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Con objeto de descifrar las lógicas más profundas de las relaciones entre los lenguajes, las tecnologías y el pensamiento, se propone una interpretación de las funciones sociales de la comunicación vista desde la óptica de las transformaciones (no solo las tecnológicas) que se han ido sucediendo a lo largo de la historia: especialmente en el siglo XIX, con los inventos de luz y sonido; en el XX, con los medios de comunicación, y en el XXI, con la plena expansión de internet, pero también se hace referencia, de manera introductoria y panorámica, a las que se dieron en la antigüedad. Las personas que vieron nacer la televisión podrán reconocer la evolución que han vivido; las que han nacido con internet podrán identificar las diferencias entre la comunicación de la sociedad actual y la de las generaciones anteriores, y comprobar que las innovaciones en este campo no son algo del presente, aunque ahora se produzcan de manera más acelerada. La pregunta fundamental es la siguiente: hasta qué punto y de qué manera la transformación en los instrumentos utilizados para comunicarnos (escritura, imprenta, imagen fija y móvil, digitalización, realidad virtual) influye en el pensamiento humano, en la cultura, en la organización social y en la democracia.
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Seitenzahl: 360
Veröffentlichungsjahr: 2025
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BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA. Datos catalográficos
La comunicación y sus cambios : De los orígenes al móvil / Miquel de Moragas Spà ; — Bellaterra : Universitat Autònoma de Barcelona ; Castelló de la Plana : Publicacions de la Universitat Jaume I ; Barcelona : Universitat Pompeu Fabra ; València : Universitat de València, DL 2022
208 p.; 24 cm. — (Aldea global ; 44)
Bibliografía.
ISBN 978-84-9134-945-7 (UV : paper). 978-84-19333-09-4 (UAB : paper). 978-84-18951-49-7 (UJI : paper). 978-84-9134-946-4 (UV : pdf). 978-84-19333-10-0 (UAB : pdf). 978-84-18951-50-3 (UJI : pdf) 1. Comunicación. 2. Imprenta. 3. Prensa. 4. Internet. 5. Redes sociales. I. Universitat Autònoma de Barcelona. II. Universitat Jaume I. Publicacions. III. Universitat de València. IV. Universitat Pompeu Fabra.007GTC
Edición
Universitat Autònoma de Barcelona
Servei de Publicacions
08193 Bellaterra (Barcelona)
ISBN 978-84-19333-09-4
ISBN ebook: 978-84-19333-10-0
Publicacions de la Universitat Jaume I
Campus del Riu Sec
12071 Castelló de la Plana
ISBN 978-84-18951-49-7
ISBN ebook: 978-84-18951-50-3
Universitat Pompeu Fabra
Departament de Comunicació
Roc Boronat, 138
08018 Barcelona
Publicacions de la Universitat de València
Arts Gràfiques, 13
46010 València
ISBN 978-84-9134-945-7
ISBN ebook: 978-84-9134-946-4
DOI: http://dx.doi.org/10.7203/PUV-
ALG44-946-4
Primera edición: abril 2022
© del texto: Miquel de Moragas Spà, 2022
© de la fotografía central de la cubierta:
Fragmento de un papiro del Libro de los Muertos de
Nany (ca. 1050 a.C.)
Wikimedia Commons: CC0 1.0 Universal
Producción
Servei de Publicacions
de la Universitat Autònoma de Barcelona
Edición digital
Depósito legal: B-8590-2022
Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni grabada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de los editores.
Índice
0. INTRODUCCIÓN. ESTE LIBRO Y SUS LECTORES
1. CAMBIOS EN LA COMUNICACIÓN. TIPOLOGÍA Y ACELERACIÓN
1.1. Aceleración y tipología de los cambios
1.2. Cambios disruptivos que afectan al sistema social
1.3. Cambios evolutivos, reorganización del sistema
1.4. Cambios de sustitución y cambios de complementariedad
1.5. Cambios pragmáticos. ¿Hacer las mismas cosas de otra manera?
2. LOS ANTECEDENTES REMOTOS. DE LAS PRIMERAS ESCRITURASA LA IMPRENTA
2.1. Cambios en la antigüedad. De la escritura cuneiforme al pergamino
2.2. La comunicación y la escritura en el medievo
2.3. La imprenta de Gutenberg. Reproductibilidad y difusión de ideas
3. DE LA PRENSA ARTESANAL A LA PRENSA DE MASAS
3.1. Antecedentes de la prensa de masas. De los legajos a la información periódica
3.2. Innovaciones técnicas y nuevos formatos de la prensa
3.3. Las imágenes en diarios y revistas. De la xilografía al fotorreportaje
3.4. Evolución de la publicidad y los anuncios en la prensa
3.5. La aparición del quiosco
3.6. La prensa, producto industrial y medio ideológico
4. SEÑALES, LUZ Y SONIDO. INVENTOS DEL SIGLO XIX
4.1. El telégrafo. Inicio de las telecomunicaciones
4.2. El teléfono. Sistema interactivo de voz
4.3. Las primeras reproducciones del sonido. Fonógrafo, gramófono y radio sin hilos
4.4. La fotografía. De experimento fotoquímico a medio social
4.5. El cinematógrafo y los orígenes del cine
5. NUEVOS MEDIOS Y CULTURA DE MASAS EN EL SIGLO XX
5.1. El cine. Arte y espectáculo popular
5.2. La radio como medio de comunicación de masas
5.3. Los orígenes de la televisión (1920–1950)
5.4. El sistema de medios en la segunda mitad del siglo XX
5.5. La publicidad. Del cartel al anuncio televisivo
6. LA TELEMÁTICA. LA ETAPA PREINTERNET (1980–1996)
6.1. La electrónica de consumo y los nuevos equipos de comunicación
6.2. Ofimática avanzada. Fotocopia, fax y fin de la máquina de escribir
6.3. Inicios de la telemática. El teletexto y el videotexto
6.4. El teléfono antes de ser inteligente
6.5. Las telecomunicaciones y los nuevos espacios de comunicación
7. LA IRRUPCIÓN DE INTERNET (1969–1996)
7.1. Los antecedentes. De Arpanet a la World Wide Web
7.2. Internet y nuevos medios
8. LOS MEDIOS EN EL SIGLO XXI
8.1. La renovación digital de los equipos de comunicación
Los equipos domésticos de comunicación
El teléfono inteligente, herramienta digital
8.2. Adaptación de los medios a la era de internet
De la prensa impresa a la información en línea
De la televisión a las nuevas plataformas vídeo/media
La radio en la nueva ecología multimedia
9. LA NUEVA ESFERA INTERNET. PLATAFORMAS Y REDES
9.1. Etapas en la evolución de internet. Hitos más relevantes
9.2. Las componentes de la esfera internet
Los sitios web, de imagen institucional a plataforma de servicios
Google, buscador y gestor de datos
Redes sociales, difundir y relacionarse
YouTube, plataforma de vídeo
WhatsApp y la mensajería móvil, nuevas formas de comunicación
Las aplicaciones (apps), herramientas virtuales
9.3. La publicidad en la esfera internet, del anuncio al clic
9.4. Nuevos lenguajes en los medios digitales
9.5. La vigencia de las políticas de comunicación
10. LA PANDEMIA DE 2020–2021. PRIMEROS EFECTOS SOBRE LA COMUNICACIÓN
BIBLIOGRAFÍA
A Emilio Lledó, quien me introdujo en el estudio de las relaciones entre lenguaje y pensamiento
Introducción.Este libro y sus lectores
Este libro está escrito pensando en dos grupos distintos de lectores: aquellos que, como el propio autor, vieron nacer la televisión y aquellos, más jóvenes, que ya han nacido en la era digital. Los primeros podrán recordar la evolución histórica de los fenómenos de comunicación que conocieron personalmente. Los segundos conocerán la evolución de la comunicación anterior a nuestro tiempo y podrán comprobar que en los actuales sistemas de comunicación hay fenómenos que son más antiguos de lo que generalmente se cree.
Las personas que han nacido con la televisión — y lo mismo puede decirse de las que han nacido con internet— no pueden imaginar fácilmente cómo era la vida antes de la existencia de estos medios, pero la perspectiva histórica que aquí proponemos podrá darles alguna pista sobre lo que fue en el pasado y también sobre lo que pueda ocurrir en las próximas décadas, que, sin duda, seguirán viendo grandes cambios en la comunicación.
El periodo de tiempo considerado
Para interpretar los cambios en la comunicación nos proponemos adoptar una perspectiva histórica lo más amplia posible, alejándonos de la idea de que estos cambios son un fenómeno exclusivo de la modernidad. Para ello, de manera introductoria y panorámica, se hará referencia a los grandes antecedentes de los cambios en las formas de comunicar en la antigüedad (escritura y alfabeto), en el medievo (manuscritos) y en la Edad Moderna (inicios de la imprenta). Y, ya más cerca de nuestro tiempo, prestaremos especial atención a la importante serie de cambios que se produjeron en el siglo XIX, con la difusión de la prensa de masas y la aparición de los medios eléctricos, que facilitarían nuevas formas de transmisión de señales e introducirían las industrias culturales con la reproducción del sonido y la imagen.
Esta larga perspectiva puede ayudarnos a interpretar las lógicas de los cambios en la comunicación, que se suceden a gran velocidad en los siglos XX y XXI, y que ya conocemos y podemos analizar personalmente.
El periodo objeto de este estudio finaliza en 2021, ya a la vista de las consecuencias que tuvo la pandemia del coronavirus sobre el sistema de comunicaciones.
La temática. Los cambios
Este es un libro que se centra en un aspecto fundamental de la historia de la comunicación: los cambios, en los que se combinan técnicas y usos sociales.
Desde el primer momento queremos rehuir la tendencia al determinismo tecnológico e interpretar estos cambios teniendo en cuenta cuatro grandes ejes que conforman la comunicación:
a. Las necesidades humanas, en el sentido psicosocial del término, que motiven el uso de la comunicación.
b. Las técnicas (y las materias expresivas) de la comunicación como factor de las transformaciones.
c. Los lenguajes y sus contenidos. Las ideologías, las agendas temáticas, las narrativas y los discursos de persuasión.
d. La estructura social (el poder y la resistencia), que regula, prioriza, frena y explota estos lenguajes y estas técnicas.
Se propone seguir una mirada histórica, buscando lo permanente y lo distinto en las sucesivas épocas de la comunicación humana, las articulaciones entre las técnicas de comunicación, las prácticas comunicativas y las estructuras sociales.
Las preguntas fundamentales serían las siguientes: ¿hasta qué punto y de qué manera los cambios en las técnicas de la comunicación (escritura, imprenta, imagen fija, imagen móvil, registro de sonidos, transmisión de señales) influyen en el pensamiento humano y en la organización social? Y viceversa, ¿de qué manera la condiciones sociales influyen en el desarrollo de las prácticas de comunicación?
La base de conocimientos de este libro la debo a numerosos estudios de historia de la comunicación (Innis, 1959; Williams, 1992; Flichy, 1998; Guillamet, 2003; Huurdeman, 2005), así como a diversos informes recientes sobre los medios y la sociedad de la información. Pero el libro también recoge mi propia experiencia como usuario y observador de los medios, desde que en 1952 tuve mi primera radio galena hasta la instalación del canal Netflix en 2021, pasando por la llegada de la televisión en 1962 y por la compra de mi primer PC en 1985. Estas experiencias se han ido intercalando en el texto de manera libre, a medida que se desarrollaba la escritura. Este libro también tiene algo de memorias sobre mi relación, como usuario e investigador, con la comunicación y los medios.
¿Cambios extraordinarios en la comunicación?
Los cambios que se han ido sucediendo, especialmente en las últimas seis décadas, entre 1960 y 2020, son tan extraordinarios que han hecho pensar a muchos que se trataba de experiencias sin parangón en la historia humana. Esto solo es cierto si nos referimos a la rapidez y aceleración con las que se van produciendo. Ahora los cambios se producen en décadas, cuando antes se producía en siglos.
Veremos como las tecnomediaciones no cambian la condición humana, aunque esta deba adaptarse lentamente a estos cambios, pero sí que afectan directamente a nuestras formas de conocimiento y de sociabilidad.
Conocer la incidencia de estos cambios en la vida social y comparar sus efectos a lo largo del tiempo puede ser una guía para interpretar el presente, pero también para entrever el futuro cuando todos los indicadores señalan nuevos e importantes cambios derivados del impacto de los macrodatos y de la inteligencia artificial en nuestro sistema de comunicación.
Agradecimientos
Agradezco a Montse Bonet, Miquel Botella, Marta Civil, Joan Corbella, David Fernández, Josep Lluís Gómez Mompart, Jaume Guillamet, Bernat López, Joan López Graupera, Ramon García, Enric Marín, Emili Prado, Giuseppe Richeri, Francisco Sierra y Joan Manuel Tresserras las observaciones e informaciones que me han facilitado durante la preparación de este libro.
1. Cambios en la comunicación. Tipología y aceleración
Sería imposible comprender cualquier etapa de la historia humana sin considerar el papel que han jugado en ella los sistemas de comunicación. Pero no todos los cambios tienen la misma importancia.
Para aproximarnos a este fenómeno propongo distinguir tres clases de cambios: disruptivos, evolutivos y pragmáticos, según su incidencia en el sistema de comunicaciones o en el conjunto del sistema social.
Por lo que respecta más específicamente a los cambios en los medios de comunicación (prensa, cine, radio, televisión), deberemos establecer una nueva distinción entre los cambios de sustitución y los de complementariedad. En el primer caso, unos medios hacen desaparecer a los preexistentes; en el segundo, comparten audiencias y estructuras narrativas.
A finales del siglo XX la digitalización produjo una convergencia disruptiva que afectó a los distintos medios, tanto a los personales como a los masivos, lo que planteó una nueva ecología de la comunicación.
1.1. Aceleración y tipología de los cambios
Se suele considerar que en las últimas cuatro décadas, desde 1980, se han producido más cambios en la comunicación que en ninguna otra época anterior. No deberíamos dar por sentada esta afirmación sin hacer un repaso histórico a estos cambios, pero sí que podemos adelantar que nunca, como ahora, los cambios se habían producido de manera tan acelerada.
Si nos referimos a la evolución del lenguaje humano, los cambios deberán medirse en millones de años (Fitch, 2012); si nos referimos a los cambios en la comunicación acaecidos antes de nuestra era, estos cambios deberán medirse en milenios (Christin, 2001); si los cambios se refieren a nuestra era (después de Cristo), los podremos medir en siglos; si nos referimos al siglo XIX en adelante, con la aparición de la comunicación radioeléctrica, deberemos hacer los cálculos en décadas, y si nos referimos al siglo XXI, los cálculos ya deberán hacerse en lustros o incluso en años.
Pero no todos los cambios son de la misma naturaleza. En una primera aproximación podemos distinguir tres tipos de cambios en la comunicación: disruptivos, evolutivos y, simplemente, pragmáticos. Posteriormente, y en relación con los medios, podemos distinguir entre cambios de sustitución y cambios de complementariedad.
En todo caso, deberemos tener en cuenta que todos ellos se van sucediendo sobre una constante que interactúa con la tecnología: la condición humana. Los seres humanos nos comunicamos para satisfacer algunas de nuestras necesidades (individuales, sociales) y nos adaptamos a los cambios procurando obtener y optimizar las mismas satisfacciones, aunque sea con instrumentos distintos. Así, por ejemplo, los más recientes cambios en la telefonía móvil deben interpretarse como una adaptación a la pragmática de la comunicación, teniendo en cuenta las formas de comunicación preexistentes a la aparición de cada nuevo instrumento: conectar, conversar, compartir, narrar, buscar seguridad, crear comunidad, etc.
Por eso preferimos hablar de rapidez en las innovaciones y no de rapidez en los cambios. La expresión «cambio» quizás sea demasiado contundente para designar lo que pasa en realidad, porque no respeta la idea de que hay una gran densidad de continuidades en las innovaciones, tanto en sus rutinas de producción como en sus condiciones de recepción. El trabajo teórico consistirá, precisamente, en saber distinguir entre lo que son variaciones y lo que son continuidades.
1.2. Cambios disruptivos1 que afectan al sistema social
La primera cuestión que debemos considerar es si los efectos de los cambios en las tecnologías de la comunicación se circunscriben al ámbito comunicativo, o si, más ampliamente, se refieren a cambios estructurales en la sociedad.
En este sentido, podemos llamar disruptivos a los cambios extraordinarios, como la escritura, la imprenta, la comunicación electromagnética, la digitalización, que han afectado a la estructura del sistema social y no solamente al propio sistema de comunicaciones. Algunos autores (Innis, 1950; McLuhan, 1969; Bell, 1976; Negroponte, 1995) han atribuido a estos cambios la causa del advenimiento de «nuevas eras de la humanidad»: galaxia Gutenberg, sociedad postindustrial, era de la información.
El núcleo de estos cambios disruptivos, aquellos que pueden provocar cambios estructurales en la sociedad, está en la incidencia que las tecnologías de la comunicación puedan ejercer sobre las formas de conocimiento y, por ello, en la organización social.
La aparición de los ordenadores (y su aplicación a los teléfonos inteligentes) no puede interpretarse como una mera sustitución de un medio anterior (la máquina de escribir) por uno nuevo, con mejores prestaciones, porque, como veremos, no se trata de un cambio de sustitución, sino de un cambio disruptivo.
Pero este tipo de cambios no son fenómenos exclusivos de la modernidad, sino que pueden encontrarse en la antigüedad más remota de la comunicación humana con el desarrollo del arte, los jeroglíficos y los alfabetos, que llegaron a producir cambios de civilización.
Con la escritura (en papiros y pergaminos) se crearon los primeros almacenes de contenidos externos al cerebro humano (Majó, 2011) y la escritura alfabética permitió la formalización del pensamiento filosófico superando la creencia mitológica, basada en la transmisión oral.
La historia de la comunicación en la era moderna tiene su punto de inflexión disruptiva en la aparición de la imprenta, o mecanización de la escritura, en lo que McLuhan denominó galaxia Gutenberg y que influyó en un cambio de perspectiva sobre las ideas y la organización social.
Un nuevo cambio disruptivo correspondería a la aparición de los sistemas radioeléctricos de comunicación que se inició a finales del siglo XIX: el telégrafo, el teléfono, la grabación del sonido, la radio, que permitieron nuevas formas de difusión, conservación y recuperación de contenidos, e incidieron en la reorganización del tiempo y en el valor de las distancias en la sociedad de la época.
El desarrollo de las telecomunicaciones en el siglo XX (con los satélites) transformó de nuevo las relaciones de distancia en la historia humana. Así, por ejemplo, cuando los satélites de telecomunicaciones consiguen establecer la conexión entre dos puntos de la Tierra, la distancia directa entre ellos pasa a tener un valor relativo, a diferencia de lo que sucedía con la transmisión telegráfica y, ya no digamos, en los tiempos del correo marítimo o a caballo.
A finales del siglo XX se produjo un nuevo cambio disruptivo con la implantación de la tecnología digital y la convergencia entre las telecomunicaciones y la informática, que hizo posible la denominada sociedad del conocimiento o de la información.
A principios del siglo XXI se produjo un nuevo cambio disruptivo al introducir en el sistema de comunicaciones procedimientos de inteligencia artificial, con la operatividad de algoritmos que transforman la organización y el control social, lo que afecta, más allá de los medios, a los diversos ámbitos de la vida social (cultura, política, economía, salud, etc.).
1.3. Cambios evolutivos, reorganización del sistema
Entenderemos por cambios evolutivos aquellos que alteran el sistema de comunicación y, en consecuencia, comportan cambios socioculturales, nuevas formas de hacer y de vivir en sociedad, pero a los que no se les puede atribuir cambios estructurales comparables a un cambio de era.
Por ejemplo, ¿qué significaron — cada una en su tiempo— las apariciones de la máquina de escribir, la linotipia de prensa, la fotocopiadora, el fax, la radio de transistores, el vídeo, el teletexto, o el walkman? Estos cambios no significaron propiamente cambios de era, pero sí nuevas prácticas sociales que incidieron en la cultura, la economía, la política y la vida cotidiana de cada época.
Los sucesivos cambios en las materias expresivas de la comunicación (manuscrito, papel impreso, disco, radio, fotografía, cine, vídeo, etc.) determinan nuevas prácticas de comunicación con diversos efectos sociales. Cada uno de estos cambios reorganiza el sistema.
Pero no se trata solamente de la continua aparición de nuevos medios, sino también de la propia evolución vertical de cada uno de ellos: de la radio de válvulas a los transistores, de la televisión en blanco y negro a la televisión en color, del casete analógico al CD, de la prensa de papel a la prensa digital, del cine mudo al cinemascope, del teléfono fijo al teléfono móvil, de los discos de vinilo a los nuevos sistemas iPad, del daguerrotipo a la foto digital, etc.
Cada uno de estos cambios significaba lo que podríamos denominar ajustes en el sistema de medios, con una característica común: incrementar el confort y la usabilidad de la recepción, lo que provoca su permanente renovación en beneficio de la nueva economía de consumo.
El sistema de comunicación — ecología— se mantiene siempre abierto en una continua evolución adaptativa.
1.4. Cambios de sustitución y cambios de complementariedad
En el análisis de esta evolución podemos distinguir, finalmente, entre cambios de sustitución y cambios de complementariedad e hibridación.
Existen algunos cambios que suponen claramente una sustitución cuando la aparición de una innovación provoca la desaparición de su antecedente. Es el caso de la sustitución del telégrafo óptico por el telégrafo eléctrico, del buscapersonas por el SMS, del videotexto por internet, del papel carbón por la fotocopia, del fax por el mensaje electrónico, del casete por el CD, etc.
Pero en la evolución de los medios de comunicación también debemos considerar la existencia de complementariedades e hibridaciones. Es lo que ha sucedido entre el teatro y el cine, entre la radio y la televisión, entre la prensa y la radio, etc., adaptándose cada uno de estos medios a la ecología común en una continua evolución adaptativa.
1.5. Cambios pragmáticos. ¿Hacer las mismas cosas de otra manera?
Podemos considerar, finalmente, los cambios que nos permiten seguir haciendo las mismas cosas, pero ahora de manera más rápida, más cómoda y menos costosa.
Pero debemos proceder con cautela, porque, de hecho, cualquier cambio en la comunicación, aunque parezca menor o trivial, puede tener efectos sobre la organización social.
Podemos tomar como ejemplo el caso de los cambios en los instrumentos de escritura alfabética (pluma de ave, plumilla, lápiz, máquina de escribir, bolígrafo, procesador de textos) y observar los efectos de estos cambios en las sucesivas prácticas de comunicación y lógicas de argumentación.
Escribir con una pluma de ave o con una plumilla metálica implica un tempus de escritura mucho más lento y pausado que hacerlo con una pluma estilográfica o bolígrafo. La necesidad de cargar la tinta, aproximadamente cada dos o tres líneas de texto (yo mismo he hecho la prueba), introduce pausas en la relación entre el imaginario (lenguaje conceptual) y la escritura material. La escritura con plumilla supone más tiempo de reflexión y obliga a la toma de precauciones ante la imposibilidad de volver atrás, borrar y repetir.
La máquina de escribir significó una nueva técnica de escritura que facilitaría extraordinariamente la creación de archivos y las tareas administrativas de notarios, registradores, diplomáticos y policías, también de periodistas y escritores, lo que posibilitó la proliferación de los textos.
Con los bolígrafos de plástico y de bajo coste la escritura perdía valor ritual, se trivializaba o, mejor, se popularizaba, y pasó de ser un registro documental a ser un útil práctico para tomar notas de encargo y apuntes, escribir borradores, etc.
Estos cambios suponían algo más que hacer lo mismo pero de otra manera. A finales del siglo XX estos cambios evolutivos se vieron superados por un cambio disruptivo: la sustitución de la máquina de escribir por el procesador de textos. Una sustitución que no solo significó importantes cambios en las formas de relatar y argumentar, sino que conllevó otros importantes cambios en las prácticas de comunicación al producirse la convergencia entre la producción del texto, la transmisión telemática y su archivo, lo que creó un nuevo entorno de convergencia horizontal que afectaba a todos los medios y sistemas de comunicación.
Un proceso, aún abierto, de hibridaciones, no solo entre los distintos medios, sino también entre los distintos sistemas de comunicación, con múltiples convergencias entre la comunicación personal y la comunicación social y el planteamiento de una nueva ecología de la comunicación en la era digital.
2. Los antecedentes remotos. De las primeras escrituras a la imprenta
Los cambios en la comunicación no siempre fueron tan acelerados como los que se sucedieron con el paso del quiosco a la nube en los siglos XX y XXI, a los que me referiré más especialmente en este libro.
Para iniciar este análisis propongo una mirada introductoria a las grandes etapas de la comunicación humana, desde su pasado más remoto, buscando comprender las lógicas de los cambios disruptivos: aquellos que han tenido una incidencia más profunda en las formas de conocimiento y en la organización de la sociedad.
Para ello, en este capítulo analizaremos tres antecedentes históricos: la aparición de la escritura hace miles de años; la comunicación en el medievo, dominada por la lógica de los manuscritos, y la aparición de la imprenta con su posterior evolución hasta la llegada de los primeros periódicos o gacetas.
2.1. Cambios en la antigüedad. De la escritura cuneiforme al pergamino
Voz, pintura, escultura y música
Antes de la escritura, la comunicación en las antiguas civilizaciones se basaba en varios sistemas de signos: la voz humana, el arte (pintura, escultura) y la música.
El inicio de la comunicación puede situarse en la lentísima evolución de la voz humana — «uno de los eventos más significativos e interesantes que han ocurrido en toda la historia de la vida en la tierra» (Fitch, 2012)—, una evolución — en millones de años— que pasaría del protolenguaje musical, semejante al de los pájaros, al lenguaje oral conceptual.
Las civilizaciones más antiguas también desarrollaron instrumentos musicales, como una primera prolongación de los sentidos humanos, para expresar situaciones o acompañar danzas y rituales. No disponemos, evidentemente, de registro alguno de estos sonidos, pero sí que podemos rastrear su historia a través de las imágenes de los instrumentos (de cuerda, de viento, de repercusión) que han quedado reflejadas en las pinturas y esculturas de las sucesivas civilizaciones.
La expresión a través de símbolos visuales se remonta a la prehistoria. Los museos de la antigüedad (de Mesopotamia, de Egipto, de Grecia y de Roma) son, de hecho, museos de símbolos, con proliferación de esculturas, mosaicos y pinturas con representaciones de la mitología, la vida cotidiana y el poder.
Escriba sentado. Egipto 2600–2500 a. C. Museo del Louvre, París.
Los orígenes de la escritura
Aparte de la lenta evolución del lenguaje verbal, y de la antiquísima utilización de la música y de las imágenes para comunicar, con la aparición de la escritura — técnica para fijar el pensamiento mediante el uso de signos gráficos— se produjo uno de los principales cambios disruptivos de la historia de la comunicación humana (Espejo,1998; Tusón, 1997).
Se trata de un fenómeno de evolución complejísima, cuyas primeras manifestaciones datan del cuarto milenio antes de nuestra era. Las primeras escrituras fueron las denominadas cuneiformes, de los pueblos sumerios de Mesopotamia, entre el Tigris y el Éufrates, hacia el año 3300 a. C. Pocos siglos después se desarrollaría en Egipto, junto al Nilo, la escritura jeroglífica. Ambas escrituras eran pictográficas e ideográficas, de carácter prealfabético.
El proceso culminaría con la llegada de las escrituras alfabéticas hacia el año 1000 a. C. Desde la aparición del Homo sapiens, la humanidad tardó decenas de miles de años en aplicar aquella nueva forma de escritura (Tusón, 1997).
Estos cambios se produjeron a dos niveles articulados entre sí: el nivel material de la expresión y el nivel lógico-semántico.
Los aspectos materiales se refieren a los soportes de la escritura y también a los instrumentos de escritura (estiletes, cañas, pinceles, tintas), aspectos que tienen mucho que ver con las condiciones medioambientales de cada territorio, la humedad del Tigris y el Éufrates, la abundancia de vegetación del Nilo, etc.
Tanto la escritura mesopotámica como la escritura egipcia se fijan sobre unos soportes materiales expresamente dedicados a la función comunicativa: las tablillas de barro en el caso de la escritura mesopotámica y los papiros en el caso de la escritura egipcia.
El uso de las tablillas seguirá durante siglos, pero la técnica que ejercerá una influencia histórica continuada, hasta por lo menos el inicio de la Edad Media, serán los papiros, mucho más manejables que las tablillas sumerias.
Historiadores de la antigüedad siguen investigando aquellos lenguajes tanto para descifrar sus códigos como para descubrir sus funciones sociales. Pero todo parece indicar que aquellos lenguajes y medios satisfacían las necesidades organizativas de sus sociedades: mensajes comerciales y de contabilidad, pasar cuentas de las existencias de alimentos, establecer leyes e instrucciones de la administración de la ciudad, memorias diversas, expresiones religiosas y representaciones del poder. Todo bajo un estricto control de los únicos administradores de la escritura: los escribas, reproducidos en numerosas imágenes de la época (Tusón, 1997).
El famoso código de Hammurabi (Babilonia, 1750 a. C.) es una síntesis de estos modelos de comunicación en la cultura sumeria al recoger instrucciones y leyes y representar — a través de imágenes— el poder político.
A partir del siglo II de nuestra era, los papiros (antecedentes remotos del papel) convivieron con los pergaminos (pieles de animales tratadas y satinadas), que crearon lo que será fundamental en la Edad Media: el códice (libros de pergaminos encuadernados).
La aparición de la escritura alfabética
El paso de la escritura pictográfica (en sus múltiples variables) a la escritura alfabética implicaba cambios disruptivos en las formas de razonar y narrar (Espejo, 1998).
En las etapas anteriores a la escritura alfabética la oralidad dominaba la narración. La poesía y la interpretación mitológica del mundo surgían de la memoria. Por eso las culturas mesopotámicas y egipcias son reconocidas como culturas prefilosóficas, y la cultura griega, como cultura filosófica (Frankfort, 1954).
La escritura alfabética, superadora de la escritura ideográfica y jeroglífica, fue el resultado de un largo proceso evolutivo, desde la simple representación de imágenes análogas a la realidad (objetos representados), hasta representaciones visuales de la fonética del lenguaje hablado. Se alcanzaba así una primera confluencia entre el lenguaje hablado y el lenguaje escrito.
Los primeros alfabetos fueron los semíticos, que, por mediación de la cultura fenicia, se introdujeron en la cultura griega hacia el siglo VIII a. C. en épocas de la primera Olimpiada (Espejo, 1998; Tusón, 1997).
A la primera estructura alfabética del lenguaje escrito (con apenas 26 signos podían producirse múltiples combinaciones y una infinidad de referencias semánticas) le sigue una cadena de cambios que van perfeccionando sus códigos. Entre ellos, la inclusión de consonantes y vocales, la separación entre palabras, la introducción de las mayúsculas o el uso de distintas caligrafías adaptadas a los materiales usados para la escritura.
Una de las características del nuevo código es la dirección que adopta la escritura/lectura, de izquierda a derecha, mientras que en árabe y en hebreo se mantiene la dirección contraria, de derecha a izquierda (Tusón, 1997: 93).
Platón, en su diálogo Fedro, relacionaba la aparición de la escritura con la pérdida de valor de la memoria y con el abandono del diálogo oral como forma de razonamiento y de aprendizaje. Sin embargo, la escritura alfabética no solo significaría la creación de «archivos fuera de la mente», sino que también significaría el desarrollo del pensamiento lógico-filosófico.
La reflexión sobre estos antecedentes es importante para el propósito de este libro. No es solo la técnica la que determina o explica los cambios, sino que los cambios en profundidad se encuentran, más bien, en lo que podríamos denominar conmutaciones; por ejemplo, en la posibilidad de conmutación entre el lenguaje verbal y el lenguaje escrito, o en la posibilidad de traspasar las ideas desde la mente humana hasta los medios o soportes disponibles en cada etapa histórica.
La evolución de la comunicación depende de la articulación entre el progreso lógico (códigos), el medio material (arcilla, papiro, pergamino, papel) y las tecnologías de producción (estiletes, plumas, tintas). La combinación de estos elementos en la escritura alfabética resultó trascendental para el desarrollo de la filosofía, la teología, la literatura y el sistema jurídico (Innis, 1950).
Después de la aparición de la escritura alfabética, la historia de los cambios en la comunicación deberá esperar unos siglos para encontrar otro fenómeno semejante de conmutación: la aparición de la imprenta en el siglo XV y, con ella, el descubrimiento de nuevos códigos de escritura, nuevas materias expresivas (tinta, papel, tipos móviles) y nuevas técnicas y prácticas de producción y distribución de la información.
Multimedia desde la antigüedad
Decíamos al inicio de este capítulo que la comunicación en las antiguas civilizaciones se basaba en varios sistemas de signos: la voz humana, el arte (pintura, escultura), la música y las distintas variantes de escritura. Pero ahora debemos señalar que no se trata de sistemas aislados, sino que, desde la antigüedad, estos sistemas se combinan en mensajes plurisémicos.
La convergencia de lenguajes, la polisemia, no es, pues, un fenómeno exclusivo de la comunicación contemporánea. Desde los tiempos más remotos la comunicación humana se ha expresado a través de sistemas de signos distintos, mezclas de escrituras, imágenes y escenarios.
En la cerámica griega del siglo VII a. C., por ejemplo, ya encontramos inscripciones de palabras, fórmulas que pueden recordarnos a los modernos grafitis, con nombres de personas, expresiones poéticas o, incluso, utilización de letras/palabras como recurso decorativo.
Los monumentos romanos constituyen ejemplos de comunicación política polisémica, con diversos lenguajes (textual, escultórico, monumental y arquitectónico), unos formatos que encontrarían su máxima expresión en las columnas conmemorativas y los arcos de triunfo.
Así se refleja también en las esculturas y relieves de las catedrales y claustros medievales, donde se reproducen versiones icónicas de las narraciones escritas guardadas por los clérigos, que interpretamos como antecedentes, aunque muy remotos, de las modernas hipertextualidades.
2.2. La comunicación y la escritura en el medievo
De milenios a siglos
Si en la Edad Antigua los cambios en la comunicación se produjeron a lo largo de milenios, los cambios posteriores, desde la Grecia clásica hasta la Edad Media, se produjeron a lo largo de algunos siglos.
Los principales cambios en la comunicación se referirán a las relaciones entre la escritura, la oralidad y el arte: unas pocas personas capaces de leer y escribir, y una población analfabeta cuyos medios de información eran los rituales religiosos y el arte en sus diversas dimensiones populares (arquitectura, escultura y pintura), lo que estableció una distinción de clase entre los amanuenses escritores/lectores y los analfabetos.
La Iglesia se empodera
En la Alta Edad Media, después del derrumbe del Imperio Romano, y en connivencia con la realeza y la nobleza, la Iglesia supo apropiarse de las estructuras de poder y configuró un gran aparato de comunicación caracterizado por el control estricto de la escritura y la documentación manuscrita.
Cuando la inmensa mayoría de la población era analfabeta, la influencia (propagandística) se ejercía desde un verdadero «sistema multimedia»: palabra hablada (sermones, confesiones), imágenes religiosas (pinturas, esculturas, relieves), edificios (iglesias, claustros, campanarios), liturgias y rituales (entierros, procesiones, peregrinajes), incluidas las pomposas vestimentas de las autoridades, especialmente de monarcas y papas, ampliamente documentadas en la pintura medieval.
La permanente amenaza de los horrores del infierno constituyó una barrera semántica y emocional para frenar cualquier tentación de desobedecer y deshacerse de la fe común.
La iglesia controlaba el ritmo de la vida (acontecimientos, celebraciones, duelos, hora de oración, avisos de emergencias), que anunciaba a través del impositivo sonido de las campanas, que comenzaron a instalarse a partir del siglo VI.
Durante siglos, la lectura y la escritura fueron privilegio exclusivo del poder, es decir, de los monjes y de los administrativos de monarcas y señores feudales.
Delscriptoriuma laschola
Las principales diferencias comunicativas entre la Alta Edad Media (del siglo V al siglo X) y la Baja Edad Media (del siglo XI al siglo XV) se encuentran sobre todo en el tránsito del scriptorium conventual, más cerrado, a la schola, centro más abierto de formación en las escuelas catedralicias dedicadas a la formación de los clérigos. En el siglo XI aparecen en Europa los primeros estudios generales, luego universidades (Bolonia en 1088, Oxford en 1096), que impulsan la creación de sus propias bibliotecas y la producción de manuscritos «de trabajo» para sus alumnos, no solo de libros bíblicos o de carácter religioso (misales, cantorales, evangeliarios, libros de horas), sino también de otros temas, como los escritos de los clásicos griegos y romanos (Parisse, 2001).
Estas instituciones, el intercambio entre alumnos y profesores y la creciente oferta y demanda de libros manuscritos en los siglos XII, XIII y XIV iban preparando el éxito de la futura implantación de la imprenta.
Pergaminos, papel y caligrafía medieval
Desde el punto de vista de las técnicas, los cambios en la comunicación en la Edad Media pueden concretarse en dos principales aspectos: los cambios en el soporte material de la escritura (del papiro al pergamino) y la adopción de nuevas caligrafías (aún no tipografías) más fáciles de escribir y leer (Illich, 1993).
A partir del siglo VII decae ya claramente el uso de los papiros. Desde entonces, el soporte material de la escritura pasaría a ser el pergamino encuadernado en forma de códice, que siempre sería un material escaso, solo al alcance de especialistas monacales o reales. Una solución a la escasez de pergaminos fue el palimpsesto, un texto escrito encima de otro preexistente después de borrarlo o rascarlo. Sus buenas condiciones de conservación facilitarían la creación de archivos y bibliotecas.
Escribir sobre un pergamino requería dedicación y esfuerzo. En la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco se lee: «Conozco los sufrimientos que el copista, el rubricante y el estudioso deben soportar [...] cuando los dedos se entumecen [...] después de escribir durante seis horas, los dedos sienten el terrible calambre del monje y el pulgar duele como si lo estuvieran machacando en un mortero».
Aun trabajando seis horas al día, los trabajos podían durar meses e incluso años. Este trabajo absorbió las energías de los monasterios.
Por lo que respecta a la caligrafía, Tusón (1997: 98) señala la curiosa continuidad en los manuscritos medievales de las pautas caligráficas romanas: lapidaria, para ser grabada en la piedra; capital rústica, utilizada en los códices; y cursiva romana, para uso más cotidiano.
Con el tiempo aparecen nuevas caligrafías propias de regiones y culturas europeas, como la visigótica, la merovingia y la carolina. Será esta última, nacida en la corte de Carlomagno (siglo IX) y conocida por su claridad y facilidad de escritura, la que se irá imponiendo como la caligrafía estándar de los monasterios, cabildos y palacios reales.
«La claridad, precisión y simplicidad de la carolina minúscula reemplazaron la diversidad de escrituras y dejaron establecidas las bases para una comunicación más eficiente» (Innis, 1950: 49).
La producción de papel (casi podríamos decir fabricación) se extendió muy rápidamente a partir de su introducción por parte de los árabes en el siglo XI. Se utilizaron para ello muelas como las de los molinos harineros y de aceite, movidos con fuerza hidráulica, para triturar una materia prima consistente en trapos, cuerdas de lino y cáñamo encolados con almidón. Hasta el siglo XVIII no se agilizó su producción a base de celulosa con madera triturada, una base material aplicable al libro y a las primeras manifestaciones de la prensa de masas (Hidalgo, 2011).
Todo estaba preparado para el advenimiento del siguiente cambio disruptivo: la imprenta. Faltaba el ingenio industrial para cerrar el círculo del invento.
2.3. La imprenta de Gutenberg. Reproductibilidad y difusión de ideas
La invención de la imprenta en el siglo XV, hacia 1450, constituye, sin duda, uno de los grandes cambios disruptivos en la historia de la comunicación humana.
McLuhan se refirió a ello utilizando la expresión la galaxia Gutenberg, en el sentido de que se iniciaba una nueva era que venía a desplazar a la era de los manuscritos, con múltiples efectos sobre la organización de la sociedad.
La imprenta, como los anteriores cambios disruptivos, implicó a todos los sectores y ámbitos de la sociedad y del conocimiento, y nos situa ante el reto de interpretar dos temas clave para el propósito de este libro: ¿cómo se desarrollan los procesos de invención e implantación de las técnicas de comunicación? y ¿hasta qué punto podemos afirmar que sus efectos se extienden de forma global a toda la estructura social?
Descripción del invento y rápida expansión
La llegada de la imprenta no fue el fruto de una inspiración repentina, sino un hallazgo de continuidad con otras técnicas artesanales ya muy avanzadas. Tampoco significa, exactamente, el paso directo de la cultura oral a la cultura impresa, sino el paso gradual de la cultura manuscrita a la cultura impresa, con importantes diferencias, pero también con muchos elementos en común (Eisenstein, 1994).
En los siglos XII y XIII se habían ido creando las condiciones de posibilidad de la imprenta: la demanda de documentos para atender a las nuevas necesidades de mercaderes, burócratas, predicadores y literatos (Eisenstein, 1994), el desarrollo del papel y de la tinta, y la aparición de nuevas caligrafías.
Otras dos técnicas resultaron fundamentales para la evolución hacia la imprenta: por una parte, las técnicas de los orfebres — el propio padre de Gutenberg tenía este oficio y conocía, por tanto, la inscripción de imágenes, letras y números sobre metales— y por otra, el desarrollo de «prensas» según modelos ya utilizados para la obtención del vino o del aceite.
El artilugio de Gutenberg para imprimir sobre papel se basó en aquellas experiencias y en la combinatoria de cinco principales factores propios: los tipos móviles (letras y signos de dimensiones regularizadas para ser alineadas), un conglomerado metálico resistente para la composición de los tipos (basado en una aleación de plomo, antimonio, cobre y estaño), el entintado de estas letras y una tecnología de impresión sobre papel por presión, la prensa (Tusón, 1997: 104).
La imprenta de Gutenberg suponía una técnica aplicable, principalmente, a la combinación de letras, pero también utilizable para la reproducción de ilustraciones y grabados, formas de expresión que pronto quedarían estrechamente vinculadas a las letras (Eisenstein, 1994).
Puestos en común todos aquellos factores, la imprenta (instalada en Maguncia hacia 1450) tuvo una rápida expansión entre las ciudades comerciales de la Europa del siglo XV, ya que se benefició de los caminos ya trazados entre los grandes centros comerciales. Hacia 1455 se editó la Biblia en un formato de 42 líneas impresas por página, de la cual se imprimieron unos doscientos ejemplares. Poco después de la invención, en 1470, ya tenemos noticia de la primera imprenta en Barcelona (Guillamet, 2003) y hacia el año 1500 ya se habían instalado imprentas en más de 250 lugares en Europa (Briggs y Burke, 2002).
Imprenta y nueva era de la comunicación
¿En qué sentido podemos afirmar que la imprenta representa un cambio disruptivo, el inicio de una nueva era de la comunicación, cuyos efectos se extienden a toda la estructura social?
La implantación de la imprenta afectó a las formas de control de la información, al debate político e ideológico, a las formas de pensar e interpretar el mundo, a la religión, pero también a aspectos clave del derecho, la economía y la ciencia.
La imprenta no puede ser entendida como causa única y singular de todos estos efectos, pero sí como un factor de dinamización de la serie de transformaciones que se producen en los siglos XV y XVI con el Renacimiento. Atribuir a la imprenta la condición de causa suficiente del cambio equivaldría a ignorar los múltiples elementos que determinaron su propia implantación y desarrollo.
La historiadora Elizabeth Eisenstein (1994: 112), relativizando estas relaciones causa-efecto, señala que el Renacimiento fue, de hecho, algo anterior a la imprenta y que aquella importante metamorfosis cultural no se hubiese producido sin la influencia de la técnica de comunicación anterior, la de los amanuenses. Lo que hizo la imprenta fue despertar aquellas fuerzas intelectuales y morales que permanecían silenciadas.
Efectos de la reproductibilidad
La imprenta significa cambios estructurales en las distintas formas de producción y en la reproductibilidad de los textos impresos.
Esto significaba nuevas oportunidades de libertad de información, la superación de las limitaciones propias de los copistas medievales, la descentralización de la producción de textos en distintas imprentas simultáneamente y la existencia de un nuevo público lector y consumidor (una primera audiencia) que empezaba a disponer de documentos escritos en lenguas vernáculas.
Con la imprenta también aparece, por primera vez, o por lo menos de manera nítida, algo que veremos abundantemente en los nuevos medios del siglo XIX: la lógica económica de los medios de comunicación. Junto al inventor (Johannes Gutenberg) ya encontramos al banquero (Johannes Fust) que financia y capitaliza el proyecto.