La emoción de leer. Leer las emociones. Lectura para el desarrollo personal en jóvenes y adolescentes - Paulo Cosín Fernández - E-Book

La emoción de leer. Leer las emociones. Lectura para el desarrollo personal en jóvenes y adolescentes E-Book

Paulo Cosín Fernández

0,0

Beschreibung

Sentiremos la esperanza, el honor, el amor, la culpa, la infidelidad, la ira, la indignación, el placer, la amistad... Y todo, ¿para qué? Para disfrutar al máximo de los libros y, al tiempo, conocer mejor nuestras emociones, pues ese autoconocimiento nos conducirá al bienestar emocional. "Paulo Cosín nos ofrece un libro de una claridad encomiable en un tema que es fundamental. Su propuesta podría llamarse 'la lectura apasionada': intensa, vehemente, vital, de entrega a las tribulaciones y triunfos de los personajes para experimentarlo todo con ellos. Esta 'lectura apasionada' expande nuestra interioridad y, por consiguiente, nuestra capacidad compasiva. Pero, como explica muy bien el autor, esta pasión, ciega en sí misma, debe encaminarse mediante el diálogo reflexivo". Esteban Laso. Psicólogo experto en terapia emocional Instituto Zapopán. Guadalajara. México Damos la bienvenida al maravilloso mundo de la lectura apasionada. ¡Pasen y lean! Y, sobre todo, EMOCIÓNENSE.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 307

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



© Paulo Cosín Fernández, 2023

© Del Prólogo Jordi Sierra i Fabra, 2023

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Equipo editorial:

Paulo Cosín Fernández

Carmen Sánchez Mascaraque

Ana Peláez Sanz

© EDICIONES MORATA, S. L. (2023)

Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3º C

28231 Las Rozas - Madrid - ESPAÑA

www.edmorata.es - [email protected]

Derechos reservados

ISBNpapel: 978-84-19287-26-7

ISBNebook: 978-84-19287-26-7

Depósito Legal: M-2.234-2023

Compuesto por: Sagrario Gallego Simón [email protected]

Printed in Spain - Impreso en España

Imprime: ELECÉ Industrias Gráficas, S. L. (Madrid)

Diseño de la cubierta: Ana Peláez

Fotografía de la solapa de Paulo Cosín por Íñigo Cosín. @inigocosin

Nota editorial

En Ediciones Morata estamos comprometidos con la innovación y tenemos el compromiso de ofrecer cada vez mayor número de títulos de nuestro catálogo en formato digital.

Consideramos fundamental ofrecerle un producto de calidad y que su experiencia de lectura sea agradable así como que el proceso de compra sea sencillo.

Una vez pulse al enlace que acompaña este correo, podrá descargar el libro en todos los dispositivos que desee, imprimirlo y usarlo sin ningún tipo de limitación. Confiamos en que de esta manera disfrutará del contenido tanto como nosotros durante su preparación.

Por eso le pedimos que sea responsable, somos una editorial independiente que lleva desde 1920 en el sector y busca poder continuar su tarea en un futuro. Para ello dependemos de que gente como usted respete nuestros contenidos y haga un buen uso de los mismos.

 

Bienvenido a nuestro universo digital, ¡ayúdenos a construirlo juntos!

Si quiere hacernos alguna sugerencia o comentario, estaremos encantados de atenderle en [email protected]

A Carmen, que liberó mis emociones y que ahora caminan junto a las tuyas.

A Patricia y a Jorge que estoy seguro que encontrarán cada vez más la sensibilidad para apreciar su brújula emocional que les orientará en el mejor rumbo a sus vidas.

A Javier y a Darío para que desvelen la complejidad de su mundo emocional.

A mis ahijados Diego, Guillermo y Mónica, y a todas mis sobrinas y sobrinos, para que se atrevan a emocionarse con compromiso, con amor, con respeto, con reciprocidad, y con una excelente vida sexual y afectiva plena.

A mis hermanos y hermanas, porque sois la mejor familia que uno podría elegir.

Y a todos los jóvenes, que se encuentran en un mundo que confunde placer y felicidad, identidad y diferenciación, que no admite el sufrimiento, con un “doblepiensa” mediático cada vez más frecuente, os espera en los libros la esperanza, el amor, la culpa, la infidelidad, la ira, el honor, la venganza... atreveos, es emocionante.

Agradecimientos

Hace justo un año nació mi otro libro Para qué leer, todas las personas que me apoyaron entonces, Carmen, Ana, Maica, Manuel, Sofía, Luis, Sagrario, Miguel, Mary, enseguida me empezaron a preguntar por el siguiente libro. Gracias a ellos descubrí que mi tarea no había llegado a su fin, y yo sabía que La emoción de leer llevaba tiempo gestándose, incluso antes que Para qué leer.

Recibí entonces el libro prometido sobre la psicología de las emociones de Esteban Laso y Alfredo Canevaro Terapia Experiencial Profunda, un poco antes el de Raúl Medina, Del amor indignado al diálogo crítico, y en un periodo muy breve publiqué, en Morata también, el de Carmen Campo y Marta Ramo, Terapia de pareja e infidelidad, el que compilan Roberto Pereira y Juan Luis Linares Caminos de Terapia Familiar, con capítulos que abordan duelo, adicciones, depresión, pareja, trastornos de alimentación, etc. Agradezco especialmente a Roberto Pereira por ser el impulsor de todas estas publicaciones y a todos estos autores sus contribuciones y la confianza en esta editorial. A Javier Urra, fiel promotor de esta editorial, gracias por tu apoyo continuo, buena muestra fue tu emotivo prólogo de mi primer libro. Mucho de lo aprendido con ellos, y con Jurjo Torres, José Gimeno, Julia Varela, Fernando Álvarez-Uría y todos los que forman parte del catálogo de Morata que con sus conversaciones y con sus libros ha tomado forma en La emoción de leer, para que llegue a un público más amplio que el del psicólogo profesional. Porque quizás, solo quizás, si consiguiéramos que los jóvenes descubrieran su mundo emocional a través de la lectura, frenaríamos el crecimiento de la demanda terapéutica, o el trabajo terapéutico sería más sencillo.

Quiero hacer una mención especial a Jordi Sierra i Fabra por su conexión y por su total apoyo y disposición, no solo con este libro sino con todo lo que hace en favor de la lectura a los jóvenes. Yo jamás pensé que fuera escribir un libro, menos dos y ahora veo que además es con un prólogo Jordi, algo que jamás pude imaginar. Sara Moreno cuya vocación e implicación con el fomento de lectura en el público juvenil impulsa el Salón del Libro Infantil y Juvenil de Madrid fue convincente con Jordi, gracias también por contagiarme tu pasión.

Estoy muy agradecido a los medios de comunicación, su acogida cálida y entusiasta que me hicieron con la publicación de Para qué leer me hizo ver que no era una locura. Gracias a David Felipe Arranz, Pepa Fernández (RNE), Laura Barrachina (Ojo Crítico), Juan Diego Guerrero (Onda Cero), Cristina Moreno (Radio3), Cristina Hermoso de Mendoza (La estación azul), Sonia Martín (Creciendo en sintonía), M. Angel Russ (Sexto Continente), Jorge Raedó (Conversaciones Anidar), Castillos en el aire, ABC, El País, Publishers Weekly, Revista Magisterio, CLIJ, Innovamos, Educación 3.0, etc.

Para qué leer es un libro para educadores, familias y profesorado, y resultó una gran sorpresa el apoyo de los colegas del sector y mis amigos editores, como Javier Jiménez, Manuel Gómez Moreno, Javier López Yañez, Alberto Vicent, Antonio María de Ávila, Carmen Cuartero, una larga lista con los que trabajo en la Asociación de Editores de Madrid, en la Federación de Gremios de Editores de España, en la Comisión de la Feria del Libro de Madrid, en la Comisión de Pequeñas Editoriales, de todos recibí el empuje y el ánimo tan necesarios para superar el esfuerzo que ha supuesto La emoción de leer. Gracias a Pedro Valverde y a Antonio Castillo que me insistieron en la importancia del cómic y manga. Gracias a las editoras (Rosa Fragua) y editores (Jorge García) que me aconsejaron libros juveniles, gracias a sus autoras como Carolina Casado cuyo acorde menor fue de gran inspiración. Gracias a Pilar Eusamio por su acogida en Librería Antonio Machado, Patricia por la permanente disposición de Librería Taiga y gracias a todas las librerías y distribuidores que han mantenido y mantienen vivo el catálogo de Morata. Lo conseguiremos, ¡cada día está más cerca el Pacto Social por la Lectura!

Por último quiero transmitir un agradecimiento especial a todos los educadores, profesores, profesoras, trabajadores sociales, padres y madres, todos los que estáis con jóvenes diariamente, este libro pretende ser una herramienta más, con la ilusión de que os resulte de ayuda para que juntos disfrutéis al máximo de las lecturas y, al tiempo, conozcáis mejor vuestras emociones y así alcancéis el bienestar de una relación completa y satisfactoria de amor y respeto.

Contenido

Prólogo

Introducción

Para qué leer.—Un punto de partida: Atreverse a sentir a los personajes.—El iceberg emocional.—Por qué la lectura como base de la educación emocional en la escuela.—¿Por qué esto es importante en la adolescencia?—El grupo, la identidad y la diferenciación del adolescente.—La intensidad y la profundidad de las emociones.

Capítulo 1. La emoción de amar

La emoción del primer beso.—El amor es el tema rey de las canciones, los poemas y la literatura.—El amor en la Grecia antigua.—Enamorarse: una parte integral de la experiencia adolescente.—De la emoción de la poesía a la de la literatura.—Una novela juvenil de amor.—Amar es bueno.—¿Qué es amar para los jóvenes?—La atracción: ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?—El enamoramiento. ¿Por qué nos enamoramos y de quién nos enamoramos?—Más allá del enamoramiento.—La obstinación en la relación.—Del enamoramiento al amor.—Los conflictos en la relación de amor: La Convivencia, la Comunicación y la Definición de la relación. Desajustes en la organización de la convivencia.Diferencias en la comunicación y en la resolución de los conflictos.Desacuerdos básicos respecto a la definición de la relación.—La dimensión social del amor: el síntoma patriarcal.—La infidelidad. Tipos de infidelidad.Consecuencias de la infidelidad.

Capítulo 2. El terror, el misterio y el crimen

Capítulo 3. El club de lectura de la Esperanza

El mito de la caja de Pandora.—El deseo de vivir: ¡Viven!—¿Basta la esperanza?—Los nutrientes de la esperanza: capacidad de compromiso y los recursos disponibles.—Cuando la esperanza es el final.

Capítulo 4. La sensibilidad humana

¿Sensibilidad o insensibilidad? Esa es la cuestión.—Xenofobia, racismo y exclusión.—La violencia: el extremo de la humillación y el arma de reacción.—La acción de compromiso frente a la reacción violenta.—¿Hasta dónde llega la amistad?

Capítulo 5. Emociones y salud mental

Se fueron antes de tiempo.—Un acorde menor.—Campos de fresas.

Capítulo 6. 1984 y Un mundo feliz: las emociones, la esencia de la humanidad

1984. La celda 101. ¿Qué pretendía Orwell? ¿Qué impacto causó 1984?Emociones y lenguaje.—Un mundo feliz.Una educación especializada para la élite de mayor responsabilidad. Un mundo de relaciones promiscuas, placenteras, sin emociones.El soma, una droga siempre al alcance. De juventud perfecta hasta la muerte. Condicionamiento ante la muerte. La vida íntima, la diversión y la libertad.Noticia del diario El Clarín de enero de 2019.Noticia del diario El Mundo de diciembre de 2021.

Capítulo 7. Tomarse el humor en serio

Cuestión de actitud.—El humor en la psicología.—Los recursos literarios del humor.—Humor y salud.—Superhumor.—Quino y Mafalda: Cuando el humor forma parte indisoluble de la crítica social.

Capítulo 8. La emoción del cómic

¿Son lectores los lectores de cómic?—El cómic, el manga y el tebeo por fin se suben al podio.—Tokio Revengers.—Kimetsu no Yaiba (Guardianes de la noche), escrita e ilustrada por Koyoharu Gotouge.—Atelier of Witch Hat.La novela gráfica.—Cómo utilizar el cómic. Interpretar la expresión facial.

Epílogo

Obras comentadas en La emoción de leer

Bibliografía

Reseñas

Prólogo

Escribir el prólogo de un libro suele ser una de las tareas más complicadas para cualquier persona, se maneje bien con las palabras o no. Resumir el espíritu de una obra en apenas dos cuartillas, es un trabajo arduo que requiere algo más que la percepción del libro en sí. De una novela, se puede valorar la historia, el lenguaje, los personajes. De un libro que habla de sentimientos, emociones, de leer y de saber apreciar la vida a través de la palabra escrita, lo que se valora son muchas otras cosas. Por eso, en un caso así, lo que uno hace es recordar su propia experiencia, cómo se hizo lector siendo niño, y lo que le cambió la vida leer. Muchos conocen mi frase: “Leer me salvó la vida. Escribir le dio un sentido”. Ahí se puede resumir todo.

Por lo tanto, en gran medida, muchas de las partes de este libro las he experimentado yo, especialmente en la niñez y la adolescencia. También los razonamientos perfectamente estructurados. Cuando uno nace en lo peor de una represiva dictadura, en una familia humilde, y encima es tartamudo, parece que su destino esté sellado. Si a los 8 años va y suelta que quiere ser escritor, lo normal, como hizo mi padre, es que te digan que estás loco, que nadie vive de escribir, que no es un trabajo y que te morirás de hambre. La lucha que sigue a esto, la lucha que tuve que emprender yo, fue titánica. ¿Pero qué es lo que me salvó, qué me hizo resistir contra viento y marea? Por supuesto la cultura que hice leyendo. Una cultura única, universal, una cultura que no se aprende en la escuela, donde memorizabas textos y aspirabas a pasar el curso para luego olvidarte de todo.

Cuando uno habla de cultura en la niñez o la adolescencia, todavía se piensa en la lectura de los clásicos. Yo odiaba “El Quijote”. Era la lectura de cada año. Salvo eso, no había mucho más. ¿Entonces, qué leía aquel niño en los años 50? Pues mucho de lo que se habla en este libro: tebeos (hoy lo llaman cómics), sobre todo tebeos. Aprendí a amar la ciencia ficción con “Flash Gordon”. Aprendí a degustar los misterios policiacos con “Rip Kirby”. Fui feliz con las aventuras de “El capitán Trueno”. Cada semana leía hasta la última coma del “Pulgarcito”. Mis héroes eran los dibujantes de esas historietas, a los que un día llegué a conocer emocionado. Por eso hoy defiendo que se lean cómics en las escuelas. Porque son una puerta no solo a la imagen, sino a la sensibilidad tanto del arte de la ilustración como de la narración. De niño tenía que alquilar novelas baratas en una librería de segunda mano que había en mi calle. Aquel lugar para mí era el palacio de mis sueños. Lo malo es que alquilar a Julio Verne o a Salgari costaba tres pesetas y yo solo tenía cincuenta céntimos que ganaba vendiendo los periódicos del día anterior o, a veces, el pan seco, que me daban los vecinos. Así que leía novelas baratas, del oeste, de gánsteres. Lo que más entiendo hoy es que para saborear un buen pastel, también has de haber comido mierda. Sin comparación, no hay diferencias. Es el eterno equilibrio de lo bueno y lo malo, o lo que creemos que es bueno y lo que creemos que es malo (no siempre se acierta, y más en el arte). Con 12 o 13 años descubrí el “Tarzan” de Edgar Rice Burroughs, mi primer maestro. Leí a Enid Blyton y mi primer héroe fue el personaje de Guillermo Brown, escrito por Richmal Crompton. Guillermo era el niño que todos queríamos ser y no nos dejaban. Llegué a Verne con 14 o 15 años. No fue hasta dejar la escuela a los 16, cuando asumí el reto final de aproximarme a Steinbeck, Dostoievsky o Hemingway. A los 17 o 18 años leí finalmente el libro que me cambió la vida y me hizo enfrentarme a mi mismo en el espejo de la realidad para saber no solo quién era yo, sino cómo iba a conseguir mi sueño de ser escritor: “El manantial”, de Ayn Rand.

De todo esto y más se habla, de otra forma, en este libro. Lo que he contado no es solo el devenir de un niño nacido en 1947. Es la historia de una resiliencia a través de las emociones. Y las emociones, en mi caso, siguen proviniendo de lo que leo, por más que también sea un cinéfilo y durante años estuviera en el mundo del rock. Cuando leemos, empleamos lo cinco sentidos, y esto es algo que no se da en otro campo artístico. Vemos un cuadro con los ojos. Vemos y oímos una película con ojos y oídos. Pero únicamente cuando leemos los empleamos todos, porque al leer oímos las voces de los personajes en nuestra cabeza, recordamos el tacto de la persona a la que queremos al percibir cómo él o ella en el libro acaricia al otro, sentimos el sabor de nuestros propios besos en la boca, e incluso olemos cuando el escritor nos habla de una fragancia. Leer evoca lo que hemos aprendido de la vida y nos prepara para lo que vendrá. Leer complementa todos estos estímulos, los hace florecer y crecer. Y es en la infancia cuando esto ha de potenciarse y hacerse real, natural y normal en la existencia de las personas. Y es en la adolescencia cuando descubrimos quiénes somos a través de lo que sentimos. Y es en la primera juventud cuando, finalmente, nos miramos al espejo y tomamos un camino. Sin sensibilidad, sin emociones, eso no es que no sea posible, es que es inadmisible. Nos convierte en algo peor que bestias. Me gustaría saber cuántos libros han leído no ya en su infancia, sino en su vida, esos maltratadores que salen cada día en los periódicos, esos absurdos asesinos de mujeres, esas manadas de violadores que no muestran la menor empatía por las chicas a las que destrozan la vida, esos racistas, homófobos e intransigentes que nos rodean y expresan su odio a través de la estupidez de las redes sociales, esos ultras abonados a las mentiras que únicamente lo ven todo a través de su miopía. La falta de emociones es lo que hace del mundo, en la actualidad, un lugar tan duro e inhóspito además de peligroso. Por eso son necesarios libros como este, que nos hablan de algo tan intangible como el hecho de poder sentir. Todos creemos que estamos vivos. Pero no nos engañemos: hay muchos muertos en vida pululando a nuestro alrededor. Y no son zombis. Son personas que en su niñez y en su adolescencia le dieron la espalda, sabiéndolo o no, a su humanidad.

Hay partes de este libro que deberían tratarse en clase, y partes que deberían leer psicólogos y psiquiatras. No es una novela, pero habría que absorberse como tal. Como resumen, todo podría agruparse en un par de conceptos: dad a un niño un primer cuento o un primer cómic como herramienta de supervivencia y dejadles leer lo que quieran mientras lean, no importa qué. La vida ya les llevará a lo que busca a cada cual.

Lee, emociónate, siente, vive. Somos humanos, o deberíamos serlo.

Y tenemos la palabra, hablada o escrita. ¿Qué más necesitamos?

© Jordi Sierra i Fabra, 2023

Introducción

PARA QUÉ LEER

En mi anterior libro Para qué leer (en adelante PQL), expuse que leer no solo es humano sino que nos hace humanos, y que los seres humanos somos socioemocionales. El fundamento en La emoción de leer es que, igual que damos importancia a la comprensión lectora (tema al que dediqué el capítulo 3 en PQL), debemos hacerlo con la comprensión de las emociones. En el capítulo dedicado a los personajes pudimos ver cómo a través de ellos entramos en un mundo de relaciones y de emociones, surge la pasión, la tensión del drama, la rebeldía. Explicamos entonces los estratos emocionales que son el humor, las emociones, los sentimientos y los vínculos.

Este libro pretende volver a hacer énfasis en la lectura como elemento multiplicador que revierte en nuestra madurez emocional, algo que es de gran importancia en la adolescencia, de ahí que este libro, como lo fue PQL, de nuevo esté dedicado a todos los educadores, padres, madres, profesores, trabajadores sociales que encontrarán claves para su desarrollo emocional pero sobre todo con una intención última, que es transferírselas a los jóvenes y adolescentes.

Para ello he recurrido a varias obras de la literatura clásica, partiendo de la premisa de que al ser obras conocidas esto pueda facilitar la tarea de lo que aquí pretendo. Si el lector —aunque las conozca— no ha leído estas obras todavía, o no las recuerda, es buen momento para volver a ellas, para leerlas ahora con una mejor comprensión de las emociones. También encontrarán obras recomendadas por los propios lectores juveniles y de todos los géneros, a través de todas ellas iremos descubriendo el entramado que suponen las emociones y su significado. No se trata de que leamos diseccionando, ¡nada más lejos de mi intención!, ni que consideremos los ejemplos que menciono como los más relevantes, cada uno los encontrará en sus propias lecturas.

Permítanme que en esta introducción les exponga primero algunos fundamentos algo más teóricos que son necesarios cuando hablamos de algo tan complejo como la adolescencia, la lectura y las emociones. Más adelante la lectura será mucho más literaria, y verán que cuando lleguemos al final del libro habremos entendido todos estos estratos emocionales.

La tesis del libro es que podemos madurar emocionalmente a través de las experiencias que vivimos y compartimos de nuestras lecturas; también podemos no hacerlo, pero en tal caso prescindiremos de una gran herramienta, exclusiva del género humano, para nuestro desarrollo emocional.

El objetivo de este libro es, pues, explicar cómo la lectura nos permite comprender y dar sentido a nuestras emociones y hacerlo de una manera sana. Para ello veremos las emociones primarias o básicas, que son nuestra brújula que nos alerta para que cuidemos nuestra relación afectiva y de respeto; y las secundarias o sociales (como la culpa), que provienen de unos condicionantes socioculturales (el patriarcado, por ejemplo). La propuesta es que hagamos una inmersión en nuestras lecturas, que nos dejemos llevar, pero desde un conocimiento previo de qué son las emociones y para qué nos sirven. Esto nos permitirá empatizar mejor con los personajes y, no duden, resonará también en nuestro mundo emocional, que será el que tengamos en el momento que estemos viviendo.

Sentiremos la esperanza, el honor, el amor, la culpa, la infidelidad, la ira, la indignación, el placer, la amistad... y todo, ¿para qué? Para disfrutar al máximo de los libros y, al tiempo, conocer mejor nuestras emociones, pues ese autoconocimiento nos conducirá al bienestar de una relación completa y satisfactoria de amor y respeto.

UN PUNTO DE PARTIDA: ATREVERSE A SENTIR A LOS PERSONAJES

Los psicólogos consideran que tenemos diferentes maneras de regular nuestras emociones: por un lado, negar que existen (estilo evitativo); también podemos creer que somos capaces de no sentirlas porque las tenemos bajo control (estilo de control); cuando las escondemos mediante el típico “no, si no me pasa nada” aunque, como veremos, nuestro lenguaje no verbal y paraverbal (la entonación, por ejemplo) no engaña (estilo de supresión); y, por último, cuando no nos podemos quitar de la cabeza algo a lo que no hacemos más que darle vueltas sin llegar a ningún lugar (estilo de rumiación). Todos estos estilos los vemos en los personajes.

Podríamos pensar que es mejor no emocionarse, que así vivimos más felices, como en Un mundo feliz que analizaremos en el Capítulo 5, en ese mundo que describe Aldous Huxley y en el que la felicidad partía de la premisa de eliminar las emociones “horribles”:

—¿Alguno se ha visto obligado a esperar mucho tiempo por la consecución de un deseo?

—Una vez tuve que esperar casi cuatro semanas antes de que la muchacha que yo deseaba me permitiera ir con ella.

—¿Y sintió usted una fuerte emoción?

—Fue horrible.

(P. 59).

En una sociedad debidamente organizada como la nuestra, nadie tiene la oportunidad de comportarse noble y heroicamente. [No hay] objetos de amor por los que luchar o que defender.

(P. 235).

Pues yo no quiero comodidad. Quiero poesía, peligro real, libertad, bondad, pecado.

(P. 238).

Reclamo el derecho a ser desgraciado. A envejecer...

La propuesta que hacemos aquí es que se den ustedes a sí mismos el con-sentimiento, que se atrevan a vivir los personajes y entrar en su mundo emocional para disfrutar de la lectura.

Solo la emoción puede cambiar la emoción.

Si en Para qué leer insistíamos en la importancia de la lectura como diálogo, aquí nos centraremos en la emoción de leer, en leer las emociones. Porque, “solo la emoción puede cambiar la emoción”1. Por mucho que ayuden (y lo hacen), el diálogo abierto o la conversación colaborativa no son suficientes para desencadenar una revolución personal; a lo sumo, desbrozan el camino u organizan sus implicaciones consiguientes.

Y recuerden que pensar sobre las emociones es, como la lectura, exclusivo de los humanos.Todos los animales superiores pueden sentir (emociones) y varios de ellos pensar (resolver problemas complejos sin apelar al mero ensayo y error)2 pero solo el ser humano puede sentir, pensar, pensar acerca de lo que piensa y siente y sentir acerca de lo que siente y piensa3. En otras palabras, la mente humana es recursiva4potenciada por la naturaleza proposicional del lenguaje que nos permite transformarnos en objeto de nuestros procesos mentales e ipso facto sujeto de nuestras decisiones5. Y como reconoce Wittgenstein6, donde hay un lenguaje hay una forma de vida y, por ende, un orden moral.

Se lo resumo a mi manera y, permítanme que insista:

Hay que experimentar las emociones, no es suficiente con el lenguaje, con el diálogo, con pensar y compartir lo que se siente, también hay que atreverse a sentir lo que uno o el otro piensan (con-sentir).

Con la lectura nos enfrentamos a una situación que vivimos con los personajes. Ponemos en marcha lo que Dewey denomina acción inteligente: El pensamiento y la deliberación no pueden resolver los problemas, ni pueden garantizar que la respuesta elegida tenga éxito, sí hacen que el proceso de elegir sea más inteligente de lo que hubiera sido en el caso de ensayo y error ciego. De pronto experimentamos, nos encontramos con un desenlace inesperado, el autor nos sorprende. Es decir, no solo hemos pensado y deliberado sobre un hecho, sino que la lectura nos lleva a experimentar un desenlace cuando empatizamos con los personajes. Y además, vemos las posibles relaciones entre las acciones y sus consecuencias que el autor ha imaginado que le suceden al personaje y que resuenan emocionalmente en el lector. Así vamos adquiriendo, experimentando las emociones de una traición, de una infidelidad, de una acción de riesgo, de una aventura.

Les pongo un ejemplo sencillo y personal. En La playa de los ahogados, de Domingo Villar, sucede que el inspector Caldas, en su proceso de investigación que lleva a cabo en el puerto de Panxón (Nigrán-Vigo-España), le hace unas preguntas a un pescador en la rampa del puerto. Es una rampa que conozco desde que nací, desde donde salía a pescar con mi abuelo, desde donde he salido tantas veces a navegar, todo eso me puso muy fácil que me trasladara sin problemas a ese lugar. Pues bien, de pronto me encontré avisando al inspector de que tuviera cuidado para no resbalarse con las algas que la marea acababa de dejar húmedas, pues cuántas veces habré tenido esa sensación. Unas líneas más abajo el pescador advertía de ese peligro al inspector. Y así me fue sucediendo con el naufragio cerca de Sálvora, con Monteferro, Vigo, el barco a Cangas (El último barco) y con cada recorrido, paisaje y geografía de los libros que escribía nuestro querido Domingo Villar, que nos deja un bonito legado con sus obras, y que al mencionarlo aquí deseo rendirle mi pequeño homenaje. Bueno, se me ocurrió que podría ser una buena manera de explicar en qué consiste esto de dejarse llevar, en emocionarse con la lectura.

EL ICEBERG EMOCIONAL

El psicólogo Esteban Laso y el psiquiatra Alfredo Canevaro describen cómo nos relacionamos mostrándonos un modelo que va de lo más superficial a lo más profundo. Para visualizarlo podemos usar la metáfora del iceberg de la figura I.1.

Como ya sabrán, la novena parte de un iceberg es la que está a la vista, y en esta metáfora correspondería a nuestro comportamiento a través de los gestos, abrazos, mensajes, diálogos, etc.; es la parte más superficial.

En la parte sumergida nos encontramos, en primer lugar, lascreencias y expectativas mutuas; más abajo las emociones recíprocas, para finalmente, en lo más profundo, encontrar nuestras necesidades básicas en las relaciones que tenemos con los demás, que Laso considera que son Afecto (amor) y Respeto.

Esas dos necesidades relacionales básicas, sentirnos queridos y ser respetados, es decir, “sentirnos amados —aceptados, queridos, protegidos...— y por otra sentirnos competentes —respetados, reconocidos, capaces, fuertes...—” son necesidades que se dan sinérgicamente y proporcionan bienestar, salvaguardan la supervivencia y el crecimiento de la persona. Si se siente amada y respetada, deviene capaz de amar y respetar al otro, generando un sistema saludable.

Pues bien, las emociones primarias, que más estrictamente serían las básicas, actúan como una brújula, un sensor que nos indica si las necesidades de amor y de respeto están cubiertas o en qué estado se encuentran.

Recojo aquí las definiciones que nos ofrece Laso y que aparecerán continuamente ejemplificadas en este libro.

Por un lado, tenemos las emociones primarias puras, que son la alegría y la tristeza. La primera “marca la satisfacción de recibir o ganar algo personalmente significativo: cuando nos sentimos poderosos, capaces, orgullosos, amados, etc., experimentamos alguna de sus variantes, que nos hacen expandirnos para englobar aquello que nos nutre y vivifica”.

Figura I.1. Modelo de Iceberg de Terapia Experiencial Profunda de Laso y Canevaro

La tristeza, en el otro extremo, nos dispone a manejar la pérdida: nos encoge, sumergiéndonos en nosotros mismos para protegernos, hacer balance, recuperarnos y emerger con nuevos bríos.

Por otro lado están las emociones primarias mixtas, empezando por la sorpresa-miedo. Un suceso nos sorprende porque no lo esperamos y reaccionamos centrando nuestra atención: eso hace que nuestras pupilas se dilaten y se nos acelere el pulso, nos alertamos para poder reaccionar. Esa sorpresa se transforma en miedo si la valoración que hacemos de forma tácita y casi inmediata es que amenaza nuestro bienestar —ante lo cual reaccionaremos defendiéndonos, huyendo o nos quedaremos paralizados, según nuestra valoración del peligro.

Y finalmente la emoción de ira-asco (o desprecio), que responde a las invasione s a nuestro espacio psicológico en sentido amplio, a las que reaccionamos endureciéndonos para impedirlas y, acto seguido, para pugnar hasta desalojarlas si las evaluamos como meras faltas de respeto (o frustraciones de nuestros propósitos); o bien hasta repudiarlas, degradarlas y distanciarnos de ellas si las vivimos como abyectas (moralmente inferiores, asquerosas, indignas...), que atentan contra nuestro orden moral.

Lo fundamental es que “cada una de estas emociones da cuenta del estado de una o las dos necesidades relacionales; esto es, de cuán amados y/o respetados nos estamos sintiendo en ese instante, tanto por los otros como por nosotros mismos”.

Y veremos que si no actuamos haciendo caso a estas emociones que nos alertan de la situación de estas necesidades básicas, lo que Laso llama honrar las emociones, sufriremos una herida, que quedará latente. En palabras de Freud: “Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas”.

También contamos con las emociones secundarias o sociales, que podríamos llamar los “deberías” que vienen de nuestro entorno sociocultural y que establecen un orden moral. Tratamos de encajar en ese orden moral para ser aceptados en nuestra comunidad y, según Adam Smith (1941), lo más insoportable que nos puede suceder es estar condenados al ostracismo y al escarnio público.

Es fácil que utilicemos moral y ética de manera indistinta. E. Morin7 dice que hablamos de moral para situarnos al nivel de la decisión y de la acción de los individuos, y de ética para designar un punto de vista supra o metaindividual. Sin embargo los dos términos son inseparables y a veces se superponen. La moral depende implícita o explícitamente de una ética y la ética se seca y se convierte en vacía sin las morales individuales”. Para Bauman8 la moralidad se refiere "al aspecto del pensamiento, sentimiento y acción humanos que hacen pertinente la distinción entre lo correcto y lo incorrecto. La ética, por otro lado, se refiere a reglas, códigos y normas”, que nos permitirían llevar esa vida moral. La moral interviene pues en una acción individual entre dos personas, en cuanto la relación se amplía a más personas se pone en marcha un código ético de comportamiento. Lo que el modelo emocional de Laso y Canevaro defienden es que profundicemos más allá de las normas morales, de los códigos éticos para que sintamos nuestra “guía” emocional básica que nos advierte de si nuestras necesidades más básicas de amor y respeto están satisfechas.

Volviendo a Un mundo feliz, John, el salvaje, es rechazado por ser diferente, lo sacan de la fila en el ritual al que acuden los adolescentes para demostrar su valía y el paso al mundo adulto, y es apedreado, pero lo que dice que más le dolió no fueron las magulladuras por los golpes sino su sentimiento de soledad. Buscaba la aceptación en un grupo que lo rechazaba, sufría por la exclusión social y, obviamente, su sentimiento de soledad provenía de esa exclusión.

Desde que nacemos vamos interiorizando un orden moral, que veremos a lo largo de los diferentes capítulos de este libro. Pondremos ejemplos de personajes que intensifican esas emociones secundarias que solo complican y enredan; veremos el sentimiento de culpa, la infidelidad, el poder, el placer, la venganza, la envidia, la traición, el rencor, el victimismo, la esclavitud, la ansiedad, etc. Observaremos cómo esas emociones secundarias atraen el drama con gran intensidad, enmascaran las emociones primarias que son las más profundas y que, si las atendiéramos, sí nos permitirían enfocarnos hacia el amor y el respeto.

POR QUÉ LA LECTURA COMO BASE DE LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LA ESCUELA

La lectura debe estar abierta a experimentar emociones, que se deben compartir en un entorno en el que toda la comunidad escolar se sienta segura.

En PQL recomendé el libro de Gert Biesta Redescubrir la enseñanza, y vuelvo hacerlo, añadiendo su nuevo libro La buena educación. En ambos, en relación al propósito educativo que debemos considerar, además de la función educativa de la cualificacióny todo lo relacionado con el aprendizaje, considera fundamentales dos funciones o dimensiones más: una es la socialización y la otra la subjetivación. Estas dos últimas implican el desarrollo de los alumnos como sujetos socioemocionales. Mi propuesta es que la lectura es fundamental para una enseñanza bajo este prisma de Biesta. Y debe ser una lectura abierta a experimentar emociones, que se deben compartir en un entorno en el que toda la comunidad escolar debe sentirse segura. Si está usted pensando que primero deberíamos tener eso garantizado, no puedo estar más de acuerdo, de nada sirve hablar de ningún contenido del currículum educativo, si un/a alumno/a o un/a profesor/a no pueden encontrarse en un ambiente de respeto y seguridad. Cada vez que se habla de acoso escolar, convivencia, violencia de género, la respuesta más habitual es que eso se resuelve con educación, educación y educación. Eso no hace más que apoyar el argumento de que en la escuela debe haber un ambiente que facilite el desarrollo socioemocional de toda la comunidad escolar. Haim Omer nos describe en su libro La nueva autoridad del profesorado la falta de apoyo que padecen muchos centros escolares y cómo pueden con ayuda alcanzar ese clima de respeto mutuo. Y lo más importante, leer las emociones es un proceso que se retroalimenta, a medida que hay más desarrollo emocional, mayor ambiente de respeto y de inclusión.

Recientemente escuché la entrevista de un padre cuya hija se suicidó a los 15 años y decía que llevaba sufriendo acoso escolar desde los cinco. Una sola noticia como esta debería ser suficiente para convencernos de la importancia del desarrollo emocional en la escuela.

¿POR QUÉ ESTO ES IMPORTANTE EN LA ADOLESCENCIA?

En PQL presenté que en la franja de edad de 14 a 24 es en la que encontramos que los índices de lectura por entretenimiento caen, y también expliqué que esto se producía justo en un momento de búsqueda de identidad, de manera que sucede cuando más se necesita tener un libro en sus manos. Familias, psicólogos y psiquiatras9 me informan de los problemas de chicos y chicas que se encuentran en la adolescencia, tales como depresión, trastornos de alimentación, conductas autodestructivas, etc. Entonces me centré en la importancia del diálogo, y valoré la capacidad de acción que tienen los adolescentes.

En este libro encontraremos recursos para que ellos puedan ir aprendiendo a identificar todas las emociones, secundarias y primarias, y veremos la locura del enamoramiento, la dificultad del amor, las consecuencias de la infidelidad, los distintos tipos de amistad, el honor, la desesperanza, el miedo, la ira, la venganza, la salud mental y muchas más.

Porque, ¿cuántas veces nos sucede que sentimos algo que no sabemos interpretar, que sentimos sin saber lo que sentimos? No coincide lo que sabemos (o creemos saber) de nosotros mismos y lo que vamos descubriendo sintiendo las emociones; lo que sentimos que hemos de hacer y lo que la situación externa nos demanda o nos pone fácil. Por ejemplo, “por qué no hice nada cuando insultaron a Pedro”, “no entiendo por qué reaccioné con tanta ira cuando María no me saludó” o “¿por qué quiero llorar si lo tengo todo? Debería estar contento”. Cuando esto sucede experimentamos inquietud, confusión, desorientación o angustia —o, todavía peor, puede que no experimentemos nada en absoluto, pero que lo manifestemos “externamente” con síntomas psicosomáticos, adicciones o violencia10.

EL GRUPO, LA IDENTIDAD Y LA DIFERENCIACIÓN DEL ADOLESCENTE

Los adolescentes que se encuentran en una etapa de transformación buscan su identidad (Erikson, 1956) y también diferenciarse, pero a su vez la pertenencia a un grupo.

Para abordar esta cuestión es muy interesante el libro ilustrado titulado Periferias, de Ricardo Cavolo, un autor cuya infancia transcurrió entre dos realidades, una como un “payito rubio entre gitanos”, y otra con sus amigos de familias “clásicas”. Eso le hizo pensar en las periferias que cuando son rechazadas por ignorancia y desconocimiento conducen al odio, y de este a la venganza. Defiende que en esas periferias hay magia, y nos ofrece el libro como embajador de estas realidades para descubrir el mundo. Cavolo nos describe hasta 44 periferias humanas (albinos africanos, prostitutas callejeras, indigentes, hoboes, mujeres soldado, gitanos, siameses...), periferias urbanas (favelas, campos de refugiados, el bosque de los suicidas...), periferias geográficas (Groenlandia, Siberia, Nepal, Tíbet...), de animales, vegetales y artísticas. Hojear este libro es un buen ejercicio para hacerse una idea de lo diferentes que podemos llegar a ser.