La mina perdida - Agatha Christie - E-Book

La mina perdida E-Book

Agatha Christie

0,0

Beschreibung

Poirot le relata a su amigo Hastings el curioso caso por el cual recibió 14 mil acciones de una mina en Birmania. La historia involucra una mina perdida, un mapa de localización en manos de una familia china, y un extraño asesinato. El señor Wu Ling, líder de la familia que posee el mapa, viaja a Inglaterra para vender este importante documento, pero antes de la reunión con los interesados su cuerpo es encontrado flotando en el río Támesis. Una vez más, las células grises de Poirot lograrán desentrañar este extraño caso.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 16

Veröffentlichungsjahr: 2021

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Inhalt

LA MINA PERDIDA

Puse mi extracto bancario sobre la mesa suspirando.

—Es curioso —dije—, pero el saldo negativo de mi cuenta nunca parece disminuir.

—¿Y no le preocupa? Si yo tuviera un saldo negativo, no pegaría un ojo en toda la noche —declaró Poirot.

—¡Supongo que usted cuenta siempre con un saldo satisfactorio! —repliqué irónico.

—Cuatrocientas cuarenta y cuatro libras, con cuatro chelines y cuatro peniques —dijo Poirot con cierta complacencia—. Un bonito número, ¿no es cierto?

—Debe ser una muestra de tacto del director del banco. Evidentemente está al tanto de su pasión por la simetría de los detalles. A propósito, ¿qué le parece invertir, digamos, unas trescientas libras de su capital, en los campos petrolíferos Porcupine? Hoy anuncian en los periódicos que el año que viene pagarán unos dividendos del cien por ciento.

—Eso no es para mí —dijo Poirot, sacudiendo la cabeza—. No me agrada lo sensacional. Prefiero las inversiones prudentes, seguras... les rentes, las firmes, las... ¿cómo lo llaman ustedes? Las convertibles.

—¿Nunca ha hecho una inversión especulativa?

—No, mon ami —replicó seriamente Poirot—. Nunca la hice. Y las únicas acciones que poseo, y que no son de la clase que ustedes denominan de toda confianza, se reducen a catorce mil acciones de las Minas de Birmania Sociedad Limitada.

Poirot hizo una pausa, con el aire de quien espera que lo animen a proseguir.

—¿Sí...? —lo motivé.

—Y por ellas no desembolsé un céntimo... fueron la recompensa por haber ejercitado mis pequeñas células grises. ¿Le gustaría oír la historia?

—¡Por supuesto!