La red secreta de la naturaleza - PETER WOHLLEBEN - E-Book

La red secreta de la naturaleza E-Book

Peter Wohlleben

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Beschreibung

UN UNIVERSO MISTERIOSO REPLETO DE MARAVILLAS La naturaleza es una caja de sorpresas: los árboles caducifolios afectan a la rotación de la tierra, las grullas sabotean la producción de jamón en España y los bosques de coníferas pueden hacer que llueva. PETER WOHLLEBEN, autor del éxito de ventas La vida secreta de los árboles, con este nuevo libro, nos sumerge en un mundo desconocido en el que las plantas y los animales interactúan de forma fascinante. ¿Qué efectos se derivan de ello? ¿Qué ocurre si se altera este sistema tan delicadamente equilibrado? Gracias a los últimos hallazgos científicos y a sus observaciones personales durante la última década, el forestal más famoso de Alemania nos enseña fenómenos de nuestro mundo que, seguramente, nunca antes nos hemos detenido a observar. "Wohlleben es un intérprete que traduce los conocimientos científicos en emociones". Der Spiegel

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Peter Wohlleben

L

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Colección Espiritualidad y Vida interior

LA RED SECRETA DE LA NATURALEZA

Peter Wohlleben

1.ª edición en versión digital: febrero de 2019

Título original: Das geheime Netzwerk der Natur

Traducción: Maria Martí Castelló

Corrección: Sara Moreno

Diseño de cubierta: Enrique Iborra

© 2017, Ludwig Verlag.

Una división de Verlagsgruppe Random House GmbH, Munich, Alemania

www.randomhouse.de

Este libro ha sido negociado a través de Ute Körner Lit. Ag.

www.uklitag.com

(Reservados todos los derechos)

© 2018, Ediciones Obelisco, S.L.

(Reservados los derechos para la presente edición)

Edita: Ediciones Obelisco S.L.

Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida

08191 Rubí - Barcelona - España

Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23

E-mail: [email protected]

ISBN EPUB: 978-84-9111-450-5

Maquetación ebook: leerendigital.com

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Índice

 

Portada

La red secreta de la naturaleza

Créditos

Prólogo

¿Por qué los lobos ayudan a los árboles?

¿Por qué los salmones llegan hasta los árboles?

Animales en la taza de café

¿Por qué los árboles y los ciervos no se llevan bien?

Hormigas: las secretas soberanas

Los escolitinos malignos

Convite de funeral

¡Reflecta!

Sabotaje a los productores de jamón

Cómo las lombrices de tierra ayudan a regular el número de jabalíes

Cómo las lombrices de tierra ayudan a regular el número de jabalíes

Bosque y clima

¡No puede hacer más calor!

La naturaleza y la humanidad

¿De dónde provienen los humanos de etnia blanca?

La hora de antaño

Acerca del lenguaje científico

Agradecimientos

Prólogo

La naturaleza es un aparato de relojería inmenso. Todo está claramente ordenado y entrelazado, cada ente ocupa un lugar y juega un rol determinado. Por ejemplo, fijémonos en el lobo: es un mamífero depredador que pertenece al orden de los carnívoros que se incluye en el suborden de los caniformes, dentro de la familia de los cánidos. La tribu de los lobos forma parte de los caninos auténticos, su género es, por tanto, el canino, y se integran en una especie denominada Canis lupus. Su rol de depredador sirve para regular la existencia de animales herbívoros para que los cérvidos no se multipliquen demasiado, por así decirlo. De este modo, todos los animales se encuentran en equilibrio, y cada especie tiene un significado y una función en el ecosistema. Para nosotros, los humanos, este sistema es supuestamente fácil de manipular, y eso nos aporta seguridad. Como antiguo habitante de la estepa, nuestra especie está supeditada al más importante de los órganos sensoriales, los ojos, que a su vez dependen de una buena visión general. La pregunta es: ¿tenemos en realidad una buena visión general?

Estos interrogantes me evocan una vivencia de mi infancia. Yo debía tener unos cinco años y estaba pasando las vacaciones en casa de mis abuelos, en Würzburg. Mi abuelo me regaló un reloj antiguo, y lo primero que hice fue desmontar todas las piezas, ya que siempre me había interesado saber cómo funcionaban las cosas. Y, aunque estaba del todo convencido de que sería capaz de volver a poner cada pieza en su sitio, no lo logré. ¡Sólo era un renacuajo…! Quedaron un par de piezas sueltas y… la cara que se le quedó a mi abuelo no era de especial buen humor. El papel que juegan esas «piezas» que yo no supe dónde poner lo cumplen los lobos en la naturaleza. Si los exterminamos, no sólo haremos que los enemigos de los ganaderos y agricultores desaparezcan, sino que también el delicado aparato de relojería de la naturaleza empezaría a marcar las horas de otra manera. Sería tan distinto que los ríos buscarían nuevos cauces y muchas especies de aves locales se extinguirían.

Asimismo, cuando los humanos intervenimos, todo se desequilibra; por ejemplo, al introducir una especie foránea de peces. De manera inevitable se produce una consecuencia: el número de ciervos se reduce exageradamente. ¿Por culpa de los peces? Sí, parece que el ecosistema terrestre es mucho más complejo de lo que aparenta ser; no todo puede simplificarse en simples fórmulas condicionales «Si hacemos esto… entonces pasará aquello». A menudo, las mismas medidas de conservación de la naturaleza actúan en lugares inesperados, como, por ejemplo, en el caso de la población de grullas en fase de recuperación que altera la producción de jamón en España, por ejemplo.

Ya que hablamos de esto, podríamos mencionar también que existen distintos tipos de animales: los grandes y los pequeños. Hemos podido leer noticias tan divertidas como que las moscas de cabeza roja sólo salen durante las noches de invierno y sólo van en busca de los restos de huesos que ya llevan unos días en el bosque. Otros titulares destacan que los escarabajos viven en troncos huecos descompuestos donde comen restos de palomas y lechuzas (pero sólo si están los dos combinados). Cuanto más se estudian las relaciones entre los diferentes tipos de animales, más maravillas se descubren.

¿Es quizá la naturaleza más compleja que un aparato de relojería? La naturaleza no es como una serie de engranajes que te llevan a la marcha siguiente, sino que todo en ella está entrelazado. Esta red está ramificada de una manera tan ingeniosa que probablemente nunca seremos capaces de entender toda su dimensión, lo que tampoco tiene por qué ser algo negativo, ya que este enigma nos permite admirar el mundo de la flora y de la fauna.

Hay que ser conscientes de que pequeñas intervenciones tienen consecuencias enormes y que es mejor no entrometerse si no estamos seguros del efecto de nuestra participación. En este libro voy a ejemplificar numerosos casos donde se hace patente lo delicada que es esta red de la naturaleza. Dejemos paso ahora al asombro.

¿Por qué los lobos ayudan a los árboles?

Por muy complicados que puedan ser los vínculos en la naturaleza, el ejemplo de los lobos es una maravilla para ilustrarlos. Estos depredadores son animales privilegiados con la capacidad de poder cambiar el curso de los ríos y formar así nuevas orillas.

La historia de los cauces fluviales empieza en el Parque Nacional de Yellowstone. En el siglo XIX, los humanos ya habían empezado con la exterminación sistemática de los lobos. La causa: el temor y la presión de los granjeros de la región, que veían sus praderas en peligro. Hacia el año 1926 se aniquiló la última manada, y durante la década de 1930, de vez en cuando, todavía se acechaba a alguno de ellos de manera individual, hasta que éstos también sucumbieron. Los supervivientes permanecieron en el parque sin que se les molestara; o incluso se les protegió de manera activa, lo mismo que se hizo con los ciervos. Si los inviernos eran duros, los guardas forestales los alimentaban. En poco tiempo ya se vislumbraban las consecuencias: si bien es cierto que la reducción de ataques a causa de los lobos incrementó la existencia de ciertas especies, también provocó que algunas regiones del parque se quedaran completamente peladas. Las orillas de los ríos fueron las principales afectadas. Las hierbas jugosas de los bordes fueron desapareciendo y, con ellas, todos los brotes de los árboles. Aquella tierra, entonces desolada, apenas podía proporcionar sustento para las aves, así que el espectro de sus especies también disminuyó drásticamente. Los castores estaban en el lado de los perdedores, porque ya no solo dependen del agua, sino también de los árboles que están cerca de la orilla. Entre sus alimentos favoritos están los sauces y los álamos. Los castores hacen caer los árboles para llegar a los brotes ricos en nutrientes. Pero, a partir del momento en que la totalidad de árboles jóvenes de hoja caduca terminaron en los estómagos hambrientos de los ciervos, los castores ya no tuvieron nada qué comer y acabaron desapareciendo.

Las orillas estaban ahora desiertas y la escasa vegetación que quedaba, que servía para proteger el suelo, no pudo evitar que las repetidas inundaciones barrieran cada vez más tierra, dejando paso a una erosión en aumento. Los lechos de los ríos se tornaron más serpenteantes y se entremezclaron con el paisaje. Cuanto más desprotegida estuviera la superficie, más fuerte sería este efecto de desgaste, en especial en las áreas poco profundas.

Esta trágica etapa duró varias décadas, en concreto hasta 1995, cuando los lobos fueron capturados en Canadá e introducidos en el Parque de Yellowstone para restaurar el equilibrio ecológico. Lo que sucedió en los años siguientes, y que aún hoy continúa pasando, se conoce entre los científicos como «cascada trófica». El término evidencia un cambio en todo el ecosistema a través de la cadena alimentaria, comenzando desde arriba. En la parte superior estaba el lobo, y provocó lo que se llama una avalancha trófica. El lobo reaccionó como lo hacemos todos cuando tenemos hambre: nos procuramos algo de comer. En este caso, las víctimas fueron los ciervos, puesto que eran numerosos y fáciles de cazar. El desenlace de la historia parece claro: los lobos se atiborraron de ciervos, cuyo número se redujo en gran medida, así que a los pequeños árboles se les volvió a presentar una oportunidad. Por tanto, ¿podemos decir que la solución consiste en tener más lobos y menos ciervos? Por suerte, tales acciones tajantes de intercambio no existen en la naturaleza, porque, obviamente, si hay menos ciervos, cuesta aún más tiempo encontrarlos y, a partir de un número residual determinado, ya no vale la pena para los lobos. Los lobos prefieren marcharse antes que acabar muriendo de inanición.

No obstante, en el Parque Nacional de Yellowstone, se observó algo muy diferente: los lobos se aseguraron de alterar el comportamiento de los ciervos. ¿Cómo? A través del miedo. Los cérvidos empezaron a evitar las áreas abiertas de las riberas de los ríos y se retiraron a zonas con más privacidad. Claro que de vez en cuando se acercaban a la orilla, pero no se quedaban mucho tiempo. Estaban demasiado preocupados por si se les cruzaba un depredador; un malestar que se veía en sus ojos vacilantes e inquietos que miraban una y otra vez a su alrededor. Casi ni se percataron de la gran cantidad de rebrotes de sauces y álamos que empezaron a crecer de nuevo a lo largo de los bordes. Estas dos especies de árboles pertenecen a los denominados bosques pioneros y pueden crecer más rápido que la mayoría; no es raro ver entre ellos brotes anuales de un metro. En poco tiempo, las costas volvieron a fortalecerse, así que los lechos de los ríos fluían más silenciosamente y se llevaban mucha menos tierra. El serpenteo terminó; sin embargo, las curvas que los ríos perfilaron en el paisaje se han conservado hasta ahora. Lo más importante es que los castores volverían a tener comida. Así que comenzaron a construir sus presas haciendo que el agua fluyera aún con más lentitud. Se formaron numerosas charcas, que constituyeron pequeños paraísos para los anfibios. Y en esta floreciente biodiversidad, también aumentó el número de especies de aves. (En la página principal del Parque Nacional de Yellowstone hay un impresionante vídeo que ilustra estos hechos).[01]

Como era de esperar, este punto de vista tuvo muchísimas críticas. Al mismo tiempo que regresaron los lobos, terminó una larga sequía de varios años y, con el retorno de las fuertes lluvias, los árboles mejoraron su estado: a los sauces y a los álamos les encanta el suelo húmedo. Sin embargo, en esta explicación del fenómeno no se considera la actividad de los castores. Al parecer, las fluctuaciones en la precipitación no afectan a su entorno, o, como mínimo, no cerca de la orilla del río. Las presas retienen el agua del río, humedecen los taludes y facilitan que los árboles consigan agua, incluso si no llueve durante meses. Este proceso volvió a ponerse en marcha con el regreso de los lobos: menos ciervos cerca de la costa equivalía a más sauces y álamos, lo que se traducía, a su vez, en más castores. ¿Se ve un poco más claro ahora? Lamento decepcionarte, porque las cosas pueden complicarse aún más.

Algunos investigadores creen que el problema reside en la gran cantidad de ciervos y no en su comportamiento. Desde el regreso de los lobos, ha disminuido el número de ciervos en el parque (víctimas de los hambrientos lobos) y, lógicamente, se pueden ver menos en las orillas.

No es de extrañar que todas estas ideas te aturdan. Tengo que confesar que una vez más me he sentido como el niño de cinco años descrito en el prólogo. No obstante, en el caso de Yellowstone, el mecanismo de relojería comienza a funcionar poco a poco de nuevo, ya que el número de intervenciones se ha reducido. La teoría es satisfactoria, a pesar de que muchos científicos no entiendan este proceso hasta el último detalle. La hipótesis que cuenta con más avales es la que constata que incluso las más pequeñas alteraciones pueden conducir a cambios impredecibles, con lo que quedan corroborados los argumentos para la protección de áreas extensas.

El regreso de los lobos no sólo ayudó a los árboles y a los habitantes de las riberas de los ríos, sino también a otros depredadores. A los grizzlies no les iba muy bien durante las décadas de superpoblación de ciervos. En otoño, las bayas son de indispensable necesidad para los osos.

A medida que alimentan a sus crías con gránulos de azúcar y otros carbohidratos, éstas van ganando peso. Los pequeños arbustos, con sus reservas aparentemente inagotables, no fueron capaces de proporcionar lo suficiente; o mejor dicho, fueron saqueados por los osos y por los ciervos, que también adoran las frutas con un alto contenido calórico. Una vez que los lobos volvieron a atacar a estos animales herbívoros, los osos pudieron disfrutar de una mayor cantidad de bayas para pasar el otoño y mejorar su salud.[02]

Cuando empecé a contar la historia de los lobos mencioné que la erradicación de las poblaciones era consecuencia de la presión de los criadores de ganado. Los lobos desaparecieron pero los ganaderos no. Todavía se establecen alrededor del área de Yellowstone y mantienen su ganado en las praderas hasta los límites del parque. La actitud de muchos de ellos no ha cambiado en las últimas décadas y, por ello, todavía es común que tan pronto como los lobos abandonan el parque, se les dispare. La población de caninos ha vuelto a descender bruscamente en los últimos años, aunque el área está preparada para acoger a un número mucho mayor.

En 2003 había un máximo de 174 especímenes, y actualmente se cuenta con la ínfima cifra aproximada de 100. El motivo de este descenso no es sólo la aversión de los agricultores hacia esta especie, sino también las mejoras tecnológicas. Ahora, muchos lobos de Yellowstone llevan collares transmisores que se utilizan para que los investigadores localicen manadas y descubran por qué caminos que se mueven dentro del parque, o avisan en el caso de que los límites se sobrepasen. Como me dijo la investigadora de lobos Elli Radinger, los tiradores ilegales aprovechan ese mecanismo para aguardar a los animales que abandonan el área de protección. Es imposible cazar a los lobos de un modo más efectivo y, en apariencia, los cazadores furtivos alemanes se han dado cuenta. Un ejemplo de ello lo encontramos en las landas de Heide, en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el año 2016, cuando un joven lobo que también llevaba un collar transmisor fue asesinado.[03] Es una lástima que se abuse tanto de esta técnica científica; aunque si hay algo positivo es que ayuda a entender mejor los movimientos de migración de los lobos.

A pesar de las malas noticias, el lobo se puede considerar un embajador del optimismo medioambiental. Es casi un milagro que en una región tan densamente poblada como Europa Central puedan regresar animales salvajes de este tamaño, y, sobre todo, porque la población no sólo lo acepta, sino que también lo desea. Y esto, aparte de ser una bendición para todos los amantes de la naturaleza, lo es en especial para ella misma. Nos encontramos todavía en una situación similar a la que sucedía en Yellowstone. Enormes poblaciones de ciervos, corzos y jabalíes se abren camino hacia aquí, hasta ahora casi sin que los lobos ni sus amiguitos los molesten. Y como ya pasó en el parque nacional estadounidense, se alimentan en exceso. Los severos inviernos no suelen recrudecer la selección; incluso los animales débiles acaban sobreviviendo y se reproducen felizmente. Ya no son los guardabosques los que se ocupan de la alimentación, sino los cazadores. Éstos lanzan toneladas de maíz, nabos y heno al bosque para tener siempre un variado almacén de presas de caza.

El sector forestal está, asimismo, involucrado. Debido al uso intensivo de los bosques, a través de la tala masiva de árboles, llega tanta luz al suelo que las hierbas y las gramíneas brotan por todas partes. Esto actúa como una alimentación adicional que promueve aún más la propagación de los animales. Mientras tanto, hay hasta cincuenta veces más especies salvajes que en los bosques primitivos. Los enormes anfitriones comen la mayoría de las plántulas de árboles, por lo que, en muchos lugares, ya no se desarrolla un bosque natural. Esto es negativo para el bosque pero beneficioso para el lobo. El repatriado se encuentra con una despensa abultada cuyos habitantes se han olvidado por completo de responder adecuadamente a ese peligro. Durante más de cien años, sólo permaneció el enemigo humano. Si nos comparamos con la mayoría de animales del bosque, nuestro modo de caminar y nuestro sentido del oído son defectuosos. La vista es el fuerte de los animales salvajes, al menos a la luz del día. Por eso, innumerables generaciones de grandes mamíferos han aprendido que es mejor esconderse entre los arbustos durante el día y salir tan sólo por la noche. Una táctica que funciona tan bien que mucha gente no puede creer que Alemania sea uno de los países del mundo con una de las vidas silvestres más ricas.

Y ahora viene el lobo con su modo tan distinto de cazar. Antes que nada, su objetivo es atrapar especies especialmente «endebles», como el muflón. Existe un debate científico sobre si el muflón es un animal salvaje o una mascota salvaje. Hace siglos que los animales se asentaron en las islas del Mediterráneo y, poco a poco, fueron entrando en nuestras latitudes. Sus cuernos grandes y retorcidos de forma helicoidal son el motivo de su expansión, puesto que suponían un magnífico trofeo de caza que, junto con los bustos de corzos y las cornamentas de ciervos, se lucían en la pared de la chimenea de las casas. En la actualidad seguimos descuidando a estos animales, incluso de manera ilegal (a menudo, una valla de cerramiento «deja de ser hermética»). Volviendo al debate sobre la naturaleza de los muflones, lo que es cierto es que no forman parte de la caza doméstica, y la hipótesis de que podrían haberse originado a partir de una mascota confirma un nuevo desarrollo. Allá donde aparecen los lobos, desaparecen los montañeses. Deben haber olvidado cómo escapar. ¿Y qué ha pasado con su óptima adaptación a la montaña? Los montañeses, que son excelentes escaladores, están acostumbrados a escapar de sus perseguidores por paredes rocosas escarpadas… y ahí, los lobos no tienen ninguna posibilidad de atraparlos. En cambio, en los bosques de las llanuras no pueden explotar estas cualidades y son irremediablemente más lentos que los lobos. Entonces es cuando se restablece el estado natural y los muflones dejan de existir.

Ahora es el turno de los corzos y los ciervos. «¿Pero… son animales domésticos?», debes estar preguntándote ahora, perplej@. Si los muflos son tan fáciles de capturar, ¿qué hay de otras razas de cabras o terneros bovinos? Son animales que, por lo general, están tan cercados y que no suelen huir; en cambio, a los lobos les resulta muy fácil deslizarse a través de las vallas o saltárselas. En lugar de buscar información dudosa en los titulares de los grandes periódicos (tema que trataremos más adelante), deberíamos tomarnos más en serio a los científicos. En la actualidad hay investigadores que examinan los excrementos de los lobos de Lusacia, en la zona este de Alemania, puesto que es el lugar donde se encuentra la concentración más antigua de lobos. Los trabajadores del Senckenberg Museum für Naturkunde (Museo Senckenberg de Historia Natural) en Görlitz recopilaron miles de muestras fecales y llegaron a la siguiente conclusión: más del 50 % de la masa total no era ni de ovejas ni de cabras, sino de corzos. Los ciervos y los jabalíes suman alrededor del 40 %, y un 4 % no es de animales domésticos, sino de conejos y mamíferos pequeños. El gamo, que comprende un 2 % del estudio, es, por motivos acreditados, como el muflón, una especie exótica, que termina en eternos terrenos de caza a gusto de los lobos. Si hay algo positivo que se pueda extraer de ello es que los animales domésticos sólo comprenden el 0,75 % restante.[04] Por otra parte, en el bosque de hojas las cosas se ven de otra manera. Aquí sí hay informes de animales domésticos y cada uno merece un titular. Incluso antes de publicar las investigaciones genéticas para saber si el culpable ha sido un lobo o un perro de caza, el mensaje ya ha llegado a la gente. Si al final resulta que el depredador ha sido otro, la rectificación se ve como una mera nota al margen. La opinión pública tiene la impresión de que en la actualidad todas las cabras y ovejas están en peligro de muerte. Por desgracia, éste es el caso más frecuente, pero no debería ser así, porque es relativamente fácil mantener al lobo alejado de los amados animales de granja. En la mayoría de los casos, un simple vallado eléctrico es suficiente (muchos propietarios ya lo utilizan). Esta valla está construida como una red de malla gruesa en la que se atornillan finos hilos de metal que conducen la electricidad desde un electrificador conectado. En mi casa también cercamos nuestros pastos de cabras, y más de una vez se me ha olvidado desconectar la electricidad al entrar. ¡Ay! El latigazo que produce se parece a cuando te dan una palmada bien fuerte en la espalda. Los días siguientes me los paso obsesionado comprobando que no quede ni el mínimo salpicón en los cables. Es mucho peor para los lobos, porque cuando ellos se electrocutan, la nariz o los oídos es lo primero que choca. Antes de exponerse a tal dolor, prefieren recurrir al corzo o al jabalí. Es importante que la cerca sea suficientemente alta y que funcione a la perfección. Algunos expertos recomiendan una altura de 90 centímetros, aunque para ir a lo seguro es preferible 120, por si acaso.

Elli Radinger, «mi» investigadora de lobos de confianza, me comentó que las manadas pueden ir en busca de otras presas si ven que las de más edad han sido cazadas a tiros. En lugar de ir a por jabalíes, venados o ciervos como antes, prefieren ir al ataque de ovejas y otros animales domésticos. Por tanto, si los cazadores de lobos quieren evitar invasiones a su ganado, es recomendable que dejen el rifle en el armario.

Además de todos estos hechos, los lobos también pueden hacer algo más: sazonan cada experiencia del bosque de una manera muy especial. Recuerdo lo feliz y emocionado que estaba cuando un día encontré una huella de lobo. No fue donde vivo con mi familia (Hümmel), sino en el centro de Suecia en una carretera forestal solitaria. Sólo una huella fue capaz de impregnar de aventura mi caminata por el bosque; la hizo más silvestre. Y eso es justo lo que comparto con muchas otras personas: el lobo le devuelve al bosque su alma salvaje. Es un signo de que, incluso en las zonas de la Tierra más densamente pobladas, es posible volver a admitir a las más grandes especies desaparecidas. Y, a diferencia de lo que ocurrió en el Parque Nacional de Yellowstone, los lobos regresan a casa por sí mismos; emigraron desde Polonia y se extendieron poco a poco por los países vecinos, uno tras otro.

¿Eso quiere decir que nos tenemos que preocupar cada vez que vamos al bosque? En los periódicos encontramos noticias sobre lobos inadaptados. No es que hayan hecho daño a nadie, pero la idea de que se encuentren próximos a pueblos y a guarderías puede helarle a uno la sangre de las venas. Está muy claro que son animales salvajes con todas las letras, es decir, a nadie se le ocurriría acariciarlos ni abrazarlos. Si no intentamos acostumbrarlos deliberadamente a nosotros, el riesgo queda limitado. Por desgracia, parece que cierta gente siempre tiene la tentación de alimentar a los lobos, como se ve en el caso de los lobos Kurti y Pumpak. Estos visitaban constantemente las zonas pobladas y acabaron muertos a tiros sin haber hecho nada peligroso. Por tanto, la mala conducta en este caso es más bien de las personas que los querían alimentar. Visto desde otra perspectiva, ¿qué peligro puede conllevar el hecho de matar, no a unos pocos cientos, sino a unos cuantos miles de lobos en nuestros bosques?

Hace mucho que vivimos esta situación, pero no hay duda de que se está agravando cada vez más. No sólo hay lobos en el campo, sino que también los hay en nuestras ciudades: los perros domésticos, que difieren esencialmente de sus antepasados en una cosa, y es que ya no nos temen. Si pudiera elegir entre tratar con un pastor alemán o con un lobo, preferiría al animal salvaje, porque este último sólo es curioso y vuelve a desaparecer cuando reconoce con quién está tratando. Los humanos no pertenecemos al espectro de presas de los lobos, así que no es sorprendente que sean los perros los que les resulten incómodos. Según declaraciones de Olaf Tschimpke, presidente de la Asociación Alemana de Protección de la Naturaleza (NABU, del inglés Nature And Biodiversity Conservation Union), cada año se registran decenas de miles de personas como víctimas de ataques de mordedura, algunas de ellas tan graves que acaban falleciendo.[05] Imagínate que los lobos sólo fueran los causantes de una mínima parte de estos ataques (seguramente alguien vendría con la brillante idea de que la solución es acabar con todos los animales).

Hasta ahora los jabalíes se llevan la palma. En el centro de Berlín, se han vivido situaciones entre gritos y aplausos donde personas intentaban asustarlos para que se alejaran de los arroyos y del césped. Tulipanes destrozados, viñedos vacíos o campos de maíz despejados… los cerdos están causando molestias y pérdidas de ingresos enormes en muchos lugares. Hace muchos años que la población de jabalíes sólo apunta hacia arriba. Nunca han tenido enemigos naturales; hasta hace poco, porque por primera vez tienen un serio oponente: los lobos.

Hace años, cuando viajaba a una antigua planta minera de lignito en Brandeburgo, me encontré con rastros de lobos. Consistía en huesos blancos y un conjunto espeso de pelo negro, claramente de jabalí. Sólo entonces me di cuenta de lo difícil que es la vida de los lobos. Cada vez que quieren saciar su hambre, deben someterse a un gran peligro. En ese momento empecé a acordarme de las veces en las que yo había ido a controlar una cacería: era fácil ver cómo los perros hurgaban entre los matorrales y perseguían a jabalíes. De los cinco perros, sólo tres regresaron por la noche; los otros dos es probable que murieran en la pelea. Muchos entrenadores de perros que usan su jauría insisten en que el veterinario local esté informado y disponible. Por la noche, después del trabajo, muchos entrenadores curan las heridas de sus animales con agujas e hilos (heridas que provienen de los afilados dientes caninos del jabalí). Sin embargo, para los lobos, incluso las lesiones menos graves pueden poner en peligro su vida, puesto que cazar con restricciones ya es suficiente en su caso para morir de hambre. Es admirable cómo los lobos dominan estos peligros día tras día a lo largo de sus más de diez años de vida.

Antes de concluir el tema de los lobos, me gustaría regresar al Parque Nacional de Yellowstone, porque me interesaría examinar otro cambio. ¿Otra vez Yellowstone? Sí, aunque podría pasar en cualquier lugar de la Tierra (siempre que haya vegetación y una rica población de animales, incluida Europa Central). La única condición es que los humanos no hayan intervenido en un área suficientemente grande, es decir, varios miles de kilómetros cuadrados. Por desgracia, en Europa eso no existe. Y pensaréis, ¿y nuestros parques nacionales, no tienen un área asignada como tal? Así es, pero estas reservas se miden a pequeña escala. Ni una sola manada de lobos tendría una base de vida suficiente en la mayoría de estas áreas protegidas, por lo que resulta muy difícil estudiar el proceso. Además, todavía se interviene masivamente. Por ejemplo, en algunos parques nacionales de Alemania se talan importantes cantidades de árboles, una suma mucho mayor que en la media de los bosques productores de madera. «Zonas en desarrollo» las denominan los responsables; y, aunque se actúe con buenas intenciones, la naturaleza se manipula una y otra vez. Si tan sólo nos sentáramos y dejáramos que las cosas siguieran su curso nos sorprenderíamos. No tendríamos que estar pensando en las especies erradicadas, en las que se podrían reintroducir y en las amenazadas que se deben proteger. Mientras esto ocurra, tendremos que buscar historias de éxito en otros continentes, como en el primer parque nacional de Estados Unidos.

Esta vez los protagonistas son los peces, en concreto, las truchas de lago de Norteamérica. Su ecosistema se encuentra en Estados Unidos y en Canadá (por ejemplo, en los Grandes Lagos), cuyas reservas se han reducido y están en peligro. Se han elaborado programas de mejora para apoyar a la población silvestre. Aunque la situación para estos habitantes del agua no es siempre amenazante; en otros lugares, son ellos los que suponen un peligro. No se sabe si fueron los pescadores los que quisieron expandir el espectro in situ, o si son las personas las que malinterpretan la conservación de la naturaleza, pero hace casi treinta años, el pez apareció de repente en el lago Yellowstone. En principio, esto no supondría ningún problema; pero este ecosistema ya había sido ocupado por uno de sus semejantes: la trucha degollada. Se llaman así porque su mandíbula inferior es de color rojo sangre. A los pobres les cae una buena bronca. Los recién llegados disputaron su hábitat y expulsaron al pequeño anfitrión, que no es el único que se enfrenta a este problema; sorprendentemente, los ciervos también han sufrido esta competencia predatoria desde hace algunos años. Pero, ¿qué tienen que ver los ciervos, que son herbívoros puros, con los peces? Una vez más, es un paso intermedio para obtener la pieza clave en la solución del enigma, en este caso, el oso pardo. A los osos les encanta la trucha degollada, ahora escasa. Los peces se reproducen en pequeños arroyos, así que sus cazadores los pueden capturar con facilidad. Sin embargo, los invasores se comportan de manera muy diferente: silban en los afluentes cristalinos y simplemente ponen sus huevos en el fondo del lago. Los osos grizzly, en ningún caso se acercarían a sus progenitores, ahora agotados. Por último, acaban como el osito Petz de la fábula alemana. Deben mirar a su alrededor, gruñones y con el estómago vacío, en busca de una presa más difícil de cazar y que espera en tierra: los cervatillos. Los pequeños cérvidos están ahora en el punto de mira de los osos, que amenazan sus vidas. Sus garras son la causa por la cual el número de venados ha disminuido tanto.[06]

¿Es esto positivo? Nos alegrábamos del regreso de los lobos exactamente por esta razón, ¿verdad? Después de todo, no hacen otra cosa más y, a su manera, reducen el extenso inventario. Pero las cosas tampoco son así de simples. Los lobos cazan a los animales más viejos, mientras que los osos intensifican sus ataques a las nuevas generaciones, lo que modifica en gran medida la estructura por edades en las manadas. En otras palabras: las especies envejecen, así que la disminución se acelera aún más. Lo que es bueno para los árboles es malo para el venado. El caso muestra con claridad que los ecosistemas son muy complejos y que los cambios nunca afectan sólo a especies individuales. Tal vez, el dúo trucha/oso marino sea mucho más influyente que el lobo. El gran reloj tiene más engranajes de lo que se conoce hoy. A propósito de los peces: tienen una repercusión tan importante en los bosques que se han ganado su propio capítulo.

[01]. www.yellowstonepark.com/how-many-wolves-yellowstone/, consultado el 24.01.17.

[02]. Ripple, William J. et al.: «Trophic cascades from wolves to grizzly bears en Yellowstone», en: Journal of Animal Ecoloy, British Ecological Society, 2013, DOI: 10.1111/1365-2656.12123.

[03]. «Der Lübtheener Wolf wurde gezielt erschossen», Pressemitteilung de la organización medioambiental NABU de 21.12.16, www.nabu.de/news/2016/12/21719.html, consultado el 24.01.17.

[04]. Hholzapfel, M. et al.: «Die Nahrungsökologie des Wolfes in Deutschland von 2001 bis.

[05]. Declaraciones de Olaf Tschimpke, presidente de la organización medioambiental NABU, en el programa de televisión en ARD Hart aber fair de 23.01.17.

[06]. Middleton, A.D. et al.: «Grizzly bear predation links the loss of native trout to the demography of migratory elk in Yellowstone», en: Proceedings of the Royal Society B, biological sciences, publicado el 15 de mayo de 2013. DOI: 10.1098/rspb.2013.0870.

¿Por qué los salmones llegan hasta los árboles?

La relación entre árboles y peces muestra cuán complicados pueden ser los ecosistemas. En las áreas donde el suelo es muy bajo en nutrientes, el crecimiento del árbol depende en especial de los ágiles habitantes del agua.

Los peces son un factor muy importante para distribuir nutrientes en las aguas. Por ejemplo, el salmón migra al mar en su juventud y permanece allí de dos a cuatro años para cazar y vivir, pero sobre todo para conseguir el tamaño y el peso adecuados. En la costa del Pacífico de Norteamérica, hay varias especies de salmón, y la más grande de ellas es el salmón real. Después de pasar sus años de juventud en el mar, puede llegar a alcanzar 1,5 metros de longitud y 30 kilogramos de peso. Y no sólo ha ganado músculo en la inmensidad de los océanos, sino también una gran cantidad de grasa, que es lo que los animales necesitan para el agotador viaje de regreso a los ríos donde una vez nacieron. Luchan con muchísimo esfuerzo contra la corriente a lo largo de cientos de kilómetros y numerosas cascadas. En sus cuerpos contienen concentrados de nitrógeno y fósforo, un compuesto que no interesa a los peces en absoluto. Colina arriba sufren su propia tortura, porque dan a luz en una primera y última oleada de amor y luego exhalan su último suspiro. Durante el viaje, la piel del salmón, que solía ser de color metálico-plateado, se torna de un tono rojizo. También pierde peso, porque ya no come nada, por tanto, su contenido en grasa va disminuyendo poco a poco. Sus últimas fuerzas las invierten consumando el acto carnal en las aguas de manantial antes de morir exhaustos.

Para el bosque y sus habitantes, la migración de los peces significa tiempo de cosecha. Los cosechadores se alinean hambrientos a lo largo de la orilla: son los osos grizzly y los osos negros de la costa del Pacífico de Norteamérica. En los rápidos, pescan los salmones que se dirigen corriente arriba a fin de acumular grasa en invierno. Al ser capturados, los peces pueden parecer demacrados según el lugar y el tiempo que tengan. Al principio, los osos comen la mayor parte de sus capturas, pero luego se vuelven más exigentes. Atrapan el salmón bajo en grasa, que ya está debilitado (y, por ello, con un contenido calórico inferior), pero rara vez se lo comen. Y ésta es una oportunidad de oro para que muchas otras especies llenen su estómago. A menudo, los visones, los zorros, las aves de rapiña y una infinidad de insectos se abren camino entre los cadáveres de pescado que ya han sido devorados y los arrastran aún más hacia el hinterland. Después de la comida, algunas partes del salmón (como las espinas o las cabezas) permanecen en el suelo y actúan directamente como abono. También se libera una gran cantidad de nitrógeno a través de las heces de los animales, que vuelven a excretarse después del opulento festín. Así que a lo largo de los ríos de los bosques se distribuye mucho nitrógeno. De acuerdo con un análisis de moléculas finas, los científicos Scott M. Gende y Thomas P. Quinn declaran en la revista Spektrum der Wissenschaft que hasta el 70 % del nitrógeno hallado en la vegetación marina ribereña proviene del salmón. Según ellos, esto acelera tanto el crecimiento de los árboles que la pícea de Sitka de estas áreas crece hasta tres veces más rápido que sin los peces fertilizadores.[07] Más del 80 % del nitrógeno que contienen algunos árboles se debe a los peces. ¿Cómo se puede saber todo eso con tanta exactitud? La clave es el isótopo de nitrógeno 15N, que en estas latitudes se encuentra casi exclusivamente en los océanos, o en los peces. Los indicios de tales moléculas en las plantas permiten extraer siempre conclusiones directas sobre su origen, en este caso el salmón.