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Dina no ha visto a Jamal durante muchos años, desde aquel entonces en que eran amigos en la infancia. Ahora Dina está intentando escalar puestos en la policía y él posee información que le permitiría meter a varios de los criminales más buscados tras las rejas, pero, ¿cuál será el precio de Jamal?
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Seitenzahl: 50
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Christina Tempest
Translated by Javier Orozco Mora
Lust
Juegos peligrosos - un relato corto erótico
Translated by Javier Orozco Mora
Original title: Farlig leg
Original language: Danish
Copyright © 2020, 2021 Christina Tempest and LUST
All rights reserved
ISBN: 9788726717556
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
Miré el reloj, luego el fondo de la calle sin salida. Habían pasado ya diez minutos.
¿Acaso se había echado para atrás? Joder, pero fue él quien solicitó y organizó el encuentro. O quizás estaba ocultándose en algún lugar, detrás de alguna ventana, estudiando cada uno de mis movimientos. Me estiré un poco para mantenerme en calor. Miré el reloj de nuevo y después el gris y triste distrito industrial. Enormes fábricas con distintos grados de deterioro: ventanas rotas, fachadas raídas y señales crueles que atestiguaban lo mucho que alguna vez se creyó en este proyecto.
Estaba esperando al otro extremo de una calle sin salida, dejé mi automóvil unas calles atrás para llegar a pie. Justo en este árido lugar, a esta hora exacta, me había citado uno de los criminales más buscados del país. Un hombre a quien por los caprichos del destino conocí cuando éramos niños.
A pesar de los alarmantes latidos de mi corazón y del atroz nerviosismo que sentía al imaginarme frente a él, deseaba con todas mis fuerzas que apareciera. Lllevaba dos años trabajando como agente y, a diferencia de la mayoría de mis colegas, no tenía ningún informante. Como consecuencia no había logrado ningún resultado excepcional, ni había tenido la oportunidad de planear ni de resolver un caso mayor. Aún no. Todo eso podía cambiar ese día . Él se negó rotundamente a conversar con cualquier otra persona, por lo tanto no estuvo en discusión quién asistiría. El informante era mío. No teníamos ni una pista acerca de lo que revelaría, pero tampoco dudábamos: si él quería podría guiarnos hacia una de las capturas más importantes de los últimos años. Con su ayuda podríamos detener a varios de los peces gordos de la red de tráfico hachís, en la cual él destacaba, aunque también podría ser una artimaña para dejar a alguno de sus rivales fuera de combate.
Las películas no siempre lo muestran, pero la verdad es que la policía está muy relacionada con los criminales y no solo al detenerlos para meterlos tras las rejas. Gran parte de nuestra información proviene de informantes, los cuales dirigen nuestra atención a situaciones que quizás deberían investigarse más de cerca. ¿Albergan intenciones ocultas urdidas con lo que deciden revelar? Ciertamente y, a menudo, ni siquiera las disimulan hábilmente. Claro, somos conscientes de que cuando nos dirigen hacia sus adversarios, frecuentemente intentan dejar fuera de combate a su rival. Y si eso nos funciona, ¿acaso existe un problema? Personalmente no me importa operar en la frontera entre lo correcto y lo incorrecto si eso se traduce en buenos resultados. Si no fuera así, jamás lograríamos nada, además nuestros oponentes no tienen remilgos en moverse libremente por las zonas negras de la legalidad.
Saqué mi teléfono en cuanto vibró. Un mensaje de un número desconocido.
Weltex a la derecha. Ingresa por la entrada principal.
Levanté la mirada, sin demoras avisté el edificio Weltex. El rótulo con letras contundentes empotrado por encima de una amplia entrada de vidrio resaltaba sobre el estacionamiento que acaba de cruzar. Me acerqué, con vacilación puse una mano contra la puerta de cristal que para mi sorpresa se deslizó sin ni siquiera un chillido. Entré.
El teléfono vibró de nuevo.
La escalera a la derecha.
Rápido localicé la escalera al costado derecho de la recepción. Era difícil pasarla por alto, ancha, blanca y metálica como la mayoría de las superficies del local. Varios trozos de vidrio tronaron bajo mis zapatos al subir los escalones, a pesar de la decadencia era fácil imaginar lo impresionante que la recepción fue en otros tiempos. Ni idea acerca de lo que Weltex fabricaba, ¿quizás bolsas?
Hasta arriba, la puerta a la izquierda.
Al subir identifiqué la puerta indicada, inhalé profundamente colocando mi mano en ella. ¿Qué encontraría al otro lado? Quizás un progreso valioso en mi carrera, la cual era casi la única aspiración que albergaba después de la muerte de mi madre y padre y la mudanza de mi hermano a los EUA. ¿Acaso una de las figuras centrales de uno de los imperios más brutales del tráfico de hachís súbitamente había decidido confesar todo? ¿O simplemente me proporcionaría algunos datos insignificantes que, en el mejor de los casos, conducirían a un par de arrestos por posesión, pero que acarrearían graves problemas para sus rivales del mercado de hachís que él intentaba dominar?
Lo que realmente me esperaba jamás podría adivinarlo, sin importar cuanto tiempo me quedara frente a la puerta reuniendo valor. Respiré hondo, tomé fuerza y entré en la habitación.
***
Encontré a Jamal al otro lado de la habitación, la cual daba la impresión de haber sido la oficina del director. Uno de los muros estaba hecho de cristal, me pareció insólito que ninguna ventana estuviera rota. Él traía puesta menos ropa de la que yo pensé que uno usaba en este tipo de intercambios: pantalones flojos de una tela suave, zapatillas deportivas y una camiseta sin mangas, los tirantes eran tan largos que dejaban su torso casi al descubierto. Una vista impresionante. Rápido elevé mi mirada hacia su rostro. Sus ojos oscuros ardieron al encontrar los míos.
— Mi niña pequeña ha crecido —fueron sus primeras palabras.