamente el objetivo refutatorio de hacer patente a Ion que carece de arte. No obstante, más allá de la importancia que le demos a la doctrina de la inspiración poética presentada por Sócrates en las páginas centrales del Ion, es posible interpretar el resultado del diálogo en clave aporética. En primer lugar, es bastante razonable pensar que Ion adopta la conclusión de Sócrates –tras fracasar en su intento de justificar racionalmente su actividad– presionado por las consecuencias de su negativa (“o bien opera por inspiración o bien engaña a Sócrates”). En segundo lugar, aun cuando la teoría de la inspiración propuesta por Sócrates pueda interpretarse como un resultado positivo, es claro que esta teoría cumple en el diálogo (al menos, también) una función estratégica, a saber, llevar al rapsoda a negar que su actividad tenga por origen el conocimiento. El Ion