Lo que sucedio en la cruz - Billy Graham - E-Book

Lo que sucedio en la cruz E-Book

Billy Graham

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Beschreibung

«CUANDO LLEGAS A LA CRUZ, NUNCA MÁS VUELVES A SER EL MISMO». —Billy Graham Billy Graham se refirió a menudo a la cruz de Cristo como el centro de su vida y su ministerio. De todas las cosas vistas y oídas, solo hay un mensaje que puede cambiar la vida y el corazón de las personas. Graham invirtió toda su vida en el ministerio, con la cruz como el fundamento de cada mensaje que predicaba. Compilado a partir del canon de los numerosos libros de Graham, Lo que sucedió en la cruz responde a preguntas como las siguientes: • ¿Qué sucedió en la cruz? • ¿Por qué sufrió Jesús? • ¿Dónde está Jesús? • ¿Cómo podemos vivir llenos de esperanza? Lo que sucedió en la cruz refleja aquello en lo que se enfocaron las prédicas de Graham durante su ministerio de 70 años. Explora el significado y el sentido de la cruz, y nos invita a considerar lo que Jesucristo hizo por la humanidad al proveer Su gran salvación a todas las personas.

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Lo que sucedió en la cruz

©2023 por Billy Graham Literary Foundation

Publicado por Editorial Patmos, Miramar, FL 33025

Todos los derechos reservados.

Publicado originalmente en inglés por W Publishing, una imprenta de Thomas Nelson, Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América, con el título What Happened at the Cross.

A menos que se indique lo contrario, el texto bíblico ha sido tomado de la Santa Biblia Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas Unidas, y se puede usar solamente bajo licencia.

El texto bíblico indicado con «RVR1977» ha sido tomado de La Santa Biblia, Reina Valera Revisada® RVR® Copyright © 2017 por HarperCollins Christian Publishing® Usado con permiso. Reservados todos los derechos en todo el mundo.

El texto bíblico indicado con «RVR1995» ha sido tomado de la Santa Biblia Reina-Valera 1995 version Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usado con permiso.

Las citas bíblicas indicadas con «LBLA» son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS © Copyright 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso.

El texto bíblico indicado con «NTV» ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usado con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.

El texto bíblico indicado con «NVI» ha sido tomado de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015 por Biblica, Inc.® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

El texto bíblico indicado con «NBD» ha sido tomado de la Nueva Biblia Viva © 2006, 2008 por Biblica, Inc..® Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

El texto bíblico indicado con «DHH» ha sido tomado de la BIBLIA DIOS HABLA HOY, TERCERA EDICIÓN. Dios habla hoy ®, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Usado con permiso.

Traducido y editado por Grupo Scribere.

Adaptación del diseño por Adrián Romano

ISBN: 978-1-64691-241-4

Categoría: Vida Cristiana / Inspiracional

Conversión a libro electrónico: Cumbuca Studio

CONTENIDO

Prólogo por Franklin Graham

Capítulo 1 ¿Dónde está Jesús?

Capítulo 2 ¿Qué sucedió en la cruz?

Capítulo 3 Por qué sufrió Jesús

Capítulo 4 El precio de la victoria

Capítulo 5 La cruz eterna

Capítulo 6 El reinado eterno del Rey

Capítulo 7 Vivir con esperanza

Epílogo de Will Graham

Orar con la Escritura

Notas

Acerca del autor

PRÓLOGO

«Si alguna vez dudas del amor de Dios, observa detenidamente la cruz de Jesucristo, pues allí hallarás la expresión del amor de Dios».

Mi padre escribió su clásico libro Paz con Dios en 1953, y el mensaje del evangelio que predicó durante las siguientes siete décadas nunca cambió.

Desde aquella vez en que se subió al púlpito como un joven estudiante de la Biblia invitado a predicar en una pequeña iglesia, hasta el último mensaje que predicó cuando cumplió 95 años, que se emitió por Fox News en todo el mundo, su mensaje fue La cruz de Jesucristo. ¿Por qué? Porque el mensaje de Dios nunca cambia.

Gracias a lo que sucedió en la cruz, las personas pueden apartarse del pecado y encontrar la salvación de Dios por medio del sacrificio perfecto que Su único Hijo hizo por todos, justo a las puertas de Jerusalén.

Mi propia decisión de hacer a Jesús Salvador y Señor de mi vida también ocurrió con vista a esta antigua ciudad, donde me arrodillé y oré para que Dios perdone mi pecado. Esa misma noche Cristo salvó mi alma y transformó mi vida.

Había estado con mi padre en Suiza apenas dos semanas antes de mi viaje a Israel. Él conocía la batalla espiritual que se libraba en mi interior, aunque yo no lo entendía por completo.

Mientras caminábamos junto al lago Lemán en mi vigésimo segundo cumpleaños, puso su mano en mi hombro y dijo: «Franklin, tu madre y yo sentimos que hay una lucha en tu vida».

Me sobresalté por la verdad de sus palabras. Yo creía haber hecho un buen trabajo al cubrir mi pecado. Él me advirtió: «Tendrás que tomar una decisión: o sigues a Cristo, o lo rechazas».

Su desafío me llevó directo a los pies de la cruz, donde los pecadores podemos hallar perdón y paz y un propósito para vivir por Él. Sin embargo, no fue hasta que llegué a Jerusalén unos días después, que el Espíritu Santo hizo que me arrodille en arrepentimiento. Y mi vida no volvió a ser igual.

Aunque han pasado muchos años, aún me encuentro reviviendo el recuerdo de mi propio camino hacia los pies de Jesús. Agradezco al Señor porque cambió mi vida y me ayuda a atesorar la herencia de haber visto a mis padres ser testimonios del Señor en casa y ante los ojos vigilantes del mundo.

Me brindaron la seguridad del hogar cuando estábamos en las montañas de Carolina del Norte, pero también desearon que yo viera el mundo a través de los ojos de Dios. Aún hoy, hay recuerdos que tienen un profundo impacto en mí.

———

Unos días antes de que mi madre se fuera al cielo, mientras la observaba de pie junto a la cabecera de su cama, extrañé el brillo de sus ojos que siempre traían alegría. Me pregunté si estaba reviviendo algunas de estas mismas memorias.

El dormitorio de mi madre era un hermoso lugar de reflexión. Era como entrar a un curioso cuarto lleno de imágenes, libros y un montón de chucherías. Sin embargo, el artefacto más memorable estaba colgado encima del escritorio donde estudiaba la Biblia: una corona de espinas que le había dado el alcalde de la ciudad de Jerusalén.

En los últimos días de mamá, cuando su dolor se intensificaba, a menudo pedía que la giraran hacia su escritorio para poder ver la corona de espinas. Vivir con dolor físico le recordaba el dolor más atroz que su Salvador había soportado en la cruz. Era tan propio de ella enfocarse en las cosas de Dios, y el impacto de su ejemplo está marcado en mi memoria.

———

También aprendí de lo que vi y escuché de mi padre. Él sabía cómo conectarse con los corazones, más allá de las luces y las cámaras inquisitorias. Sin importar la intensidad de los reflectores, él se centraba en el mensaje de Dios. Como un rayo láser, él señalaba la cruz para los demás.

Cuando llegaba el momento de la invitación, mi padre pedía a las personas que respondieran, pero no solo lo hacía con quienes estaban en los grandes estadios del mundo. Mientras miles de personas bajaban para reunirse frente al estrado, mi padre dirigía una mirada penetrante a una cámara y anunciaba: «Para quienes estén mirando esto por televisión, si sientes un tirón en tu corazón, si oyes una pequeña voz que te llama, no la ignores. Esa es la voz de Dios llamando a tu nombre para que vayas hacia Él».

Mi padre escudriñaba los rostros de las almas doloridas y las invitaba a ir a los pies de la cruz. Es ese, explicaba mi padre, el mayor campo de batalla: tomar la decisión de aceptar o de rechazar a Jesús como Salvador. Su voz retumbaba por los parlantes: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16).

¿Cuáles son los resultados de una invitación así? Almas ganadas para Cristo y destinadas a la vida eterna en el cielo.

Este es el mensaje de la cruz: Jesús murió para salvar a los pecadores.

Este es el motivo por el que Jesús fue a la cruz: por ti y por mí.

Cuando mires la cruz, recuerda qué sucedió allí.

———

Cuando la editorial HarperCollins Christian Publishers me contactó para recopilar un libro con algunos de los mensajes de mi padre sobre la cruz, pensé: «¡Guau! Eso tomará varios volúmenes, pues mi padre nunca predicó un sermón en el que no se enfocara en lo que sucedió hace más de dos mil años en la cruz en aquel lugar llamado Monte del Calvario».

En esta colección especial, verás la luz de la gloria de Dios brillar sobre la cruz de Su Hijo, Aquel a quien la humanidad crucificó. Imagina la sangre que corría por el rostro de Jesús debido a las espinas que estaban clavadas en su frente mientras Él colgaba allí. Su sangre preciosa se derramaba por los pecados del mundo.

Quizás te preguntes qué hay de esperanzador en esta horripilante escena. La respuesta es sencilla y, a la vez, profunda: Dios «… anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz» (Colosenses 2:14, NTV).

Jesús venció el pecado y la muerte y dejó el sepulcro vacío al resucitar. La cruz es el símbolo del amor inmensurable de Dios, y Él ofrece al mundo este regalo de victoria.

Hay personas a nuestro alrededor que necesitan a Jesús. Pide al Señor que te ayude a identificar a alguien a quien puedes guiar al pie de la cruz. No lo pospongas.

La Biblia ordena: «Más bien, mientras dure ese “hoy”, anímense unos a otros cada día…» (Hebreos 3:13, NVI) y «He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (2 Corintios 6:2-3).

Que Dios te bendiga mientras consideras Lo que sucedió en la cruz, ¡pues Jesús es quien pagó el precio de la victoria!

Franklin Graham

CAPÍTULO 1

¿DÓNDE ESTÁ JESÚS?

En la cruz, Jesús se hizo cargo de cada pecado que cometimos… y durante nuestro tiempo aquí en la tierra, debemos decidir cuál es nuestra postura con respecto a Él.

La cadena televisiva Lifetime mostró la cruz de cristal de 40 pies (12 metros) de altura mientras un grupo de camarógrafos ingresaba a la Billy Graham Library. Grabarían un programa que la mostraría como un punto de interés de la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte. Mi colega se reunió con la copresentadora del programa, Kristy Villa, y mientras explicaba qué cosas podían vivirse allí, llamó la atención sobre las numerosas cruces expuestas a lo largo del recorrido, conocido como «El camino de fe».

A la mitad de la presentación, Villa preguntó, asombrada: «Veo todas las cruces, pero ¿dónde está Jesús?». Mi colega sonrió y contestó: «Está en el cielo, y también está presente en la vida de quienes creen en Él y lo siguen como su Salvador y Señor personal».

La periodista se llevó las manos a la cabeza y exclamó: «¡Ah, cierto! Algunos adoran a un crucifijo, pero los cristianos adoran a un Cristo resucitado». Un momento después, Villa afirmó: «He estado en la iglesia toda la vida, pero nunca había oído que se enfatice una cruz vacía».

Quizás ella no se haya dado cuenta, pero acababa de proclamar el corazón del Evangelio. Luego exclamó para los televidentes: «¡Este es un lugar que deben visitar y ver!».1 Cuando oí este maravilloso reportaje, mi corazón se estremeció y pensé en las palabras del salmista: «¡Vengan y vean las proezas de Dios […] en nuestro favor!» (Salmos 66:5, NVI).

La pregunta a la que todos debemos responder es: «¿Qué implican la obra de Jesús en la cruz y Su resurrección, y qué significa ser salvo?».

La historia de la resurrección de Jesucristo es lo que le da significado y poder a la cruz. Qué fracaso sería el cristianismo si no pudiera llevar nuestras esperanzas más allá de la frialdad y las profundidades del sepulcro. Verás, la resurrección implica la salvación de nuestra alma.

¿Qué significa la resurrección para ti? ¿Ha cambiado tu vida? Muchas personas ni siquiera lo han pensado. Algunos creen que Jesús murió y dejó el legado de «hacerle bien al prójimo» y no creen jamás que Él resucitó de entre los muertos. Otros piensan que la resurrección fue una noticia falsa. Hay quienes se preguntan incluso si Jesús existió.

Quienes de verdad creen en Jesucristo no tienen duda alguna de que Él vivió entre nosotros, murió por nuestros pecados en la cruz y, tres días después, resucitó. Venció así al aguijón de la muerte y ofreció a la humanidad el mayor regalo: Su amor sacrificial y salvador.

Muchas personas no comprenden del todo cuánto impacta la muerte y la resurrección de Cristo sobre el corazón humano. ¿Cómo lo sé? Porque no cambia nada en ellos.

Pregúntate: «¿Qué creo sobre la cruz y el sepulcro vacíos?». Al pie de la cruz vacía es el lugar de salvación del pecado, y el sepulcro vacío ilumina con la luz que lleva al alma redimida a su destino final: la vida eterna. Aceptar el sacrificio de Jesús, o rechazarlo, determina la vida futura de cada persona. Si no crees que Jesús murió por ti, entonces seguirás siendo el mismo: el pecado te atenazará y morirás por su castigo, con la certeza de un juicio eterno en el infierno y apartado de Dios. Sin embargo, si crees que Jesús resucitó del sepulcro y triunfó así sobre la cruz de muerte, y aceptas que Él pagó por tu castigo, nunca volverás a ser el mismo.

LA CRUZ VACÍA ESTÁ COLMADA DE ESPERANZA

La cruz representa la sentencia del pecado y la esperanza de los pecadores. Condena el pecado y purifica las almas. La cruz es donde se crucificó a Jesús en nuestro lugar y donde Cristo trae la vida de resurrección a la humanidad. Para algunas personas, la cruz ensangrentada es horrible, pero la cruz vacía está colmada de esperanza.

Satanás, demasiado ansioso por frustrar los propósitos de Dios, traspasó sus límites, y Dios tornó lo que parecía ser la mayor tragedia de la historia en el mayor triunfo. Los hombres malvados, al perpetuar la muerte de Cristo, pensaron que sería el fin. Sin embargo, Su sepulcro se convirtió en una puerta hacia la victoria.

La resurrección faculta la fe en Jesucristo. Si yo no creyera que Cristo triunfó sobre la muerte en la cruz y que resucitó corporalmente del sepulcro, habría dejado de predicar hace años. Estoy absolutamente convencido de que Jesús está vivo en este momento, a la diestra de Dios Padre y reinando en mi corazón. Lo creo por fe, y lo creo por las pruebas que se encuentran en las Escrituras.

Lucas, médico y discípulo de Jesús, era uno de los hombres más brillantes de su época. En el Libro de Hechos, hizo esta sorprendente declaración sobre la resurrección: «… se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios» (Hechos 1:3).

Estas «pruebas indubitables» se han debatido durante dos mil años. Muchas personas llegaron a conocer la verdad mientras intentaban demostrar que la resurrección de Jesús es una mentira, pero fracasaron. Otros ignoran los hechos documentados en el libro más vendido de todos los tiempos, la Biblia.

DEFINICIÓN DE HISTORIA

A Larry King, presentador de radio y televisión y un amigo mío por muchos años, una vez le preguntaron a qué figura histórica más le gustaría entrevistar. ¿Qué respondió? A Jesús. «Me gustaría preguntarle si en verdad Su nacimiento fue virginal. La respuesta a esa pregunta definiría la historia para mí».2

Mi respuesta es siempre que Jesús sí nació de una virgen porque la Biblia lo afirma. El ángel se le apareció a José y le dijo: «… José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:20-21, NVI).

El nacimiento virginal es una piedra de tropiezo para muchos porque se niegan a creer que la Palabra de Dios es una prueba. No puedes creer en alguien si no crees en sus palabras.

Jesús nació de una virgen y cumplió así la profecía.

Jesús fue crucificado y cumplió así la profecía.

Jesús murió por los pecados de la humanidad y cumplió así la profecía.

Jesús fue colocado en un sepulcro prestado y cumplió así la profecía.

Jesús ascendió a los cielos y cumplió así la profecía.

Y este mismo Jesús volverá un día y cumplirá así la profecía.

Esta es la esperanza y la certeza de todos los que creemos en Él.

Quizás tú respondas: «Bueno, yo no creo». Yo te haría esta simple pregunta: «¿Por qué?». Muchos no creen que Jesús haya existido alguna vez, y mucho menos que haya muerto y resucitado, y sin embargo el calendario utiliza el nacimiento de Jesús como el punto central del tiempo.