La farsa - Pedro Muñoz Seca - E-Book

La farsa E-Book

Pedro Muñoz Seca

0,0

Beschreibung

La farsa es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la trama se articula en torno a la miseria de unos comediantes que llevan su función itinerante por los pueblos.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 105

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Pedro Muñoz Seca

La farsa

JUGUETE CÓMICO

EN TRES ACTOS

Estrenado en el TEATRO DE LA PRINCESA de Madrid el 24 de Diciembre de 1921

Saga

La farsa Pedro Muñoz SecaCover image: Shutterstock Copyright © 1921, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726508215

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

A Emilio González Llana, que será ministro muy pronto.

REPARTO

PERSONAJES ACTORES Rosario Sra. Díaz de Artigas Paciencia Salvador. Encarnita Valero. Teresa Srta. Hermosa. Regina Guerrero López Petra Larrabeiti (M.). Moscoso Sr. Díaz de Mendoza Evaristo Santiago. Don Lino Capilla. Frutos Artigas. Clotario González Marín Don Antonio Cirera. Zambrano Juste. Medina Vedia. Rebollo Suárez.

Acto primero

Amplio recibimiento en casa de don Antonio Torralba. La casa de Torralba es un antiguo y vetusto edificio; uno de esos enormes caserones provincianos de recias puertas y vigas de robles.

En el primer término del lateral derecho (actor), una puerta. En último término y en chaflán, un corredor que simula conducir a la calle.—En el foro, una puerta muy amplia que da acceso a un jardín lleno de luz y de arbolado.—En el lateral izquierda, último término, el arranque de una escalera que se pierde en el lateral; en primer término, otra puerta. Los muebles de este recibimiento serán de una gran severidad y del más puro estilo español. Un arcón, un banco, una mesa, un par de sillones y todas las sillas que hagan falta.— En las paredes, alguna panoplia, algún trofeo de caza y algún retrato antiguo de algún señor engolado y con gesto de hiperclorhídrico. La acción en una capital de provincia de segundo orden; lo mismo da Cáceres que Badajoz.—Epoca actual.— Es de día, por el mes de Abril y a eso de las once y media de la mañana.

(Al levantarse la cortina está en escena EVARISTO examinando las piezas de una vieja y desarmada armadura. Evaristo es andaluz, viste de obscuro y tiene aspecto de lo que es, de ayuda de cámara; pero un ayuda de cámara que se pierde de vista.)

Evaristo Bueno, esto será una armadura, pero esto no hay quien lo arme. ¡Y que haiga dao mi amo cincuenta duros por esta birria! Mi amo está majareta perdío. Y los antiguos tampoco andaban muy cabales: porque hase farta buen humó pa í a peleá metío en un chubesky. Además, esto no está completo: aquí me fartan la má de tornillos, y me sobran estas piesas.

Teresa (Criada, joven y guapa, por el corredor de la derecha.) Evaristo...

Evaristo ¡Sentrañas! ¡Viva Cáceres!

Teresa Siempre está usted de buen humor.

Evaristo Pues ahora estoy que echo las muelas. Esta salamandra me está haciendo sudá.

Teresa (Examinando la armadura.) ¿Eso es romano? ¿No?

Evaristo Besigótico. Una americana de aquel tiempo. Pa la lluvia. Habría que ver ar Cí con esto puesto y con una purguita en la paletilla. ¡Como no se rascara con un martillo!...

Teresa Bueno, a lo que yo vengo. Ahí está un hombre preguntando por el señor Moscoso.

Evaristo Está en misa de doce.

Teresa Eso le he dicho yo, pero él dice que, a falta del señor Moscoso, quiere hablar con usted.

Evaristo Pues que pase.

Teresa (Acercándose al corredor y gritando.) ¡Entre usted! (Iniciando el mutis por la izquierda, primera puerta.) Hasta luego.

Evaristo (Viéndola ir y piropeándola.) ¡Ay, Teresilla!... ¡Qué colaísimo estoy!

Teresa (Riendo.) Me parece a mí que a usted le falta un tornillo.

Evaristo Y seis también. (Vase Teresa.)

Medina ¿Se puede? (Este Medina es joven y viste medianamente.)

Evaristo ¿Eh? ¡Anda! Pero si es Medina. ¿Qué tal, hombre? (Le abraza.) ¿Cómo tú por aquí?

Medina Pues que estamos ahí en Trujillo dando seis funciones, y vengo a ver si arreglo aquí otras seis.

Evaristo Tú sigues en la compañía de Rebollo, ¿no?

Medina Sí; con él sigo de representante y de actor y de todo lo que haga falta. ¡Estoy más cansao de hacer comedias por los pueblos, Evaristo!...

Evaristo Pero si ese Rebollo no pue ser, Medina. Es un cómico muy malo.

Medina Hombre, estando el cielo despejao se le puede oir; ahora que cuando se nubla o sopla el viento del Sur empieza a tartamudear y no hay quien lo entienda. Una idiosingrasia.

Evaristo Pero que sin grasia ninguna.

Medina Ahora está tomando corrientes eléctricas, a ver si se le quita. Por cierto que el otro día por poco se mata. Porque él toma las corrientes yéndose al campo y tirando un alambrito a los hilos del telégrafo. El jueves, distraidamente, hizo esa faena en un cable de alta tensión; un cable que venía no sé de qué salto, y para salto el que pegó Rebollo. (Ríe Evaristo.) Chico, llegó al teatro que echaba chispas. Ahora, que le sirvió, porque hizo un Gran Galeoto, que electrizó a las masas.

Evaristo Lo creo. Escucha, ¿y por quién sabías tú que estábamos aquí, en Cáceres?

Medina Por los periódicos de Madrid. Qué: descansando, ¿no?

Evaristo Descansando y curándonos la nurastenia, porque, hijo mío, hemos pasao lo nuestro. Y es que es mucho trabajo; llevamos ocho años que es un aperreo. De Madrí a América, de América a provincias, y vuelta a Madrí y vuelta a empezar... ¡La locura! Además, lo del tiro echó la llave. Ya te enterarías.

Medina Hombre, sí. ¿Y qué fué aquéllo, tú?

Evaristo Una esaborición. Que íbamos a salir en automóvil pa Zaragoza, con el objeto de debutar el Sábado de Gloria. Don Ricardo cargó el revólver, porque como casi siempre atropellamos a alguien y todavía hay quien protesta, ¿sabes?, tiene uno que ir prevenido...

Medina ¡Claro!

Evaristo Pues al cargar el revólver, ¡ ¡pum!!, se le escapó un tiro y le entró la bala por la «claudícula» izquierda y le salió por el «osmoplato», o como se diga. Total, que por poquito las lía. Estuvo una semana, que yo me asusté. Pero como liene buena naturaleza, a pesar de los médicos y de las medicinas, se curó.

Medina Hubiera sido una pena que por una tontería se hubiera desgraciado uno de los cómicos más grandes de España.

Evaristo Hace quince días le aconsejaron que debía descansar un par de meses para reponerse del todo, y aquí estamos reponiéndonos.

Medina Escucha: ¿y cómo ha sido lo de venir a Cáceres? ¿Es que Moscoso tiene aquí familia?

Evaristo Don Ricardo no tiene familia en ninguna parte. Es que aquí vive don Antonio Torralba, su mejor amigo. Es decir, su amigo y su administrador, porque esta casa es de Moscoso y esa finca grande de olivos que le llaman Las Agarenas, también es suya.

Medina ¡Como que tu amo tiene una de dinero!...

Evaristo Hombre, muy ricos no somos, pero estamos bien. ¡Lo que tiene es un corazón!... Cuando este amigo suyo, don Antonio Torralba, quebró, hace muchos años, y se quedó sin dos reales, fué don Ricardo y compró esta casa y esa finca pa que su amigo las administrase y pudiera vivir. ¿Eh? ¿Es una arsión o no es una arsión?

Medina Ya lo creo.

Evaristo Excuso decirte cómo nos tratan aquí. ¡Nos estamos dando una vidita!... A mí no me miran como a un criao, sino como a un amigo. Es muy buena gente. Don Antonio Torralba es un pan; Rosarito, su hija, que es una chispita tonta y argo nerviosilla, es un merengue de coco, y la hermana de don Antonio, la que lleva la casa, porque don Antonio es viudo, bueno, esa es una jamona de veintidós quilates. ¡Vaya una mujer! No tiene más que dos cosas feas: el nombre, porque se llama doña Paciencia, y el pretendiente, un tal don Lino Cimballos, registrador de la propiedad, y un gachó que lo ves y te revuelcas de risa, porque más feo no se encorambra. Mira, el bigote le ha salido en las cejas.

Medina ¡Caray!

Evaristo Lo que oyes: tiene las cejas a la borgoñona. Y luego, le ha brotado un lobanillo en semejante sitio, (Por el parietal derecho.) y como no se puede encasquetar el sombrero, lo lleva de medio lao y con una chulería, que no te exagero, Medina, lo miras y te congestionas. Aquí vendrá dentro de un rato, porque los domingos almuerza con la familia. Si luego vuelves le conocerás.

Medina Sí, luego vendré a saludar a don Ricardo y a suplicarle que me recomiende al dueño del teatro para arreglar eso de las funciones. A ver si aquí se nos da bien, porque llevamos una rachita... Volveré a eso de las cuatro.

Evaristo Cuando gustes, ya sabes que ésta es tu casa.

Medina ¿Se sale por aquí?

Evaristo Vete, si quieres, por el jardín. Verás un jardín bonito. A la derecha está la verja.

Medina Hasta luego.

Evaristo Adiós, hombre. (Se va Medina por el foro.) También eres tú un comiquito que estás apañao. La única vez que le he visto trabajar, en vez de anunciar «La sopa, está en la mesa», dijo muy serio «La mesa está en la sopa», y, es claro, empezó todo el mundo a gritar «¡Pues vaya cardo!». (Rumor de voces dentro.)Ahí está ya la familia. (Simula trabajar muy afanosamente en la armadura.) (Por el corredor de la derecha entran en escena, charlando animadamente, PACIENCIA, ROSARIO, ENCARNITA, REGINA y PETRA, seguidas de DON LINO y de FRUTOS. Pa ciencia es una mujer de cuarenta años; Rosario no ha cumplido aún los veinte y es, más que ingenua, un poquito tonta; Regina y Petra son dos muchachas muy jóvenes, y Encarnita una señora de cincuenta corriditos. Don Lino es el personaje descripto por Evaristo en la escena anterior. Trae un enorme hongo muy ladeado. Frutos es un muchachote fuerte, serio y simpático. Todos estos personajes, excepto don Lino, que es un tío raro, visten con cierta elegancia. Ellas, como vienen de misa, traen sus buenas mantillas, libros, rosarios, etc., etc. Si en Cáceres no se va a misa de doce con mantilla, no he dicho nada.)

Paciencia ¿Pero qué es eso, Evaristo? ¿Aún está usted enredado con la armadura?

Evaristo Como que esto es un rompecabezas, doña Paciencia.

Paciencia ¿Han visto ustedes la joya que compró ayer Ricardo? (Todos se acercan.)

D. Lino ¿A ver? ¡Bonito! Siglo XV. Pero aquí faltan piezas.

Evaristo ¿Que faltan? Pero si a mí me estaban sobrando cuatro o cinco.

D. Lino Pues mire usted, al peto le falta el ristre y a la hombrera, la bufa.

Evaristo ¡Caracoles!

D. Lino Pero ¿qué veo? ¿Le está usted poniendo las manoplas en las rodilleras? ¡Sí que la está usted armando!

Evaristo Claro que la estoy armando, pero a mi modo. Nadie nase sabiendo, don Lino. No se crea usté que armá esto es armá una juerga.

D. Lino Y está muy bien conservada.

Evaristo Claro, el latón... A esto se le ponen cuatro ruedas y un «For».

Encarnita Ya ve usted, Evaristo, que en nuestro rincón también se encuentran cosas buenas.

Evaristo Señora, mi amo ha encontrado la mejor de todas, que es la salud.

Petra Es verdad.

Paciencia Claro, en cuanto ha descansado un poco. No solo el trabajo, sino hasta los triunfos y los aplausos piden tregua de vez en vez.

Evaristo Tiene usté razón: era mucho el trajín que traíamos.

Rosario ¡Miren ustedes que no haberle visto yo trabajar! Nadie lo creería. ¿Verdad, Encarnita? ¿Verdad, don Lino? ¿Verdad, niñas? Tener la fortuna de ser ahijada de un actor tan famoso y no haberle visto trabajar nunca. ¡Me da una rabia!... ¡Jesús, qué rabia!

Encarnita Como que hasta ahora no le has conocido.

Rosario Claro, ¿cómo le iba a conocer? Yo siempre aquí en Cáceres y él por ahí, por esos mundos... ¿Verdad?...

D. Lino Es que cada persona, como cada astro, tiene su orbita, ¿eh? Y si las órbitas no coinciden... ¿Eh? ¿Se entiende la imagen?

Evaristo Y se la venera.

Rosario Y miren ustedes qué cosa tan rara...

Todos ¿Eh? ¿Qué? ¿Dónde?

Rosario No, si es que digo que habiendo hablado con el padrino por primera vez hace unos días, me parece que he vivido siempre a su lado.

Paciencia Y en cierto modo has vivido siempre a su lado, porque has vivido con su recuerdo. Tu padre y yo te hemos hablado de él a todas horas. Desde que tienes uso de razón no has dejado de oir pronunciar su nombre un solo día.

Rosario Es verdad.

Paciencia Cuantas veces te he dicho yo, «Rosarito, hija mía, tu padrino es nuestra providencia; nuestro bienestar es la obra de tu padrino»... Esto te ha acostumbrado a mirarle, no sólo como a nuestro protector, sino también como a una persona de la familia, que estaba cerca de ti sin estarlo.

D. Lino (Escuchándose mucho.)