Las órdenes militares - Pedro Calderón de la Barca - E-Book

Las órdenes militares E-Book

Pedro Calderón de la Barca

0,0

Beschreibung

Las órdenes militares es un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca, género en el que llegó a alcanzar la plenitud, al combinar a la perfección con su talento natural, amante de la pintura y de las sutilezas y complejidades teológicas.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 61

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Pedro Calderón de la Barca

Las órdenes militares

 

Saga

Las órdenes militaresCover image: Shutterstock Copyright © 1662, 2020 Pedro Calderón de la Barca and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726499629

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

LA CULPA. LA GRACIA. LA NATURALEZA. EL LUCERO. EL MUNDO. LA GENTILIDAD . EL JUDAÍSMO. LA INOCENCIA. EL SEGUNDO ADÁN. JOSUÉ . MOISÉS. JOB. DAVID. ISAÍAS. SANTIAGO. SAN BENITO. SAN BERNARDO. Músicos.Acompañamiento.

Sale la CULPA con un libro en la mano, pluma y escribanía.

 

CULPA ¡Ah de la celeste curia

de Dios; ah del firmamento,

que ante muralla a su empíreo

es guarnición de su imperio;

ah de las luces del sol, 5

de los pálidos reflejos

de la luna y de las tropas

de estrellas y de luceros;

ah de la faz de la tierra,

de las cóleras del fuego, 10

de los piélagos del mar

y los páramos del viento;

ah, en fin, de toda la hermosa

fábrica del universo,

que siendo nada eres todo 15

y siendo todo habrá tiempo

que seas nada! ¡Ah del abismo,

que reservarte no quiero,

porque quizá más que a todos

te he menester a ti atento! 20

Y pues, bien como serpiente,

que ahogada de su veneno,

para descansar le arroja

inútilmente, mordiendo

la piedra, el tronco o la flor, 25

hoy yo, instigada del fiero

voraz anhélito mío,

a estas soledades vengo

a echar de mí las rabiosas

mortales bascas, que a incendios, 30

estándome helando el alma,

me están abrasando el cuerpo.

Oíd, cielos, sol o luna;

días, noches, elementos,

mi dolor, o no le oigáis, 35

que ya sé que mis tormentos,

aunque os busquen como alivio,

no os hallen como remedio.

Yo soy aquella primera

voz que empañó con su aliento 40

a Dios el cristal del hombre,

en quien, como en un espejo,

se miró y remiró cuando,

bien que del limo compuesto,

se halló en la porción del alma 45

a su semejanza eterno.

Yo, aquel padrón que a la muerte

de verdes hojas de un leño

le encuadernó en este libro

todos los humanos pechos 50

del villanaje de Adán,

para ir cobrando sus feudos.

Yo, en fin, la original Culpa

y las ansias que padezco

son por que las sienta más 55

ocasionadas no menos

que de tres sacros lugares;

de tres soberanos textos,

que con ser ciencia del bien

y el mal no alcanzo ni entiendo. 60

El primero es el de Acaz,

que del cielo no queriendo

admitir señal, su fe

le dio por señal el cielo,

que una hermosa virgen, antes 65

del parto permaneciendo

virgen, en el parto, y virgen

después del parto, en su bello

útero concebiría,

a pesar de los tres tiempos, 70

fecunda, doncella intacta,

y madre, sin que por serlo

su integridad padeciese

ni lesión ni detrimento.

El segundo es el de Job, 75

en que después de haber hecho

a las miserias del hombre

tantos lamentosos versos,

desde que en culpa engendrado

hasta que en ceniza envuelto, 80

espera su mutación,

carea los dos extremos

del nacer y del morir,

el ser y el no ser, diciendo

que la vida humana es 85

el rato que dura en medio

de cuna y sepulcro, una

milicia llena de encuentros,

batallas y sediciones.

A que se añade el tercero, 90

que es el de aquel gran profeta

en que llamando a los cielos:

«Abrid las puertas -les dice-;

entrará el príncipe vuestro.»

«¿Quién nuestro príncipe es?», 95

oye responder de adentro;

y él prosigue: «El poderoso

en las lides, el supremo

rey de todas las virtudes

y todas las glorias dueño. 100

Parecerán hasta aquí

desunidos sentimientos

que sea una virgen madre,

que sea una vida riesgos,

y sea un príncipe victorias. 105

Pues no, no lo son, si a efecto

de que concurran en uno,

voy por los tres discurriendo.

Y así, en cuanto a que una intacta

pureza conciba, tiemblo 110

de pensar que ya se dio,

pues de un joven nazareno

haber puesto en los padrones,

qué dije, de los pecheros

hijos de Adán, 115

la partida, no me acuerdo.

 

(Hojea el libro, y como que va a escribir en él, con los cendalesasidos a la pluma, mancha una hoja.)

 

Y cuando para anotarla,

buscándola, no la encuentro,

sólo saco haber manchado

la turbación el cuaderno. 120

¿Qué delirio, qué letargo,

qué ilusión, qué devaneo,

qué frenesí ofuscaría

la luz de mi entendimiento,

el instante de su rara 125

encarnación? ¿O qué velos,

qué nieblas, qué sombras, qué

oscuridades el cielo

me pondría ante los ojos

para no verla? Supuesto 130

que verla yo y no escribirla,

implicara el argumento.

Como principio asentado

esta admiración dejemos,

y vamos a que ya una 135

vez introducido dentro

de los fueros de la vida,

bien que troncados los fueros,

cuando fuera, que lo dudo,

este humanado portento, 140

el justo, que han de llover

las nubes; el fruto bello

que ha de producir la tierra,

el cándido rocío tierno

que ha de cuajar el aurora; 145

la escala, que los extremos

del cielo y tierra han de unir

por quien bajando y subiendo:

subiendo, se explica el hombre;

bajando, se explica el Verbo. 150

Cuando fuera, que lo dudo,

otra vez a decir vuelvo,

éste, cuya Encarnación,

yo, con ser yo, no comprendo,

el prometido Mesías, 155

aún no me asustara el serlo,

tanto (el segundo lugar

entra aquí) como que siendo

sobre la tierra milicia

la humana vida, recelo 160

que en metáfora de guerra

este ignorado supuesto,

entrando peregrinando,

haya de salir venciendo.

Y siendo así, que de cuantos 165

nombres hasta hoy le dieron

en literales sentidos

alegóricos misterios,

ya de piedra angular, ya

de león, ya de cordero, 170

ya de panal, ya de espiga,

racimo, vid o sarmiento,

rey, mercader y piloto,

sembrador y pastor bueno;

ninguno me asusta tanto 175

como el de soldado, viendo

que es el que tercer lugar

predice, llamando al cielo,

coronado de victorias,

aplausos y triunfos; tengo, 180

procurando apurar este

místico sentido (puesto

que sola la conjetura

es reducida a mi ingenio)

de reducir a un dictamen, 185

a un discurso, a un pensamiento

la experiencia, para ver

si en representable objeto

de metafórica frase

tantas confusiones venzo. 190

A ésta, pues, causa otra vez,

y otras mil a invocar vuelvo

del más elevado solio

al más abatido cetro;

y no sin razón, pues entre 195

orador y oyente, es cierto

que no se logra el decirlo

si se pierde el entenderlo.

Supongamos, pues, que el Mundo

es un monarca supremo, 200

que no faltarán razones

que lo acrediten, supuesto

que bienes del mundo son

las coronas y los cetros.

Supongamos que este joven 205

es, pues no le conocemos,

y hay quien como lidiador

le espere en su advenimiento,

un soldado de fortuna.

Y para que desde luego 210

la idea empiece, supongamos

que a pretender por sus hechos

viene a la corte del mundo,

que espera su audiencia, a tiempo

que él se halla divertido 215



Tausende von E-Books und Hörbücher

Ihre Zahl wächst ständig und Sie haben eine Fixpreisgarantie.