Las reglas no escritas del éxito universitario - Jay Phelan - E-Book

Las reglas no escritas del éxito universitario E-Book

Jay Phelan

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Beschreibung

Las reglas no escritas del éxito universitario ofrece a los estudiantes la caja de herramientas necesaria para triunfar y alcanzar sus objetivos. El presente texto propone, de forma ágil, breve y amena, una guía para que los estudiantes universitarios eviten tropiezos, puedan rendir al máximo y no pierdan ninguna de las oportunidades que les brinda su experiencia académica. Porque no todas las oportunidades están recogidas en el programa oficial. Con una multitud de anécdotas y ejemplos cercanos, este libro revela las reglas no oficiales de la universidad, así como las normas y expectativas culturales que no figuran en el plan de estudios. Jay Phelan y Terry Burnham comparten en esta obra conjunta las lecciones esenciales que han aprendido de su amplia experiencia asistiendo a estudiantes con dificultades, así como de profesores universitarios y de prestigiosos investigadores. Las reglas no escritas del éxito universitario nace de las experiencias de Phelan y Burnham con miles de estudiantes universitarios y de posgrado. Entretejiendo una adictiva narración con una serie de consejos prácticos y aplicables, los autores detallan enfoques personales tanto productivos como contraproducentes para lograr la excelencia académica, y destacan la importancia de establecer y alcanzar objetivos, cultivar relaciones sólidas, desarrollar la resiliencia y mucho más. Este es un libro fresco, divertido, audaz e innovador, que aborda un tema escasamente estudiado y que permite a los estudiantes desarrollar comportamientos eficaces que les equiparán para prosperar en el campus y más allá.

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Seitenzahl: 348

Veröffentlichungsjahr: 2025

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JAY PHELAN

TERRY BURNHAM

LAS REGLAS NO ESCRITAS DEL ÉXITO UNIVERSITARIO

Un plan de estudios secreto

Traducción de

Silvia Bizcarret

Título original: The Secret Syllabus. A Guide to the Unwritten Rules of College Success

© 2022, by Princeton University Press

© de la traducción, Silvia Bizcarret

© de la presente edición, Nola editores

Corrección de pruebas: Alejandro Fernández Diego

Diseño de cubierta: Sara Sirvent

Maquetación: Ostraca Servicios editoriales

Primera edición: junio de 2024

Nola Editores

Apdo. de Correos 7065

c/Palos de la Frontera, 6-10

28012 Madrid (España)

<www.nolaeditores.com>

Nola Editores es un sello editorial perteneciente a Proyectos de Difusión de Contenido, S.L.

<www.prodiko.es>

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91-7021970/93-2720445).

ISBN: 978-84-18164-34-7

Depósito Legal: M-13.303-2024

Índice

Prefacio

1. El mapa completo

El consejo no basta

El plan de estudios secreto

Establecer los objetivos: no se trata del plan, sino de la planificación

2. No tener un plan el primer día de la carrera suele ser mejor que tener uno

3. Planificando tu agenda para este trimestre, este año y durante toda la carrera

Tu táctica de cuatro años

¿Cómo pasarás tus veranos?

¿Deberías pasar un año en el extranjero?

¿Cuándo deberías asistir a los cursos más duros? ¿Y a los más fáciles? ¿Y a los obligatorios?

¿Qué actividades no académicas explorarás?

Tu táctica semestre a semestre

4. Planificando el semestre y las metas vitales

Esto-tiene-que-ser-divertido

5. Planificando metas diarias y semanales

Paso 1: Identificar, categorizar y priorizar tus metas

Paso 2: Construye tus listas de cosas pendientes con las tareas necesarias para lograr tus metas

Excurso biológico: ¿cómo está construido nuestro cerebro y qué es lo que nos motiva?

Postscript: Tú: 2.0, 2.1, 3.0

Alcanzar los objetivos: cómo interaccionar con éxito y conseguir las cosas que necesitas

6. Al elegir tus cursos, busca a los grandes profesores

7. Horas de consulta: cómo obtener el máximo de tus tutores cuando tú controlas tu agenda

El secreto

Romper el hielo

El protocolo

8. Comportamiento en el aula: cómo dominar los contenidos y dar una buena impresión a tu tutor

9. Alimentando las relaciones con tu tutor: el camino a las recomendaciones, a un mentor, a trabajos y más

Apéndice: Más ejemplos de textos reales de estudiantes con comentarios y críticas

10. Cómo estudiar (las lecciones que necesitas pero que nunca tuviste)

Seis pasos para un estudio más eficaz

11. Exámenes: cómo enfrentarse a lo que más importa

Elementos esenciales para enfrentarse a exámenes

Las notas y los exámenes desde la perspectiva del profesor

Tres consejos para rendir exámenes

12. Papers y otras tareas escritas: Formularlo mejor

Aspectos clave de la buena escritura

13. Cómo estudiar una lengua

Superar las barreras para tener éxito

14. Todos caen, solo unos pocos se levantan

¿Qué es la resiliencia?

Todo el mundo fracasa. Pero no se trata de la revelación de un aspecto inmutable de nuestra personalidad

Puedes aprender cosas importantes del fracaso (que no puedes aprender del éxito)

Puedes volverte más resiliente. He aquí cómo

15. Examen postmortem: Cómo aprender de la experiencia

Planificar la carrera

16. Entrar en la escuela de posgrado que prefieres: el proceso (y el secreto)

Comprender el proceso

Programas de doctorado: no estás buscando solamente una institución, estás buscando una persona

Encontrar posibles tutores

Contactar con posibles tutores

Obtener un contacto personal y cerrar el trato

Demostrando el seguimiento: tu solicitud y declaraciones personales

17. ¿Qué hace de ti un candidato atractivo para un trabajo? No es lo que tú crees

Conclusión

18. El mapa completo, revisitado: en el caso de recordar alguna lección dentro de cinco años, será esta…

Agradecimientos

Apéndice: obras citadas y recomendaciones de lectura

Landmarks

Preface

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Conclusion

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Acknowledgments

Appendix

Cover

Prefacio

El antropólogo Kalervo Oberg presentó por primera vez la idea de «choque cultural» en una conferencia impartida en 1954 ante el Club de Mujeres de Río de Janeiro:

El choque cultural es provocado por la ansiedad derivada de la total pérdida de todos nuestros signos y símbolos de interacción social. Estos signos o claves incluyen las mil y una formas en que nos posicionamos frente a las situaciones de la vida cotidiana… Todos nosotros dependemos para nuestra paz espiritual y para nuestra eficiencia de cientos de estas claves, la mayoría de las cuales son inconscientes.

Ahora bien, cuando un individuo ingresa en una cultura extraña, muchas o todas estas claves sufren una sacudida. La persona es como un pez fuera del agua. No importa cuán abierta de mente o benevolente sea, una serie de pilares han desaparecido. A esto le sigue un sentimiento de frustración y ansiedad.

Oberg se estaba dirigiendo a las esposas de los ingenieros norteamericanos que habían sido recientemente destinados a Brasil. Su intención consistía en ayudarlas a entender mejor lo que experimentaban mientras luchaban por adaptarse a la vida en otra cultura, muy lejos de lo que consideraban «su casa».

Pero este antropólogo podría estar perfectamente describiendo la situación de «bienvenidos a la universidad» que ocurre cada otoño en los campus universitarios del mundo entero. Y esto se debe a que la universidad también es una cultura extraña para los estudiantes que ingresan y, al igual que sucede con otras culturas, opera con leyes escritas y no escritas.

El desconocimiento de estas reglas y normas puede conducir a la frustración y al desengaño. Y al contrario: aprender estas reglas —especialmente las reglas de la variedad no escrita— tiene importantes consecuencias prácticas para los estudiantes, ya que fomenta su habilidad para enfrentarse y disfrutar de las oportunidades y resultados espontáneos.

Nuestro libro Las reglas no escritas del éxito universitario. Un plan de estudios secreto, se remonta a una situación que era bastante diferente a la de las esposas de los ingenieros. Aunque, en realidad, era increíblemente semejante. Nosotros —los autores, Jay y Terry—, al haber atravesado ya nuestras propias batallas universitarias (que se describen en la Introducción), nos encontramos inmersos en nuevos y diferentes roles en el mundo de la educación universitaria.

Durante nuestra etapa de estudiantes de posgrado, nuestras tareas incluían la orientación y ayuda a los estudiantes de grado mientras vivíamos junto a ellos en una de esas diversas, vibrantes y unidas comunidades residenciales de Harvard. Como tutores-residentes, nuestras responsabilidades incluían impartir cursos a estudiantes de grado y promover la vida académica de los estudiantes. Pero nuestro ámbito de actuación iba bastante más allá de lo intelectual, incluyendo su desarrollo social y cultural, e incluso su ocio y bienestar físico.

Era como si se nos hubiese concedido la posibilidad de una «segunda oportunidad» en la universidad, pero con una importante misión para este segundo tiempo. Teníamos la responsabilidad de ayudar a los estudiantes para que se beneficiasen de los cursos a los que (eventualmente) habíamos asistido después de haberlos atravesado a tropezones la primera vez.

Al estar inmersos en el mundo de los estudiantes de grado nos volvimos cada vez más conscientes de que todos ellos estaban sumergidos en una nueva cultura que les era extraña. Las infinitas variedades de nuestras dificultades de antaño estaban desplegándose en sus propias vidas. Y esta constatación nos dejó claro que el extenso repertorio de tropiezos, tiempos muertos, oportunidades desaprovechadas y decisiones desafortunadas con los que cargamos reflejaba nuestro propio tiempo como extraños en tierra extraña.

Este libro representa nuestra sabiduría concentrada sobre cómo fomentar el éxito de los estudiantes. Nuestro objetivo consiste en ayudar a los estudiantes a aprender y a adaptarse más rápidamente a su cultura, a crecer con menos estrés y lucha del que experimentarían en otras circunstancias.

La universidad es una cultura desafiante y a menudo opaca. No hay manera de escapar a esto. Pero mediante un compromiso meditado, concentrado y minucioso para entender esta cultura, los resultados pueden ser considerables.

La universidad es muchas cosas, y no es monolítica. Existen universidades sin campus y escuelas de artes liberales. Existen instituciones que se basan en la investigación y centros de formación profesional. Existen universidades urbanas y rurales. Así y todo, todas las universidades son muy diferentes de la enseñanza secundaria.

Al llegar a la universidad, los estudiantes ingresan en una cultura que no se define solamente por la sustancia académica, sino también por una determinada serie de reglas y normas sociales. Para navegar a través de ellas se requiere pericia y su dominio exitoso posibilita a los estudiantes para que se vuelvan plenos partícipes de su educación.

Esperamos que este libro sea como una conversación con dos guías que dominaron los usos de esta cultura extraña. De acuerdo, quizá la palabra no sea «dominaron», pero al menos sí que hicimos algunos avances en esa dirección. Invitamos al lector a participar de nuestra conversación como el comienzo de una conversación más amplia en la que el estudiante-lector se vuelve un participante comprometido y entusiasta.

Poseemos una perspectiva única de la cultura universitaria. Hemos estado comprometidos activamente durante más de tres décadas en el aprendizaje y en la enseñanza de la navegación cultural, comenzando juntos como estudiantes de grado y avanzando a través de los diferentes niveles de habilidades. A diferencia de la mayoría de los profesores y tutores, es importante destacar que muchas veces estuvimos en el lugar equivocado y que nos hemos enfrentado a los altibajos del éxito y del error, tanto en la vida como en el mundo académico.

Nuestro viaje tuvo un camino sinuoso, desde el aislamiento y la ansiedad al que se enfrentan los estudiantes primerizos, pasando por expedientes académicos y pruebas académicas (realmente) plagadas de fallos hasta la obtención de nuestros doctorados por parte de Harvard.

Sabemos lo que se siente al estar sentado en la última fila de una clase que no consideramos importante, y también al escuchar a profesores que no tienen la menor idea de nuestras experiencias en el mundo. Pero igualmente sabemos cómo reorganizarse y reflexionar, cómo pensar críticamente, aprender y superar los desafíos más grandes, además de sobresalir como participantes comprometidos en nuestra educación cuando las circunstancias así lo requieren.

Debido a que el libro es muy personal, incluimos historias personales en muchos pasajes. Esto hará que el lector tenga que desplazarse ocasionalmente de una perspectiva a otra, mientras la conversación se mueve entre la primera persona de Jay y la de Terry, además de otras historias acerca de nuestros estudiantes y colegas.

No hay poca literatura de ayuda para la universidad. Abundan los libros, las páginas web, las publicaciones académicas y los blogs. También prometen ofrecer una orientación las columnas de expertos en revistas y las revistas profesionales. Pero nosotros no estamos compilando simplemente una colección de consejos y trucos que, una vez memorizados, asegurarán el éxito. Las reglas no escritas del éxito universitario es otro tipo de libro.

Lo que nosotros hacemos es introducir al lector en una cultura compleja y en su papel dentro de ella. La mejor manera de lograrlo es a través de una conversación, la cual es, en sí misma, un elemento central de la cultura universitaria: las historias, la participación en la discusión, el análisis de ideas y la transmisión de ciertos principios fundamentales. Este acercamiento produce un marco para entender —y contestar— cómo encontrar el éxito dentro de esta cultura.

Esta aproximación también distingue a este libro de las interminables listas de inconexos ítems de acción. Si bien pueden resultar útiles, estos consejos y trucos son descriptores limitados de la cultura universitaria. Son necesariamente incompletos e ineficientes, por lo que acaban revelando su inadecuación. En lugar de ello, nosotros enseñamos a que el aprendiz desarrolle sus propias reglas de conducta basadas en una comprensión más profunda de esta cultura.

Pongamos un ejemplo. Supongamos que el lector está preparando un examen. Si el tutor ofrece meramente las respuestas a una lista de preguntas de estudio, esto solo será de ayuda si en el examen se formulan exactamente esas mismas preguntas. (Pero no será el caso). Si, en lugar de lo anterior, el tutor enseña los conceptos repasados durante el curso y cómo aplicar este conocimiento para resolver las cuestiones de estudio, no importa que estas preguntas no aparezcan en el examen. El lector estará preparado ante cualquier pregunta.

Nuestro acercamiento está diseñado para cualquier estudiante. Hay una conciencia creciente acerca de que dentro de los ámbitos educativos existen supuestos, expectativas, normas académicas y reglas sociales que no se formulan explícitamente. Esta información secreta —el «currículum oculto»— puede fortalecer las desigualdades sociales y dañar desproporcionadamente a los estudiantes, especialmente a aquellos que vienen de medios desventajosos o a estudiantes de primera generación.

Pero incluso los estudiantes bien preparados que llegan desde una secundaria excelente pueden tener (y a menudo tienen) problemas para adaptarse a la universidad, y esto sucede por muchos motivos, incluyendo que el ritmo de aprendizaje dirigido por los investigadores académicos es muy rápido y exigente para el pensamiento a largo plazo.

Aunque nuestra perspectiva sobre «la universidad como cultura extraña» tendrá un importante valor para los estudiantes infrarrepresentados en la educación terciaria, incluyendo a los estudiantes de primera generación, tampoco se limita solamente a estos. Al explorar y explicar la cultura de la universidad intentamos iluminar no solamente su información secreta, sino también todas las dimensiones de este gran conjunto de reglas y normas no escritas que gobiernan dicha cultura.

En la primera descripción del fenómeno de choque cultural, el antropólogo Oberg tuvo cuidado en señalar que «solo con una comprensión cabal de todas las claves de la interacción social desaparecerá esta tensión». Esperemos que con este libro el lector encuentre todas las herramientas para lograrlo.

Pero también aspiramos a más. Esperamos que el lector se dé cuenta de que las estrategias que aprenderá —y el profundo conocimiento que le permitirá desarrollar estrategias propias— pueden, con leves modificaciones, ayudar al éxito en el mundo que se abre más allá de la universidad.

1. El mapa completo

Toda cultura tiene reglas y normas.

Algunas están escritas, pero muchas otras no lo están

Hace algunos años, en un día de otoño, Terry estaba sentado en su oficina de Harvard cerca del río Charles. En menos de un minuto (literalmente) recibió dos solicitudes casi idénticas:

Estimado Prof. Burnham, estoy aplicando a un estudio de posgrado y me sentiría muy agradecido si pudiese escribirme una carta de recomendación. Cordialmente, su exalumno.

Terry contestó a uno de los estudiantes: «Sí. Sería un placer escribir una carta para usted. Por favor, pásese por mi oficina algún día de esta semana. Podríamos ver la carta juntos y yo le ayudaría con alguna estrategia para ser aceptado». Al otro estudiante le escribió: «Lo siento. En esta ocasión no podré ayudarle».

Ambos estudiantes habían sido alumnos del mismo curso de Terry. El estudiante que recibió la respuesta negativa había obtenido incluso una nota más alta que el estudiante que recibió la respuesta positiva.

¿Qué estaba sucediendo? ¿Cómo era posible que un estudiante con calificaciones peores pudiese obtener una valiosa guía para su carrera y una carta de recomendación mientras un estudiante con mejor desempeño no llega a ellas? Esta aparente paradoja se resuelve al entender y seguir ciertas reglas culturales implícitas que regulan la conducta en la universidad. Las notas son importantes, pero no lo son todo. Lejos de ello. Los mejores resultados requieren una navegación ingeniosa a través de la cultura específica de la universidad. El plan de estudios secreto es una guía para dominar estas reglas culturales implícitas que conducen al éxito académico (y vital). Al tenerlo en cuenta, uno no se extraviará por el camino.

Hemos impartido clase juntos a más de 20.000 estudiantes en Harvard, la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Pepperdine, la Universidad de Michigan, la Chapman University y el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). Casi todos los días nos encontramos con estudiantes que trabajan duro pero que rinden menos de lo esperado por desconocer y no comprender el material que se expone en este libro.

Además, a lo largo de la carrera universitaria, nosotros los autores —Jay Phelan y Terry Burnham— tomamos algunas decisiones totalmente evitables y terriblemente perjudiciales. Estos errores nos hicieron perder oportunidades y también un tiempo precioso (a veces horas, a veces meses) en luchas vanas y sin propósito. ¡Este libro era necesario!

Antes de exponer la estructura del libro, empecemos con un poco de biografía.

Jay creció en California y fue estudiante en UCLA. Luego obtuvo un máster en Yale, a lo que siguió su doctorado en biología en Harvard. Enseñó en Harvard y Pepperdine antes de volver a enseñar biología en UCLA y a escribir libros sobre esta materia.

Terry creció cerca de Detroit y fue estudiante en la Universidad de Michigan. Obtuvo su máster en la San Diego State University y un segundo máster en el MIT, seguido de su doctorado en economía de empresa en Harvard. Terry fue profesor en la Harvard Business School, en la Harvard Kennedy School y en la Universidad de Michigan antes de mudarse a California para enseñar finanzas en la Chapman University.

Puedes ser perdonado por creer que dos doctores de Harvard tienen que haber atravesado la carrera sin problemas y que, por esa razón, no son capaces de entender las problemáticas de los estudiantes comunes. Nada más alejado de la verdad. Por supuesto que hemos disfrutado de algunos grandes resultados pero, en la mayoría de los casos, hemos sido deprimentemente normales en los errores cometidos.

Empecemos con las propias palabras de Jay:

Yo no era un buen estudiante. Desde el primer día en que aterricé en la universidad (como estudiante universitario de primera generación), las cosas fueron difíciles para mí. Los cursos a los que asistía me dejaban frío. Parecía como si mis profesores no hablaran a mi vida. Los libros de texto parecían totalmente desconectados de mis experiencias personales en el mundo. La consecuencia fue que muy poco de mi rendimiento en el curso me pareció relevante. Quería abandonar. Por tanto, no es sorprendente que mi «estrategia» resultante de ese bajo compromiso diera pésimos resultados.

No se trataba de una mera transición rápida y dificultosa a la universidad. Durante años me pasé tropezando con los «periodos académicos de prueba» y el más grave de «sujeto a despido». Era un desastre interdisciplinario y recibí en muchas ocasiones la temida calificación «muy deficiente».

Entendí muy bien lo que es estar sentado en clase y sentir que se ha perdido toda esperanza. Pero también aprendí cómo enmendar las cosas.

Y las de Terry:

Cuando empecé la universidad, nunca detecté un camino claro y obvio. Inicialmente, fui un estudiante de los cursos introductorios a medicina porque mi padre quería que me convirtiese en médico. Sin embargo, después de haber sido aceptado en la facultad de medicina decidí encontrar mi propio camino.

Yo era un informático, un conductor de tanques para la marina estadounidense y había trabajado en Wall Street para Goldman Sachs & Co. antes de conseguir un MBA, un doctorado o hacerme profesor. Mi camino fue inútilmente circular por mi falta de propósito y de guía.

La incertidumbre sobre mi dirección también hizo que me alejara un tiempo de la universidad. Viví un tiempo en Salt Lake City persiguiendo quimeras y trabajando en varios oficios, que incluyeron cosas como ayudante de camarero y cocinero de comida rápida. Solo después de aceptar un trabajo de un día en un matadero y estar sumergido hasta la cintura en medio de restos ensangrentados, experimenté la epifanía de que la universidad no estaba tan mal después de todo.

No estamos repasando con orgullo nuestras luchas y fracasos. Durante muchos años sentimos mucha vergüenza de contar esto a alguien. Solo lo hacemos aquí con la esperanza de que el lado bueno de estas experiencias pueda ser ayudarte a evitar estos errores.

El consejo y la guía que ofrecemos en este libro no siempre podrá ser ofrecido por tus profesores. Tus desafíos pueden implicar la motivación, la gestión del tiempo, las presiones de la vida, las habilidades de estudio, la búsqueda de mentores, el hallar una comunidad de aprendizaje, etc.

Es posible que te sientas como ignorando lo que debes hacer. O quizás sepas qué es lo que debes hacer, pero no sepas exactamente cómo hacerlo. Estos desafíos pueden crecer porque en muchos casos tus profesores no habrán pasado nunca por ellos.

Por ejemplo, mientras que más de un tercio de todos los estudiantes universitarios tienen padres que carecen de un título de grado, solo un porcentaje muy pequeño de los miembros de la facultad fueron estudiantes de primera generación. Es difícil encontrar el camino propio, y no digamos crecer, cuando no se está seguro de pertenecer a algo y cuando se carece de una red de apoyo con conocimientos.

Las experiencias de luchar, hacer malabarismos, buscar y recuperarse de los contratiempos puede resultar poco familiar a muchos profesores, pero nosotros conocemos íntimamente estos asuntos. Hemos batallado (y superado) estos desafíos.

El consejo no basta

Muchos de los consejos que reciben los estudiantes para ser exitosos en la universidad no son demasiado útiles:

«Debes asistir a las horas de tutoría»: Esto es cierto, pero no es de gran ayuda. Porque una vez allí, ¿qué se debe hacer? He aquí una pista: preguntarle a tu tutor que vuelva a explicar los conceptos de clase no es uno de los motivos más valiosos para asistir a la hora de consulta.

«Debes adquirir algún tipo de experiencia con la investigación». «Debes adquirir algún tipo de experiencia con el mundo real, como una pasantía». «Debes conseguir un mentor para la facultad». «Debes ser más eficiente cuando estudias». De nuevo, todo esto es cierto. Pero erra el tiro. Como suele suceder, la guía más importante que necesitas es cómo hacer realmente estas cosas. Te ayudaremos a tener éxito con ellas.

Nuestra principal meta en este libro es recalcar las ideas y prácticas a las que es difícil que llegues por tus propios medios. Nos entusiasman especialmente las soluciones contraintuitivas, aquellas para las cuales tus instintos te llevarían a hacer exactamente lo equivocado, incluso tras una reflexión calmada.

«Cuanto antes tengas una especialización, tanto mejor candidato serás para trabajos, para lograr un traspaso a una universidad mejor o para las escuelas superiores». Este consejo no es solamente inútil, sino que es completamente falso en un gran número de casos.

Y cualquier otro consejo —por más que sea totalmente razonable— será demasiado obvio para serte útil. Por ejemplo, aquí listamos algunas recomendaciones de otras guías de consejos universitarios:

Llega temprano a clase.

Tienes que estar preparado. Lee el material recomendado en clase.

Trata de no agobiarte con los textos.

Evita la dilación.

El plan de estudios secreto

Con este libro nuestro objetivo es considerablemente más ambicioso que el mero dar consejos. Queremos servir como guías y esperamos que también como mentores, mientras tú te sumerges en una cultura nueva y compleja. A lo largo de los dieciocho capítulos —a los que debes considerar como clases— nuestro objetivo consiste en iluminar los principios centrales y fundantes que te permitirán tener éxito, al tiempo que:

das forma a tu experiencia universitaria;fomentas tus relaciones profesionales;consigues la excelencia académica;aumentas tu resiliencia; yplanificas tu carrera después de la universidad.

A lo largo del libro ilustraremos los dos fenómenos: los acercamientos productivos y contraproductivos; y lo haremos sirviéndonos de historias de la vida real. Haremos un resumen final de cada capítulo con el texto en recuadro titulado «Mensajes para llevarse a casa», en donde aparecerá una síntesis de todas las ideas en puntos claros y concretos para la acción.

Nuestra intención no es solo alentarte para que obtengas buenas notas, sino también que crezcas y aprendas, que reconozcas que perteneces a algo, y que encuentras satisfacción y entusiasmo en tu rol de estudiante universitario. Tanto si estás pensando en cómo seleccionar una especialización o en cómo encontrar un mentor efectivo, no habrá «una solución multiuso para todos los asuntos».

Se requiere cierta creatividad —incluso alguna dote artística—. Nuestra intención es ayudarte a desarrollar triunfos sólidos y conductas efectivas. Con esta sabiduría a tus espaldas, estarás equipado para crecer en cualquier situación.

Mensajes para llevarse a casa

Además de las muchas reglas y obligaciones escritas, la universidad está gobernada por prácticas y normas culturales no escritas (y raramente explicitadas). Todas ellas se explican en este libro.

La mayoría de los estudiantes aterriza en la universidad sin estar preparados para el inminente choque cultural que les espera (esto incluye a los académicamente brillantes). El dominio de

El plan de estudios secreto

equipa a los estudiantes para lograr una rica experiencia universitaria y una vida exitosa.

Establecer los objetivos: no se trata del plan, sino de la planificación

2. No tener un plan el primer día de la carrera suele ser mejor que tener uno

¿Dejarías que alguien de diez años tomara la decisión más importante de su vida? Probablemente no. Pero esto es exactamente lo que hacen muchos estudiantes. Aún peor, muchos se sienten orgullosos de ello. Más aún, muchos han sido alentados —incluso elogiados— a hacerlo así por parte de sus padres, maestros, amigos y consejeros-guías.

Dos estudiantes se encuentran y empiezan a hablar. La conversación gira a «¿cuál es tu especialidad?» o a muchas de las múltiples variaciones de «¿qué te gustaría ser cuando seas mayor?».

La estudiante 1 dice: «Hago Introducción al Derecho. Desde muy pequeña quise ser abogada de oficio. Acabo de terminar una pasantía de verano para The Innocence Project. Y en los últimos tres años he hecho voluntariado en la Legal Aid Society cerca de la casa de mis padres. ¿Y tú?».

La estudiante 2 dice: «No estoy segura de lo que quiero hacer»; y, acto seguido, se siente como perdedora porque:

No tiene un plan.Siente que empieza a quedarse atrás.

y

Aparentemente, ha malgastado muchos años de oportunidades para avanzar.

Para ambas, es solo su primer o segundo año en la universidad, pero para la segunda estudiante parece innegable que ya está siendo un fracaso. Parece que no ha hecho ningún progreso en la construcción de su currículum. Tampoco ha acumulado una lista de sus logros y experiencias que demuestre un compromiso con el camino elegido.

Esto error —creen ambas— las excluirá del éxito en la competición para entrar en una escuela superior, un trabajo futuro y la vida. O, incluso en el mejor escenario posible, este error hará que el éxito futuro sea mucho más difícil e improbable.

La estudiante 2 se equivoca.

Existe un fuerte —y tremendamente contraproducente— mensaje sobre cómo volverse exitoso: «Cada persona tiene un talento único. Las personas talentosas descubren su talento en las fases tempranas de su vida e imponen implacablemente su pasión a pesar de todas las dificultades. Al final, estas personas triunfan y se vuelven extremadamente exitosas». La otra cara (implícita) de este mensaje es: «Si no tienes ningún plan a la edad de diez, eres un perdedor».

Has sido educado sobre un trasfondo de cientos de historias con este mensaje. Lo ilustraremos con tres ejemplos: Steve Jobs, Jane Goodall y John Harbaugh.

Historia 1: «Abandoné el Reed College… Después de seis meses, no podía encontrar el valor que tenía. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y tampoco tenía idea de cómo la universidad me ayudaría a darle forma. Y aquí estaba yo, gastando todo el dinero que mis padres [de la clase trabajadora] habían ahorrado durante toda su vida. Por tanto, decidí abandonar».

Jobs abandonó, pero siguió en el campus. Liberado de reglas y restricciones, visitó los cursos que le apetecían, incluyendo caligrafía. Más adelante, Jobs tuvo un gran impacto sobre las fuentes de ordenador —ha sido llamado «el Gutenberg de nuestro tiempo»— y también en la apreciación que casi todo el mundo tiene de estas fuentes.

Historia 2: «Fui despedido… pero parece que ser despedido de Apple ha sido lo mejor que me ha podido pasar». Liberado por el despido, Jobs funda una compañía de animación y desarrolla otras habilidades que contribuirán a dar forma a sus éxitos posteriores cuando regrese a Apple.

Historia 3: «Hará un año que fui diagnosticado de cáncer… Ya estás desnudo», dije. «No hay razón para no seguir a tu corazón». Jobs argumentaba que el conocimiento de que la vida es finita es crucial para tomar decisiones sabias.

A lo largo de esta conferencia, Jobs recalca que su camino fue difícil. «Dormí en el piso de habitaciones de amigos. Devolví envases de Coca-Cola para obtener 5 centavos para comprar comida». Estas luchas para mantenerse puro reforzaron el mensaje de Jobs de que es duro tomar el camino correcto, porque los demás no te apoyarán.

«No pierdan la fe… la única manera de estar verdaderamente satisfecho es hacer lo que uno considera un gran trabajo». Así resume Jobs su consejo:

No quedéis atrapados por el dogma, que consiste en vivir con las conclusiones de los pensamientos de otras personas. No dejéis que el ruido de las opiniones ajenas ahogue vuestra propia voz interior. Y, lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón e intuición. Ellos de alguna manera ya saben lo que queréis ser. Todo lo restante es secundario.

Jobs finaliza su discurso con: «Seguid hambrientos, seguid alocados».

Jane Goodall es famosa por su estudio de los chimpancés en África y por su activismo a favor de la conservación de la naturaleza. Su historia vital armoniza bien con el mensaje de Steve Jobs: encuentra pronto tu pasión en la vida. Lucha, ignora a los detractores y vence.

Cuando Jane tenía cinco años, desapareció durante un día entero. Preocupados porque pudiese haber sucedido algo malo, sus padres la buscaron frenéticamente. La encontraron a altas horas de la noche. Apareció en un gallinero, donde había estado durante doce horas observando a las gallinas porque sentía la curiosidad de ver cómo se producían los huevos.

La carrera y la fama de Jane Goodall son una consecuencia obvia de su pasión por observar animales. Viajó a Tanzania en 1960 con escaso entrenamiento científico. Su plan inicial era una estadía corta pero, debido a que todos los chimpancés huían de ella, fue incapaz de recoger ningún dato durante un año entero.

Jane Goodall no se dio por vencida. Decidida a que podría ser de ayuda que los chimpancés se habituaran a su presencia, se levantaba cada mañana muy temprano y se pasaba el día dando vueltas por los bosques. (Debido a que el bosque estaba húmedo cada mañana por el rocío, sus ropas se humedecían y la incomodaban, Jane cuenta que la solución fue sencillamente quitarse la ropa, caminar por la jungla casi desnuda y vestirse solamente cuando había llegado a su tienda.)

Su persistencia dio frutos. Los chimpancés llegaron a aceptarla y a perderle el miedo. Esto permitió a Goodall realizar las extensas y penetrantes observaciones sobre la vida social de los simios que la hicieron famosa.

¿Cuál es la versión breve de la historia de Goodall? Identifica tu pasión a los cinco años. Posteriormente, abraza y persigue incansablemente esta pasión. Incluso si implica vivir durante años en soledad en las junglas africanas.

La tercera historia es la de John Harbaugh, un famoso y exitoso entrenador de fútbol americano. John creció en una familia que se dedicaba a este deporte. Su padre era entrenador y su hermano era un famoso capitán de equipo y, más tarde, también entrenador.

John Harbaugh encontró su pasión por el fútbol americano a una edad muy tierna y empezó a entrenar a los veintidós años, poco después de graduarse en la universidad. Su primer trabajo como entrenador no fue un trabajo rentado y tuvo lugar en la Western Michigan University, que no se caracteriza precisamente por su glamur.

Cuando John le dijo a su madre que quería ser entrenador, ella expresó su desilusión metiendo la cara en un plato de puré de patatas. Pero Harbaugh convenció a su madre con la fuerza de la determinación. Ella confesó más tarde: «Vi esa mirada en sus ojos. Mi sentimiento fue: “Tienes que hacer lo que te gusta hacer”».

Todas estas historias son diferentes versiones del «sueño americano». Son interesantes e inspiradoras. Tenemos un gran respeto por Steve Jobs, Jane Goodall y John Harbaugh. Sin embargo, creemos que la prevalencia del mito que encarnan tiene tres costes para la mayoría de las personas.

En primer lugar, el mito establece una meta irreal. No es lo habitual que alguien encuentre su carrera soñada en la escuela primaria. Es cierto que a veces sucede que alguien encuentra —en un gallinero y a los cinco años— una vida en la que se quiere progresar y hallar la felicidad. Esto, por decirlo suavemente, es muy raro. Es muchísimo más común que los intereses de las personas se desarrollen y cambien con el tiempo. Las personas encontrarán profesiones satisfactorias solo después de madurar y explorar las ricas opciones del mundo.

En segundo lugar, el mito hace que las personas se sientan mal. Con todo este romanticismo en las historias de las personas como Jane Good-all, caracterizado por un compromiso inusualmente temprano con una carrera muy peculiar, es comprensible sentirse un fracasado si has apostado todo a la universidad pero todavía no tienes un «plan».

En tercer lugar, el principio central del mito no deja lugar alguno para la posibilidad muy real de cambiar de carrera. Intenta explicar que estás pensando en cambiar un plan anunciado de antemano.

Tus abuelos, padres y restantes familiares tenderán a responder como si todo ya estuviese decidido. Te vas a convertir en un abogado, en un médico o en un hombre de negocios. El sugerir inseguridad o el deseo de cambiar tu plan —después de darte cuenta, por ejemplo, de que no te gusta la química— puede entenderse como que has roto un acuerdo.

Puede resultar terrible la perspectiva de romper los esquemas de estas personas desilusionadas, sabiendo, además, que te harán sentir (quizá solo de manera inconsciente) como si los hubieses engañado. Por supuesto que es difícil saber que es posible hacer todo lo necesario para cumplir con aquel plan originario. Pero no confundas el hecho de que puedes hacer algo con la conclusión de que debes hacer tal cosa.

Llegar a la universidad sin haber elegido una carrera es mejor para la mayoría de los estudiantes.

Cuando tenemos diez, doce o dieciséis años realizamos muchos anuncios sobre lo que queremos ser en la vida. Pero piénsalo: con diez años, ¿qué idea real puedes tener sobre cualquier carrera? El conocimiento de Juan a los cinco años es que podría ser astronauta, piloto de carreras, atleta profesional, presidente o médico.

De hecho, la mayoría de las personas desempeña trabajos de los que nunca ha oído hablar el niño promedio y que ni siquiera ha considerado. ¿Deberíamos considerar que estas personas han errado porque trabajan en profesiones que los niños no elegirían? Por supuesto que no.

Una amenaza muy común de la versión mítica del éxito es que se requiere ignorar a los detractores. Steve Jobs nos dice que abandonemos la escuela si chocamos con constreñimientos. La cara de la madre de John Harbaugh enterrada en el puré de patatas después de escuchar las aspiraciones de su hijo a entrenador. De acuerdo con el camino mítico, los padres son una gran horda que se interpone en el camino a la felicidad y que no apoyan tus decisiones inspiradas.

Un problema más generalizado es el de las familias fomentando y apoyando malas decisiones. Nadie captó el plan de Jay cuando decidió ser piloto de carreras. Pero, desde el instante en que anunció su posible interés en convertirse en médico —a pesar de no tener la más mínima comprensión de lo que implica—, fue inmensa la suma de apoyo, aprobación y amor que se derramó sobre él, por ejemplo, por parte de su abuela.

Esta adoración puede ser intoxicante. Y acumulativa. En poco tiempo, la abuela de Juan ya estaba alardeando a todo el mundo sobre su nieto, «el doctor», antes de que este se hubiese postulado a una universidad. Más tarde, a los diecisiete, Juan forma parte del equipo de redacción del periódico de su instituto, donde toma experiencia con la escritura. Le fascina. Insinuarle a su abuela que desearía ser periodista u otro tipo de escritor puede sonar como que ha fracasado en su «sueño» de convertirse en doctor.

Carente de apoyos externos, Juan minimiza su pasión por la escritura y vuelve a su plan previo de la medicina cuando se postula a la universidad. Todo el mundo suelta durante un instante un suspiro de alivio, Juan incluido. Volvía a «la buena senda».

Este no es un asunto trivial ni tonto. Los estudiantes sufren bajo la presión inmensa e inapropiada que surge de la omnipresente creencia de que es mejor tener un plan de carrera a largo plazo —incluso cuando se acaba de entrar en la universidad— que no tener ninguno. Y esto sucede en un momento en que deben ser alentados en la dirección exactamente opuesta. Decir «No sé lo que quiero hacer» da la apariencia de situarse en una posición incierta en comparación con alguien que tiene certezas.

Peor aún, la situación puede agravarse por el hecho de que una persona, por otra lado muy inteligente y trabajadora, una vez que se ha comprometido con un plan, puede encontrar muchos motivos para persistir en él. Pero están usando una estrategia muy pobre para tomar decisiones. Una persona de este tipo interpreta erróneamente el hecho de que puede articular muchas razones que respaldan la sabiduría de su plan original como evidencia de que debe ser el plan correcto.

Terry tuvo un estudiante, Florian, que quería ser cirujano ortopédico. En las primeras fases de la universidad, Florian tomó la iniciativa y contactó con un doctor. Se sintió pletórico cuando obtuvo la posibilidad de «asistir» a una cirujana durante unos pocos días, siguiéndola a través de consultas e incluso al quirófano.

¿Qué aprendió Florian? La cirujana parecía amar su trabajo y ser muy buena en él. Al igual que Juan, Florian también fue influido por su familia a entrar en la carrera médica. Se enfrentó a una decisión crítica. Podía suprimir su nueva aversión a la profesión o podía admitir que deseaba otra cosa.

Se cuenta que el eminente economista John Maynard Keynes se enfrentó en una ocasión a un insistente periodista de periódico. «Señor Keynes», gritó el periodista, «usted cambia todo el tiempo de opinión. ¿Por qué es tan inconsistente?». Keynes supuestamente replicó: «Cambio de opinión cuando tengo nueva información. ¿Qué hace usted, señor?».

Florian siguió el camino metafórico de Keynes y terminó con su incipiente carrera médica antes de que hubiese empezado oficialmente. Su familia se entristeció, pero se recuperaron y continuaron queriéndolo.

Cambiar de carrera tiene un coste psicológico. Pero no cambiar también es costoso. Un 20% de las personas experimentan una especie de crisis de la mediana edad. Alrededor de los cuarenta y cinco años el final de la vida se hace menos abstracto de lo que parecía a los veinte o a los treinta.

El estereotipo cómico de esta crisis de la mediana edad es el de unos señores calvos y rechonchos en autos deportivos. Una manifestación menos cómica es la depresión clínica. Y sucede que una de las explicaciones más comunes entre aquellos que sufren la crisis de la mediana edad es haber elegido la carrera equivocada.

Escuchemos la historia de Irving después de su graduación en Harvard con un título de ingeniero:

Después de la universidad, me centré en hacer dinero. Conseguí un trabajo en una gran empresa de consultoría informática. Mi vida durante muchos años consistió en trabajar sin parar y en el peaje de elogios para mantenerme arriba. Todo se vino abajo cuando casi me maté a trabajo. Sufrí un colapso y estuve incapacitado durante seis meses. Apenas lograba comer y dormir. Pensé que me estaba muriendo. Tenía que abandonar el campo de la consultoría informática.

Pensé en apuntarme a la escuela de cine. Actualmente asisto a dos escuelas de cine, la de UCLA y la de USC. También estuve pensando en una carrera en educación y me apunté a la Escuela Superior de Educación de Harvard. Pero mi esposa estaba embarazada y trabajando para su diploma en derecho, por lo que decidí que tenía que volver a ponerme de pie.

Por tanto, para contestar a tu pregunta: no me gusta demasiado mi trabajo. Me gustaría hacer algo con mayor impacto social. Pero lo más seguro es que, en cinco años, siga en el mismo campo.

Es mucho más difícil cambiar la carrera a los cincuenta años que a los diecinueve. Te aconsejamos que des los pasos —como hizo Florian— para sondear varias carreras. Esto podría considerarse una ineficiente pérdida de tiempo cuando podrías estar construyendo tu currículum, pero la vida es larga y tus búsquedas darán su rédito en las próximas décadas.

Para que un plan sea el plan correcto necesita pasar la prueba de una comparación favorable frente a todas las restantes alternativas. Este es el motivo por el que no es buena idea tener un plan de carrera desde el primer día.

Echa un vistazo a estos trabajos:

ingeniero de calidad de software;administrador de propiedades;administrador de bases de datos;director de fisioterapia;director de gestión de riesgos.

Todos ellos tienen dos cosas en común. En primer lugar, han aparecido en las listas de Forbes Magazine, US News and World Report o CNN Money entre los diez «trabajos más felices en América» y también en los rankings de encuestas sobre satisfacción laboral. En segundo lugar, a ninguna persona de diez años se le ocurre ninguno de estos trabajos cuando imagina las posibles carreras.

Por tanto, es posible que no tengas en cuenta muchas carreras que serían muy satisfactorias para ti ¡porque aún no existen! En un informe del MIT, los investigadores hallaron que más del 60% de los trabajos desempeñados en 2018 no habían sido «inventados» en 1940. También descubrieron que la velocidad a la que los trabajos actuales son reemplazados por trabajos completamente nuevos es más rápida que nunca.