Lola menta 3  y los planetas afrutados - Carla Salvatierra Flores - E-Book

Lola menta 3 y los planetas afrutados E-Book

Carla Salvatierra Flores

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Beschreibung

Lola Menta, Delfi y toda la familia de la Tierra realizan un viaje al Espacio para ir en busca de las Muestras de Paz para cumplir la misión de salvar al Planeta Tierra de ser inundado. En su viaje espacial especial, el grupo visitará los planetas afrutados y conocerá a sus increibles habitantes. Viajarán en la Nave-Gante y se cruzaran con personajes fantásticos como el Banana Dios, la Vieja Reptiliana, Don Asno Rezongón y muchos más, que les dejarán fabulosas enseñanzas y mensajes. Una historia llena de aventuras, desafíos y crecimiento, para disfrutar con nuestro niño interior o en compañía de nuestra familia, reflexionando sobre nuestra presencia, vínculo y conciencia de nuestro maravilloso Planeta. Sumate a esta leyenda del futuro y aporta tu valiosa visión ¡Todos somos parte de esta Gran Misión!

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LOLA MENTA

Y LOS PLANETAS

AFRUTAD O S

EDITORIAL SERVICOP

Producción gráfica: Servicop

Diseño de interiores: Servicop

Diseño de tapa: Cristina Cover Bernal

Diseño de fondos: Nicolás Laureano

Ilustraciones: Gimena Etcheverry

Edición de textos: Andrés Darío Rodríguez

Corrección de Estilo: Bruno Marian Maxine Buffone

Autora: Carla Salvatierra Flores

© 2022, Carla S. Flores

@carla.yogaflores

www.sagalolamenta.com

E-mail: [email protected]

Web: www.imprentaservicop.com.ar

Hecho el depósito que establece la Ley 11.723

Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización de la autora.

Primera edición en formato digital: enero 2023

Versión: 1.0

Digitalización: Proyecto451

Salvatierra Flores, Carla

Lola Menta y los planetas afrutados : libro 3 / Carla Salvatierra Flores ; Ilustrado por Gimena Etcheverry. - 1a ed - La Plata : Arte editorial Servicop, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-803-488-1

1. Cuentos. I. Etcheverry, Gimena , ilus. II. Título.

CDD A863.9283

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EL PLANETA BANANA, Y EL BANANA DIOS

La familia de la Tierra aterriza en el Planeta Banana. Agradeciendo, bajan de la Nave-Gante y comienzan a observar. Todo es verde. Hay árboles de bananas por todos lados, pero sin frutos. ¿Dónde estarán?

Continúan su paso hacia donde se les indicó que los estaría esperando el Gobernante del planeta. Llegan al Palacio Amarillo y se les pide esperar en el Salón Palmero.

En sólo unos instantes, se asoma con andar pedante el famosísimo mandatario, una criatura abrillantada, que se cree superior por sus músculos, resultado de los altos niveles de potasio en su cuerpo. Un individuo tan vanidoso, sustentoso y delicioso que se ha apodado a sí mismo Banana Dios.

Tiene un séquito de monos que lo acompaña a toda hora y que, cuando llega a cualquier lugar, despliega un baile majestuoso con una coreografía final que lo presenta: primero lo encierran en una ronda que lo oculta, y al abrirse se puede ver cómo el soberano da una pintoresca vueltita .

—¡Jeloouu! ¡Soy el Banana Dios! —dice con furor luego de toda esta parafernalia—. Ante su presencia está el gobernante más fibroso y robusto de la galaxia toda. Autoricé su visita a mi preciado

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planeta porque tengo un problema y me han dicho que me pueden ayudar. Me encuentro frente a una gran contradicción. En nuestro planeta una fruta tan requerida y tan nutritiva como la banana está escaseando y… ¡los habitantes están pasando hambre! Yo sé que hago todo bien, así que no sé por qué sucede. Planto y planto y, en un pestañeo, las bananas desaparecen. No sabemos si se esfuman, si son hologramas o si es un castigo divino. Estoy algo preocupado, porque antes me alababan y ahora me cuestionan.

—Nadie debe cuestionar su majestuosidad, Majestad, ¡El Dios Ba-na-na-náaahhh! —canta al unísono su séquito de monos.

La familia está atónita. ¡Qué dilema a descifrar! Antes de que puedan pronunciar una palabra, el autoproclamado dios del plátano sigue:

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—En dos días será la competencia de Bailes Monono’s, y me preocupa que se puedan armar líos inesperados.

—¿De qué se trata esta competencia, majestuosidad? —pregunta Delfi.

—Estos bailes son celebraciones magníficas en mi nombre en las que todos los monos del planeta son convocados a participar. Cada grupo gana un ramillete de bananas de oro y el honor de ser parte de la elite y de mi séquito condecorado para siempre, como estos monos que ven alabándome aquí a mi lado. Para lograrlo, deben realizar un Gran Baile en Homenaje a Mí. Este ritual se lleva a cabo desde hace muchos siglos: es una tradición muy valorada en mi planeta. Así es que pueden sentirse alegres, bellos y enérgicos… ¡y muy afortunados! Las familias de primates entrenan por décadas para ser cada vez más creativos y sofisticados para estos eventos.

—¿Nosotros podemos participar? —pregunta Lola de improvisto, sin dejarlo pensar.

—Ehh… era algo que no había evaluado. ¡¿Esto tiene que ver con la solución, niñita?! —dice mientras frunce su ceño brillante y piensa—. ¡Si, vengan! Será divertido verlos bailar, jajaja —finaliza con tono irónico. Comienza a reir a carcajadas y todos miran a Lola como preguntándose si van a ser capaces de competir.

—¡Genial, entonces vamos a prepararnos, Banana Dios! ¡Nos vemos pronto! —dice Lola y rápidamente decide conversar con el grupo para planificar cómo seguir.

Se sientan en un lugar tranquilo y empiezan a intercambiar ideas.

—Mi intuición me dice que esto es un sabotaje. Las bananas están siendo robadas por la obsesión de “pertenecer” y están

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dejando de lado lo más importante: la nutrición verdadera —reflexiona Lola.

—¿Cómo lo podemos comprobar? —pregunta Selena.

—Tal vez hablando con los Monos que estén preparándose para la competencia. O sea, conversar con los que padecen el problema —dice Stewart—. Además, no se olviden que ya nos comprometimos a participar ¡y tenemos que ensayar! Vamos a buscarlos y seguro encontraremos con quién hablar del tema.

Mientras recorren los kilómetros de esa enorme selva de palmeras, Selena ve una banana dorada, resplandeciente como el sol.

—¡Vean, ahí! ¡Una banana! —grita.

Antes de que todos se giren a verla, desaparece. Fue un movimiento tan rápido que incluso Selena no logró ver qué había sucedido. No lo entendía, ella la vio, pero en el momento en que miraron todos, la banana ya no estaba. Selena se frotó sus enormes ojos como para comprobar si estaba bien despierta. Continuaron el viaje sin decir nada.

Lo mismo sucede un poco más adelante y esta vez es Pedro quien encuentra una. Cuando quiere alertar a los demás sobre la presencia del fruto, este desaparece muy rápido. ¡Qué extraño!

Deciden parar a comer. Cuando abren sus mochilas, se acerca repentinamente una familia de monos. Parecen amistosos, pero se ven débiles. La familia de la Tierra le ofrece compartir su comida y ellos, desesperados, aceptan.

—Estamos preparándonos para el gran evento —comentan—. En este planeta si no obtienes una cantidad mínima de ramilletes de bananas de oro, no eres nada… nadie te mira, acepta o incluye. Necesitamos una cantidad mínima de bananas de oro para

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sobrevivir aquí. Esas bananas las ganas en los bailes o las heredas si tu familia las ganó alguna vez.

La charla sigue muy integradora y afectuosa. La familia de la Tierra oye con mucha atención y les pregunta cuántos ramilletes tienen y cómo se los ganaron. Uno de los monos se pone muy nervioso.

—¡No se puede seguir con esta farsa, familia! — grita afligido y agrega—, ustedes son buenas personas, así que vamos a decirles la verdad. No tenemos ramilletes de oro por mérito familiar adquirido ni por competencias ganadas.