La iglesia poscuarentena - Thom S. Rainer - E-Book

La iglesia poscuarentena E-Book

Thom S. Rainer

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Beschreibung

En medio de angustias y luchas, aquí hay esperanza. Thom Rainer revela nuevas perspectivas que ha adquirido a partir de encuestas hechas a miles de líderes de iglesias y de consultas presenciales. Este libro constituye un asesor personal asequible que te ayudará a preparar a tu iglesia para el mundo poscuarentena e identificar oportunidades clave para tu congregación, entre ellas: • Formas mejores de guiar a la iglesia reunida. • Un momento para reconsiderar el uso de tus instalaciones. • Una puerta completamente abierta para alcanzar digitalmente a la gente. • ¡Y mucho más!

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La iglesia poscuarentena: Seis desafíos y oportunidades urgentes que determinarán el futuro de tu congregación

© 2020 por Church Answers.

Publicado por Editorial Patmos,

Miami, FL 33166

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por Tyndale House Publishers, Carol Stream, Illinois, con el título The Post-Quarantine Church: Six Urgent Challenges and Opportunities That Will Determine the Future of Your Congregation. © 2020 por Church Answers.

Todo el texto bíblico ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.

Traducido y editado por Grupo Scribere

Diseño por Adrián Romano

Conversión a epub: Cumbuca Studio

e-ISBN: 978-1-64691-107-3

Categoría: Vida cristiana / Iglesia

A los líderes de iglesias en la comunidad Church Answers [Respuestas para la iglesia]. Me siento honrado de servirles.

Y siempre dedicado a Nellie Jo. Me honra que hayas dicho que sí.

CONTENIDO

Portada

Portadilla

Creditos

Introducción: Después de la cuarentena

Primer desafío: Reúnete de manera diferente y mejor

Segundo desafío: Aprovecha tu oportunidad para alcanzar el mundo digital

Tercer desafío: Vuelve a relacionarte con la comunidad cercana a tu iglesia

Cuarto desafío: Lleva la oración a un nivel nuevo y poderoso

Quinto desafío: Reconsidera el uso de tus instalaciones para oportunidades incipientes

Sexto desafío: Realiza cambios duraderos que marcarán la diferencia

Ideas finales: De los desafíos a las oportunidades

Notas

Acerca del autor

Landmarks

Portada

Portadilla

Creditos

Contenido

Introducción

INTRODUCCIÓN

DESPUÉS DE LA CUARENTENA

¿Recuerdas dónde estabas?

Esta es una pregunta frecuente cuando hablamos de acontecimientos históricos. Nos gusta recordar dónde estábamos y qué estábamos haciendo exactamente cuando nos enteramos de un gran acontecimiento o un momento trágico. Además de recordar logros históricos como poner a un hombre en la luna, la caída del muro de Berlín y el triunfo de los Cachorros de Chicago en una Serie Mundial, ya he vivido lo suficiente como para recordar cuatro tragedias diferentes, con un lapso de tiempo aproximado de veinte años entre ellas.

Aunque en aquel momento solo estaba en tercer grado, nunca olvidaré el 22 de noviembre de 1963. «Niños y niñas —enunció mi maestra con una emoción sorprendente—, quiero que se concentren en las palabras que estoy a punto de pronunciar. Deseo que por el resto de sus vidas recuerden este momento con claridad. Le han disparado al presidente Kennedy y lo han matado. Lo han asesinado. El presidente está muerto».

Esa fue una dura dosis de realidad para un grupo de niños de ocho años, pero desde ese día, el asesinato de Kennedy me ha fascinado. Tengo mis propias teorías sobre lo que sucedió, y algunos de mis objetos de colección y artefactos más preciados están relacionados con ese triste día.

Avanzamos rápido más de dos décadas. Yo era estudiante de seminario a tiempo completo, y trabajaba en un banco treinta horas a la semana para mantener a mi familia. Recuerdo que, el 28 de enero de 1986, me encontraba parado en el vestíbulo del banco, mirando por televisión cómo el transbordador espacial Challenger despegaba desde Cabo Cañaveral. Recuerdo mi confusión cuando, apenas un minuto después del despegue, el cohete se convirtió en una bola de fuego con columnas de humo que iban en todas direcciones.

Necesité unos treinta minutos para comprender a plenitud que el Challenger había desaparecido. Murieron siete personas, entre ellas Christa McAuliffe, la primera maestra de escuela en ir al espacio.

Quince años después de la explosión del Challenger, ocurrió el trágico suceso conocido simplemente como el 11 de septiembre. Yo era decano del seminario y aquella mañana de 2001 fui a la capilla consciente de que dos aviones se habían estrellado contra las torres gemelas del World Trade Center de la ciudad de Nueva York; pero no sabía por qué. Cuando el tiempo de capilla concluyó, las torres se habían derrumbado.

Otras dos décadas más tarde, nos golpeó la pandemia mundial de coronavirus; y nación tras nación, el mundo entró en modo de bloqueo. En dos meses, el nombre difícil de manejar para el virus («nCoV 2019» o «nuevo coronavirus de 2019») se había convertido en «COVID-19» o simplemente «el virus».

Cuatro momentos trágicos de la historia. Cuatro acontecimientos que nunca olvidaré. Cuatro desastres que trajeron muerte.

Sin embargo, lo interesante sobre la cuarta tragedia es que no recuerdo dónde estaba cuando escuché por primera vez sobre la COVID-19.

Las tres catástrofes anteriores estuvieron vinculadas a fechas y horas específicas, pero en cuanto al virus, fui escuchando de él poco a poco. No hubo un acontecimiento singular como un asesinato, la explosión de una nave espacial ni aviones que se estrellaran contra edificios. Nuestra percepción creció solo a medida que el virus se propagó.

La pandemia de la COVID-19 probablemente se extendió a Estados Unidos en enero de 2020. Comenzamos a enterarnos de personas que morían en China e Italia, y en otros lugares; pero pocos de nosotros estábamos prestando atención al peligro inminente para nuestra propia nación. Las primeras muertes conocidas producto de la COVID-19 en Estados Unidos ocurrieron el mes siguiente.

No estoy exactamente seguro de cuándo mi esposa y yo comenzamos nuestra cuarentena por la COVID-19. Recuerdo haber grabado unos podcasts con dos chicos en mi oficina en algún momento de marzo. Y recuerdo que uno de ellos indicó que se dirigía a su casa en Kansas City, donde quizás tendría que quedarse un tiempo porque su compañía estaba suspendiendo todos los viajes. Mi autocuarentena habría comenzado poco después de esos podcasts; pero no recuerdo la fecha con precisión.

A continuación, menciono otras dos diferencias que observé. Los tres primeros sucesos hicieron que las personas abarrotaran las iglesias. El cuarto suceso, el virus, cerró las puertas de las iglesias por un tiempo; y supimos cuándo los tres primeros sucesos habían terminado, pero aún no estamos completamente seguros sobre el cuarto.

Solo tengo un recuerdo muy vago de que la administración Trump declarara emergencia de salud pública el 31 de enero de 2020. No obstante, recuerdo la cuarentena. Recuerdo claramente la cuarentena.

La Iglesia en cuarentena

Los historiadores registrarán la pandemia de 2020 desde varias perspectivas. Examinarán la tragedia de muerte generalizada y otros problemas sanitarios. Señalarán el estado de emergencia en hospitales y asilos de ancianos. Recordarán las actualizaciones en tiempo real emitidas por televisión y otros medios, y los informes diarios que se leían como un reporte de guerra: casos confirmados, muertes registradas y casos recuperados.

Las historias evidentemente serán contadas desde un punto de vista económico. El cierre de empresas y tiendas. Algunas cierran de forma permanente. Las principales calles, centros comerciales y cines quedaron vacíos. El desempleo se dispara. Las ayudas y los fondos gubernamentales abundan, animando a algunos y frustrando a otros. Los mercados bursátiles se estancan, luego se recuperan; y luego vuelven a ser impredecibles.

Pasarán años antes de que se pueda evaluar todo el costo emocional y mental, pero de hecho será un tema de interés para historiadores, psicólogos, consejeros y los medios de comunicación. Desconocemos la historia completa, pero es probable que nos sorprenda lo devastador que fue la COVID-19 para la psique global.

A través de mi blog, seminarios web y consultas de iglesias, caminé con decenas de miles de líderes de iglesias durante la pandemia. Guie a muchos líderes de manera directa, y hablé o escribí a casi otro millón de personas. Observé la incertidumbre y la angustia que se sintieron cuando el primer servicio presencial de adoración fue cancelado. Fui testigo de las secuelas que siguieron.

En los primeros días de la cuarentena, trabajé con líderes de iglesias principalmente en temas de finanzas y las ofrendas. El apoyo financiero para muchas de estas iglesias provenía sobre todo a través del cesto de la ofrenda. Como resultado, sin servicios presenciales de adoración, no había ofrenda. Sin ofrenda, no entraban fondos para apoyar los ministerios de la iglesia.

Como puedes imaginar, hubo gran preocupación.

Casi escribo «hubo pánico», pero eso habría sido engañoso e injusto. Salvo pocas excepciones, hubo más fe que temor. Más perseverancia que pánico. Estos líderes de iglesias confiaron en Dios dondequiera que Él los condujera. Sin embargo, los líderes de iglesias también se sintieron desafiados porque realmente no sabían a dónde Dios los estaba guiando.