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Te has preguntado alguna vez… ...por qué el corazón es el símbolo del amor? ¿Quién fue san Valentín en realidad? ¿Por qué se representa a Cupido con los ojos vendados? ¿Por qué las novias lanzan el ramo el día de su boda? ¿Por qué regalamos rosas rojas? ¿Por qué se lleva la alianza en el cuarto dedo de la mano derecha? En este libro encontrarás las respuestas a estas y a otras muchas preguntas relacionadas con el amor.
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Seitenzahl: 51
Veröffentlichungsjahr: 2014
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Índice
Cubierta
Cupido
El corazón
Amor y matrimonio
El anillo de boda
Anillos en sus dedos
Los aniversarios de boda
Las diosas del amor
Las feromonas
Los huesos de las pasas
Los pasteles mudos
La liebre
La milenrama
Las avellanas
La siembra de la semilla
El cuco
El día de San Valentín
Una docena de rosas
Los cuernos del cornudo
Para cortar los lazos
Las ligas
Los años bisiestos
Contando estrellas
Una manzana ante el espejo
¿Tu futuro en un cubo?
Robin Hood y Lady Marian
La planta calluna
Los pelirrojos
La prenda de una dama
Amor adolescente
Poesías y canciones
El poder de los números
Narciso
La astrología
Me quiere, no me quiere...
Los sueños
La piel de una manzana
Créditos
¡Para el amor de mi vida, por supuesto!
Es imposible amar y ser sabio.
En «Del amor»,
Francis Bacon (1561-1626)
Cupido es el dios romano del amor, pues cupido significa «amor» o «deseo» en latín, la lengua de los romanos. Con frecuencia se le identifica con Eros, el antiguo dios griego. (Era habitual que los romanos robaran los dioses griegos, les pusieran otro nombre y los adoraran.) A diferencia de Eros, que tiene más aspecto de adulto, Cupido es un niño muy guapo (y a menudo algo gordinflón) y con alas; tiene los ojos vendados y lleva un arco, y a la espalda, una aljaba llena de flechas. Según el mito, si te hiere una de las flechas de Cupido, te enamoras al instante.
Pero ¿por qué lleva los ojos vendados? Justo para ilustrar que el amor es ciego. No puedes elegir de quién te enamoras. Simplemente sucede, como un rayo que cae de repente… o como una flecha de la aljaba de Cupido.
Según algunas personas, Cupido tiene dos tipos de flechas: las de oro y las de plomo. Si te alcanza una de sus flechas de oro, tu amor es puro y virtuoso.
Si te hiere una de plomo, tu supuesto amor tiene más que ver con la pasión y el placer.
Te lo juro por el arco más fuerte de Cupido,
por su mejor flecha con punta de oro.
De El sueño de una noche de verano,
William Shakespeare (1564-1616)
¿Por qué, de todos los órganos internos, tradicionalmente amamos con el corazón? Tal vez sea porque muchas veces el corazón late más deprisa cuando estamos con la persona a la que amamos, incluso parece que se nos quiere salir del pecho. Es muy sencillo ver cómo, con el tiempo, llegó a asociarse al sentimiento amoroso.
Evidentemente, las diferentes culturas tienen diferentes creencias, pero las imágenes del corazón representativas del amor se remontan nada menos que al antiguo Egipto y se hicieron especialmente populares en la Inglaterra de la época victoriana con las tarjetas del día de San Valentín. Se entiende que la flecha que vemos atravesando el corazón –que alude a la manera repentina en que el amor puede «atacarte» y también al hecho de que el amor también puede ser un proceso doloroso– ha sido lanzada por Cupido.
Dos almas con un solo pensamiento,
dos corazones que laten al unísono.
En El hijo del páramo,
Frederick Halm (1806-1871)
En muchas culturas y en muchos casos, el amor acaba en matrimonio. En inglés, otra palabra que significa matrimonio es wedlock. Sobre esta palabra hay muchos chistes que la relacionan con estar locked –atrapado– en el matrimonio.
En realidad, la palabra viene de dos antiguas palabras inglesas: wed (que significa promesa) y lac (un sufijo de nombre de acción), de modo que wedlock significa hacer activamente una promesa para manifestar un compromiso y (es de esperar) amor.
Muchas veces se habla del matrimonio como un «lazo», en alusión a la naturaleza vinculante, es decir, obligatoria del contrato matrimonial. En algunas tradiciones, durante la ceremonia de la boda se ata un lazo de verdad. En los ritos nupciales hindúes, por ejemplo, el novio ata una cinta alrededor del cuello de la novia. Tradicionalmente, antes de hacer el nudo, el padre de la novia puede negarse a permitir que su hija se case y la ceremonia se interrumpe. Sin embargo, una vez que se ha atado el nudo, nadie puede detener la boda.
Todavía en algunos lugares, cuando una pareja se casa, la esposa renuncia a su propio apellido y adopta el de su marido.
Así pues, si por ejemplo Octavia Smith se casaba con Julius Jones, pasaba a ser Octavia Jones. Esto es una variante de una tradición romana: se decía que la novia, al casarse, era «de» su marido… en otras palabras, que le pertenecía. De manera que Octavia se convertía en «Octavia de Julius».
¡Esto, probablemente, no sería tan bien recibido hoy!
En torno al matrimonio y a la ceremonia nupcial han surgido muchas supersticiones. Una de las más conocidas tiene que ver con lo que la novia debe llevar en la boda, aunque no se sabe nada de sus orígenes exactos. Se recuerda en un poemita:
Algo viejo, algo nuevo,
algo prestado y algo azul.
Dicen que trae buena suerte conservar el piso más alto de la tarta nupcial para el bautizo del primer hijo de los recién casados.
Sin embargo, para los invitados solteros es más interesante poner un trozo de la tarta debajo de la almohada esa noche. Se cree que así sueñan con su futuro cónyuge (pero al final no se suele sacar gran cosa aparte de un trozo de tarta aplastado).
Algunas variantes de este ritual requieren pedirle prestado el anillo a la novia, cosa que seguramente no tendría demasiado éxito.