La Aventura del Pie del Diablo - Arthur Conan Doyle - E-Book

La Aventura del Pie del Diablo E-Book

Arthur Conan Doyle

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Beschreibung

Sherlock Holmes y el Dr. Watson viajan a Cornualles para descansar, pero su tranquilo retiro se ve interrumpido cuando se encuentran con un caso misterioso y espeluznante. Un hogar pacífico se ve afectado por una tragedia repentina e inexplicable que deja una víctima muerta y a otras profundamente afectadas de formas que nadie puede comprender. Holmes debe confiar en su aguda observación y deducción para descubrir la fuerza oculta detrás de los extraños acontecimientos.

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Seitenzahl: 45

Veröffentlichungsjahr: 2025

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La Aventura del Pie del Diablo

Arthur Conan Doyle

SINOPSIS

Sherlock Holmes y el Dr. Watson viajan a Cornualles para descansar, pero su tranquilo retiro se ve interrumpido cuando se encuentran con un caso misterioso y espeluznante. Un hogar pacífico se ve afectado por una tragedia repentina e inexplicable que deja una víctima muerta y a otras profundamente afectadas de formas que nadie puede comprender. Holmes debe confiar en su aguda observación y deducción para descubrir la fuerza oculta detrás de los extraños acontecimientos.

Palabras clave

Vacaciones, Investigación, Pasión

AVISO

Este texto es una obra de dominio público y refleja las normas, valores y perspectivas de su época. Algunos lectores pueden encontrar partes de este contenido ofensivas o perturbadoras, dada la evolución de las normas sociales y de nuestra comprensión colectiva de las cuestiones de igualdad, derechos humanos y respeto mutuo. Pedimos a los lectores que se acerquen a este material comprendiendo la época histórica en que fue escrito, reconociendo que puede contener lenguaje, ideas o descripciones incompatibles con las normas éticas y morales actuales.

Los nombres de lenguas extranjeras se conservarán en su forma original, sin traducción.

 

La Aventura del Pie del Diablo

 

Al registrar de vez en cuando algunas de las curiosas experiencias y recuerdos interesantes que asocio con mi larga y íntima amistad con el Sr. Sherlock Holmes, me he enfrentado continuamente a dificultades causadas por su propia aversión a la publicidad. Para su espíritu sombrío y cínico, todo aplauso popular era siempre abominable, y nada le divertía más al final de un caso exitoso que entregar la revelación real a algún funcionario ortodoxo y escuchar con una sonrisa burlona el coro general de felicitaciones fuera de lugar. Fue precisamente esta actitud por parte de mi amigo, y ciertamente no la falta de material interesante, lo que me ha llevado en los últimos años a publicar muy pocos de mis registros. Mi participación en algunas de sus aventuras fue siempre un privilegio que me obligaba a la discreción y la reticencia.

Por eso me sorprendió considerablemente recibir el martes pasado un telegrama de Holmes —nunca se le ha conocido que escriba cuando basta con un telegrama—en los siguientes términos: “¿Por qué no les cuentas el horror de Cornualles, el caso más extraño que he tratado?”. No tengo ni idea de qué recuerdo le había traído el asunto a la memoria, ni qué capricho le había llevado a desear que yo lo contara; pero me apresuro, antes de que llegue otro telegrama cancelándolo, a buscar las notas que me dan los detalles exactos del caso y a presentar la narración a mis lectores.

Fue entonces, en la primavera de 1897, cuando la férrea constitución de Holmes mostró algunos síntomas de flaquear ante el constante y exigente trabajo, agravado, tal vez, por sus propias indiscreciones ocasionales. En marzo de ese año, el doctor Moore Agar, de Harley Street, cuya dramática presentación a Holmes quizá cuente algún día, le ordenó terminantemente que dejara todos sus casos y se sometiera a un descanso completo si quería evitar un colapso absoluto. El estado de su salud no era un asunto que le interesara lo más mínimo, ya que su distanciamiento mental era absoluto, pero finalmente se vio obligado, ante la amenaza de quedar inhabilitado para trabajar de forma permanente, a cambiar por completo de aires y de entorno. Así fue como, a principios de la primavera de ese año, nos encontramos reunidos en una pequeña cabaña cerca de la bahía de Poldhu, en el extremo más alejado de la península de Cornualles.

Era un lugar singular, y especialmente adecuado para el humor sombrío de mi paciente. Desde las ventanas de nuestra pequeña casa encalada, situada en lo alto de un promontorio cubierto de hierba, contemplábamos todo el siniestro semicírculo de Mounts Bay, aquella vieja trampa mortal para los veleros, con su franja de acantilados negros y arrecifes azotados por las olas en los que innumerables marineros han encontrado la muerte. Con la brisa del norte, se muestra plácida y protegida, invitando a las embarcaciones azotadas por la tormenta a refugiarse en ella en busca de descanso y protección.

Entonces llega el repentino giro del viento, el vendaval abrasador del suroeste, el ancla que se arrastra, la costa de sotavento y la última batalla en las espumosas olas. El marinero prudente se mantiene alejado de ese lugar malvado.