Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Cuando Violet Smith, una profesora de música, se da cuenta de que un hombre misterioso la sigue en bicicleta por el campo, busca la ayuda de Sherlock Holmes. Mientras Holmes investiga, descubre un plan que implica engaño, codicia y un siniestro complot para apoderarse de una herencia. Una historia de suspense, disfraces y la resistencia de una joven decidida.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 35
Veröffentlichungsjahr: 2025
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Cuando Violet Smith, una profesora de música, se da cuenta de que un hombre misterioso la sigue en bicicleta por el campo, busca la ayuda de Sherlock Holmes. Mientras Holmes investiga, descubre un plan que implica engaño, codicia y un siniestro complot para apoderarse de una herencia. Una historia de suspense, disfraces y la resistencia de una joven decidida.
Engaño, Herencia, Persecución
Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.
Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.
Desde 1894 hasta 1901, inclusive, el Sr. Sherlock Holmes fue un hombre muy ocupado. Se puede decir con seguridad que no hubo ningún caso público de dificultad en el que no fuera consultado durante esos ocho años, y hubo cientos de casos privados, algunos de ellos de carácter más intrincado y extraordinario, en los que desempeñó un papel destacado. Muchos éxitos sorprendentes y algunos fracasos inevitables fueron el resultado de este largo período de trabajo continuo. Como he conservado notas muy completas de todos estos casos, y yo mismo participé personalmente en muchos de ellos, puede imaginarse que no es tarea fácil saber cuál debo seleccionar para presentarlo al público. Sin embargo, mantendré mi regla anterior y daré preferencia a aquellos casos cuyo interés no radica tanto en la brutalidad del crimen como en el ingenio y la calidad dramática de la solución. Por esta razón, expondré ahora ante el lector los hechos relacionados con la señorita Violet Smith, la ciclista solitaria de Charlington, y la curiosa secuela de nuestra investigación, que culminó en una tragedia inesperada. Es cierto que las circunstancias no admitían ninguna ilustración llamativa de aquellos poderes por los que mi amigo era famoso, pero hubo algunos puntos del caso que lo hicieron destacar en aquellos largos registros de crímenes de los que extraigo el material para estas pequeñas narraciones.
Al consultar mi cuaderno del año 1895, descubro que fue el sábado 23 de abril cuando oímos hablar por primera vez de la señorita Violet Smith. Recuerdo que su visita fue muy inoportuna para Holmes, pues en ese momento estaba inmerso en un problema muy abstruso y complicado relacionado con la peculiar persecución a la que había sido sometido John Vincent Harden, el conocido millonario del tabaco. Mi amigo, que amaba por encima de todas las cosas la precisión y la concentración del pensamiento, se resentía ante cualquier cosa que le distrajera de la cuestión que tenía entre manos. Y, sin embargo, sin una dureza que era ajena a su naturaleza, era imposible negarse a escuchar la historia de la joven y hermosa mujer, alta, elegante y majestuosa, que se presentó en Baker Street a última hora de la tarde e imploró su ayuda y consejo. Fue en vano insistir en que su tiempo ya estaba completamente ocupado, pues la joven había venido con la determinación de contar su historia, y era evidente que nada, salvo la fuerza, podría sacarla de la habitación hasta que lo hubiera hecho. Con aire resignado y una sonrisa algo cansada, Holmes rogó a la hermosa intrusa que tomara asiento y nos informara de lo que la preocupaba.
—Al menos no puede ser su salud —dijo, mientras sus deseosos ojos la examinaban—, una ciclista tan apasionada debe estar llena de energía.
Ella bajó la mirada sorprendida hacia sus propios pies, y observé el ligero enarenado del lateral de la suela causado por la fricción del borde del pedal.
—Sí, monto mucho en bicicleta, Sr. Holmes, y eso tiene algo que ver con mi visita de hoy.
Mi amigo tomó la mano sin guante de la señora y la examinó con tanta atención y tan poco sentimiento como un científico mostraría a un espécimen.