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Poirot se siente frustrado porque lleva varios meses sin resolver casos importantes, pero de una manera curiosa, una hermosa mujer se presenta y le pide ayuda. Necesita recuperar una carta que escribió durante su juventud y alguien está utilizando para chantajearla. Su próximo matrimonio peligra. Poirot se apiada de ella y termina desatando un mecanismo de relojería que lo colocará por primera vez del otro lado de la ley.
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Seitenzahl: 16
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Inhalt
LA DAMA DEL VELO epub
Noté que desde hacía un tiempo Poirot estaba descontento e intranquilo. Llevábamos varios meses sin resolver casos de importancia, de esos en los que mi pequeño amigo ejercitaba su agudo ingenio y sus notables facultades deductivas. Aquella mañana, dobló el periódico que leía y exclamó:
—¡Schh! —su onomatopeya favorita, sonaba exactamente como el estornudo de un gato—. Los criminales de su Inglaterra me temen, Hastings. Si el gato está presente, los ratones no se interesan por el queso.
—Imagino que la mayoría de ellos ni siquiera está enterado de su existencia —respondí entre risas.
Me miró con un gesto de reproche. Mi amigo creía que el mundo entero pensaba y hablaba de Hércules Poirot. Y ciertamente, su nombre había logrado cierto reconocimiento en Londres, pero eso no era suficiente para crear pánico en el mundo del hampa.
—¿Qué opina del reciente robo de joyas a pleno luz del día en la calle Bond? –le pregunté.
—Un trabajo limpio —aceptó— estoy de acuerdo, pero no es de mi agrado. Pas de finesse, seulement de l’audace! Un hombre rompe el cristal del escaparate de una joyería con un bastón y recoge unas cuantas piedras preciosas. Algunos ciudadanos valientes logran detenerlo en flagrante delito y, acto seguido, aparece un oficial de la policía. En la comisaría, se comprueba que las piedras son falsas. ¿Qué ha sucedido? Nada en particular, simplemente que el ladrón ha cambiado las auténticas entregándoselas a un cómplice mezclado entre los honrados ciudadanos anteriormente mencionados. Irá a la cárcel, por supuesto, pero cuando salga lo espera una pequeña fortuna. No, no está mal pensado, si bien yo lo hubiera diseñado mejor. A veces, Hastings, lamento mi estatura moral. Trabajar en contra de la ley sería agradable, aunque fuera solo para variar.
—Alégrese, Poirot. Usted sabe que es único en su especialidad.
—¿Sí? Bien. ¿Ha sucedido algo apropiado para mi especialidad?
Levanté el periódico de la mesa.