Las fronteras de la vida - Carlos A. Duarte Cano - E-Book

Las fronteras de la vida E-Book

Carlos A. Duarte Cano

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Los autores, al concebir este texto tenían propósitos muy precisos, y lograron dos objetivos que rara vez coinciden: entretener e instruir. Este libro no es solo una colección de relatos de ciencia ficción, sino también, y sobre todo, un verdadero manual de biología. En sus páginas se explican y debaten, en detalles, temas tan importantes dentro de esta ciencia como la evolución, la genética y su "sobrina" la ingeniería genética, el envejecimiento, la reproducción, los límites de la vida y la muerte, así como los esfuerzos por encontrar vida fuera de la Tierra.

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Seitenzahl: 533

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Edición: Gilma Toste Rodríguez

Diseño de cubiertaeinterior: Seidel González Vásquez (6del)

Imagen de cubierta: Claudia Damiani

Corrección: Lic. María Luisa Acosta Hernández

Composición: Irina Borrero Kindelán Conversión a e-book: Amarelis González La O

© Carlos A. Duarte y José Miguel Sánchez, 2022

© Sobre la presente edición,

Editorial Científico-Técnica, 2022

ISBN 9789590512735

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

Editorial Científico-Técnica

Calle 14 no. 4104, e/ 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba

editorialmil@cubarte.cult.cu

www.nuevomilenio.cult.cu

Índice de contenido
Introducción
La razón de Darwin y las pruebas de la evolución
Vicente Berovides Álvarez
Flor de Paz de Lázaro Cubillas
Una guerra para Darwin
José Miguel Sánchez (Yoss)
Tal vez soñar…
Rebeca Murga-Lorenzo Lunar Cardedo
Tal vez mutar
Carlos A. Duarte
Mala hierba
Pavel Mustelier Zamora
Retromutación
Denis Álvarez Betancourt
La conquista de titán
Carlos Muñoz
David Alfonso
Reversión
Alex Padrón
Pelos de caballo
Jorge Luis Fontenla
Inspección de rutina
Abel Guelmes Roblejo
Vencer a la muerte, el tiempo y la entropía… con placer
Carlos A. Duarte
José Miguel Sánchez (Yoss)
Silicon Planet
Raúl Aguiar
Walt Disney
Miguel Ángel Trujillo
Tiempo
Albino Hernández Pentón
Culto de acoplamiento
Elaine Vilar Madruga
Vida más allá de la Tierra
Carlos A. Duarte
¡Salvemos al pólipo!
Laura Azor Hernández
Gabriel J. Gil Pérez
Mundo inhóspito
Carlos A. Duarte
El vuelo del ilirith
Claudio del Castillo
La vida es un fenómeno extraño y maravilloso
Juan Pablo Noroña
Cepas
Juan Pablo Noroña
de los autores

Introducción

Bienvenido, lector, a esta colección de relatos y reflexiones, auténtica fiesta de la imaginación… y también del rigor científico. Y es que estos conceptos no son siempre, ni mucho menos, opuestos, incompatibles o ambos. Este peculiar libro que saldrá a la luz gracias a la generosidad de la Editorial Científico-Técnica —especializada en divulgación científica—, tiene dos propósitos que rara vez coinciden: entretener e instruir. Y para cumplir ese primer objetivo se presenta una selección de autores y narraciones de ciencia ficción (CF).

Sí, ese mismo género denostado por muchos académicos como «seudoliteratura superficial», a la vez que temido y rechazado por muchos (que no lo conocen bien) por «difícil y demasiado técnico». Ese género que, sin embargo, es uno de los pocos que se ha preocupado por salvar uno de los más grandes y aparentemente irreconciliables abismos de la vida moderna: el que existe entre los dotados de cultura tecnocientífica, los que saben por qué la luz se divide en varios colores al atravesar un prisma, qué cosa es realmente un mutante y cómo funciona la teoría de la relatividad (general o especial), por un lado… y por el otro, los poseedores de cultura humanística —literaria o histórica— que saben quiénes fueron Pericles y Rabelais, que han leído el Quijote y no confunden las Guerras Médicas con las Púnicas.

En la CF, preocupada siempre por las consecuencias futuras de los actos de hoy, toda cultura, cualquier saber, está en un plano de igualdad, porque todo sirve para entender mejor a esos dos grandes enigmas de la existencia que son la naturaleza y el hombre. Por eso su ideal son historias bien escritas, y que además hagan reflexionar al lector más allá de lo cotidiano y normal. El hecho de que a menudo sus autores sean científicos que se «divierten» en sus «ratos libres», y que una buena parte del público que las disfruta también tenga formación científica, solo demuestra, entre otras cosas, que a veces los sabios prefieren convertir en ficción aquellas hipótesis tan audaces y arriesgadas que todavía no tienen la solidez necesaria para ser teorías con pleno derecho. Aunque, mañana, ¡quién sabe!

Se ha asociado, históricamente, mucho más la primera mitad del binomio ciencia ficción con las llamadas ciencias duras, como la matemática, la astronomía, la física y la química. De hecho, es en el marco de este respetable cuarteto que, en general, se enmarcan las obras del subgénero conocido como hard CF o CF dura, en las cuales el componente científico de la imaginería literaria desempeña un papel primordial.

Y sin embargo, hasta en los superclásicos de este subgénero como Misión de Gravedad (Mission of Gravity, 1954) y Ciclo de fuego (Cycleof fire, 1957) ambos del químico norteamericano Hal Clement (Harry Clement Stubbs, 1922-2003), ambientado el primero en un planeta con tremenda gravedad, y el segundo en otro que se acerca y aleja, alternativamente, de su Sol o la saga de los cheela (Huevo de dragón, 1980 y Estrellamoto, 1985) y la novela Camelot 30K (1993) de su digno compatriota y sucesor, el físico Robert Lull Forward (1932-2002), que tratan, respectivamente del surgimiento y la evolución de una civilización en una estrella de neutrones, y en un asteroide a bajísimas temperaturas, queda claro que muy rara vez se puede atraer el interés del lector sin presentar personajes cautivadores… criaturas vivientes, surgidas y adaptadas a tan extraños ambientes.

Como los inolvidables mesklinitas, especie de orugas racionales, fortísimas pese a su diminuto tamaño, que habitan en Mesklin, el mundo donde se desarrolla Misión de gravedad; o los también pequeños y fornidos cheela, que habitan la superficie de la estrella de neutrones de la saga homónima o los insectos inteligentes-coloniales, pero ¡capaces de manejar energía nuclear!, de Camelot 30 K.

No hay que olvidar que la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Woollstonecraft Shelley (1797-1851), que acaba de cumplir los dos siglos de publicación y para muchos constituye el punto de arranque de la CF moderna, versa sobre una problemática esencialmente biológica: la creación de un ser humano artificial con la ayuda de los últimos adelantos de la ciencia y la técnica de su época…, y las consecuencias éticas que el visionario sabio responsable de tal demiurgia1 debe enfrentar luego, centradas en la poderosa, pero horrible criatura que ha surgido de su laboratorio.

1 Demiurgo. Proviene del griego δημιουργός, y significa creador. Según los gnósticos, almauniversal, principioactivodelmundo. En el mundo de la filosofía platónica, personaje mítico que ordena el mundo de acuerdo con el modelo de ideas eternas (https://www.wordreference.com/definicion/demiurgo y https://dle.rae.es/demiurgo).

Tras tan ilustre precursor o antecedente, no es raro que la CF de temática biológica tenga una larga y respetable historia.

Definición de la ciencia ficción biológica

Antes de examinar solo algunos de sus hitos más representativos, ya que un recorrido exhaustivo sería tema de un trabajo más largo y específico,2 se intentará concebir una definición conceptual de la ciencia ficción biológica (CFB). Se considerarán obras de CFB aquellas en las que los contrafactuales3 basados en la biología tienen un papel relevante. Es decir, que no basta con que incluya a una raza extraterrestre con anatomía reptiliana o felina para que se pueda considerar el texto como relevante dentro de la biología.

2 Los interesados en semejante enumeración pueden consultar estos dos artículos de uno de los seleccionadores del libro: «Alien-Notion: algunas nociones básicas de fisiología y ecología para aspirantes a escritores de ciencia ficción», y «Del ángel filósofo vs el BEM invasor al raman contra el varelse. Breve panorama de los extraterrestres en la ciencia ficción anglosajona, desde sus orígenes hasta los años 90». Ambos aparecen en el volumen de ensayos La quinta dimensión de la literatura: reflexiones sobre la ciencia ficción en Cuba y el mundo (Yoss, Letras Cubanas, 2012).

3 Contrario a los hechos. Que no existe en la realidad consensual. Especulación que aparece como la respuesta a la pregunta ¿qué pasaría sí?

Es pertinente aclarar que el llamado biopunk, subgénero que engloba aquellas historias basadas en contrafactuales relacionados con la genética humana y que tienen lugar en sociedades de índole marginal y nihilista, vendría siendo solo un subconjunto de la CF biológica. Luego de esta breve definición, se presentarán algunos ejemplos.

La ciencia ficción biológica en el mundo

Mientras que el otro gran precursor de la ficción científica, el francés Jules Gabriel Verne (1828-1905) se interesó más bien en tecnologías «duras» como vehículos o máquinas impulsados por el vapor o la electricidad, el británico Herbert George Wells (1866-1946) empleó conceptos biológicos en buena parte de su obra. Por ejemplo, su novela tal vez más famosa, La guerra de los mundos(War of the worlds, 1898) describe a los invasores marcianos como seres tentaculares y blandos, de movimientos lentos en «nuestra» gravedad —más fuerte que la de su ligero planeta— sin sus terribles «prótesis» tecnológicas: los trípodes. Al final, los ocupantes acaban siendo derrotados precisamente por las bacterias terrícolas, contra las que no tienen tiempo para desarrollar anticuerpos.

Pero ya en La isla del doctor Moreau (The island of doctor Moreau, 1896) Wells exploraba la vivisección como método para humanizar animales; en El hombre invisible (The invisible man, 1897) especuló cómo se podría lograr esta condición reduciendo a cero el índice de refracción de los tejidos vivos; y en Los primeros hombres en la Luna (The first men in the Moon, 1901) presentaba a la sociedad de los selenitas como un sistema colonial de castas muy similar al de las hormigas. Mientras que en El alimento de los dioses (The food of the gods and how it came to Earth, 1904) metaforizaba el miedo, tanto a la tecnología como a la emergente clase media, por medio de la discriminación y el temor de la mayor parte de la humanidad hacia los nuevos seres, corporalmente inmensos por haber consumido desde pequeños un nuevo y maravilloso alimento que les garantizaba un crecimiento continuo e ininterrumpido.

Juan Raro (Odd John: A Story Between Jest and Earnest, 1935) y Sirio (Sirius, 1944), son dos interesantes novelas de otro británico, el filósofo William Olaf Stapledon (1886-1950); la primera sobre un mutante humano de extraordinaria inteligencia, rechazado por su entorno a causa de su singular aspecto; la segunda sobre un perro pastor con inteligencia equiparable a la del hombre.

El también británico Brian Wilson Aldiss (1925-2017) regaló a los fans de la CF la novela Invernáculo (Hothouse, 1962) atrevidamente ambientada millones de años hacia el futuro, cuando la Tierra, que ha dejado de girar, presenta al Sol siempre una misma cara, que se ha convertido en una inmensa selva tropical, en la que apenas quedan especies animales… entre ellas los lejanos y a medias asilvestrados descendientes del Homo sapiens, siempre luchando por sus vidas contra innumerables y asombrosamente imaginativos monstruos vegetales.

Mientras que en la trilogía Heliconia (Heliconia primavera/HelliconiaSpring, 1982; Heliconia veraro/Helliconia Summer, 1983 y Heliconia invierno/Helliconia Winter, 1985) Aldiss describe otra original ecología completa, la del lejano planeta homónimo, que en amplísima órbita alrededor de su distante sol posee estaciones que duran siglos y a las cuales sus habitantes se han adaptado en singular evolución. Lo que incluye una forma muy curiosa de preproducción: la necrogénesis, en la que las larvas de la siguiente generación van devorando desde dentro el cuerpo de sus desgraciados, pero satisfechos padres…

Los años sesenta, la contracultura y el hipismo trajeron los seis tomos de la saga ecologista Dune: Dune(1966); El mesías de Dune (The mesiah of Dune, 1969); Hijos de Dune (Sons of Dune, 1976); Dios emperador de Dune (God emperor of Dune, 1981); Herejes de Dune (Heretics of Dune, 1984) y Casa Capitular Dune (Dune: Chapterhouse,1985) del norteamericano Frank Patrick Herbert (1920-1986), famosísima por su meticulosa prefiguración de todo un mundo desértico, Arrakis, con sus gigantescos gusanos de arena, productores de la invaluable especie geriátrica, la melange, así como otras muchas criaturas sorprendentes.

Este mismo autor también abordó el tema biológico en novelas como El cerebro verde (The green brain, 1966), divertida elucubración sobre una inteligencia colonial surgida entre los insectos; Estrella flagelada (Wiped star, 1970), audacísima especulación sobre la posibilidad de que las estrellas sean seres vivos… y racionales; El experimento Dosadi (The Dosadi experiment, 1978), que describe a los gowachim, especie de batracios racionales de otro mundo y La peste blanca (The white plague,1982), que se centra en la posibilidad de que una plaga de diseño extermine a la humanidad.

El médico y reputado autor de best sellers, Michael Crichton (1942-2008), aunque mucho más conocido por sus aventureras especulaciones sobre la posibilidad de «resucitar» a los dinosaurios, ParqueJurásico (Jurassic Park, 1990) y El mundo perdido (The Lost World, 1995), ambas llevadas a la gran pantalla en filmes de Steven Spielberg, ya había escrito uno de los grandes libros del subgénero: La amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain, 1969), en la que describe la llegada casual a la Tierra de un microbio extraterrestre y la reacción al suceso de todo un departamento secreto gubernamental, especialmente creado para enfrentarse a tal clase de amenazas invisibles.

A Greg Bear (1951) se deben varias novelas del subgénero, desde Música en la sangre (Blood music, 1985), que especula con la creación de bacterias inteligentes, hasta Vitales (2002) que vuelve a las bacterias, pero ahora relacionadas con la sempiterna búsqueda humana de la inmortalidad. Sin olvidar el díptico La radio de Darwin (Darwin´s Radio, 1999) y Los niños de Darwin (Darwin´s Childs, 2002), que analiza las consecuencias de la aparición «entre nosotros» de una nueva subespecie de humanos más evolucionados.

Un tema que también aborda a su modo otra estadounidense, Nancy Kress (Nancy Anne Koningisor, 1948), en su saga de los In­somnes —Mendigos en España (Beggars in Spain, 1991); Mendigos y opulentos (Beggars and choosers,1994) y La cabalgata de los mendigos (Beggars Ride, 1996), así como en su novela Perros durmientes (Sleeping Dogs, 1999)—: ¿qué ocurre cuando, gracias a la ingeniería genética, co­mienzan a nacer humanos «mejorados»… que, entre otras ventajas, no necesitan dormir ocho horas cada día?

El botánico inglés Paul McAuley (1955) es recordado sobre todo porque en su novela El beso de Milena (Fairyland, 1995) prácticamente creó el biopunk, subgénero centrado en las manipulaciones genéticas de las corporaciones. Aunque su trilogía de Confluencia, ambientada en una estación orbital tan inmensa que parece un planeta, aunque plano, y habitada por miles de especies inteligentes, es también una verdadera fiesta en cuanto a la imaginación de seres vivos.

El canadiense Robert J. Sawyer (1960), que ya había coqueteado con la biología (específicamente, con la idea de los cinco grandes eventos de bioextinción en la historia de la Tierra) en su novela El cálculo de Dios (Calculating God, 2000) abordó directamente el tema pocos años más tarde: preguntándose qué hubiera ocurrido si, en una Tierra alternativa, los hombres de Neandertahl hubieran construido una civilización… y uno de ellos llegara por azar a nuestro mundo. La trilogía Homínidos (Hominids, 2002); Humanos (Humans, 2003) e Híbridos (Hybrids, 2003) constituye no solo una fascinante especulación biológica, sino todo un análisis social relativo.

Otros textos de lectura muy recomendable serían la trilogía de la Xenogénesis de la notable escritora afronorteamericana Octavia E. Butler —Amanecer, Ritos de Madres e Imago—; La chica mecánica (The Windup Girl) del estadounidense Paolo Bacigalupi; Movimiento de montañas (Movement of mountains) de Michael Blumlein, así como la colección de relatos Ribofunk de Paul Di Filippo, todos con la etiqueta de obras biopunk.

Sí, incluso considerando solo a las novelas y no a los relatos cortos, la lista sería larga… y por fuerza, siempre incompleta.

Y es que, en la CF actual, tan aficionada a combinar saberes, el factor biológico es inseparable de buena parte de las historias. Esto se percibe de forma particular en la llamada space-opera, subgénero que se caracteriza por presentar amplios panoramas galácticos, con cientos de planetas y razas inteligentes, entre las que la humana suele ser solo una más.

La biología, por supuesto, dado que describe alienígenas y entornos extraterrestres, es otro de los componentes fundamentales de la space-opera. Tanto usándola de forma superficial y casi festinada, como han hecho los diversos guionistas de las sagas Star Wars y Star Trek, como empleándola de modo más serio y profundo.

Un ejemplo de esta última actitud es Larry Niven (Laurence van Cott Niven, 1938), psicólogo y matemático, con su saga sobre el Espacio Conocido, serie de novelas y cuentos, entre los que son especialmente populares sus cuatro novelas de Mundo Anillo: Mundo Anillo (Ringworld, 1970); Ingenieros deMundoAnillo(The engineers of Ringworld, 1980); ElTrono de Mundo Anillo (TheThrone of Ringworld, 1996) e Hijos de Mundo Anillo (Sons of Ringworld, 2004). Aunque algunas otras, como El mundo de los ptavvs (The world of ptavvs, 1966) o Protector (Pak, 1973) son también claves para la comprensión de la multiforme biología de ese universo personal,4 que se convirtió en uno de los iconos de la CF dura… y no solo astrofísica, pues algunas de las criaturas por él concebidas, como los enormes, anaranjados y agresivos felinoidesbípedos e inteligenteskzin, los trípodos, bicéfalos y ultra cobardes titerotes de Pierson, o los fortísimos y asexuados pak, están sin duda entre las razas más originales de la CF. Sin contar con criaturas no racionales, como los girasoles esclavistas o los enormes bandersnatchi, carentes de miembros manipuladores…

4 Bueno, ya compartido; muchos otros autores han ambientado sus propias historias en él, con permiso de su generoso creador, en antologías popularísimas como los varios tomos de Man-Kzin Wars, de los que, lamentablemente hasta hoy, no se ha traducido ninguno al español.

A la fértil pluma de Niven, esta vez colaborando con su compatriota, el periodista, republicano, politólogo y experto en temas militares Jerry Pournelle (1933) se deben también las novelas La paja en el ojo de Dios (The Mote in the God´s Eye, 1975) y su secuela El tercer brazo (The Gripping Hand, en los Estados Unidos y The Moat around Murcheson´s Eye, en el Reino Unido, 1993) que describen el delicado contacto de una humanidad militarizada del futuro y una belicosa especie extraterrestre, los pajeños, cuya cultura, basada en un sistema de castas casi entomológico, y una altísima tasa de reproducción, están también magistralmente concebidas.

Vernor Vinge (1944), otro matemático estadounidense devenido popular autor de CF, y también en su vertiente más hard, le aportó al género la trilogía Queng Ho:Un fuego sobre el abismo (A Fire upon the Deep, 1992); Un abismo en el cielo (A Deepness in the Sky, 1999) y The Children of the Sky (2011). Además de su original, fascinante concepto de dividir el espacio galáctico en diversas zonas según permitan ciertas velocidades y niveles de inteligencia o no, esta serie aportó algunos de los alienígenas más entrañables y asombrosos de la CF. Como los escroditas, cíborgs vegetales inteligentes, o los púas, cánidos de inteligencia colonial.

Mención aparte merece, por último, otro norteamericano, Dan Simmons (1948), cuya monumental saga Los cantos de Hyperion (1989), La caída de Hyperion (1990), Endymion (1996) y ElAscenso de Endymion (1997) describe multitud de entidades biológicas fascinantes. Como los éxters, humanos adaptados a sobrevivir en el espacio, por solo citar una.

La ciencia ficción biológica en Cuba

A continuación, se describirán, de forma muy breve, las principales obras de CF con tema biológico, escritas por autores cubanos.

La trilogía de los cefalomos de Ángel Arango

La ciencia ficción biológica ha estado presente desde los inicios del género en Cuba. El libro de cuentos ¿Adónde van loscefalomos?, de Ángel Arango, uno de los pioneros de la ciencia ficción cubana, fue publicado en la temprana fecha de 1964. En el cuento que da origen al título, Arango resume la primera parte de la historia de los cefalomos, que luego, alentado por Oscar Hurtado, expandiría en una serie de tres novelas cortas: Transparencia (1982), Coyuntura (1984) y Sider (1994).

El contrafactual más importante de toda la saga es sin duda la evolución ¿o involución? de la especie humana. Una nave exploradora humana parte del planeta Trema y queda aislada por una zona descrita con el impreciso nombre de «gelatina cósmica», a la que luego llamará Sargazo, en franca alusión al Mar de los Sargazos, donde solían quedar varados los veleros de la antigüedad. Los ocho tripulantes, cinco hombres y tres mujeres, impedidos de regresar a Trema, se ven obligados a colonizar el planeta Transparencia. Este es un mundo de escasos recursos, por lo que los humanos deciden traspasar todas las labores físicas necesarias para su supervivencia a robots; de esa manera tendrían tiempo para meditar y reproducirse con la rapidez necesaria para garantizar el futuro de la colonia. Como resultado de estos ajustes, en unos cientos de años, el físico de los humanos queda reducido a un cerebro con voluntad y capacidad de pensamiento, que se comunica telepáticamente con sus iguales y con los robots: cefalomos (contracción del latín cefalo-homos, hombres-cabeza).

En este proceso hay dos deslices biológicos evidentes. Arango era abogado, especialista en derecho aeronáutico internacional, y quizás le faltó asesoría especializada en cuanto a conceptos genéticos y evolutivos. El primer error radica en que los genomas de cinco hombres y tres mujeres no contienen la suficiente riqueza genética para originar la población de un planeta. El elevadísimo grado de consanguinidad terminaría por llevar, a la nueva colonia, a un desastre genético. O en el mejor de los casos, a la aparición de determinadas taras genéticas.

El segundo error está relacionado con la aplicación de teorías lamarckianas sobre la herencia de los caracteres adquiridos y la aplicación festinada del concepto evolutivo de que los órganos que no se usan se atrofian. Esto último puede ser real en un medio selectivo fuerte y con el paso de millones de años; no en el contexto social donde se desarrollaron los cefalomos, ni en el breve tiempo que ocurre su «evolución».

En el segundo volumen de la trilogía, Arango desarrolla conceptos aún más dudosos, como el de la evolución reversa de los cefalomos otra vez a seres humanos. Este proceso es guiado por la voluntad del cerebro, concepto fuertemente metafísico si los hay, que el autor está muy lejos de explicar de manera satisfactoria, ni aun en el marco de una literatura de ciencia ficción donde no se exige a los autores completa verosimilitud científica, sino apenas un mínimo de credibilidad.

Espiral5 de Agustín Rojas Anido

5 Novela publicada por la Editorial Unión, en 1982.

La novela Espiral, ópera prima de Agustín de Rojas y Premio David de Ciencia Ficción en 1980, ya es harina de otro costal. Agustín, biólogo de profesión, logra imprimir un alto grado de verosimilitud a su versión de la Tierra poscataclísmica. Catalizada por los altos niveles de radioactividad, producto de la guerra termonuclear global que eliminó cualquier rasgo de civilización, la Tierra se ha convertido en el paraíso de la mutación. Desde nuevas cepas de virus mutantes hasta inéditas formas vegetales y seres humanos con capacidad telepática, desfilan por las páginas de Espiral sin ofender en ningún momento los conocimientos de la ciencia contemporánea.

Un grupo de diez exploradores de la Federación Comunista regresan a la Tierra para tratar de rescatar lo posible en medio del caos postnuclear. La novela se centra en las relaciones entre ellos y el ambiente, y en particular con Milaé, una muchacha nativa con capacidad telepática, que se integra al grupo para romper en buena medida el delicado equilibrio psicológico colectivo de sus integrantes.

Desde el punto de vista biológico, la novela era impecable para la época en que fue escrita e incluso se puede decir que, a la luz de la ciencia actual, ha envejecido muy bien.

Trenco6 de Roberto Estrada Bourgeois

6 Publicada por la Editorial Letras Cubanas, en 1986.

En la misma década de los ochenta, el también abogado Roberto Estrada Bourgeois publica su primera novela, titulada Trenco. Un grupo de científicos organiza una expedición al planeta homónimo, con el objetivo de capturar tres ejemplares de widgitos, una especie de insectoides gigantes con capacidad telepática. Su propósito es estudiar las bases de esta, su forma de comunicación mental, con vistas a extrapolarlas al cerebro humano.

Los expedicionarios sufren toda una serie de aventuras en su misión, que llega al borde de la catástrofe, pero en la que son ayudados por otro visitante extraterrestre, también telépata, aunque en este caso como resultado de la evolución natural del cerebro. El mensaje final es precisamente ese: los propósitos de copiar las propiedades telepáticas de los widgitos están condenados al fracaso. El ser humano debe crecer, evolucionar y encontrar la armonía en sí mismo, antes de poder disfrutar de capacidades telepáticas.

El contrafactual biológico usado por Estrada, una especie no racional con capacidades telepáticas que usa para atraer y atrapar sus presas, es por supuesto altamente especulativo, pero interesante como tema de CF. Si bien la novela cojea un poco en la composición del equipo científico, donde aparece un biólogo y dos psicólogos, pero ningún neurofisiólogo.

Por otra parte, la descripción de los widgitos resulta bastante confusa y poco convincente. Son presentados como insectoides: tienen alas que les sirven para volar y un aguijón con el que succionan los fluidos de sus presas humanoides, a la manera de nuestros mosquitos. Y, si bien nunca se precisan sus dimensiones exactas, da la impresión de que pueden alcanzar varios metros de largo. Pero sería difícil que lograsen vencer la gravedad y levantar el vuelo con semejante masa y anatomía. Se plantea además que tienen un cefalotórax como los insectos terrestres, pero a la vez poseen un cráneo, estructura característica de los vertebrados. En cuanto a los sonidos, se dice que zumbaban como abejorros, lo cual refuerza su parecido a abejas gigantes. También se menciona la existencia de patas traseras, por lo que se puede deducir que al menos tienen cuatro extremidades, y las delanteras parecen ser prensiles, porque las emplean para atrapar a las víctimas y luego encajarles el aguijón. O sea, que los dichosos widgitos son una especie de quimera, como las que pululaban en las películas de serie B de mediados del siglo pasado, pero bastante difíciles de conceptualizar de manera convincente para un biólogo.

Nótese que el tema de las dimensiones que puede alcanzar un invertebrado es un punto débil de todos estos monstruos insectoides, por lo que se abordará detalladamente más adelante.

Por cierto, Oomok, el extraterrestre buena gente, también tiene alas y no solo es capaz de levantar el vuelo, sino que lo hace nada menos que con cinco terrestres aferrados a sus piernas. ¡Por Newton! ¿qué clase de musculatura mueve esas alas?

En resumen, un tema atractivo, pero del que la biología sale un poco maltratada.

Los pecios7y los náufragos8 de José Miguel Sánchez (Yoss)

7 Pedazo o fragmento de la nave que ha naufragado.

8 Publicado por Ediciones Extramuros, La Habana, 2000.

Hubo que esperar al nuevo siglo, período especial intercalado, para que Yoss, quien igual que Agustín es un escritor con formación en las ciencias biológicas, publicara su primera novela, Los pecios y los náufragos, ganadora del Premio Luis Rogelio Nogueras 1998. Aunque la trama de esta obra descansa, principalmente, en los viajes en el tiempo y la creación de universos paralelos, desarrolla dos contrafactuales de tipo biológico.

El futuro ha llegado… con el desastre ecológico que tanto teme la humanidad, solo que aquí el cataclismo ha sido de veras absoluto. Fuera de los domos donde viven refugiados los restos de la humanidad, apenas si hay un erial, viento y radioactividad. La solución que implementaron los líderes de la humanidad, los llamados operadores, fue sustraer los recursos naturales del pasado y transportarlos hacia su agónico presente. El desastre ecológico por sí solo no justificaría su inclusión en el subgénero de la CFB (se tendría que dar cabida a todo el subgénero de universos poscataclísmicos), pero hay una segunda especulación que me inclina a hacerlo: la participación directa de los xenos (alienígenas) en acelerar el desarrollo evolutivo del ser humano.

Targo, el protagonista de la novela, se ve obligado a escapar a los llamados siglos cerrados, en el período plioceno a finales del Triásico.9 Allí es testigo presencial de cómo unas misteriosas nubes plateadas manipulan a las hembras preñadas de los primates antropomorfos para acelerar su desarrollo y conversión en una especie racional. Las nubes plateadas vienen siendo el equivalente del monolito de Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke en 2001: una odisea espacial, pero aquí el proceso de manipulación biológica es bastante más explícito.

9 El Triásico es una división de la escala temporal geológica que pertenece a la Era Mesozoica; dentro de esta, el Triásico ocupa el primer lugar precediendo al Jurásico. Comenzó hace 251 millones de años y acabó hace 201 millones de años. Debe su nombre a las tres capas de rocas (tri significa «tres») que encontró el geólogo alemán Friedrich von Alberti durante sus estudios, en Alemania y Europa noroccidental en 1834 (Comisión Internacional de Estratigrafía/ International Commission on Stratigraphy, ICS). Publicado por la Editorial Gente Nueva, en 2006.

Bosque10 de Roberto Estrada Bourgeois

10 Publicado por la Editorial Gente Nueva, en 2006.

En 2006 regresa a la palestra Estrada Bourgeois, ahora firmando como R. E. Bourgeois, con su nueva novela Bosque, ganadora del Premio La Edad de Oro 2004. En Bosque, Estrada describe, a grandes rasgos, la evolución del organismo homónimo, un ente autótrofo que llega a ser tan eficiente en su desarrollo evolutivo, que es capaz de destruir o asimilar a todo el resto de los seres vivos de su planeta (e incluso hasta a otro organismo invasor, a todas luces extraterrestre, que por alguna razón desconocida recaló allí). De esta forma, Bosque se convierte en un ser de dimensiones planetarias y llega a adquirir consciencia. En paralelo con la evolución de Bosque, el libro narra las peripecias de una nave terrícola que por accidente debe hacer una escala para reparar sus motores en el planeta, y las experiencias de sus tripulantes en su interacción con este superorganismo vegetal.

El contrafactual biológico de un superorganismo único es válido. No debe ser confundido con la propuesta de Gaia, un planeta donde todos los seres vivos están conectados entre sí por una inteligencia Gestalt.11 Estrada sortea con alguna fortuna el tremendo tour deforce12 para tratar de describir el proceso de gestación de Bosque, pero no escapa de algunos conceptos lamarckianos y tampoco queda claro cómo Bosque adquiere su consciencia y se convierte en un ser racional.

11 Nos referimos a la acepción del término alemán Gestalt como totalidad de algo, en este caso a una inteligencia compartida entre todos los seres vivos del planeta que forman una especie de metaorganismo, concepto que ha sido empleado en la ciencia ficción con frecuencia.

12 Realización de una cosa que requiere gran esfuerzo y destreza, en especial por la escasez de tiempo (Oxford Languages Dictionary).

Otro contrafactual interesante en Bosque es el proceso de fusión de organismos y consciencias. Aquí Estrada omite una parte esencial de esta transición, que sería la asimilación genética. Una visión biológica que cimentara mejor estos elementos, haría la narración más verosímil desde el punto de vista científico.

Super extra grande13 de José Miguel Sánchez (Yoss)

13 Publicado por la Editorial Gente Nueva, en 2012.

En 2010, un escritor cubano obtuvo por primera vez el prestigioso Premio UPC14 de Ciencia Ficción, que otorga desde 1991 la Universidad Politécnica de Cataluña a una novela corta de CF. La novela ganadora fue Super extra grande, que relata las aventuras de Jan Amos Sangan Dongo, veterinario de megaespecies extraterrestres. En esta novela, escrita en tono ligero y divertido, Yoss despliega su desbordante imaginación y la sustenta en su dominio de la zoología para crear toda una fascinante gama de megaorganismos galácticos.

14 Universidad Politécnica de Cataluña.

El procedimiento empleado para el diseño de estas criaturas es básicamente la magnificación de especies terrícolas y su adaptación a hábitats de mundos exóticos.

De tal forma desfilan ante nuestros ojos, a veces solo como referencias, los dinosaurios del planeta Jurasia, una especie de Parque Jurásico planetario; las sanguijuelas titán del planeta Swampia; los concholantes, esferas de Dyson basadas en silicona que viajan por el espacio y son capaces de digerir asteroides enteros; los endriagos15 bufadores de Sidharta, cucarachones de unos cuarenta metros de largo; los tsunamis, invertebrados que alcanzan hasta tres kilómetros, en el planeta Nerea; los juggernauts, moluscos de seiscientos metros de envergadura que habitan en el mundo de Colossa, y el plato fuerte de este singular desfile de criaturas: los lagotones de Brondignag.

15 Endriago. Monstruo fabuloso, con facciones humanas y miembros de humano hidra y dragón.

Estas últimas criaturas, en una de las cuales el doctor Sangan debe sumergirse para rescatar a su exayudante, son seres unicelulares ameboideos que pueden llegar a medir hasta doscientos cincuenta kilómetros de diámetro por diez kilómetros de profundidad. Habitan un mundo gigante, como lo indica su gulliveriano nombre de Brondignag, y su protoplasma es más denso que el mercurio. Son prácticamente inmortales y se han detectado solo seiscientos once en todo el planeta. Los lagotones obtienen alimento y energía a partir de la lluvia constante de meteoritos que los bombardea.

Yoss conoce —porque ha escrito varios ensayos al respecto—, que la magnificación simple y desmedida de determinadas formas de vida, como los invertebrados, no es biológicamente muy correcta que digamos. Sus sistemas corporales no están diseñados para satisfacer las demandas de un organismo de gran tamaño, ni podrían resistir el enorme peso de un ser de esas dimensiones. Al menos ninguna de las monstruosidades descritas en Super extra grande vuela y casi todas son acuáticas, lo cual les ayudaría, al menos teóricamente, a soportar mejor la fuerza de gravedad. Vale aquí entonces usar la conocida frase se non è vero, è ben trovato.16 Y, en última instancia, ¿quién ha visto alguna vez algún megaorganismo galáctico?

16 Si no es cierto está bien contado.

El olor acre de la libertad17 de Carlos A. Duarte Cano 

17 Publicado por la Editora Abril, en 2016.

El olor acre… es una noveleta que recibió el Premio Hydra de la Editorial Abril, en 2015. En esta obra se retoma el tema de una Tierra poscataclísmica, sin llegar a los extremos destructivos de Espiral, pero con la misma profusión de mutantes y el surgimiento de la telepatía. La novela aborda también un contrafactual, híbrido entre la ingeniería genética y la criptozoología: describe la recreación de organismos fósiles a partir de su ADN (ácido desoxirribonucleico), como en Parque Jurásico… pero en este caso el fósil corresponde a un unicornio.

Existen otros cuentos relevantes que no estarán recogidos en esta antología, pero que sugerimos a los lectores interesados. En aras de la brevedad, se mencionarán solo siete títulos:

«Ese ruido como de piedras que caen» de Juan Luis Herrero, Cuentos de Ciencia Ficción, Biblioteca del Pueblo, La Habana, 1969 y Crónicas del Mañana, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2009.Ambrotos, de José Miguel Sánchez (Yoss), Axxón, no. 154 axxon.com.ar/rev/154/c-154cuento1.htm y Fabricantes deSueños, Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AECFT), 2006.«Espuelas de Bicrován» de José Miguel Sánchez (Yoss), En sus marcas, listos, futuro, Ed. Gente Nueva, 2011.«Se aleja el invierno» de Laura Azor, Hijos de Korad, Antología del taller literario Espacio Abierto, Ed. Gente Nueva, 2013.«Langosta Pálida» de Vladimir Hernández Pacín, Hipernova, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2012.«Sus Jirazas son nuestras» de Gabriel Gil, Por casa tengo el Espacio, Ed. Gente Nueva, La Habana, 2012.«Simbiótica» de Carlos A. Duarte, Crónicas del Mañana, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 2009.

Antecedentes

Los «seleccionadores» de los temas de este libro no pretenden la primicia absoluta con esta obra. Nihil novum sub sole: nada nuevo hay bajo el Sol. El concepto, claro, tiene sus antecedentes. Como la serie de antologías Bestiario de la CF, con varias entregas, todas prologadas y recopiladas por el autor Robert Silverberg (1935) de cuentos, en los que aparecen seres fantásticos del género.

Pero si alguna inspiración directa tiene este libro, es una recopilación anterior: Trasplante obligatorio (Caught in the organ draft, 1983). La selección de esos textos estuvo a cargo de nombres tan ilustres de la CF como Isaac Asimov (1920-1992), Martin H. Greenberg y Charles G. Waugh. Mientras que el propio Buen Doctor,18 doctorado en Bioquímica al fin, se encargaba personalmente tanto del prólogo como de los comentarios y apostillas a cada relato, lo que añadió mucho valor al volumen. Las fronteras de la vida, salvando las distancias (por ejemplo, aquí se incluyen solo autores cubanos, para empezar) pretende lo mismo. Aunque también más.

18 Así llamaban, cariñosamente, a Isaac Asimov, porque en efecto hizo un doctorado en Bioquímica antes de dedicarse por completo a la escritura.

Los cuentos han sido compilados y clasificados según los fenómenos biológicos en los que se basan, y para cada grupo se ha escrito (o pedido a los autores, si aceptaban generosamente este «trabajito extra») un pequeño artículo ad hoc, analizando el fenómeno desde el punto de vista rigurosamente científico.

Este libro, no es solo una colección de relatos de CF más. Es también, y, sobre todo, un verdadero manual de biología. En cuyas páginas se explican y, debaten con detalle temas tan importantes dentro de esta ciencia, y además a menudo ¡por desgracia! tan poco entendidos, como la evolución, la genética y su «sobrina», la ingeniería genética, el envejecimiento, la reproducción, los límites de la vida y la muerte, y los esfuerzos por encontrar vida fuera de la Tierra.

Sin más, amigo lector, te dejamos con esta selección. Esperando de todo corazón que este viaje literario de la mano de varios autores te haga pasar un buen rato…, pero también incremente tu conocimiento de la ciencia del siglo xxi, la que estudia las fronteras de la vida: la biología.

José Miguel Sánchez (Yoss)

Carlos A. Duarte

La razón de Darwin y las pruebas de la evolución

Vicente Berovides Álvarez

Flor de Paz de Lázaro Cubillas

La evolución biológica no es una cadena progresiva y en ascenso, como suelen mostrar las gráficas más recurrentes, encaminadas a ilustrar la transformación del mono en hombre, sino un proceso complejo que, como un árbol, tiene muchas ramas y bifurcaciones.

Durante las últimas décadas, esta verdad científica ha sido ampliamente demostrada. El estudio de los fósiles —la prueba más convincente del hecho evolutivo1— y los avances en la genética molecular y poblacional, han permitido que el conocimiento en este campo se haya multiplicado cuantitativa y cualitativamente.

1 Se denomina hecho evolutivo a la circunstancia científicamente demostrada de que los seres vivos están emparentados entre sí y han ido transformándose a lo largo del tiempo.

Uno de los principales fundamentos en que se sustentan estas ciencias es que todos los seres vivos, como individuos, llegan al mundo bajo dos influencias: las del genotipo y el ambiente.

El genotipo está constituido por el conjunto de todos los genes, en el que cada uno o varios de ellos, en interacción con los factores ambientales internos y externos al organismo, como alimentos, hormonas, temperatura, interacciones sociales, desarrollan el fenotipo de cada individuo. Es decir, su morfología, fisiología y conducta: la estatura, la resistencia a enfermedades, el hábito de comer exclusivamente peces, entre otros.

La clave de la evolución está entonces en el hecho de que los caracteres fenotípicos varían de individuo a individuo y esa variación se hereda: los altos trasmitirán su estatura y lo mismo harán los bajos.

Así, las unidades de trasmisión hereditaria son los genes, o segmentos de una molécula muy compleja denominada ácido desoxirribonucleico (ADN). Estos se encuentran dispuestos por pares en los cromosomas del núcleo de todas las células del organismo. Es decir, trasmitimos a nuestros descendientes, mediante las células reproductoras, un gen de cada par que poseemos unos 30 000 en cada representante de la especie humana.

Los genes son los encargados de controlar la expresión de todos los caracteres que, en el caso de los humanos, los hacen ser organismos vivos, en primer lugar, pero también vertebrados, mamíferos, primates, homínidos y Homo sapiens, en conjunción con el ambiente específico en el que vive cada individuo y población.

Darwin no conoció la existencia de los genes; el descubrimiento de la estructura del ADN (1953) ocurrió más de 70 años después de su muerte y en la época que formuló su tesis de la evolución por selección natural, la clave estaba en el individuo y en los caracteres hereditarios. Esta perspectiva, basada en los trabajos de Gregor Mendel,2 no fue comprendida hasta 1900, cuando tuvo lugar un redescubrimiento de sus teorías; entonces se supo que los caracteres complejos sí tenían herencia mendeliana, si bien no exactamente como Darwin la había formulado. No obstante, la teoría del científico inglés sigue en pie.

2 Aun cuando las leyes del checo Gregor Mendel (1822-1884), publicadas en 1866, fundamentaban la herencia de caracteres simples, no establecían la de los más complejos e importantes para la evolución; por ejemplo, los relacionados con la habilidad de los individuos para reproducirse.

Los individuos, en la naturaleza, nunca están aislados; siempre se agrupan, constituyendo poblaciones, y estas a su vez se congregan formando especies, que son las unidades básicas en las que ocurre la evolución. Una población es, entonces, un grupo de individuos de la misma especie que porta un conjunto de genes o genoma, característicos de esa población en particular y de la especie en general. Esos genes, junto con el ambiente natural (y en caso de los humanos también con el componente sociocultural), expresarán los caracteres distintivos de poblaciones y especies.

Desde la configuración anterior, la evolución es un cambio en el perfil genético o la frecuencia de expresión de los genes de una población de individuos dentro de una especie, que se va produciendo a través de sucesivos estados temporales (generaciones). Estas modificaciones suponen nuevas ventajas competitivas, en términos de mayor supervivencia o reproducción, y pueden conducir al surgimiento de nuevas especies, a la adaptación a distintos ambientes o a la aparición de «novedades evolutivas», como la placenta en los mamíferos placentarios.

Ninguno de estos presupuestos contemporáneos contradice el cuerpo teórico propuesto por Charles Darwin hace poco más de 100 años. Él fue el primero en aportar pruebas contundentes sobre el hecho evolutivo e hizo una de las contribuciones de mayor trascendencia al conocimiento del origen y desarrollo de la vida: descubrió el engranaje fundamental de la evolución y lo resumió en la más importante teoría científica, que aún sirve de sustento a todas las concepciones evolucionistas en particular y biológicas en general.

La selección natural, médula de sus aportes, constituye un mecanismo de transformación capaz de dar lugar a nuevas adaptaciones y especies. Darwin la concibió como la capacidad de supervivencia y reproducción diferencial de los individuos más adecuados, y aun cuando ha sido ampliada y mejorada, mantiene su esencia íntegra.

El neodarwinismo o teoría sintética está conformado por una combinación de las propuestas de Darwin y Wallace3 con las leyes de Mendel y otros avances posteriores, como el desarrollo alcanzado por las genéticas molecular, poblacional y experimental, la paleontología, la taxonomía, la ecología y la demografía.

3 El naturalista, biólogo, geógrafo, antropólogo y explorador británico Alfred Russel Wallace, considerado el padre de la biogeografía, tras años de estudios en la cuenca del Amazonas y el archipiélago malayo, también formuló una teoría de la selección natural, desconociendo que ya Darwin tenía manuscrita la suya. No obstante, las conclusiones de ambos son similares y complementarias.

La teoría sintética

La moderna teoría sintética de la evolución explica, tanto los mecanismos que operan durante el proceso evolutivo como sus consecuencias; es decir, la adaptación de los seres vivos a su ambiente, el origen de nuevas especies o especiación, y las grandes transformaciones de los grupos de organismos (novedades evolutivas). Por ejemplo, el paso de los peces a anfibios y de las algas a plantas terrestres superiores. La primera dio origen a las extremidades y los pulmones; la segunda, a las flores y los frutos.

¿Cuáles son entonces los mecanismos básicos que provocan los cambios evolutivos? Las denominadasfuerzas evolutivas:mutación, recombinación genética, migración, selección natural y deriva genética. ¿Cómo se relacionan entre sí para dar lugar al proceso de evolución? La variación de los caracteres fenotípicos es la resultante del cambio en las unidades hereditarias o genes que los controlan. Este fenómeno, conocido como mutación, produce diversas variaciones genéticas; aunque también pueden surgir variaciones no heredables causadas por el ambiente, como la pérdida de una extremidad, mutilación que no se trasmite a la descendencia.

Como los genes mutados sí se trasmiten a esa descendencia, las variaciones genéticas son las que importan para la evolución de los organismos, de manera que estas representan la «materia prima» de la evolución o el primer mecanismo evolutivo necesario…, pero no suficiente de por sí para que los organismos evolucionen. Así, por ejemplo, gracias a las variaciones genéticas existen individuos altos y bajos, enfermos y sanos, agresivos y pasivos, entre otros.

Pero en las mutaciones4 de los genes ocurren dos eventualidades que impiden que este sea el único mecanismo posible de evolución:

4 Las mutaciones ocurren en 1 de cada 10 000 a 1 millón de gametos en cada generación. Por ejemplo, si una mujer pudiera producir 10 000 óvulos viables a lo largo de toda su vida, solamente uno de ellos llevaría una mutación para el cambio del color del pelo o cualquier otro tipo de mutación. Una proporción que estadísticamente, es bastante poco significativa, en verdad.

Sucesos extremadamente raros, consecuencia del error en el mecanismo de copiado de los genes cuando estos se replican en cada división celular.Diversos procesos moleculares reparan esos errores, aunque siempre algunos «se escapan», se trasmiten a la descendencia y así, dan lugar a nuevas variaciones de los caracteres. De este modo se puede explicar, por ejemplo, la trasmisión de los genes de albinismo, que es una mutación del gen para la pigmentación normal de la piel.

El proceso evolutivo resolvió este problema desarrollando dos mecanismos básicos adicionales a la mutación, denominados recombinación genética y migración.

La recombinación genética se debe a la existencia de la reproducción sexual. En organismos con este tipo de reproducción, un individuo tiene dos progenitores y cada uno de ellos aporta genes distintos que se han acumulado por mutación. Al unirse los gametos (células sexuales) con genes diferentes, se logran nuevas combinaciones genéticas y nuevos fenotipos de una forma más rápida y sin necesitar de una mutación inmediata, debido a la mezcla de los genes.

Un ejemplo ilustrativo de este mecanismo puede hallarse en las crestas de las gallinas. Las que tienen forma de roseta poseen un tipo de gen, y las de forma de guisantes, otro; pero ambas son provocadas por mutaciones pasadas. Cuando se cruza cresta roseta con cresta guisante se produce una nueva combinación genética, que se llama cresta nuez.

Sin embargo, en los organismos de reproducción asexual, lograr ciertas combinaciones de genes y, por tanto, nuevas variaciones de un carácter particular, constituye un proceso muy lento, pues ellos solo tienen un progenitor. Las mutaciones en diferentes genes se van acumulando solo de ese modo.

Otro de los mecanismos básicos adicionales a la mutación, la migración, está conformado simplemente por el intercambio de individuos o gametos entre poblaciones de la misma especie. Si estos individuos o gametos migrantes portan genes con mutaciones que no existen en las poblaciones a donde van a residir, se convierten en una importante fuente de nuevas variaciones genéticas.

Un ejemplo clásico de este fenómeno es el del trastorno de la hemoglobina llamado sicklemia o anemia falciforme,5 originario de África, donde representaba cierta ventaja evolutiva al conceder a sus portadores heterocigóticos mayor resistencia al paludismo, y que fue trasladado a las Américas por la migración forzada: la trata negrera y la esclavitud.

5 Así llamada porque los eritrocitos glóbulos rojos afectados toman forma de hoz o falce, lo que hace que se enreden ente sí y, ocasionalmente, se obstruyan los vasos sanguíneos, provocando dolor en las extremidades, fatiga al realizar esfuerzos y acortando la vida de estas importantísimas células, de paso, de 120 días, que es lo normal, a entre 10 y 20.

Un tercer problema de las mutaciones se relaciona con su destino dentro de las poblaciones, donde se expresará como una nueva variación de un carácter específico, si no se pierde en el traspaso de las generaciones, una vez escapada de los mecanismos de reparación y trasmitida a la descendencia. Esta mutación se enfrentará entonces a las condiciones ambientales específicas en que vive la población donde apareció y a los problemas de su traspaso a la próxima generación, lo que depende del tamaño de la población. Como las mutaciones no ocurren para resolver ninguna complicación específica del ambiente, sino por puro azar, estas podrían ser:

Beneficiosas para el organismo, si de forma directa o indirecta incrementan la supervivencia, la reproducción o ambas en sus portadores, en consonancia con el ambiente donde aparecieron.Perjudiciales cuando ocurre el proceso contrario y neutrales cuando esos mecanismos no afectan ni positiva ni negativamente.

Tal es el caso de las mutaciones que incrementan el tamaño corporal. Al expresarse el carácter cuerpo grande en los individuos, tendremos sujetos bajos y altos. Los primeros son los originales, y los últimos la nueva variación surgida por mutación.

Pero, ¿cuál será el destino de este cambio en la población donde apareció? Esto dependerá de las condiciones ambientales donde viva esta. Si, por ejemplo, la dieta predominante es pobre en proteínas y elementos energéticos, poseer una gran estatura será desventajoso, pues se requiere mucha energía para el mantenimiento de un cuerpo más voluminoso.

Por el contrario, si está resuelto el aporte proteico y energético, y se vive en un ambiente natural y sociocultural muy complejo, entonces una estatura alta representa mayor posibilidad de tener un cerebro más grande, con más conexiones nerviosas, entre otros cambios significativos.

De ese modo, el carácter «cuerpo grande» resultará enormemente ventajoso para sus portadores, fenómeno que (en términos evolutivos) se traduce en mayor supervivencia, capacidad reproductiva, número de hijos y de copias de genes para tamaño, y cerebro grande en cada generación y dentro del genoma de esa población.

Como todos los caracteres están interrelacionados, a la larga el hecho de poseer un gran tamaño implicará también cambios consecuentes en otros aspectos de la anatomía, fisiología y conducta de los individuos que porten ese carácter, y la población de conjunto habrá evolucionado.

Este proceso de supervivencia y reproducción diferencial de genes y de combinaciones de genes (genotipos) por medio de los individuos, y ejercido por agentes naturales (y socioculturales en los humanos), es lo que ya se describió como selección natural.

Mediante este mecanismo, con el tiempo, los individuos y las poblaciones de tamaño pequeño irán desapareciendo, y solo quedarán aquellas con individuos de gran tamaño adaptados a las nuevas condiciones. Como ya se señaló, ellos también sufrieron otros muchos cambios en su genoma y en un tiempo, suficientemente, largo pueden convertirse en una nueva especie (especiación) o en un grupo de organismos completamente nuevo (novedad evolutiva).

Otro elemento que se debe tener en cuenta es que, cuando una población es muy numerosa, las frecuencias de los genes que se pasan en los gametos a la próxima generación no sufren grandes fluctuaciones en su genoma. Sin embargo, si se trata de una población pequeña, esas frecuencias fluctúan ampliamente por puro azar, debido al reducido número de gametos e individuos que se producen. Esto trae como consecuencia que las poblaciones también evolucionen perdiendo o ganando genes al azar y no como ocurre en la selección natural, en la que solo persisten en la población los genes con valor adaptativo. Estas fluctuaciones aleatorias de las proporciones de genes de una generación a otra en pequeñas poblaciones se conocen como deriva genética, y se piensa que ha desempeñado un importante papel durante la evolución de muchas especies, incluyendo la humana.6

6 Este caso es muy frecuente en poblaciones humanas que se fundan con una cantidad pequeña de individuos (efecto fundador) y luego quedan aisladas del resto de la población circundante por su cultura, lenguaje y religión, como los mlabri de las selvas de Tailandia (descendientes de una única pareja 1000 años atrás: efecto fundador extremo) o los conocidos amish (menonitas) de Norteamérica, cuyos antecesores fueron 12 anabaptistas alemanes. En esas poblaciones, se ha demostrado que algunos genes que son perjudiciales para la salud (como un gen que provoca enanismo y polidactilia, entre los amish) están presentes en alta frecuencia, en comparación con la población circundante, a consecuencia del efecto de la deriva genética (uno de los 12 fundadores poseía el gen).

De acuerdo con lo dicho, las poblaciones de las especies con reproducción sexual están continuamente sometidas a los mecanismos evolutivos de mutación, recombinación genética, migración, selección natural y deriva genética, que producen cambios en su genoma. Estos cambios, denominados microevolución, pueden ir tan lejos que, acoplados al proceso de aislamiento reproductivo, algunas poblaciones logren transformarse en nuevas especies y, junto a cambios drásticos de los genotipos de los individuos, den lugar a «novedades evolutivas». Por ejemplo: pasar de aletas a patas, de bolsa respiratoria a pulmones o de hojas a flores.

Los resultados concretos del proceso evolutivo descrito dependen, como se aprecia, de si la reproducción de los organismos es sexual o asexual y del tamaño de la población en la que viven. Pero existen otros muchos factores adicionales que también determinan el producto final de las fuerzas evolutivas, como el ser haploide7 (un solo juego de cromosomas) o diploide8 (un juego doble de cromosomas), el tipo de apareamiento (autofecundación, consanguíneo, al azar) y la organización espacial de la población (continua o fragmentada).

7 Los organismos haploides se reproducen de forma asexual y, por consiguiente, solo acumulan mutaciones, pero no las recombinan unos individuos con otros para dar lugar a nuevas variaciones.

8 Los organismos diploides (como nosotros) se reproducen de forma sexual, por lo cual tienen la ventaja de producir nuevas combinaciones genéticas, las cuales le permiten adaptarse a variadas condiciones ambientales.

Críticas y nuevos aportes

La teoría de la evolución de los seres vivos y sus mecanismos ha resistido críticas de toda índole, basadas sobre todo en el conocimiento superficial del fenómeno, su interpretación errónea o tergiversada y la falta de actualización sobre el asunto. Pero, lo cierto es que el «hecho evolutivo» ha sido demostrado más allá de toda duda. Su evidencia empírica más decisiva radica en que la cantidad de secuencias comunes de bases del ADN, que comparten todos los organismos solo es explicable en términos de esa teoría.

Con el desarrollo del neodarwinismo se pudo conocer que lo importante para evolucionar es la población en su conjunto, no los individuos por separado, y que las unidades que se transmiten a la próxima generación son los genes y no los caracteres que estos determinan.

La biología molecular de finales del siglo xx incorporó a los presupuestos darwinianos nuevos elementos que caracterizan este proceso, como la habilidad para reproducirse y transmitir genes a la próxima generación. Desde entonces, morir no es la única forma de ser eliminado por la selección natural: la imposibilidad de procrear es también una consecuencia de la acción de esta ley. Interpretar la estructura del genoma humano solo fue posible bajo el principio de la selección natural y de otros procesos evolutivos como los descritos.

Pruebas de la evolución

Los descubrimientos paleontológicos realizados desde el siglo xix constituyen evidencias empíricas de gran valor, para demostrar que el mecanismo propuesto por Darwin era el más acertado. Todas las ciencias biológicas aportan pruebas indirectas de la evolución de los seres vivos, pero las únicas directas son tributadas por la paleontología, mientras que las indirectas más convincentes son las comparaciones de los ADN entre especies.

La paleontología, que estudia los restos fósiles de animales, humanos y vegetales,9 y gracias a la cual es posible la reconstrucción de los ecosistemas en los que se desenvolvieron los grupos prehistóricos es, junto a la arqueología, portadora de estas pruebas de la evolución.

9 Luego se divide en diferentes subdisciplinas: animales grandes y pequeños (paleontología y zooarqueología), primates (primatología y paleoantropología), vegetales (palinología, fitolitos…) y otras.

El cuento «Tal vez soñar», de Rebeca Murga y Lorenzo Lunar, toca el tema de la paleontología. La búsqueda y el posterior hallazgo por Yunier de su soñado «cocoquidrilo» es un hecho muy verosímil; todo el tiempo los paleontólogos descubren restos fósiles de nuevas y desconocidas especies de animales extintos. El toque fantástico está en que el niño sueña, exactamente, con el animal que luego encuentra como paleontólogo, lo que convierte el cuento en una hermosa metáfora sobre hasta qué punto los sueños infantiles pueden motivar y guiar nuestras vidas como adultos.

En el caso de los humanos, la conjunción de estas disciplinas (y de otras) ha permitido conocer que el género Homo tuvo su origen en África posiblemente entre 2,5 millones y 3 millones de años atrás y que durante ese tiempo inconmensurable evolucionó a través de diferentes especies, desde los primeros H. habilis, H. ergaster, H. erectus, hasta otros especímenes euroasiáticos y europeos, entre ellos el conocido neandertal, y el propio H. sapiens… o sea, nosotros.

Del mismo modo que la evidencia fósil ha permitido saber que un grupo de monos evolucionó a humanos, también es conocido que ciertos reptiles pudieron transformarse en mamíferos y que otro grupo de reptiles, que eran los dinosaurios, se convirtieron en aves.

Desde la perspectiva de las comparaciones del ADN entre especies, los estudios efectuados en chimpancés, vinculados con los de evolución humana, confirman sin lugar a duda que estos primates y los humanos comparten 98 % de sus genes…, y por tanto poseemos un antepasado común, que vivió entre 7 millones y 5 millones de años atrás en África. Lo que ha resultado un revolucionario descubrimiento, ya que tradicionalmente el ser humano era el único que pertenecía a la familia de los homínidos (Hominoidea). En la actualidad sin embargo, los estudios genéticos apoyan la clasificación conjunta de grandes simios y humanos como homínidos. Los monos africanos —chimpancés y gorilas— se clasificarían igual que los humanos, en dos niveles inferiores o subfamilias: póngidos (Ponginae) los primeros y homínidos (Homininae) los segundos.

En conclusión, la evolución biológica en su interpretación actual no solo incluye la teoría de Darwin de la selección natural, sino también los nuevos aportes de otras ciencias, sobre todo de la genética molecular y poblacional, que conllevaron a la formulación de la teoría sintética moderna de la evolución. Esta ha resistido todas las críticas y ha producido nuevos aportes al conocimiento acerca de los mecanismos y consecuencias de la evolución biológica.

En «Una guerra para Darwin», Yoss brinda una ficcionalización del proceso evolutivo, como una competencia a escala galáctica entre diferentes razas inteligentes, la que a partir de cierto punto se solapa con nuestro propio proceso evolutivo. A medio camino entre el cuento y el ensayo didáctico, es además una revisión de muchas de las posibles formas de vida extraterrestre concebidas por la imaginación de los escritores de ciencia ficción. Las numerosas referencias a libros y cuentos clásicos del género que contiene constituyen también una especie de guía de lectura, muy útil para los interesados en profundizar en estos textos que tan audazmente especulan sobre temas biológicos.



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