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La bondad es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno a la visita de un viajero a un potentado amigo.
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Seitenzahl: 116
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Pedro Muñoz Seca
COMEDIA EN TRES ACTOS
Estrenada en el Teatro REY ALFONSO de Madrid el 7 de Enero de 1925
Saga
La bondad Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1925, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508291
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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Queda necho el depósito que marca la ley.
A LEANDRO ALVEAR
Y DE LA COLINA
Un salón amueblado con gusto y riqueza en casa de Pablo Inciarte. Puerta de entrada en el lateral derecho (actor) y dos puertas a la izquierda. Es de día. En Madrid. En Octubre.
(A levantarse el telón, DOMINGO, criado de la casa, hombre joven y muy madrileño, está examinando los periódicos ilustrados que hay sobre una mesita.)
Adela (Vieja criada, por la derecha.) Domingo.
Dom . ¿Qué pasa?
Ade . Pregunta por el doctor un caballero.
Dom . ¿Por cual doctor, por don Pablo o por su ayudante?
Ade . Por don Pablo.
Dom . Pues dígale ustez que hoy no hay consulta.
Ade . ¿Pues qué día es hoy, Domingo?
Dom . Domingo, señora.
Ade . ¿Domingo?
Dom . Domingo.
Ade . ¡Claro...! Así había tanta gente en la misa de ocho... Estoy en babia.
Dom . Sí, señora.
Ade . ¿Eh?
Dom . Que le diga ustez que vuelva mañana.
Ade . Ahora mismo. (Se va por la derecha.)
Dom . (Ante una portada del Mundo Gràfico.) ¡Aquí está..! ¡Esta es...! (Piropeando a la fotografía.) ¡Huy qué monumento...! ¡Su madre...! ¡Y madrileña...! (Mordiendo al aire.) ¡Am...! (Arrancando la hoja.)Esta la pego también en mí cuarto... ¡Ya lo creo! (Contemplándola.)¡Que haiga yo nacido en las Peñuelas y de padres desconocidos...! Bueno, desconocidos en el sentido de que no son personas de posición... Porque yo, con cien mil duros, un Hispano, esta gachí y en alpargatas, que es como a mí me gusta estar... ¡bueno!
Ade . (Entrando nuevamente.)Domingo.
Dom . Y dale, Adela.
Ade . Que no es un enfermo, sino un amigo del señor, que vuelve de un viaje y desea verle.
Dom . ¡Caramba, hombre! ¿Será don Blas Padilla, ese tío medio chiflao que anda de por vida recorriendo mundos...? Ojalá que fuera. Siempre que se larga por ahí le doy yo un duro pa que me compre alguna maritata y me trae cada rareza,,. ¿Qué señas tiene? ¿Es grueso y calvo...?
Ade . Grueso y calvo.
Dom . Ese va a ser don Blas. Aguarde usted. (Se va por la derecha.)
Ade . (Examinando el Mundo Gráfico mutilado porDomingo.) Ya arrancó la portada. Dentro de un rato se llevará el frasco de la goma y la pegará en su cuarto, que hay que ver cómo tiene las paredes y el techo... Y dice que por las noches con la luz eléctrica le guiñan. (Rumor de voces dentro.)¿Eh...? (Escucha cerca de la puerta de la derecha.) Por lo visto es ese don Blas... Allá él puesto que le conoce. (Se va por la segunda puerta da la izquierda, al mismo tiempo que entran por la derecha BLAS y DOMINGO. Blas es un elegantísimo señor de cincuenta años, muy calvo y muy tostado por el sol.
Dom . Pues justamente estuvo esta mañana el señor hablando del señor. El señor suponía al señor en Egipto.
Blas Pues no; digo si... Bueno, he estado en Egipto, pero primero estuve en Turquía. Es decir, no. Turquía fué después, porque yo fui del Cairo a... Bueno, he andado por allí. Ahora vengo de Francia. Subí por Italia... No, eso fué la otra vez. Subí por Grecia... He estado en Italia, pero subí por Grecia a los Balkanes.. En Italia no he estado. Con tanto viaje me confundo... Ahora vengo de Francia.
Dom . ¿Y no se cansa el señor de tanto ajetreo?
Blas Estar quieto es lo que me cansa. Yo, para dormir bien necesito dormir cada cuatro o cinco días en camas distintas y a distintas presiones atmosféricas.
Dom . Con la casa tan bonita que tiene el señor en Madrid y con lo bonito que es esto.
Blas Tú como no conoces otra cosa mejor...
Dom . Claro que no conozco otra cosa mejor; como que no la hay.
Blas ¡Hombre...!
Dom . A mí me llevó el señor a París y... ¡bueno! Yo no cambio todo París por Recoletos. (Ríe Blas.) Tanto hablar del Arco de la Estrella y de los Campos Elíseos... ¡miau!, y usted perdone el maullido. Planto yo la puerta de Alcalá en la Dehesa de la Villa y los achico.
Blas (Riendo.)Pero, hombre, ¿vas a comparar...? Aquellos bulevares...
Dom . Aquí los hay también, y con menos gente, que es mucho más cómodo. Y no me salga el señor hablándome de los jardines de Versalles, porque vuelvo a maullar. Aquí tenemos el Parque del Oeste, que está más cerca, que tiene más buena sombra, y que tiene unas cuestas, que ya las quisiera Versalles para los días festivos. (Ríe Blas.)
Blas Sigues siendo más madrileño que la fuente de la alcachofa, ¿eh?
Dom . Soy una de las acachofas, no le digo más al señor.
Blas Está bien, hombre, está bien. Y dime, ¿qué hay por aquí? ¿Y tu amo?
Dom . Tan bueno y tan famoso. Trabajando muchísimo y con mucha suerte; todo el mundo lo dice. Ya usted ve que con lo riquísimo que es podía ponerse el mundo por montera, darse buena vida y decir: «Que trabaje el Nuncio»; pero ¡quiá...! le gusta trabajar y es esclavo de su obligación como el primero. ¡Es mucho don Pablo!
Blas Es verdad, no hay otro como él, Domingo.
¡Vaya un hombre bueno!
Dom . De eso de bueno, eche usted el completo, y perdone el señor la comparación tranviaria. Como don Pablo no sale otro; se ha estropeao el molde. ¡Qué en su punto siempre...! ¡Qué caballero...! ¡Y qué de... aquí! (Por el corazón.) A su lao no hay hambres, ni miserias, ni calamidades. Se le cansa el brazo de dar.
Blas Tiene un agujero en la mano.
Dom . En la izquierda, que es el brazo que arranca del corazón. ¡Vaya un hombre...! La de enfermos que vienen aquí y salen con su receta y un duro pa poner un puchero. Y no quiera el señor saber la de pensiones y de regalos... Que si a esta viuda; que si a quel inválido... que este chico necesita un aparato y aquel una pierna de goma... ¡La locura!
Blas Es muy bueno, muy bueno.
Dom . ¿Y lo que ha hecho con su ayudante, con el señorito Tomás? ¿No recuerda el señor al señorito Tomás...?
Blas ¿Tomás...?
Dom . Aquel muchacho que estaba aquí para dar el número a los que venían a la consulta y que luego ayudaba a don Pablo...
Blas Si, hombre; uno delgadito, muy simpático...
Gran amigo mío.
Dom . Pues ya es doctor en Medicina y Cirujia.
Blas ¡Hola!
Dom . Todo costeao por don Pablo.
Blas ¡Es mucho Pablo!
Dom . Bueno; tampoco hay que echar en saco roto a don Tomás; porque vaya un tío con amor propio. Sobresalientes, matrículas, premios... ¡La Biblia! Y hasta ahí un hombre corriente y castizo. Parece que ha soltao el manubrio pa coger el bisturí. Y lo a gala que tiene él el ser hijo de un zapatero de portal.
Blas ¡Ah! ¿Es hijo...?
Dom . Si, señor. Y ahí está su padre vivo y sano y trabajando en su banquillo, porque dice que mientras él pueda trabajar no le echa de comer nadie, ni su propio hijo, aunque gane millones. Un tío con vergüenza.
Blas Y dime, Domingo, ¿don Pablo continúa soltero?
Dom . Soltero y sin novia.
Blas De modo que su prima, la señorita Julia, que le mordía los talones...
Dom . Se los sigue mordiendo, como tantas otras, porque a ver dónde hay un partido como don Pablo. Ahora que él no se decide por ninguna. Para eso del mujerío es unas miajas frío de cuello. No se parece a su padrastro, a don Víctor, que vaya un señor fresco, y no es criticarlo.
Blas No, hombre...
Dom . Casarse con la madre del señor al olor de los millones y valerse de los cuartos de la señora para juerguearse de lo lindo. Bien hizo el señer en salirse de aquella casa y establecerse por su cuenta...
Blas De manera que tú crees que don Pablo es frío de cuello, ¿eh?
Dom . ¡Pschs! Ya ve el señor: ahora tiene aquí con él a una real moza, y aunque la gente dice y comenta, porque nunca falta quien piense mal, a mí me parece que entre los dos... nanay.
Blas (Intrigadisimo.) ¡Vaya, hombre! Con que una real moza... ¿Y quién es ella, di?
Dom . Una muchacha que recogió hace más de un mes a raiz de no sé qué tragedia. Una buena obra de las suyas.
Blas Y es guapa, ¿eh?
Dom . ¡Canela! Ya la conocerá el señor. Ahora está en misa.
Blas ¿Y la familia del señor sabe...?
Dom . Se han enterado el otro día al volver del veraneo, y hay armada una... que los comentarios echan humo.
Blas ¿Y la muchacha es seria...?
Dom . En apariencia, esencia de fiscal. A mí me gusta, que la veo y me crujen los huesos. Ahora que yo... (Señas de respeto.) Y eso que yo... (Como si mordiera.) porque, vamos, soy de una condición, que veo una cara bonita y aunque esté pintada le digo algo.
Blas Ahora están pintadas casi todas.
Dom . Quiero decir que aunque la vea en fotografía.
Blas ¡Ah!
Dom . De eso si que verá usted cosas grandes por esos mundos. ¿Eh? ¡Habrá por ahí cada mujer...!
Blas ¡Pschs! Apenas me fijo. No viajo por ver mujeres.
Dom . Cada caballero tiene su sombrero.
Blas En fín, a ver si tu amo no tarda mucho...
Dom . (Escuchando hacia la derecha.) ¿Eh? No. Creí que era él...
Blas No he de irme sin verle. (Toma un periódico.)
Dom . Ya no puede tardar. Voy con su permiso a recoger aquí un frasco de goma, que tengo que pegar una cosilla...
Blas Sí, hombre; ve donde gustes. (Se pone a leer.
Domingo hace mutis por la primera puerta de la izquierda y sale enseguida con un frasco de goma en la mano. Después de pensarlo un poco y con cierta corteda.)
Dom . Digo yo, que cuando el señor no me dice nada será que se habrá olvidado de lo mío.
Blas ¿De lo tuyo?
Dom . De aquel duro que le di al señor...
Blas ¡Ah! Sí, hombre; pero si no traía otra cosa en la imaginación. Te he comprado en Túnez... digo en Damasco... No, ¿dónde compré yo...? O fué en Constantinopla o en «Asterdan...» ¡Eso, si, fué en Rotterdan! Te he comprado en Rotterdan una pipa contra incendios que es una maravilla.
Dom . ¿Contra incendios?
Blas Sí, hombre. Tú sabes que hay quien fuma en la cama y se duerme y se quema.
Dom . Ya lo creo.
Blas Pues con esta pipa no hay quemadura posible, porque tiene cuarenta pedazos, cada uno de diez centímetros, que se atornillan y se hace una pipa de cuatro metros de largo; de modo que puedes tener la boquilla en la cama y el quemadero en el balcón.
Dom . ¡Mi madre!
Blas Luego te la mandaré (Rumor de voces dentro.)
¿Es Pablo?
Dom . (Acercándose al lateral derecha.) Es don Víctor, su padrastro...
Blas ¡Aprieta!
Vict . (Entrando por la derecha. Es un sesentón muyelegante, muy atildado y muy bien fachado.)¡Ah, el amigo Padilla; el eterno viajero...!
Blas ¡Amigo Cejudo...! (Cambian un apretón demanos.)
Vict . ¿Desde cuándo en Madrid?
Blas Desde hace dos dias.
Vict . Viene usted de Noruega, ¿no?
Blas Sí, es decir, no; en Noruega no he estado este año. He andado por ahí... Ahora vengo de Francia.
Vict . Le envidio. Habrá usted oído por esos mundos buena música, que es mi mayor deleite...
Blas No, jamás. A mi la música no... No viajo por oir música. ¿Y su esposa, cómo está?
Vict . Muy bien. Aquí estoy citado con ella; ahora vendrá. Vamos a celebrar aquí una especie de consejo de familia.
Blas ¿Nada menos?
Vict . Sí, señor; hay novedades de cierta índole. Las mujeres no transigen con algunas cosas y... (A Domingo.) ¿Qué, Domingo? ¿Todo sigue igual?
Dom . Sí, señor.
Vict . Pues vamos a tener toros y cañas, porque su madre y sus tíos y las chicas... ¡Válgame Dios! Cosas de hombres, amigo Padilla; pero hay familias de un arcaismo asustante. No sé si estará usted enterado...
Blas Domingo me ha dicho que Pablo tiene aquí en su casa a... Tal vez aluda usted a eso...
Vict . A eso, sí, señor, a eso. La muchacha, aquí para internos, es un encanto y merece eso y muchísimo más; pero, caramba, en su propia casa, donde venimos todos, donde vienen sus primas, donde viene su propia madre... Desde que hemos vuelto del Norte ha debido él acomodarla en algún otro sitio... Dice esto muy mal de la seriedad de Pablo y puede perjudicarle hasta con la clientela.
Blas ¿Pero es positivamente su amante?
Vict . Hombre, amigo Padilla, dudarlo es ofender a Pablo.
Blas ¿Usted cree?
Vict . El es joven y libre, ella es una verdadera monada y viviendo juntos más de un mes... ¿eh, Domingo?
Dom . Sí, la gente habla más de la cuenta...